Intentar descifrar los motivos que dieron origen a nuestras canciones populares es una aventura apasionante. Tan cautivante que estas voces de la memoria de canciones de nuestro pueblo ya llevan siete tomos editados -con alrededor de 50 relatos en cada uno de ellos- y más de 400 historias publicadas a lo largo de poco más de nueve años -desde julio de 1998- cada sábado en el Correo Semanal del diario última Hora.
Quien hurga en el amplio muestrario de polcas, guaranias e incluso otros géneros, siempre puede encontrarse con sorpresas gratas. Las preguntas, algunas veces, hallan respuestas por el lado menos esperado, acaso el más insólito. Tal, por ejemplo, es el caso de Rosa blanca, una polca de muy bien urdidos versos y una melodía que desde la tarde en que la escuché por primera vez me fascinó. Mi búsqueda, que a ratos era impaciente ya, un buen día llegó sorpresivamente a buen puerto.
- ¿Puedo decirte algo? -me preguntó un mediodía una compañera de trabajo, la periodista Miguela Benítez Fariña.
No tenía la menor idea de qué podía tratarse.
- ¡Sí, cómo no!-, le respondí.
- Yo soy la nuera de Juan Alberto Hermosilla...- me dijo casi con timidez.
No pude evitar la emoción. Mis ojos me habrán delatado. Me levanté para darle las gracias. ¡Por fin había encontrado la pista segura para llegar al poeta que escribió una página inolvidable de nuestro cancionero!. Además del hallazgo, me conmovió la forma en que llegó a mí la información, como caída del cielo. ¡Jamás me hubiera imaginado que innumerables veces me había cruzado ya con la persana que me llevaría a tenerle cara a cara al que también resultó ser el empresario de los famosos caramelos Culturales de mi infancia!. Más allá de esta anécdota que cuadra en el espíritu del nacimiento de las canciones y la vida propia -independiente de la voluntad de su autor o sus autores-, que llevan cuando se convierten en un patrimonio colectivo, están las identidades peculiares de cada una de las obras que habitan esta entrega seriada.
EMILIANO R. FERNÁNDEZ es siempre una inagotable caja de maravillas. Un volumen sin él sería un setiembre sin la fiesta luminosa de los tajys de flores amarillas. Por eso, aquí se incluyen clásicos como CHE KÉPE GUAYE, LA PÁGINA ROTA, PYHARE AMANGÝPE, TUJAMI y cuatro joyas que cantan a la primavera, junto a una pieza menos conocida pero igualmente valiosa en el listado de su producción como es AHÁTARE PENDE HEGUI.
Una nueva versión acerca del origen de ALFONSO LOMA, el encanto de las creaciones de Néstor Damián Girett, Darío Gómez Serrato, Gumersindo Ayala Aquino, Manuel Ortiz Guerrero, Félix Pérez Cardozo, Maneco Galeano, Gerardo Arroyo, Oscar Nelson Carín Safuán, José D. Portillo, Juan Cancio Barreto y Eligio Mujica, entre otros, forman parte de este universo verbal.
La historia socio-política, jalonada con capítulos de dolor y pobreza, tristeza y esperanza, está presente en la inspiración de Girala Yampey, Herminio Giménez, Orlando Rojas, Marcelino Noutz y Cayo César Fretes.
Para adentrarse en las intimidades de lo escrito y musicalizado, solo hay un camino: sumergirse en las páginas de este libro. Su autor tiene la certeza de que así como él disfrutó de la tarea que emprendió, los lectores también gozarán de los frutos que pone en sus manos.
EL AUTOR
Primavera joven, 2007
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AHÁTARE PENDEHEGUI
VERSOS DE DESPEDIDA
EMILIANO R. FERNÁNDEZ era un hombre hecho para los caminos, no para la quietud de un paraje ni mucho menos la calma de un hogar. Se quedaba, a veces, en un lugar; pero cuando sentía el aguijón de una llamada interior, no oponía resistencia.
Entre 1939 y 1940 estaba en la compañía Itauguá Guasú, jurisdicción de Itauguá. Su compañero y amigo, guitarrero y cantor -también acarreador de caña dulce a la fábrica de los Vaesken en Guarambaré- LUCAS MEZA lo albergaba en su casa. No se quedaba, pero tampoco iba lejos. Estaba contento en la zona. Salía de serenata, escribía, no faltaban la bebida y tampoco las mujeres. Había sobre todo una que amaba en secreto y que tal vez le ataba los pies para no desatar sus alas de pájaro itinerante.
