CUENTOS DEL 47 Y DE LA DICTADURA
Cuentos de LITA PÉREZ CÁCERES
Intercontinental Editora
Asunción-Paraguay 2008
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ÍNDICE
Dedicatorias/ Prólogo/ Nota de la autora
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El poncho salvador
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Herminio Corochiré
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La ciudad y la canalla
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Un puñado de tierra
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La pasión de Mimí
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Los dos jefes
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Una obsesión incurable
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La viuda y el jardinero
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Enfermera de lujo
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Un capitán gigante
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Ropa con historia
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Una virgen más
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¡Numerarse!
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El bocado rebelde
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La dote
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Cristianos
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N.N.
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La venganza de Agapito
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Cárcel de arena
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La muerte de Agapito
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PRÓLOGO
PARA SEGUIR AVIVANDO, LA MEMORIA
Porque existen hechos que un pueblo no debe olvidar, Lita Pérez Cáceres comenzó a enhebrar estos relatos hace varios meses y el resultado es un libro que no sólo rememora un pasa do y una etapa gloriosa y violenta, sino un texto ameno que no se puede dejar de leer.
Unidas por una linda amistad que nos permite compartir sueños y proyectos, hemos sido partícipes del nacimiento de nuestros últimos trabajos, leyendo, opinando, sugiriendo algún título o simplemente saboreando la alegría de dar vida a cada nueva historia, para luego compartirla con los lectores. Por ello el doble honor de escribir unas palabras a modo de prólogo, para presentar esta obra. Sin embargo, queda la duda de poder hacerlo correctamente, de utilizar las frases precisas para definir un libro que, más allá de evocar una etapa difícil en la vida del Paraguay y de sus habitantes, como fue la época de la Guerra Civil del 47 y de la dictadura de Alfredo Stroessner, muestra la enorme madurez de la autora, en lo que respecta a la calidad de su trabajo.
Dueña de un vasto archivo personal, Lita ha ido acumulando con los años muchos testimonios reales que llegaron hasta ella a través de la oralidad y de sus propios protagonistas. Entonces, utilizando su gran riqueza narrativa, no hizo más que recrearlos y ponerles nombres ficticios para que dichas historias comenzaran a andar su propio camino dentro de este libro.
Dividido en dos partes, el texto contiene relatos que se ubican durante la época de la Guerra Civil del 47, cuando el país, dividido en dos bandos y enarbolando dos colores, se convirtió en el cadalzo y cementerio de sus propios hijos.
Lo podemos leer en "UN PUÑADO DE TIERRA":
"-¿Será posible que no tengas ni una prenda color rojo? "
-“No, no me acuerdo, casi nunca uso algo de ese color.
-“Sí, ya sé que no te gusta, pero ahora nos podría salvar.
"De pronto el hombre entró al baño y dio un grito victorioso.
"-Piiipuuu..., acá encontré algo.
"Y al salir mostraba una salida de baño muy apelechada de color rojo vivo.
"-Por el momento estoy salvado, apurate, ponete cualquier sombrerito, cualquier cosa y salgamos de una vez, pueden regresar enseguida.
"-¡Ya sé, ya sé ....! , pero no encuentro nada. ¿Y qué me pueden hacer a mí si soy la hija del Dr. Abruzzo?
"-Te pueden violar, echar en gorra, encerrarte para gozar a su gusto de tus lindas piernas blancas y gordas... ¿Querés que siga con la lista?".
La historia narrada en "EL PONCHO SALVADOR" describe la angustia que se vivía en estos tiempos: "Un estanciero de la zona llegó muy alterado a contar que los revolucionarios habían tomado la comisaría de una población cercana y que se dirigirían a Villa del Rosario dispuestos a terminar con los líderes colorados de la zona. El hacendado dijo también que las fuerzas rebeldes tomaban vacas, las mataban sin necesidad y apenas comían la mitad del animal dejando el resto para los caranchos; que violaban cuanta mujer se pusiera a tiro, que robaban lo que podían y que quemaban los ranchos de los colorados.... En el río el sol alumbraba con nitidez al niño que jugaba sentado cerca de su madre, en la chata de Don Casildo. De pronto se escuchó el sonido de un motor más potente que opacó todos los otros sonidos, era una lancha cargada con un grupo de revolucionarios que venían en persecución de Acacia.... Ella lloraba y rezaba en voz alta. `Virgen del Rosario, sálvame, salvá por lo menos a mi hijo, yo te lo di a vos cuando nació, no dejes que le pase nada. Virgencita, te llevaste a mi marido, no me dejes sin mi niño, te prometo una novena al llegar a Asunción y tres misas te pagaré en tu día. Dios te salve María, llena eres de gracia...´”.
