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LEÓN CADOGAN (+)

  LITERATURA MBYÁ - Textos de LEÓN CADOGAN


LITERATURA MBYÁ - Textos de LEÓN CADOGAN
LITERATURA MBYÁ
 
Por LEÓN CADOGAN
 

 
 
 
I. LA CREACIÓN

 
 
 
1. LAS PRIMITIVAS COSTUMBRES DEL COLIBRI

El Creador, Ñande Ru, se crea a sí mismo en medio de las tinieblas originarias. Surge entre ellas con la vara-insignia de su poder y el reflejo de su corazón que todo lo ilumina. El Colibrí, extraño personaje del poema, parece ser la representación del Creador mismo que se autosustenta. En otros poemas aparece claramente el Colibrí como el propio Ñande Ru. La imagen de la creación retorna cíclicamente sobre la tierra con el curso de las estaciones.
 
 

I

Nuestro Primer Padre, el Absoluto,
surgió en medio de las tinieblas primigenias.
 

II

Las divinas plantas de los pies,
el pequeño asiento redondo,
en medio de las tinieblas primigenias los creó,
en el curso de su evolución.
 
III

El reflejo de la divina sabiduría [órgano de la vista],
el divino oye-lo-todo [órgano del oído],
las divinas palmas de la mano con la vara insignia,
las divinas palmas de las manos con las ramas floridas [dedos y uñas],
las creó Ñamanduí en el curso de su evolución,
en medio de las tinieblas primigenias.

IV

De la divina coronilla excelsa las flores del adorno de plumas eran gotas de rocío.
Por entre medio de las flores del divino adorno de plumas
el pájaro primigenio, el Colibrí, volaba revoloteando.
 

V
 
Mientras nuestro Primer Padre creaba en el curso de su evolución su cuerpo divino,
existía en medio de los vientos primigenios;
antes de haber concebido su futura morada terrenal,
antes de haber concebido su futuro firmamento,
su futura tierra que originariamente surgieron,
el Colibrí le refrescaba la boca;
el que sustentaba a Ñamanduí con productos del paraíso era el Colibrí.

VI

Nuestro Padre Ñamandu, el Primero, antes de haber creado su futuro paraíso.
en el curso de su evolución,
Él no vio tinieblas:
aunque el Sol aún no existiera,
Él existía iluminado por el reflejo de su propio corazón;
hacía que le sirviese de sol la sabiduría contenida
dentro de su propia divinidad.
 

VII

El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
existía en medio de los vientos originarios,
en donde paraba a descansar la Lechuza producía tinieblas;
ya hacía que tuviese presciencia del lecho de las tinieblas [de la noche].

VIII
 
Antes de haber el verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
creado en el curso de su evolución su futuro paraíso;
antes de haber creado la primera tierra,
Él existía en medio de los vientos originarios.
El viento originario en que existió nuestro Padre se vuelve a alcanzar
cada vez que se alcanza el tiempo-espacio originario [invierno],
cada vez que se llega al resurgimiento del tiempo-espacio primitivo.
En cuanto termina la época primitiva, durante el florecimiento del Lapacho,
los vientos se mudan al tiempo-espacio nuevo:
ya surgen los vientos nuevos [N. y N. E.], el espacio nuevo;
se produce la resurrección del tiempo-espacio [primavera].
 

 
2. EL FUNDAMENTO DEL LENGUAJE HUMANO
 
El Creador, utilizando su vara-insignia, de la que hizo brotar llamas y tenue neblina, creó el lenguaje. Este lenguaje, futura esencia del alma enviada a los hombres, participa de su divinidad. Crea después el amor al prójimo y los himnos sagrados. Para formar un ser en el cual depositar el lenguaje, la divinidad, el amor y los cantos sagrados, crea a los cuatro dioses que no tienen ombligo y a sus respectivas consortes, que en el futuro enviarán a la tierra el alma de los hombres.
 
 

I
El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
de una pequeña porción de su propia divinidad,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina.
 

II

Habiéndose erguido. [asumido la forma humana],
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
concibió el origen del lenguaje humano.
De la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano
e hizo que formara parte de su propia divinidad.
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas primigenias,
antes de tenerse conocimiento de las cosas,
creó aquello que sería el fundamento del lenguaje humano
e hizo el verdadero Primer Padre Ñamandu
que formara parte de su propia divinidad.
 

III

Habiendo concebido el origen del futuro lenguaje humano,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
concibió el fundamento del amor [al prójimo].
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas primigenias,
antes de tenerse conocimiento de las cosas,
y en virtud de su sabiduría creadora,
concibió el origen del amor [al prójimo].
 
IV

Habiendo creado el fundamento del lenguaje humano,
habiendo creado una pequeña porción de amor,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
el origen de un solo himno sagrado lo creó en su soledad.
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas originarias,
antes de conocerse las cosas,
creó en su soledad [para sí mismo] el origen de un himno sagrado.
 

V

Habiendo creado, en su soledad, el fundamento del lenguaje humano;
habiendo creado, en su soledad, una pequeña porción de amor;
habiendo creado, en su soledad, un corto himno sagrado,
reflexionó profundamente sobre a quién hacer partícipe del fundamento del lenguaje humano;
sobre a quién hacer partícipe del pequeño amor [al prójimo];
sobre a quién hacer partícipe de las series de palabras que componían el himno sagrado.
Habiendo reflexionado profundamente,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
creó a quienes serían compañeros de su divinidad.
 

VI

Habiendo reflexionado profundamente,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
creó a los Ñamandu de corazón valeroso.
Los creó simultáneamente con el reflejo de su sabiduría [el Sol].
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas originarias,
creó al Ñamandu de corazón grande.
Para padre de sus futuros numerosos hijos,
para verdadero padre de las almas de sus futuros numerosos hijos,
creó al Ñamandu de corazón grande.
 
VII
A continuación,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
al verdadero padre de los futuros Karaí,
al verdadero padre de los futuros Jakaira,
al verdadero padre de los futuros Tupá
les impartió conciencia de la divinidad.
Para verdaderos padres de sus futuros numerosos hijos,
para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futuros numerosos hijos,
les impartió conciencia de la divinidad.
 
VIII

A continuación,
el verdadero Padre Ñamandu,
para situarse frente a su corazón,
hizo conocedora de la divinidad
a la futura verdadera madre de los Ñamandu.
Karaí Ru Ete hizo conocedora de la divinidad
a quien se situaría frente a su corazón,
a la futura verdadera madre de los Karaí.
Jakaira Ru Ete, de la misma manera,
para situarse frente a su corazón,
hizo conocedora de la divinidad
a la verdadera madre Jakaira.
Tupá Ru Ete, de la misma manera
a la que situaría frente a su corazón,
hizo conocedora de la divinidad
a la verdadera futura madre de los Tupá.

IX

Por haber ellos asimilado la sabiduría divina
de su propio Primer Padre;
después de haber asimilado el lenguaje humano;
después de haberse inspirado en el amor al prójimo;
después de haber asimilado las series de palabras del himno sagrado;
después de haberse inspirado en los fundamentos de la sabiduría creadora,
a ellos también llamamos excelsos verdaderos padres de las palabras-almas;
excelsas verdaderas madres de las palabras-almas.
 
 
3. LA PRIMERA TIERRA
 
Ñande Ru crea la primera tierra, sustentándola con cuatro columnas, varas-insignias, que aseguran su estabilidad. A esta primera tierra original envía a los hombres y a la víbora, a la pequeña cigarra roja, el coleóptero girínido y-amaí, a la perdiz grande y al armadillo. Al destruirse la primera tierra, los hombres virtuosos se elevaron al cielo, donde conservaron su figura; los transgresores de la ley divina subieron también, pero transformados en seres irracionales. Los animales que ahora viven sobre la tierra no son sino imágenes de los prototipos celestiales, esto es, de los hombres transformados en animales y de los animales mencionados, que desde su origen tuvieron la forma actual.

El Creador, antes de retirarse nuevamente a las tinieblas, encomendó a los grandes dioses creados y no engendrados el cuidado de la tierra. A Karaí, dios del fuego, encargó el crepitar de llamas, los truenos que se escuchan en el oriente, principalmente en la primavera, y que inspiran fervor a los hombres. Este dios y su consorte serán los que envíen las almas de hombres y mujeres que llevarán el nombre sagrado de "Señores dueños de las llamas". A Jakaira confirió el mando de la neblina vivificante, para que hombres y mujeres enviados por él y su consorte sean los "Dueños de la neblina", que otorga sabiduría y poder para conjurar maleficios. A Tupá, dios de las aguas, y a su esposa encargó la lluvia y el granizo que darán templanza y moderación a sus hijos.

Después de esto inspiró a los verdaderos padres de las palabras-almas el himno sagrado para que lo enviaran a la tierra. A ellos, para que formaran a los hombres; a ellas, para que dieran vida a las mujeres.
 

I

El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
habiendo concebido su futura morada terrenal,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
hizo que en la extremidad de su vara fuera engendrándose la tierra.
Creó una palmera eterna en el futuro centro de la tierra;
creó otra en la morada de Karaí [Oriente];
creó una palmera eterna en la morada de Tupá [Poniente];
en el origen de los vientos buenos [N. y N. E.] creó una palmera eterna;
en los orígenes del tiempo espacio primigenio [S.] creó una palmera eterna;
cinco palmeras eternas creó;
a las palmeras eternas está asegurada la morada terrenal.
 

II

Existen siete paraísos;
el firmamento descansa sobre cuatro columnas;
sus columnas son varas insignias.
Al firmamento que se extiende con vientos
lo empujó nuestro Padre, enviándolo a su lugar.
Habiéndole colocado primeramente tres columnas al paraíso,
éste se movía aún;
por este motivo le colocó cuatro columnas de varas-insignias;
sólo después de esto estuvo en su debido lugar, y ya no se movía más.
 

III

El primer ser que ensució la morada terrenal fue la víbora originaria;
no es más que su imagen la que existe ahora en nuestra tierra;
la serpiente originaria genuina está en las afueras del paraíso de nuestro Padre.
El primer ser que cantó en la morada terrenal de nuestro Primer Padre,
el que por primera vez entonó su lamentación en ella,
fue la "yrypa", la pequeña cigarra colorada.
La cigarra colorada está en las afueras del paraíso de nuestro Padre:
es solamente la imagen de ella la que queda en la morada terrenal.
Pues bien, el "y-amaí" es el dueño de las aguas,
el hacedor de las aguas.
El que existe en nuestra tierra ya no es el verdadero:
el verdadero está en las afueras del paraíso de nuestro Padre;
ya no es más que su imagen el que actualmente existe en nuestra tierra.
Cuando nuestro Padre hizo la tierra
he aquí que era todo bosques, dicen que campos no había.
Por este motivo, y para que trabajase en la formación de las praderas,
envió al saltamontes verde.
En donde el saltamontes clavó originariamente su extremidad inferior
se engendraron matas de pasto:
solamente entonces aparecieron las praderas.
El saltamontes celebró con sus chirridos la aparición de los campos.
El saltamontes originario está en las afueras del paraíso de nuestro Padre:
el que queda ahora no es más que una imagen suya.
En cuanto aparecieron los campos,
la primera en entonar en ellos su canto,
la primera en celebrar su aparición,
fue la perdiz colorada.
La perdiz colorada que por primera vez entonó sus cantos en las praderas
está ahora en las afueras del paraíso de nuestro Padre:
la que existe en la morada terrenal no es más que su imagen.
El primero en remover la tierra en la morada terrenal de nuestro Padre
fue el armadillo.
Ya no es el verdadero armadillo el que existe hasta el presente en nuestra tierra:
éste ya no es más que su simple imagen.
La dueña de las tinieblas es la Lechuza.
Nuestro Padre el Sol es dueño del amanecer.
__________
 
Nuestro Primer Padre está por internarse
en las profundidades del paraíso;
en vista de ello así habló:
– Solamente tú, Karaí Ru Ete,
las hileras de llamas inasequibles en que yo me inspiro
las harás vigilar por intermedio de tus hijos,
los Karaí valerosos.
Por consiguiente,
haz que ellos se llamen "los Señores dueños de las llamas".
Di: "Ellos vigilarán aquello que ha de producir el ruido de crepitar de llamas."
Cada primavera haz que se solivien las hileras de llamas
para que escuchen el ruido de crepitar de llamas
los bien amados que llevan la insignia de la masculinidad,
las bien amadas que llevan el emblema de la feminidad.
Después de estas cosas, dijo a Jakaira Ru Ete:
– Bien, tú vigilarás la fuente de la neblina
que engendra las palabras inspiradas.
Aquello que yo concebí en mi soledad,
haz que lo vigilen tus hijos
los Jakaira de corazón grande.
En virtud de ello que se llamen
"Dueños de la neblina de las palabras inspiradas",
di a ti mismo.
Después de estas cosas,
a Tupá Ru Ete le habló en esta forma:
– Tú tendrás a tu cargo el extenso mar
y las ramificaciones del extenso mar en su totalidad.
Yo haré que tú te inspires en las leyes
mediante las que se refrescará la divinidad.
Por consiguiente,
tú enviarás repetidamente a la morada terrenal
por intermedio de tus hijos los Tupá de corazón grande,
aquello que refresca,
para nuestros bien amados hijos,
nuestras bien amadas hijas.
 
 
El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
estando por hacer descender a la morada terrenal
la ciencia buena para las generaciones
de los que llevan la insignia de la masculinidad,
el emblema de la feminidad,
a Jakaira Ru Ete dijo:
– Bien, en primer lugar,
alojarás en primer lugar en la coronilla
de nuestros hijos y nuestras hijas
la neblina [vivificante].
Cada vez que retorne la primavera
harás circular, por intermedio de tus hijos,
los Jakaira de corazón grande,
la neblina por la morada terrenal.
Únicamente en virtud de ella
podrán nuestros hijos, nuestras hijas prosperar.
– Karaí Ru Ete,
tú también harás que las llamas sagradas se alojen
en nuestros amados hijos, en nuestras amadas hijas.
– Por esto, mi hijo Tupá Ru Ete,
aquello que yo concebí para refrescamiento [moderación]
haz que se aloje en el centro del corazón
de nuestros hijos.
Únicamente así los numerosos seres
que se erguirán en la morada terrenal,
aunque quieran desviarse del verdadero amor,
vivirán en armonía.
Únicamente mediante aquello que refresca [moderación],
las leyes que pronuncié para regir el amor
no producirán excesivo calor
en nuestros futuros amados hijos,
en nuestras futuras amadas hijas.
Habiendo Ñamandu Ru Ete, el Primero,
designado por sus respectivos nombres
a los verdaderos padres de sus futuros hijos,
a los verdaderos padres de las palabras [almas]
de sus futuros hijos,
cada uno de ellos en su respectiva morada [dijo):
– Después de estas cosas,
después de haber hecho que os llaméis por vuestros nombres,
cada uno de vosotros, en vuestras respectivas moradas,
concebiréis las leyes que regirán en la tierra
a los que llevan la insignia de la masculinidad
y el emblema de la feminidad.
Después de estas cosas,
inspiró el canto sagrado del hombre
a los verdaderos primeros padres de sus hijos,
inspiró el canto sagrado de la mujer
a las primeras madres de sus hijas,
para que después de esto, en verdad,
prosperaran quienes se erguirían
en gran número en la tierra.
 
 
4. LAS LLAMAS Y LA NEBLINA DEL PODER CREADOR
 
Kuaa-ra-ra es una de las palabras sagradas que no son pronunciadas por los mbyás frente a los extraños. Su significado literal es "poder creador de la sabiduría". Junto con las palabras tataendy y tatachina, que quieren decir respectivamente "llamas" o "manifestación visible de la divinidad" y "tenue neblina" o "neblina vivificante que infunde vitalidad a todos los seres", se integra uno de los conceptos más elevados de la religión guaraní; pero a tal punto incomprensible en su cabal significado que es uno de los misterios que los dioses sólo revelarán a los hombres verdaderamente fervorosos.

