DA PONTE, HÉCTOR
Nació en Florencia, Italia en 1879, y falleció en Asunción, 1956.
Vino al Paraguay en la última década del siglo con la formación de la Real Academia Albertina de Turín y desarrolla una actividad intensa.
Vino contratado por el Instituto Paraguayo y fundó la Academia de Arte, además del Primer Salón de Bellas Artes y durante más de medio siglo enseña infatigable, e invariablemente, llevando a generaciones enteras por los caminos académicos.
La obra de Da Ponte –dice Escobar- desarrolla el amplio espectro de temas característicos de una pintura cuyo significado se agota en el asunto retratos (como el del Presidente Emilio Aceval), gestas guerreras de vago sentido patriótico romántico (Batalla de Curupayty, Los defensores de la bandera tricolor), escenas de costumbres locales (Vuelta de la fuente, Idilio campestre, El tropero) y, sobre todo, numerosísimos paisajes constitutivos del género predominante de la época : un naturalismo bucólico y la visión idealizada de un campo en el que los crepúsculos, los amaneceres y los plenilunios con los acontecimientos fundamentales.
Da Ponte expuso sus pinturas en la capital por primera vez en 1899. Expuso también en Buenos Aires y en su ciudad natal. Entre sus obras de mayor factura están las pinturas de recodos de los ríos Tebicuary y Paraguay. El Gobierno Italiano le ha conferido la condecoración Caballero de la Corona de Italia
Fuente: “DICCIONARIO DE LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY”, de LISANDRO CARDOZO, editado con los auspicios del FONDEC, Asunción-Paraguay 2005.
DA PONTE, HÉCTOR (1879-1956)
Nacido en el Norte de Italia, Héctor Da Ponte llegó al Paraguay en la última década del pasado siglo y durante cerca de 60 años a través de sus actividades profesionales se vinculó al desarrollo del ambiente artístico en el país. Junto con JULIO MORNET fundó una Academia de Arte en el INSTITUTO PARAGUAYO y organizó él PRIMER SALÓN DE BELLAS ARTES en 1899.
Pintó muchos cuadros de inspiración local, ya del natural, ya histórico.
En la exposición realizada en 1912 por la Asociación de Artistas Italianos en el Palazzo Strozzi, en Florencia, expuso cuatro cuadros (EL VADO, AUTORRETRATO, EL TROPERO y CACIQUE TOBA) este último hecho lo convierte en el precursor de nuestra pintura indigenista. Participó en muchas exposiciones colectivas en el medio, especialmente Salones de Primavera, y realizó también alguna individual.
OBRAS EN MUSEOS:
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES DE ASUNCIÓN:
N° 4. EL ORATORIO, óleo sobre tela, 0.47 x 0.65
N° 44. ITAPYTAPUNTA AL ATARDECER, óleo sobre tela, 0.47 x 0.65
N° 45. RIO PARAGUAY, óleo sobre tela, 0.47 x 0.50
UBICACIÓN: DA PONTE llegó al medio con la preparación correspondiente a las academias italianas de provincia en las décadas finales del XIX, academias en las cuales el impresionismo no penetraba sino muy tímidamente; su pintura, tema y forma, llevaba pues la impronta predominante del academismo posromántico. Fue un entusiasta, infatigable maestro, que inculcó a sus alumnos el amor a las artes. DA PONTE, como los demás pintores de la época, experimentó los efectos del enclaustramiento, que impidió la ulterior evolución de su formación académica.
Fuente: TREINTA Y TRES NOMBRES EN LAS ARTES PLÁSTICAS PARAGUAYASpor JOSEFINA PLÁ. Editorial Cultura, Asunción-Paraguay 1973 (59 páginas).
