EL ASCENSO DE STROESSNER (1953-1954)
Por CARLOS GÓMEZ FLORENTÍN
LA CAÍDA DE CHAVES
La descomposición del régimen liderado por Federico Chaves se aceleró en 1954. Los movimientos al interior del ejército continuaban debilitando aún más al Presidente. Inclusive observadores diplomáticos de los Estados Unidos señalaban a mediados de marzo que de todo lo ocurrido en Paraguay solo podía concluirse que "1. El General Stroessner es por el momento el ‘hombre fuerte’ del Paraguay y lo que él dice vale. 2. Méndez Fleitas no se ha retirado del ambiente político y se encuentra conspirando desde el exterior".
Como señalara Francisco Doratioto, la crisis de legitimidad se expandió en la población que sentía que el Presidente se ocupaba demasiado por intereses políticos y poco de gobernar. Otro historiador, Alfredo Seiferheld, apuntó a la falta de ministros idóneos en el gabinete y la rampante corrupción que se establecía con los focos de contrabando respaldados por el Gobierno, al menos en la figura de los inspectores de comercio que rayaban en la venalidad, como los aceleradores de la pérdida de legitimidad de Chaves. Esta situación de corrupción imperante contribuyó a generar la sensación de desgobierno que caracterizó a los primeros meses de 1954.
El grupo más poderoso de los descontentos eran los militares que rechazaban la creciente intromisión del poder civil en la esfera castrense. Tampoco los líderes colorados estaban contentos con la distribución de los beneficios de gobernar. De hecho el grupo más activo, el epifanista, esperaba un cambio en la política colorada para volver a participar en el gobierno tras su abrupta salida en enero de 1954. Lo mismo ocurría con los guiones, enemigos jurados de Chaves que fuera del poder no podría seguir bloqueando su participación en la política colorada.
A nivel más amplio, la Junta de Gobierno había perdido el control sobre la repartición de derechos de importación, negociados de compra de divisas extranjeras y el derecho al contrabando. A todo esto había que sumar el agravante de que el Presidente supuestamente estaba más preocupado por su vida personal -se encontraba tramitando la boda con su pareja actual Isabel Vallejos- que por gobernar.
Tampoco podía existir disconformidad con la caída de Chaves entre las fuerzas opositoras. Liberales, febreristas y comunistas estaban fuera de la arena política a pesar de las incumplidas promesas de normalización institucional que alguna vez sostuviera Chaves. Como señalara la politóloga Myriam Yore, para los liberales y febreristas un nuevo gobierno suponía al menos la posibilidad de una apertura política que quizá derivara en el futuro incluso en la chance de luchar por el poder.
Los sectores populares, en tanto, al estar profundamente coloradizados tras las sucesivas razias que se dieron después de 1947, tenían poco interés en defender a Federico Chaves. La "bolsa negra" había hecho tremendamente impopular al Gobierno a pesar de que los controles de ciertos artículos de la canasta básica familiar eran medidas que apuntaban a proteger a los trabajadores de la especulación de los empresarios del comercio. Además los sindicatos tenían fidelidad a la Junta de Gobierno, sobre todo a partir de la gestión disciplinante de la infame Organización Republicana Obrera (ORO), no al presidente.
Otro tanto puede decirse de los sectores campesinos. Como argumentara el sociólogo Roberto Céspedes, la población campesina había experimentado un profundo proceso de coloradización desde 1947. Un reporte demográfico del Gobierno argentino informaba que el ocho por ciento de su población eran paraguayos en 1954, aproximadamente ciento diez mil personas asumiendo la validez del cálculo. Muchos de ellos campesinos que habrían emigrado por cuestiones económicas según el político colorado Epifanio Méndez Fleitas. Probablemente muchos más eran los campesinos migrantes que habían huido de la persecución política de los gobiernos colorados que privilegiaron a sus partidarios en el interior del país por medio de una compleja red que unía referentes de la Junta de Gobierno, caudillos regionales y campesinos colorados. Así se logró la gradual desmovilización de los campesinos de otros partidos políticos -que incluía represión, muerte y exilio- al tiempo que se desarmaba a los propios colorados que no seguían la línea del partido. Este largo e incidentado proceso sirvió para gestar la aceptación "pasiva" de los referentes campesinos del nuevo régimen que se estaba montando en 1954.
