BENITO GARCÍA nació en Horqueta, Concepción, en 1960. Hijo de Raúl García y de Lucila Ávila.
Entre 1964 y 1965 su familia se muda a Asunción, vivió más de una década en el Barrio Ricardo Brugada, (Chacarita), aprendiendo los árdides imprescindibles para sobrevivir. Los oficios callejeros ampliaron su mundo y sus ojos de niño salvaje comenzaron a registrar con sorpresa y minuciosidad las costumbres de la ciudad.
Así fue creciendo y la necesidad de participar de esa sociedad hasta entonces ajena para él lo llevó a estudiar y a aprender lo que más tarde sería su “metier”: dibujo publicitario.
Sin embargo, su inclinación por lo visual no terminó allí.
Desde chico le había gustado dibujar. A los 7 años, cuando vendía diarios y lustraba zapatos, aprovechaba las esperas para copiar las ilustraciones o “redibujar” los chistes y las fotografías.
La diferencia está en esa atracción permanente que Benito sentía por las líneas y los colores, sean de un afiche, una tela, una revista, un cartel, etc.
En 1967 conoció a Josefina Plá, en plena calle de Asunción, quien lo marcó, si bien no fue su maestra formal, su contacto le fue vital.
En 1980 empieza a trabajar como diseñador gráfico en diferentes agencias de publicidad en Asunción.
En esa década conoció a William Riquelme, con quien estudió dibujo artístico, juntos con Any Ughelli fundaron el Movimiento Independiente y Cultural “Cultura para todos”.
En 1983, su trabajo fue seleccionado para participar en la muestra Premio “Benson and Hedges” en Asunción.
En 1985 presentó su “Collages”, muestra individual en la Galería “Ayer y Hoy”.
El siguiente año obtuvo una mención de honor en el XIII Premio Salón Primavera del Ateneo Paraguayo.
En 1987 participó de la 1ª Bienal Latinoamericana de Arte sobre papel en Buenos Aires, Argentina. Ese año participó de varias Charlas - Taller con el Maestro Livio Abramo, quien lo incentivo a explorar el expresionismo abstracto.
En 1988 su trabajo fue seleccionado para participar en el VII Premio Hispanoamericano de Pintura y Escultura “Daniel Vázquez Díaz” Huelva, España. Ese mismo año, hizo una muestra individual de pintura con el título “Luz, sombra y color”, en la Galería Siddarta, Asunción. Luego en 1990 junto con su amigo William Riquelme, quien inauguró su nuevo local Drugstore y Centro Cultural Placita Ayolas, donde expuso sus 17 tintas aguadas con el título de “Figuras Interiores”.
En 1991 hizo una muestra individual de pinturas al óleo en la Galería Nuevospacio, Asunción.
En 1992 La Amnesty Internacional, Filial Paraguay, le encargó diseñar un afiche para un Seminario Taller sobre Tortura, que se llevó a cabo en julio de ese mismo año, en el salón rojo del Hotel Guaraní.
Posteriormente, su trabajo fue seleccionado para la II Bienal Martel de Pintura, en Asunción. Luego participó de una muestra colectiva en la Casa de las Américas, La Habana, Cuba.
En 1994 participó de la IV Bienal Internacional de Pintura, Cuenca, Ecuador. Ese mismo año, hizo una exposición individual de pinturas al óleo en la Galería Belmarco.
En 1997 hizo su muestra individual de pintura “Transfiguración”, en la Galería Belmarco, Asunción.
En los años siguientes produjo muy poco, se dedicó a trabajar con más tiempo en publicidad. Recién en Agosto de 2004 y 2005 pintó el Cuadro “Agosto en Llamas” en memoria de los cientos de víctimas de la tragedia del Ykua Bolaños. Obra de gran formato de 7 mts. de ancho por 3 mts. de alto sobre tela, que el artista donó para el museo “Ykua Mártir”.
De regreso a Asunción recibió varios encargos de coleccionistas, y desde entonces decide dedicarse exclusivamente al arte.
En diciembre de 2007 y 2008, presentó la muestra itinerante de pintura “Arte por un día” en el Centro Cultural de la República “El Cabildo”, proyecto cultural sin fines de lucro patrocinado por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (FONDEC).
En Abril del mismo año, en la plaza Tte. José María Fariña de la Ciudad de Caacupé, en conmemoración por los 238 años de su fundación.
Sus obras integran colecciones particulares de diversos países de Europa, Estados Unidos y América Latina. Actualmente (2012), el propio artista administra la demanda de sus obras.
GARCIA, BENITO : Nació en Horqueta en marzo de 1960. En 1980 comienza a trabajar como diseñador gráfico en diferentes agencias de publicidad en Asunción.
