PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
MAYBELL LEBRÓN
  PUENTE A LA LUZ, 1994 - Poemario de MAYBELL LEBRÓN


PUENTE A LA LUZ, 1994 - Poemario de MAYBELL LEBRÓN

PUENTE A LA LUZ


Poemario de MAYBELL LEBRÓN


Edición digital: Alicante :

Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001

N. sobre edición original:

Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay),

Arandurã Editorial, 1994.

 

 

 

Enlace al ÍNDICE del libro PUENTE A LA LUZ en la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES

Prólogo - Éxtasis/ Sin jamás habernos visto/ Recuerdos/ Manos/ Esbozo/ Acaso/ Cauces/ Cobardía/ Duda/ A veces quiero/ Impotencia/ Congoja/ Lluvia/ Tajamar/ Lagartija/ Picaflor/ Ejemplo/ En la orilla/ Remembranza/ Ceguera/ Retrato/ Makâ/ Siembra/ Casi final/ El revés del espejo/ Recelo/ Dilema/ Ocaso/ Encuentro/ Péndulo/ Silencio/ Ánimas/ Espejismo/ Vergüenza/ Diferencia/ Desafío/ Poeta/ Oda a mis ojos/ Lejanía/ Sueño/ Vacío/ Exvoto/ Seguidillas/ Graffiti/ Certeza

 

 


PRÓLOGO

     Maybell Lebron, conocida como cuentista de palabra precisa y argumentos de certera e inquietante resolución, nos revela en su nuevo libro Puente a la luz una faceta desconocida de su pasión creadora. Empuñando el verbo con decisiva carga poética, nos propone una poesía de reflexión, emparentada por la forma con la poesía clásica española.

     Su temática se centra en el tiempo, la muerte, el amor maduro, la angustia existencial del hombre, el contacto con la naturaleza y en situaciones de contenido social.

     En esta época en que existe la absurda creencia de que escribir poesía es lo más fácil dentro de la literatura (y lo sería si se tratara de apilonar versos), es alentador constatar que Maybell Lebron aceptó el desafío de ceñir su palabra poética a las formas tradicionales, con destellos propios.

     Al amparo del Taller de Poesía de Carlos Villagra Marsal, Maybell ha incursionado en la variada métrica castellana y en sus ricas combinaciones estróficas, llegando a cultivar tanto la brevedad de la décima como el poema en alejandrinos o el soneto; pero la autora no se limita a la utilización de estas formas; explora además las posibilidades del poema conciso, en verso libre, donde se palpa el rescate del «minuto fugitivo».

     El resultado de este ejercicio poético nos enfrenta con un libro pulcro, rico en imágenes, que viene precedido por la aureola de un premio en el Concurso de Poesía «Voces Nuevas», convocado anualmente por el PEN Club del Paraguay y el diario Última Hora. En este momento de liberación femenina -en el sentido más profundo del término- celebro el advenimiento de esta nueva poeta, quien entra al territorio lírico con paso ardiente y segura expresión, para sumar su acento al concierto de otras voces femeninas decididas a dar testimonio de su verdadero ser.

Renée Ferrer

2 de octubre, 1994



  

ÉXTASIS

          

      Mira

   

estamos vivos.

   

Siento la savia oscura galopar en mis cauces.

   

La luz borra quimeras

   

-huéspedes de párpado ceñido-

   

y dibuja sin prisa tu contorno olvidado.

   

El nácar de la arena tramonta el aire y se deshace.

   

En la playa las huellas son testigo.

   

Mi aliento y tu cuerpo palpitante repican:

   

Ya ves

   

estamos vivos.

   

 

   

 

   

 

SIN JAMÁS HABERNOS VISTO

 

     Sin jamás habernos visto

   

nos reconocimos;

   

y nuestras huellas fueron parejas,

   

y nuestras sangres forjaron hijos,

   

lloramos juntos nuestras tristezas,

   

juntos supimos de soles limpios,

   

y hoy,

   

sentados frente a frente,

   

nos miramos,

   

sin saber qué decirnos.

   

 

   

 

   

 

RECUERDOS

 

A Juan

 

     Cuando ya no retengas

   

mi cabeza en tu pecho

   

no quiero que me pienses

   

con lágrimas o ceño.

