El general Alfredo Stroessner presidió el Paraguay a lo largo de casi 35 años, por lo que su gobierno constituyó el mandato más prolongado que se registra en la historia del país.
El período, que quedó conocido como "stronista", comprendió procesos y sucesos de altísimo interés, por lo que se hará un desarrollo desglosado del mismo en capítulos separados, utilizando criterios cronológicos y temáticos, al mismo tiempo, de modo que en un breve espacio se pueda exponer de manera completa sobre la inédita e irrepetible experiencia.
El "stronismo" fue objeto de extensas y fuertes controversias, en cuyo marco surgieron apologistas y detractores; muy raramente, sin embargo, se intentó un balance imparcial y desapasionado.
El presente trabajo es esencialmente honesto, pues rescata todos los aspectos positivos y negativos más relevantes, sin evitar exponer sobre cuestiones que inclusive resultan espinosas. Se apuesta a ofrecer, entonces, una semblanza fiel del período y del personaje.
CAPÍTULO 1
LA IMPLANTACIÓN DEL STRONISMO
El antecedente más inmediato del golpe de Estado del 4 de mayo de 1954 -que llevó al poder al general Alfredo Stroessner-constituyó la crisis política del 4 de enero de 1954, oportunidad en que fueron sacados del gabinete del presidente Federico Chaves tres prominentes dirigentes del Partido Colorado: Epifanio Méndez Fleitas, del Banco Central del Paraguay; Guillermo Enciso Velloso, del Ministerio de Hacienda; y Tomás Romero Pereira, del Ministerio del Interior.
Los destituidos eran los más altos representantes de la línea autodenominada "democrática" del Partido Colorado, por lo que el quiebre interno significó el comienzo del fin del mandato de Chaves.
Inmediatamente después, de hecho, se instaló un crítico período, en que la pugna interna se agudizó. La principal división interna en el seno del coloradismo era la que existía entre "guiones" y "democráticos", pero los últimos, a su vez, comprendían varias corrientes internas, en las que los partidarios de Chaves, el "chavismo" constituía una minoría.
La tensión política se elevó y los "chavistas" tuvieron que enfrentar simultáneamente a los "epifanistas", "rigobertistas" y "zacariístas", además de a los "guiones". Federico Chaves para gobernar se apoyaba firmemente en tres sectores:
· los "chavistas", también conocidos como "isabelinos" por el peso determinante que tenía sobre la corriente la mujer del ex presidente, Isabel viuda de Vallejos,
· la "yernada", constituida por jefes militares que eran yernos de Rigoberto Caballero, y
· el comandante de la poderosa Primera División de Caballería, teniente coronel Néstor Ferreira.
Sin embargo, los tres factores mencionados resultaban débiles de cara a los contendientes, por lo que el gobierno experimentaba una suerte de vacío de poder. En el trecho final del mandato de Chaves se había constituido un eje cívico-militar, compuesto por el presidente de la seccional colorada de Luque, Rosa Agustín González y por el teniente coronel Néstor Ferreira, que proponía básicamente dos cosas: el control de las seccionales del Partido Colorado (1) y la destitución del entonces Comandante en Jefe, general Alfredo Stroessner (2).
La caótica situación desembocó en la crisis del 4 de enero de 1954, en la que los altos dirigentes políticos renunciaron a sus importantes cargos en el gobierno, aguzándose las contradicciones. Esto recién se resolvió definitivamente con la destitución del presidente Federico Chaves, el 4 de mayo.
La jornada del 4 de mayo presentó todas las características de un "cuartelazo" más:
· el general Alfredo Stroessner, en su condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, dispuso el arresto del teniente coronel Néstor Ferreira,
· el presidente Federico Chaves fue detenido y conducido como prisionero a la Escuela Militar, y
· el coronel Mario Ortega, comandante del Batallón 40, tomó la Policía de la Capital, en cuyo marco murió desangrado el entonces jefe de Policía, Roberto L. Petit.
La resistencia de la Caballería, única fuerza militar que ensayó cierta lealtad al gobierno de Federico Chaves, se controló con relativa facilidad. El elemento desencadenante del golpe fue la detención en la Caballería del mayor Virgilio Candia, bajo la acusación de estar conspirando contra el gobierno, el día 3 de mayo. Stroessner pidió que el comandante de la unidad militar, Néstor Ferreira, se presentase al Comando en Jefe, lo que finalmente accedió a hacer Ferreira, pero dejando expresa constancia sobre un procedimiento de emergencia a realizar en el caso en que él no volviese a la unidad para las 21.00 horas.