Estudió dibujo con William Riquelme.
Desde 1983 muestra sus trabajos en exposiciones colectivas e individuales.
Sus obras fueron seleccionadas para participar en la
I Bienal Latinoamericana de Arte sobre Papel. Buenos Aires, 1987.
VII Premio Hispanoamericano de Pintura y Escultura «Daniel Vázquez Díaz», Huelva, España (1988);
II Bienal Martel de Pintura (1992);
IV Bienal Internacional de Pintura. Cuenca. Ecuador (1994)
(Fuente: DICCIONARIO DE LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY, de LISANDRO CARDOZO, editado con el apoyo del FONDEC (FONDO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES), Asunción-Paraguay 2005.-
LA COSMOGONÍA DE BENITO GARCÍA : En Benito García hay una búsqueda afanosa de la descomposición en el cosmos, un afán primario de caos. Sobre estudiados fondos que se van progresivamente cerrando sobre sí, García traza líneas y define imágenes que se disuelven y confunden en un mundo de color frecuentemente atomizado. Descomposición y recomposición conducen inevitablemente a la transformación y la transfiguración. Lo que nos presenta en la Galería Belmarco es la magia elemental, primaria, del transformismo. Benito García pone en cuestión, mediante el rito igualmente primario de la pintura, la supuesta verdad de nuestras percepciones, nuestras certezas sobre el mundo. El arte ha sido desde sus orígenes un instrumento del conocimiento. En Benito García parece existir una intención consciente de utilizar el arte con este objetivo.
No es el primero, ni será el último en hacerlo. De un modo y otro, de manera consciente o inconsciente, todos lo hacen, pero no en todos los artistas es tan clara la intención como pretensión. De ahí el extraño parecido de la pintura de García con ciertas manifestaciones del simbolismo francés de finales de siglo, especialmente con la pintura de Odilón Redón. Al trabajar con figura humana en un contexto casi cosmogónico, sus descomposiciones y recomposiciones, sus transformaciones y transfiguraciones se convierten en una suerte de símbolo de lo efímero y de lo inane, en un símbolo consciente de la condición humana. Un cuadro como TRANSFORMISTAS, por ejemplo, presenta el viejo tema del hermafrodita en un ambiente cósmico perfilado por manchas de color que le sirven de fondo. Azules, naranjas y ocres crean, junto con el punteado en azul sobre fondos ocres, una fascinación de pintura casi metafísica, que es, en última instancia (como se refleja en algunos de los títulos puestos a sus cuadros por el propio artista), lo que Benito García pretende mostrar.
En la muestra que presentó García en Belmarco hay una especie de secuencia, de orden intencional de temas, que va desde el meramente cosmogónico FUEGO, LUZ Y AGUA hasta el claramente escatológico titulado TRANSFIGURACIÓN. Así, García nos cuenta en unos cuantos cuadros la historia del hombre en pasos que van del nacimiento a la muerte, del origen al acabamiento. El acabamiento es, naturalmente, la Transfiguración, pues en la escatología cristiana, tradición a la que inevitablemente pertenece, la muerte no se da como tal, sino como paso hacia otras formas de vida, como transfiguración. Entre estos dos cuadros se dan la vida y la historia: en ocasiones grandilocuentes y con pretensiones de universalidad (IMPRESIÓN, TRANSFORMISTAS, FUSIÓN); en otras ocasiones, como simple anécdota, como azaroso acontecer, como circunstancia (ROMANCE EN EL METRO, EL ESCULTOR Y SU OBRA I y EL ESCULTOR Y SU OBRA II).
En los primeros, en los cuadros con pretensiones más universales, el hombre (la figura o figuras representadas) aparece sólo en el cosmos, librado a su albedrío; en los segundos, en los cuadros que hablan de las circunstancias del hombre, el hombre aparece encerrado en un entorno que se nos antoja opresivo por momentos. Este fluir desde la libertad absoluta (y, en consecuencia, de la indefensión también absoluta) hacia la prisión/ protección igualmente absoluta guarda una cierta coherencia, a nivel simbólico, con las ideas de descomposición y recomposición que el artista parece plantear-nos como leitmotiv de su muestra. La solución técnica que encuentra para ello es trabajar la figura humana (puesto que de la figura humana se trata; una figura humana casi siempre femenina) en distintos planos, siendo los planos (y no propiamente las figuras) los que determinan el carácter de la pintura, su sentido último, en cada uno de los cuadros.
Benito García ha pretendido, en nuestra opinión, inaugurar en nuestro país un tipo de pintura con pretensiones cosmogónicas. El interés de la muestra radica en ello.