La situación de la mujer tampoco era buena. La poetisa Josefina Fleyn de Laguardia fue entrevistada por medios brasileños a los que hizo la denuncia de los abusos cometidos contra las mujeres en Paraguay en un entrevista que hablaba del “momento femenino" en el país. Según Heyn, quien era presidenta y fundadora de la Sociedad de Asistencia Social que prestaba socorro a las madres desamparadas, sus familias, y a los familiares de presos políticos del gobierno de Chaves, la representante paraguaya en el último Congreso de Mujeres de Copenhague realizado en 1953 estaba exiliada en Argentina a causa de su lucha por el movimiento femenino. En Paraguay, según Heyn, no había derecho al voto para las mujeres a pesar de la lucha llevada adelante por la Liga Pro - Derechos de la Mujer y el Instituto Cultural de Amparo de la Mujer.
El empresariado nacional tampoco estaba contento con la gestión de Chaves. El acercamiento económico con la Argentina amenazaba las ganancias que le generaban la importación preferencial de mercaderías del vecino país. A los pocos industriales que había en el Paraguay tampoco les beneficiaba el acceso amplio de productos argentinos que estaban en mejor condición para competir con los productos nacionales.
Por último, Chaves también había perdido el voto de confianza de las potencias regionales. Esto a pesar de que la salida de Epifanio Méndez Fleitas en enero fuera bien recibida por los gobiernos de Estados Unidos y de Brasil. Chaves seguía adelante con la Unión Económica con la República Argentina, lo que le valió un cierto distanciamiento especialmente con el Gobierno brasileño. Según Ceres Moraes, hubo un despacho confidencial del 24 de febrero de 1954 por el cual se daba órdenes al embajador brasileño en Paraguay de bloquear de cualquier forma el cumplimiento de dicho acuerdo.
Por último, el Gobierno argentino había expresado en varias ocasiones molestias con la falta de resultados en los acuerdos de cooperación con el gobierno de Chaves. Inclusive en esto, palpaban los funcionarios diplomáticos argentinos una falta de convicción en el Presidente paraguayo. Así los acuerdos demoraban en exceso a pesar de las crecientes colaboraciones que el gobierno de Perón hacía al gobierno de Chaves. Todo esto con certeza empeoró con la remoción de Epifanio Méndez Fleitas en enero, el político paraguayo más cercano al peronismo.
EL GOLPE DEL 4 AL 8 DE MAYO DE 1954
El general Alfredo Stroessner había sido capaz de resistir las movidas al interior de las Fuerzas Armadas aprovechando sus oportunidades para incrementar el control que tenía sobre las diferentes unidades. Gradualmente fue disciplinando las diferentes unidades en simultáneo con un proceso todavía más importante de control y desarme de grupos de bandoleros que no respondían a la jerarquía militar.
Así llegó la crisis de la Caballería en mayo. Según versiones coincidentes de las embajadas de Brasil y de los Estados Unidos, la crisis se originó en ausencia del teniente coronel Néstor Ferreira, comandante de la Caballería, quien se encontraba en Río de Janeiro. El encono fue protagonizado por el teniente coronel Pedro P. Medina y el mayor Virgilio Candía. Candía exigió que Medina removiera a dos oficiales de su regimiento (Regimiento de Caballería Número 3). La razón alegada era que los oficiales estaban activando políticamente dentro de la división.
Medina, tras investigar los hechos, llegó a la conclusión de que en realidad era Candia el que estaba operando políticamente siguiendo órdenes de Epifanio Méndez Fleitas para remover al presidente Chaves. Pronto otros oficiales del Regimiento de Caballería Número 2 se presentaron a exigir que Medina remueva al comandante de la división y a dos jefes de escuadrón. Medina, quien respondía al teniente coronel Ferreira, le comunicó de la situación de insubordinación que existía en la Caballería y pidió al Presidente que removiera a los sublevados. Chaves prefirió no tomar medidas en el asunto.
Esto ofendió al teniente coronel Ferreira quien actuó por su cuenta apresando a todos los sublevados generando la rebelión de toda la división. Actuando sobre los hechos consumados, el presidente Chaves autorizó la remoción de los complotados. Con esta movida muchos de los militares de la Caballería que respondían a Méndez Fleitas fueron dados de baja. Esto, sin embargo, no se tradujo en mayor poder para el presidente. Todo lo contrario.