Al ser detenido por orden de Stroessner, la Caballería se movilizó con dirección a la capital, bajo la conducción del teniente coronel Geraldino Godoy. Sus fuerzas, no obstante, fueron bloqueadas por las del general Marcial Samaniego, del Colegio Militar. Stroessner entró en contacto con el teniente coronel Geraldino Godoy y le ofreció la jefatura de la Caballería; Godoy dispuso que las fuerzas se replegasen a la unidad.
El otro incidente armado de peso fue la toma de la Policía de la Capital, donde hubo un breve ensayo de resistencia en cuyo marco cayó herido de muerte Roberto L. Petit. Fuera de eso, todo se hizo bajo el rígido control del general Alfredo Stroessner. El presidente se lamentaba en el Colegio Militar, detenido.
Desde el punto de vista político, la Junta de Gobierno del Partido Colorado acompañó el desarrollo de los acontecimientos en una maratónica sesión que se inició el 3 de mayo y concluyó el 8 de mayo.
Durante la sesión de la Junta de Gobierno del Partido Colorado se habló con insistencia acerca de la eventual candidatura de Rigoberto Caballero a la Presidencia, pero fue el que en la época representaba "el poder tras el poder", Epifanio Méndez Fleitas, el que manifestó de manera clara que el general Alfredo Stroessner tenía interés en el cargo.
La conducción del coloradismo, después de casi seis días de deliberaciones, esbozó el programa inmediato, que al ser aplicado puso punto final a la crítica situación. Se trató de tres puntos concretos:
1. Solicitar la renuncia a la Presidencia de la República a Federico Chaves.
2. Designar como presidente provisional al titular en ejercicio del coloradismo, Tomás Romero Pereira, y
3. Formalizar la candidatura a la Presidencia del general Alfredo Stroessner, para concluir el período constitucional correspondiente al lapso 1953/1958.
Todo salió como estaba previsto, pues se obtuvo la renuncia de Chaves; Romero Pereira asumió el 9 de mayo como presidente provisional; y el Partido Colorado ofreció formalmente la candidatura presidencial a Alfredo Stroessner, para las elecciones que fueron convocadas para el 11 de julio de 1954.
Bajo la gestión provisoria de Tomás Romero Pereira las Fuerzas Armadas ya tuvieron una amplia representación en el gabinete, designando a tres de los ministros: el general Marcial Samaniego, en Obras Públicas y Comunicaciones; el coronel César Barrientos, en Industria y Comercio; y el general Herminio Morínigo, en Defensa Nacional.
Además, los militares pasaron a integrar la conducción nacional del Partido Colorado, con lo que su poder efectivo se acrecentó rápidamente.
A finales del mes de mayo, los colorados organizaron una masiva concentración popular para proclamar la candidatura de Stroessner. Considerado un "héroe" por sacar al gobierno de Federico Chaves, los oradores no ahorraron alabanzas. En esos términos se dirigieron a la multitud los jefes partidarios Guillermo Enciso Velloso y Tomás Romero Pereira; el representante de la Juventud Colorada, Enrique Zacarías Arza; y el de la Confederación Paraguaya de Trabajadores, CPT, Florentín López. Epifanio Méndez Fleitas no quedó atrás y le dedicó la música "26 de febrero", en alusión al golpe de Estado de 1949, que depusiera de la Presidencia al general Raimundo Rolón.
Candidato único a la Presidencia, Stroessner fue electo el 11 de julio y el 15 de agosto asumió como presidente constitucional, con mandato hasta el 15 de agosto de 1958.
Para tener una idea general del país que pasara a administrar Stroessner habrá que destacar que el Paraguay era uno de los más pobres de América Latina, con infraestructura escasa, sin electrificación, sin caminos transitables, sin agua potable... El grueso de la producción rural, la más importante, estaba destinado al autoconsumo, limitándose los rubros de renta a pocos productos, como el tanino, la yerba mate y la carne.
Una válvula de escape al problema social paraguayo en el período constituyó la migración a la Argentina, cuya economía absorbía parte importante de la mano de obra excedente en el Paraguay.