HÉCTOR DA PONTE
Pintor, precursor en nuestro país de la pintura indigenista. Nació en el norte de Italia, en 1879. En su libro "TREINTA Y TRES NOMBRES EN LAS ARTES PLÁSTICAS PARAGUAYAS" escribe JOSEFINA PLÁ, referente principalísima de todo cuanto implica cultura paraguaya en el Siglo XX: "... Héctor Da Ponte llegó al Paraguay en la última década del pasado siglo y durante cerca de 60 años a través de sus actividades profesionales se vinculó al desarrollo del ambiente artístico en el país. Junto con Julio Mornet fundó una Academia de Arte en el Instituto Paraguayo y organizó el Primer Salón de Bellas Artes en 1899.
Por su parte, TICIO ESCOBAR señala: "La obra de Da Ponte desarrolla el amplio espectro de temas característicos de una pintura cuyo significado se agota en el asunto: retratos "como el del PRESIDENTE EMILIO ACEVAL", gestas guerreras de vago sentimiento patriótico romántico ("BATALLA DE CURUPAYTY”, "LOS DEFENSORES DE LA BANDERA TRICOLOR"), escenas de costumbres locales ("VUELTA DE LA FUENTE", "IDILIO CAMPESTRE", "EL TROPERO") y, sobre todo, numerosísimos paisajes constitutivos del género predominante en la época; un naturalismo bucólico y la visión idealizada de un campo en el que los crepúsculos, los amaneceres y los plenilunios son los acontecimientos fundamentales.
Falleció en Asunción en 1956.
Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).
HÉCTOR DA PONTE
Al incluir el nombre de este eximio Maestro entre los genuinos representantes del arte paraguayo, creemos realizar una obra de justicia al "pionnier" de la pintura en el Paraguay, de cuyo esfuerzo perseverante por nuestra formación artística, hablan más de cuarenta años de triunfos y sinsabores entre nosotros.
Todos sabemos que el Maestro Da Ponte no es paraguayo. Pero el mejor título que le da carta de ciudadanía nacional está en primer término, en la consagración de su vida fecunda en la educación artística de dos generaciones paraguayas, y en segundo término, en sus numerosas obras pictóricas, donde transporta la naturaleza, tipos y costumbres de nuestra tierra.
HÉCTOR DA PONTE, en efecto, llegó a nuestro país en plena juventud, edad esa en que otros europeos llegan a América, como a la tierra de promisión o de conquista. Vino contratado por el hoy desaparecido Instituto Paraguayo juntamente con su finado hermano Alfredo Da Ponte, para dirigir cada uno, y por orden de referencia, las secciones de dibujo y esgrima en el citado Instituto. Desde entonces el pintor turinés se vinculó con el cuerpo y el alma al resurgimiento espiritual de nuestra patria, llegando a ser uno de los primeros maestros de dibujo y pintura que tuvimos en la post-guerra.
Cuando hace años -dice el ilustre historiador y esteta, Dr. VIRIATO DÍAZ PÉREZ - era poco menos que extemporáneo hablar de pintura en nuestro ambiente; cuando aún no se había escrito no ya un sólo libro, sino un sólo trabajo sobre arte en el Paraguay; cuando aún era un mito la posibilidad de un "Museo Nacional de Bellas Artes", el señor Da Ponte exponía obras, si bien modestas, educadoras; daba lecciones; creaba escuela de dibujo; tenía salones artísticos y consagraba sus entusiasmos y juventud a preparar el ambiente para días mejores" (Civilidad y Arte).
Efectivamente, su primera exposición de pintura la realizó en nuestra capital en los comienzos del año 1899. Su "atelier" donde tenía instalada su exposición, era el lugar de cita de la sociabilidad asuncena donde concurría para observar el rico colorido de sus cuadros, entre cuyos asuntos predominaban los motivos nacionales. Las crónicas de la época elogian con preferencia el retrato al óleo del entonces presidente de la República don Emilio Aceval, considerándolo como de magistral ejecución. El maestro Da Ponte era ya un figurista de nota, y el retrato su género favorito. Bien que en la actualidad se deja deducir por nuestra naturaleza selvática pintando sus paisajes, ora bajo un cielo de luz esplendorosa, ora en la difusa claridad crepuscular.
