CAMINO A LA INMENSIDAD, 2012
Óleo sobre lienzo, 200 x 115 cm,
Obra de ADRIANA VILLAGRA
RESQUICIOS DE LO REAL Y LO SIMBÓLICO
Las uvas pintadas por Zeuxis (siglo IV a.C) lograron engañar a los gorriones que revoloteaban entorno a la imagen. Esta anécdota histórica refiere la competencia por el realismo entre dos importantes pintores griegos – Zeuxis y Parrasio - y confirma los afanes de los pensadores en atribuir al realismo el fin último de la mimesis en la imagen artística. Con el tiempo, esta idea prospera lo suficiente sorteando dificultades histórico filosóficas hasta constituirse en lugar común de la verdad de la representación. Hoy, y ante el advenimiento de la imagen tecnológica, el realismo sigue obsesionando a un significativo público interesado en el derrotero de lo visual.
La obra de Adriana Villagra se ubica en una frontera inestable del concepto de mimesis, lugar en el que confronta el hecho visual con la dimensión simbólica; meollo con consabidas dificultades conceptuales: lo que se mira, lo que se ve, en sentido estrictamente ocular, ¿qué nota de lo real es, qué y cómo informa? ¿Lo que vemos es sólo el artilugio, la treta, de lo simbólico? Ella es consciente que contestar una y otra pregunta ocupó en gran medida el tiempo de expertos en cuestiones visuales, y la respuesta se mueve en una profundidad sin fondo. Sin embargo, es precisamente acá donde su arte despliega sus estrategias y desafía a los devenires de la mirada.
Adriana sabe que una determinada y convencional pincelada la ubica en un más acá o un más allá de lo real: ¿realismo o hiperrealismo? También sabe que la representación es una extraña y brumosa operación con la forma, recordando que no todo le está permitido y revelado al ojo inquisidor: sedienta de verdad la imagen busca en el recurso simbólico redimir sus faltas e incompletudes, ya que no todo le es revelado al ojo y hay una cuota mimética hermética saldada más allá de lo visible.
En esta inquietante serie de pinturas el óleo es relegado y domeñado a simple tamiz de las emociones y el significado; la artista no se permite subjetividades resignando la expresividad de la pincelada y el trazo, gesto que la reduce a apenas testigo de los fenómenos acaecidos en el tiempo y el espacio: una escalera, un enérgico tendido de alambres, una flor, residuos de mortero, tierra y polvo y cielo quejumbroso designan un momento de la memoria y los avatares de la vida cotidiana, en la que la sensibilidad de la artista recoge el eco y la vibración de las cosas que pasan y le pasan.
CARLOS SOSA
Crítico de arte.
Asunción, Octubre de 2012
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EMOCIONES MÍSTICAS, 2012 - Obras de ADRIANA VILLAGRA
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