Los datos del censo realizado en 1950 ilustran sobre la composición de la sociedad paraguaya:
· el 75% de la población era rural y el 25% urbana,
· Asunción, el centro más poblado, contaba con 100.000 habitantes,
· la Población Económicamente Activa ascendía a 437.000 personas, de las que
· 235.000, el 54%, se dedicaba a actividades agropecuarias.
Transcurridos apenas unos cinco meses del gobierno de Stroessner, en enero de 1955 se detectó la existencia de una conspiración cívico-militar para el derrocamiento del gobierno. El abortado plan llevó a la cárcel a muchos jóvenes militares que se habían involucrado en la conspiración, emergiendo como cabeza visible del movimiento el caudillo colorado "unionista" J. Eulogio Estigarribia.
La conspiración de enero de 1955 no fue de gran envergadura, pero dejaría al descubierto la inestabilidad política reinante. Presuntamente, de acuerdo con las declaraciones de los involucrados detenidos, el golpe estaba destinado a reducir el poder político que tenía Epifanio Méndez Fleitas.
De hecho, el peso político que tenía sobre el Partido Colorado y el gobierno, el joven y vigoroso dirigente colorado, era grande. Sin temor a equívoco se puede apuntar a Epifanio Méndez Fleitas, por entonces presidente del Banco Central del Paraguay, como el principal responsable de la política de estrechamiento de vínculos con el gobierno argentino presidido por el general Juan Domingo Perón. El Paraguay de ese entonces, 1955, era un satélite de la Argentina, país al que estaba ligado por determinantes geográficos y económicos: el país tenía como única vía de acceso al mar el Río de la Plata, controlado por la Argentina, y el relacionamiento comercial entre ambas naciones era dinámico, con tendencia a crecer.
Pero la política de estrechamiento progresivo de vínculos con la Argentina experimentó cambios drásticos, de sentido contrario, a partir del derrocamiento del caudillo argentino de la Presidencia. Juan Domingo Perón fue derrocado el 19 de setiembre de 1955, bajo el peso de un movimiento militar que llevó adelante la llamada "revolución libertadora".
El derrocamiento de Perón tuvo varios impactos inmediatos sobre la política paraguaya y del Río de la Plata. Por una parte, Perón se había asilado en la embajada del Paraguay y terminó siendo sacado de la Argentina bajo expresa protección del gobierno de Alfredo Stroessner. Eso indispuso a los militares argentinos con respecto al gobierno paraguayo.
Por otra parte, en lo interno, el derrocamiento de Perón se tradujo en una estrepitosa caída de Epifanio Méndez Fleitas, cuyo poder en ese entonces era grande. Él era presidente del Banco Central y dos de sus hombres de mayor confianza ocupaban puestos claves: Mario Ortega, jefe de la Policía de la Capital, y Virgilio Candia, comandante de la Primera División de Caballería.
Todos ellos, sin excepción, fueron definitivamente destituidos de sus respectivos puestos el 21 de diciembre de 1955.
Un elemento de peso, vinculado a lo anterior pero que se produjo un tiempo antes, el 27 de octubre, fue el llamado "Reencuentro del Coloradismo", en que todas las corrientes del Partido Colorado, sin exclusión de sector alguno, pactaron la unidad partidaria.
De los más prominentes caudillos colorados solamente faltó J. Natalicio González; fuera de eso, estuvieron todos. Y se acordó no simplemente la unidad, sino que el respaldo incondicional de todas las corrientes a la gestión de Alfredo Stroessner.
La unidad partidaria fue esencial para dos cuestiones:
· por una parte, para reducir los eventuales interlocutores de los militares argentinos interesados en la destitución de Stroessner, y
· por otra, para contrapesar el poder de Epifanio Méndez Fleitas, de modo que pudiese ser echado. Y así se dio. El "Reencuentro del Coloradismo" concluyó con la integración de una comisión pluralista que tenía que preparar todo lo concerniente con la convención partidaria, prevista para marzo de 1956.
La convención colorada del 4 de marzo de 1956 ratificó las determinaciones del "Reencuentro" de las diversas corrientes, quedando excluido únicamente el sector liderado por Epifanio Méndez Fleitas, quien pasó a constituirse en el enemigo número uno de Stroessner. El otrora poderoso caudillo partidario ni siquiera participó de la convención, pues se encontraba en España.