Las composiciones de carácter Histórico animaron desde un comienzo los pinceles de Da Ponte. Entre tales asuntos recordamos su gran CUADRO SOBRE LA BATALLA DE CURUPAYTY. Es el primero en su género que impresionó nuestra retina de cuando éramos niños; y del cual se ocupó elogiosamente, la prensa local inclusive la extranjera, cuando su autor lo expuso por primera vez al público. Es también quien más ha reproducido en todos los tonos y aspectos la famosa ruina de Humaitá, viejo baluarte cuyo esqueleto aún se mantiene en pié con gallardía, como si no se resignara a desaparecer como símbolo inmortal del valor de nuestra raza.
"AVANCE A LA BAYONETA BERSAGLIERI" es otra composición de género marcial en que interpreta un episodio patético de la guerra europea. La postura teatral de algunas de sus figuras centrales no menoscaba la obra, que estaba concebida en momento de fervorosa exaltación patriótica. Y finalmente. "LOS DEFENSORES DE LA BANDERA TRICOLOR" es su última gran tela inspirada en la guerra del Chaco.
En este cuadro, mitad simbólico y mitad realista, Da Ponte rinde su homenaje a la juventud paraguaya, la que agotó la flor de su vida a través del vasto desierto que recogió el aliento postrero de su heroísmo.
Con los años que cultiva su arte, Héctor Da Ponte ha ensayado todos los géneros de la pintura; y de no haber dado lecciones de dibujo en todos los colegios metropolitanos hubiese tenido suficientes cuadros como para llenar nuestro único Museo de Bellas Artes, y con sólo colocarlos a la venta pudo haberse enriquecido, pues Da Ponte es un gran trabajador.
Ahora mismo con sus 60 años a cuesta sigue laborando sin descanso, porque con los 30 que se le fueron enseñando en su segunda patria tuvo un saldo desfavorable para el "digno y merecido descanso". (El Prof. Da Ponte se ha acogido a la jubilación después de 30 años de enseñanza. Entró a ejercerla cátedra de dibujo, por concurso de oposición, en la Escuela Normal, en 1904.)
Su participación en las exposiciones de pintura, tanto en Europa como en América data de muchos años. En 1910 concurrió con 5 hermosos cuadros a la exposición del Centenario Argentino. Aquellos fueron una valiosa contribución del Arte paraguayo, en ese certamen internacional, el más grande que se efectuó en el Río de la Plata, al comienzo de este siglo. Tres años más tarde volvió a concurrir con 3 telas, en otro certamen del mismo carácter en Florencia, organizado por la "Sociedad de Artistas Italianos de Florencia", de la cual Da Ponte es el único socio correspondiente en América. En dicha ocasión se le adjudicaron una medalla de plata y un diploma de honor por sus cuadros: "UN VADO EN EL RÍO TEBICUARY" y de "VUELTA DE LA FUENTE". Este señalado triunfo dio motivo para que el gobierno de su país le confiriera el título de "CABALLERO DE LA ORDEN DE LA CORONA DE ITALIA".
En la Asunción ha realizado exposiciones varias veces, ya particular o conjuntamente con sus colegas, como en los salones de Primavera, que el Ateneo Paraguayo abre anualmente para todos los artistas del país. En todas ellas Da Ponte ha obtenido éxitos. Sus cuadros están distribuidos en todo el Paraguay, y no pocos en el extranjero, de donde recibe frecuentemente pedidos de cuadros de asuntos típicos nacionales.
Indubitablemente que los paisajes son los más interesantes en la pintura de Da Ponte. En ellos pone su excelente calidad de colorista y su equilibrado gusto estético. Sin embargo parece que no le satisface el paisaje solamente como motivo, por eso le asocia con frecuencia escenas costumbristas para darle vida. Bastaría recordar al azar cualesquiera de sus óleos más notables, para probar nuestro juicio. Valga para el caso, "PASITO" (Cuadro que figuró en la Exposición del Centenario, en Buenos Aires), donde reproduce uno de los sitios más pintorescos de la bahía de Asunción.
