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Ignacio Núñez Soler (+)
31 de Julio de 1891 - 13 de Octubre de 1983
 
Ignacio Núñez Soler (+)






Biografía

IGNACIO SOLER NÚÑEZ (SOLER NÚÑEZ, IGNACIO) - (1891 - 1986)

Comenzó siendo pintor de brocha gorda y decorador de obras, para dedicarse después enteramente a la pintura al  óleo.

Hijo del político liberal Adolfo Soler, asiduo concurrente a la biblioteca del Centro Cultural Rafael Barret (fundada en 1917), fue fundador de la entidad obrera denominada “Primero de Mayo”, en 1916.

Sobre la base de esta agrupación, poco tiempo después se creó el “Centro Obrero Regional de Paraguay”, siendo Núñez Soler uno de sus propulsores.

Comenzó a exponer individualmente en la Casa Argentina en 1931, y desde entonces participó en casi 30 muestras individuales y numerosas colectivas.

Ticio Escobar escribió en ocasión a una muestra del artista: “Ignacio Núñez Soler constituye un caso único dentro del panorama de la plástica paraguaya contemporánea. Ignorada durante décadas, su imagen profusa se afirma como uno de las interpretaciones más libres y vigorosas de aspectos ignorados de la ciudad y de la vida cotidiana, de momentos oscuros de la historia social y política de un país que ha estado al margen de los itinerarios mundiales, de los grandes circuitos económicos y culturales que han dibujado los límites de su mapa como un contorno de una ausencia”.

Después siguen expresando, “Núñez Soler accede a la contemporaneidad probablemente sin proponérselo, a través de un primitivismo sui generis crecido en forma marginal y solitaria. Su obra, aparentemente simple y sencilla, tiene una densidad tan rica y alcances tan variados que es difícilmente reductible a tendencias estilísticas precisas; por su temática muy sincera y espontánea. Pinta escenas callejeras y pequeños mitos de lo popular y lo suburbano y toma como referencia continua la capital del Paraguay, la ciudad de Asunción, que él recuerda y mantiene”.

Su pintura es también militancia política, compromiso y utopía. Relata con pasión escenas de antiguas luchas anarquistas, anécdotas de reivindicaciones, conquistas gremiales.-

Fuente: “DICCIONARIO DE LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY”, de LISANDRO CARDOZO, editado con los auspicios del FONDEC ( FONDO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES), Asunción - Paraguay, 2005.



IGNACIO SOLER NÚÑEZ

Hijo de Adolfo R. Soler y Ascensión Núñez, nació en Asunción en 1891. Adolescente aún, integró la pléyade de jóvenes "disconformes con el drástico y caduco orden en vigencia, limpios de alma, firmes de voluntad y rectos de conducta... en abierto enfrentamiento con la arbitrariedad de los mandones criollos y la expoliación de los encomenderos intrusos... ", al decir de Rafael Oddone.

El joven Soler Núñez, fervoroso sindicalista, defensor de la causa obrera, no incursionaba aún en el campo de la plástica. No manejaba sino la proletaria brocha gorda de los blanqueos a cal, hasta que, con motivo de las primeras representaciones teatrales de Julio Correa, aparece el aporte plástico de Soler Núñez con los decorados de las puestas en escena. De allí fue evolucionando hacia la pintura estética; en su caso, fundamentalmente testimonial, y evocadora de la evolución edilicia y de costumbres de Asunción. Residencias y plazas, el Mercado Guazú y sus pintorescas escenas, la imborrable burrera, la Plaza Uruguaya y sus rincones, las Funciones Patronales y sus estampas folklóricas.