   

Deja la losa fría

   

recostada en el suelo

   

y vuélvete a la casa

   

para seguir viviendo.

   

 

   

     El frote de las cañas

   

en suave ronroneo

   

renacerá en tu oído

   

con mi trémulo acento

   

al poder estar juntos

   

(perdidos en el tiempo)

   

allí donde la vida

   

dialoga con los muertos.

   

 

   

     Aunque tú no me veas

   

tal vez yo pueda hacerlo.

   

 

   

 

   

 

MANOS

 

     Ayer.

   

     Tus manos

   

veleros minuciosos

   

rielando, en mi piel.

   

Piratas del amor

   

explorando meandros

   

húmedos de deseo.

   

 

   

     Mis manos

   

resbalando encendidas

   

en el cauce de tu pecho

   

como navío al pairo

   

encostado a tu cuerpo.

   

 

   

     Hoy.

   

     En el ancho remanso

   

de los días parejos

   

seguimos siendo amantes

   

con caricias

   

sin fuego.

   

 

   

 

   

 

ESBOZO

 

     Gruesos lazos de sombra

   

me amarran a la cama;

   

los ojos muy abiertos

   

ven huecos en la nada

   

mientras la brisa pasa

   

hurgando en la persiana

   

tiritando de grillos

   

y de leves fantasmas

   

disfrazados de lumbre

   

que las luciérnagas pálidas

   

le prestan en la noche

   

como estrellas aladas.

   

 

   

     De pronto en las tinieblas

   

sobre el lienzo del tiempo

   

diseñado en recuerdos

   

mi retrato percibo;

   

mezclados los colores

   

con gruesas pinceladas

   

de trazos definidos.

   

Blanco puro, negro sombrío,

   

brillante rojo y suave verde nilo.

   

 

   

     No hay paleta que alcance

   

para un retrato mío.

   

 

   

 

   

 

ACASO

 

     Dedos que buscan a tientas

   

en la cerrazón y el frío.

   

A veces, una flor nueva

   

en el camino.

   

O una ventana abierta

   

al vacío.

   

O escaleras sin peldaños.

   

Quizá faltan pies.

   

Los míos.

   

 

   

 

   

 

CAUCES

 

     Geografía

   

de minúsculos ríos carmesíes

   

jinete de quimeras sin destino.

   

El sueño olvidadizo

   

desbarata

   

eriales fementidos.

   

 

   

     Sus pérfidos letreros

   

jamás dicen lo mismo.

   

 

   

 

   

 

COBARDÍA

 

A Renée

 

     Se escurre lentamente

   

un tiempo que no alcanza,

   

sin hoy y sin mañana,

   

rozando, al pasar, vidas

   

sin huellas en el alma.

   

 

   

     Son cáscaras vacías

   

ya hundidas en la nada:

   

no hallaron el coraje

   

de forjarse un destino

   

que dé sentido al alba.

   

 

   

 

   

 

DUDA

 

     Corazón de musgo y piedra

   

aletargado hace siglos,

   

hoy vuelves a palpitar

   

ofreciendo tu acertijo.

   

 

   

     Desde tu oculta atalaya

   

al borde del precipicio,

   

viste nacer y morir,

   

del mundo cumpliendo el rito.

   

 

   

     Manos pidiendo clemencia,

   

y ante los dioses, ser dignos,

   

grabaron tu áspero dorso

   

con indescifrables signos.

   

 

   

     Sueños igual que los nuestros,

   

los ojos del mismo brillo,

   

y el correr de las centurias

   

con su dorado polvillo

   

 

   

nos propone en la distancia,

   

al filo del infinito,

   

la vaciedad de la nada

   

o el albor de un Paraíso.

   

 

   

 

   

 

A VECES QUIERO

 

     A veces quiero,

   

desde un ágil peñón,

   

bajo el hollín del firmamento

   

perforado de luces,

   

hundir el dedo

   

en el hueco de una estrella.

   

 

   

     A veces quiero,

   

sola en medio del rumor del tiempo,

   

como una perla,

   

entablar un diálogo conmigo misma,

   

o rezar

   

una oración cualquiera.

   

 

   

 

   

 

IMPOTENCIA

 

     De la carne apretada

   

el aleteo tibio

   

dibuja la palabra

   

como lazo de viento

   

pialando desgracias.

