CUANDO LA FE SE HACE OBRAS (FUNDACIÓN CENTRO SAN RAFAEL DE AYUDA A LA VIDA)
Por Elvira Olmedo Zorrilla, ABC Color.
La Fundación Centro San Rafael de Ayuda a la Vida nace en 1999 en la Parroquia San Rafael. Es la demostración clara de cómo se puede asistir al ser humano sin discriminación. Los últimos del evangelio son los mejores asistidos en San Rafael, y esto se debe al carisma, temperamento, pasión y afecto que el padre Aldo Trento ha sabido transmitir a la comunidad. Hoy en día, muchos carenciados sonríen y dan las gracias por la ayuda que reciben de gente que no solo se conmueve por las obras, sino que trabaja en ellas.
Desde que llegó al Paraguay el sacerdote italiano Aldo Trento, su trabajo no cesa. Las obras y los gestos solidarios abundan en la iglesia San Rafael.
A las distintas obras impulsadas desde la fe por el padre Trento, se suma el esfuerzo de los feligreses que aun en los momentos de crisis dan una mano. Un ejemplo de lucha y solidaridad, de empeño y gran generosidad digno de ser imitado.
Todas las obras de las fundaciones están orientadas al abrazo misericordioso a aquellas personas pobres, enfermas, violentadas, marginadas, algunas estupradas, y la mayoría abandonadas, entre otras condiciones inhumanas que sufren muchos de los hermanos más carenciados de recursos y oportunidades.
Personas de todo el mundo, profesionales, políticos, escultores, estudiantes, llegan hasta San Rafael con el deseo de conocer y vivir la experiencia de la comunidad.
OBRAS
En mayo del 2004 funda la clínica Casa de la Divina Providencia San Riccardo Pampuri. Allí, enfermos terminales de sida y cáncer, de escasos recursos, olvidados por la sociedad, encuentran refugio y paz para sus almas. Así pudimos constatar en nuestro recorrido y publicación del domingo pasado.
Los mismos enfermos definen el lugar como la antesala al Paraíso. Ellos no son abandonados. Trento los acompaña hasta su última morada. Se ocupa de todos los detalles. Aun cuando descansan para siempre, no los olvida. Visita a los que partieron, cada 2 de noviembre. Lleva a los niños huérfanos a que hagan lo mismo con sus padres.
Y para los enfermos que lograron estabilizarse, en la ciudad de Itá se encuentra la Granja Padre Pío. “Continúan con su tratamiento en un espacio tranquilo y aportando su grano de arena, con pequeños trabajos en la huerta que provee todas las verduras a la cocina de la clínica”.
Las tres Casitas de Belén son otras de las grandes obras del sacerdote italiano. Nace como respuesta a la gran cantidad de niños huérfanos. “Los niños son los representantes de Jesús. En sus personas, honramos la infancia de Cristo, formándolos como buenos cristianos y ciudadanos”, expresa Trento.
En la Escuelita Pa’i Alberto estudian 300 alumnos, cuyo programa educativo se basa en tres pilares: callos en la cabeza, callos en las manos, y callos en las rodillas. Estas premisas son transmitidas por los profesores de manera que, con el tiempo, se transformen en un hábito. Las puertas se abren desde las 7:30 hasta las 12:30, con desayuno incluido. Los niños más necesitados reciben el almuerzo y otros reciben clases de refuerzo hasta las 16:00.
El policonsultorio Juan Pablo II abre sus puertas para asistir a los pobres y enfermos. En realidad es la primera obra instaurada en San Rafael. Fue en el 2002. Funciona gracias a la caridad de médicos amigos que se ofrecieron voluntariamente para asistir a quienes más la necesitan. Los servicios que ofrecen son: cardiología, cirugía vascular, clínica médica, dermatológica, ecografía, electrocardiograma, sicología, ginecología, servicios de enfermería, nutrición, odontología, oftalmología, pediatría, traumatología, en fin, allí van a encontrar una consulta gratuita todas aquellas personas que no pueden solventar los costos que estos representan.
El Centro de Ayuda a la Vida está destinado a las madres embarazadas y niños. La ayuda es con alimentación y vestimenta. Actualmente, cerca de 200 familias de muy escasos recursos perciben víveres semanales en el predio de la parroquia.
Albergues para ancianos olvidados. Está el Hogar San Joaquín, para ancianos; el Santa Ana, para ancianas. El padre hasta los baña para llevarlos al albergue.
“Muchas veces a nosotras nos impresiona, pero nos insta diciéndonos que es a Cristo a quien cuidamos y parece que todo se transforma y no hacemos distinciones ni muecas de desagrado”, relata.
Todos los emprendimientos citados y las asistencias son logrados gracias a benefactores anónimos, a las ayudas de los feligreses y a la caridad de todas las personas de buen corazón. Pero la principal medicina, la que se les brinda a todos, sin excepción, es la del amor a Cristo. “El es el principal y verdadero motivo de nuestra misión”, expresa Trento.
En la parroquia San Rafael se respira vida, movimiento. Imponente se ve el castillo, donde funciona la pizzería O Sole mío. Allí también está asentado el café literario: Van Gogh, lugar preferido de los jóvenes y adultos que gustan de la buena lectura con café de por medio, y al estilo italiano.
