HILDA VALENZANO, artista plástica, tiene como principal fuente de inspiración la naturaleza, las flores, los capullos de algodón, las espigas, hombres y mujeres juntando los frutos de la tierra.
Ella intenta reflejar en sus obras el susurro de las hojas cuando las agita el viento. Desde su refugio artístico de la ciudad de San Bernardino, ofrece parte de su historia en esta entrevista.
-¿Cuáles son los temas favoritos reflejados en sus obras?
-Como artista deseo emular el esfuerzo creativo de Dios, el encendido rojo del crepúsculo, los cosecheros, aquellos seres anónimos que doblan sus espaldas, bajo nuestro cálido sol, seres sin nombre y sin rostro, hermanos nuestros que pueblan los campos en tiempos de siembra y cosecha; estos personajes son la vida misma y la vida es obra y regalo de Dios.
-¿Qué técnica utiliza en sus creaciones?
-Mi técnica preferida es la espátula. La forma, los colores, la textura y la temática fluyen desde lo más profundo de mi ser y guían a mis manos para darles los trazos con la espátula y plasmar en el lienzo la policromía que caracteriza a mis obras. Me defino como impresionista y, como tal, en mis cuadros no se podrá encontrar una clara definición de los rostros y de otros aspectos de la figura humana. Sin embargo, un buen observador podrá percibir en esos trazos más o menos difusos la fuerza de las ideas que guían y lo que deseo transmitir en cada una de mis obras.
-¿Por qué eligió San Bernardino para vivir y pintar?
-Cuando mi única hija María de Lourdes y su familia decidieron ir a vivir lejos a otro país (Estados Unidos), encontré en San Bernardino la compañía diaria de Dios, la fuente de mi inspiración en mi casa bosque y jardín. Aquí edifico un mundo nuevo con mis sueños y mis esperanzas; como artista soy una porfiada soñadora y encuentro todo lo que mi espíritu necesita para transfundir esos sueños en mis telas. Aquí me casé con Dios y con el arte.
-¿Es importante la mirada femenina a través del arte?
-Cualquier mirada, sea femenina o masculina, a través del arte es importante; la mirada de cada artista es lo que le hace único, identificable, particular. No quiero generalizar, pero sí puedo hablar de la mirada de Hilda Valenzano, la mía, que descansa sólidamente sobre la tierra, la naturaleza. Veo el campo no como una dimensión casi irreal, la veo a la naturaleza como la madre que da alimento y vestido a sus hijos, como la base que sustenta la vida desde siempre. A los cosecheros recogiendo lo que germinó con la bendición de la lluvia, con la esperanza jamás perdida, que habla de un hombre de paz y armonía con la creación. Veo las flores como la manifestación cierta, bella e innegable del poder creador de Dios.
-¿Cuánto tiempo hace que pinta?, ¿con quién estudió?
-Pinto hace muchos años; fui autodidacta desde muy temprana edad, razón por la cual en el año 1962 empecé mis estudios en la Escuela de Bellas Artes. He participado en numerosos talleres con conocidos maestros de la pintura, tanto nacionales como extranjeros; participé del Simposio de Arte en el Corcoran Gallery of Art, intercambié conocimientos y experiencias con importantes maestros, en los diferentes países que visité y expuse mis obras.
-¿Qué experiencias le ha hecho conocer esta pasión por la pintura?
-Me ha dado muchísimas satisfacciones, desde ser mi medio de vida, hasta viajar por el mundo; he expuesto en Estados Unidos y Europa en varias oportunidades, me ha permitido ganar muchos amigos, conocer otras culturas, compartir con otros artistas de mi país como de otras naciones.
Sin embargo, en este momento la experiencia más maravillosa es que uno de los bancos más importantes de nuestro país me honró con un pedido que lo considero como todo un hito en mi carrera profesional, ya que en el corto plazo debía pintar un número inusual de cuadros, romper con la acostumbrada modorra del sistema de trabajo del artista, pasar muchas noches sin dormir para adelantar etapas en la terminación de los cuadros, asimismo romper con el esquema de trabajo del fabricante de bastidores, que nunca antes había recibido un pedido tan grande de telas de una sola vez.
En su faceta familiar dice tener una “maravillosa hija, María de Lourdes, un excelente yerno, Orlando, y dos hermosas nietas, Camila y Paloma, que son la niñas de mis ojos; las tengo muy lejos, pero me comunico a diario con ellas gracias al avance de la tecnología, y nos visitamos anualmente”, comentó, antes de agregar “tengo hermanos y sobrinos que también son mi debilidad, muchos amigos con quienes comparto gratos momentos; me gusta leer, escuchar música, ver tevé, salir de compras, viajar, me gusta la vida; tengo paz y mucho amor”.
Fuente: entrevista por Mirtha González Schinini,
publicada en la REVISTA DOMINICAL del diario ABC COLOR
en fecha Domingo, 10 de enro de 2010