La comisión encargada de la elaboración de la lista de integrantes de la futura Junta de Gobierno recomendó la aprobación de la misma sin modificaciones, lo que se aceptó. La Junta quedó integrada por las siguientes personas: Tomás Romero Pereira, Alfredo Stroessner, Juan Manuel Frutos, Federico Chaves, J. Eulogio Estigarribia, J. Bernardino Gorostiaga, Crispín Insaurralde, Ángel Florentín Peña, Leandro P. Prieto, Ezequiel González Alsina, Gustavo Storm, Marcial Samaniego, Carlos R. Velilla, José Zacarías Arza, Rigoberto Caballero, Guillermo Enciso Velloso, Fabio Da Silva, Pastor Filártiga, H. Sánchez Quell, Ramón Méndez Paiva, Hermenegildo Olmedo, Víctor Morínigo, Martín Cuevas, Domingo Montanaro, Herminio Morínigo, Raúl Peña, Enrique Zacarías Arza, Osvaldo Chaves, Luis Martínez Miltos, Teodosio Zayas, César Barrientos, Augusto Saldívar, Pedro Hugo Peña, Francisco Giménez y Núñez y Waldino Ramón Lovera.
Los aspectos más relevantes de la convención fueron el distanciamiento definitivo de Epifanio Méndez Fleitas, por un lado, y el ferviente llamado a la democratización hecho por Osvaldo Chaves, por otro.
La democratización, de hecho, estaba en el orden del día y se había propuesto concretamente establecer debates con representantes del Partido Liberal para estudiar la posibilidad de que los mismos se sumaran al proceso. Esa sugerencia venía del Norte, pues el gobierno de Estados Unidos de América sugería el desarrollo en el Paraguay de una "democracia sin comunismo".
La presión internacional -y la local- se canalizó a través de la gestión puntual que llevó el Nuncio Apostólico en Paraguay, Luigi Púnzolo, en la segunda mitad del año 1956, quien conversó sobre el tema con el propio presidente, Alfredo Stroessner. Éste derivó las conversaciones al Partido Colorado, encargándose de la cuestión Tomás Romero Pereira y Edgar L. Ynsfrán.
Por el Partido Liberal, quienes manejaron la posibilidad del entendimiento fueron José P. Guggiari, presidente del Directorio, residente en Buenos Aires, Argentina, y Jerónimo Riart, prominente exponente liberal que se encontraba retirado de la actividad partidaria desde 1940.
Se hicieron reuniones en la residencia particular de Tomás Romero Pereira y se sentaron las bases para un eventual entendimiento; dos reuniones formales. Pero la negociación fue abortada después de que se detectara una extendida conspiración liberal que planeaba realizar un golpe de Estado el 4 de noviembre de 1956.
El golpe de Estado que tenía como objetivo derrocar a Alfredo Stroessner fue encabezado por el coronel Alfredo Ramos, quien tenía una amplia experiencia militar, pues además de haber participado de la Guerra del Chaco había sido el jefe militar liberal del alzamiento de 1947.
Pero además de Ramos, otro alto exponente militar participó de la intentona: el coronel Ramón L. Paredes, quien en agosto de 1937 destituyera del gobierno al coronel Rafael Franco. Para apoyar el proyectado golpe, Ramón L. Paredes se instaló en Clorinda, Argentina, frente a la capital paraguaya.
Entre los dirigentes políticos del movimiento se encontraban Benjamín Vargas Peña y Soteras, entre los liberales, en primera línea, y en segunda línea dirigentes más jóvenes como Carlos Levi Ruffinelli, Manuel Pesoa, Arnulfo Gill y otros.
El plan de operaciones era amplio, pues existían militares activos que estaban involucrados en el proyecto, como el caso de un oficial de apellido Paredes, que estaba complotado con los conspiradores para la ocupación de la Caballería. Se simularía volver de un partido de fútbol y el camión pararía frente a la Caballería por presuntos problemas mecánicos. Los conspiradores descenderían y tomarían la unidad.
Planes similares existían con respecto a la Aeronáutica, y los conspiradores de Luque, que se encargarían de ambas acciones, estaban coordinados por Arnulfo Gill. Además, otras unidades militares también serían tomadas.
La conspiración fue abortada y antes del 4 de noviembre de 1956 comenzaron los apresamientos, en el marco de una extendida represión que llevó a por lo menos 3.000 personas a la prisión. Algunos de los dirigentes fueron brutalmente torturados. Decenas de dirigentes fueron remitidos a un campo de concentración, el del kilómetro 180, entre los cuales se encontraban Manuel Pesoa y Arnulfo Gill.