No obstante el pintor quiso dar mayor tipificación al lugar y encaja en el paisaje, lavanderas en plena labor y aguadoras que transportan sendos cántaros en la cabeza y en los brazos. Estas figuras distraen la vista, y el paisaje decae, en consecuencia.
Con todo no decimos que paisajes y figuras son disociantes en los cuadros de Da Ponte, sino excluyentes, pudiendo existir ambos elementos independientes unos de otros, sin deslucir la obra.
"IDILIO CAMPESTRE", "LA NARANJERAS", "UN AMANECER EN EL BOSQUE", etc., son otros tantos motivos folklóricos, asociados con bellos paisajes y que corroboran nuestro aserto.
Pocos, muy pocos, son sus paisajes donde no interviene el elemento humano. "EL TAJAMAR DEL PARQUE CABALLERO" es de esos. En él predomina el verde, con matices armoniosamente combinados; un triunfo de luz invade el paisaje que le da un aspecto arcádico, maravilloso.
Harto difícil es traer a cuenta la larga lista de sus cuadros, por eso nos limitamos a los más recientes e importantes. Pues ya dijimos que Da Ponte es muy laborioso, tanto que, a veces, le lleva, sin querer al adocenamiento, lo que le hubiese sido perjudicial, de no haber tenido cuadros de magistral empaste que salvan su reputación de buen pintor.
Otro que, en los últimos tiempos, ha caído en el mismo defecto ha querido justificarse con que "la vida exige". Pero es que la vida pasa y las obras quedan con el nombre del autor, lo que es necesario salvar del montón y del severo juicio de la posteridad.
¿Para qué la consagración de toda una vida, a las cosas superiores de espíritu, si al final de cuenta, tuviera que ir a confundirse con la turba de adocenados que pululan en el mundo?
Si tal aberración no obedece a una crisis psicológica del artista, éste debe reaccionar cuanto antes contra ella. Y si nosotros incurrimos en esta disgresión momentánea, es sólo salvaguardia de la honestidad del arte y de la personalidad integérrima del decano de nuestro pintores.
Otras de las dotes sobresalientes del maestro Da Ponte que le ha valido tanta nombradía, como sus obras pictóricas, son sus dibujos a pluma. Este arte de suma delicadeza técnica, el maestro lo ejecuta con destreza; sus trazos tienen la seguridad del geómetra, como la contorneada flexibilidad de sus líneas lleva el sello inconfundible del artista.
Muchos de los diplomas honoríficos, de carácter artístico que se ha hecho en el país se deben a su pluma, y más de un plano de edificación a su tiralíneas. Sus dos años de estudios de ingeniería, de cuando era joven, en su ciudad natal, le cobraron simpatía y afición por estos dibujos.
Hoy Héctor Da Ponte ha llegado a esa edad en que se mira desde muy alto el camino transitado, a través del cual se esparció la buena simiente que fructifica en generaciones que se suceden en el torrentoso afán de reconstruir una patria y de formar una civilización. Obrero de nuestra cultura en la tercera etapa de la vida paraguaya, vio levantarse a nuestro país de su ruina, mientras él modelaba en el silencio de las aulas el espíritu de los jóvenes, en el sentir de la belleza, en la forma y en el color. Por eso Héctor Da Ponte tiene derecho a la justa consideración de que goza en nuestro ambiente, y a la estimación que le guardan sus colegas. No ha acumulado bienes de fortuna, no; más son contados lo que le aventajan en goces superiores del espíritu; y menos aún en la gloria que él mismo se ha labrado en metal incorruptible.
Fuente: ARTES Y ARTISTAS PARAGUAYOS. PERIODO RENACENTISTA.Conferencia de JORGE BÁEZ - Biblioteca Nacional. Agencia Paraguaya del ISBN - 1ª Reedición, con el apoyo de la Cooperativa Universitaria Ltda. Asunción – Paraguay, Noviembre, 2007 (91 páginas)