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LEÓN CADOGAN (+)
  AYVU RAPYTA: TEXTOS MÍTICOS DE LOS MBYÁ-GUARANÍ DEL GUAIRÁ (Obra de LEÓN CADOGAN)


AYVU RAPYTA: TEXTOS MÍTICOS DE LOS MBYÁ-GUARANÍ DEL GUAIRÁ (Obra de LEÓN CADOGAN)

AYVU RAPYTA:

TEXTOS MÍTICOS DE LOS MBYÁ-GUARANÍ DEL GUAIRÁ.


Obra de LEÓN CADOGAN


CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA (CEADUC)

"NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN"

BIBLIOTECA PARAGUAYA DE ANTROPOLOGÍA

BIBLIOTECA PARAGUAYA DE ANTROPOLOGÍA – Volumen 16

Director: ADRIANO IRALA BURGOS

Edición preparada por BARTOMEU MELIÀ

Página web: www.ceaduc.uca.edu.py

Asunción – Paraguay. 1997



SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN

Cuando en 1946 las hoy amarillentas páginas de la Revista de la Sociedad Científica del Paraguay (VII, 1: 15-47) y, en impresión conjunta, los Anales de la Asociación Indigenista del Paraguay daban a conocer LAS TRADICIONES RELIGIOSAS DE LOS INDIOS JEGUAKÁ TENONDÉ PORÃ-GUÉ I DEL GUAIRÁ comúnmente llamados Mbyá, Mbyá-Apyteré o Ka'yn-guá, del señor LEÓN CADOGAN, pocos habrán percibido que amanecía un nuevo día para la etnología paraguaya, y que se abría un nuevo espacio-tiempo en la literatura indígena de América.

Después del diluvio colonial, que arrasara con tantas lenguas y tantos modos de decir, de cantar y de profetizar, cuando ya se daba por perdida la esperanza de encontrar todavía una voz auténtica en la que resonaran los ecos de la antigua tradición, surgía una nueva tierra, y su fundamento era la palabra: AYVU RAPYTA.

Con los años, aquellos textos iniciales se vieron aumentados hasta formar un corpus respetable. AYVU RAPYTA; textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá, salió como Boletim 227 - Antropología n° 5, de la Faculdade de Filosofía, Ciencias e Letras, de la Universidade de São Paulo, Brasil, en 1959, gracias a la visión científica del entonces joven profesor, EGON SCHADEN. Esta publicación -me lo recordaba con frecuencia hasta poco antes de su reciente muerte en 1991- le llenaba de orgullo: sentía que había contribuido de modo muy eficaz a salvar del olvido una obra hoy tenida por clásica.

Los Mbyá, y los Guaraní en general, entran a través de estos textos dentro de aquella categoría de personas de las que se puede decir que sin ellas el mundo del espíritu sería más pobre y menos luminoso. La literatura hoy retiene estos textos como una de las grandes expresiones de la poesía americana.

Después de más de treinta años de su primera y única edición, este libro se había vuelto bastante raro. Y si grandes fragmentos de él habían sido conocidos gracias a antologías de diversa índole, éstas no reproducían el texto en lengua mbyá-guaraní, como tampoco las riquísimas notas que lo acompañaban.

El texto que aquí se ofrece es naturalmente el mismo que salió de las manos del maestro Cadogan. Varias personas hemos trabajado en él. Está en primer lugar Demetrio Núñez, quien arregló los materiales, verificó citas y organizó el nuevo texto. Friedl Grünberg, desde Austria, nos ha acompañado con sus oportunas indicaciones, sobre todo en los problemas de transcripción ortográfica. Edit Felicia Acuña, María del Pilar Royg y Antonio Caballos han dedicado tiempo, sagacidad y paciencia a la diagramación y revisión de un texto que ofrecía no pocas dificultades.

Hemos procurado tratar estos textos con el respeto y la delicadeza que se debe a una obra de arte, tanto más preciosa, cuanto más original. Había que ser fiel al mismo tiempo a sus principales autores, los dirigentes Mbyá, y a su compilador y comentarista, el señor León Cadogan.

Esta edición paraguaya ha sido posible gracias a la ayuda financiera procedente de DREIKÖNIGSAKTION DER KATHOLISCHEN JUNGSCHAR ÖSTERREICHS. Esos jóvenes austríacos, con una sensibilidad nada común, entendieron la importancia de estos textos para el fortalecimiento cultural de un pueblo y de su identidad, fundamento de su vida. El pueblo Mbyá y también la cultura paraguaya se lo pueden agradecer.

El don de la palabra repartido entre todos hará circular de nuevo palabras que nunca han de desfallecer.

Para muchos de nosotros estos textos se convertirán en plegaria para pedir la venida de los que redimen el decir.

"Yo invoco a tus hijos que redimen el decir;

y en ellos pongo mi confianza.

Concédeme grandeza de corazón,

grandeza de corazón que nunca más se bifurcará".

BARTOMEU MELIÀ

Asunción, y octubre del 992


NOTA PRELIMINAR

En 1953, la REVISTA DE ANTROPOLOGÍA, inició la publicación de la obra AYVU RAPYTA (EL FUNDAMENTO DEL LENGUAJE HUMANO), de la autoría del incansable investigador paraguayo LEÓN CADOGAN, indiscutiblemente el mejor conocedor de la cultura guaraní. En las páginas de la revista, sin embargo, sólo pudieron aparecer los tres primeros capítulos del trabajo, razón por la cual fue resuelto que el texto completo sería editado en forma de libro en la serie de los BOLETINS DA FACATILDADE DE FILOSOFÍA, CIENCIAS E LETRAS DA UNIVERSIDADE DE SÃO PAULO. Si bien con mucho atraso, lo presentamos ahora a los estudiosos de la lengua guaraní, que en él encontrarán material abundante y sobremanera esclarecedor

El trabajo contiene textos míticos y enseñanzas religiosas de los Mbyá-Guaraní, que los sacerdotes de la tribu guardan en secreto delante de cualquier extraño, pero que el autor obtuvo en el idioma original, gracias a la confianza que mereció de parte de los indios y en retribución por los servicios que les prestara.

En oposición con lo que se verifica en la religión y mitología de otras poblaciones guaraníes del Paraguay y de territorios vecinos, los indios Mbyá-Guaraní del Guairá (autodenominación: Jeguakáva Tenonde Porãngue i), que dictaron los textos aquí reproducidos, parecen conservar sus tradiciones en su original pureza, esto es, sin modificaciones de influencia cristiana, sea del tiempo de las misiones jesuíticas, sea de épocas más recientes. Incluso otras poblaciones del grupo mbyá, como las de la región paraguaya de Encarnación, del territorio argentino de Misiones o del Brasil meridional, revelan, al más ligero examen, haber asimilado una serie de elementos cristianos a través de la convivencia con representantes del mundo occidental. El mismo señor Cadogan oyó de un indio mbyá de Yvy Pytã versiones guaranizadas de capítulos del NuevoTestamento, si bien despojadas de su significado cristiano y adaptadas al pensamiento mítico de la religión tribal. Tanto más valiosa se revela pues, para estudios comparativos, una colección de textos como la reunida por Cadogan durante muchos años de paciente trabajo. De ninguna población guaraní se publicó hasta hoy un acervo mítico comparable en riqueza al que ahora poseemos de los Mbyá del Guairá.

En el prefacio el autor cuenta como, después de varios años de relaciones amistosas con la tribu, durante los cuales no había sospechado siquiera la existencia de las enseñanzas secretas (ñe’ẽ porã tenonde, las primeras hermosas palabras), fue al final iniciado en esas tradiciones como que a titulo de recompensa por haber obtenido la liberación de un miembro de la tribu que estaba preso en la cárcel de Villarrica. Y consiguió que los indios le dictaran gran parte de los mitos "esotéricos". Después de haberlos transcrito en el propio dialecto mbyá, Cadogan les añadió una traducción española, acompañada de notas lexicológicas, indispensables para la comprensión de los textos, tanto más cuanto éstos están vertidos en un lenguaje por así decir sagrado, con un vocabulario en gran parte diverso del que rige en el trato profano.

Cadogan insiste en el hecho de no haber hecho estudios teóricos de antropología cultural que lo faculten para emprender el análisis científico del material recogido. Sea lo que fuere, sin embargo, nadie dejará de reconocer en él cualidades excepcionales de investigador. Entre ellas, una notable capacidad de discernimiento para formarse juicio seguro de los resultados científicamente válidos en oposición a las interpretaciones dudosas o simples analogías que tenderían a imponerse sobre un espíritu menos prevenido. De ahí el valor de su contribución, que se hace evidente enseguida a cualquiera que se ocupe del estudio comparativo de la mitología sudamericana.

São Paulo, junio de 1958

EGON SCHADEN



AL LECTOR

Espero que la presente recopilación de mitos, leyendas y tradiciones -que no pretendo sea más que un bosquejo- hecha con el solo objeto de subrayar ciertos aspectos de la cultura guaraní que no han recibido la atención que merecen, brinde algunos elementos de juicio de utilidad para el lingüista, y facilite la tarea del investigador que pretende descorrer el velo que cubre el pensamiento místico de la raza aborigen.

Y aunque Nimuendajú, etnólogo de fama mundial, afirma que el Guaraní ha sido objeto de demasiados estudios, tanto del punto de vista de la raza cuanto de la lengua, los problemas de carácter lingüístico que le tuvieron perplejo a este eminente investigador -y que un conocimiento superficial del vocabulario religioso y las tradiciones de nuestro Mbyá le hubieran permitido dilucidar-, constituyen prueba fehaciente de que nuestros indios mucho aún nos pueden enseñar... Pero, como dice el mburuvicha en el mito de Pa’i Rete Kuaray al referirse al paraje encantado en donde se yergue la palmera eterna entre cuyas ramas revolotea el avecilla legendaria Piri’ýriki, y donde brotan de la tierra las aguas que bebieron Ñande Ru y Ñande Jarýi, progenitores de la raza mbyá-guaraní, lugar en que se conservan intactas las huellas de nuestra Abuela a pesar de los milenios transcurridos, "estas cosas las volveremos a ver únicamente si nuestro amor es sincero. Él que permite que su amor se bifurque, no llegará a ver estas cosas".