A la autora le preocupa el manto de olvido que cubre hechos lamentables del pasado reciente de nuestro país, por ello desempolva pequeñas pero grandes tragedias personales, que marcaron la vida de muchos paraguayos en la época stronista. Ella sostiene que es fundamental para los jóvenes conocer es-tos hechos, para valorar aún más la libertad.
Para Lita Pérez Cáceres la frase "Era feliz y no lo sabía", no se adecua a la realidad de los luchadores por un país mejor, de los comprometidos, de los perseguidos, de los que no tuvieron peros a la hora de ofrendar sus vidas para que el futuro de sus hijos o de los hijos de los otros, tengan otro horizonte. Para Lita hay que recordar y no olvidar, para que no vuelva, a teñirse de sangre nuestra tierra, para que nunca más haya secuestros, violaciones, torturas, asesinatos...
No todo es ficción o no todo es real, pero es una excusa válida para disfrutar de su narración fluida, entretenida, que pinta cada historia como un fresco. Y es una excusa válida para seguir avivando la memoria.
MILIA GAYOSO MANZUR
La Casita, Caacupé, abril 2008.
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NOTA DE LA AUTORA
Los cuentos de este volumen tienen un elemento común: la violencia. Esa misma violencia que asoló Paraguay, particularmente en la revolución del 47 y luego durante la dictadura.
La guerra civil del 47, corta pero intensa, partió en dos el Paraguay, produciéndole una profunda herida cuyas secuelas duelen hasta hoy.
Como periodista tuve la oportunidad de entrevistar a personalidades del mundo de la política y de la cultura que recordaban vívidamente los aciagos días del 47. También pude hablar con gente de pueblo que todavía conservaba frescos los hechos de esa época. Por ese motivo, algunos de los cuentos referidos al 47 son historias recreadas a partir de los relatos que escuché. En cuanto a los nacidos de mi imaginación, estoy convencida de que los hechos así hubieran ocurrido.
Preguntando a hombres y mujeres mayores supe que en Asunción no se sentía mucho miedo, que las jóvenes seguían yendo al cine o a las tiendas de moda, pero cuando los revolú llegaron a las inmediaciones de la ciudad y se sucedieron los combates entre ellos y las fuerzas gubernistas que trataban de rechazar su avance, entonces sí el temor se apoderó de la gente.
Las consignas propaladas por la emisora oficial insuflaban ánimos a las tropas que defendían el gobierno de Morínigo y contaban atrocidades de los rebeldes; al mismo tiempo instaban a la población a que resistiera, denunciara y hasta eliminara a los que se habían atrevido a levantarse en Concepción. Esa prédica de odio fue muy eficaz y produjo una división que hasta hoy perdura, aunque menos virulenta. En el 47 se inició un proceso de polarización política notoria, o se era colorado o liberal o febrerista; o rojo o azul, pero nunca tolerante con otra manera de pensar. Muchos olvidaron que todos somos paraguayos, prefirieron luchar por el color de su partido antes que optar por la unidad nacional en pro de una patria que tanto necesitaba del esfuerzo común de todos sus hijos, para levantarse luego de dos guerras que la postraron económica y físicamente.
Los revolucionarios de Concepción fueron incapaces de dominar el rencor y el deseo de venganza de los hombres que se adhirieron a ellos. Hubo pillaje, hubo violaciones y hubo muertes de parte de las fuerzas rebeldes, cosa casi común en una guerra civil en la que luchan hermanos contra hermanos y lo hacen con saña. El accionar de las fuerzas leales al gobierno también fue igual de salvaje y atroz. Estaba en juego el poder y el poder es el imán ante el cual los hombres no pueden evitar caer.