Aprovechando la debilidad manifiesta del Presidente Chaves -de acuerdo a reportes del escritor Bernardo Neri Fariña en esos días los políticos colorados manejaban varias alternativas para remover a Chaves, por ejemplo se le habría ofrecido la presidencia al entonces ministro de Agricultura y Ganadería Ángel Florentín Peña quien desistió la oferta alegando lealtad al Presidente- Stroessner atacó. Usando cómo excusa la intervención de Chaves en la crisis de mando de la Caballería, Stroessner justificó un levantamiento militar la noche del 4 de mayo de 1954. Según Stroessner, el contacto directo con el mando militar había sido un insulto para el ejército nacional. También para la embajada brasileña la intervención directa del presidente Chaves sin mediación de Stroessner en las Fuerzas Armadas dañaría su imagen tanto entre sus pares como entre los civiles del partido.
Stroessner hizo apresar al teniente coronel Ferreira, lo que desató los enfrentamientos que hasta el 5 de mayo reportaban 25 muertos. En evidente inferioridad de condiciones, el presidente fue apresado en la Escuela Militar mientras los enfrentamientos continuaban en la ciudad. Si bien la Caballería era el arma históricamente con mayor poder de fuego sobre todo después de la rebelión de la Marina de abril de 1947, Stroessner hizo una labor silenciosa de disminución del poder bélico de la Caballería y potencializarían de la Artillería para contrarrestar la disparidad de fuerzas. La víctima más notoria de los enfrentamientos fue el jefe de Policía Roberto L. Petit, ascendente político colorado asesinado durante los tiroteos y quien había sido puesto en ese cargo para contrarrestar la creciente influencia de Epifanio Méndez Fleitas en el ámbito civil y de Alfredo Stroessner en el ámbito militar.
Tras largas reuniones, en las cuales Epifanio Méndez Fleitas resultó instrumental para la aceptación de la candidatura de Alfredo Stroessner, la Junta de Gobierno llegó a un acuerdo sobre la conformación del nuevo gabinete recién el 8 de mayo. Los enfrentamientos aislados continuaron en los días previos aunque ya estaba logrado el objetivo principal de remover a Chaves. Según el nuevo plan acordado por los colorados, el arquitecto Tomás Romero Pereira sería electo presidente provisional liderando un gabinete de siete civiles y tres militares. Las negociaciones se alargaron porque los militares querían más ministerios. El acuerdo tampoco había sido satisfactorio para los colorados que buscaban imponer la candidatura de un militar que lidere un gobierno de transición. Una vez normalizado el proceso político, para lo cual pensaban se necesitaba mano dura, un civil del partido sería electo presidente
Para los colorados el hombre para el trabajo era Stroessner. El cálculo tenía razones fundadas para ser exitoso. Con Stroessner ejerciendo el rol de pacificador, disponiendo de todos los medios necesarios, podrían desgastarlo y retirarlo fácilmente de la vida pública sin tener que cargar con la responsabilidad política. Stroessner, sin embargo, rechazó la propuesta. Buscó, y eventualmente consiguió, obtener su nominación para las elecciones de julio de 1954 para completar el proceso iniciado por Chaves en 1953. El trabajo de transición quedaba a cargo de un civil del Partido Colorado. La Junta se obligaba a asegurarse de que lo actuado se transmita con fidelidad tanto a las bases del partido como a los militares con la intención de evitar que disconformidades inoportunas generen nuevos levantamientos.
Como argumentara Ceros Moraes, en este movimiento se reflejó la habilidad política de Stroessner. Al no asumir directamente el gobierno continuó lo que muchos erróneamente creían inclusive los funcionarios diplomáticos de los Estados Unidos lo definieron en medio de los tiroteos en Asunción “como un buen militar, que ha tratado de permanecer apolítico”- que Stroessner carecía de ambición política. Al hacerlo también se cubrió de la responsabilidad de pasar por encima de la legalidad del proceso político ya que fueron los colorados los que decidieron el nombre del nuevo presidente sin tener en cuenta lo que diga la Cámara de Representantes y el Consejo de Estado como mandaba la Constitución. Esto solamente vino a confirmar la falta de apego a las reglas del juego político de parte de sus principales protagonistas. Y en este juego la mayor responsabilidad la tuvo el político más incómodo para los intereses de los gobiernos de Brasil y de Estados Unidos, Epifanio Méndez Fleitas, si bien también Tomás Romero Pereira se llevó parte de la responsabilidad al ser electo presidente provisorio.