 
En virtud de su condición divina dicen [los dioses]:
"Las llamas y la neblina del poder creador."
Fue el primer Ñamandu quien hizo que se engendrase
aquello que se convertiría en esta cosa [kuaa-ra-ra] como parte de su ser.
En la morada terrenal,
ni los mejores entre los que llevan la insignia de la masculinidad,
ni las mejores que llevan el emblema de la feminidad
las llegarán a conocer;
ello es cosa inasequible.
De esta cosa, sin embargo,
a los que se dedican a orar con verdadero fervor,
les divulgarán [los dioses] por qué es que dicen
"las llamas y la neblina del poder creador".
Fue en virtud de ello que nuestro Padre
asentó en el mismísimo centro de su corazón
el origen de la excelsa palabra
que originariamente engendró
[a la que originalmente puso fundamento].
A esta cosa llaman
"las llamas y la neblina del poder creador".
En virtud de ella,
en virtud de haberla puesto en pie simultáneamente
con la fuente de luz de su corazón y el Sol,
para que en toda la extensión de la tierra y del firmamento
no hubiera absolutamente nada que escapase a su vista,
a aquello que creó como parte de sí mismo
y en virtud de su decir [Verbo]
"las llamas y la neblina del poder creador,
el Sol de la Divinidad",
la llamó el verdadero Padre Ñamandu, el Primero.
 
 
5. SE ESTÁ POR DAR ASIENTO A UN SER PARA ALEGRÍA DE LOS BIEN AMADOS

El Creador da instrucciones a los dioses creados y no engendrados para que envíen las palabras-almas a la tierra, a fin de que encarnen en los cuerpos de los recién nacidos. Da a los dioses el consejo que deberán impartir a cada palabra-alma a fin de que el nuevo ser tenga la suficiente fortaleza para enfrentarse a las adversidades de la vida.
 
– Cuando está por tomar asiento [nacer]
un ser que alegrará a los que llevan la insignia de la masculinidad,
el emblema de la feminidad,
envía a la tierra una palabra-alma buena para que se encarne,
dijo nuestro Primer Padre
a los verdaderos padres de las palabras-almas de sus hijos.
– Por consiguiente,
la palabra-alma buena que a nuestra tierra enviares
para que se encarne,
en esta forma le aconsejarás discretamente,
repetidas veces:
"Bien, irás tú, hijito de Ñamandu
[de Karaí, Jakaira o Tupá],
considera con fortaleza la morada terrenal;
y aunque todas las cosas, en su gran diversidad,
horrorosas se irguieren,
tú debes afrontarlas con valor."
 

 
6. EL DILUVIO
 
Cuando los dioses destruyeron la primera tierra, Yvy Tenondé, los hombres que la habitaban ascendieron a los cielos. Los virtuosos, para continuar allá con su forma humana; los transgresores de la ley divina, convertidos en irracionales. El Señor Incestuoso, después de danzar, orar y cantar con todo fervor, pudo al fin alcanzar la perfección y habitar entre los hombres virtuosos, los dioses menores.
 

 
Los habitantes de la Primera Tierra
ya han alcanzado todos el estado de indestructibilidad.
Los que rezaron en buena forma,
los que poseyeron entendimiento,
han alcanzado la perfección,
se dirigen hacia su futura morada.
Ellos mismos crean sus moradas de tierra eterna
en la morada de los dioses menores.
Los que carecieron de entendimiento,
los que se inspiraron en la mala ciencia,
los que transgredieron contra los situados encima de nosotros,
se fueron en mala forma,
sufrieron la metempsicosis.
Hay quienes se convirtieron en pájaros,
en ranas, en escarabajos;
en venado convirtió Nuestro Padre a la mujer que había hurtado:
únicamente viviendo de acuerdo
a los preceptos dejados por nuestros buenos padres
hemos de prosperar.
El Señor Incestuoso transgredió contra nuestros Primeros Padres:
se casó con su tía paterna.
Estaban por venir las aguas;
el Señor Incestuoso oró, cantó, danzó;
ya vinieron las aguas,
sin que el Señor Incestuoso hubiera alcanzado la perfección.
Nadó el Señor Incestuoso,
con la mujer nadó;
en el agua danzaron, oraron y cantaron.
Se inspiraron de fervor religioso;
al cabo de dos meses adquirieron fortaleza.
Obtuvieron la perfección;
crearon una palmera milagrosa con dos hojas;
en sus ramas descansaron para luego dirigirse a su futura morada,
para convertirse en inmortales.
El Señor Incestuoso, el señor de la unión nefanda,
él mismo creó para su futura morada de tierra indestructible
en el paraíso de los dioses menores.
Se convirtió el Señor Incestuoso en nuestro Padre Tapari;
se convirtió en el verdadero padre de los dioses menores.
 
 

 
7. LA NUEVA TIERRA

El Creador, Ñamandu Ru Ete, pide a uno de los Verdaderos Padres de las palabras-almas que cree la nueva tierra para sustituir a la anterior. Karaí Ru Ete no acepta, porque sabe que los hombres volverán a transgredir los preceptos divinos y que los dioses tendrán nuevamente que destruir la tierra.

Pide entonces el Creador a Jakaira Ru Ete que la cree, y éste acepta, prometiendo aliviar con su neblina vivificante, con el tabaco y con la pipa los infortunios de la futura tierra de las imperfecciones.

 
ÑAMANDU RU ETE AL MENSAJERO

– Bien, irás, mi hijo,
y preguntarás a Karaí Ru Ete
si él está dispuesto a crear
su pequeña morada terrenal.
 

 
KARAÍ RU ETE, AL MENSAJERO
 
Yo en ninguna manera estoy dispuesto
a crear algo predestinado a no perdurar;
yo descargaría mi cólera sobre la tierra.
Por consiguiente dile:
"Él no tiene intención
de crear su morada terrenal."
 

 
ÑAMANDU RU ETE, AL MENSAJERO
 
–Bien, siendo así,
ve ante Jakaira Ru Ete y dile
si él está dispuesto a crear
su morada terrenal.
 
 
JAKAIRA RU ETE
 
– Yo ya estoy dispuesto
a crear mi futura morada terrenal.
Mi tierra ya contiene presagios de infortunio
para nuestros hijos hasta la postrer generación:
ello no obstante,
esparciré sobre ella mi neblina vivificante;
las llamas sagradas,
la neblina he de esparcir sobre todos los seres verdaderos
que circularán por los caminos de la imperfección.
Yo crearé el tabaco y la pipa
para que nuestros hijos puedan defenderse.
Yo iluminaré mansamente con mis relámpagos sin trueno
la totalidad de los valles situados entre las selvas.
 

 
8. EL POBLAMIENTO DE LA NUEVA TIERRA
 
No fue personalmente Jakaira Ru Ete quien creó la nueva tierra. Fue encomendada la obra a Pa-pa Mirí, dios que probablemente sea el mismo Ychapy i, hijo de Jakaira. Antes de terminar de crear la nueva tierra fue llamado por su madre, y volvió a su lado sin concluir la obra. Por esta razón existen cordilleras y montes que no son de utilidad alguna para el hombre.

 
Para abuela de la nueva tierra
creó el tatu ai [armadillo colorado].
La que dejó para dueña de la nueva tierra
es la anfisbena.
Nuestro padre Pa-pa Mirí creó esta tierra.
Hizo que se entonase en su tierra
el canto sagrado del hombre.
El acompañamiento del canto sagrado del hombre
en la morada terrenal
fue el canto de la mujer.
Antes de haber hecho escuchar
el canto sagrado del hombre
en toda la extensión de esta tierra,
le echó de menos su madre
y le volvió a llamar a su morada.
Antes de haber llenado el ámbito de su morada terrenal
con el canto sagrado del hombre,
antes de haber alisado su morada terrenal
en toda su extensión,
volvió nuestro Padre a su morada.
 
 
 
9. LA MANERA EN QUE ORIGINALMENTE HUBO FUEGO EN LA NUEVA TIERRA
 
Una vez creada la Nueva Tierra, el Creador mandó a Pa-pa Mirí que hiciera obrar con su propia sabiduría a los mbyás, "los que portan el adorno de plumas". Pa-pa Mirí concibió como primera obra proporcionar el fuego a los hombres. Ayudado por el sapo robó el fuego a los Buitres, fingiéndose muerto. Como los Buitres no respetaron lo que creían el cadáver del dios, los condenó Nuestro Padre a alimentarse de carroña y a no llegar jamás a alcanzar la vida perfecta.
 
La tierra de nuestro Primer Padre ya se ha deshecho;
ha surgido ya la nueva tierra.
"Bien, mi hijo, ve a la tierra, tú, mi hijo Pa-pa Mirí.
Tú de tu propia sabiduría conocerás
a los que llevarán la hermosa insignia de la masculinidad.
En cuanto conozcas el adorno de plumas
llevarás mi palabra y la harás obrar en la tierra.
Solamente en virtud de ella sabrás qué hacer en la tierra",
dijo nuestro Primer Padre.
Extendiéndose ya [ante la vista] su tierra,
habiéndola él creado y puesto en su debido lugar,
concibió él la labor a que debiera dedicarse;
qué es lo que debía enseñar a quienes llevan el adorno de plumas
y demás habitantes distintos de la tierra,
divulgándoselos para que lo supiesen.
Habiendo descendido a la tierra,
lo primero en que pensó fue la provisión de fuego.
– El primer trabajo que conoceré es la provisión de fuego – dijo –.
Por consiguiente, mi mensajero, mi hijo sapo,
yo fingiré estar muerto, a fin de que los que se levantaren contra mí
practiquen en mí sus malas artes [prácticas vedadas].
Solamente ellos tienen fuego en la tierra;
esto deben tenerlo los mortales
para que nuestros hijos que permanecerán en la tierra
tengan conocimiento de él.
Yo fingiré estar muerto,
a fin de que el fuego de los que se levanten contra mí
sea para nuestros hijos.
Bien, mi hijo sapo, ponte al acecho;
cuando yo me sacuda, esparciré el fuego;
lo tragarás en cantidad.
Habiéndose acostado, extendiéndose,
supo nuestro Primer Padre que su hijo había muerto.
Por consiguiente, al futuro buitre [dijo]:
– Bien, ve, mi hijo; veo que mi hijo está muy grave;
por consiguiente, ve y resucita a mi hijo.
Vino el futuro hijo y vio el cadáver; vio que era bien gordo.
Encendió fuego [en dicho lugar] para asarlo
juntamente con sus compañeros.
Trajeron leña, encendieron fuego sobre él;
entonces se sacudió Pa-pa Mirí.
Entonces interrogó a su hijo el sapo.
– No he tragado – dijo.
Volvió a acostarse, extendiéndose y fingiéndose estar muerto;
los que se alzaban contra él volvieron a juntarse,
recogieron leña, volvieron a encender fuego;
se sacudió nuevamente nuestro Padre.
Volvió a interrogar a su hijo el sapo.
– Esta vez, efectivamente, he tragado en cantidad... un pedacito así.
– Bien, en ese caso, sacúdalo mi hijo para uso de mis hijos.
Para el efecto, arrójalo aquí.
Habiéndolo arrojado:
– Ve a traer madera para dejar en ella el fuego – dijo.
Trajo un gajo de aju’y joá [laurel].
– Bien, ahora arrójalo aquí;
para arrojarlo trae mi flecha con su punta – dijo.
Habiéndolo arrojado,
lo depositó en el aju’y joá, dejándolo allí.
Para compañero de aju’y joá, trajo el bejuco subterráneo;
en él también lo depositó.
En ellos, en ambos, depositó el fuego
para los buenos portadores del adorno de plumas
para que quedase fuego para los habitantes de la tierra.
Después de estas cosas,
volvieron los futuros buitres ante nuestro Padre.
Sabiendo nuestro Padre que habían asado el cuerpo, dijo:
– Id vosotros y convertíos en seres
que no respetaréis la casa grande [cadáver].
Lloraron los buitres;
porque en ninguna manera alcanzarían la vida perfecta,
lloraron.
 
 
 
10. ORACIÓN MATUTINA AL CREADOR
 
El mbyá saluda al Creador cada mañana con la siguiente oración, en la que reconoce que los hombres – "aquellos a los que la divinidad proveyó de arcos" – permanecen sobre la tierra en virtud de la voluntad de Ñamandu Ru Ete.

 
¡Oh, verdadero Padre Ñamandu, el Primero!
En tu tierra el Ñamandu de corazón grande
se yergue simultáneamente con el reflejo de su divina sabiduría [se refiere al Sol, que está saliendo].
En virtud de haber tú dispuesto
que aquellos a quienes tú proveíste de arcos nos irguiésemos,
es que nosotros volvemos a erguirnos.
En virtud de ello, palabras indestructibles
que en ningún tiempo, sin excepción, se debilitarán,
nosotros, unos pocos huérfanos del paraíso,
volvemos a pronunciarlas al levantarnos.
En virtud de ellas, séanos permitido
levantarnos repetidas veces,
¡oh! verdadero Padre Ñamandu, el Primero.
 
 
 

II. LAS AVENTURAS DE UN DIOS


 

11. EL SEÑOR DEL CUERPO COMO EL SOL

Los mbyás no aceptan el conocido mito de los Gemelos en toda su integridad. Para ellos es inconcebible que dentro de su mitología se encuentren seres divinos mellizos.

Pa’i Rete Kuaray, que en otras mitologías es el mayor de los Gemelos, es el señor del cuerpo resplandeciente como el Sol. Él mismo crea a su hermano Jachyra, Futura Luna, que en otros grupos es el Gemelo menor.

Entre los mismos mbyás existen divergencias en cuanto a la paternidad de Pa’i Rete Kuaray. Algunos aceptan que su padre es el Creador mismo, Ñamandu Ru Ete. Otros otorgan la paternidad a Ñande Ru Ychapy o Pa-pa Mirí, el creador de la nueva tierra. El texto que se transcribe en seguida acepta que Pa’i es hijo de Pa-pa Mirí.

Una niña púber vivía en el centro de la tierra, patria original de los mbyás. Pa-pa Mirí, convertido en lechuza, golpea a la niña con sus alas y la embaraza. De esta unión nace Pa’i.

Llegan un día él y su madre a la casa de los Seres Primitivos, personajes que pueden ser la representación de las naciones belicosas que ocupaban esa región a la llegada de los guaraníes o simplemente encarnaciones del mal. Matan los Seres Primitivos a la madre de Pa’i, pero no pueden comerse a éste.

Pa’icrece entre ellos, y crea a su hermano menor. Cierta vez que ambos hermanos andan de cacería, un loro les revela que aquellos con quienes viven han sido los devoradores de su madre, y los hermanos matan a los Seres Primitivos. Escapa una mujer embarazada que, posteriormente, al nacer su hijo, tiene relaciones incestuosas con él para poblar la tierra. Pero en castigo por haber procedido en contra de la madre de Pa’itodos son convertidos en jaguares.

Pa’itoma los huesos de su madre y, no pudiendo hacerla reencarnar, los arroja a la selva y los convierte en paca.

El hermano mayor enseña al menor las propiedades de las frutas de la selva. Llegan posteriormente a donde pesca Charia, su tradicional enemigo, quien devora al hermano menor, originando así los eclipses de Luna.

Sigue el poema relatando las aventuras de Pa’i, que explican las manchas y el arco de la luna, los eclipses de Sol, diversas costumbres de los animales, etc. El último episodio da la causa de que los hombres tengan dos almas, la segunda por intromisión del espíritu de un animal.


La futura madre de nuestro padre Pa’i era niña púber; armaba lazos para cazar perdices "tataupa"; en uno de ellos cogió una lechuza.

La ató para su animal doméstico. Luego quiso darle de comer grillos, pero no los comía; tampoco comía mariposas; sólo comía costras secas de mbeju [tortas de maíz].

Todas las noches hacía dormir su ave a la cabecera de su lecho. Ella golpeaba suavemente a su dueña con las alas en la cabeza, y la niña con esto quedó embarazada.

Al acontecer esto, tomó cuerpo la lechuza: resultó ser nuestro padre, Pa-pa Mirí. Nuestro Padre sentó precedentes para nuestra futura conducta.

Producidas estas cosas, quiso abandonar su tierra.

– Vamos a mi morada – dijo a su esposa.

– No quiero ir; será mala tu esposa, la verdadera madre de tus hijos que está en los paraísos. – Y diciendo esto, se quedó.

– Aunque sea más tarde, llévame mi hijo – dijo.