La pintura de don Ignacio - escribió Ticio Escobar - se constituye en un documento narrativo y minucioso de ese viejo carácter de la ciudad de Asunción de la primera mitad del siglo, irremisiblemente condenado por el desorden de una modernización súbita y refleja. Pero su testimonio está enredado con anécdotas personales y una fresca pero firme preocupación social y enfocado desde una óptica popular y suburbana, profundamente original, que le lleva a soluciones formales certeras y a una notable soltura expresiva. Estos complejos elementos hacen de la obra de Núñez Soler, un caso único dentro del panorama de nuestra plástica; sus innumerables cuadros no deben ser considerados solo por sus indiscutibles valores estéticos, sino como un fresco de gran parte de la historia del Paraguay que no ha sido recordada estéticamente, que nunca fue relatada ni pintada. Por eso la anécdota tiene un valor tan importante en esta pintura; ella es el punto de partida de todo un discurso visual capaz de recuperar Imágenes a punto de ser olvidadas...".

A partir de 1931 y por más de medio siglo, don Ignacio ha estado presente en todas las exposiciones, individuales y colectivas. Y más allá de nuestras fronteras, en las Bienales de Sao Paulo, y en Importantes colecciones musearias de Argentina, Brasil, Uruguay, España, EE. UU. de América, Alemania. Falleció en 1983; casado con Herminia Rosa Blanc, es su hijo, entre otros, el arq. Ignacio Soler.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)



IGNACIO NÚÑEZ SOLER ( Por TICIO ESCOBAR )

El padre de don Ignacio Núñez Soler fue un hombre destacado: proveniente de una familia encumbrada, periodista, abogado y político eminente; don Adolfo Rufo Soler Jovellanos había nacido en 1869, en pleno transcurso de la Guerra de la Triple Alianza (1895-1870). Se desempeño como diputado en 1903 y actuó como uno de los principales impulsores de la revolución liberal del siguiente año. Entre 1905 y 1907 ocupo los cargos de Ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores durante el gobierno liberal. Fue creador del Banco de la República y coprotagonista del famoso protocolo de paz con Bolivia conocido como “Soler - Pinilla” (12 de Enero de 1907). La madre de don Ignacio se llamaba doña Ascensión Núñez. Había nacido en 1864, procedía de ascendencia humilde y era originaria de la sureña población de Pilar, en cuyas inmediaciones los Soler tenían una estancia; allí comenzó a trabajar Ascensión. Encariñana con ella, doña Dolores Jovellanos de Soler, la trajo consigo a la capital, en donde conoció al joven Adolfo Rufo. De este encuentro nació Ignacio el 31 de Julio de 1891. Posteriormente, don Adolfo Rufo Soler contrajo matrimonio con Carmen Wasmosy. Murió en Buenos Aires en 1925. Doña Ascensión Núñez murió en su casa de Asunción en 1906.-

La Guerra de la Triple Alianza había dejado un país en ruinas; Núñez Soler creció en la frontera difícil de dos siglos: terminado el uno con rencor y luto, y el otro iniciado con injusticias nuevas. Esos conflictos curtieron su mirada pero no menguaron su contento porfiado, ni declinaron sus ganas vigilantes ni su segura esperanza. No de otro modo se explica el regocijo de tanta imagen que celebra la fiesta colectiva y apuesta, con ganas, al triunfo de la solidaridad humana.-

Pero la historia de don Ignacio también de otro cruce arduo: el que traza su ascendencia bifurcada. Nacido entre dos mundos, compartió con fuerza la historia sencilla de su madre, vivieron juntos hasta la muerte de ella. Esta preferencia se muestra clara en el hecho de que firmara como pintor invirtiendo el orden de sus apellidos. Decía que su madre dibujaba bien y que supo despertar en él el interés por la imagen. Nunca expreso aversión alguna hacia su padre, pero durante su temprana militancia radicalmente antiliberal, en su fuerte vocación libertaria, pueden seguirse las señas de la callada oposición a esa figura poderosa. “Siendo casi un niño, en 1906, ya me integre a las primeras luchas sindicales”, dice en una entrevista, “los liberales cívicos estaban en el poder y eran Elías García, Jefe de Policía, y Adolfo R. Soler, mi padre, Ministro de Hacienda. Y empezaron los roces con el gobierno…”. Y en un escrito fechado en 1922, aunque no cite a su padre, condena con duras palabras el gobierno que el mismo ayudare a instaurar y que integro luego, calificándolo de “criollismo político, saturado de vergüenza e ignominia, que desde 1904 a esta parte asolo y ensangrentó el país”.-