Así, el movimiento vino a otorgarle doble legitimidad a Stroessner. Como lo planteara la politóloga Myriam Yore, Stroessner llegaría al poder con la legitimidad del Partido Colorado. Al mismo tiempo, Stroessner no cargaría con la responsabilidad de pisar la Constitución para llegar al poder ya que en su caso serían las elecciones las que le pongan en el Palacio de López. Igual, el movimiento sería sintomático del apego al ropaje procedimental que mantendría Stroessner en el futuro ya que finalmente su victoria se daría en elecciones con candidato único que no soportarían un test democrático serio.
Epifanio Méndez Fleitas también intentaría explicar las causas de la caída de Chaves pocas semanas después confirmando una visión mística del poder instalada por los colorados que consideraba que la duración en el poder era la unidad de medida de la capacidad de las autoridades de interpretar fielmente la voluntad del pueblo, descartando las conspiraciones y acciones humanas que hacen que un gobierno perdure.
Explicaba Méndez Fleitas: "...pienso que no hay Gobierno que pueda perpetuarse en el mando sino a condición de interpretar y realizar las aspiraciones de sus pueblos. Creo sinceramente que un Gobierno, como un hombre, cae porque ha perdido el equilibrio, o porque ha terminado su misión sobre la tierra. De otro modo, no hay conspiración ni maldición que valgan. O sea que el gobierno Chaves, si hubo de dimitir, lo hizo porque se acabó su mandato y no porque nadie, en particular, haya contribuido a derrumbarlo". Esta visión la reproduje previamente en relación con lo que decía la prensa oficialista cuando subió Felipe Molas López al poder poniendo punto final a la era guionista en el Palacio de López. Con esta visión una dictadura personalista duraría en tanto consiga transmitir la voluntad del pueblo.
Lejos del casi esotérico valor simbólico que une eventos humanos con una esencial voluntad popular a la que eran adictos los colorados de entonces, el historiador Alfredo Seiferheld resumió el impacto demasiado terrenal de los sucesos de mayo de 1954: “Surge, sí, como una realidad incontrastable, que en mayo de 1954 las Fuerzas Armadas del Paraguay afianzaron su ya decisiva influencia en la vida política paraguaya, a la que de hecho nunca renunciaron en el curso de su historia independiente".
EL CONTEXTO HISTÓRICO DEL ASCENSO DE STROESSNER
La lectura del reacomodamiento político del 3 al 8 de mayo de 1954 tiene como resultado principal el ascenso de una nueva coalición militar, civil y económica que estaba liderada por Alfredo Stroessner. A los militares Stroessner les ofrecía estabilidad para hacer duraderas las concesiones estatales para hacer negocios que se habían vuelto inciertas bajo las últimas administraciones coloradas; a los civiles, especialmente a los colorados conservadores, Stroessner les ofrecía estabilidad política garantizada por la centralización de la violencia en el gobierno tras años de acceso descontrolado a las armas; finalmente, a los empresarios Stroessner les ofrecía el alejamiento de la órbita económica argentina, que para muchos de ellos hubiera implicado el fin de sus negocios, y nuevas posibilidades todavía por confirmarse una vez que el gobierno se estabilice.
Esta construcción en retrospectiva encuentra eco al analizar el clima que siguió al cambio de gobierno. En el ámbito económico el breve gobierno de Tomás Romero Pereira puso fin a la “bolsa negra" y liberó el control de precios de la mayoría de los productos de la canasta básica. Con esto mucha de la producción económica volvió a salir a los mercados del país ya libres de la era del racionamiento. Y se acabaron las filas que tantas molestias generaban a los ciudadanos que no estaban conectados con el Gobierno.
Además el Gobierno decidió la intervención de varias unidades administrativas del Estado que estaban relacionadas con el sistema de distribución controlada de productos básicos bajo los cargos de presunta corrupción de los funcionarios involucrados. Así cayeron intervenidas las entidades autárquicas
Administración Paraguaya de Alcoholes; Consejo de Distribución de Harina y Comisión Mixta de Venta de Azúcar, todas señaladas como corruptas durante la época alta de la venta con precios controlados. También hubo denuncias de las nuevas autoridades, por ejemplo en el caso del director del Puerto Nuevo, que aludían a los excesos de corrupción que se produjeron en el gobierno de Chaves.