   

Una mano se tiende

   

y no puedo alcanzarla.

   

El brocal de mis labios

   

está seco de rabia.

   

 

   

 

   

 

CONGOJA

 

     La luz se ha vuelto amarilla

   

y torna oscura la arena

   

donde olvidada condena

   

cumple la pequeña silla.

   

 

   

     Bajo el agua que la humilla

   

su esqueleto claveteado

   

tirita en el descampado

   

mientras su dueña se angustia

   

viéndola transida y mustia

   

por haberla abandonado.

   

 

   

 

   

 

LLUVIA

 

     Se acerca revolcándose entre espumas

   

el ronco grito del arcano incierto

   

que apresura los pájaros a puerto

   

y deja sin gorjeos a la bruma.

   

 

   

     El polvo en remolinos alza el vuelo,

   

se hace trizas la tarde bochornosa

   

y una ráfaga anuncia, presurosa,

   

el chocar de cristales en el suelo.

   

 

   

     Mutante de las formas y el aliento

   

en capa de caireles arropada

   

baja danzando con pericia alada

   

y gira al ondear fintas al viento.

   

 

   

     Su manso abrazo se extiende en el estío

   

y al gozo de los campos se une el mío.

   

 

   

 

   

 

TAJAMAR

 

     Negro cristal prisionero

   

en un espacio de piedra

   

verdea como la hiedra

   

al resplandor mañanero.

   

Bulliciosos compañeros

   

con emplumada alegría

   

destrozan su simetría

   

en inquietas curuvicas

   

como vidrio de canicas

   

guiñando a la luz del día.

   

 

   

 

   

 

LAGARTIJA

 

     La luz sigue, terca,

   

alargando el tiempo

   

quemado de soles.

   

Cada día nuevo,

   

un gris encendido

   

relumbra en el viento

   

que lame el agobio

   

de pastos entecos.

   

Perdida entre piedras

   

sobre el campo yermo,

   

el látigo asoma

   

de tu arisco cuerpo.

   

Porte de milenios,

   

fino dardo inquieto

   

en vaina de escamas,

   

reluce en el suelo

   

con húmedo trazo

   

en el polvo seco.

   

Tu empuje de siglos

   

perdura, sereno.

   

Olvidados quedan

   

en bruma y helechos

   

los reyes de entonces:

   

vivir es tu premio.

   

 

   

 

   

 

PICAFLOR

 

     Raya el mirar azul de la mañana

   

un dardo cruel. Su brazo transparente

   

bate la luz en fúlgidos torrentes.

   

Rumor de nácar, miel de resolana.

   

 

   

     Abriéndose, la flor avasallada

   

su corazón ofrece dulcemente.

   

Y en el aduar de pétalos crujientes

   

engarza, tornasol, la gema alada.

   

 

   

 

   

 

EJEMPLO

 

     Laceran la corteza de la altura

   

ávidos picos de concreto

   

y deleitan sus garras en la tierra

   

hasta ahogar todo aliento.

   

 

   

     Entre vidrios, atisba una maceta

   

(indómito bullir de pétalos)

   

su rebelde porfía me estimula

   

a seguir viviendo.

   

 

   

 

   

 

EN LA ORILLA

 

     Cobre redondo arriba

   

bronce en el agua.

   

Inquieta

   

llamarada

   

pedazos de luz retozona

   

boyando

   

y un silencio tibio

   

tupido de cigarras.

   

 

   

     Sedienta junto al río

   

cántaro de cobre ardiente

   

ella

   

aguarda.

 

 

 

 

REMEMBRANZA

 
 

     Las manchas han raído

   
 

el oro de antes.

   
 

 

   
 

     Una espesa nostalgia

   
 

va redimiendo fronteras.

   
 

Los dedos se me entibian:

   
 

hay coco y yerba en el aire.

   
 

 

   
 

     Ciega de humedad,

   
 

acaricio las hojas

   
 

en la tarde.

   
 

 

   
 

 

   

 

CEGUERA

 
 

     Un aire espeso y negro se me enrosca

   
 

                                                        en las sienes,

   
 

turbio aliento de boca desnudando esqueletos

   
 

de palabras cansadas, con olor a blasfemia,

   
 

con tristeza gozosa de pervertido celo.