Del valor que para el lingüista representa el vocabulario mbyá-guaraní, permitiéndole estudiar la manera en que el hombre "primitivo" venciera las dificultades con las que tropezara para la expresión de las ideas abstractas que iban surgiendo en su mente, darán una idea las palabras utilizadas por el mburuvicha: poeta, teólogo, legislador de la tribu, para traducir nuestros conceptos de omnipotente, eterno, encarnar, resucitar y otras muchas que aparecen en estos textos. Sobre los demás puntos que me han llamado la atención no entro aquí en detalles, por haber dedicado a cada uno de ellos unas líneas en las notas lexicológicas que acompañan a cada capítulo.

Los Mbyá con quienes mantengo relaciones viven diseminados en pequeños grupos a través del actual departamento del Guairá, dentro de la región comprendida entre Yuty al Sur y San Joaquín al Norte; pero, a juzgar por el último mapa etnográfico de la Smithsonian Institution (Handbook of South American Indians, I, 1946: mapa 7) existirían grupos de la misma parcialidad -llamada Caiguá en el citado mapa- dentro de la vasta región comprendida entre el río Vacaría, Brasil, y el río Uruguay. Esto concuerda con lo que de ellos dice Bertoni en su La civilización guaraní (1922). Generalmente se les aplica el nombre de Mbyá; pero el nombre por el que ellos mismos se designan en sus tradiciones es Jeguakáva, o Jeguakáva Tenonde Porãngue i. Jeguaka, en el lenguaje común, significa adorno (de plumas para la cabeza); jeguakáva, en el vocabulario religioso, es el nombre utilizado para designar al hombre, a la humanidad masculina; y Jeguakáva Tenonde Porãngue i sería: "los primeros hombres escogidos que llevaron el adorno de plumas". A sus vecinos, los Avá Chiripá (auto denominación: Ava Guaraní), cuyo hábitat está situado más al norte, les dan el nombre de Jeguakáva Mirĩ: "los que llevan el pequeño adorno, u hombres chicos". Los Chiripá figuran en el mapa de la Smithsonian, ya mencionado, con el nombre de Guaraní, nombre que, según he podido constatar últimamente se dan ellos mismos. No son, sin embargo, los Avá Guaraní cuya mitología fue objeto de un estudio de parte del mayor Marcial Samaniego, publicado en la Revista de Turismo (Samaniego 1944; 1945), al que tendré ocasión de referirme en estas páginas, siendo éstos, como me lo demostró el profesor Dr. Egon Schaden, de la Facultad de Filosofía de São Paulo, los Paĩ o Cayová. Los Chiripá son gentes más aguerridas que los Mbyá; hablan distintos dialectos y existen grandes diferencias entre sus mitos y los de los Mbyá. El único Chiripá (mestizo) que conocía cuando consigné al papel lo contenido en estas páginas me aseguró que las tradiciones secretas o "esotéricas" de los Mbyá constituyen también el fundamento o base de la religión de los Chiripá; y varios dirigentes mbyá con quienes he conversado me informaron que las diferencias se limitan a las oraciones y cantos, teniendo por objeto los ejercicios espirituales de los Chiripá la obtención de coraje y destreza en la lucha, y el de los Mbyá, la obtención de amor y sabiduría. Creía fidedignos estos datos, pero conversaciones mantenidas con dos dirigentes Chiripá -un "capitán" y un dirigente espiritual- posteriormente, me han convencido de que las diferencias existentes entre las tradiciones, mitología y lengua de ambas parcialidades son muy grandes; a pesar de ser el Chiripá mestizo mencionado el que me inició en las tradiciones secretas o esotéricas de los Mbyá.

Los anales religiosos de los Mbyá -y en esto se asemejan a los de los Apapokúva, según Nimuendajú- pueden dividirse en dos categorías: las comunes, asequibles a todo el que quiera dedicarse a recopilarlos, y los sagrados, llamados ñe’ẽ o ayvu porã tenonde, "las primeras palabras hermosas", divulgadas éstas únicamente entre miembros de las tribus y a los que gozan de la plena confianza de los indígenas. Debo agregar que son comprensibles únicamente a quienes se hayan impuesto la tarea de aprender la lengua mbyá-guaraní; y las dificultades que deben vencerse para obtener datos fidedignos referentes a éstos últimos son grandes, como trataré de demostrar refiriendo brevemente mis propias experiencias.

Habiendo descubierto el origen de la sentencia: Jasy ra'y ojovahéi hína, "la luna nueva se lava la cara", empleada por los campesinos del Guairá al referirse a las lluvias torrenciales que a veces coinciden con la luna nueva en una leyenda mbyá-guaraní narrádame por Higinio, indio peón del obraje Santa Matilde. Alto Monday, de don Ernesto Schaerer, adopté como pasatiempo el estudio de las leyendas y tradiciones de esta parcialidad. Siéndome imposible visitar con la frecuencia que hubiera deseado a los indios en sus propias tolderías en busca de los datos que me eran indispensables, me constituí en tutor "ad honorem" de ellos. Pude, mediante la buena acogida de que invariablemente era objeto de parte de las autoridades, obtener que se les hiciera justicia en todos sus reclamos; en recompensa, obtuve material para una serie de artículos que publiqué en la revista Cultura (Cadogan 1945b; 1945c; 1945e; 1946a; 1946b; 1946d; 1946e; 1946f; 19468; 1946h; 1946i; 1947c; 1947e; 19478). Después de haber estado en intimo contacto con los Mbyá durante varios años, visitándoles a menudo en sus tolderías y recibiendo periódicamente sus visitas, llegué a la conclusión de haber recopilado todos los datos de interés que ellos me pudieran proporcionar; y el mare magnum de obras existentes sobre mitos, leyendas y lengua guaraníes me convenció de la inutilidad de proseguir mis investigaciones. Afortunadamente, un acontecimiento enteramente imprevisto me desengañó a tiempo y, demostrándome que mis conocimientos eran en extremo rudimentarios, me impulsó a proseguir mis estudios.

Habiéndome informado el cacique Pablo Vera, de Yro'ysã, Potrero Blanco (Colonia Independencia, cerca de Paso Jovái) que un indio de nombre Mario Higinio se hallaba recluido en la Cárcel Regional de Villarrica desde hacía casi tres años, me pidió obtuviera su libertad. Tras laboriosas gestiones, fue sobreseída la causa y, obedeciendo a un llamado mío, vino a Villarrica el cacique a fin de hacerse cargo de su protegido. Conversando con mis huéspedes, abordé el tema de las tradiciones religiosas. Mario, quien ya conocía mi afición a estas cosas, habiéndome narrado una leyenda que explica la etimología de Mbarakaju (publicada en la revista Cultura, XI, 1946), se dirigió al cacique preguntándole si ya había discurrido conmigo: gueroayvu, sobre el origen del lenguaje humano: ayvu rapyta. Contestándole el cacique que no, le volvió a preguntar si me había divulgado los himnos sagrados relacionados con "los huesos de quien porta la vara-insignia": yvyra’i kãnga. Volviendo a contestar negativamente el cacique, Mario le dijo que yo ya era merecedor de que se me divulgara las ñe’ẽ porã tenonde, "las primeras palabras hermosas"; por cuanto, dijo, los favores que los Mbyá me debían me hacían acreedor a que se me considerase como miembro de las tribus: Ñane retarã ae, ñande rataypygua ae i: "nuestro verdadero compatriota, miembro genuino del asiento de nuestros fogones" (Mario Higinio es oriundo de Cedro-ty, paraje situado dentro de un obraje maderero del departamento de Yhú. Dijo que su padre, Mbyá, se radicó entre los Chiripá, casándose con una mujer de esta parcialidad de la que él, Mario, se consideraba miembro. Fue remitido a la cárcel de Villarrica acusado por homicidio en la persona de un paraguayo que ultrajara a su esposa; y el comisario que lo remitió, Don Alejo Benítez, actualmente en Mbocayaty (departamento de Villarrica) me dijo que según informes que había recibido -pero que afortunadamente para Mario no figuran en el proceso- consumió algún trozo de su víctima en cumplimiento del rito de la antropofagia. El sumario se halla archivado en el Juzgado de la Instancia de Villarrica, 24 Turno, a cargo entonces del Dr. Eladio Loizaga Caballero, actuando como defensor a petición mía el Dr. Evaristo Zacarías Arza. Está caratulado: "N4 224, Mario Higinio, Indio, Supuesto Homicidio, Yhú".)

Esta fue la manera en que me inicié en las tradiciones secretas de los Mbyá, después de muchos años de relaciones amistosas con ellos, en todo cuyo lapso no había escuchado una sola palabra que hiciera sospechar siquiera la existencia de tales tradiciones. Es en estos capítulos "esotéricos", fundamento de la religión -y posiblemente fundamento de la religión de la raza- algunos de cuyos capítulos he recogido y transcribo textualmente en estas páginas, juntamente con otras comunes, que puede apreciarse la poesía y la filosofía autóctonas en toda su belleza, toda su profundidad. Sin que me anime la pretensión de sentar cátedra, soy de opinión que los mitos "esotéricos" contenidos en estas páginas son de origen genuinamente autóctono; pero lastimosamente el haberme visto obligado a suspender mis investigaciones durante mucho tiempo por falta de medios me ha impedido aportar un argumento convincente, creo, en favor de esta genuinidad. Este argumento lo constituyen un número de leyendas cristianas "indigenizadas" que escuché de boca de Cantalicio, de Yvy Pytã (Colonia Mauricio José Troche). Son versiones sui géneris de capítulos o episodios del Nuevo Testamento, sumamente pintorescas y de utilidad científica por cuanto demuestran que ni el largo contacto con cristianos ni la catequización a que han sido sometidos algunos Mbyá por misioneros católicos ha influido en el verdadero pensamiento místico del aborigen. Cuando obtuve medios para proseguir mis investigaciones, Cantalicio había desaparecido, sin que hasta la fecha haya podido dar nuevamente con su paradero; y si cito estas leyendas que me narró, es por considerar que el recopilarlas constituiría una tarea digna de emprenderse.