Escribí sobre ese periodo de nuestra historia tratando de iluminar -a través de la ficción- aquellos días, y si logro que algún lector recapacite y aprenda de esos errores del pasado para no repetirlos en el futuro, habré conseguido una pequeña victoria.
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ACERCA DE LA DICTADURA
La segunda parte contiene diez cuentos sobre la dictadura de Alfredo Stroessner. Se ha escrito mucho sobre esos 35 años, sobre todo desde la perspectiva del análisis político y, poco a poco, la ficción fue abriéndose paso para enriquecer ese acervo. A medida que el tiempo pase, el bloqueo que sufren los autores irá desapareciendo y la ficción hará que los hechos acontecidos durante el stronato ganen espacio y parezcan cada vez más reales.
Al principio los cuentos fueron apareciendo espontáneamente, tal parece que la parte creativa del escritor/a hace sola el cuento basada en hechos que pasaron o a partir de historias que se susurraban en los días de silencio y de paz impuesta. Pero los últimos cinco surgieron de los relatos que mi hermano Carlos Pérez Cáceres recaudó en sus investigaciones, y uno, CÁRCEL DE ARENA, de un testimonio real obtenido por mi cuñada Teresa Saldívar, su esposa. Ambos luchan incansablemente para que la memoria histórica no desaparezca y no cejan en su búsqueda sobre los acontecimientos de ese periodo reciente de nuestra historia: la dictadura stronista.
Si resurgen ideas e iniciativas para borrar ese pasado y hasta se acuña la frase: (Con Stroessner) era feliz y no lo sabía, es el momento de hacer memoria. Es cierto que muchos paraguayos y paraguayas aprobaron el primer periodo de gobierno de Alfredo Stroessner, pues impuso su autoridad y terminaron los golpes y las asonadas que ponían en vilo al país. Esa misma gente tardó en abrir los ojos a una realidad asfixiante. También hubo paraguayos que la pasaron bien, eran los indiferentes, los adictos a las prebendas y a los beneficios que caían sobre ellos, o los desesperados que no veían otro camino que unirse al partido del poder por no tener cómo ganarse la vida.
Los luchadores, los comprometidos, los que no dudaron en ofrendar sus vidas para cambiar la penosa existencia de sus compatriotas eran tildados de comunistas y la dictadura los presentaba como la peor pesadilla. En tiempos de la guerra fría los Estados Unidos apoyaban a los gobiernos que luchaban contra el comunismo y fue por eso que Stroessner duró tanto, porque esa guerra entre el comunismo y el capitalismo también se libraba en naciones pequeñas y pobres como el Paraguay.
"... la paz que reina en toda la República...", slogan del gobierno stronista, era una paz de sepulcro, el que se animaba a perturbarla era asesinado.
Han pasado casi dos décadas desde que la dictadura cayó a causa de un golpe realizado por un grupo de militares que hasta poco antes gozaban de la confianza del dictador. El proceso de transición iniciado en 1989 fue avanzando lentamente y el sentimiento de libertad tardó mucho tiempo en afianzarse en la mente de los paraguayos, que habían permanecidos callados durante tanto tiempo. Al principio, tímidamente, fueron hablando y denunciando, sin confiar del todo en las autoridades. El poder de turno podía sofocarlos nuevamente en cualquier momento; luego adquirieron más seguridad, hoy el paraguayo es capaz de expresar su descontento, de marchar y protestar para defender las causas que considera justas.
Los cuentos de la dictadura pueden parecer fuertes a los mayores que tratan de olvidar esos hechos, pero no hay que olvidar, hay que recordar, van dirigidos a los jóvenes y adolescentes que crecieron sin el fantasma del miedo y sin la prédica del no te metas. Ellos podrán conocer a través de la literatura los sucesos de aquellos años que están cubriéndose y borrándose con las cenizas del tiempo.
LITA PÉREZ CÁCERES - 26-2-08
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