   
 

 

   
 

     Agostada la savia de los días antiguos

   
 

se opacaron mis ojos (los de afuera y adentro)

   
 

mientras la niebla fría lamía displicente

   
 

los cárdenos pezones rezumando veneno.

   
 

 

   
 

     Gorgona solitaria despojada de auroras

   
 

me erizaba de piedras las hendijas del pecho:

   
 

no fuera que los ojos de algún niño descalzo

   
 

pusiesen cascabeles en el áspero hueco.

   
 

 

   
 

     Gastada de rencores (ni un grito

   
 

                                                        de mis labios

   
 

ameritaba el eco), del alto cocotero

   
 

ignoré el brazo hostil, la mano puntiaguda

   
 

guardadora de nidos, o el viento entre sus dedos.

   
 

 

   
 

     Desdeñé la embriaguez de un patio

   
 

                                                        de jazmines,

   
 

la azorada grandeza de pájaros en vuelo,

   
 

el escozor ardiente de otra piel en mi piel

   
 

vedándole a mi sangre remontarse en el tiempo.

   
 

 

   
 

     Lastimó mis retinas un claror recatado

   
 

al destrabar rendijas en búsqueda de cielo

   
 

y descubrí las luces peregrinas del alba

   
 

en espejos minúsculos destellando en el suelo.

   
 

 

   
 

     Me dejé hundir el cuerpo entre hilachas

   
 

                                                        de bronce

   
 

recamadas de sol en cambiantes reflejos

   
 

y elevando las palmas inicié una plegaria

   
 

con estas manos húmedas de haber lavado cieno.

   
 

 

   
 

 

   

 

RETRATO

 

A una pintura

 

de H. Valenzano

 
 

     Óvalo misterioso,

   
 

muchacha ciega;

   
 

el aire se estremece

   
 

en tu presencia.

   
 

 

   
 

     Es tu rostro sin rasgos

   
 

avara ausencia

   
 

de pinceles perplejos

   
 

en tensa espera.

   
 

 

   
 

     Acaso en un sepulcro

   
 

tus flores dejas,

   
 

o el ramo de tu boda

   
 

gozosa estrenas.

   
 

 

   
 

     Te guardaré a mi lado

   
 

lo que me queda.

   
 

Jamas sabré si ríes

   
 

o si estás seria.

   
 

 

   
 

 

   

 

MAKÂ

 
 

Flacos músculos cansados abultan la costra parda;

   
 

en su piel endurecida queda el rastro de las garras

   
 

 

   
 

de los colosos del monte. Entonces, los igualaba

   
 

oliendo sus intenciones como otra fiera cebada.

   
 

 

   
 

Hoy, sentado en la vereda, ofrece flechas de caña

   
 

y sus brazos se distienden, ya sin bríos, ya sin alma.

   
 

 

   
 

Antigua testa emplumada ensoñando sus hazañas

   
 

de urukú y de cacerías, de cubrir hembras hurañas.

   
 

 

   
 

Huele el aire a pura selva en las calles asfaltadas;

   
 

giran serpientes y pumas entre las hojas y el agua.

   
 

 

   
 

El bronce de su estatura toma dimensión, se agranda

   
 

sobre aquel frágil sostén de su esqueleto y entrañas.

   
 

 

   
 

 

   

 

SIEMBRA

 

Al plantador de algodón

 
 

     Roce de callo y sangre

   
 

manos amigas

   
 

de tu melena cana

   
 

recién nacida.

   
 

 

   
 

     Forjadora de sueños

   
 

mientras crecías

   
 

sólo queda el rescoldo

   
 

de esa alegría.

   
 

 

   
 

     Torso amargo en el aire

   
 

mano vacía

   
 

trepa en la calle un grito

   
 

de rebeldía.

   
 

 

   
 

 

   

 

CASI FINAL

 
 

     He habitado perdida en tu abrazo

   
 

noches de gloriosa vastedad.

   
 

Vencidos los sellos

   
 

escanciaste tu zumo en mi copa

   
 

olvidado entonces

   
 

el lento goteo de las horas

   
 

devorando el presente.