La presente recopilación es una transcripción literal de dictados hechos por los mismos indios, habiendo sido elegidos para el efecto aquellos dirigentes que mi experiencia indicaba como los más idóneos y dignos de confianza. El consignarlos al papel ha sido posible mediante la  colaboración de mayor Francisco, de Tava'i, y de Cirilo, de Yvytuko, quienes han repetido las palabras de los dirigentes, aportando explicaciones sobre el significado de palabras y frases que me eran desconocidas, etc. Los verdaderos autores del trabajo son el cacique Pablo Vera, de Yro’ysã, Potrero Blanco, Colonia Independencia (cerca de Paso Jovái); Kachirito, de Paso Jovái, Obrajes Naville; cacique Che’iro, del Alto Monday (Obrajes Fassardi); mayor Francisco (Chiko i), de Tava’i, y un soldado suyo cuyo nombre no recuerdo; Tomás y Cirilo de Yvytuko, Potrero Garcete, Colonia Mauricio José Troche; Higinio y Mario Higi-nio, ya citados; y otros cuyos nombres figuran en el texto. Higinio, según supe, fue ajusticiado no hace mucho por homicidio; el cacique Che’iro murió de leishmaniosis; todos los demás viven al escribir estas líneas.

Mi aporte ha sido el consignar los dictados al papel, y las notas lexicológicas. Y en estas notas reconozco haber abusado de mi condición de profano en ciencias antropológicas al permitirme subrayar algunas, para mi sorprendentes, analogías que he creído hallar entre el contenido de ciertos versos de estos mitos y tradiciones y las grandes religiones de la humanidad. Sabrá tolerármelo el lector, equiparando mis observaciones al alegre grito de sorpresa de quien inesperadamente halla al borde del camino una hermosa flor, o tropieza con una refulgente joya. Y, para atemperar la crítica a que forzosamente han de dar lugar las lagunas y deficiencias de esta recopilación, narraré un episodio que me ocurrió recientemente.

En los primeros meses de 1954 acompañé al profesor Dr. Egon Schaden al tapýi del cacique Pablo Vera; y en una conversación referente a la couvade el cacique, espontáneamente, le reveló al amigo datos referentes al alma recién encarnada que yo, con muchos años dedicados al estudio del tema, ¡ignoraba totalmente!

*Existe el peligro de que desaparezcan todos los grandes dirigentes espirituales antes de haberse estudiado científicamente la lengua mbyá-guarani. Han muerto ya después de escrito AYVU RAPYTA:

Pablo Vera, de Yroysã.

Tomás Benítez, de Potrero Garcete.

Cacique Che’iro, de Alto Monday.

Kachirito, de Paso Jovái.

*El mayor Chico ha emigrado a la Argentina; según dicen, se ha casado con una argentina y se halla radicado en un puerto de las Misiones.

*¿Cómo se explica que Nimuendajú diga que el guaraní ha sido objeto de demasiados estudios? Por culpa de los paraguayos. Hasta que Samaniego grabara el Ñengarete o Canto Ritual de Ñane Ramõi Jusu Papa, seguramente no se había recogido un solo mito o canto guaraní en su dialecto puro. Y no admiten la traducción del Ñengarete porque no están de acuerdo con las ideas preconcebidas de los "guaraniólogos de gabinete" de Asunción. Ver la etimología de tupã, según Recalde, en su traducción de Nimuendajú. Y pensar que no pudo explicar el significado de las palabras ju, yrymomo y avaete. Hasta ahora (marzo 1961) no se nota ninguna señal de reacción. Cuando se produzca la reacción, seguramente va no habrá indios!

*La diferencia entre la mitología mbyá y la chiripá ¿se deberá exclusivamente a la mayor influencia ejercida sobre un grupo por los misioneros, o vendrá de más lejos? ¿No será uno de los dos grupos guaraníes y el otro guaranizado y, en caso afirmativo, cuál sería el que fue sometido? ¿No sería posible determinarlo mediante la lingüística y un análisis detenido del corpus mythorum de los distintos grupos tupi-guaraníes?

*Entre Chiripá, Pai y Guayaki no existe el recelo que demuestran los Mbyá, a quienes hay que arrancarles sus mitos a pedazos como si se tratara de arrancarles el alma.

*El recelo que observan ha aumentado grandemente, en gran parte por culpa mía. Siempre he hablado con respeto de sus tradiciones y costumbres pero encargándoles que no tratasen con cualquiera sobre estos asuntos. Pronto trascendió que hubo quien se interesaba por ellos, y no pasaba semana sin que viniera algún indio a verme. Me hablaba sin recelo, porque así le había encargado Pablo Vera, el jefe.

*Pero un día me pidió Alberto Medina, uno de los pocos Mbyá que habían peleado en la guerra del Chaco, que lo llevara a Asunción para tramitar su pensión de mutilado -de esto hace quince años, todavía no ha conseguido nada!-

*Fue con él su cuñado Angelo Garay, quien me pidió le obtuviera un papel para que "se respetara a él y su gente". Obtuve un certificado para él del Secretario del Ministerio de Educación, y ello fue el comienzo de una lucha encarnizada que sigue hasta hoy. Al volver a su población, Garay convocó a una junta, enseñó su "nombramiento" y se erigió en cacique, rival de Pablo Vera. A éste le acusó de traidor por revelar a extraños los secretos de los Mbyá. La ola de revivalism duró hasta la muerte de Pablo Vera, quien en defensa propia, acusó a Garay de ser instrumento de los misioneros protestantes, con quienes tenia pactado vender a sus conciudadanos. A tal extremo llegaron las cosas, que en Caaguazú se negaban a divulgarme algunos nombres de plantas!

 

CONTENIDO

SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN.

NOTA PRELIMINAR.

AL LECTOR.

 CAPÍTULO I: LAS PRIMITIVAS COSTUMBRES DEL COLIBRÍ.

La aparición del Ser Supremo.       

CAPÍTULO II: EL FUNDAMENTO DEL LENGUAJE HUMANO.

Creación de las llamas y la neblina; del fundamento del lenguaje humano; del amor al prójimo; de un himno sagrado. Creación de los cuatro padres de la palabra y sus consortes. Kuaarara, palabra sagrada.

CAPÍTULO III: LA PRIMERA TIERRA.

Creación de la Primera Tierra y los siete Paraísos. Ñande Ru entrega la Primera Tierra a sus lugartenientes y se retira a las profundidades del Paraíso. Instrucciones de Ñande Ru a sus lugartenientes referentes al gobierno del mundo.

CAPÍTULO IV: SE ESTÁ POR DAR ASIENTO A UN SER PARA ALEGRÍA DE LOS BIEN AMADOS.

Himno de la Encarnación. Los Patronímicos Sagrados. Mensaje divino recibido por el dirigente que bautiza a las criaturas. La Reencarnación. La radical á y sus derivados; valor filológico.

CAPÍTULO V, DE LA PATERNIDAD Y DE LA MUERTE.

Himno de la paternidad y endecha de la muerte. Endechas fúnebres. El culto de los muertos.

CAPÍTULO VI: EL DILUVIO.

Destrucción de Yvy Tenonde. Tránsito de los virtuosos y metempsicosis de los pecadores.        

CAPÍTULO VII. LA NUEVA TIERRA.

Creación de la nueva tierra que habitamos. Creación de la humanidad. Mito del robo del fuego.

CAPÍTULO VIII: EL SEÑOR DEL CUERPO COMO EL SOL.

El llamado "Mito de los Gemelos". Génesis del Sol y de la Luna. Sus hazañas.

CAPÍTULO IX: LOS QUE SE INSPIRAN EN LA BUENA CIENCIA, CONJURANDO LOS MALEFICIOS: LOS LUGARTENIENTES DE LOS JAKAIRÁ.

Medicina Mística. Maleficios y embrujamiento. Juicio por hechicería. Duendes y figuras de la mitología. Plegarias e himnos para la obtención de la buena ciencia. Mensajes de los dioses inspirando a los médicos agoreros. Himno de un dirigente. Algunos mensajes recibidos.

CAPÍTULO X: LOS REMEDIOS IMPERFECTOS.

La Medicina Racional. Origen de las dolencias que cura la Medicina Racional. Recetas. Ginecología.

CAPÍTULO XI: LOS PRECEPTOS QUE DEJARON NUESTROS BUENOS PADRES PARA NUESTRO GOBIERNO.

El Código Penal. Comedia que tiene por tema un caso de infidelidad conyugal. El Homicidio.

CAPÍTULO XII: UN SEÑOR DA CONSEJOS A SU HIJO QUE QUIERE CASARSE.

Preceptos del padre a su hijo. Puericultura.       

CAPÍTULO XIII: NORMAS PARA LA AGRICULTURA.

Agricultura. Siembra. Obtención de lluvias. Plegaria. Tembi'u aguyje; madurez de los frutos.

CAPÍTULO XIV. LAS AVES MIGRATORIAS. PALABRAS REFERENTES A OTROS PAJARITOS.

Leyendas y supersticiones relacionadas con las aves.

CAPÍTULO XV: AMULETOS-FILTROS.        

CAPÍTULO XVI: CAPITÁN CHIKÚ. (LOS HÉROES DIVINIZADOS DE LA MITOLOGÍA MBYÁ-GUARANÍ).

Mesianismo o culto de los héroes divinizados. Obtención de aguyje de Kapitã Chiku.

CAPÍTULO XVII: LA LENGUA DE NUESTROS PADRES Y OTROS DATOS LINGÜÍSTICOS. EL IDIOMA SECRETO DE ORIGEN NO-GUARANÍ Y OTROS DATOS LINGÜÍSTICOS.

CAPÍTULO XVIII: CUENTOS. CANTOS INFANTILES. SALUDOS. 

CAPÍTULO XIX. EL CONCEPTO GUARANÍ DE "ALMA".

BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

LA CARTA DE YVAROTY.

 

 

Textos míticos de una rara belleza,

en los que los poetas profetas Mbyá-Guarani

cantan el fundamento de la palabra,

la primera tierra, el diluvio y la nueva tierra:

nos hacen escuchar el relato de la creación:

nos confian sus admirables enseñanzas morales

y nos cuentan leyendas llenas de sabiduría y humor.