La viabilidad del derrocamiento de Stroessner a través de un golpe de Estado quedó desde entonces en duda, pues si bien el movimiento del 4 de noviembre fue de gran envergadura, se controló con relativa facilidad.
Tras el fracaso de la gestión del Nuncio Apostólico y del abortado golpe de Estado se perfeccionó la dictadura en el Paraguay: hay abundantes documentos probatorios acerca de que la Presidencia de Alfredo Stroessner no fue mal vista en un principio.
De hecho, se coincide en ubicar a Tomás Romero Pereira como el padre del culto a la personalidad a Stroessner, cuando en la convención partidaria del 4 de marzo de 1956 le entregó al presidente la cédula partidaria número l. Sin embargo, la adulonería ni comenzó ahí ni se restringió a los colorados. Así:
· a fines de mayo, en la concentración colorada de proclamación de la candidatura de Alfredo Stroessner, Epifanio Méndez Fleitas le dedicó la primera música, "26 de febrero",
· al comentar los sucesos del 4 de mayo, "Heraldo", vocero del Partido Liberal, hablaba de la esperanza en la pronta normalización institucional, y
· como integrante de la delegación que acompañó a Perón para la asunción de Stroessner, el 15 de agosto de 1954, vino al país Augusto Roa Bastos, quien le dedicó un poema -a Stroessner y a Perón- en que comparó a los mandatarios con los próceres de la independencia.
La implantación del stronismo como sistema político de control autoritario tiene explicaciones finales en factores internos e internacionales, que condicionaron la hegemonía de la línea de la "mano dura" para disciplinar a los actores internos y para enfrentar a las amenazas, también internas. Pero además se explica por graves errores de percepción de la oposición, como las posibilidades abiertas por la gestión del Nuncio Apostólico Luigi Púnzolo.
Capítulo VI
LA CRÍSIS TERMINAL DEL STRONISMO
Cuando Stroessner se reeligió presidente de la República en 1978 contaba con 66 años de edad e iría a concluir ese mandato en 1983 con 71 años. A esa altura, el presidente ya presentaba signos evidentes de desgaste físico y político, por lo que algunos colorados se plantearon abiertamente el problema de la sucesión presidencial. Es más, el post stronismo también era un tema discutido en el seno de la oposición.
Por otra parte, la "política de los Derechos Humanos", aplicada por la administración estadounidense encabezada por Jimmy Carter, prometía promover sistemas abiertos desde el centro, lo cual necesariamente implicaría el desplazamiento de Stroessner, por una vía o por otra. Para el presidente paraguayo, sin embargo, la "política de los Derechos Humanos" era de carácter coyuntural, pasajero, jamás vendría a imponerse como línea de trabajo definitiva de las administraciones norteamericanas, que normalmente se alternaban.
Finalmente, el "boom" de los años 70, posterior a la construcción de la hidroeléctrica de Itaipú, había dado pie a la emergencia de una nueva clase empresarial, con mucho poder económico pero carente de poder político. Esos nuevos sectores dominantes en la esfera social presionaban por espacios de poder más decisivos en el campo de la política.
Es decir, tres factores: desgaste del presidente, política de Derechos Humanos y emergencia de nuevas clases dominantes, estuvieron en la base del resquebrajamiento de la "unidad granítica del Partido Colorado", del que se jactaba Stroessner por entonces. Expresiones claras de la crisis en proceso fueron, entre otras, la radicalización de la oposición democrática, que buscó aplicar una política de aislamiento local e internacional del régimen de Stroessner, así como la moderada pero sistemática actitud crítica que comenzaron a asumir sectores de la prensa comercial con respecto al gobierno.
Pero lo que más interesa es cómo impactó la crisis al interior del Partido Colorado. Al margen de los desprendimientos que experimentó en los años '50, lo cierto es que Stroessner manejó el país apoyándose en el Partido Colorado, controlado por la oligarquía partidaria, cuyo máximo representante fue en un comienzo y por mucho tiempo Tomás Romero Pereira, y que fue sucedido en dicho rol por Juan Ramón Chávez.
El Partido Colorado desempeñó un papel central en el marco de la experiencia conocida como "stronismo", que fue un fenómeno esencialmente político y que en ningún momento significó subordinación del partido a las Fuerzas Armadas, sino asociación de los mismos, realizando concesiones recíprocas.