   
 

 

   
 

     Dichosa

   
 

entre pan y leche

   
 

me reconocía

   
 

en aquellos gajos de mi vientre

   
 

mientras la mañana

   
 

sin hollín de sueño

   
 

orlaba de perlas jugosas el alero.

   
 

 

   
 

     Hoy sólo queda

   
 

un leve jirón

   
 

en la urdiembre finísima del tiempo.

   
 

La voz encallecida no protesta.

   
 

Tenaces minutos

   
 

como hormigas

   
 

arrastran las hilachas postrimeras.

   
 

Aguardo.

   
 

Seré

   
 

quizá

   
 

tu amiga.

   
 

 

   
 

 

   

 

EL REVÉS DEL ESPEJO

 
 

     Mi aliento avasalla tu rostro.

   
 

Asustados, se humedecen tus ojos,

   
 

aureolados de luces repetidas

   
 

en repetido gesto.

   
 

 

   
 

     Se me acaban las uñas, los dedos sin pellejo

   
 

dejan rastros de sangre sobre el tenaz remedo.

   
 

Frías gotas de luz empapan mis cabellos,

   
 

busco el espacio esquivo, vulnerable al asedio

   
 

y el cristal me enceguece con mi propio reflejo.

   
 

 

   
 

     Yo lo sé,

   
 

hay un algo insondable que aguarda en el reverso:

   
 

losa oscura sin huecos tupida de secretos.

   
 

Ansiosa busco

   
 

un desgarro en tu costra

   
 

para verme por dentro.

   
 

 

   
 

 

   

 

RECELO

 
 

     Tengo miedo

   
 

de reconocerte.

   
 

Una línea estricta nos separa

   
 

rejuntada

   
 

curuvica del recuerdo

   
 

con dedos de puro viento

   
 

que alza muros insolentes.

   
 

Suplicio antiguo

   
 

de ansias aún sin nombre

   
 

de ignorar si conozco lo sabido.

   
 

 

   
 

     En un vórtice de espejos implacables

   
 

atisbo ese perfil desconocido.

   
 

Tengo miedo

   
 

de mirarme para adentro.

   
 

 

   
 

 

   

 

DILEMA

 
 

     En un punto esencial de nuestro cuerpo

   
 

cuando el pulso se acaba,

   
 

rota la piel, el alma se libera,

   
 

invisible y extraña.

   
 

 

   
 

     Quizá germen de luz zigzagueante,

   
 

hacia el éter avanza;

   
 

leve trazo intangible de memoria

   
 

que fue y queda en la nada.

   
 

 

   
 

     O al vórtice de ignoto remolino

   
 

tal vez será arrastrada

   
 

por ráfagas henchidas de jirones

   
 

buscando LA palabra.

   
 

 

   
 

     Rescataré mi forma, acaso, un día,

   
 

de la tumba olvidada,

   
 

o quedaré cual polvo iridiscente

   
 

en las luces del alba.

   
 

 

   
 

     Hay dados en la mesa y sólo resta

   
 

jugar al todo o nada.

   
 

 

   
 

 

   

 

OCASO

 
 

     Rueda y rueda la rueda

   
 

en la huella del tiempo,

   
 

recorriendo veredas

   
 

sin hallar ningún puerto.

   
 

 

   
 

     Es que acaso no pueda

   
 

sofrenar a los vientos

   
 

y hacer la primavera

   
 

sin riesgo de un invierno.

   
 

 

   
 

     No importa, siempre queda

   
 

el sabor de los besos;

   
 

rescoldos de la hoguera.

   
 

 

   
 

     Si se llevan mis huesos

   
 

qué más da estar muerta

   
 

 

   
 

 

   
 

 

   

 

ENCUENTRO

 
 

     La impavidez mentida de la máscara

   
 

esconde una violenta llamarada

   
 

y aviva un estertor de triste risa

   
 

en la cuenca severa, fiel, precisa.

   
 

 

   
 

     Bajo alado antifaz la azul mirada

   
 

recoge su dolor. Arrebatada

   
 

visión de noches sin destino cierto

   
 

en búsqueda febril de ansiado puerto;

   
 

de amarras que reaten su alegría

   
 

y borren la forzada simetría.

   
 

 

   
 

     Máscara y antifaz ruedan silentes

   
 

y el calor de la piel los labios sienten.