Un día, sin embargo, se acabó para Emiliano el tiempo de sosiego. Su voz interior le susurró que los lejanos puertos del norte y los obrajes clamaban por su poesía, su guitarra y sus oficios múltiples para sobrevivir en los altos montes del Alto Paraguay.
«Una mañana convocó a Lucas Meza y los suyos, sus vecinos y amigos. Se quería despedir de ellos a su estilo. No tenía cómo pagar por lo que le habían dado. Por eso escribió un poema en el que les decía que a pesar de estar contento y feliz con ellos, era la hora de partir. Fue así como les hizo escuchar los versos de AHÁTARE PENDEHEGUI. Al terminar de leerlos, con su firma, le entregó la copia al dueño de casa», cuenta el músico, poeta y compositor NÉSTOR DAMIÁN GIRETT.
«Al final de su obra se refiere a una mujer a la que quiere desde lejos. Esa es FERNANDA AGUILERA, pariente de Lucas Meza, que vivía en la compañía Pirayú Yurú no lejos de Itauguá Guasú. A ella le escribió -y le llamaba así-, Che lucero ñemimby. En La página rota, también dedicada a ella, sin embargo, dice: “Adiós dulce Fernanda, soñada novia mía”. No es muy claro aquí», comenta el Premio Nacional de Música 2005.
Girett, ya luego de salir del conjunto del dúo PÉREZ-PERALTA (RUFINO PÉREZ Y ABDÓN PERALTA), en 1972, llegó al domicilio de Lucas Meza. «Manolo Meza, el animador, fue el que me llevó junto a su tío», recuerda.
«Kóa che ra'y ho'áta ne melodiápe. Amombe'úta ndéve la ijistória alguna vez ojekuaa haguã ha ani ho'a tesaráipe. Anínteke rekambia mba'eve (Esto va a quedar bien en tu melodía. Te voy a contar cómo nació, para que lo divulgues alguna vez y no se pierda en el olvido. Solo te pido que no le cambies nada)», le dijo Lucas Meza y le dio el original para que lo copiara.
«Esa vez también me entregó las letras de SALUD CHE PARAJEKUE -que yo musicalicé- y otra que se llama LA PRIMERA NOCHE, que es el comienzo de DESENGAÑO, esa que dice “Fue a tu casa que una noche yo llegué por vez primera...”. Curiosamente, se conoce la segunda parte y no la primera. Todavía no divulgué esta canción», continúa Néstor.
«Enseguida yo le puse la música a AHÁTARE PENDE HEGUI. La grabé en 1974 por primera vez. Hice otra versión, ya en el 2007, con tres notas más altas y quedó muy bien», concluye el compositor.
AHÁTARE PENDE HEGUI
Taguapy sapy'ami en la amable concurrencia
tañatóĩ la inteligencia en el dulce guaraní
pohejátama rupi ajeruréta ahakuévo
pehendumi oñe’ẽvo ko mbaraka che irũmi.
Entero mba'e mboyve ajerure con nobleza
perdón a vuestra alteza ha oime rire po'ofende
si opaichagua ko ñaime, ohecha ha ohendu’ỹva
iñarandu ha itavýva, ojavýnteva hape.
Ha upévarente ko che a'aprovecha este momento
y al par del instrumento posuplika ipahaite
anitei aha rire ojeiko py'a rasýpe
ndaipotáinte ko arapýpe oime royrõ che rehe.
Heta ára che rory akorre yvytu apýpe
mbaraka che jyva guýpe ahetũ pe nde yvoty
ndaikuaavái vy’a’ỹ, che arrivéñove pa’ũme
aikóntemi kunu’ûme ndahechávai tovasy.
Péro péina che vy'a bogue manóma iko’ẽvo
ha amo tenonderãvévo che renóima aha haguã
ha upévare ipaha che py amoĩvo tapépe
ajumi pende apytépe amoplinplin mbaraka.
Che po ipotĩ vera, ajuhaguéicha aha
ha hi’â che korãsõme pende járõ jahapa
che nahi’ãi poheja penendive avy'águi
testigo péina yvágui Ñandejára che recha.
Che korãsõ nahendái, oime ipype añandúva
ku kyséicha che kutúva, che jopi ha che kãrãi
avavénte ndoikuaái kirĩrĩháme asufríva
ku che ahayhu ñemimíva ahejátaha naimo’ãi.
Entérope pombyasy, pero oĩ che jopyvéva
che kambami ahayhuetéva, chéve guarã tupãsy
che Lucera Ñemimby che pyhare ohesapéva
nda’e mo’ãinte la héra, tove tapeikuaa’ỹ.