Fueron sus hermanos maternos, Manuel y Tomas Núñez Rolón, carpintero el uno y el otro pintor. Ellos le acercaron el “ideal revolucionario”, invocado siempre con pasión por el artista aunque hubiere cesado ya su militancia. El año de la muerte de su madre – año que marco su vida y aprisiono el tiempo de harta obra suya – Núñez Soler comenzó a asumir la causada sindical que le llevaría luego a la decidida militancia anarquista. Trabajo en la constitución del sindicato de carpinteros y de pintores; en 1916 fue uno de los fundadores de la Asociación Primero de Mayo y, luego, del Centro Obrero Regional del Paraguay (C.O.R.P.), institución de la cual llego a ser Secretario General en tres oportunidades diferentes. Su fervorosa militancia le causo infortunios varios; transcribo su propio testimonio al respecto: “estuve desterrado cuatro o cinco veces. También estuve confinado y conocí la cárcel. Llegue a hacer huelga de hambre en prisión cuando el gobierno del Cnel. Rafael Franco”.-

Su hermano Tomás le acerco otra pasión que ánimo su vida: la pintura. Posiblemente en forma elemental, conocía aquel oficio de los oleos a partir de la enseñanza de dos pintores europeos instalados en Asunción a fines del Siglo XIX: Julio Mornet, francés, y Guido Boggiani, italiano. Al lado de Mornet y otros artistas paraguayos, como Juan A. Samudio, Pablo Alborno, Carlos Colombo y Modesto Delgado Rodas, Tomás Núñez no solo realizaba pinturas de caballete sino que decoraba cielorrasos y paredes de zaguanes, corredores y salones pertenecientes tanto a residencias familiares como edificios públicos asuncenos. Pero también pintaba las escenografías utilizadas en las representaciones teatrales que, siempre en pos de la causa anarcosindicalista se llevaban a cabo en los barrios de Asunción y que el mismo patrocinaba en muchos casos. A lo largo de su mocedad inquieta don Ignacio había desempeñado ocupaciones diversas, entre ellas, las de dependiente de almacenes y tiendas, artesano, vendedor ambulante de medias, pintor de paredes, carpintero y albañil. Mas tarde comenzó a alternar alguna de esas empresas con la pintura ornamental de paredes que realizaba en compañía de su hermano. Cuando este murió, don Ignacio siguió ejerciendo esa ocupación y, según su propio calculo, haciéndolo solo llego a realizar “mas de cien trabajos de decoración en toda la ciudad…”.-

A fines de los años veinte comienza a dedicarse cada vez más sistemáticamente a la pintura de cuadros. En 1931 en la galería de la Casa Argentina expone por primera vez sus pinturas. “Yo frecuentaba mucho el local”, recuerda el artista, “así que un día lleve mis cuadros para una exposición. Se vendieron tres de ellos, lo cual me puso muy contento: como era verano, con ese dinero pude mandarme hacer un lindo traje blanco”.