   
 

 

   
 

 

   

 

PÉNDULO

 
 

     Oscila la balanza imperturbable,

   
 

la aguja, sin hallar sosiego, queda;

   
 

si la vida, fugaz, se muestra amable

   
 

celajes de dolor traban su rueda.

   
 

 

   
 

     Ayer fue ya, no hay nada más que pueda

   
 

reiniciar la aventura inacabable.

   
 

Hoy, con calma, contemplo el duro sable

   
 

que me espera al final de la vereda.

   
 

 

   
 

     Ese nuevo mañana es todo mío,

   
 

haré que vibre y me hundiré en su abrazo

   
 

soñando eternidades no soñadas;

   
 

 

   
 

y de mis venas, cual feraz rocío,

   
 

húmedo, azul, estamparé mi trazo:

   
 

las palabras de amor, resucitadas.

   
 

 

   
 

 

   

 

SILENCIO

 
 

En el patio solo

   
 

preñado de sueños

   
 

habita gozoso

   
 

mi amigo el silencio:

   
 

allí nos juntamos

   
 

de común acuerdo.

   
 

 

   
 

 

   

 

ÁNIMAS

 
 

     De un hilo de plata

   
 

penden caireles de voces diminutas

   
 

hebras de luz

   
 

desvarío de ráfagas perdidas

   
 

en el ávido hueco de la nada.

   
 

 

   
 

     Pasa un temblor

   
 

y deja

   
 

el lecho salpicado de jazmines

   
 

y briznas de amor desparramadas.

   
 

Un tímido fulgor viaja en la sombra:

   
 

Has vuelto

   
 

amada.

   
 

 

   
 

 

   

 

ESPEJISMO

 
 

     Ella mira

   
 

el sauce repetido en el agua:

   
 

cardumen en tierra prisionero.

   
 

 

   
 

     El río

   
 

repica en los guijarros

   
 

aferrado a sus pies secos.

   
 

Lame sus resecas manos

   
 

con caricia húmeda

   
 

de ansioso enamorado.

   
 

La arrastran remolinos impacientes

   
 

que hacen boyar sus senos

   
 

y enlazan los muslos polvorientos

   
 

en inquietante abrazo.

   
 

 

   
 

     Ella ve

   
 

en la tierra sembrada de soles

   
 

una explosión de capullos

   
 

como miríadas

   
 

de mariposas blancas.

   
 

Cantando

   
 

enreda en sus cabellos empapados

   
 

flores de camalote.

   
 

Y ríe en medio del río

   
 

ríe bajo el agua terca

   
 

con la boca abierta

   
 

y los ojos cansados.

   
 

 

   
 

 

   

 

VERGÜENZA

 
 

     Redonda, la luna juega

   
 

sobre colinas que se derrumban.

   
 

Desde el trémulo vacío,

   
 

las estrellas lagrimean su distancia.

   
 

Miedosa,

   
 

la negritud invadida de luciérnagas

   
 

tirita,

   
 

acuchillada de luz.

   
 

A mi lado,

   
 

oigo pasos diminutos en el césped.

   
 

Sobre el áspero silencio,

   
 

hay preguntas desprendidas desde dentro,

   
 

compañía de mi noche solitaria.

   
 

Cuánta nieve despiadada,

   
 

cuánto fuego y ceniza,

   
 

cuánta gente llamándose enemiga.

   
 

Hoy duele la guerra

   
 

-duelen los niños-

   
 

y me avergüenzo

   
 

de ser feliz contigo.

   
 

 

   
 

 

   

 

DIFERENCIA

 
 

     Desde adentro

   
 

miro un oscuro hueco que se pierde

   
 

en el nocturno estruendo de lo quieto.

   
 

El aire se deshace de cigarras

   
 

barre las calles un ladrar de perros;

   
 

lejano un silbato traqueteante

   
 

me remite a una cinta de vaqueros.

   
 

Alguien dice a mi lado:

   
 

Qué silencio.

   
 

 

   
 

 

   

 

DESAFÍO 

 
 

     Fabuloso engranaje de ríos infinitos

   
 

meticuloso laberinto hacedor de sueños

   
 

corcel de ignota maratón

   
 

devorando rutas de niebla

   
 

en páramos desconocidos.

   
 

 

   
 

     Sus cascos destellan de luna

   
 

o acaso

   
 

conocen el lodo.

