SÍNTESIS BIOGRÁFICA DEL GENERAL MARTIN THOMAS McMAHON
Nació en La Prairie (Quebec) el 21 de marzo de 1838.
Veterano militar de la Guerra de Secesión entre los Estados de la Unión.
Ministro de los EE. UU. en el Paraguay, fue el último de los Ministros extranjeros durante la guerra.
Presentó cartas credenciales (14 de diciembre de 1868) durante la campaña del Piquysyry.
Posteriormente, escoltó a Madame Lynch con sus hijos menores hasta Piribebuy (3º Capital de la República), donde en una humilde casa, ondeaba la bandera estrellada de su patria.
El Mcal. López, en una conmovedora carta, le encomendó el cuidado de sus hijos. Presentó el 24 de julio de 1869 su carta de retiro en el Cuartel General de Azcurra.
Sincero amigo del Paraguay, lo defendió aún después de regresar a su país.
Escribió la poesía "RESURGIRÁS, PARAGUAY" en el álbum de Madame Lynch.
Falleció en 1907 a los 69 años.
Fuente: LA GUERRA DEL PARAGUAY. HARPER´S NEW MONTHLY MAGAZINE – HARPER´S – NUEVA REVISTA MENSUAL. Nº CCXXXIX – Abril, 1870 – VOL. XL. IMPRENTA MILITAR.
MARTIN MAC MAHON: En los primeros días de diciembre de 1868. el nuevo Ministro norteamericano ante el gobierno paraguayo, mayor general MARTÍN T. MAC MAHON, desembarcó en Angostura el día 12 de dicho mes dirigiéndose al Cuartel General del Mariscal, en el Potrero Mármol de Itá Ybaté. Presentó sus Cartas Credenciales el día 14 y permaneció en ese lugar hasta el día 23, en que partió hacia Paraguarí – Cerro León.
Apenas conocerse, se estableció una inocultada corriente de simpatía entre el Mariscal y el Ministro Mac Mahón, a quién aquel hizo depositario de sus bienes.
El ministro Mac Mahón fue desde su llegada, testigo del enorme derroche de valor y sacrificio que realizaba el pueblo paraguayo, vio de cerca a los heridos y sobrevivientes de Ytororó y Avay, y fue testigo presencial en los primeros días, de la colosal batalla de Ita Ybaté o Lomas Valentinas. Establecida Piribebuy, como capital provisoria, allí residió por algunos meses, en constante comunicación con el canciller Luis Caminos. Mac Mahón recibió la comunicación del término de sus funciones por conducto de una comisión de la marina norteamericana. Comunicó tal circunstancia al gobierno paraguayo y se despidió del Mariscal López, en su CG de Azcurra. De aquí pasó a Pirayú y Tacuaral (Ypacaraí), tomando el ferrocarril para la Asunción y se embarcó en una unidad de la armada norteamericana, de regreso a su patria, en donde se hizo eco por la prensa del sacrificio del pueblo paraguayo. En Azcurra escribió en el Álbum de Elisa Lynch, el poema Resurgirás Paraguay, que lo identificó definitivamente con la causa paraguaya. Lo que sigue es la traducción al español, por el paraguayo Pablo Max Ynsfrán, de su mentado poema.
“Bella y núbil república de la zona encantada/ Reina de mil arroyos: tu nombre sólo ayer/ Desconocía el mundo, pero tu fuerte espada/ Te conquistó una gloria que nunca han de perder/ Que infortunio que el brazo de la guerra te arrastre/ Por el sangriento surco de un destino fatal;/ Que vándalos te traigan la ruina y el desastre/ Por agua y tierra, en una porfía desleal!
Los campos en que yacen en su fúnebre lecho/ Tus legiones sagradas, vieron el esplendor/ Del escudo que cubre tu inmaculado pecho/ Y el ondear de tu ínclito penacho tricolor!/ Si la paz con bravura y abnegación se gana/ Y el patrio honor de todos es el más alto bien,/ Detenga la sangre que de tus venas mana/ Y de frescos laureles corónese tu sien./
Yo soy un forastero que por ti, noble tierra,/ Eleva sus plegarias -cuando en torno el clarín/ Llama al combate, y ruge, sobre la vasta sierra,/ El cañón humeante, de uno al otro confín-/ Y pido que tu estrella surja esplandeciente/ Como la más hermosa del cielo tropical,/ Cuando tus enemigos desistan del demente/ Sueño de hacerte esclava tras lucha desigual.
No te extrañe que el hijo de un país tan distante,/ Que vivió -en estas horas de tragedia y de horror-/ Bajo tu cielo y supo del brío fulgurante/ Que te infunden en la lidia tu bravo conductor/.
Suplique por los huérfanos que deja el holocausto,/ Por las viudas que lloran su infinito sufrir,/ E implore por el orto de un sol radiante y fausto/ Que inunde para siempre de luz tu porvenir.
La muerte de Polonia lloraron las naciones,/ Pero ninguna, para socorrerla, empuñó/ Su espada; y no impidieron, con sus lamentaciones/ La iniquidad de un crimen que a todas mancilló,/ No temas que te llegue semejante destino:/ Confía en el amparo de Dios y en su bondad,/ Pues tú con sangre escriben un decreto divino/ Que dispone el rescate de tu sacra heredad.
Adiós, soberbios bosques del Paraguay, umbríos/ Naranjales, llanuras y praderas en flor/ Donde en alegre danza, se deslizan tus ríos/ Como un desfile eterno de cristal y rumor;/ Y vosotros, collados, que el poderoso aliento/ Recibís de los Andes, o el saludo del mar,/ O la caricia helada con que, en alas del viento/ Las nieves patagónicas os vienen a besar.
Vosotras, cordilleras, donde, en cada pendiente/ La libertad aguza sus lanzas para herir,/ Mientras sus campeones, entre el eco rugiente/ Del combate, vigilan sin comer ni dormir,/ Que la paz os devuelva la verdura hoy marchita/ De vuestras empinadas cumbres, cuando el cañón/Hostil ya no resuena, y a la presente cuita/ Reemplace del trabajo prolífico la acción.
Mujeres paraguayas cuyo gentil semblante/ Nos revela a los ojos que por primera vez/ Os miran, la bravura que hay en vuestro talante/ La espartana energía que hay en vuestra altivez/ Qué pueblo que ha criado tales hijas debiera/ despertar? Y qué hijos que hubisteis de nutrir/ lograrán resignarse jamás a la extranjera/ Sumisión y ante un trono, cobardes, sucumbir.
No serán ciertamente quienes aquí, agrupados/ En torno a sus fogatas, en este anochecer/ Sobre la serranía, se preparan callados,/ Para la nueva lucha que el día ha de traer/ Y alientan en sus pechos heroicos la esperanza/ De escarmentar al triple conquistador audaz,/ Para entonar mañana sus himnos de bonanza,/ Del reconocimiento, de júbilo y de paz.
Que así sea. Y ahora, con amarga tristeza/ Debe partir -el alma llena de gratitud-/ Quien admiró tu clima, tu cielo, tu belleza/ Oh, esmeralda preciosa del hemisferio sud!/ Debe volver al suelo de sus mayores - suelo/ Que habitan hombres libres, y donde todos ven/ Ansiosos los estragos de este implacable duelo/ Y a Dios por ti suplican y te desean bien!
M. Mac Mahon nació en 1838 en Canadá, y falleció en 1906. Retirado del Paraguay se restituyó a la vida civil, en la que desempeñó funciones de Juez de la Corte de Nueva York y Senador.
Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)