Pero el papel que correspondió al Partido Colorado encerró contradicciones tempranas, que tarde o temprano tenían que manifestarse críticamente. Así, por ejemplo, para construir la base de sustentación política se vio forzado a montar una red de seccionales y sub-seccionales amplia y dinámica, que exigía tajadas crecientes de poder.
El precario "mbopicuá", que sirviera de sede partidaria, pasó a la historia como un recuerdo folclórico, siendo substituido por un aparato gigantesco, con una infraestructura envidiable para cualquier partido político del mundo: más de 1.500 locales propios, con instalaciones para actividades diversas, desde conferencias y charlas hasta eventos deportivos, pasando por encuentros sociales.
Después del "boom" de los años '70, dicho aparato ganó una fuerza redoblada, al constituirse las asociaciones profesionales coloradas, como ser de "ingenieros colorados", de "economistas colorados", de "abogados"... Cada asociación tuvo sede propia, algunas imponentes, ya que eran de clase media, y sus dirigentes se ubicaron en posición de presionar por mejores espacios en la administración gubernamental, o por contratos.
A similar situación condujo el trabajo de control social: dirigentes sindicales y estudiantiles se ubicaron en espacios privilegiados para disputar por cargos, ya sea electivos o administrativos.
De ahí, precisamente, que a partir de los años 80 comenzó a hablarse de "advenedizos" o "neocolorados" y "tradicionalistas". El "tradicionalismo" estaba compuesto esencialmente por la oligarquía partidaria, por los grandes apellidos, viejos y jóvenes, mientras que el sector "neocolorado" o "advenedizo" estaba compuesto por quienes a partir de las seccionales o de las asociaciones de profesionales pasaron a ocupar posiciones claves en la estructura partidaria o en el aparato gubernamental, por lo general gente de origen humilde y muchas veces hijos de no-colorados.
A comienzos de los '80, entonces, la división interna del Partido Colorado ya estaba plenamente instalada, con manifestaciones claras inclusive en el movimiento sindical, donde el sector que tradicionalmente venía controlando la Confederación Paraguaya de Trabajadores, CPT, como el caso de Sotero Ledesma, se vio forzado a enfrentar a nuevos actores, pues Modesto Alí, abogado y dirigente emergente, llegó a formar inclusive después la CPT-I, o sea la CPT-Independiente, canal de los sindicalistas "neocolorados".
La unidad granítica se fue resquebrajando, surgiendo nuevas corrientes, como ser el "Movimiento Ético y Doctrinario", liderado por Carlos Romero Pereira, hijo de Tomás Romero Pereira, facción "tradicionalista", y más adelante el "Movimiento Nacional Patriótico", liderado por Leandro Prieto Yegros, facción de los "neocolorados".
Para la convención partidaria de 1984, apenas un año después de la penúltima reelección de Stroessner, la división entre "tradicionalistas" y "militantes stronistas" (nombre que finalmente asumió la corriente despectivamente denominada de "advenedizos" o "neocolorados") ya era abierta y nítida. El partido seguía siendo controlado por los grandes apellidos del coloradismo, pero la "Militancia" se apoyó en la Juventud Colorada, que controlaba casi por completo, para imponer una participación más relevante en la conducción. Así, como resultado de la convención de 1984, la Junta de Gobierno del partido tuvo la siguiente mesa directiva: Juan Ramón Chávez como presidente; Sabino Augusto Montanaro como vicepresidente 1°; Edgar Stanley como vicepresidente 2°; y Adán Godoy Jiménez como vicepresidente 3°. Este último era el único miembro de la "Militancia" en la mesa directiva central, pues Montanaro en ese entonces activaba como "tradicionalista", coherentemente con su historia familiar.
Las corrientes se fueron afirmando a partir de las recomposiciones, asumiendo discursos más claros:
- Los éticos, por ejemplo, hablaban de que Stroessner "ya no corría", que era necesario renovar, por lo que el propio presidente los trató de "desertores".
- Los "militantes" -aprovechando el apoyo de Stroessner- pasaron a la ofensiva y trataban a los "tradicionalistas", públicamente, como "conspiradores y anti-stronistas".
Entre desmentidos y evasivas, las divergencias se iban ampliando y profundizando, hasta que el 22 de marzo de 1987, en acto organizado en San Bernardino por los presidentes de seccionales del Departamento de Cordillera, se lanzó oficiosamente el cuatrinomio encabezado por Sabino Augusto Montanaro, acompañado por Adán Godoy Jiménez, Mario Abdo Benítez y J. Eugenio Jacquet, como candidatos a los más altos cargos de la Junta de Gobierno del Partido Colorado.
