COMPUESTO
El Misterio de un Duelo
Fuente: KOKI RUIZ
Esta es otra crónica de muerte anunciada. De muertes anunciadas se dirá, por su desenlace. A diferencia del relato de GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ en el que el finadorâ -el que va a ser finado-, no conoce su futuro, aqui los dos protagonistas -y, acaso, un tercero misterioso-, tienen de antemano la certeza de que pueden acabar bajo tierra, sin piedad alguna.
El hecho ocurrió en San Ignacio de las Misiones durante la presidencia de MANUEL FRANCO (liberal), en 1918. La acuciosa investigación de KOKI RUIZ -artista plástico, preocupado por recuperar la memoria de su pueblo, que vive a orillas de San Ignacio, en el reino de Tañarandy que significa territorio de los irreductibles-, permite rescatar en sus detalles un suceso singular. Quien esto escribe solo repite lo relatado por él. Cuatro versos incompletos de un compuesto que sobrevive permiten documentar el suceso y abrir paso a un interrogante que jamás se contestó.
El capitán ELISEO SALINAS había llegado a la guarnición militar de aquella ciudad con la orden expresa de perseguir a los caballeristas (seguidores de la línea política de BERNARDINO CABALLERO, fallecido en 1912), que eran lopiztas de pura cepa. Como no pudo con el coraje y la temeridad de PALACIOS, sobrino del obispo Manuel Palacios - cuya vida llegó hasta San Fernando, en 1868-, se dedicó con saña y ahínco a quebrantar a los que usaban al cuello un moño negro ya que la censura oficial prohibía el rojo.
La familia Ramírez era una de las que estaban en el ojo del recién llegado. Tan admiradores de López eran que la abuela, al enterarse de que su marido había estado en la conspiración contra el Mariscal y ser ajusticiado en San Fernando, había eliminado el apellido Pérez Grand que sus hijos llevaban hasta entonces. Antes que rebelarse, prefirieron abrir el camino de un posible olvido.
El azar hizo que Miguel Ramírez se enfrentara abiertamente con el uniformado. Éste, en la fiesta patria argentina del 9 de julio -que se celebraba allí con pompas porque entre sus pobladores había argentinos- había invitado a bailar a VIRGINIA BRUSQUETTI. La dama se negó, pero salió en cambio a la pista con Miguel quien, con la anuencia de su novia ANGELITA DEL PUERTO se quedó con ella toda la noche, para protegerla del asedio del arribeño. Por eso, Salinas le amenazó a Miguel que si en la siguiente fiesta -el 25 de noviembre-, volvía a repetirse la escena le mataría.
El pueblo no se amilanó ante el desafío. Y como prueba de ello, escogió a MIGUEL y a FIDEL RUIZ -hermano del abuelo de KOKI RUIZ-, para que, impecablemente trajeados, para el siguiente festejo, invitaran a la mañana para el baile nocturno, casa por casa. Así era la costumbre, ya que las tarjetas aún no habían aparecido.
Previa conversación, la novia de Miguel se quedó en su casa. Él tenía la expresa misión de acompañar a Virginia. Hablaba con ella en el salón donde estaban las mujeres -los hombres se habían colocado al fondo-, cuando el capitán, vestido de gala, emergió en la puerta. Al ver al joven con la dama, le mandó decir por el telegrafista que le esperaba afuera "si era hombre".
Los dos salieron a la calle. Se miraron de frente, pero en realidad miraron a la muerte. Las mujeres vieron los revólveres desenfundados y oyeron los disparos. El capitán cayó muerto en el acto. Miguel, con una herida leve, fue atendido por la tintorera del lugar.
Varios sargentos y soldados, tras conocer la noticia del jefe caído, apresaron a MIGUEL RAMÍREZ. Lo arrastraron, a punta de golpes, hasta la plaza donde lo torturaron y lo fusilaron a las 3.00 de la madrugada. Cuando la madre del joven pidió el cuerpo de su hijo le respondieron que sus vísceras servirían como alimento a los perros. Solo cuando el cura de un pueblo cercano intervino, pudo lograr su objetivo, ya al día siguiente. La indignación popular por lo acaecido fue tan grande que los militares tuvieron que retirarse del lugar. Volvieron solo luego de varios años, alrededor del 1930. Las mujeres colocaron en sus puertas telas negras en cruz como señal de luto. Ante la persistencia del rechazo, no tuvieron más remedio que mudarse a San Juan Bautista que sí los recibió con algarabía según los testimonios recogidos por KOKI RUIZ.
Un compuesto -perdido en gran parte- recogió el episodio y documentó un misterio nunca develado. En don Benito paré/ está el bala kuaré/si no cree ..../...andá ve. Estos versos incompletos revelan que un tercer hombre pudo haber estado en la escena del crimen, disparando desde uno de los costados. A él, sin embargo, ningún testigo lo mencionó en las declaraciones ante el juez que investigó el caso.
La bala en la pared de Benito Ruiz -padre de Koki- podría ser la evidencia de la que habla el texto tal vez perdido para siempre. Lo que todos callaron permaneció vivo gracias a un anónimo compuestero que con inocencia expresó en voz alta una duda que ya jamás tendrá respuesta.
Documento Fuente:
LAS VOCES DE LA MEMORIA - TOMO II
HISTORIAS DE CANCIONES POPULARES PARAGUAYAS
Autor y ©: MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo y diseño de tapa: GOIRIZ
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2009
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