Esto no pasó de ser una vendetta contra políticos de otras corrientes que lejos estuvo de atacar el problema de la corrupción que tanto daño hizo al gobierno de Chaves. Sí sirvió, sin embargo, para crear en los medios de comunicación una conciencia de cambio político al tiempo que se utilizaban los cargos vacantes para comprar lealtades y expandir la base de apoyo del nuevo régimen.
La ola intencionalmente populista del nuevo gobierno también comprendió la suba general de los salarios en un promedio de aproximadamente cuarenta por ciento. Esto se sintió inclusive en el incremento de los precios de los periódicos, de 1,50 a 2 guaraníes que se apuraron para trasladar la responsabilidad del nuevo costo a la decisión del Gobierno. Puede pensarse que esto satisfizo a los grupos asalariados que tuvieron mejor poder adquisitivo para tomar ventaja del recientemente liberalizado mercado de productos de la canasta básica.
La respuesta a estas nuevas medidas por parte del sector empresarial no se hizo esperar. La Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (FEPRINCO) sacó un memorándum en el cual criticaba los controles de precios, las posturas intervencionistas de anteriores gobiernos, la supuesta decadencia moral que originó, para cerrar haciendo una invitación al próximo gobierno a abrirse a modelos más liberales.
En cuanto a la situación política, este movimiento depurador de los políticos corruptos instaló en la sociedad la idea de cambio, al tiempo de enfatizar la necesidad de estabilidad. La debilidad institucional, en lugar de mejorar como consecuencia de un régimen político de partido único, había empeorado en los últimos siete años. El caprichoso manejo de la política a cargo de la Junta de Gobierno quedó puesto en evidencia como consecuencia de lo sucedido -considerando que los miembros de la Junta tomaron la decisión pisoteando los mecanismos constitucionales- magnificando la promesa de estabilidad de un militar en el Ejecutivo.
Por último, inclusive la condición ambiental del Paraguay en 1954 parecía manifestar la necesidad de cambio. Como lo señalara el biólogo Julio Rafael Contreras, el Paraguay estuvo bajo los efectos del fenómeno El Niño en 1954. Se registraron intensas lluvias con picos históricos, algo que reforzó en la sociedad la creencia en la necesidad de un gobierno fuerte capaz de hacer frente a los desastres naturales.
La Dirección de Hidrografía reportaba en La Tribuna en junio de 1954: "La altura de 5,94 registrada el 8 del corriente mes, se aproxima, sin embargo, a las marcas observadas en las crecientes de los años 1940,1946 y 1947. En esos años, y en esta misma época, las marcas registradas fueron: 6,34, 6,37 y 5,39, siendo estos años de creciente extraordinaria, con relación a la altura del nivel de todos los años". Las crecientes máximas registradas hasta entonces eran las de 1913 (7,08); 1919 (7,74); y 1931 (7,72), si bien en la memoria colectiva la mayor creciente era la de 1905, no medida, cuando se inundaron la plazoleta del Puerto, y la dirección del Comando de la Armada.
Este tipo de crecidas ocurrían cada siete u ocho años, conectando de manera trágica la Guerra Civil de 1947, cuyas luchas se vieron interrumpidas varias veces por los efectos de la inundación del río Ypané, con el ascenso del gobierno de Stroessner. Ese 1954 la creciente fue complicada por la inusual creciente simultánea del río Paraná que se desarrolló fuera de época coincidiendo con la crecida del río Paraguay.
Durante los meses de lluvia la ciudad de Asunción y muchos otros puntos ribereños sobre el río Paraguay se vieron en apuros al movilizar poblaciones anegadas sin más recursos que la ayuda proveniente del gobierno argentino del general Juan Domingo Perón y las actividades de beneficencia de las organizaciones de caridad. Las acciones de los políticos colorados de entonces reflejaban un comportamiento contradictorio. Por un lado, el Gobierno no dudaba en aceptar frazadas, ropas, alpargatas, cereales, carne enlatada, dulce de batata, yerba, leche nido, poroto y azúcar de parte de la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, mientras los buenos colorados hacían ingentes aportes para la construcción del local partidario.
Recién en los meses siguientes, y de nuevo dentro de un plan mayor de creación de sensación de cambio, el Gobierno nacional organizaría una Comisión dedicada a la atención de los damnificados por la crecida del río. Los desembolsos de la Comisión se hacían a través de los campamentos organizados por las seccionales coloradas de forma a asegurarse la canalización estrictamente partidaria de la ayuda a los damnificados. Muchos de los actos de entrega de alimentos, ropas y frazadas se hacían con la presencia del presidente Tomás Romero Pereira. A las lluvias se sumaban las bajas temperaturas, la invasión de ratas que sufrió la ciudad de Asunción y los brotes de paludismo que resultaron a consecuencia de la suba de las aguas del Paraguay. Muchos barrios, como la Baja Chacarita, Kure Kua y los Bajos del Palacio fueron declarados insalubres procediéndose al desplazamiento de las poblaciones afectadas.