La obra máxima de la literatura guaraní.






******** DOCUMENTO RELACIONADO *********


ANTOLOGÍA DE LITERATURA GUARANI: AYVU RAPYTA

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI

Maitei horyvéva opavavépe

DAVID GALEANO OLIVERA

 

ANTOLOGÍA DE LITERATURA GUARANÍ

AYVU RAPYTA

Compilador: LEÓN CADOGAN


 

EL FUNDAMENTO DEL LENGUAJE HUMANO

El Creador, utilizando su vara-insignia, de la que hizo brotar

llamas y tenue neblina, creó el lenguaje. Este lenguaje, futura

esencia del alma enviada a los hombres, participa de su divinidad.

Crea después el amor al prójimo y los himnos sagrados.

Para formar un ser en el cual depositar el lenguaje, la divinidad, el

amor y los cantos sagrados, crea a los cuatro dioses que no tienen

ombligo y a sus respectivos consortes, que en el futuro enviarán a

la tierra el alma de los hombres.

I

El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,

de una pequeña porción de su propia divinidad,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora

hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina.

II

Habiéndose erguido (asumido la forma humana),

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

concibió el origen del lenguaje humano.

De la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora

creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano

e hizo que formara parte de su propia divinidad.

Antes de existir la tierra,

en medio de las tinieblas primigenias,

antes de tenerse conocimiento de las cosas,

creó aquello que sería el fundamento del lenguaje humano

e hizo el verdadero Primer Padre Ñamandu

que formara parte de su propia divinidad.

 III

Habiendo concebido el origen del futuro lenguaje humano,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

concibió el fundamento del amor (al prójimo).

Antes de existir la tierra,

en medio de las tinieblas primigenias,

antes de tenerse conocimiento de las cosas,

y en virtud de su sabiduría creadora,

concibió el origen el amor (al prójimo).

IV

Habiendo creado el fundamento del lenguaje humano,

habiendo creado una pequeña porción de amor,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora

el origen de un solo himno sagrado lo creó en su soledad.

Antes de existir la tierra,

en medio de las tinieblas originarias,

antes de conocerse las cosas,

creó en su soledad (para sí mismo) el origen de un himno sagrado.

V

Habiendo creado, en su soledad, el fundamento del lenguaje humano;

habiendo creado, en su soledad, una pequeña porción de amor;

habiendo creado, en su soledad, un corto himno sagrado,

reflexionó profundamente sobre a quién hacer partícipe

del fundamento del lenguaje humano;

sobre a quién hacer partícipe el pequeño amor (al prójimo);

sobre a quién hacer partícipe de las series de palabras

que componían el himno sagrado.

 

Habiendo reflexionado profundamente,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

creó a quienes serían compañeros de su divinidad.

VI

Habiendo reflexionado profundamente,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

creó a los Ñamandu de corazón valeroso.

Los creó simultáneamente con el reflejo de su sabiduría (elSol).

Antes de existir la tierra,

en medio de las tinieblas originarias,

creó al Ñamandu de corazón grande.

Para padre de sus futuros numerosos hijos,

para verdadero padre de las almas de sus futuros numerosos hijos,

creó al Ñamandu de corazón grande.

VII

A continuación,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

al verdadero padre de los futuros Karaí,

al verdadero padre de los futuros Jakaira,

al verdadero padre de los futuros Tupá

les impartió conciencia de la divinidad.

Para verdaderos padres de sus futuros numerosos hijos,

para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futuros numerosos hijos,

les impartió conciencia de la divinidad.

 VIII

A continuación,

el verdadero Padre Ñamandu,

para situarse frente a su corazón,

hizo conocedora de la divinidad

a la futura verdadera madre de los Ñamandu.

Karaí Ru Ete hizo conocedora de la divinidad

a quien se situaría frente a su corazón,

a la futura verdadera madre de los Karaí.

Jakaira Ru Ete, de la misma manera,

para situarse frente a su corazón,

hizo conocedora de la divinidad

a la verdadera madre Jakaira.

Tupá Ru Ete, de la misma manera

a la que situaría frente a su corazón,

hizo conocedora de la divinidad

a la verdadera futura madre de los Tupá.

IX

Por haber ellos asimilado la sabiduría divina

de su propio Primer Padre;

después de haber asimilado el lenguaje humano;

después de haberse inspirado en el amor al prójimo;

después de haber asimilado las series de palabras del himno sagrado;

después de haberse inspirado en los fundamentos de la sabiduría creadora,

a ellos también llamamos excelsos verdaderos padres de las palabras-almas;

excelsas verdaderas madres de las palabras-almas.

 

LA PRIMERA TIERRA

Ñande Ru crea la primera tierra, sustentándola con cuatro

columnas, varas-insignias, que aseguran su estabilidad. A esta

primera tierra original envía a los hombres y a la víbora, a la

pequeña cigarra roja, el coleóptero girínido y-amaí, a la perdiz

grande y al armadillo. Al destruirse la primera tierra, los hombres

virtuosos se elevaron al cielo, donde conservaron su figura;

los trasgresores de la ley divina subieron también, pero transformados

en seres irracionales. Los animales que ahora viven sobre

la tierra no son sino imágenes de los prototipos celestiales, esto

es, de los hombres transformados en animales y de los animales

mencionados, que desde su origen tuvieron la forma actual.

El Creador, antes de retirarse nuevamente a las tinieblas,

encomendó a los grandes dioses creados y no engendrados al

cuidado de la tierra. A Karaí, dios del fuego, encargó el crepitar

de llamas, los truenos que se escuchan en el Oriente, principalmente

en la primavera, y que inspiran fervor a los hombres. Este

dios y su consorte serán los que envíen las almas de hombres y

mujeres que llevarán el nombre sagrado de “Señores dueños de

las llamas”. A Jakaira confirió el mando de la neblina vivificante,

para que hombres y mujeres enviados por él y su consorte sean los

“Dueños de la neblina”, que otorga sabiduría y poder para conjurar

maleficios. A Tupá, dios de las aguas, y a su esposa encargó

la lluvia y el granizo que darán templanza y moderación a sushijos.

Después de esto inspiró a los verdaderos padres de las palabras-

almas el himno sagrado para que lo enviaran a la tierra. A

ellos, para que formaran a los hombres; a ellas, para que dieran

vida a las mujeres.

 

I

El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,

habiendo concebido su futura morada terrenal,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

hizo que en la extremidad de su vara fuera engendrándose la tierra.

Creó una palmera eterna en el futuro centro de la tierra;

creó otra en la morada de Karaí (Oriente);creó una palmera eterna en la morada de Tupá (poniente);

en el origen de los vientos buenos creó una palmera eterna;

en los orígenes del tiempo espacio primigenio creó una

[palmera eterna;

cinco palmeras eternas creó;

a las palmeras eternas está asegurada la morada terrenal.

 

II

Existen siete paraísos;

el firmamento descansa sobre cuatro columnas;

sus columnas son varias insignias.

Al firmamento que se extiende con vientos

lo empujó nuestro Padre, enviándolo a su lugar.

Habiéndole colocado primeramente tres columnas al paraíso,

éste se movía aún;

por este motivo le colocó cuatro columnas de varas-insignias;

sólo después de esto estuvo en su debido lugar,

y ya no se movía más.

 

III

El primer ser que ensució la morada terrenal fue la víbora originaria;

no es más que su imagen la que existe ahora en nuestra tierra;

la serpiente originaria genuina está en las afueras del paraíso de nuestro Padre.

 

El primer ser que cantó en la morada terrenal de nuestro Primer Padre,

el que por primera vez entonó su lamentación en ella,

fue la “yrypa”, la pequeña cigarra colorada.

La cigarra colorada está en las afueras del paraíso de nuestro Padre:

es solamente la imagen de ella la que queda en la morada terrenal.

Pues bien, el “y-amaí” es el dueño de las aguas, el hacedor de las aguas.

El que existe en nuestra tierra ya no es el verdadero:

el verdadero está en las afueras del paraíso de nuestro Padre;

ya no es más que su imagen el que actualmente existe ennuestra tierra.

Cuando nuestro Padre hizo la tierra

he aquí que era todo bosques, dicen que campos no había.

Por este motivo, y para que trabajase en la formación de las praderas,

envió al saltamontes verde.

En donde el saltamontes clavó originariamente su extremidad inferior

se engendraron matas de pasto:

solamente entonces aparecieron las praderas.

El saltamontes celebró con sus chirridos la aparición de los campos.

El saltamontes originario está en las afueras del paraíso de nuestro Padre:

el que queda ahora no es más que una imagen suya.

En cuanto aparecieron los campos,

la primera en entonar en ellos su canto,

la primera en celebrar su aparición,

fue la perdiz colorada.

La perdiz colorada que por primera vez entonó sus cantosen las praderas

está ahora en las afueras del paraíso de nuestro Padre:

La que existe en la morada terrenal no es más que su imagen.

El primero en remover la tierra en la morada terrenal denuestro Padre fue el armadillo.

Ya no es el verdadero armadillo el que existe hasta el presenteen nuestra tierra:

éste ya no es más que su simple imagen.

La dueña de la tinieblas es la Lechuza.

Nuestro Padre el Sol es dueño del amanecer.

Nuestro Primer Padre está por internarse

en las profundidades del paraíso;

en vista de ello así habló:

—Solamente tú, Karaí Ru Ete,

las hileras de llamas inasequibles en que yo me inspiro

las harás vigilar por intermedio de tus hijos,

los Karaí valerosos.

Por consiguiente,

haz que ellos se llamen “los Señores dueños de las llamas”.

Di: “Ellos vigilarán aquello que ha de producir el ruido decrepitar de llamas”.

Cada primavera haz que se solivien las hileras de llamaspara que escuchen el ruido de crepitar de llamas

los bien amados que llevan la insignia de la masculinidad,

las bien amadas que llevan el emblema de la feminidad.