Esa exposición marca el inicio de otra etapa de la vida de don Ignacio: quizás el comienzo de otra manera suya de luchar por el avenimiento de un mundo regido por la justicia y la igualdad, por la verdad y la belleza. Esta alteración de su itinerario personal se encuentra sin duda condicionada por los avatares de su tiempo.-

Resumiendo el contexto histórico que encuadra el trayecto de Núñez Soler, la historiadora Milda Rivarola sostiene que cabe hablar de dos generaciones de anarquistas en el Paraguay. La primera, encabezada por un grupo de inmigrantes españoles e italianos en torno a la Federación Obrera Regional del Paraguay (F.O.R.P.), se encontraba dotada de una formación teórica más consistente y asumía una militancia más combativa. La segunda tanda emerge a partir de la institución del Centro Obrero Regional del Paraguay (C.O.R.P.), fundada en 1916 por Núñez Soler y otros sindicalistas e intelectuales paraguayos. Provista de una formación teórica elemental y animada por un idealismo de corte romántico y sentido humanística, esta segunda tanda de anarquistas adquiere un temperamento menos radical que la primera. El ideario básico de don Ignacio expresa bien los principios utópicos de esta generación que proclama el advenimiento de una nueva sociedad sin opresiones ni injusticias, sin Estado, orientadas por hombres ilustrados y confiados en las razones de la ciencia y los rumbos del progreso. El movimiento anarquista cedió terreno ante la expansión de posiciones socialistas primero y comunistas después que terminaron por desplazarlo. Después de la Guerra del Chaco (1932 - 1935) perdió presencia en la escena política y social paraguaya.-

Cuando don Ignacio comienza a exponer y a asumir profesionalmente el oficio de artista, el movimiento que había cobijado su práctica militante se encontraba en retirada. “Tuvimos enfrentamientos (con los comunistas) creo que desde 1925”, relata don Ignacio, “no pudimos vencer las dificultades que teníamos frente a la propaganda de ellos (dada la mayor capacidad económica de los mismos). Este fue el motivo por el cual no pudimos resistir y nuestra influencia en los sindicatos fue mermando”. Don Ignacio abandona la militancia activa pero nunca deja de crecer en las ideas que movieron su desempeño. Y nunca deja expresarlas. Por un lado, se convierte en una figura emblemática de los afanes libertarios y mantiene con firmeza su testimonio personal y la defensa de sus ideales. Por otro, gran parte de su obra esta cruzada, impulsada o teñida por esos principios obstinados que exigían siempre ser expuestos y argumentados.-

Don Ignacio tenía ya cuarenta años cuando expuso aquella primera vez en 1931. Desde entonces, participo en alrededor de cincuenta muestras individuales y numerosas colectivas a través de las que desarrollo uno de los conjuntos mas significativos de la pintura paraguaya contemporánea. Relativamente a esa importancia su obra es poco conocida internacionalmente: salvo algunas escasas muestras realizadas en el exterior – entre las que se destacan dos participaciones suyas en bienales de San Pablo – sus exposiciones fueron realizadas en Asunción y en ciudades del interior del Paraguay. En su mismo país tuvo reconocimiento tardío, según será expuesto, y jamás obtuvo un premio por su obra, a pesar de que la misma alcanzo a ser reconocida como una de las versiones más originales del arte allí producido. En 1991, varios años después de su muerte, la Municipalidad de Asunción inauguro con su nombre la plaza ubicada enfrente del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro (en adelante C.A.V./Museo del Barro). El Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo, perteneciente a este centro, ha inaugurado en el año 1995 una sala dedicada por entero a su obra.-

Antes de cerrar estas referencias considero oportuno mencionar su largo matrimonio con Herminia Blanc pues cupo a ella compartir un recorrido fundamental de la vida de don Ignacio. Ambos tuvieron tres hijos que, sumados a los que traía ya don Ignacio de su soltería, aseguran una nutrida descendencia suya. Doña Herminia murió a los 80 años de edad el 31 de julio de 1978, día del cumpleaños de don Ignacio. Este murió el 13 de octubre de 1983 en Asunción, ciudad donde transcurrió su vida entera.-

(Fuente:  IGNACIO NUÑEZ SOLER ( Proyecto Cultural del Mercosur ) - Producido y Editado por el Banco Alemán. Coordinación Académica: Ticio Escobar, Osvaldo Salerno. Coordinación Editorial: Roberto Amigo, Asunción - Paraguay. Año 2006).

 



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