En medio de estos eventos el general Alfredo Stroessner aceptó su candidatura el 20 de mayo. En su nota de aceptación enfatizó, rayando en la falsa modestia, que sabía que su elección se hacía existiendo "otras figuras de excepción" quitándose de encima el peso político de la decisión y remarcando que su opción se hacía en contra de su ambición personal. Al aceptar lo hacía porque asumir responsabilidades era "propio de la vida del soldado, no eludir jamás el cumplimiento de un propósito exigídole [sic] por la ciudadanía al servicio de la Patria". Por último se declaraba un humilde continuador de la gran "historia de la Asociación Nacional Republicana" y de "la figura prócer del General Bernardino Caballero".
A mediados de junio llegó la Convención Colorada que tuvo por objeto confirmar al candidato único Alfredo Stroessner. Sin embargo, ese no fue el único objetivo cumplido. Durante las sesiones se distribuyeron panfletos que acusaban a Epifanio Méndez Fleitas de comunista y a Guillermo Enciso Velloso, el jefe de campaña de Stroessner, de colaboracionista de los liberales. Estos ataques fueron aparentemente perpetrados por operadores guionistas y chavistas. El resultado final habría sido el gradual debilitamiento de la posición del grupo de Epifanio Méndez Fleitas, sin que los atacantes reditúen por ello. El ataque redondeó en la pérdida de poder político general de los civiles en beneficio de los militares liderados por Alfredo Stroessner.
Finalmente la Convención sirvió como un juego político donde el daño estaba controlado, las internas se dirimían dentro del partido con el arbitraje decisivo del presidente Romero
Pereira y del general Stroessner, que en última instancia salvaron el pellejo de Méndez Fleitas ante las acusaciones de "comunista". El internismo sangriento ponía en escena una lucha entre guionistas, unos pocos democráticos y los epifanistas mientras tras bambalinas se producía la instauración de un grupo militar liderado por Alfredo Stroessner en el cual el Partido Colorado aceptaba jugar el papel de furgón de cola según las condiciones impuestas por el nuevo régimen.
Los febreristas criticaron la coalición colorado-militar que postulaba a Stroessner. A mediados de junio el febrerismo defendió la opción de que fueran los militares en solitario, sin sus aliados colorados, los que tomaran el poder. Esta postura fue dada a conocer en Tribuna Febrerista generando una ola de comentarios críticos en el oficialista diario Patria. De todas maneras, ni siquiera los febreristas discutían la candidatura de Stroessner. El voto de confianza que daban a los militares liderados por Stroessner era al menos ingenuo. Las condiciones no eran similares a las que antecedieron a la Guerra Civil en 1947 cuando todas las fuerzas políticas de la oposición pidieron algo parecido. En 1954, el Ejército y el Gobierno estaban inficionados de coloradismo con lo cual desmembrar el ejército del Partido Colorado era una expectativa irreal.
De todas maneras, estas quejas aparentemente formaban parte del cálculo político de Stroessner y sus aliados. David M. Maynard, diplomático de los Estados Unidos, capturó la apreciación del problema político del Paraguay de 1954 en la mente de Stroessner: "Pese a que el Gral. Stroessner no es considerado, ni siquiera por sus amigos, como un 'gran hombre’, los que lo conocen dicen que está ansioso de emplear la base de apoyo popular más allá de la pequeña ‘clique' del Partido Colorado que lo llevó al poder. También al parecer comprende la desesperada necesidad del Paraguay de estabilidad para un periodo de varios años, así como la necesidad de más libertades políticas. No se sugiere que Stroessner legalizaría el Partido Liberal o Febrerista, pero se cree que no está plenamente de acuerdo con el estricto gobierno unipartidista de la 'clique' anterior de colorados o de los que están actualmente en el poder. Al parecer posee un mejor control sobre las organizaciones militares que antes del incidente de Mayo. Es posible que con el Gral. Stroessner como Presidente, surgirá una dictadura militar, pero es también posible que bajo esa dictadura militar habrá más libertad política, en el sentido generalmente aceptado de dicho término, que la que hubo en el Paraguay durante los últimos años".