Se marchó nuestro padre; se quedó la esposa de Pa-pa, la madre de Pa’i, en la tierra.

Después de estas cosas, siguió las huellas de su esposo, llevando su hijo en e1 vientre; a él le pregunto sobre los caminos que había tomado su padre.

El lugar donde vivió originariamente nuestra abuela se llama el lugar de las aguas surgentes. Dicho lugar es el centro de la tierra, el verdadero centro de la tierra, el verdadero centro de la tierra de nuestro padre Pa-pa Mirí.

Yérguese en dicho lugar una palmera milagrosa. Cuando la palmera milagrosa floreció por primera vez, fue el ave piri’yriki la que originariamente libó sus flores.

Hasta el presente las numerosas huellas de nuestra abuela han de conservarse intactas en su totalidad; ninguna de ellas ha de desaparecer, hasta el presente.

Y esto mediante, en verdad, si nos amamos con verdadero amor y si pronunciamos sinceras plegarias, hemos de volver a ver estas cosas.


Vio Pa’i una flor de lirio. Al verla dijo:

– Coge aquella flor para jugar yo con ella cuando lleguemos a las afueras de la casa de mi padre. Luego volvió a ver otra.

– Vuelve a coger aquélla para jugar yo con ella cuando lleguemos a las afueras del paraíso de Pa-pa.

Volviendo a coger aquélla, picó a su madre un abejorro, enojándose su madre por ello, y dijo:

– Solamente después de estar entre la gente debemos pedir juguetes, queremos jugar.

Preguntó la mujer acerca del camino que había seguido su padre, pero no le contestó. Por ello, siguió el mejor de los caminos y llegó, por consiguiente, a la casa de los Seres Primitivos. En dicho lugar, así habló la abuela de los Seres Primitivos:

– Vuelve sobre tus pasos, mi hija, que los chicos son seres perversos.

Pero, a pesar de haber dicho esto, no volvió. Entonces la abuela la cubrió con una olla grande. En seguida sus nietos llegaron de la selva y exclamaron, dicen:

– ¡Uh, mi abuela ha cazado!

En vista de esto dijo la abuela:

– ¿Cómo queréis que yo haya cazado, ¡ay de mí!, si vosotros que anduvisteis recorriendo la selva no cazasteis?

Entonces vino llegando un hermano menor que tenía mejor olfato. Alzó el borde de la olla y halló que debajo, efectivamente, estaba la madre de nuestro padre Pa’i.

La mató en el acto y, al destriparla, halló que estaba embarazada. Por esto dijo a su abuela:

– Ásalo en este cazo, y lo comeré – dijo.

Queriendo asarlo, el asador no pudo penetrar en él; por consiguiente dijo:

– Lo comeré asado sobre las brasas.

Nuevamente no pudieron asarlo; no tuvieron poder para asarlo; por consiguiente:

– Llévalo al mortero y rómpele los huesos.

Nuevamente les fue imposible romperle los huesos. Dijo:

– Llévalo al sol para que se seque y me sirva de animalito doméstico.


En cuanto se hubo secado, buscó un arco.

– Ponle cuerda a mi arco – dijo la abuela de los Mba’e Ypy [Seres Primitivos].

Le puso cuerda. Flechó [con él] mariposas, trayéndolas en grandes cantidades a su abuela. Más tarde, habiendo crecido y adquirido entendimiento, buscó pájaros para su abuela, matándolos en grandes cantidades.

Después de esto hizo a quien le serviría de compañero, de hermano menor. Él mismo, de su propia divinidad, creó de una hoja de kurupika’y a Futura Luna.

Habiendo [ellos] adquirido destreza en la selva, su abuela les dijo:

– A aquel monte azul no debéis ir. Pero siendo ya más activo su hermano:

– ¿Por qué será que nuestra abuela no nos quiere mandar a aquel monte azul?

En respuesta dijo [Futura Luna]:

– Si quieres, vamos.

– Vamos a pesar de todo, dijo Pa’i.

Dicho esto, se fueron al monte, el uno al lado del otro. Mataron muchos pajaritos. Entonces el hermano menor encontró un loro. Disparó una flecha sin decir nada a su hermano mayor. Erró y el loro habló.

– Al errar el loro, he aquí que ha hablado – dijo a su hermano mayor.

En vista de ello, se acercó su hermano.

– Vuelve a tirar – dijo.

Habiendo vuelto a errar, dijo el loro:

– A quienes devoraron a vuestra madre sustentáis – dijo.

Al escucharle, nuestro padre Pa’i se apoyó en su arco y lloró. Libertó a los numerosos pájaros que habían cazado e hizo chupar a su hermano el lazo de guembepi con que habían estado atados, creando de él un ave jayru. Volvieron con las manos vacías, sin llevar nada a su abuela.


A raíz de estas cosas supo nuestro padre Pa’i que eran los Mba’e Ypy los que habían devorado a su madre; hizo una trampa. Vino un hermano mayor.

– ¿Qué haces? – dijo.

– Hago una trampa grande [para tigres] – dijo.

– Pues en ésta, verdaderamente yo no moriría – dijo el Mba’e Ypy.

– Entra pues en él, a ver – dijo.

Entró y murió. Fue en esta manera que exterminó a los que habían devorado a su madre, que aniquiló a los machos.

Fue después de esto que nuestro padre Pa’i hizo el árbol frutal de los Mba’e Ypy para, fingiendo querer convidar con la fruta a las Mba’e Ypy, engañar a las que habían devorado a su madre. Trajo a su abuela algunas frutas caídas del árbol. Queriendo vehementemente su abuela comer más, dijo:

– Vamos junto al árbol frutal para comer a gusto.

Por consiguiente, nuestro padre Pa’i hizo un río y colocó [sobre él] un puente; echó al agua cortezas de árboles, creando de ellas moradores del agua: serpientes, lobos chicos, lobos grandes, boas constrictoras, los que devorarían a las Mba’e Ypy, a las mujeres.

Hizo que Luna cruzarse el río para sujetar la extremidad del puente.

– Cuando todas estén sobre el medio del río, dale vueltas [al tronco]; en cuanto estén [en el medio], yo arrugaré la nariz; entonces tú le darás vuelta – dijo a su hermano.

Luego, y antes de hallarse todas sobre el centro de la corriente, de puro gozo hizo nuestro padre Pa’i un gesto semejante al que hace quien frunce la nariz. Su hermano dio vueltas al puente antes de tiempo, pudiendo dar un salto una Mba’e Ypy preñada, irguiéndose ya a salvo sobre la barranca del río. En vista de ello, dijo nuestro padre Pa’i:

– Ser horroroso, ¡súmete en sueño y despierta! Ser que tornas horrorosos los ríos y las costas de los ríos, ¡súmete en sueño y despierta! Y he aquí que su hijo fue macho, dicen: por consiguiente fornicó con su madre y procreó, extendiéndose [su prole] por toda la tierra.

Por haberse enfurecido grandemente nuestro padre Pa’i al ver a la que había devorado a su madre erguirse en la barranca precipitosa del río y ponerse a salvo, fue por eso que la convirtió en el ser que torna inhóspitas las costas de los ríos. De no haber procedido así, no habría jaguares.

Después de lo acontecido, y habiendo divulgado lo de la fruta dulce a fin de engañar a las Mba’e Ypy, no la dejó para que la comiesen los jeguakáva: dejó en la tierra su simple imagen, convertida en la "comida de las iguanas" [Eugenia myrcianthes].


Acontecidas estas cosas, recogió los huesos de su madre y dijo a su hermano:

Ve y espanta una perdiz.

Fue y espantó una perdiz y al hacer esto, dijo la madre de Pa’i:

¡Escucha, el chico espanta perdices! Y él [Jachy] dijo:

¡Ay mamita! ¡Ay mamita!, he intentado mamar. Volvieron a caerse los huesos de su madre. En vista de ello, dijo:

– Ve ahora más lejos y espanta una perdiz. Entonces dijo nuevamente su madre:

– ¡Escucha, el chico espanta perdices!

Dijo nuevamente su hermano,

– ¡Ay mamita, ay mamita!

Intentó nuevamente mamar; nuevamente se descompuso [el cuerpo reconstruido].

Entonces, en vista de la imposibilidad de reconstruir los huesos de su madre, los arrojó por la selva.

– Semejante a madre, ¡súmete en sueño y vuelve a la vida!

Dijo, convirtiéndola en jaicha, en comadreja moteada [paca]. Por esto, hasta el presente, cuando una paca cae en una trampa, el Sol no sale pronto, por remordimiento.


Pa’i Rete Kuaray y Jachyrá partieron siguiendo las costas del río, uno en cada orilla. Luna encontró una guavira.

– Qué fruta es ésta? – dijo.

– ¿Qué forma tiene la. fruta? – dijo el Sol.

– Tiene fruta colorada con un corral en la extremidad.

– En ese caso son guaviras; no las comas; te darán lombrices. Las guaviras maduras deben fumigarse para comerse.

Luego encontró frutas de pindo.

¿Qué frutas son? – dijo –. Tiene frutos colorados y además duros.

– Pues son frutas de pindo; muérdelas.

Iba comiendo y llegó donde había guaviju.

– Hermano, ¿qué fruta es ésta?

– Son guaviju, pues; no las comas; hay que fumigarlas antes de comer.

De allí siguieron por las costas del río; llegó Luna adonde había aguaí. Al llegar dijo a su hermano mayor:

– ¿Qué fruta es ésta?

– ¿Qué forma tiene la fruta? – dijo.

– Tiene fruta larga y es amarilla.

– Pues es aguaí – dijo –. Enciende fuego y ásalas; no las comas crudas. De las que comas recoge las pepitas y ponlas en el fuego y apriétalas con tu arco.

Entonces puso las pepitas de aguaí en el fuego y las apretó con su arco. Se levantó, irguiéndose del lado del fuego. Las pepitas de aguaí que había puesto en el fuego estallaron. Él se asustó grandemente y, dando un salto, cayó donde estaba su hermano mayor [en la otra orilla].


Llegaron a donde Charia pescaba. Kuaray penetró debajo del agua y tiró del anzuelo. Charia erró el pez. Tres veces Kuaray hizo así y tres veces también Charia cayó, yendo de espaldas.

– Ahora yo – dijo Luna.

Luego Luna penetró debajo del agua; zambulléndose se fue. Tiró del anzuelo y lo sacó Charia y lo golpeó por la cabeza con un palo.

Llevó el pescado a su mujer. Al cocinarse, fue llegando el Sol al lugar.

– Vas a comer pescado? – dijo Charia.

– No voy a comer – dijo Sol –. Dejadme solamente un poco de polenta. No arrojéis los huesos, para que los pueda recoger.

Habiendo recogido los huesos, se los llevó y rehizo a su hermano menor e hizo que volviese a encarnar el alma; con el mbaipy le proveyó de sesos.

Es solamente debido al hecho de haberle Charia devorado que hasta el presente la Luna desaparece; sólo por haberle su hermano mayor resucitado es que hasta ahora vuelve a nacer la Luna nueva.

En la misma forma, cuando la Luna se eclipsa, Charia está por devorarla: la Luna se eclipsa en su propia sangre.

Luna se introducía subrepticiamente en la habitación de su tía paterna [con intención de fornicar].

Queriendo saber quién era el que se introducía junto a ella, embadurnó sus dedos con resina y de noche, mientras a tientas la buscaba, le embadurnó a Luna el rostro.

Al día siguiente Luna fue a lavarse la cara a fin de quitarse la resina. No salió, no salió del todo; sólo se le ensució más la cara.

Para que hasta el presente lleve la cara manchada acontecieron estas cosas, sentando en esta forma, efectivamente, precedentes para nuestra conducta.

Dijo el Sol a su hermano menor:

– Hiere en el centro del cielo con tu flecha.

Disparó una flecha y lo hirió.

– Clava una flecha en la muesca de la primera.

Efectivamente, clavó flecha en la muesca. En esta manera iban llegando las flechas hasta la tierra.

– Pues ahora, sube por las flechas – dijo.

Subió Luna, efectivamente, y Kuaray extrajo su flecha; entró en el agujero y entró en el cielo.

En cuanto a su arco, permanece hasta el presente, el arco milagroso que llamamos Arco de Luna, para que lo usemos para nuestros arcos.

Entonces Luna hizo que lloviera; hasta el presente, para quitarse las manchas que le puso su tía, Luna hace llover; así es que la Luna nueva se lava la cara hasta el presente.


Encontró Charia coatíes y mató [uno]. Después subió Kuaray a una guavira; estando allí le tiró Charia con arco; Sol fingió estar muerto y cagó. El excremento lo envolvió Charia con hojas de lirio; puso el cadáver en canasto junto con el excremento, debajo de los coatíes. Fue Charia y bajó el canasto lejos [del agua]. Se escapó Sol, y puso una piedra en su lugar. Se fue Charia y llegó a su casa; miraban sus hijas.

– Pues aquí está el Ñakarachichá, os digo; también su excremento – dijo.

Sacaron sus hijas los coatíes.

– Este es un coatí huérfano – dijeron.

Cuando lo que quisieron decir, efectivamente, fue: es verdaderamente un coatí.

– Y esto es... ¡una piedra! – dijeron.

Encontraron la piedra debajo de los coatíes.


Subió Chária por un árbol frutal. – Qué fruta es ésta? – dijo. – Es el añangapiry – dijo Kuaray. – ¡Ay! Nuestro Padre me hace fluir agua de la piel – dijo Charia. Y vino cayendo al suelo. Encontró Ñande Ru un cedro cargado de cápsulas.

– Coatí, ¡transfórmate! – dijo.

Ya existieron coatíes, que se alejaron corriendo. Por haber sido así es que hasta ahora suben los coatíes y poco después se arrojan todos al suelo.


Nuestro padre Pa’i ya tenía hijos. Hizo que su hijito se lavase los pies cuando quería pescado; haciendo esto morían todos los peces y él los recogía y comía. Luego vino Charia.

– Préstame tu hijo –, dijo –; yo también quiero comer pescado.

Lo llevó por el bosque y lo golpeó por la cabeza, y arrastrándolo lo llevó al río. Como se golpea el timbo lo golpeó; imitando lo que haría posteriormente con el timbo, así hizo; y mató al hijito de nuestro padre.

Se encolerizó nuestro padre Pa’i; lucharon; se derribaron el uno al otro. No pudo vencerlo Charia y Sol volvió a levantarse. Resultado de esto son hasta ahora los eclipses del Sol.


Después de esto hizo nuestro padre Pa’i para su hija un canasto. La dio a Charia y él la llevó y fornicó con ella por el camino, destrozándose el pene. Castigó por eso Charia a la mujer, y sin más volvió a convertirse en canasto.


El jaguar encontró el arco de nuestro padre Pa’i por el camino. Lo manoseó, y el arco le pegó por la cara. De él [el arco] surgió el ñandyta [Genipa americana]. Hasta el presente cuando dormimos en despoblado nos desviamos del camino hasta [encontrar] un ñandyta; de él retrocede el jaguar. Si a la trampa le colocamos los costados de madera de ñandyta, el jaguar no se le acerca.

Después de estas cosas hizo nuestro padre Pa’i un adorno de plumas para la cabeza. Con fuego lo hizo; lo dio a Charia. Yendo él por la pradera olió quemazón: ardía el adorno que llevaba en la cabeza. Penetró en un pantano y salió: todavía ardía. De allí corrió y encontró un río; no se apagó; de allí salió y corrió por el campo, incinerándose.

Cuando se hubo apagado, Ñande Ru Pa’i sopló sobre las cenizas convirtiéndolas en "mbariqui", jejenes, moscas chupadoras y tábanos.

Reventó el intestino de Charia. "Chororó ro ro", dijo. Voló un pedazo de su intestino y cayó en la maleza, convirtiéndose en la perdiz "tataupa", dueña del fuego.

El alma de Charia la convirtió nuestro verdadero padre de los Tupá Rekoé [agentes de destrucción].

Una hija de nuestro padre Pa’i quiso mirar.

– No mires – dijo Ñande Ru.

Miró, sin embargo, y en consecuencia murió. Ella fue la primera a quien derribó el mbogua [alma de origen telúrico].

La enterró; sentando precedentes para nuestra futura conducta no la resucitó.