   
 

 

   
 

     Sus crines me azotan el rostro.

   
 

En un vértigo de angustia

   
 

mis manos apresan la furtiva brida

   
 

y el pulso se aquieta al saber

   
 

que puedo guiar

   
 

mi destino.

   
 

 

   
 

 

   

 

POETA

 
 

     Es un poeta.

   
 

Aislada en un bloque de cemento

   
 

la voz baja de tono

   
 

rebota en las paredes muertas

   
 

bajo la luz fingida

   
 

teñida de vergüenza.

   
 

 

   
 

     Afuera

   
 

despiertan las estrellas

   
 

en triunfal interludio.

   
 

En la terraza cálida

   
 

un hombre

   
 

mira el cielo.

   
 

 

   
 

 

   

ODA A MIS OJOS

 
 

     Erizado de plumas

   
 

el grito quiebra el silencio

   
 

y barre

   
 

la sombra en pedazos.

   
 

Un claror trepa

   
 

sajando el horizonte

   
 

con el dolo rojizo de una daga.

   
 

En los blandos espejos

   
 

la bruma se ha puesto glauca.

   
 

Sobre las lenguas del ramaje

   
 

ruedan

   
 

gordos diamantes

   
 

zumo de estrellas

   
 

en terrizo cántaro escanciado.

   
 

Un colibrí

   
 

-errante despilfarro de belleza-

   
 

se disuelve en el aire.

   
 

Vuelvo a tu lado.

   
 

Aun dormido te disfruto mirando.

   
 

Oh mundos diminutos:

   
 

manantiales de luz

   
 

en mi cuerpo engastados.

   
 

 

   
 

 

   

LEJANÍA

 

A Mariana

 
 

     Tercamente se impone

   
 

tu rostro en mi memoria,

   
 

enmarcado en la blonda

   
 

melaza de un trapiche

   
 

de fantástica noria.

   
 

Y busco en el vacío

   
 

esos leves hoyuelos

   
 

que algún colibrí errante

   
 

dibujó en tus mejillas,

   
 

confundido en su anhelo.

   
 

 

   
 

     Un roce me estremece:

   
 

contacto sin distancia

   
 

de gaviota perdida

   
 

en nostálgica bruma

   
 

empapada de tiempo.

   
 

Temblor lejano, tibio,

   
 

de tu mano en mi mano.

   
 

En mi casa es invierno;

   
 

en la tuya,

   
 

verano.

   
 

 

   
 

 

   

SUEÑO

 
 

     Descubro

   
 

tu leve carcajada

   
 

en las alas inquietas

   
 

de algún gorrión sin miedo.

   
 

 

   
 

     Escucho

   
 

el ruido de tus pasos

   
 

en las hojas que caen,

   
 

desprendidas, al suelo.

   
 

 

   
 

     Añoro

   
 

tu traviesa sonrisa

   
 

en cándidos jazmines

   
 

con aroma de pueblo.

   
 

 

   
 

     El cielo se ha puesto azul,

   
 

empapado de viento:

   
 

sueño

   
 

que has vuelto.

   
 

 

   
 

 

   

VACÍO

 
 

     Con el llamado a maitines

   
 

de verde badajo,

   
 

por el templo de la aurora

   
 

los dos juntos

   
 

cabalgábamos.

   
 

 

   
 

     Me enseñabas:

   
 

Ese es tordillo, aquél bayo.

   
 

Íntimo salmo a las crines pulidas,

   
 

al sol bisoño

   
 

hecho tea en los flancos.

   
 

 

   
 

     Entre nosotros

   
 

el siseo de un lagarto

   
 

o las hebras del arroyo enredándose en los cascos

   
 

era, en diálogo inasible,

   
 

queda oración a lo alto.

   
 

 

   
 

     Tu mirada,

   
 

de claro verde oxidado,

   
 

se derramaba de amor.

   
 

Abierto estanco

   
 

al impulso de vivir, remansado en tus manos.

   
 

 

   
 

     Aquel agosto aciago,

   
 

incrédulos,

   
 

mis dedos

   
 

pusieron sombra de eternidad bajo tus párpados.

   
 

 

   
 

     El hueco está allí.

   
 

Padre,

   
 

te extraño.