Después de estas cosas, dijo a Jakaira Ru Ete:

—Bien, tú vigilarás la fuente de la neblina

que engendra las palabras inspiradas.

Aquello que yo concebí en mi soledad,

haz que lo vigilen tus hijos

los Jakaira de corazón grande.

En virtud de ello que se llamen

“Dueños de la neblina de las palabras inspiradas”, di a ti mismo.

 

Después de estas cosas,

a Tupá Ru Ete le habló en esta forma:

—Tú tendrás a tu cargo el extenso mar

y las ramificaciones del extenso mar en su totalidad.

Yo haré que tú te inspires en las leyes

mediante las que se refrescará la divinidad.

Por consiguiente,

tú enviarás repetidamente a la morada terrenal

por intermedio de tus hijos los Tupá de corazón grande,

aquello que refresca,

para nuestros bien amados hijos,

nuestras bien amadas hijas.

El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,

estando por hacer descender a la morada terrenal

la ciencia buena para las generaciones

de los que llevan la insignia de la masculinidad,

el emblema de la feminidad,

a Jakaira Ru Ete dijo:

—Bien, en primer lugar,

alojarás en primer lugar en la coronilla

de nuestros hijos y nuestras hijas

la neblina (vivificante).

Cada vez que retorne la primavera

harás circular, por intermedio de tus hijos,

los Jakaira de corazón grande,

la neblina por la morada terrenal.

Únicamente en virtud de ella

podrán nuestros hijos, nuestras hijas prosperar.

—Karaí Ru Ete,

tú también harás que las llamas sagradas se alojen

en nuestros amados hijos, en nuestras amadas hijas.

—Por esto, mi hijo Tupá Ru Ete,

aquello que yo concebí para refrescamiento (moderación)

haz que se aloje en el centro del corazón

de nuestros hijos.

Únicamente así los numerosos seres

que se erguirán en la morada terrenal,

aunque quieran desviarse del verdadero amor,

vivirán en armonía.

Únicamente mediante aquello que refresca (moderación),

las leyes que pronuncié para regir el amor

no producirán excesivo calor

en nuestros futuros amados hijos

en nuestras futuras amadas hijas.

Habiendo Ñamandu Ru Ete, el Primero,

designado por sus respectivos nombres

a los verdaderos padres de sus futuros hijos,

a los verdaderos padres de las palabras (almas)

de sus futuros hijos,

cada uno de ellos en su respectiva morada (dijo):

—Después de estas cosas,

después de haber hecho que os llaméis por vuestros nombres,

cada uno de vosotros, en vuestras respectivas moradas,

concebiréis las leyes que regirán en la tierra

a los que llevan la insignia de la masculinidad

y el emblema de la feminidad.

Después de estas cosas,

inspiró el canto sagrado del hombre

a los verdaderos primeros padres de sus hijos,

inspiró el canto sagrado de la mujer

a las primeras madres de sus hijas,

para que después de esto, en verdad,

prosperaran quienes se erguirían

en gran número en la tierra.

 

LAS LLAMAS Y LA NEBLINA DEL PODER CREADOR

Kuaa-ra-ra es una de las palabras sagradas que no son pronunciadas

por los mbyás frente a los extraños. Su significado

literal es “poder creador de la sabiduría”. Junto con las palabras

 

tataendy y tatachina, que quieren decir respectivamente “llamas”

o “manifestación visible de la divinidad” y “tenue neblina” o

“neblina vivificante que infunde vitalidad a todos los seres”, se

integra uno de los conceptos más elevados de la religión guaraní;

pero a tal punto incomprensible en su cabal significado que es

uno de los misterios que los dioses revelarán a los hombres verdaderamente fervorosos.

En virtud de su condición divina dicen (los dioses):

“Las llamas y la neblina del poder creador”.

Fue el primer Ñamandu quien hizo que se engendrase

aquello que se convertiría en esta cosa (kuaa-ra-ra) comoparte de su ser.

En la morada terrenal,

ni los mejores entre los que llevan la insignia de la masculinidad,

ni las mejores que llevan el emblema de la feminidad

las llegarán a conocer;

ello es cosa inasequible.

De esta cosa, sin embargo,

a los que se dedican a orar con verdadero fervor,

les divulgarán (los dioses) por qué es que dicen

“las llamas y la neblina del poder creador”.

Fue en virtud de ello que nuestro Padre

asentó en el mismísimo centro de su corazón

el origen de la excelsa palabra

que originariamente engendró

(a la que originalmente puso fundamento).

A esta cosa llaman

“las llamas y la neblina del poder creador”.

En virtud de ella,

en virtud de haberla puesto en pie simultáneamente

con la fuente de luz de su corazón y el Sol,

para que en toda la extensión de la tierra y del firmamento

no hubiera absolutamente nada que escapase a su vista,

a aquello que creó como parte de sí mismo

y en virtud de su decir (Verbo)

“las llamas y la neblina del poder creador,

el Sol de la Divinidad”,

la llamó el verdadero Padre Ñamandu, el Primero.

 

SE ESTÁ POR DAR ASIENTO A UN SER PARA ALEGRÍA DE LOS BIENAMADOS

El Creador da instrucciones a los dioses creados y no engendrados

para que envíen las palabras-almas a la tierra, a fin de que

encarnen en los cuerpos de los recién nacidos. Da a los dioses el

consejo de que deberán impartir a cada palabra-alma a fin de que

el nuevo ser tenga la suficiente fortaleza para enfrentarse a las

adversidades de la vida.

—Cuando está por tomar asiento (nacer)

un ser que alegrará a los que llevan la insignia de la masculinidad,

el emblema de la feminidad,

envía a la tierra una palabra-alma buena para que se encarne,

dijo nuestro Primer Padre

a los verdaderos padres de las palabras-almas de sus hijos.

—Por consiguiente,

la palabra-alma buena que a nuestra tierra enviares paraque se encarne,

en esta forma le aconsejarás discretamente,

repetidas veces:

“Bien, irás tú, hijito de Ñamandu

(de Karaí, Jakaira o Tupá),

considera con fortaleza la morada terrenal;

y aunque todas las cosas, en su gran diversidad,

horrorosas se irguieren,

tú debes afrontarlas con valor”.

 

EL DILUVIO

Cuando los dioses destruyeron la primera tierra, Yvy

Tenondé, los hombres que la habitaban ascendieron a los cielos.

Los virtuosos, para continuar allá en su forma humana; los trasgresores

de la ley divina, convertidos en irracionales. El Señor

Incestuoso, después de danzar, orar y cantar con todo fervor,

pudo al fin alcanzar la perfección y habitar entre los hombres virtuosos,

los dioses menores.

Los habitantes de la primera tierra

ya han alcanzado todos el estado de indestructibilidad.

Los que rezaron en buena forma,

los que poseyeron entendimiento,

han alcanzado la perfección,

se dirigen hacia su futura morada.

Ellos mismos crean sus moradas de tierra eterna

en la morada de los dioses menores.

Los que carecieron de entendimiento,

los que se inspiraron en la mala ciencia,

los que trasgredieron contra los situados encima de nosotros,

se fueron en mala forma,

sufrieron la metempsicosis.

Hay quienes se convirtieron en pájaros,

en ranas, en escarabajos;

en venado convirtió Nuestro Padre a la mujer que habíahurtado:

únicamente viviendo de acuerdo

a los preceptos dejados por nuestros buenos padres

hemos de prosperar.

El Señor Incestuoso trasgredió contra nuestros PrimeroPadres:

se casó con su tía paterna.

Estaban por venir las aguas;

el Señor Incestuoso oró, cantó, danzó;

ya vinieron las aguas,

sin que el Señor Incestuoso hubiera alcanzado la perfección.

Nadó el Señor Incestuoso,

con la mujer nadó;

en el agua danzaron, oraron y cantaron.

Se inspiraron de fervor religioso;

al cabo de dos meses adquirieron fortaleza.

Obtuvieron la perfección;

crearon una palmera milagrosa con dos hojas;

en sus ramas descansaron para luego dirigirse a su futuramorada,

para convertirse en inmortales.

El Señor Incestuoso, el señor de la unión nefanda,

él mismo creó para su futura morada de tierraindestructible

en el paraíso de los dioses menores.

se convirtió el Señor Incestuoso en nuestro Padre Tapari;

se convirtió en el verdadero padre de los dioses menores.

 

LA NUEVA TIERRA

El Creador, Ñamandu Ru Ete, pide a uno de los Verdaderos

Padres de las palabras-almas que cree la nueva tierra para sustituir

a la anterior. Karaí Ru Ete no acepta, porque sabe que los

hombres volverán a trasgredir los preceptos divinos y que los

dioses tendrán nuevamente que destruir la tierra.

Pide entonces el Creador a Jakaira Ru Ete que la cree, y

éste acepta, prometiendo aliviar con su neblina vivificante, con

el tabaco y con la pipa los infortunios de la futura tierra de las

imperfecciones.

Ñamandu Ru Ete, al mensajero

—Bien, irás, mi hijo,

y preguntarás a Karaí Ru Ete

 

si él está dispuesto a crear

su pequeña morada terrenal.

Karaí Ru Ete, al mensajero

—Yo en ninguna manera estoy dispuesto

a crear algo predestinado a no perdurar;

yo descargaría mi cólera sobre la tierra.

Por consiguiente dile:

“Él no tiene intención

de crear su morada terrenal”.

Ñamandu Ru Ete, al mensajero

—Bien, siendo así,

ve ante Jakaira Ru Ete y dile

si él está dispuesto a crear

su morada terrenal.

Jakaira Ru Ete

—Yo ya estoy dispuesto

a crear mi futura morada terrenal.

Mi tierraza contiene presagios del infortunio

para nuestros hijos hasta la postrer generación:

ello no obstante,

esparciré sobre ella mi neblina vivificante;

las llamas sagradas,

la neblina he de esparcir sobre todos los seres verdaderos

que circularán por los caminos de la imperfección.

Yo crearé el tabaco y la pipa

para que nuestros hijos puedan defenderse.

Yo iluminaré mansamente con mis relámpagos sin trueno

la totalidad de los valles situados entre las selvas.

 

EL POBLAMIENTO DE LA NUEVA TIERRA

No fue personalmente Jakaira Ru Ete quien creó la nueva

tierra. Fue encomendada la obra a Pa-pa Mirí, dios que probablemente

sea el mismo Ychapy i, hijo de Jakaira. Antes de terminar de

crear la nueva tierra fue llamado por su madre, y volvió a su lado

sin concluir la obra. Por esta razón existen cordilleras y montes

que no son de utilidad alguna para el hombre.

Para abuela de la nueva tierra

creó el tatu ai (armadillo colorado).

La que dejó para dueña de la nueva tierra

es la anfisbena.

Nuestro padre Pa-pa Mirí creó esta tierra.

Hizo que se entonase en su tierra

el canto sagrado del hombre.

El acompañamiento del canto sagrado del hombre

en la morada terrenal

fue el canto de la mujer.

Antes de haber hecho escuchar

el canto sagrado del hombre

en toda le extensión de esta tierra,

le echó de menos su madre

y le volvió a llamar a su morada.

Antes de haber llenado el ámbito de su morada terrenal

con el canto sagrado del hombre,

antes de haber aislado su morada terrenal

en toda su extensión,

volvió nuestro Padre a su morada.

 

LA MANERA EN QUE ORIGINALMENTE HUBO FUEGO EN LANUEVA TIERRA

Una vez creada la nueva tierra, el Creador mandó a Pa-pa

Mirí que hiciera obrar con su propia sabiduría a los mbyás, “los

 

que portan el adorno de plumas”. Pa-pa Mirí concibió como primera

obra proporcionar el fuego a los hombres. Ayudado por el

sapo robó el fuego a los buitres, fingiéndose muerto. Como los

buitres no respetaron lo que creían el cadáver de dios, los condenó

Nuestro Padre a alimentarse de carroña y a no llegar jamás

a alcanzar la vida perfecta.

La tierra de Nuestro Primer Padre ya se ha deshecho;

ha surgido ya la nueva tierra.

“Bien, mi hijo, ve a la tierra, tú, mi hijo Pa-pa Mirí.

Tú de tu propia sabiduría conocerás

a los que llevarán la hermosa insignia de la masculinidad.

En cuanto conozcas el adorno de plumas

llevarás mi palabra y la harás obrar en la tierra.

Solamente en virtud de ella sabrás qué hacer en la tierra”

dijo nuestro Primer Padre.

Extendiéndose ya (ante la vista) su tierra,

habiéndola él creado y puesto en su debido lugar,

concibió él la labor a que debiera dedicarse;

qué es lo que debía enseñar a quines llevan el adorno de

[plumas.

Y demás habitantes distintos de la tierra,

divulgándoselos para que lo supiesen.

Habiendo descendido a la tierra,

lo primero en que pensó fue la provisión de fuego.

—El primer trabajo que conoceré es la provisión de fuego—dijo.

Por consiguiente, mi mensajero, mi hijo sapo,

yo fingiré estar muerto,

a fin de que los que se levantaren contra mí

practiquen en mí sus malas artes (prácticas vedadas).

Solamente ellos tienen fuego en la tierra;

esto deben tenerlo los mortales

para que nuestros hijos que permanecerán en la tierra

tengan conocimiento de él.

Yo fingiré estar muerto,

a fin de que el fuego de los que se levanten contra mí

sea para nuestros hijos.

Bien, mi hijo sapo, ponte al acecho;

cuando yo me sacuda, esparciré el fuego;

lo tragarás en cantidad.

Habiéndose acostado, extendiéndose,

supo nuestro Primer Padre que su hijo había muerto.

Por consiguiente, al futuro buitre (dijo):

—Bien, ve, mi hijo; veo que mi hijo está muy grave;

por consiguiente, ve y resucita a mi hijo.

Vino el futuro hijo y vio el cadáver; vio que era bien gordo.

Encendió fuego (en dicho lugar) para asarlo

juntamente con sus compañeros.

Trajeron leña, encendieron fuego sobre él;

entonces se sacudió Pa-pa Mirí.

Entonces interrogó a su hijo el sapo.

—No he tragado —dijo.

Volvió a acostarse, extendiéndose y fingiéndose estarmuerto;

los que se alzaban contra él volvieron a juntarse,

recogieron leña, volvieron a encender fuego;

se sacudió nuevamente nuestro Padre.

Volvió a interrogar a su hijo el sapo.

—Esta vez, efectivamente, he tragado en cantidad… unpedacito así.

—Bien, en ese caso, sacúdalo mi hijo para uso de mis hijos.

Para el efecto, arrójalo aquí.

Habiéndolo arrojado:

—Ve a traer madera para dejar en ella el fuego —dijo.

Trajo un gajo de aju’y joá (laurel).

—Bien, ahora arrójalo aquí;

para arrojarlo trae mi flecha con su punta —dijo.

Habiéndolo arrojado,

lo depositó en el aju’y joá, dejándolo allí.

Para compañero de aju’y joá, trajo el bejuco subterráneo;

en él también lo depositó.

 

En ellos, en ambos, depositó el fuego

para los buenos portadores del adorno de plumas

para que quedase fuego para los habitantes de la tierra.

Después de estas cosas,

volvieron los futuros buitres ante nuestro Padre.

Sabiendo nuestro Padre que habían asado el cuerpo, dijo:

—Id vosotros y convertíos en seres

que no respetaréis la casa grande (cadáver).

Lloraron los buitres;

porque en ninguna manera alcanzarían la vida perfecta,lloraron.

 

ORACIÓN MATUTINA AL CREADOR

El mbyá saluda al Creador cada mañana con la siguiente

oración, en la que reconoce que los hombres —“aquellos a los

que la divinidad proveyó de arcos”— permanecen sobre la tierra

en virtud de la voluntad de Ñamandu Ru Ete.

¡Oh, verdadero Padre Ñamandu, el Primero!

En tu tierra el Ñamandu de corazón grande

se yergue simultáneamente con el reflejo de su divina

sabiduría (se refiere el Sol, que está saliendo).

En virtud de haber tú dispuesto

que aquellos a quienes tú proveíste de arcos nosirguiésemos,

es que nosotros volvemos a erguirnos.

En virtud de ello, palabras indestructibles

que en ningún tiempo, sin excepción, se debilitarán,

nosotros, unos pocos huérfanos del paraíso,

volvemos a pronunciarlas al levantarnos.

En virtud de ellas, séanos permitido

levantarnos repetidas veces,

¡oh! verdadero Padre Ñamandu, el Primero.

 

EL SEÑOR DEL CUERPO COMO EL SOL

Los mbyás no aceptan el conocido mito de los gemelos en

toda su integridad. Para ellos es inconcebible que dentro de su

mitología se encuentren seres divinos mellizos.

Pa’i Rete Kuaray, que en otras mitologías es el mayor de

los gemelos, es el señor del cuerpo resplandeciente como el Sol.

Él mismo crea a su hermano Jachyra, futura Luna, que en otros

grupos es el gemelo menor.

Entre los mbyás existen divergencias en cuanto a la paternidad

de Pa’i Rete Kuaray. Algunos aceptan que su padre es el

Creador mismo, Ñamandu Ru Ete. Otros otorgan la paternidad

a Ñande Ru Ychapy o Pa-pa Mirí, el creador de la nueva tierra. El

texto que se transcribe en seguida acepta que Pa’i es hijo de Pa-pa

Mirí.

Una niña púber vivía en el centro de la tierra, patria original

de los mbyás. Pa-pa Mirí, convertido en lechuza, golpea a la niña

con sus alas y la embaraza. De esta unión nace Pa’i.

Llegan un día él y su madre a la casa de los Seres Primitivos,

personajes que pueden ser la representación de las naciones belicosas

que ocupaban esa región a la llegada de los guaraníes o

simplemente encarnaciones del mal. Matan los Seres Primitivos a

la madre de Pa’i, pero no pueden comerse a éste.

Pa’i crece entre ellos, y crea a su hermano menor. Cierta vez

que ambos hermanos andan de cacería, un loro les revela que

aquellos con quienes viven han sido los devoradores de su madre,

y los hermanos matan a los Seres Primitivos. Escapa una mujer

 

embarazada que, posteriormente, al nacer su hijo, tiene relaciones

incestuosas con él para poblar la tierra. Pero en castigo

por haber procedido en contra de la madre de Pa’i todos son convertidos

en jaguares.

Pa’i toma los huesos de su madre y, no pudiendo hacerla

reencarnar, los arroja a la selva y los convierte en paca.

El hermano mayor enseña al menor las propiedades de las

frutas de la selva. Llegan posteriormente a donde pesca Charia,

su tradicional enemigo, quien devora al hermano menor, originando

así los eclipses de Luna.

Sigue el poema relatando las aventuras de Pa’i, que explican

las manchas y el arco de la luna, los eclipses de Sol, diversas costumbres

de los animales, etc. El último episodio de la causa de

que los hombres tengan dos almas, la segunda por intromisión

del espíritu de un animal.

La futura madre de nuestro padre Pa’i era niña púber;

armaba lazos para cazar perdices “tataupa”; en uno de ellos

cogió una lechuza.

La ató para su animal doméstico. Luego quiso darle de

comer grillos, pero no los comía; tampoco comía mariposas; sólo

comía costras secas de mbeju (tortas de maíz).

Todas las noches hacía dormir su ave a la cabecera de su

lecho. Ella golpeaba suavemente a su dueña con las alas en la

cabeza, y la niña con esto quedó embarazada.

Al acontecer esto, tomó cuerpo la lechuza: resultó ser

nuestro padre, Pa-pa Mirí. Nuestro Padre sentó precedentes para

nuestra futura conducta.

Producidas estas cosas, quiso abandonar su tierra.

—Vamos a mi morada —dijo a su esposa.

—No quiero ir; será mala tu esposa, la verdadera madre de

tus hijos que está en los paraísos—. Y diciendo esto, se quedó.

—Aunque sea más tarde, llévame mi hijo —dijo.

Se marchó nuestro padre; se quedó la esposa de Pa-pa, la

madre de Pa’i, en la tierra.

Después de estas cosas, siguió las huellas de su esposo, llevando

su hijo en el vientre; a él le preguntó sobre los caminos que

había tomado su padre.

El lugar donde vivió originariamente nuestra abuela se

llama el lugar de las aguas surgentes. Dicho lugar es el centro de

la tierra, el verdadero centro de la tierra de nuestro padre Pa-pa

Mirí.

Yérguese en dicho lugar una palmera milagrosa. Cuando la

palmera milagrosa floreció por primera vez, fue el ave piri’yriki

la que originariamente libó sus flores.

Hasta el presente las numerosas huellas de nuestra abuela

han de conservarse intactas en su totalidad; ninguna de ellas ha

de desaparecer, hasta el presente.

Y esto mediante, en verdad, si nos amamos con verdadero

amor y si pronunciamos sinceras plegarias, hemos de volver a

estas cosas.

Vio Pa’i una flor de lirio. Al verla dijo:

—Coge aquella flor para jugar yo con ella cuando lleguemos

a las afueras de la casa de mi padre.

Luego volvió a ver otra.

—Vuelve a coger aquella para jugar yo con ella cuando lleguemos

a las afueras del paraíso de Pa-pa.

Volviendo a coger aquélla, picó a su madre un abejorro,

enojándose su madre por ello, y dijo:

—Solamente después de estar entre la gente debemos pedir

juguetes, queremos jugar.

Preguntó la mujer acerca del camino que había seguido su

padre, pero no le contestó. Por ello, siguió el mejor de los caminos

llegando, por consiguiente, a la casa de los Seres Primitivos.

En dicho lugar, así habló la abuela de los Seres Primitivos:

—Vuelve sobre tus pasos, mi hija, que los chicos son seres

perversos.

 

Pero, a pesar de haber dicho esto, no volvió. Entonces la

abuela la cubrió con una olla grande. En seguida sus nietos llegaron

de la selva y exclamaron, dicen:

—¡Uh, mi abuela ha cazado!

En vista de esto dijo la abuela:

—¿Cómo queréis que yo haya cazado, ¡ay de mí!, si vosotros

que anduvisteis recorriendo la selva no cazasteis?

Entonces vino llegando un hermano menor que tenía mejor

olfato. Alzó el borde de la olla y halló que debajo, efectivamente,

estaba la madre de nuestro padre Pa’i.

La mató en el acto y, al destriparla, halló que estaba embarazada.

Por esto dijo a su abuela:

—Ásalo en este cazo, y lo comeré —dijo.

Queriendo asarlo, el asador no pudo penetrar en él; por consiguiente dijo:

—Lo comeré asado sobre las brasas.

Nuevamente no pudieron asarlo; no tuvieron poder para

asarlo; por consiguiente:

—Llévalo al mortero y rómpele los huesos.

Nuevamente le fue imposible romperle los huesos. Dijo:

—Llévalo al sol para que se seque y me sirva de animalito doméstico.

En cuanto se hubo secado, buscó un arco.

—Ponle cuerda a mi arco —dijo la abuela de los Mba’e Ypy

(seres primitivos).

Le puso cuerda. Flechó (con él) mariposas, trayéndolas en

grandes cantidades a su abuela. Más tarde, habiendo crecido y

adquirido entendimiento, buscó pájaros para su abuela, matándolos

en grandes cantidades.

Después de esto hizo a quien le serviría de compañero, de

hermano menor. Él mismo, de su propia divinidad, creó de una

hoja de kurupika’y a futura Luna.

Habiendo (ellos) adquirido destreza en la selva, su abuela les dijo:

—A aquel monte azul no debéis ir.

Pero siendo ya más activo su hermano:

—¿Por qué será que nuestra abuela no nos quiere mandar a aquel monte azul?

En respuesta dijo (futura Luna):

—Si quieres, vamos.

—Vamos a pesar de todo, dijo Pa’i.

Dicho esto, se fueron al monte, el uno al lado del otro.

Mataron muchos pajaritos. Entonces el hermano menor encontró

un loro. Disparó una flecha sin decir nada a su hermano mayor.

Erró y el loro habló.

—Al errar el loro, he aquí que ha hablado —dijo a su hermano mayor.

En vista de ello, se acercó su hermano.

—Vuelve a tirar —dijo.

Habiendo vuelto a errar, dijo el loro:

—A quienes devoraron a vuestra madre sustentáis —dijo.

Al escucharle, nuestro padre Pa’i se apoyó en su arco y lloró.

Libertó a los numerosos pájaros que habían cazado e hizo chupar

a su hermano el lazo de guembepi con que habían estado atados,

creando de él un ave jayru. Volvieron con las manos vacías, sin llevar nada a su abuela.

A raíz de estas cosas supo nuestro padre Pa’i que eran los

Mba’e Ypy los que habían devorado a su madre; hizo una trampa.

Vino un hermano mayor.

—¿Qué haces? —dijo.

—Hago una trampa grande (para tigres) —dijo.

—Pues en ésta, verdaderamente yo no moriría —dijo el

Mba’e Ypy.

—Entra pues en él, a ver —dijo.

Entró y murió. Fue en esta manera que exterminó a los que

habían devorado a su madre, que aniquiló a los machos.

Fue después de esto que nuestro padre Pa’i hizo el árbol

frutal de los Mba’e Ypy para, fingiendo querer convidar con

la fruta a las Mba’e Ypy, engañar a las que habían devorado a

su madre. Trajo a su abuela algunas frutas caídas del árbol.

Queriendo vehementemente su abuela comer más, dijo:

—Vamos junto al árbol frutal para comer a gusto.

 

Por consiguiente, nuestro padre Pa’i hizo un río y colocó

(sobre él) un puente; echó al agua cortezas de árboles, creando de

ellas moradores del agua: serpientes, lobos chicos, lobos grandes,

boas constrictoras, los que devorarían a las Mba’e Ypy, a las mujeres.

Hizo que Luna cruzase el río para sujetar la extremidad del puente.

—Cuando todas estén sobre el medio del río, dale vueltas

(al tronco); en cuanto estén (en el medio), yo arrugaré la nariz;

entonces tú le darás vuelta —dijo a su hermano.

Luego, y antes de hallarse todas sobre el centro de la

corriente, de puro gozo hizo nuestro padre Pa’i un gesto semejante

al que hace quien frunce la nariz. Su hermano dio vueltas al

puente antes de tiempo, pudiendo dar un salto a Mba’e Ypy preñada,

irguiéndose ya a salvo sobre la barranca del río. En vista de

ello, dijo nuestro padre Pa’i:

—Ser horroroso, ¡súmete en sueño y despierta! Ser que

tomas horrorosos los ríos y las costas de los ríos, ¡súmete en

sueño y despierta! Y he aquí que su hijo fue macho, dicen: por

consiguiente fornicó con su madre y procreó, extendiéndose (su prole) por toda la tierra.

Por haberse enfurecido grandemente nuestro padre Pa’i al

ver a la que había devorado a su madre erguirse en la barranca

precipitosa del río y ponerse a salvo, fue por eso que la convirtió

en el ser que torna inhóspitas las costas de los ríos. De ni haber

procedido así, no habría jaguares.

Después de lo acontecido, y habiendo divulgado lo de la

fruta dulce a fin de engañar a las Mba’e Ypy, no la dejó para que

la comiesen los jeguakáva: dejó en la tierra su simple imagen,

convertida en la “comida de las iguanas” (Eugenia myrcianthes).

Acontecidas estas cosas, recogió los huesos de su madre y

dijo a su hermano:

—Ve y espanta una perdiz.

Fue y espantó una perdiz y al hacer esto, dijo la madre de Pa’i:

—¡Escucha, el chico espanta perdices!

Y él (Jachy) dijo:

—¡Ay mamita! ¡Ay mamita!, he intentado mamar.

Volvieron a caerse los huesos de su madre.

En vista de ello, dijo:

—Ve ahora más lejos y espanta una perdiz.

Entonces dijo nuevamente su madre:

—¡Escucha, el chico espanta perdices!

Dijo nuevamente su hermano,

—¡Ay mamita, ay mamita!

Intentó nuevamente mamar; nuevamente se descompuso (el cuerpo reconstruido).

Entonces, en vista de la imposibilidad de reconstruir los

huesos de su madre, los arrojó por la selva.

—Semejante a madre, ¡súmete en sueño y vuelve a la vida!

Dijo, convirtiéndola en jaicha, en comadreja moteada

(paca). Por esto, hasta el presente, cuando una paca cae en una

trampa, el Sol no sale pronto, por remordimiento.

Pa’i Rete Kuaray y Jachyrá partieron siguiendo las costas del

río, uno en cada orilla. Luna encontró una guavira.

—¿Qué fruta es ésta? —dijo.

—¿Qué forma tiene la fruta? —dijo el Sol.

—Tiene fruta colorada con un corral en la extremidad.

—En ese caso son guaviras; no las comas; te darán lombrices.

Las guaviras maduras deben fumigarse para comerse.

Luego encontró frutas de pindo.

—¿Qué frutas son? —dijo—. Tiene frutos colorados y además duros.

—Pues son frutas de pindo; muérdelas.

Iba comiendo y llegó donde había guaviju.

—Hermano, ¿qué fruta es ésta?

—Son guaviju, pues; no las comas; hay que fumigarlas antes de comer.

De allí siguieron por las costas del río, llegó Luna adonde

había aguaí. Al llegar dijo a su hermano mayor:

—¿Qué fruta es ésta?

 

—¿Qué forma tiene la fruta? —dijo.

—Tiene fruta larga y es amarilla.

—Pues es aguaí —dijo. Enciende fuego ásalas; no las comas

crudas. De las que comas recoge las pepitas y ponlas en el fuego y

apriétalas con tu arco.

Entonces puso las pepitas de aguaí en el fuego y las apretó

con su arco. Se levantó, irguiéndose del lado del fuego. Las

pepitas de aguaí que había puesto en el fuego estallaron. Él se

asustó grandemente y, dando un salto, cayó donde estaba su hermano

mayor (en la otra orilla).

Llegaron a donde Charia pescaba. Kuaray penetró debajo

del agua y tiró del anzuelo. Charia erró el pez. Tres veces Kuaray

hizo así y tres veces también Charia cayó, yendo de espaldas.