STROESSNER ASUME EL MANDO
El general Alfredo Stroessner ganó las elecciones de candidato único realizadas el 11 de julio de 1954 al obtener 236.191 votos contra 3.787 votos blancos. Seguro de su victoria, Stroessner se pasó los días previos a las elecciones en un viaje de descanso a Bolivia y Perú que le sirvió para alcanzar el título de piloto de la aviación paraguaya. Los resultados de la votación fueron publicándose en reportes parciales hasta que se dio a conocer el guarismo final. No hacía mucha diferencia ya que Stroessner tenía la certeza de que sería presidente.
Así en agosto se hicieron los festejos propios de su asunción. Los actos fueron una apropiada mezcla de visitas diplomáticas, desfiles militares, desfiles estudiantiles, el Te Deum en la Catedral de Asunción, los juramentos del Presidente y de su gabinete, una fiesta popular y la procesión de la Virgen de la Asunción. Todo esto ocurrió entre el viernes 13 y el domingo 15 de agosto.
Lo excepcional de la asunción de Stroessner fue la presencia del presidente argentino Juan Domingo Perón, quien fue por lejos la autoridad política más destacada. Esto hizo que el lunes se realizara un nuevo día de festejos, que incluyeron la declaración del feriado laboral para que la gente pueda sumarse. El acto principal era la devolución de los trofeos y reliquias de guerra del gobierno de Perón que buscaba con esto poner en escena su liderazgo regional en la construcción de una patria latinoamericana que pueda resistir la seducción de la influencia de los Estados Unidos en el Cono Sur. Además los dos presidentes se pasearían en un auto descapotable entre el puerto de Asunción en el microcentro, pasando por la avenida Mariscal López hasta alcanzar la residencia oficial del presidente paraguayo en Mburuvicha Róga. El acto gozaba de tanta popularidad que entre las recomendaciones del intendente de Asunción, general Quintín Parini, se sugería a los visitantes "No lanzar flores al paso de la carroza presidencial".
Aunque esa recomendación probablemente asumía una pasión descontrolada que no existía ni para Perón ni mucho menos para Stroessner, lo cierto es que las páginas de la edición especial de Patria del domingo 15 de agosto sí reprodujeron múltiples demostraciones de confianza en el nuevo gobernante. Esta combinación de empresas públicas y privadas reflejaba una potencial alianza entre ambos sectores detrás de la figura del presidente Stroessner.
Las empresas privadas Molinos Harineros del Paraguay, Liebig's Extract of Meat Co. Ltda., Urrutia Ugarte y Cía. S.A., Joaquín Grau S.A., Azucarera Friedmann S.A., Antonio Halley Mora y Halley Mora Hnos. S.C.C., Campos y Quebrachales Puerto Sastre S.A., Scavone Hnos. S.A., Farmacia Catedral, La Fabril Paraguaya S.A., desmotadoras de algodón, Vicente Scavone y Laboratorios LASCA, La Industrial Paraguaya, Conigliario Hnos., La Reguladora S.A., La Bolsa, Casa Saba, Pérez y Sanjurjo S.A, La Vencedora, Azucarera Paraguaya, COINDU, CERVEPAR, David & Bittar, Banco de Londres, Longines (Importadora Palazón Hnos.), Nicolás Bo, y Manuel Ferreira compraron espacios para saludar la llegada de Stroessner al Palacio de López. Lo mismo hicieron, aunque más predeciblemente, las empresas estatales Banco del Paraguay, Asociación Paraguaya de Alcoholes y Lubricantes (APAL), Flota Mercante del Estado, ANTELCO, ANDE, Banco Central del Paraguay, y una empresa mixta, auténtico prototipo entonces vanguardista de la alianza público-privada, Corporación Paraguaya de Carnes (COPA- CAR).
Enlace interno al documento fuente:
1954: EL CONTEXTO HISTÓRICO. Por CARLOS GÓMEZ FLORENTÍN
Colección 60 AÑOS DEL STRONISMO N° 1
Editorial EL LECTOR
Directores de la Colección:
HERIB CABALLERO CAMPOS / IGNACIO TELESCA
Corrección: MILCIADES GAMARRA
Asunción – Paraguay. Abril, 2014 (111 páginas)
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GOBIERNO DEL GENERAL ALFREDO STROESSNER MATIAUDA
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