La "Militancia Combatiente Stronista" asumió una política clara, bajo el lema "coloradismo con Stroessner", y que consistiría en purgas al interior del partido y al interior del gobierno.
Los "tradicionalistas" emplearon en la época artillería pesada también en el combate a los "militantes", con descalificativos como "trepadores" y "seudo-dirigentes".
Desde el mes de abril se habló abiertamente de la posible candidatura de Juan Ramón Chávez para la presidencia de la Junta de Gobierno del Partido Colorado.
La división colorada se estaba ahondando y tornando irreversible, lo cual no era bien visto en las Fuerzas Armadas. Los militares estaban preocupados por el rápido ascenso de los "militantes", que eran considerados como más excluyentes. Por otra parte, se debe tener en cuenta que parte del discurso central del "Tradicionalismo" era el mantenimiento de la alianza entre el Partido Colorado y las Fuerzas Armadas.
Alfredo Stroessner propuso adelantar la convención para el mes de agosto. Se presentó la moción y triunfó; quedó finalmente fijada la convención para el 1° y el 2 de agosto.
En la madrugada del 1° de agosto los adherentes de la "Militancia" procedieron a ocupar el local del Partido Colorado, mientras los "tradicionalistas" dormían, seguros de que sus planes nada santos irían a darle la victoria forzada que habían programado tener.
Amparados en la legitimidad que les daba la mayoría de los convencionales, más el apoyo de 23 miembros de la Junta de Gobierno y la participación del "Movimiento Nacional y Popular" de Leandro Prieto Yegros, los "militantes" llevaron a cabo la convención, que obviamente salió como ellos querían.
Por disposición expresa del presidente Stroessner, las Fuerzas Armadas se encontraban acuarteladas. Reverchon presidió la convención y en menos de cuatro horas la misma concluía, dando a los colorados nuevos directores, encabezados por los que ya por entonces eran denominados "el Cuatrinomio de Oro".
Sobre un total de 853 convencionales inscriptos estuvieron presentes en el local partidario 655, alrededor del 80%, dejando de ingresar 198, identificados como seguidores de los "tradicionalistas". Estuvieron representadas 221 de las 229 seccionales.
Se presentaron dos listas y hubo votación. Los resultados fueron:
- Militancia Combatiente Stronista: 574 votos
- Movimiento Nacional y Popular: 81 votos
Esta coyuntura muy especial es esencial para comprender a fondo algunas de las propuestas políticas que se lanzaron ese año, de cara a las elecciones generales del año siguiente, que daría el último mandato a Alfredo Stroessner.
En febrero de 1987 se levantó una propuesta política que formalmente planteó revisar a fondo la estrategia abstencionista de la mayoría de la oposición democrática. Dicho plan quedó conocido como "Plan Zeta", aludiendo a que uno de sus propulsores centrales fuera el empresario Aldo Zuccolillo, director del diario ABC, que fuera clausurado por Stroessner en 1984.
Desde el punto de vista formal, el plan resultaba simple: participar de las elecciones generales de 1988 con un candidato único a la Presidencia, Guillermo Caballero Vargas, empleando la per sonería legal del Partido Revolucionario Febrerista. Esto es lo que se conoció públicamente de la propuesta, pero la misma encerraba otros aspectos que la convirtieron en una de las propuestas más consistentes del período final del stronismo.
El plan constaba de tres aspectos claramente favorables: 1)Político: Se buscaría la total convergencia de los opositores a Stroessner, es decir, de todos los partidos y de las corrientes disidentes dentro del coloradismo, para concurrir detrás de un candidato único a la Presidencia, quien sería Guillermo Caballero Vargas, joven empresario, sin compromisos atados con ningún sector político actuante.
2) Financiero: Se dispondría de recursos suficientes para impulsar una campaña de envergadura, capaz de polarizar al electorado. Se hablaba de millones de dólares, que serían básicamente aportes de entidades de países de la Comunidad Económica Europea.
3) Militar: Al concluir la compulsa, se denunciaría el grotesco fraude, se convocaría a la ciudadanía a manifestarse y en el seno de la efervescencia popular se daría un golpe de Estado, realizado por oficiales jóvenes. La estrategia era esencialmente similar a la experiencia filipina, donde en febrero de 19861a oposición al dictador Marcos se había unido en torno de la candidatura de Corazón Aquino, viuda del líder de la oposición filipina, Benigno Aquino, que fuera asesinado en 1983. Lo cierto y lo concreto es que en Filipinas, terminada la elección, Corazón Aquino llamó a la desobediencia civil ante el fraude que saboteara su triunfo y se desencadenó una crisis militar que termina con la dictadura de Marcos, quien fue al exilio, asumiendo Corazón Aquino la Presidencia.
Pero la "vía filipina", y esto pese a los trabajos previos realizados, no se aceptó en el Paraguay. La idea contemplaba la participación a través del Partido Revolucionario Febrerista, el único partido de oposición intransigente con personería jurídica, por lo cual era esencial que allí se diese el primer sí, de modo a otorgarle mayor peso y viabilidad a la iniciativa.
El Partido Revolucionario Febrerista, en sesión reservada, trató el polémico tema. Fernando Vera informó de manera general, sin abundar en detalles, sobre la propuesta comprendida dentro de lo que se conocía como "Plan Zeta", y el único orador de la jornada fue el secretario general, Nils Candia, quien argumentó extensamente en contra, sosteniendo que el PRF era esencialmente un partido revolucionario y no una simple personería a utilizar para fines políticos como el propuesto.
Al primer traspié se siguieron otros, pues durante el resto del año la iniciativa fue siendo desestimada, lo que fue expresión más bien de torpeza política, en algunos casos, y de marcada mezquindad, en otros.
Desde esa perspectiva, no cabe dudas sobre que el "Plan Zeta" reunió todos los condimentos propios de una propuesta innovadora y atrevida, capaz de sacudir a todo el proceso paraguayo, favoreciendo cambios fundamentales.
La discusión sobre participación o abstencionismo se prolongó casi a lo largo de todo el año 1987, y precisamente en ese marco es que se elaboró la propuesta de las "elecciones libres", que sirvió de base para la conformación de una Coordinadora, punto en el que se encontraron casi todos los actores políticos y sociales que estaban contra la dictadura.
Finalmente, el 14 de febrero se realizaron las elecciones generales, que le otorgaron a Stroessner su séptimo y último mandato. De acuerdo con informaciones de la Junta Electoral Central estaban habilitados para votar 1.442.607 personas.
Conforme la Junta Electoral Central, Stroessner obtuvo el apoyo del 88,6% del electorado, lo que traducido en votos habría sido de 1.186.693. El Partido Liberal Radical quedó como primera minoría, con el apoyo de 96.231 electores y el Partido Liberal en último lugar con 42.056 votos.
Aún de acuerdo con la misma fuente, el voto en blanco apenas superó el 1% y el ausentismo fue de alrededor de 100.000 inscriptos; es decir, hubo una participación de más del 90%.
Los datos proporcionados por la Junta Electoral Central quedaron en abierto contraste con los suministrados por una encuesta realizada conjuntamente por la Universidad Católica y la Fundación Naumann. El sondeo se hizo en zonas urbanas y arrojó los siguientes resultados:
ANR, Partido Colorado: 42,8%
No vota: 31,3%
Vota en blanco: 11,6%
Partido Liberal: 1,0%
Partido Liberal Radical: 0,9%
No responde: 12,3%
Con seguridad, la encuesta reflejó con mayor fidelidad el momento político que se vivía en febrero de 1988. El stronismo, como sistema de dominación política, estaba agotado, restándole apenas el apoyo incondicional del sector del Partido Colorado conocido como "Militancia Combatiente Stronista", una lealtad forzada en las Fuerzas Armadas y un coro débil que le hacían dos pequeños partidos desprendidos del liberalismo, con poco arrastre.
A escasos seis meses de asumir su último mandato, el general Alfredo Stroessner terminó siendo derrocado entre el 2 y el 3 de febrero de 1989, víspera de un feriado por fiesta de San Blas, patrono del Paraguay.
Lideró el golpe de Estado el general Andrés Rodríguez, el número 2 en la jerarquía stronista, apoyando políticamente la medida dos sectores del Partido Colorado: el "Tradicionalismo", cuyas cabezas eran Juan Ramón Chávez y Luis María Argaña, y el Movimiento de Integración Colorada, MIC, de Edgar L. Ynsfrán. Se cerraba de ese modo un largo período de casi 35 años.
BIBLIOGRAFÍA
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