Ahora yo —dijo Luna.

Luego Luna penetró debajo del agua; zambulléndose se fue.

Tiró del anzuelo y lo sacó Charia y lo golpeó por la cabeza con un palo.

Llevó el pescado a su mujer. Al cocinarse, fue llegando el Solal lugar.

—¿Vas a comer pescado? —dijo Charia.

—No voy a comer —dijo Sol—. Dejadme solamente un

poco de polenta. No arrojéis los huesos, para que los pueda recoger.

Habiendo recogido los huesos, se los llevó y rehizo a su

hermano menor e hizo que volviese a encarnar el alma; con el

mbaipy le proveyó de sesos.

Es solamente debido al hecho de haberle Charia devorado

que hasta el presente la Luna desaparece; sólo por haberle su hermano

mayor resucitado es que hasta ahora vuelve a nacer Luna nueva.

En la misma forma, cuando la Luna se eclipsa, Charia está

por devorarla: la Luna se eclipsa en su propia sangre.

Luna se introducía subrepticiamente en la habitación de su

tía paterna (con intención de fornicar).

Queriendo saber quien era el que se introducía junto a ella,

embadurnó sus dedos con resina y de noche, mientras a tientas la

buscaba, le embadurnó a Luna el rostro.

Al día siguiente Luna fue a lavarse la cara a fin de quitarse la

resina. No salió, no salió del todo; sólo se le ensució más la cara.

Para que hasta el presente lleve la cara manchada acontecieron

estas cosas, sentando en esta forma, efectivamente, precedentes

para nuestra conducta.

Dijo el Sol a su hermano menor:

—Hiere en el centro del cielo con tu flecha.

Disparó una flecha y lo hirió.

—Clava una flecha en la muesca de la primera.

Efectivamente, clavó flecha en la muesca. En esta manera

iban llegando las flechas hasta la tierra.

—Pues ahora sube por las flechas —dijo.

Subió Luna, efectivamente, y Kuaray extrajo su flecha; entró

en el agujero y entró en el cielo.

En cuanto a su arco, permanece hasta el presente, el arco

milagroso que llamamos Arco de Luna, para que lo usemos para nuestros arcos.

Entonces Luna hizo que lloviera; hasta el presente, para quitarse

las manchas que le puso su tía; Luna hace llover; así es que

la Luna nueva se lava la cara hasta el presente.

Encontró Charia coatíes y mató (uno). Después subió

Kuaray a una guavira; estando allí le tiró Charia con arco; Sol

fingió estar muerto y cagó. El excremento lo envolvió Charia

con hojas de lirio; puso el cadáver en canasto junto con el excremento,

debajo de los coatíes. Fue Charia y bajó el canasto lejos

(del agua). Se escapó Sol, poniendo una piedra en su lugar. Se fue

Charia y llegó a su casa; miraban sus hijas.

—Pues aquí está Ñakarachichá, os digo; también su excremento—dijo.

Sacaron sus hijas los coatíes.

—Este es un coatí huérfano —dijeron.

 

Cuando lo que quisieron decir, efectivamente, fue: es verdaderamente un coatí.

—Y esto es… ¡una piedra! —dijeron.

Encontraron la piedra debajo de los coatíes.

Subió Charia por un árbol frutal.

—¿Qué fruta es ésta? —dijo.

—Es el añangapiry —dijo Kuaray.

—¡Ay! Nuestro Padre me hace fluir agua de la piel —dijo Charia.

Y vino cayendo al suelo.

Encontró Ñande Ru un cedro cargado de cápsulas.

—Coatí, ¡transfórmate! —dijo.

Ya existieron coatíes, que se alejaron corriendo. Por haber

sido así es que hasta ahora suben los coatíes y poco después se

arrojan todos al suelo.

Nuestro padre Pa’i ya tenía hijos. Hizo que su hijito se lavase

los pies cuando quería pescado; haciendo esto morían todos los

peces y él los recogía y comía. Luego vino Charia.

—Préstame tu hijo —dijo—; yo también quiero comer pescado.

Lo llevó por el bosque y lo golpeó por la cabeza, y arrastrándolo

lo llevó al río. Como se golpea el timbo lo golpeó; imitando

lo que haría posteriormente con el timbo, así hizo; y mató al hijito

de nuestro padre.

Se encolerizó nuestro padre Pa’i; lucharon; se derribaron el

uno al otro. No pudo vencerlo Charia y Sol volvió a levantarse.

Resultado de esto son hasta ahora los eclipses del Sol.

Después de esto hizo nuestro padre Pa’i para su hija un

canasto. La dio a Charia y él la llevó y fornicó con ella por el

camino, destrozándose el pene. Castigó por eso Charia a la

mujer, y sin más volvió a convertirse en canasto.

El jaguar encontró el arco de nuestro padre Pa’i por el

camino. Lo manoseó, y el arco le pegó por la cara. De él (el arco)

surgió la ñandyta (Genipa americana). Hasta el presente cuando

dormimos en despoblado nos desviamos del camino hasta

(encontrar) un ñandyta; de él retrocede el jaguar. Si a la trampa le

colocamos los costados de madera de ñandyta, el jaguar no se le

acerca. Después de estas cosas hizo nuestro padre Pa’i un adorno

de pluma para la cabeza. Con fuego lo hizo; lo dio a Charia.

Yendo él por la pradera olió quemazón: ardía el adorno que llevaba

en la cabeza. Penetró en un pantano y salió: todavía ardía.

De allí corrió y encontró un río; no se apagó; de allí salió y corrió

por el campo, incinerándose.

Cuando se hubo apagado, Ñande Ru Pa’i sopló sobre las

cenizas convirtiéndolas en “mbariqui”, jejenes, moscas chupadoras y tábanos.

Reventó el intestino de Charia. “Chororó ro ro”, dijo. Voló

un pedazo de su intestino y cayó en la maleza, convirtiéndose en

la perdiz “tataupa”, dueña del fuego.

El alma de Charia la convirtió nuestro verdadero padre de

los Tupá Rekoé (agentes de destrucción).

Una hija de nuestro padre Pa’i quiso mirar.

—No mires —dijo Ñande Ru.

Miró, sin embargo, y en consecuencia murió. Ella fue la primera

a quien derribó el mbogua (alma de origen telúrico).

La enterró; sentando precedentes para nuestra futura conducta

no la resucitó.


 PA’I Y EL LORO DEL DISCRETO HABLAR

Pa'i, al ascender al paraíso, llevó al Loro del Discreto

Hablar, que quedó en el país de los kurutués, seres inmortales

que ocupan la última etapa de la peregrinación hacia Yvy Mará

Ey. El Loro es quien decide si los que llegan hasta su país son

merecedores de entrar al paraíso.

Al irse nuestro Padre Pa’i, llevó consigo al Loro del Discreto

Hablar, dejándole encargada la extremidad de la maroma en

los orígenes del Gran Mar, allende el país de los Kurutué. A él le

 

hemos de hallar todos los que somos verdaderamente humildes, y

nos divulgará por dónde nuestro Padre cruzó el Gran Mar.

Si no lo hubiera llevado consigo, habría divulgado la sabiduría

a los jeguakáva, así como a nuestro Padre la divulgó.

 

EL OTORGAMIENTO DEL NOMBRE SAGRADO

La madre lleva a su hijo ante el que da nombre a las criaturas.

Éste se comunica con los dioses. Enciende la pipa; sopla

el humo sobre la coronilla del niño y comunica a la madre el

patronímico sagrado que le corresponde. En este caso se presenta

como ejemplo el canto dirigido a un niño que se investigó provenía

de la región de Tupá Ru Ete, dios de la lluvia, del trueno y

del rayo. Sus tres hermanos transfieren a este dios la oportunidad

de enviar una palabra-alma de las que moran con él, de sus hijos,

los Tupá Aguyjeí y los Tupá Rekoé.

La madre presenta al hijo:

Mi hijo ya está entre la gente: lo traigo porque quiero escuchar su nombre.

El que llama o da nombre a las criaturas responde:

Hemos de escuchar su nombre.

Después de haber investigado y echado el humo sobre la

coronilla del niño, dice el que da nombre a las criaturas:

Para nacer esta criatura, Ñamandu Ru Ete, Jakaira Ru Ete,

Karaí Ru Ete discurrieron sobre la morada terrenal con aquellos

a quienes habían provisto de palabra.

Hicieron que escudriñasen las almas, buscando a quienes

les servirían de madres, de padres.

Entonces Ñamandu Ru Ete, Karaí Ru Ete y Jakaira Ru Ete

(dijeron):

—Yo a mis hijos no he de volver a hacer que sean enviados;

no he de volver a proveerles de asiento (hacer que se encarnen).

—Por consiguiente, a Tapá Ru Ete lo transfiero, para que

él de entre aquellos con quienes conversa (a quienes inspira), de

entre aquellos a quienes da asiento (hace que encarnen), discurra

acerca de la morada terrenal.

En virtud de esto, Tupá Ru Ete, de entre la multitud de aquellos

con quienes él conversa en el interior de su paraíso, a los Tupá

Aguyjeí y los Tupá Rekoé les permitirá que se diviertan en medio

de las innumerables cosas nefastas; hará que mediante ellos, en

verdad, exista grandeza de corazón.

Aun entre los innumerables seres que él condenó, maldiciéndolos,

se erguirá, creciendo erguido para su madre, su padre, esta

criatura en quien él hizo que se encarnara un alma creada por él.


 Fuente digital: http://dgaleanolivera.wordpress.com/antologia-de-literatura-guarani-ayvu-rapyta/

Registro del enlace: Octubre 2011



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AYVU RAPYTA

TEXTOS MÍTICOS DE LOS MBYÁ-GUARANÍ DEL GUAIRÁ

LEÓN CADOGAN

UNIVERSIDADE DE SÃO PAULO

FACULTADE DE FILOSOFÍA, CIẼNCIAS E LETRAS

BOLETIM Nº 227 - ANTROPOLOGÍA Nº 5

SÃO PAULO, BRASIL

1959 (217 páginas)

 

 



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