Caminando un poco más se puede encontrar con el local de Artesanía Guaraní Mburucuyá, donde va a encontrar todo tipo de souvenires típicos, además de esculturas, manteles de ñandutí, ropas para niños, vestidos, cuadros de pintores nacionales y figuras hechas por renombrados artesanos, así como toda la creatividad indígena en palo santo y otras materias primas.
Si se alarga el paseo, se puede conocer la librería. Los rosarios y otros tipos de recuerdos, así como libros de cultura general o los escritos por el mismo padre Trento, están a la venta.
El nuevo desafío que enfrentan en la fundación es el crecimiento edilicio de la clínica Divina Providencia. La construcción de cinco pisos se inaugurará en breve. Se puede admirar la piedra sillar que reviste la fachada con los símbolos hermosos de las Ruinas de San Ignacio Mini y de Trinidad.
LOS NÚMEROS
La Clínica “Divina Providencia” para pacientes terminales pobres y marginados han atendido a 1.200 pacientes desde el 2004. Actualmente cuenta con 27 pacientes, capacidad máxima de la clínica actual. La nueva clínica, aún en construcción, albergará a 44 pacientes.
El policonsultorio “Juan Pablo II” ha atendido a 26.000 personas desde 2002. La Escuela “Pa’i Alberto” atiende a 270 niños desde el 2003. Las casas de albergue de niños abandonados “Casita de Belén” y “Chiquitunga” para niñas embarazadas han atendido a 55 niños desde el 2004. Hoy día atienden a 35 niños.
Los hogares de ancianos “San Joaquín y Santa Ana” y “Padre Giussani” han atendido a 50 ancianos desde el 2009. Hoy día atienden a 38 ancianos.
Las obras de las Fundaciones, además de asistir, educar, catequizar, crear fuentes de trabajo, lo opuesto al mero asistencialismo, forma un pueblo responsable protagonista de su propio destino. Ahora también construyendo el colegio Politécnico “Pa’i Lino”, cubriendo la educación media con talleres de cocina y computación, esperando el año que viene iniciar los talleres de electricidad y confección industrial.
Como podrá comprender, nuestra Clínica tiene su costo de equipamiento y mantenimiento que es sostenido por la generosidad de la comunidad, benefactores y amigos que se suman a la iniciativa, pero como bien sabe: costos, gastos, insumos y necesidades se incrementan año tras año y la ayuda correlativamente decrece. Es por ello que pensamos en esta propuesta como medio de sostenimiento de esta obra que tanto beneficia al Paraguay.
Apadrinar un paciente es una forma de colaboración que permite ayudar económicamente durante un tiempo o una sola vez para cubrir parte del costo del paciente.
Un paciente en promedio cuesta G. 7.000.000 por mes. Proponen diferentes formas de apadrinamiento desde 100.000 G.
El padre Trento recibió la distinción “Caballero de la Estrella de la Solidaridad”, que le otorgó el presidente Giorgio Napolitano, con la «facultad de exhibir las insignias de la Orden». (Junio de 2008). Esta insignia la devolvió cuando el presidente italiano, tácitamente, aprobó la “ejecución” de Eluana Englaro.
También ha sido declarado ciudadano ilustre de la Ciudad de Asunción por la Junta Municipal y la Intendencia de la ciudad, en septiembre de 2008.
En la auditoría realizada por el Ministerio de Hacienda, la entidad calificó la administración de la fundación como un ejemplo digno de ser imitado.
SUS INICIOS
Aldo Trento nació en un pueblito con “piedras y mucho verde”, en Faller Sovramonte, de la provincia de Belluno. Conoció las necesidades en su propio hogar, condición que en vez de abatirlo lo impulsó a encontrar formas de ayudar al prójimo, especialmente a los más humildes y necesitados. Así fue abriéndose camino hacia el sacerdocio.
Siendo niño ya sintió su vocación. Las primeras instrucciones religiosas las recibió de su madre, María Dolzot. No desoyó el llamado de Dios e ingresó al seminario de los Padres Canossiani, en Treviso, cerca de Venecia. Luego, se unió a la extrema izquierda, peleó por lo que creía justo y se desvió de su verdadero camino.
“Fue una época de mucho ímpetu; salí a pelear, a gritar. Fue una época de muchos excesos, de grandes batallas políticas, de panfletos, asambleas, manifestaciones”, recordó Trento. Así perdió el sentido de su verdadera vocación y se sumió en una profunda tristeza, inclusive se replanteó su vida, su servicio a Dios.
Recurrió al monseñor Luigi Giussani. Este le dio confianza y recuperó los hilos de su vida. A pesar de todo, don Giussani nunca había puesto en duda su vocación de sacerdote, y pidió a don Massimo Camisasca que recibiera a Aldo en la Fraternidad misionera de San Carlos Borromeo.
Al despedirse, le dijo que debía inspirarse en los jesuitas del siglo XVII y en sus reducciones. Surgió así la posibilidad de venir al Paraguay. No se sentía seguro, confiado. No obstante, aceptó el desafío y en 1989 aterrizó en nuestro país con una maleta cargada de incertidumbres que, con el tiempo, se convirtieron en hechos llenos de amor al prójimo, evidenciados en las variadas obras en favor de los pobres.
Fuente: Edición impresa del diario ABC COLOR, Domingo, 18 de Noviembre del 2012. Fuente digital: www.abc.com.py