12. PA’I Y EL LORO DEL DISCRETO HABLAR

Pa’i,al ascender al Paraíso, llevó al Loro del Discreto Hablar, que quedó en el país de los kurutués,seres inmortales que ocupan la última etapa de la peregrinación hacia Yvy Mará Ey.El Loro es quien decide si los que llegan hasta su país son merecedores de entrar al Paraíso.


Al irse nuestro Padre Pa’i, llevó consigo al Loro del Discreto Hablar, dejándole encargada la extremidad de la maroma en los orígenes del Gran Mar, allende el País de los Kurutué. A él le hemos de hallar todos los que somos verdaderamente humildes, y nos divulgará por dónde nuestro Padre cruzó el Gran Mar.

Si no lo hubiera llevado consigo, habría divulgado la sabiduría a los jeguakáva, así como a nuestro Padre la divulgó.

 

 

III. ORACIONES CEREMONIALES

 

13. LA CONCEPCIÓN

 

Este himno sagrado es cantado por el dirigente espiritual de la tribu cuando se percata de la gravidez de una mujer casada. Se dirige el sacerdote a los huesos de quien portará la vara-insignia, palabra religiosa que significa cuerpo humano masculino.


Huesos de quien portará la vara-insignia

a los que se da asiento [ser humano que es engendrado]:

Tú que le sirves en calidad de madre;

tú que te yergues en calidad de padre:

esto acontece para que obtengáis

hermosa grandeza de corazón.

Únicamente así se llega a la perfección.


 

14. EL PRIMER SENTIMIENTO DEL NIÑO

 

Los niños, al nacer, están dominados por sentimientos coléricos. La cólera, raíz de todo mal, debe ser dominada desde temprana edad, lo que se consigue dando a los niños el nombre sagrado que llevarán durante toda su vida, de acuerdo con la región de la que hayan venido las palabras-almas. El sacerdote comunica con este poema a la comunidad el mandato de los dioses de dar a los hombres su nombre divino.


Entendimiento lo tenemos desde un principio, debido a cuyo hecho hasta con los pechos de nuestra madre nos encolerizamos [se refiere al llanto del párvulo que siente hambre).

Nos inspiramos en la ciencia nociva antes de inspirarnos en la buena ciencia; por consiguiente, así me han hablado los situados encima de nosotros.

¡Escuchad atentamente estas palabras, mis hermanitas, mis hermanitos, por ser de las que perduran [de origen divino]!

"Mismo contra los pechos de su madre ha de encolerizarse grandemente la criatura", dicen los situados encima de nosotros.

"En cuanto se halla entre la gente, se inspira en la cólera. Por haber yo enviado a la tierra a innumerables seres para que se yergan en la morada terrenal, a las palabras de éstos se debe que esto acontezca.

Por consiguiente, solamente cuando ellos se llamen por lo nombres que nosotros les damos, hallarán gozo los niños en la morada terrenal y dejarán de rebelarse."


 

15. EL OTORGAMIENTO DEL NOMBRE SAGRADO

 

La madre lleva a su hijo ante el que da nombre a las criaturas. Éste se comunica con los dioses. Enciende la pipa; sopla el humo sobre la coronilla del niño y comunica a la madre el patronímico sagrado que le corresponde. En este caso se presenta como ejemplo el canto dirigido a un niño que se investigó provenía de la región de Tupá Ru Ete, dios de la lluvias; del trueno y del rayo. Sus tres hermanos transfieren a este dios la oportunidad de enviar una palabra-alma de las que moran con él, de sus hijos, los Tupá Aguyjeíy los Tupá Rekoé.

La madre presenta al hijo:

Mi hijo ya está entre la gente: lo traigo porque quiero escuchar su nombre.

El que llama o da nombre a las criaturas responde:

Hemos de escuchar su nombre.

Después de haber investigado y echado el humo sobre la coronilla del niño, dice el que da nombre a las criaturas:

Para nacer esta criatura, Ñamandu Ru Ete, Jakaira Ru Ete, Karaí Ru Ete discurrieron sobre la morada terrenal con aquellos a quienes habían provisto de palabra.

Hicieron que escudriñasen las almas, buscando a quienes les servirían de madres, de padres.

Entonces Ñamandu Ru Ete, Karaí Ru Ete y Jakaira Ru Ete [dijeron]:

– Yo a mis hijos no he de volver a hacer que sean enviados; no he de volver a proveerles de asiento [hacer que se encarnen].

– Por consiguiente, a Tupá Ru Ete lo transfiero, para que él de entre aquellos con quienes conversa [a quienes inspira], de entre aquellos a quienes da asiento [hace que encarnen], discurra acerca de la morada terrenal.

En virtud de esto, Tupá Ru Ete, de entre la multitud de aquellos con quienes él conversa en el interior de su paraíso, a los Tupá Aguyjeí y los Tupá Rekoé les permitirá que se diviertan en medio de las innumerables cosas nefastas; hará que mediante ellos, en verdad, exista grandeza de corazón.

Aun entre los innumerables seres que él condenó, maldiciéndolos, se erguirá, creciendo erguido para su madre, su padre, esta criatura en quien él hizo que se encarnara un alma creada por él.


 

16. ENDECHA FÚNEBRE

 

En la primera parte de esta endecha fúnebre el orador se dirige al Creador, pidiéndole que discurra con sus hijos, los Ñe’eng Ru, Verdaderos Padres de las palabras-almas, a fin de que provean al alma del difunto de la vara-insignia en el paraíso, y de que sea recibido por ellos y sus hijos con los cantos de bienvenida. Pide también ser dotado, en virtud de la plegaria, de grandeza de corazón para servir a sus paisanos.

En la segunda parte el orador se dirige a su dios tutelar, Karaí Ru Ete Mirí, señor del fuego, pidiéndole que a su muerte no sean abandonados sus huesos, y termina suplicando al mismo Creador, para que interceda ante Karaí.

El cadáver del mbyá es conservado en un cesto hasta la total putrefacción de la carne, y luego los huesos son lavados y guardados en un recipiente de madera de cedro. Las huesos son conservados en la parte más importante de la población, porque serán nuevamente morada del alma de los hombres. Esta costumbre empieza a desaparecer.


I

Escúchame, ¡oh mi Primer Padre!

Haz que nos hable, en plazo no lejano, excelsa grandeza de corazón sin límites.

Deseando participar de ella y obtener grandeza de corazón, heme aquí confesándome a ti, ¡oh Ñamandu Ru Ete!, referente a aquello que contiene a aquel a quien tú enalteces [el lecho del muerto].

Por esto tú, quien eres su primer padre [del muerto] habla referente a ello con los excelsos verdaderos padres de la totalidad de tus hijos; habiéndote tú erguido en calidad de su primer padre, inspirarás en abundancia oraciones para la obtención de la divina grandeza de corazón. En virtud de ser tú, en verdad, su primer padre, discurrirás con tus hijos de corazón grande, discurrirás con ellos acerca de las normas a seguirse para la grandeza de corazón.

Ellos [los Verdaderos Padres de las palabras-almas] le proveerán [al muerto] de vara-insignia allende esta tierra; y harán cantar en voz alta a sus hijos los Jakaira Rekoé y los Jakaira Py’aguachu [para celebrar el retorno del alma].

En virtud de esto [estas plegarias] adquiera yo grandeza de corazón eficaz para servir a mis contados paisanos obligados a permanecer [en la tierra]. En virtud de ello, alrededor de los pocos fogones, en medio de mis pocos paisanos; en virtud de ello, en esta tierra demuestren los numerosos Karaí, poderosos originarios, el poder de las llamas y la neblina de sus varas insignias.

Mediante la sabiduría, en los pocos fogones situados en toda la extensión de esta morada terrenal, a mis pocos paisanos obligados a permanecer en ella; aun a la totalidad de aquellos a quienes no veo; a aquellos que llevan la insignia de la masculinidad y están obligados a permanecer en la tierra; a ellos, en su totalidad, demuestra el poder de las llamas y la neblina; a todos los que tienen fe demuestra su poder para obrar benéficamente, a todos, sin excepción.

 

II

Bien, Karaí Ru Ete Mirí, aunque tú, excelso, en tu pequeño paraíso iluminado inasequible te yergues, heme aquí nuevamente clamando; heme aquí, pues, clamando públicamente.

Aunque lo que añoro son cosas que no debieran añorar los seres imperfectos, heme aquí esforzándome en pos de ellas.

En respuesta a mis plegarias, dime, suplico, en qué forma, en virtud de qué conocimientos obtuviste en aquella época remota grandeza de corazón en tan breve plazo.

Pues es mi deseo de saber estas cosas el que me impulsa a cansarme, irguiéndome repetidas veces [en la danza ritual].

Es por el deseo de encontrar tus hermosas huellas [que conducen a la perfección] que en esta forma me hallo averiguando absorto acerca de la grandeza de corazón, mi Padre Karaí Ru Ete Mirí.

No quiero que a semejanza del alma que será abandonada, a semejanza de los huesos que serán despreciados, sean considerados mis huesos.

Deseo vehementemente que mis huesos amados [por los dioses] no se conviertan en tierra; a semejanza de huesos de quien portara la vara que nunca fueron amados, en ninguna manera quiero que se conviertan [en tierra].

¡Ñamandu Ru Ete, el Primero!

Eres tú quien hablará referente a estas cosas [con Karaí Ru Ete Mirí] por ser tú indiscutiblemente su primer padre.


 

17. LOS ESQUELETOS DE LOS HOMBRES MUERTOS

 

El sacerdote repite las palabras del Creador, dirigidas a cada uno de los Verdaderos Padres de las palabras-almas, referentes a los cuidados que deben tener con los esqueletos de los muertos. En este poema se usa el término sagrado "portador de la vara-insignia", nombre dado por los dioses al cuerpo humano.


En esta manera habló nuestro Primer Padre a los verdaderos padres de las almas de sus hijos:

– En virtud de haberse elevado el germen de la palabra [al cielo], y de haber retornado a la morada de quien la enviara, los huesos de quien portara la vara-insignia, aparentemente despreciados, y no obstante hallarse aparentemente abandonados, los iluminarás mansamente con la luz benéfica de tus relámpagos sin truenos – en virtud de tu divinidad lo harás – hasta que se hunda el espacio.


 

 

IV. EL CAMINO AL PARAÍSO


18. KAPITÁ CHIKU

 

Kuarachy Ete,uno de los héroes que alcanzaron Yvy Mará Ey,tuvo por yerno a Chiku.Para probar a su yerno lo hizo pasar por varias duras pruebas. En una de ellas introdujo el alma de un jaguar en el cuerpo de su nieto. El dios Tupáayudó a Chiku,matando con un granizo el alma animal del niño, y Chikucontinuó su viaje.

Esta posesión de almas de animales en los cuerpos humanos, cuando domina al alma divina, explican al mbyá los casos de locura, que pueden curarse con la intervención de los médicos-hechiceros.


Kuarachy Ete dio asiento a Chiku en la casa de las plegarias. Chiku se dedicó a la obtención de la gracia. Cantó, danzó oró; pidió inmortalidad [el estado en que no puede sufrir daño].

Se alimentó de harina de maíz. Al cabo de tres meses dijo Kuarachy Ete:

– Saca, Chiku, tu mano, para verla yo.

Sacó Chiku su mano y he aquí que, al hacerlo, se hallaba cubierta de rocío.

Por consiguiente, dijo Kuarachy Ete:

– Estás por adquirir fortaleza; conocerás la fortaleza si es que no te desvías.

Volvió a sentarse Chiku en la casa de las oraciones, juntamente con su esposa, la hija de Kuarachy Ete. Después:

– Saca tu mano para verla yo – volvió a decir Kuarachy Ete.

Sacándola nuevamente, estaba seca, como si no hubiera estado antes cubierta de rocío. En vista de ello, lo sacó de la casa e hizo que tomara su camino.

Luego Kuarachy Ete tentó a Chiku, arrojándolo a la cima de un lapacho, entre cuyas ramas hizo que quedara prendido de la cabeza.

En consecuencia, la hija de Kuarachy Ete dijo:

– No te asustes; es mi padre que así nos tiene.

– Luminoso mi pecho de sabiduría, me ha arrojado Kuarachy Ete a la cima del lapacho. ¡Ay de mí!

Entonces, esta plegaria [por él] hizo que nuevamente pisase Chiku la tierra.

Entonces, a su propia hija arrojó a la cima del lapacho, haciendo que quedase prendida de la cabeza. Chiku, a su vez, oró por ella e hizo que su esposa volviese a pisar tierra.

Se fueron juntos de aquel lugar; construyeron una vivienda; volvieron a dedicarse a la obtención de fervor.

Después de haber nacido el hijo de Chiku y haber adquirido entendimiento, Kuarachy Ete hizo que se encarnase en el cuerpo de su nieto el alma de un jaguar. Debido a esto el hijo de Chiku se fugó a la selva. Su madre corrió detrás de él; se inspiró [invocando a su hijo], entonando himnos referentes a él a Tupá.

– No te asustes, mi esposo – dijo –; no mates al niño; es mi padre quien así nos tiene – dijo.

Vino Tupá, con gracia vino; y por ella dio a la madre un granizo.

– Arrójalo contra la frente de tu hijo – dijeron los Tupá.

Tirándole con el granizo, mató a su hijo: se escurrió el alma del jaguar. Hecho esto, los Tupá redimieron su decir, hicieron que nuevamente se encarnara el alma buena.

Pasó Chiku por Asunción, mezclándose con los que no son nuestros paisanos; Aunque anduvo entre ellos, él seguía cantando entre los extranjeros. Viéndole, así hablaron los extranjeros:

– ¿Por qué será que se comporta así? Matémosle a éste. – Lo prendieron, con intención de matarlo; engrillado anduvo en una casa de altos.

Sólo después de estas cosas lo llevaron los Tupá a la selva en la que lo introdujeron nuevamente.

Después de lo acontecido, solamente, obtuvo aguyje [perfección] Capitán Chiku.

Obtuvo Chiku la perfección; de las palmas de sus manos y de las plantas de sus pies brotaron llamas; su corazón se iluminó con el reflejo de su sabiduría; su cuerpo divino se convirtió en rocío incorruptible; su adorno de plumas se cubrió de rocío; las flores de su coronilla eran llamas y rocío.


 

19. KARAÍ RU ETE MIRÍ

 

Este hombre legendario, creador del cerdo montés grande, es uno de tantos héroes que, por haber alcanzado la perfección y penetrado en Yvy Mará Ey sin necesidad de morir, han pasado a la mitología mbyá como seres privilegiados. Karaí comenzó a hacer ejercicios espirituales en Yvy Mbyte, el centro de la tierra, patria mítica de los mbyá. Viajó mucho, y entre los afluentes del Paraná obtuvo el estado de perfección, aguyje.


Karaí Ru Ete Mirí, el dueño de los cerdos, comenzó primeramente a dedicarse a la obtención de fervor en el centro de la Tierra. Luego fue a Yvy Katu. Entre los afluentes del Paraná obtuvo aguyje y se trasladó allende el Mar Grande, donde juntó tierra milagrosa, indestructible.

Él volverá a hacer cantar a sus hermanos menores en Yvy Mbyte; contará sus aventuras a los que permanecieron en Yvy Mbyte.

No fueron todos sus paisanos; no toda la carne se regeneró.


 

 

V. EL CÓDIGO


 

20. LOS PRECEPTOS QUE DEJARON NUESTROS BUENOS PADRES PARA NUESTRO GOBIERNO

 

Los dioses dejaron a los hombres un código jurídico que rigiese su conducta en esta tierra de imperfecciones. En los párrafos siguientes pueden apreciarse los preceptos relativos a ciertos delitos. En general puede decirse que todos los delitos aceptan una composición más o menos amistosa, que releva al delincuente del castigo corporal. Se exceptúa el homicidio, pues nada podrá hacer que el muerto vuelva a la vida.


Aquel que se haya apoderado violentamente de una niña al lado del camino, recibirá numerosos azotes. En caso contrario, compensará a la víctima. Si su víctima muriera, es indispensable que su agresor muera.

El que haya hincado a su prójimo, el que haya inferido herida cortante, el que haya castigado con espada de madera, dará compensación.

Si así no aconteciere, debe ser hincado, cortado, castigado con espada de madera: purgará su delito.

El ladrón será azotado. En caso contrario, compensará al dueño de la chacra a fin de que vuelva a reinar la armonía entre ellos.

Si la madre de tus hijos convive a escondidas con otro, debes repudiarla prudentemente, sin antes maltratarla.

En caso contrario, si no tienes intención de repudiarla por haber obrado así una sola vez, debes aconsejarla oportunamente en buena forma.

Si a pesar de tus buenos consejos te hace caso omiso, debes repudiarla definitivamente.

Aquel que por desamor al cuerpo hermoso de su semejante incendiara su vivienda, sufrirá la misma pena. Únicamente así hay justicia.


 

21. MUERTE PREMATURA DEL HIJO DE LOS ADÚLTEROS

 

Entre los mbyás existe la prohibición divina de cometer adulterio para el padre o la madre del niño que se gesta. Un acto de adulterio provocará la pérdida del niño.

He aquí el mensaje divino, comunicado por los sacerdotes:


La criatura a quien se está por dar asiento os pondrá a prueba: esta tentación debéis afrontarla con fortaleza; no cedáis a los deseos ociosos que os acosen.

Pues a fin de que os desviéis, hará que dirijáis miradas vedadas a otras mujeres, a otros varones.

Pues bien, esto lo digo sabiendo que lloraréis viendo al niño enfermo de gravedad.

Por obstinaros en violar este mi mandamiento clamaréis el uno al otro, lamentando la pérdida de aquel a quien se tuvo la intención [frustrada] de dar asiento para alegría vuestra.


 

22. EL HOMICIDIO

 

Como ya se ha dicho, el homicidio no admite componenda alguna, y su pena es la muerte del victimario, por haber obedecido los designios de Mba’e Pochy, el Ser Furioso. La pena es ejecutada por jóvenes pubescentes que infligen al delincuente las mismas heridas que él causó a su víctima. El texto siguiente es síntesis de una arenga pronunciada por el cacique a un reo de homicidio.


Yo me inspiro en la buena ciencia de los de arriba y, en virtud de ello, buenos consejos he de impartiros.

Solamente mediante los preceptos que nos dejaron nuestros buenos padres hemos de vivir en armonía, hemos de prosperar.

En caso contrario, permitimos que se apodere de nosotros el hacedor de todo mal.

Por consiguiente, esto que digo, mis hermanitas, mis hermanitos, estas mis palabras no las digo para que tengan efecto efímero. Escuchadlas pues con atención.

Mismo la hormiga, en defensa de sus hijos, cuando a ellos los molestamos, se enfurece y nos pica, aunque con ello nada consiga.

También los pajaritos defienden a sus hijos y, viendo que nos apoderamos de ellos, baten las alas aunque con ello nada puedan hacer.

Exactamente en la misma manera, nosotros defendemos a nuestros hijos, nuestras hijas. Por consiguiente, si entre ellos se infligen grandes males [se matan] el hecho es en extremo grave.

Cuando tales cosas acontecen, me hallo impotente, faltan caminos para mis palabras [enmudezco, no pudiendo alegar nada en defensa del victimario].

A pesar de haberme inspirado en excelentes palabras, esta cosa es irremediable [no puede defenderse].

Yo imparto los buenos consejos, en que me he inspirado [he recibido]; aun en medio de ellos Mba’e Pochy ha prosperado, haciéndole perder la cabeza [al victimario]. Estas cosas suceden para que sobre ellas carezca en absoluto de potestad.

Con excepción de ello [el homicidio] en todos los casos de delitos, sin excepción, estoy facultado para intervenir.

En cuanto a este caso, el homicidio, sin embargo, en ninguna manera admite componendas: se trata del crimen más grave que cometemos. Por consiguiente, e1 purgarlo [con la vida] es la única manera en que puede haber justicia.

– Portándose como si no hubiera sido enviado por mí a la tierra, ha obrado exclusivamente de acuerdo a los designios del Ser Furioso. A causa de esto – dice nuestro Primer Padre – no ha amado sinceramente en su corazón a sus buenos semejantes.

– Por consiguiente, nosotros dejaremos de estimarle; hemos de entregarlo a aquellos que han de destruir su ser. Por tanto, yo dejaré de inspirarle bellas palabras a través de su coronilla por intermedio de mis hijos de corazón grande.

– Pues bien, siendo así, entreguemos su ser al Ser Furioso; ha delinquido; ha destruido, por inspiración del Ser Furioso, el hermoso cuerpo de su semejante. Por consiguiente, no debemos permitirle que alcance nuestra morada.


 

23. UN CASO DE INFIDELIDAD CONYUGAL

 

Como ejemplo de la composición amistosa de los delitos menores, un caso de infidelidad conyugal es presentado en forma de comedia a los chicos de una aldea:


VICTIMA

He aquí que mi esposa se ha fugado con un hombre. Esta cosa quiero que investigues. Si así se hace, será de mi agrado.

DIRIGENTE

Está muy bien, hemos de investigar lo ocurrido. (Asus soldados): Bien, siendo así, id a investigar. De donde los alcancéis traedlos de vuelta a ambos.

Se ausentan los soldados y vuelven con la pareja.

DIRIGENTE

¿Les dieron alcance, efectivamente?

SOLDADOS

Sí, les alcanzamos, efectivamente.

DIRIGENTE

Pues bien, venid todos acá un momento mozos mozas señores, permitid que os dirija la palabra durante un momento. (A los fugitivos): ¿Por qué motivo fue que os fugasteis? ¿Quién concibió originalmente la idea de que os fugaseis? Esto es lo que quiero que me expliquéis en buena forma.

LOS FUGITIVOS

Por habernos amado mutuamente en buena forma es que hemos procedido así.

DIRIGENTE (Al hombre)

Bien, darás en cantidad objetos de tu propiedad por haber convivido, efectivamente, con su mujer. Verdaderamente, tienes coraje para proceder en esta forma. En caso contrario, recibirás azotes en cantidad.

FUGITIVO (A la víctima)

Y bien, ¿si doy [mis objetos] volveremos a vivir en buena armonía?

VÍCTIMA

En buena armonía hemos de vivir.

DIRIGENTE

Siendo así, está arreglado el asunto.


 

24. NORMAS PARA LA AGRICULTURA

 

En el siguiente texto aparecen algunas normas dejadas por Nuestro Primer Padre a fin de que pudiesen prosperar las plantas que sirven de sustento al hombre. Se refieren a las épocas en que debe sembrarse, a las oraciones y ofrendas que se dirigen a los dioses y al estricto precepto de compartir el alimento con todos los semejantes.


Explicaré las normas que nuestro Primer Padre dejó para la agricultura. Enumeraré en su totalidad las reglas concernientes a la agricultura.

De acuerdo con ellas, dejó la Primavera para época de la siembra.

Maíz que se siembra en luna nueva no prospera. Al endurecerse el cogollo se llena de gusanos. En caso contrario, aunque produzca buenos granos, éstos se llenan pronto de gorgojos. Debido a estos hechos es que se dispuso que no se sembrara maíz en luna nueva. Unicamente lo sembrado en menguante prosperará.

Con la mandioca también pasa lo mismo: la que se planta en luna nueva da a menudo tubérculos podridos. En cuanto a la batata, las hojas de las plantadas en luna nueva son en seguida atacadas por el gusano "ngaruru" y si se libra de ellos, los frutos se llenan de gusanos.

Ninguna clase de semilla debe ser sembrada en luna nueva.

En cuanto florece el lapacho debemos sembrar toda clase de semillas, sin excepción. Aunque alguna helada volviera a caer sobre las flores del lapacho, ya solamente alcanzará las alturas, ya no matará los bordes de las plantas.

Si germina en forma dispareja lo que sembraste, debes replantar en seguida, para evitar que tu plantación sea dispareja y fructifique en forma más o menos uniforme.

Cuando queremos que llueva, llevamos nuestra vara al agua, dejándola allí. La clavamos en posición perpendicular, sumergida en el agua. Haciendo esto, es seguro que llueve mucho.

Maíz moteado, porotos precoces, maíz enano y además maní, sembrarás para la segunda cosecha. Éstas son las únicas semillas para la segunda cosecha: se siembran a mediados [de la época] de la madurez del guembe.

Debemos orar por tus sembrados, porque no querrás que los insectos los devoren. No tendrás recelo en hablar de ellos con nuestro Primer Padre, pues no están destinados a ser consumidos solamente por ti.

En esta manera orarás por lo que sembraste, para que lo vea nuestro Primer Padre:

– He aquí se extienden mis cultivos. Haz que los Jakaira los vigilen a fin de que todo lo que he sembrado prospere. Habiendo sido creadas por ti todas las plantas que se ven, a ti dirijo esta plegaria referente a ellas. Y aunque no se hallen dentro de tu morada inasequible, tan hermosa, a ti te las consagro a fin de que prosperen, para que me sirvan a mí y a mis compatriotas de alimento.

En vista de ello, nuestro Padre hablará a los numerosos dirigentes de sus hijos:

Hagan aparecer mis hijos un lugar en donde situar sus cultivos, para que lo pisen las señoras y para que se engendren las pequeñas flores de la tierra [frutos] que consuman las criaturas. Que los Tupá vigilen permanentemente aquello que tocan las ramas floridas de las palmas de vuestras manos [cultivos].

Habiendo sazonado tus frutos, darás de comer de ellos a tus compatriotas sin excepción. Los frutos maduros se producen para que de ellos coman todos, y no para que sean objeto de avaricia. Dando de comer a todos, sólo así, sólo viendo nuestro Primer Padre nuestro amor al prójimo, alargará nuestros días para que podamos sembrar repetidas veces.


 


VI. POEMAS DIDÁCTICOS


25. LA INSPIRACIÓN DE LOS VERDADEROS PADRES DE LAS PALABRAS-ALMAS

 

El sacerdote repite las palabras con que cada uno de los Verdaderos Padres de las palabras-almas aconseja a cada una de las almas antes de enviarlas a la tierra, a fin de que el futuro hombre recuerde a sus creadores y sea inspirados por ellos.


Cuando a nosotros, criaturas, nos envían,

dicen los situados encima de nosotros:

"Acuérdate de mí en tu corazón [en tu vida, en tu ser].

Así, yo haré que circule mi palabra [inspirándote]

por haberte acordado de mí.

Así, yo haré que pronuncien palabras [para tu inspiración]

los excelsos innumerables hijos que yo albergo.

En valor, en la facultad de conjugar maleficios,

no habrá, en toda la extensión de la tierra,

quien sobrepase a los innumerables hijos a quienes yo albergo.

Por consiguiente tú, cuando mores en la tierra,

de mi hermosa morada has de acordarte.

Inspirándote yo hermosas palabras en tu corazón

no habrá quien te pueda igualar en la morada terrenal de las imperfecciones."


 

26. HERMOSO CANTO QUE SUPO DE LOS DE ARRIBA UNO QUE ENTONA HERMOSAS PALABRAS

 

El pueblo mbyá empieza a enfrentarse con el problema de la irreligiosidad de los hombres. En el himno siguiente, recibido de la divinidad por un hombre virtuoso, hay un diálogo entre el Padre y la Madre de los dioses. El Padre de los dioses está irritado porque los hombres ya no entonan los cantos religiosos; la Madre desvía la cólera de su consorte, ensalzando la religiosidad de las mujeres y niñas mbyás.


– Bien, mis hijos, aquellos a quienes puse la insignia de la masculinidad, no proceden de acuerdo a los cantos que yo les inspiré. – Así habló nuestro Primer Padre.

– Buenos recuerdos en mis hijos ya no veo más. ¿Por qué será que los descendientes de las generaciones de mis hijos dejaron de humillarse ante mí?

En respuesta, nuestra Primera Madre:

– Yo veo aún buenos recuerdos. Hay todavía algunos pocos que se humillan ante mí. En vista de ello yo, en los pajonales eternos, abejitas "eichu" he reunido, para que aquellos que albergan buenos recuerdos puedan enjuagarse la boca [con miel).

– He aquí, en los alrededores de mi Paraíso, canastillas milagrosas he reunido, para que con ellas puedan jugar las descendientes de las generaciones de mis hijas.



27. UN SEÑOR DA CONSEJOS A SU HIJO QUE QUIERE CASARSE

 

En el siguiente texto se encuentran consejos de toda índole: desde éticos, encaminados a que el hijo sea trabajador y no inicie riñas en su futuro hogar, hasta médicos, con el objeto de que el padre sepa curar a sus hijos enfermos. Naturalmente, el hijo es instruido acerca de la conducta que debe guardar en estado de aku, cuando su mujer dé a luz, y lo que debe hacer en caso de que el Ser Furioso envíe mellizos al vientre de su esposa.


Tú, mi hijo, querrás casarte con una que tiene madre, que tiene padre.

Su madre, su padre no querrán dar su hijo a un sujeto excesivamente pobre. Por consiguiente, debes esforzarte por despertar temprano, por ser activo en la ejecución de tu trabajo. Únicamente así, cuando te cases, construirás más pronto una casa, harás pronto una plantación. Si tu plantación es demasiado reducida, no se regocijará, porque no querrá pasar hambre. Además, no querrá vivir bajo un rancho destartalado.

Debes acordarte de nuestros Primeros Padres; únicamente en esta manera prosperarás. Si te acuerdas de ellos como es debido, aunque nuestros días tienen fin [señalado], los Primeros añadirán repetidamente días a nuestra vida, alargándola. En cuanto el reflejo de nuestro Padre penetre en la morada de las tinieblas, debes recorrer los lugares oscuros esparciendo neblina, para que puedas descansar tranquilo. Si no recorres [la vivienda] esparciendo neblina, los seres invisibles que pululan por ahí nos molestarán.

Por haberse dispuesto que así fuera, debemos recorrer, esparciendo la neblina por los alrededores de nuestra vivienda. Para que así procediésemos fue que Jakaira Ru Ete creó el tabaco y la pipa una vez que hubo conocido las futuras costumbres de los hombres; habiéndolos creado con la intención de prestarles eficacia, debemos darles fe.

No riñas a tu mujer por simples murmuraciones. Con tus semejantes trata de vivir en armonía. En ninguna manera seas tú el primero en enojarte. No remedes a tus semejantes: déjese en paz a los tullidos, que los defectos que les afligen no son de incumbencia de otros. Tú querrás tener hijos: aquel que se burló de sus semejantes remedándolos suele tener hijos tarados. Debemos mirar a nuestros semejantes haciendo caso omiso de sus defectos; únicamente así engendraremos hijos sanos.

En esta forma aconseja a tu esposa en cuanto esté embarazada:

– No te burles de tus semejantes; míralos con sencillez; recíbeles con hospitalidad, a fin de que nazca un hijo hermoso.

Cuando tengas un niño, no permitas que pase hambre, por tratarse de quien ha venido para alegrar tu existencia. No has de castigarle; has de apaciguarlo; no te enojes con tu hijo y lo maltrates. Únicamente así volverás repetidamente a ver un niño, y los niños prosperarán.

Si la criatura padece de flatulencia, debemos friccionarla con cenizas calientes; con esto suelen sanar.

Cuando intenta dar los primeros pasos, con tuétano de huesos de venado debes friccionarle bien para que camine pronto.

Hallándose enfermo tu hijo y si ignoras qué remedios darle, debes invocar, clamando, a los que le enviaron. Al invocarlos, clamando, debes utilizar la neblina [humo] para prueba manifiesta de la fe y devoción que tienes para nuestros Primeros Padres. En esta forma les invocarás:

– Me aflige el mal estado de mi hijo, ¡ay de mí!, mi Primer Padre, mi Primera Madre. Por esto es que te invoco, acordándome de ti, Ñamandu Ru Ete, Ñamandu Chy Ete. Haz que los numerosos hijos de corazón grande que tú albergas para ejecutar tus designios cuiden de nosotros los que nos amamos y evita, por intermedio de ellos, que algo ocurra. Tú, verdadero Padre Jakaira, esparce sobre mí y mis compatriotas sin excepción la neblina, para impedir que algo ocurra.

La mujer, después de tener un hijo, debe abstenerse de carne, comidas irritantes, miel y sal. Durante una luna debe someterse a régimen. Nosotros no debemos hacer trabajos pesados cuando acaba de nacernos un hijo; en caso contrario, el niño se perjudica: debemos vivir con cuidado.

El remedio del mal de las criaturas crece en el suelo. Esto lo debes traer y aplicarlo repetidas veces al vientre de criatura.

Luego, del alero de la casa traerás tierra lavada por la lluvia y volverás a aplicárselo al ombligo. Esto lo sana rápidamente.

Por temor a que los seres invisibles perjudiquen a las criaturas, traerás cera de abeja "kuañetí" y harás velas que encenderás cerca de su cabeza de noche, a fin de que no les molesten.

Si la anfisbena aparece en nuestra vivienda, es para anunciar desgracias para las criaturas. Cuando esto ocurra, debes matarla y arrojarla hacia el Poniente para que nada pase.

Las niñas púberes no deben tocar cosas gemelas. Si llegan a tocarlas, el Ser Furioso se esforzaría por trocar el alma buena. En tales casos, las mujeres en estado de concebir deben recelarse de ellos, por temor a tener hijos imperfectos. Cuando nacen mellizos su madre no debe amamantarlos, sino arrojarlos lejos de sí.


 

 

VII. LA MEDICINA


 

28. LOS QUE SE INSPIRAN EN LA BUENA CIENCIA, CONJURANDO LOS MALEFICIOS; LOS LUGARTENIENTES DE LOS JAKAIRA

 

Existen entre los mbyás dos clases de medicina: la mística y la que cura las imperfecciones. Es Jakaira, dios de la neblina vivificante y de la primavera, protector de la medicina mística.

Con esta medicina los iniciados curan a la tribu de las acciones maléficas del Ser Furioso y de sus agentes, que introducen en las vísceras de los hombres guijarros, insectos y hojas venenosas, sin que éstos se den cuenta. En este poema son descritas las facultades del médico-hechicero, practicante de la buena ciencia y las cualidades necesarias para alcanzar la inspiración de los dioses. En contraposición se citan las actividades y características de quienes practican la mala ciencia, los hechiceros.


Quienes poseen entendimiento, ilimitado amor al prójimo reciben de los de arriba.

Ilimitada fortaleza y grandeza de corazón reciben también. Aquel que entre todos los demás el mayor grado de entendimiento verdadero posee, obtiene valor para las obras buenas, inspirado por los situados encima de nosotros. En esta forma le honran los Seres Buenos. Palabras para acrecentar su fortaleza en plazo no lejano le hacen pronunciar.

Por consiguiente, los que pronuncian plegarias hermosas, por más que vean, por más que escuchen cosas que incitan a la cólera, no se encolerizan.

Quienes se inspiran en la buena ciencia, quienes reciben fortaleza y valor de los de arriba, son los lugartenientes de Jakaira. En virtud del poder de conjurar de los Jakaira, conjuran los maleficios. Las señoras, los señores que poseen la buena ciencia, extraen las larvas de las moscas.

En todos los asientos de fogones existe una persona de esta clase. Los guijarros con que nos hieren los habitantes ociosos de la tierra, y los dueños de los barrancos precipitosos de los arroyos, aun estas cosas conjuran y extraen quienes ejecutan buenas obras.

Los que pronuncian buenas plegarias extraen las hierbas nocivas, en virtud de la facultad de conjurar de los de arriba, de los Jakaira.

Cuando un árbol de alma indócil hiere a alguien, los que poseen la buena ciencia conjuran el maleficio, extraen el mal. Entre todos los árboles, el que posee alma más feroz es el lapacho. Aun cortando en pedazos el lapacho, su alma no desaparece; por consiguiente este árbol no lo usamos nosotros para horcones de nuestras viviendas. El árbol de alma dócil es el cedro, el árbol de Ñamandu; otro es el aju’y blanco.

El que carece de entendimiento, el que posee la mala ciencia, permite que se bifurque sobremanera su amor; aun aquellas cosas que no debieran enfurecerle le enfurecen en extremo; procediendo así, el Ser Furioso le inspira. A los de esta clase, que utilizan su mala ciencia en detrimento de sus semejantes, a los de esta laya les llamamos "los que hieren furtivamente al prójimo".

Cuando hay hechiceros, debemos escarmentarlos ejemplarmente; debemos inferirles numerosas heridas en las muñecas. Si muere aquel que ha sido herido furtivamente, debemos matar también al hechicero, para acabar con los que dejaron de amar al prójimo.

A aquel que por desamor e hiriendo furtivamente a su semejante, haya desolado el hogar de un prójimo, debemos matarlo también para que haya justicia. Únicamente procediendo así estarán contentos la madre y el padre del muerto, y sanará el dolor de corazón de la madre.


 

29. PLEGARIAS PARA OBTENER LA GRANDEZA DE CORAZÓN NECESARIA PARA PRACTICAR LA BUENA CIENCIA

 

Las plegarias transcritas a continuación son dirigidas a los dioses para obtener la grandeza de corazón que permite a los hombres conocer los misterios de la medicina mística y aplicarlos en bien de sus semejantes. Las oraciones son dirigidas a Jakaira, Tupá y Karaí, protectores de la buena ciencia.

Estos cantos son entonados diariamente por todos los que aspiran a encontrar la buena ciencia. Después de vivir virtuosamente, tal vez durante algunos años, el aspirante puede caer en estado de trance, durante el cual el Creador le transmite un canto religioso, señal de que puede iniciarse en la práctica de la medicina mística.


Yo recorro los alrededores de las casas de quienes pronuncian buenas plegarias esparciendo la neblina [humo de tabaco].

Perseverando así, aprenderé numerosas palabras para fortalecer mi espíritu. Por esto es que concurro a tales lugares, para que lo vean los verdaderos padres de mi alma; y para que en un futuro no lejano me hagan decir muchas palabras.

Por consiguiente, no quiero ofender a mis semejantes; en caso de enemistarlos, pecaría contra mis Primeros Padres. Por consiguiente, aunque mis semejantes se equivoquen, les escucho sin prestarles importancia [les perdono]. Procediendo así, nuestros primeros Padres sin duda alguna me harán pronunciar numerosas bellas palabras para el fortalecimiento de mi espíritu.

Aunque nos amemos sinceramente, si permitimos que nuestro amor se bifurque, no hemos de alcanzar valor, fortaleza.

"Ve a la tierra, mi hijo, y aunque todas clases de cosas nefandas deberás ver, has de afrontarlas con grandeza de corazón", el que nuestros Primeros Padres pronunciaron estas palabras lo vemos.

Por consiguiente, debemos dedicarnos con fervor a la obtención de la vida imperecedera.

Bien, siendo así, seamos fuertes, seamos valientes todas las noches, todos los días; pues solamente si afrontamos con valor la sucesión de las noches y los días enviará nuestro Primer Padre a los dirigentes de sus numerosos hijos que alberga frente a su propio corazón junto a los bien amados; hará, efectivamente, que desciendan; en verdad, hará que ellos pronuncien largas series de bellas palabras.


Pues bien, señores, señoras, esforzaos [danzad] en virtud de la conciencia que tenéis de los verdaderos padres de nuestras almas, para luego descansar.


Henos de nuevo aquí, verdadero Padre de las almas, averiguando nuevamente acerca de la fortaleza del valor.

Por consiguiente, infúndenos tu valor repetidamente. Aun en medio de todas las cosas malignas, harás pronunciar por intermedio de tus valerosos hijos que albergas abundantes palabras que nos infundirán valor.

Todos los seres habitantes de tu morada terrenal lastimosamente no merecemos que nos inspires valor; no obstante, a los que manifiestamente rechazamos las inspiraciones de lo malo, te suplicamos nos inspires repetidamente valor.


Henos nuevamente aquí orando para obtener valor.

Por consiguiente, Karaí Ru Ete, Karaí Chy Ete, siendo efectivamente así, haced que los valientes hijos que con las llamas y la neblina de sus varas vigilan en forma insuperable los alrededores de vuestro Paraíso, aunque estas cosas para nadie serán jamás asequibles, haced que ellos cuiden de las coronillas de las últimas generaciones de aquellos a quienes pusisteis la insignia de la masculinidad, de las coronillas de aquellas en quienes vosotros pusisteis el emblema de la feminidad, haced que ellos cuiden.

Por consiguiente, haced que obren benéficamente las llamas y la neblina de vuestras varas; para que así sea es que nuestras voces vuelven a escucharse.


Vuelven a escucharse nuestras voces, Jakaira Ru Ete, Jakaira Ghy Ete, los primeros.

Siendo verdaderamente así, a vosotros que albergáis a vuestros hijos los Jakaira conjuradores de maleficios, os suplicamos que aun en medio de toda la malignidad de la tierra hagáis obrar benéficamente las llamas y la neblina de vuestras varas.


Volvemos a hablar, Tupá Ru Ete, Tupá Chy Ete, los primeros.

Por ser efectivamente así es que, cada vez que yace recalentada la morada terrenal en toda su extensión, sois vosotros quienes volvéis a enviar a los dirigentes de vuestros hijos y refrescáis vuestra morada terrenal.

Aunque las generaciones de los que llevan vuestra insignia de la masculinidad y las generaciones de las que llevan vuestro emblema de la feminidad están predestinadas a ser acosadas por todo lo maligno, no obstante ello, vosotros reunís innumerables restituidores de la palabra, y así hacéis escuchar vuestras voces, hacéis escuchar vuestros gritos; y aun hallándonos en los umbrales de la muerte, nos volvéis a levantar. Por ser así es que os suplicamos infundirnos repetidamente valor.


 

30. HIMNO PARTICULAR PARA OBTENER LA GRANDEZA DE CORAZON NECESARIA PARA PRACTICAR LA BUENA CIENCIA

 

No todos los himnos mbyás se entonan en las reuniones de orar común. Muchos hombres virtuosos tienen sus himnos propios. El ejemplo que sigue es un canto dirigido a Ñamandu Ru Ete, el Creador.


¡Oh, nuestro Primer Padre! Fuiste tú quien concibió antes del principio las normas para nuestra conducta.

Fuiste tú quien concibió el origen del futuro lenguaje humano antes de haber creado la morada terrenal.

A Karaí Ru Ete, a Karaí Chy Ete, en el centro de tu paraíso a los Karaí buenos, los Jakaira buenos, los Tupá buenos, puestos en hileras tú albergas.

Por consiguiente, hacia los que nos acordamos [de ti], hacia los pocos que permanecemos en la tierra, haz que dirijan sus miradas tus hijos de corazón grande, los Karaí, los Jakaira, los Tupá de corazón grande.

En pos de ella [la grandeza de corazón] es que algunos de nosotros, los pocos que quedamos, nos esforzamos.

Por haber sido tú el primero, excelso padre de los Karaí, en erguirte, a nosotros que nos acordamos de ti erguidos; por eso, a los que permanecemos erguidos en la tierra, haz que nos irgamos [vivamos] con grandeza de corazón.

Teniendo siempre este objeto nuestras plegarias, considerando en nuestro corazón todas las cosas con el solo objeto de obtener valor, obtendremos grandeza de corazón.


 

31. CANTO COMUNICADO POR ÑAMANDU RU ETE A QUIEN SE INICIA EN LA BUENA CIENCIA

 

Una vez que el novicio ha buscado comunión con el dios tutelar durante mucho tiempo, con el objeto de iniciarse en el conocimiento de la buena ciencia, Ñamandu Ru Ete le provoca un estado de excitación religiosa, en el que le revela un himno como el siguiente. Esta comunicación lo inicia.


Pues bien, con falta de entereza, efectivamente, te has dedicado a obtener que se te ame.

Por consiguiente, te has desviado de aquello que dijo nuestro Primer Padre: "Esperarás palabras hermosas."

No obstante, has vuelto a orar con perseverancia, humillándote grandemente todas las noches, todos los días.

Esto lo han visto nuestro Primer Padre, nuestra Primera Madre.

Por consiguiente, dijeron:

– ¿Por qué es que el descendiente de nuestros hijos persevera, pronunciando plegarias?

– De estas cosas en ninguna manera solemos hacer caso omiso – dijo nuestra Primera Madre.

Por consiguiente, nuestro Primer Padre ha hablado así:

– Bien, siendo así, mis series de palabras en manera alguna fueron destinadas para ser enviadas a la morada terrenal horrorosa, imperfecta.

– Sin embargo, fui yo el primero en conocer las costumbres de los que llevarían la insignias de la masculinidad; siendo yo el primero que hizo descender las llamas y la neblina de la extremidad de mi vara a fin de que los que llevarían la insignia de la masculinidad y el emblema de la feminidad pudieran ser llamados por sus nombres; para inspirar valor en sus almas y fortaleza pronuncié sus nombres en la soledad.

Siendo así, abundantes palabras le haré pronunciar para su valor, para su fortaleza.


 

32. CÓMO SE PIDE LA VENIDA DE QUIENES REDIMEN LA PALABRA [RESUCITAN]

 

Cuando el médico-hechicero ha agotado los recursos posibles para la salvación de un enfermo, y éste, sin embargo, se encuentra próximo a la muerte, entona un canto pidiendo sea devuelta el alma de quien casi fallece. Este canto, que entrará por la coronilla del médico-hechicero, como todos los mensajes que se reciben de los dioses, indica que el enfermo no morirá.

Hallándose enfermo tu compatriota e ignorando ya tú qué remedio administrarle, hallándose ya por ascender la médula de la palabra, debes pedir la venida de los que redimen el decir. De esta manera debes orar:

– Bien, nuestro Padre, fuiste tú quien por ser el verdadero padre Ñamandu conociste el futuro Karaí Ru Ete, el futuro Jakaira Ru Ete, el futuro Tupá Ru Ete.

– Heme pues aquí, invocando a tus innumerables hijos, rescatadores del decir, que tú albergas.

– Yo invoco a tus hijos que redimen el decir, y en ellos pongo mi confianza.

– En virtud de albergar tú a innumerables dirigentes de tus hijos que redimen el decir, haz que ellos envíen su palabra a la tierra, que la envíen allende la tierra.

– A tus hijos los innumerables Jakaira Rekoé, a todos tus hijos que redimen el decir, envíalos frente a la tierra, haz que escuchen sus clamores en nuestras coronillas, que en virtud de ello se produzca la redención del decir.

– En esta manera, concédeme grandeza de corazón que nunca jamás se bifurcará.

Si el enfermo objeto de esta plegaria va a "resucitar", recibe del médico el siguiente mensaje:

– Ve al encuentro de la palabra y dale nuevamente asiento: yo no necesito aún de ella.

– Que éste [a un enviado] lleve la redención del decir; que en esta forma se manifiesta la divina redención del decir. Que en virtud de lo ocurrido, aquel que hizo que yo escuchara estas cosas, aquel que me las confió obtenga grandeza de corazón; porque buscando grandeza de corazón divulgó al verdadero padre de la palabra la angustia del alma de su compatriota.


 

33. LOS REMEDIOS IMPERFECTOS

 

Al lado de la medicina mística existe entre los mbyás la que cura las imperfecciones. Ésta tiene por función defender al mbyá de las enfermedades derivadas de los apetitos, pasiones e imperfecciones de su propia naturaleza. En efecto, relacionan estas enfermedades con la influencia que sobre ellos tiene el alma animal que se aloja en su cuerpo cuando nacen, y que produce en el hombre una tendencia hacia el mal. No es raro, por tanto, que muchos de los remedios sean preceptos del código de Pa’i Rete Kuaray. Es el siguiente un ejemplo.


La primera pieza de casa que cogiereis debéis fumigarla, con humo de tabaco debéis comerla. En caso de que así no hiciereis, de vuestro alimento adquiriréis malestares, enfermedades, imperfecciones.

Los frutos maduros debéis dedicarlos a los de arriba; en caso contrario los niños de su propio alimento contraerán enfermedades.


 

34. LOS DIOSES OTORGAN A LOS HOMBRES EL CONOCIMIENTO DE LA MEDICINA

 

Cuando los dioses dejaron esta tierra, no quisieron que los hombres padecieran por falta de remedios y les comunicaron los principales medios para que se libraran de sus males. Durante el sueño o en los momentos de fervor religioso, reciben todavía los remedios divinos. Ante todo hay que tener fe en los remedios.


Estando nuestros padres por abandonar la tierra [dijeron]:

Bien, generaciones de mis hijas, de mis hijos, ya me voy.

Remedios pongo para dejaros, por no ser lícito, en ninguna manera, que numerosos seres tengan que padecer por falta de remedios. Por consiguiente, cuando cojáis un remedio, pondréis en él, en mi nombre, plena confianza; únicamente así obtendréis que sea eficaz.

Bien, verdadero Padre mío, Madre mía, por haber vosotros conocido los remedios imperfectos; habiéndonos vosotros, mi verdadero Padre, verdadera Madre, dejado los remedios de las imperfecciones, cojo este remedio porque deposito en vosotros mi confianza.

Por esto vosotros haréis que sea eficaz, por albergar vosotros numerosos seres que coadyuven a la eficacia de los remedios de las imperfecciones. Así hablarás al coger remedios.


Debemos tener fe, tener confianza en ellos por haber sido dejados por nuestro Primer Padre, nuestra Primera Madre. Únicamente así serán eficaces. No depositando plena confianza en ellos no será eficaz ninguna clase de remedio, sin excepción.


 

35. LOS DUEÑOS DEL BUEN VIVIR O NORMAL FUNCIONAMIENTO [DE LOS ÓRGANOS DE REPRODUCCIÓN DE LA MUJER]

 

Ya hemos visto que los mbyás no consideran socialmente favorable que las mujeres tengan demasiados hijos. Dan como fórmula anticonceptiva la siguiente: la mujer debe abstenerse de relaciones sexuales durante dos meses; se le dan fricciones en el bajo vientre con grasa de paca; toma una dosis diaria de Polypodium polypodioidesy cola chamuscada de oso hormiguero grande. Algunos agregan a la infusión la Rhipsalis sp. El fundamento de tal acción se conoce en el siguiente poema.


No es bueno que la mujer tenga demasiados hijos; si somos en exceso prolíficos y, por compasión a la madre de nuestros hijos no queremos tener más prole, debemos tratarla, debemos administrarle los dueños de la esterilidad.

Si la mujer que tenemos, después de haber concebido muchos hijos, se yergue solitaria [como árbol carente de hojas y ramas], también debemos tratarla, a fin de que deje de concebir, por no sobrevivir sus hijos.


 

36. LOS DUEÑOS DEL CALOR DE LAS CRIATURAS [PRODUCTORES DE FERTILIDAD]

 

Más grave que la numerosa prole es entre los mbyás la esterilidad. En el siguiente canto se habla del "remedio que produce la fertilidad", memby raku i ja, que ha sido clasificado por Teodoro Rojas como la Usneabarbata.


Por no convenir en ninguna manera que tengamos mujeres estériles, debemos tratarlas. La verdadera misión de la mujer es tener hijos; por haberlas puesto los situados encima de nosotros, en verdad, para este objeto, debemos administrar a las que no conciben los dueños del calor que produce hijos.

Por haber divulgado los dueños de la Primera Tierra que en ninguna manera convenía la esterilidad en la mujer, habiendo alguien que tenga mujer estéril, debemos hacer los remedios. Después del periodo, y hallándose la mujer ya bien sana, debe tomar el remedio dueño del calor de las criaturas: al caer la noche, una vez; y cuando los Ñamandu nos levantan, una vez o dos. Mientras toma el remedio, no necesita someterse a régimen. Durante todo el periodo debe abstenerse de carne; no debe comer miel ni sal.

Del remedio que produce la fertilidad hay dos variedades distintas: una roja, la otra blanca.


 

 

VIII. ABUSIONES, AMULETOS Y FILTROS


 

57. LAS AVES MIGRATORIAS. PALABRAS REFERENTES A OTROS PAJARITOS

 

Las aves son seres domésticos de los dioses, por lo que poseen bienaventuranza y habitan en un paraíso en el que se encuentra el Verdadero Padre de los Pájaros. Vienen a la tierra periódicamente a criar.

En el siguiente texto se dan a conocer los significados de la presencia o canto de las aves, ya que muchas anuncian los cambios meteorológicos y las desgracias. Se menciona al araku, cuerpo de un espíritu maligno que presagia tragedias; al anó [Crotophaga ani],al tingasu [Piaya cayana macrocura], al pitogue, que según la creencia de los campesinos indígenas tiene el poder de descubrir la preñez de la mujer, al guyrá rembykyra’a ey, famoso por su capacidad para imitar los cantos de las otras aves, y a otros pájaros más.


El halcón grande, la paloma torcaz y otros pajaritos, siendo seres alados [domésticos] superiores, y en virtud de ser aves bienaventuradas, todos los inviernos van a la morada de su verdadero Padre. Cuando terminan las heladas y vuelve la primavera, regresan a la tierra para criar.

Detrás de este nuestro cielo está situada la morada del verdadero Padre de los Pájaros. No alcanza el paraíso de nuestro Primer Padre; más cerca de nosotros está situada su morada.

Cuando el araku malo canta de noche, es para anunciar infortunios.

– Vete a caer en un nido de hormigas, que te devoren las hormigas – debemos decirle para evitar que ocurra nada malo.

Al piakái de las enfermedades así también le hablamos cuando canta de noche, para conjurarlo.

Anunciando desgracias, también, llora el anó de noche: habrá nuevamente quien llore. No hay nada para conjurar esto.

Gritando el tajasu-guyra: – ¡Oh, tajasu-guyra! – dice nuestra abuela – ¿es que comeremos jabalí?

Cuando canta el tingasu, es porque vendrá alguien de lejanas tierras, dicen.

– ¡Ah! Este os delata – dice nuestra abuela a las mujeres por haber oído cantar al pitogue –. Porque estáis embarazadas es que os delata.

El pitogue es de los que no mienten. El urutaú no llora si hay todavía heladas por caer.

Cuando grita el havía chu’á es porque hay, efectivamente, jaguares. Cuando él grita esperamos [nos imaginamos], efectivamente, que hay jaguares.

El suruva, antojándosele ver un gusano en su ojo, se asusta y grita.

Nuestros Primeros Padres dieron entendimiento al buitre blanco; no le habría de pasar inadvertida la muerte de ningún animal. Él en virtud de su entendimiento, ve humo en el lugar donde ha muerto un animal. En virtud de su entendimiento, aun sabe de todos aquellos animales que murieron en pozos.

Entre las avecillas, la que nunca debe matarse es el masakargua i; fuertes vientos han de soplar si se le mata.

El guyra kuchíu es el pájaro bienaventurado. Se lamenta cuando oye tronar. Sabiendo que la tierra iba a ser destruida se lamentó; y por este motivo, dicen, lo hizo volar nuestro Padre, enviándolo a este cielo que tenemos a la vista. Hasta el presente se lamenta cuando oye tronar, acordándose de lo ocurrido antiguamente. El guyra kachíu que está en nuestra tierra no es más que la imagen del ave bienaventurada.

Cuando canta el piritaú, aquel cuya madre y padre aún viven, no debe imitarlo; imitándolo, atrae infortunios sobre su madre, su padre.

El padre de la futura Piri trágicamente inmortal se hallaba inspirado [de fervor]. Conociendo ya la fortaleza, envió a la chacra a la futura Piri trágicamente inmortal, a su suegra y a su otra hija.

– Bien, id a recoger rápidamente porotos – dijo –; antes de llegar el Sol al cenit, volved.

Su suegra entró furtivamente en una chacra ajena y hurtó porotos; por ello la convirtió en venado.

La futura Piri trágicamente inmortal, no habiendo recogido rápidamente porotos, empecinándose en desobedecer a su padre, fue convertida en ave.

– Muerte triste, muerte triste – dijo.

Por esto, aunque convertida en Piri trágicamente inmortal, alcanzó la morada de su padre.

Su hermana menor alcanzó holgadamente las afueras de la casa de su padre antes de acercarse el Sol al cenit. Viendo a su hermana mayor convertida en ave:

– En Piri trágicamente inmortal se ha convertido mi hermana mayor – dijo.

El piritaú que hasta ahora está en la tierra no es más que la imagen de la Piri trágicamente inmortal; el Piritaú genuino está en la morada de su padre. Su padre, en virtud de su perfección, dejó al piritaú imperfecto para ejemplo en la tierra.

Habiendo terminado de crear las selvas, creó nuestro Padre, dicen, un ave de maravilloso cantar, el guyra rembykyra’a ey. Lo soltó en los bosques, y cantó simulando una multitud de pájaros.

El guyra rembykyra’a ey, el ave del maravilloso cantar, imitó el ruido de las cotorras y el de los papagayos; el reclamo de las urracas y también el mbatovi; imitó a los pájaros en su totalidad. Después de esto:

– No es nada bueno que haya una sola clase de pájaros – dijo nuestro Padre.

Por dicho motivo, nuestro Padre de su divinidad creó una multitud de pájaros, cuyos cantos se escucharon en toda la extensión de la selva.


 

38. AMULETOS FILTROS

 

En el siguiente texto se mencionan algunos amuletos que están permitidos, ya que existen otros que son ilícitos. Entre los primeros se mencionan el ka’avo tory, hierba de la alegría, creada por un hijo de Tupá, y que es el Hypericum cormatum; la resina del mangaysy, que según los mbyás es un árbol que crece al Norte; el kyre’ymba, un abejorro veloz; el guembe paje, especie de cigarra diminuta, y las hierbas de los animales, pues según el mbyá a todo animal pertenece una especie vegetal. También se mencionan en el texto las prácticas mágicas que deben seguirse a fin de dar caza a los animales.


Dicen que un hijo de Tupá Ru Ete hizo nacer simultáneamente con él la ka’avo tory. Por esto debemos llevarla, a fin de que Tupá haga que a todos agrade nuestra conducta; para que nuestros semejantes sean felices en nuestra compañía. La ka’avo tory es dueña de la bienaventuranza: el hijo de Tupá hizo que naciera simultáneamente con él para sanar a los peligrosamente furiosos [dementes].

Debemos llevar un amuleto de goma de mangaysy para poder esquivar flechas, cuchillos, espadas de madera.

La kyre’ymba es buen compañero; debemos llevarla en la petaca a fin de tener bríos para todo. Hay que llevarla junto con un kuarachy’a [colibrí]; el compañero de éste es el guembe paje. La kyre’ymba es una especie de abejorro que viene llegando a nuestra vivienda en cuanto sale el Sol. En cuanto al Guembe paje, es la pequeña cigarra que vive dentro de las raíces del guembe, y que llamamos guapo’y.

Para que nos amen las mujeres, debemos llevar hierbas de los animales. Hierba del mandori, del suruku’a, yerba de la rana, del karau; estas cuatro debemos llevarlas en la petaca para que nos amen las mujeres.

Armarás una trampa para cazar karau; recogerás en un recipiente sus lágrimas, y esto lo aplicarás sencillamente.

Sin duda alguna, esto es un hechizo que me hace perder la cabeza; por eso es que me hallo tan triste – dice la mujer cuando esto hacemos.

Aplastando la reina de las abejas jate’i, te untarás con ello los ojos para tener suerte en la búsqueda de la miel.

Para tener suerte en la caza [de venados] extraerás los ojos del primer venado que cazares. Hecho esto, teñirás los globos de los ojos con carbón para que ellos no puedan ver aquello que lo ha de matar. Así tendrás fortuna en la caza [de venados].

Los ojos del cerdo montés grande no deben extraerse, pues el cerdo no es un animal cualquiera, siendo un animal doméstico de Karaí Ru Ete Mirí. El cerdo es animal preferido; por consiguiente, únicamente los que nos acordamos en buena forma [de los dioses] los hemos de cazar; si vivimos descuidadamente, no se queda [para que lo cacemos].

Ennegreciendo los globos de los ojos de los pescados, ellos pierden la vista; por consiguiente, debemos ennegrecer con carbón los ojos para poder flechar muchos.

La grasa del Taguatohú [Falconidae] es remedio que nos protege contra las mordeduras de víboras.

Del hueso principal del ala del Taguatohú se hace una flauta; ésta se toca para que las víboras no se enojen.

Debes arrancar plumas del ala del colibrí y tenerlas, a fin de atajar los golpes de garrote que te dirigieren.


 

 

IX. CUENTOS, LEYENDAS, CANTOS INFANTILES


 

39. EL QUE SE PRENDE DE UNA MARRANA POR HABER DESOBEDECIDO A SU PADRE

 

Esta leyenda narra las aventuras de un mbyá que tuvo que casarse con una marrana, después de haber desobedecido a su padre, que le ordenó no siguiese a los cerdos. Es frecuente que en cuentos y leyendas aparezcan casos de hombres que tienen que vivir entre los animales por haber desobedecido a sus padres o por no respetar las prescripciones establecidas para el estado de aku.


Un señor que buscaba fervor religioso estaba en la casa de las plegarias. Cantaba, oraba, se esforzaba en pos de la inmortalidad.

Luego envió a su hijo para que viera sus trampas, trampas para cerdos.

– Aunque no hayan caído cerdos, ven enseguida; aunque haya rastros de cerdos, no los sigas – dijo.

Había rastros de cerdos; nuestro paisano siguió los rastros. Por donde habían ido los cerdos se iba; al atravesar la selva y en un palmar en donde se dedicaban a comer logró, siguiendolos, entreverlos; por consiguiente se iba, se iba sobre las huellas de los cerdos, y en un lugar bajo les alcanzó. En dicho lugar, el guardián de los cerdos vio a nuestro paisano.

– ¿En busca de qué viniste? – dijo.

– En busca de cer... monos vine – dijo. Pues casi dijo "cerdos".

– En busca de cerdos vine, di – dijo el cerdo; y no habiéndole engañado:

– Elige aquella entre mis hijas que más te plazca y cásate; luego nos acompañarás. Caso contrario, morirás.

Se casó nuestro paisano con la marrana. Yendo por debajo de los aju’y, le hicieron subir; sacudía las ramas de los aju’y, echando la fruta a su esposa. De esta fruta él no comía.

– Entre las ramas ya he comido yo – decía.

Echaba frutas de yvyrapepé a su esposa; de esta fruta él no comía; luego llegaron junto a un guavira; de esta fruta comió también.

Luego llegaron a un agua extensa pero poco profunda, cruzándola primero nuestro paisano. Pero más tarde llegaron al Mar Grande, y tuvo miedo de bajar al agua.

– Desciende y agárrate a mis crines, y yo te haré cruzar – dijo su esposa.

Dicho esto, cruzó con él, llegando con él a la casa de su dueño, a la morada de Karaí Ru Ete Mirí.

En dicho lugar durmió cuatro noches con él. El dueño de los cerdos convidó a nuestro paisano con harina de maní milagrosa; pero a pesar de ello al cabo de cuatro noches nuestro paisano no se sentía feliz; por consiguiente, se dirigió hacia su casa.

Entonces, su esposa dijo:

– ¡Oh, truenos, me recordáis el tiempo en que comía harina de maní milagrosa! No digas esto cuando oyeres tronar.

Ya volvía, llegó al Agua Grande, a la orilla del Mar Grande. Miró: no le sería posible cruzar. Entonces vio un pato, un pato con una canoa.

– Llévame a través del agua – dijo el indiecito.

– No, es demasiado pequeña mi canoa – dijo.

Luego vino un mbigua [ave somorgujadora].

– Llévame a través del agua – dijo.

– No, es demasiado pequeña mi canoa – dijo nuevamente el mbigua.

Después de estas cosas, vino un jakaré [caimán], con sus numerosos hijos vino.

– Señor hechicero de tersa espalda y ojos refulgentes como flores de mburukuja, llévame a través del agua – dijo el indio.

– Te llevaré a través del agua – dijo.

La canoa de él era grande. Descendió [al agua] y partieron. Entonces los hijos del jakaré dijeron:

– Sabroso bocadito, sabroso bocadito – dijeron.

Lo lamieron los hijos del Jakaré.

Luego partieron [nuevamente].

– Jakaré con párpados semejantes a ranchos destartalados di – dijeron a nuestro paisano.

– No, se acuerdan demasiado bien de ti las doncellas [te tienen en gran estima] – dijo el mbyá.

– ¿Y qué es lo que dicen cuando se acuerdan de mí? – dijo el jakaré.

– El Señor Hechicero de tersa espalda y ojos relucientes como flores de mburukuja, dicen – dijo el mbyá.

Se rió jakaré: – ¡Já, já já!

Y después de haber andado un largo trecho:

– Viejo jakaré con la espalda cubierta de pústulas – dijo el jakaré.

– No – dijo el mbyá –, en demasiada estima te tienen las doncellas.

– ¿Y qué dicen cuando se acuerdan [de mí]? – dijo.

– El Señor Hechicero de tersa espalda y ojos relucientes como flores de mburukuja – dicen.

Se rió jakaré: – ¡Já, já, já! – dijo.

Luego, habiendo andado un largo trecho, alcanzaron un árbol inclinado [sobre el agua].

– Jakaré viejo con espalda cubierta de pústulas y párpados como ranchos destartalados – dijo el mbyá al saltar; y echó a correr de aquel lugar.

Entonces el jakaré le siguió corriendo. Nuestro paisano llegó a donde pescaba un martín pescador grande.

– Me persigue un jakaré – dijo.

– Entra debajo de mis pececitos, entonces – dijo el martín pescador.

Entró debajo de los pescaditos, en el canasto. Llegó el jakaré.

– ¿No vino un mbyá? – dijo.

– No vino – dijo el martín pescador.

– Mientes – dijo el jakaré –; por aquí vino; se ven sus pisadas; tú lo has escondido.

– No fui yo – dijo el martín pescador.

Luego, estando ya por emprender vuelo, alzó el canasto sobre la cabeza, llevándolo a bajar en medio de una pradera.

De aquel paraje se alejó nuestro paisano y llegó a la casa del ciervo; tarde llegó. El ciervo se preparaba para dormir; nuestro paisano no tenía cama.

– Dormiré aquí – dijo.

– No, allí voy a poner los pies – dijo el ciervo.

– En este lugar dormiré – volvió a decir el mbyá.

– No, allí recostaré mi cabeza – dijo.

Entonces, en vista de que no había en donde dormir, siguió su viaje, llegando a la casa de la perdiz.

Allí dormiría nuestro paisano. Estaba, además, el sapo; dormía en casa de la perdiz. La perdiz dijo:

– Atizad sencillamente el fuego, pero no lo sopléis – dijo.

Dicen que hacía frío; nuestro paisano no aguantaba el frío; al atizar el fuego, lo sopló.

Dicen que la perdiz ya dormía; al soplar nuestro paisano el fuego, parece que se asustó y debido, aparentemente, al susto, levantó vuelo, llevando consigo todo el fuego. Nuestro paisano se quedó con el sapo.

Dijo el sapo:

– ¿Tú no has tragado fuego?

– No he tragado – dijo –. Y tú, ¿acaso has tragado?

– Parece que he tragado – dijo.

El sapo lanzó; prendieron lumbre; durmieron.

Al amanecer siguió el viaje nuestro paisano, llegando a la casa de la lechuza. Solamente estaban los chicos; su madre no estaba; preguntó por su madre.

– Pues hace rato que fue a pescar – dijeron.

Apenas amanecía, vino llegando la madre; parecía traer pescados, pero en vez de pescados traía grillos, un canasto adornado lleno traía. Entonces dicen que [dijo]:

– ¿Por qué será que, habiendo alguien tratando de atrapar pececillos, se me antoja oír al chico decir: ¡Oh, Lechuza! Pues así, en verdad, ha dicho.

En vista de ello:

– Volvamos – dijo el mbyá –; vamos a escudriñar.

Se fue con la lechuza.

– Pues, éste es el lugar – dijo.

– Dedícate, entonces, a buscar tu presa – dijo el mbyá.

La lechuza se dedicó a cazar.

– ¡Oh, lechuza! – pareciera decir el hijito.

Escuchándole, dijo la que se hallaba dentro de la casa: allí, efectivamente, se hallaba la madre del mbyá.

– Salud – dijo el mbyá.

– Salud – dijo su madre.

– ¡Ay, hijito! – dijo, y cayó muerta al suelo.

El mbyá enterró a su madre. Al día siguiente fue a bañarse; estando en la fuente tronó. Al acontecer esto, dijo nuestro paisano:

– ¡Ay, está tronando, como si estuviera yo comiendo harina de maní milagrosa en la morada del verdadero dueño de los cerdos!

Al decir esto, emprendió vuelo convertido en ave kuchiu.


 

40. EL EIRA JAGUA Y EL PAÍ SE ATACAN

 

Este cuento habla de la lucha que sostuvieron un guaraní del grupo paí y un ser mitológico, monstruo de forma humana, con el cuerpo cubierto de escamas impenetrables. Tiene el eira jagua, sin embargo, un punto vulnerable: la boca del estómago.


Un paí se casó con la hija de un paisano nuestro.

Después, dicen, hallándose enfermo su suegro, fue el paí a la selva a buscarle algo qué comer.

Caminando, llegó a donde un jaguar había derribado un tapir. Al llegar [el paí] el jaguar se hallaba tendido sobre su presa; el paí, entonces, hirió con flechas al jaguar, y lo mató. Se alejó del lugar; transportó toda la carne del jaguar a la casa de su suegro; la carne del tapir también la llevó.

Pues bien, al día siguiente volvió a la selva; escuchó en la selva el ruido de alguien producido en la cima de un pindo con una calabaza. Mirando, el paí vio una eira jagua hembra. El arco que la eira jagua hembra había dejado recostado contra el tronco del pindo lo cortó en pedazos el paí. Al hacer esto, la eira jagua vio al paí.

– ¡Uh, hombre! – dijo.

Descendió la eira jagua y, hallándose a mitad del camino entre la cima del pindo y el suelo, y queriéndola herir el paí con flechas, dio ella la vuelta al tronco del pindo, como si fuera pájaro carpintero, y la erró.

Entonces la eira jagua bajó al suelo; al hacerlo, el paí le hincó en la boca del estómago un cuchillo, matándola.

Al dormir, soñó con ella. Al amanecer contó a su suegro.

– Anoche tuve una pesadilla – dijo.

– En tal caso, no vayas a la selva – dijo su suegro.

A pesar de ello, fue a la selva.

Al aproximarse al lugar en donde había dado muerte a la eira jagua hembra, escuchó a quien hablaba.

El que hablaba decía:

– Si el hombre es más hábil que yo, me matará; si yo soy más hábil, le mataré yo.

Prosiguiendo su camino, se encontró con el eira jagua. Al encontrarse con el paí, el eira jagua disparó flechas; un carcaj de flechas traía debajo de su brazo. Al atajar el paí las flechas, las cortaba en pedazos. Luego, habiéndosele terminado las flechas, el eira jagua intentó hundirle el cráneo con el arco.

En vista de ello, el paí volvió a cortar en dos el arco con su cuchillo largo. El paí ya estaba cansado; se cayó; cayó de espaldas. Al caer, el eira jagua lo asió de los cabellos de la coronilla, mordiéndole en la manzana. Al morderle en la manzana, el paí extrajo de su cintura un cuchillo corto y lo clavó en la boca del estómago. Murieron ambos, por consiguiente, el uno encima del otro.

Después, su suegro, en vista de que no volvía su yerno, le siguió los pasos. Halló a su yerno y al eira jagua muertos, uno encima del otro.

– ¡Ay, yerno mío, a manos de un ser semejante a éste habías de encontrar la muerte! – dijo.

Luego fue su suegro a contar lo ocurrido a los de su pueblo, y vinieron sus paisanos a verlo. Solamente entonces fue que los separaron y los enterraron en el lugar.


 

41. LA DONCELLA QUE SE PRENDÓ DEL DUENDE QUE SILBA

 

Este cuento hace mofa de un duende que silba, ser que es dueño de los venados. Habiendo ido a cazar con sus cuñados, como ningún poder tenía sobre los cerdos, se asustó, y para justificarse ante ellos fingió haber sido mordido por uno de ellos en el ano.


La hermana núbil de un mbyá se prendó de un duende que silba.

El mbyá desbrozaba una parcela de cañas; al llegar el sol al cenit volvió a su casa.

Mientras él se iba a su casa, salió el duende y arrancó grandes cantidades de cañas. Al volver el mbyá vio todas las cañas que había arrancado y volvió a su casa.

Al llegar, dijo a sus compañeros:

– ¿Quién será el que arrancó cañas en el lugar que yo desbrozaba? – dijo.

– Vamos, pues, a ver – dijeron sus compañeros.

Al llegar, se pusieron a escudriñar, rodeando el lugar desbrozado.

Salió el duende. Su esposa también escudriñaba desde un lugar cercano a la parcela desbrozada. Al salir el duende que silba salieron también los mbyás, con intención de cogerlo. Por ello, se enfureció el duende e iba a matar a todos los mbyás. Su esposa dijo:

– Deja que te cojan tus numerosos cuñados.

Se dejó prender; su esposa salió también a donde estaban sus hermanos. Lo llevaron sus hermanos a su casa.

El duende que silba fue a la selva con sus cuñados en busca de animales. El duende encontró un venado y lo mató. Siguieron caminando y sus cuñados escucharon ruido de cerdos en la lejanía. Al escucharlo, lo contaron al duende que silba, y él se dirigió al lugar en donde había cerdos. Dijeron sus cuñados:

– Cerdos sí que no ha de matar muchos – dijeron.

Al llegar a donde había cerdos, se asustó y gritó lastimeramente. Al escucharle [dijeron] sus cuñados:

– ¡Ahí lo muerden!

Diciéndolo, se fueron. Al llegar donde estaba su cuñado:

– ¿Dónde te mordieron? – dijeron.

Al decir esto, él se agachó, mostrándoles su culo:

– Pues, es aquí que me han mordido – dijo.


 

42. EL JAGUAR Y EL ZORRO

 

Dicen que el jaguar se encontró con el zorro. Quiso comerse al zorro; por consiguiente, habló así [éste]:

– Aunque me comieras, no te hartarías; déjame ir a buscar donde abundan los tapires, mi abuela – dijo.

– Bien – dijo el tigre.

Se fue el zorro a buscar; encontró un lugar en donde abundaban los tapires. Se fue el jaguar y derribó uno de los más gordos. El zorro quería comer de lo que comía el jaguar; no queriéndole dar:

– Tírame aunque no sea más que la vejiga – dijo.

Ésta la infló el zorro y la sacó al sol; hallándose seca, cazó moscas y las cargó en ella, innumerables moscas cargó. Presas las moscas en la vejiga, producían un ruido semejante al de numerosos perros ladrando al unísono. Ató a la cola del jaguar la vejiga con las moscas dentro, y hecho esto habló así:

– Presta atención a aquel ruido; se trata, sin duda, de perros que se nos vienen encima.

A raíz de esto, el jaguar prestó atención, pero, no obstante haber oído, siguió comiendo.

Entonces el zorro habló así:

– Presta atención, pues ahí vienen, sin lugar a dudas.

A raíz de esto, echó a correr el tigre. Habiendo corrido lejos, hizo alto para escuchar: orase aún, indiscutiblemente, el ruido de perros que venían. Por consiguiente, volvió a correr nuevamente; se fue más lejos y, volviendo a escuchar, oyó el ruido indiscutible de perros que venían.

Por consiguiente, volvió a correr; se fue lejos; de nuevo paró; hallándose cansado, se dispuso a luchar: se presentaban mal las cosas.

Haciendo alto, se volvió hacia atrás, escuchando de nuevo detrás suyo el ladrido de los perros. Por consiguiente, de nuevo se dio vuelta; nuevamente detrás suyo se escuchaba el ladrido de los perros. Fue entonces que, sin mudar de lugar y mirando disimuladamente hacia atrás, descubrió que el ruido que semejaba el ruido de perros era producido por las moscas encerradas dentro de la vejiga. Habiéndose ya alejado mucho de su presa, se retiró del lugar sin rumbo fijo.

Después de mucho tiempo, volviéronse a ver [el jaguar] y el zorro. En dicha ocasión, le dijo:

– Ahora sí te comeré – dijo.

– Aunque me comieras, no te hartarías, abuela – dijo el zorro –; déjame más bien ir a buscarte un camino donde puedas acechar [la presa]; un camino de hombres – dijo.

– Bien – dijo el tigre. Se fue el zorro en busca de un camino; encontró un lugar muy transitado y, en consecuencia, volvió a contárselo a su abuela. Luego fueron a acechar; en cuanto al zorro, se apostó cerca de su abuela.

Después de una larga espera:

– Parece que ya vienen – dijo el tigre.

– Déjame mirar a mí – dijo el zorro.

Mirando, vio a tres muchachos que venían: tres venían.

– Ya vienen – dijo.

– ¿Estoy esperando en posición ventajosa? – preguntó el jaguar.

– Espera aún – dijo el zorro –; los que vienen todavía no son hombres; son solamente futuros hombres – dijo.

No los detuvo, por consiguiente; fueron pasando y se alejaron los muchachos sin detenerse.

Después de larga espera, nuevamente:

– Parece que ya vienen – dijo el tigre.

– Déjame mirar a mí – dijo el zorro.

– Ya vienen – dijo.

– ¿Estoy acechando bien? – dijo el tigre.

– Todavía no – volvió a decir –; el que viene ha dejando de ser hombre.

Por tratarse ahora de un anciano que venía, habló así.

Nuevamente no lo atajó, dejándole pasar.

Después de otra larga espera:

– Parece que vienen – dijo el tigre.

– Déjame mirar a mí – dijo el zorro.

En esta ocasión vio que venía uno con arco; venían, además, tres perros.

– Ahora sí que viene un hombre – dijo.

Porque ahora venía aquel que fatalmente iba a matarlo.

– Ponte y espera – dijo.

Los perros ya venían acercándose al lugar donde estaba el tigre; ya ladraban al unísono. En cuanto al jaguar, rugía de una manera espantosa. Al oírlo, se acercó corriendo el dueño [de los perros].

Al llegar, y al erguirse contra él el jaguar, le hirió con flecha de hierro; le volvió a herir; le volvió a herir nuevamente, derribándolo muerto.

Por haber deseado el zorro que así ocurriera, solamente cuando venía uno que llevaba arco dijo:

– Ponte bien al acecho.



43. CANTOS CON QUE LOS NIÑOS ACOMPAÑAN SUS JUEGOS


Dicen que el loro ha muerto.

¿Por qué será que murió?

Estalló en llamas y murió.

¿El sapo me ha?


Mi lindo hermanito,

después de irte allende el Paraná

vuelve pronto.

¿En dónde te quedarás?

Me quedaré en el afluente del agua angosta.

¡Ijeije!

Pequeña ave sayjoyvy,

después de andarte buscando

y errándote repetidas veces

el pájaro tucán amarillo,

se lamenta por ello.

Ero tori,

ero tori, tori;

eroije,

eroije, ije,

eroije.

La torcaza ¡pobrecita!

muerta su compañera,

a lo largo de los caminos

!Uh! Uh! Uh! Uh!, dice.


 

44. CANCIONES DE CUNA


Escucha el ladrar de los perros,

mi hijo; duerme, pues, ven.


Duerme, pues, niño, que tu padre

va a traer un venado moteado para tu animalito;

y una oreja de liebre para tu collar;

y frutas moteadas de la espina para tus juguetes.


 

45. CANTO INFANTIL

 

A diferencia de los anteriores, este cuento tiene todas las características de un canto mítico.


Chapire, ven, pues,

frente al karanda de hojas relucientes.

Cuando se arrodilla, se arrodilla la verdadera madre de los Tupá,

le resplandece el cuerpo, le resplandece el cuerpo.

Y cuando le resplandece el cuerpo

los hijos de Tupá se balancean acompasadamente,

se balancean acompasadamente.

Y cuando se balancean acompasadamente,

el Suruku’a eterno se lamenta tristemente,

se lamenta tristemente.

Y cuando se lamenta tristemente,

y por los caminos, los caminos vamos caminando,

y "me duele la cabeza" decimos,

el alma del árbol nos hiere, nos hiere.

 

 

 

 

 
 
 
Fuente:
 
 
Versión de textos guaraníes por LEÓN CADOGAN
 
Introducción, selección y notas por A. LOPEZ AUSTIN
 
EL LEGADO DE LA AMÉRICA INDÍGENA
 
 
 
 
 
 

 

EL PRESENTE MATERIAL ES COPIA ÍNTEGRA DEL LIBRO

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