   
 

 

   
 

 

   

EXVOTO

 

Un puñado de tierra de

 

tu profunda latitud

 

Herib Campos Cervera

 

A Carlos

 

Señor de última altura

 
 

     La soberbia meseta otea

   
 

imperturbable

   
 

bajo el ceño de piedra.

   
 

Su abigarrada frente

   
 

embiste roturando cielos

   
 

en fabulosa siembra.

   
 

 

   
 

     La fragancia casta del follaje

   
 

quiebra el agrio relente

   
 

de bicho de la selva,

   
 

mientras

   
 

chirría el bosque de cigarras

   
 

en inútil protesta

   
 

y el pulso aprisionado desborda,

   
 

cristalino,

   
 

de la entraña serena.

   
 

 

   
 

     Catedral ondulante

   
 

sin puertas,

   
 

hurga el fondo del tiempo

   
 

tu memoria de hierbas.

   
 

En el silencio oscuro, susurrante

   
 

el rito se renueva

   
 

-antigua vocación de la luna-

   
 

y las manos ofrendan

   
 

un puñado de tierra.

   
 

 

   
 

 

   

SEGUIDILLAS

 
 

     Arcón mohoso,

   
 

remordido de tiempo,

   
 

tu avara llave

   
 

aprisiona el aliento

   
 

de aquello que al vivir

   
 

se perdió sin remedio

   
 

 

   
 

     Me duelen todas las fibras.

   
 

Es demasiado. Dios,

   
 

echa candado a mi vista.

   
 

Ya no quiero pensar.

   
 

Suma mi nombre a la lista

   
 

de las bestias. Sola,

   
 

no soporto más la vida.

   
 

 

   
 

 

   

GRAFFITI

 
 

     No hace falta

   
 

poner palabras prestadas

   
 

en el cuaderno de clases.

   
 

 

   
 

     Sobra

   
 

con el trazo agreste

   
 

en la pared blanqueada:

   
 

Te amo. Me amas.

   
 

 

   
 

 

   

CERTEZA

 
 

     Tirita el bulto leve.

   
 

No más

   
 

el blando levitar en savia ajena.

   
 

Una niebla exigente

   
 

achica la pupila azul

   
 

y ciega.

   
 

 

   
 

     Extraña suerte.

   
 

En el silencio blanco

   
 

su virgen dolor grita

   
 

al par que un latido recatado

   
 

monótono comienza

   
 

su andadura hacia la muerte.

   
 

 

   
 

     A veces

   
 

ese suave golpeteo

   
 

me alerta que estoy viva

   
 

y me pongo a pensar

   
 

en el silencio

   
 

(ausente de parajes conocidos)

   
 

al que habré de llegar

   
 

desarropada

   
 

sin túnica ni carnes

   
 

ni razón de desvelo.

   
 

Certeza inexorable

   
 

de lánguida grisura de fogata

   
 

buscadora de cielo.

   
 

 

   
 

     A qué contar las horas

   
 

de indomables relojes.

   
 

Jinete de quimeras

   
 

engendro de lo alto o del infierno

   
 

me asomaré a tu umbral

   
 

al compás de la mano en movimiento.

   
 

 

   
 

     O al saber

   
 

que el amor ha prolongado

   
 

su gloriosa simiente

   
 

en cantos nuevos.

   
 

 

   
 

     No creo en la negrura;

   
 

jamás termina el día en el abismo.

   
 

Estoy segura: en mí

   
 

será lo mismo.

   
   

Para compra del libro debe contactar:

ARANDURÃ EDITORIAL

www.arandura.pyglobal.com

Asunción - Paraguay

Telefax: 595 - 21 - 214.295

e-mail: arandura@telesurf.com.py

 

 

Enlace al espacio de la ARANDURÃ EDITORIAL

en PORTALGUARANI.COM

(Hacer click sobre la imagen)

 



GALERÍA DE MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY

(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

EL IDIOMA GUARANÍ, BIBLIOTECA VIRTUAL en PORTALGUARANI.COM

(Hacer click sobre la imagen)

 






Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
ARANDURÃ
ARANDURÃ EDITORIAL
LIBROS,
LIBROS, ENSAYOS y ANTOLOGÍAS DE LITERATURA P
BIBLIOTECA
BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA