LA GUERRA DEL CHACO 1932-1935
Por HUGO MENDOZA
COLECCIÓN GUERRAS Y VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PARAGUAY
NÚMERO 12
© El Lector (de esta edición)
Director Editorial: Pablo León Burián
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colección: Herib Caballero Campos
Diseño de Tapa y Diagramación: Jorge Miranda Estigarribia
Corrección: Rodolfo Insaurralde
Fotografías: Instituto y Museo de Historia Militar - Asunción
I.S.B.N. 978-99953-1-341-8
Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98
Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay
Marzo 2013 (118 páginas)
CONTENIDO
Prólogo
Introducción
Antecedentes
Los conflictos limítrofes con Bolivia
Los incidentes
Intereses contrapuestos
CAPÍTULO I
TEORIA Y ETAPAS DE LA GUERRA
El Plan de Guerra
La Estrategia General Nacional o Integral
La Estrategia Militar
La Estrategia Operacional
La Táctica
La Campaña
Movilización
Concentración
Cobertura
Despliegue estratégico
CAPÍTULO II
PRIMERA OFENSIVA
Batalla de Boquerón
La batalla del kilómetro 7 de Saavedra
La defensa estratégica
Batalla de Nanawa, primera parte
Batalla de Toledo
Batalla de Nanawa, segunda parte
CAPÍTULO III
LA SEGUNDA OFENSIVA
Batalla de Pampa Grande - Pozo Favorito
Batalla de Zenteno-Gondra
Batalla de Cañada Tarija
Batalla de Cañada Strongest (Esperanza)
Ataques y contraataques
CAPÍTULO IV
LA TERCERA OFENSIVA
Batalla de El Carmen
Batalla de Picuiba-Yrendagué
Batalla de Ybybobo
El Dislocamiento Estratégico
La contraofensiva boliviana
CAPÍTULO V
El Final de la guerra
Los antecedentes del protocolo del 12 de junio
La aprobación del protocolo
El Tratado de Paz
CONCLUSIÓN
Cronología
BIBLIOGRAFÍA
EL AUTOR
PRÓLOGO
La Guerra del Chaco (1932-1935) fue el conflicto bélico más importante en la región durante la primera mitad del siglo XX. La disputa entre Bolivia y Paraguay por el territorio chaqueño comenzó a mediados del siglo XIX y pese a los esfuerzos diplomáticos de ambos países y de países mediadores reunidos en la Conferencia de Washington la guerra se desató en junio de 1915.
Esta obra ha sido escrita por uno de los más destacados conocedores de la historia militar paraguaya, quien en la misma va explicando desde las diversas fases del conflicto, cuáles fueron las circunstancias en las que combatieron los ejércitos de ambos países destacando el objetivo militar que tenía el Alto Mando del ejército paraguayo.
La obra parte desde los antecedentes del conflicto para demostrar cómo la política de penetración y ocupación desplegada por el mando boliviano fue creando tensiones a partir de que el gobierno paraguayo dispuso también el proceso de ocupación del territorio mediante la fundación de fortines.
Antes de ocuparse de los acontecimientos acaecidos durante los tres años de conflagración bélica el autor explica cuáles son los fundamentos para analizar el desarrollo de las operaciones bélicas de manera que el lector pueda comprender de qué forma se desarrollaron los combates y cuáles fueron los objetivos estratégicos trazados y como los mismos se lograron o porque razones no se consiguió su realización.
A lo largo del libro el lector podrá comprender el tremendo esfuerzo que implicó para el país el prepararse para la guerra y sostener a los combatientes, y de qué forma las carencias económicas afectaron el suministro de víveres y en ese contexto como el arrojo, el sacrificio y por sobre todo el apoyo de la sociedad en la retaguardia permitieron la victoria del ejército paraguayo.
Con esta obra las jóvenes generaciones podrán conocer uno de los procesos históricos en los cuales se demostró que a pesar de la adversidad y la falta de recursos la tenacidad, el ingenio, la unidad y la solidaridad permitieron lograr el gran objetivo trazado que era defender la soberanía paraguaya sobre el territorio paraguayo.
Herib Caballero Campos
Marzo de 2013
INTRODUCCIÓN
La historia militar está aún muy asociada al magisterio, de la experiencia vivida y relatada de 5.000 años de guerras y enfrentamientos humanos que se tienen registros, de los que se trata de extraer ideas significativas y expresarlas a través de principios, preceptos, procedimientos, normas y motivos. De estas trágicas experiencias se busca sacar conocimiento y experiencias, de valor para las necesidades didáctico prácticas de la época actual y cuya manipulación y ordenamiento sistemático forman la teoría del "arte de la guerra".
En el caos que se representa en un conflicto armado, los elementos técnicos de la teoría del arte de la guerra nos sirve de guía para determinar las etapas o fases del conflicto, teniendo en cuenta conceptos tales como: el centro de gravedad, los puntos decisivos y culminantes y el ritmo.
Pero en la guerra no es solo ciencia. En ella no reina la exactitud, ni la estabilidad, también se ponen de manifiesto fuerzas morales que tratan de imponerse al caos y la incertidumbre que tratan de hacer prevalecer la luz sobre la oscuridad y que el liderazgo enfila hacia una meta común, por tanto es también un arte.
"El arte de la guerra tiene que vérselas con fuerzas vivas y morales, de donde se deriva que lo absoluto y lo seguro le resultan inaccesibles; siempre queda un margen para lo accidental, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas."
Karl von Clausewitz, De la Guerra
La Guerra del Chaco no escapa de las fuerzas vivas y morales, como dice Von Clausewitz, representa la grandeza y la mezquindad, lo mejor de las virtudes humanas y también sus peores defectos, por eso el honor y la deshonra siempre serán parte de ella, invariablemente encontraremos en su narración ejemplos de valor y consternación.
Lo esencial es que esta guerra representa un esfuerzo colectivo de todo el pueblo paraguayo aglutinado alrededor de una causa, la defensa de la patria amenazada, la conciencia del sacrificio supremo y la dación hacia el interés colectivo superior frente al mero individualismo, es la principal fuerza aglutinadora que mueve a las naciones.
El objeto de este trabajo es tratar de dilucidar cuáles fueron las profundas raíces de la guerra; cómo se desenvuelven en el transcurso del tiempo y el espacio, las dos coordenadas esenciales de la historia; cómo se concatenan con actos políticos y diplomáticos que desembocaron en el conflicto armado y hacer una compilación de los acontecimientos sobresalientes que sucedieron durante tres largos años.
En el desarrollo de las campañas militares, la primera ofensiva paraguaya se dirigió sobre el nudo de comunicaciones de Arce, donde estaba la naciente del río Verde, como objetivo estratégico. La defensa estratégica estuvo timbrada por la batalla de Nanawa, y la segunda ofensiva culminó en la gran victoria de Zenteno - Gondra o Campo Vía.
Los laureles ganados se dilapidaron en Strongest y en los infructuosos ataques a Ballivian, el mando paraguayo se trastorna pero recupera la iniciativa con el raid del Cnel. Franco y culminó con la estupenda victoria de El Carmen. En la fase final de la guerra, el ejército paraguayo se emprendió el camino hacia la pre-cordillera andina hasta llegar al desvío estratégico donde hace frente con éxito a una poderosa contraofensiva boliviana.
Este libro busca establecer no solo el aspecto cronológico o la exposición de hechos puntuales de la contienda, sino también lo manifiesto y lo velado de los motivos, la lógica y las expectativas que guían las decisiones estratégico-operacionales que gobernaron el desarrollo de los acontecimientos bélicos, siempre basándonos en los modelos que proporciona la teoría del arte de la guerra como paradigma ordenador de una infinidad de casos y situaciones que, de lo contrario, nos abrumarían por su volumen y variedad.
La extensión de la obra nos dificulta tocar todas las aristas de la guerra de por sí muy amplias por el volumen de la documentación existente. Hemos tenido que omitir, por ejemplo, la preparación de los contendores, el relacionamiento del liderazgo político-militar, los aspectos económicos y sociales, etc., que representa esta clase de conflicto. Pero tenemos esperanza de que el éxito de esta publicación y el interés que manifiesten los lectores nos permita, en el futuro, desarrollar los aspectos que nos hemos visto obligados a excluir. Por último debo poner de manifiesto que la humildad es la primera virtud del que pretende hacer historia, porque en el oficio todo está supeditado a las fuentes, a las que se haya podido acceder, por eso nunca se debe ser categórico en ninguna afirmación, siempre existe la posibilidad de cometer errores, que los asumo plenamente como autor de esta obra, así como también el riesgo de que exista documentación relevante que se haya desatendido.
ANTECEDENTES
La jurisdicción de Asunción sobre el territorio ubicado al oeste del río Paraguay nunca fue controvertida en el período colonial, sin dudas, porque antes que beneficios, esta jurisdicción le imponía la obligación de defenderla de las incursiones guerreras de los indígenas chaqueños, de asegurar la navegación fluvial, las comunicaciones con el Alto Perú y detener el avance de la expansión portuguesa, orientada a cautivar esclavos indígenas y adueñarse de las minas de metales preciosos del Perú.
La ocupación del Chaco oriental se inicia con la reducción de Melodía, en 1737, frente a Asunción para pacificar a los indígenas y Timbo en 1767, costa abajo, en la actual provincia de Formosa.
La Corona, tratando de frenar el avance de los portugueses en 1777 firmó el tratado de San Ildefonso y el cual fijaba taxativamente los límites entre España y Portugal, siguiendo la línea de los ríos: Paraná, Paraguay, Jaurú, Guaporé y Mamoré, y que fuera ratificado en el Palacio El Pardo en 1778.
Hacia el poniente, para contener efectivamente la expansión lusitana, se fundaron dos importantes baluartes: el Fuerte San Carlos, sobre el río Apa, en la margen izquierda del río Paraguay y el Fuerte Borbón, sobre los cerros costeros que emergen en la derecha del río Paraguay, el 25 de setiembre de 1792, por el jefe del 1er Regimiento de Milicias de Dragones del Rey, José Antonio de Zabala y Delgadillo. La construcción se llevó a cabo en un lugar elevado llamado Tres Hermanos, considerado fuera de peligro en épocas de crecidas del río. El dominio de la navegación del río Paraguay aseguró a los habitantes de la Asunción la posesión de los territorios adyacentes, circunstancia que dio a la República del Paraguay, al declarar su independencia del poder español, derechos de soberanía sobre el territorio del Chaco Boreal, desde el río Bermejo hasta el río Jaurú, pero al mismo tiempo, con la emancipación las Colonias, los portugueses se vieron libres del Tratado de San Ildefonso y se lanzaron a la conquista de todos los territorios limítrofes.
Estos temores no eran infundados, ya que durante la administración de la Junta Superior Gubernativa (1811) hubo que abandonar el Fuerte Borbón por falta de recursos para sostener a la guarnición y los portugueses no tardaron en ocuparlo basándose en los presuntos derechos de la Princesa Carlota y alegando la frustrada Alianza Cuatripartita. Cuando este hecho llegó a conocimiento del gobierno del Paraguay, se dispuso el envío de trescientos hombres que partieron de Villa Real de la Concepción, con el Vocal de la junta, Fernando de la Mora al frente del contingente, quienes lo recuperaron sin derramamiento de sangre por haber sido previamente abandonado por las fuerzas ocupantes.
El 12 de octubre de 1811, Paraguay firmó con Argentina el primer instrumento jurídico desde su emancipación que reconocía la soberanía paraguaya sobre ambas márgenes del río Paraguay, desde su nacimiento hasta su desembocadura en el río Paraná.
En época del Doctor Francia comenzó de inmediato la construcción y refuerzo de los fortines sobre el río Paraguay para contener los ataques indígenas del Chaco, se establecieron guarniciones en Montes Claros, Orange, Formoso y Santa Elena. El Fortín de Orange, tenía una dotación de cuarenta hombres, la guarnición de Formoso era de once militares. El 25 de diciembre de 1823, el Dictador cambió el nombre del Fuerte Borbón por el de Olimpo.
LOS CONFLICTOS LIMÍTROFES CON BOLIVIA
La independencia de la República de Bolivia proclamada el 6 de agosto de 1825 en un Acta de la Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú que solo proclama los territorios de Charcas, Potosí, Cochabamba, La Paz y Santa Cruz, sin que se haga mención del Chaco o se apunte algún derecho o acto posesorio sobre el mismo. Se ha cuestionado incluso la legitimidad de los representantes de San Cruz, Vicente Antonio Seoane y Vicente Caballero, para firmar la adhesión a la constitución del nuevo Estado, sin que tampoco las instrucciones que traían éstos aludieran soberanía alguna sobre las planicies chaqueñas. El presidente Carlos Antonio López intentó una colonización de la zona del Chaco cercana a Asunción, fundando en 1855, la Colonia Nueva Burdeos con 120 familias de inmigrantes franceses donde fuera la reducción de Melodía y hoy está la población de Villa Hayes.
La Cancillería boliviana protestó el 17 de julio de 1852 por el tratado Varela-Derqui firmado el 15 de julio de 1852 en el cual la Confederación Argentina reconocía el río Paraguay como propiedad de la nación de Oeste a Este. En la guerra contra la Triple Alianza el mariscal Francisco Solano López ordenó construir el Reducto Cierva en la margen derecha del río Paraguay, en las proximidades de la fortaleza de Humaitá y la plaza fuerte de Corumbá fue el centro de la ocupación paraguaya en el Alto Paraguay, por donde se logró quebrar el bloqueo aliado consiguiendo introducir por el Chaco, desde Bolivia y el Pacifico, artículos que eran vitales para la supervivencia del país.
Bolivia también se negó a reconocer el Laudo Hayes de 1878, en el que el Presidente de los EE.UU. falló en favor del Paraguay por el territorio comprendido entre los ríos Pilcomayo y Verde que estaba en disputa con la Argentina, invocando sus propios derechos, los cuales ciertamente no pasaban por el hecho material de que el territorio chaqueño fuera asiento de población boliviana alguna.
En 1879 fue designado por la República de Bolivia el Dr. Antonio Quijarro, para tratar, por primera vez, la cuestión de límites con la República del Paraguay, la cual fue representada por José Segundo Decoud, el 15 de octubre de 1879 firman el tratado Decoud-Quijarro bajo la presidencia de Cándido Bareiro, demarcatorio de límites entre las dos repúblicas, que dividía salomónicamente el Chaco Norte y Sur, a Bolivia y Paraguay respectivamente mediante una línea que iba desde la parte media de la desembocadura del río Apa directamente al oeste, hasta alcanzar el río Pilcomayo un poco más al sur de D'Orbigny. Paraguay no ratifico el tratado.
En 1885 fueron vendidas 3.294 leguas cuadradas y en 1886 una extensión de 2.889 leguas cuadradas de territorio chaqueño en consonancia con la ley de 1883 de venta de las tierras públicas. Para ello el territorio del bajo Chaco, fue dividido en lotes rectangulares de una legua sobre el frente fluvial del río Paraguay y 10 leguas de fondo, en dos fajas sucesivas, y a medida que se alejaba del río hacia el interior más seco en porciones de 100 y 200 leguas cuadradas.
La venta de las tierras públicas se asocia también directamente al desarrollo del ciclo taninero que generó centros poblados en torno a las cinco fábricas de extracto de quebracho sobre el Alto Paraguay, vinculadas a capitales argentinos, ingleses, alemanes, franceses y norteamericanos, en los Puertos: Casado, Pinasco, Sastre, Guaraní, Max y los errantes obrajes del interior chaqueño.
La fábrica de Puerto Casado -tal vez la más conocida por la extensión de tierras de propiedad de la empresa- se originó en 1885 cuando adquirió al gobierno paraguayo una extensión superior a los dos millones y medio de hectáreas, obligándose el comprador a llegar por sí mismo a un entendimiento con los indios no civilizados. Se trataba de una propiedad con un ancho de 85 kilómetros y penetra más de 300 kilómetros hacia el interior desértico, lo que forzó a extender una vía férrea de trocha angosta para vincular la fábrica, instalada en 1889, a los obrajes productores de la materia prima.
El 16 de febrero de 1887 se firmó el tratado Aceval-Tamayo, bajo la presidencia del general Patricio Escobar. Probablemente estaba inspirado en el procedimiento empleado para el arreglo del problema de límites entre el Paraguay y la Argentina. Como en aquel caso, también este dividía el Chaco en tres regiones: se reconocía a favor del Paraguay la comprendida entre el cauce del río Pilcomayo y el paralelo que pasa por la parte media de la embocadura del río Apa, con el meridiano 63° de París como limite al Oeste; el Paraguay renunciaba a las tierras situadas al norte del paralelo que pasa por Bahía Negra y al oeste del meridiano 63° de París; el territorio comprendido entre ambos paralelos, es decir, desde el Apa hasta Bahía Negra y el meridiano 63° de París como límite al Oeste quedaba sometido a un fallo arbitral del rey Leopoldo II de Bélgica, el tratado nunca fue ratificado por las partes contratantes.
En 1888 se produce el incidente de Puerto Pacheco fundado, el 16 de julio de 1885, por el ciudadano boliviano Miguel Suárez Arana, con el propósito de enlazar las comunicaciones de Bolivia con el Paraguay, pero donde se izó la bandera y el escudo boliviano. La soberanía del Paraguay fue restablecida por una fuerza fluvial enviada por las autoridades de Asunción, el 13 de setiembre de 1888 un destacamento militar paraguayo, a órdenes del mayor Ángel Jiménez, desembarcó del cañonero PIRAPÓ, tomó posesión de la plaza, arrió la bandera boliviana e izó el pabellón paraguayo, detuvo a los funcionarios bolivianos y los envió a Asunción, en calidad de prisioneros, ante la protesta del embajador boliviano.
El 23 de noviembre de 1894 se firma el Tratado Benítez-Ichazo, que regresa al procedimiento simple de dividir el Chaco en dos partes, mediante una diagonal cuyos extremos iban desde una punto sobre el río Paraguay, situado a tres leguas al Norte de Fuerte Olimpo, hacia el Sudoeste hasta una punto de intersección el lugar donde el meridiano 61° 28' longitud Oeste cruza el río Pilcomayo, correspondiendo la parte norte a Bolivia y la sur al Paraguay. Ambos países no demostraron interés en aprobarlo.
El canciller paraguayo Ciancio Flecha, el 10 de junio de 1901, establece los cimientos jurídicos de una nueva tesis, basados en los títulos que determinaron los límites a las antiguas entidades administrativas del Alto Perú y los gobiernos político-militares de Chiquitos y la Intendencia de Cochabamba. Los límites serian así: río Parapití, Sierras de los Chiriguanos y de Santiago.
El Tratado de Petrópolis firmado, el 17 de noviembre de 1903, entre Bolivia y Brasil, concedía graciosamente a los bolivianos un pequeño territorio, que nunca correspondió a los brasileños, al Norte de Bahía Negra, en la margen derecha del río Paraguay. Como canje de la apropiación fraudulenta del territorio del Acre por parte del Brasil.
El canciller nacional Antolín Irala, el 29 de abril de 1904, en base al Protocolo López-Paranhos, firmado en 1858 que reconocía a Bahía Negra y su zona como frontera entre Paraguay y Brasil, puso a salvo los derechos del Paraguay sobre el territorio del Norte que intentaba escamotear este país.
La frontera olvidada volvería a adquirir protagonismo con el tratado firmado, en Santiago el 20 de octubre de 1904, por el Ministro boliviano, Dr. Alberto Gutiérrez y el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Emilio Bello Codesido, en el que se dio por reconocido el dominio absoluto y perpetuo de Chile de los territorios ocupados por éste. El altiplano perdía toda salida al mar en forma definitiva, por esto puso de inmediato sus miras hacia el Atlántico rehabilitando así sus pretensiones sobre el Chaco y en especial sobre la ribera del río Paraguay.
Este cambio radical del gobierno boliviano, en su percepción sobre el territorio chaqueño, cuya posesión pasa de objetivo nacional latente a permanente y como resultado de ello se cierne una nítida definición de la posición de Bolivia. Según el Dr. Federico Diez de Medina sus títulos territoriales sobre el Chaco derivaban de la Audiencia de Charcas, derechos que el gobierno de La Paz pasó a demandar sobre toda la margen derecha del río Paraguay hasta el Pilcomayo.
El reverdecido objetivo nacional, se desdobla seguidamente como un plan de ocupación, elaborado por el Presidente boliviano, coronel Ismael Montes (1904-1909), que se materializó, en 1905, en la fundación de los fortines Guachalla y Ballivián, lo que pone de manifiesto la voluntad de Bolivia de llevar a cabo el cometido que se había fijado.
El ministro paraguayo acreditado ante las repúblicas de Chile, Perú y Bolivia, Sr. Juan Cogorno, el 7 de enero de 1904, elevó a la cancillería paraguaya un informe sobre dicho plan de ocupación y la fundación de los fortines fue motivo de una nota de protesta, el 20 de febrero de 1906, por parte de que nuestro representante diplomático en La Paz, Dr. Pedro Peña, pidiendo explicaciones y exigiendo de inmediato el retiro de la guarniciones militares de los lugares usurpados.
El canciller boliviano Claudio Pinilla contestó el 20 de abril de 1906 que dichos fortines tenían por objeto llevar la civilización a aquella zona y no constituían una amenaza para el Paraguay. Sin embargo, en una misiva al Dr. Emeterio Cano, Embajador de Bolivia en Asunción, Pinilla habló menos solapadamente de la existencia de un plan agresivo de los estadistas bolivianos. Estas acciones bolivianas a lo largo del Pilcomayo excitaron y aumentaron el recelo paraguayo y nuestro país buscó contener los avances bolivianos con la aplicación de la cláusula del statu quo, que regularizaba la influencia de ambos estados dentro de sus respectivas jurisdicciones y comprometerse a no innovar las posesiones que en esa fecha existían.
Las negociaciones diplomáticas continuaron firmándose nuevos acuerdos como el Protocolo Soler-Pinilla del 12 de enero de 1907, bajo los auspicios de la mediación argentina, entre el Ministro de Hacienda del Paraguay, Adolfo R. Soler, y el Canciller boliviano, Claudio Pinilla y por el cual el Presidente argentino oficiaba de árbitro en la disputa sobre el Chaco. El Artículo 2° expresaba: La zona sometida a dicho arbitraje queda comprendida entre el paralelo 20° 30' sur y la línea que en sus alegaciones sostenga al norte el Paraguay en el interior del territorio, entre los meridianos 6º 30' y 62° oeste.
Bolivia continuó la penetración hacia el sudeste, en concordancia con el plan de ocupación, estableciendo una serie de fortines a lo largo del río Pilcomayo, Linares, Magariños, Esteros, Saavedra, Sorpresa, Tifunqué, Muñoz, Arce, Chañar, etc., situados en zonas desiertas de nuestro territorio. El rompimiento del statu quo por parte del Paraguay, con el completo abandono de la vigilancia militar del Chaco, es coetáneo al periodo de inestabilidad política, de 1908 a 1912, propio del régimen del coronel Albino Jara.
Luego de restablecido el orden, el nuevo gobierno dejó sin efecto el Tratado Soler-Pinilla, declarándolo "caduco y sin ningún valor" por el Protocolo Ayala-Mujica de 1913. Sin embargo, en este último acuerdo el principio de statu quo imprimirá la orientación de nuestra diplomacia y sería reconocido en cada uno de los acuerdos posteriores: 1915, Protocolo Moreno-Mujica en 1916, 1917, hasta el acta Moreno-Mujica de 1918, cuyo artículo 2° disponía que "la continuación del statu quo será objeto de estipulación especial en el tratado de arbitraje que se firmare si no llegase a ser posible un arreglo directo".
LOS INCIDENTES
El Estado Mayor General de Bolivia elaboró un Plan de Penetración y Ocupación del Chaco, el cual consistía en extender y consolidar la posesión boliviana de todo el territorio no ocupado aún por el Paraguay, y una vez consolidado éste, pasar al empleo violento del brazo armado para la ocupación y control total del Chaco Boreal. La fundación y ocupación de los fortines mencionados cumplió con su cometido, pero aún faltaba la comunicación directa por tierra entre los fortines de los frentes del Sudeste y del Oriente. El primer aviso que tuvo el gobierno paraguayo fue la publicación de un mapa boliviano en que estaban señalados los fortines. El libro Bolivia y el Paraguay de la autoría del Dr. David Alvestegui aparecido en 1925.
En el ejercicio de la soberanía nacional y con el propósito de hacer efectiva la ocupación del Chaco conteniendo así el avance del altiplano, los gobiernos nacionales acrecentaron la fundación de fortines como asiento de guarniciones militares. Pero con el riesgo de que la proximidad de los mismos a los reductos bolivianos llevara tarde o temprano a incidentes y enfrentamientos.
También trató el estado paraguayo de contrarrestar estos planes de penetración y ocupación, autorizando la instalación de las colonias menonitas en Chaco en las tierras adquiridas a la empresa Casado en dos fracciones de 7.403 y 6.117 hectáreas. Allí se instalaron las colonias Menno (1927) con 1.700 inmigrantes de origen alemán provenientes de Canadá: Fernheim (1930) con 2.000 alemanes y rusos.
El 25 de febrero de 1927 muere en el fortín Sorpresa el teniente Adolfo Rojas Silva. Este oficial había salido de exploración del fortín Mcal. López hacia dicha posición. En ese lugar fue apresado por el oficial al mando y luego asesinado por el héroe nacional boliviano Tejerina. Hubo cambio de notas entre ambas cancillerías, masivas manifestaciones en La Paz y Asunción pidieron la guerra.
El 29 de setiembre de 1927 se reunieron de nuevo en Buenos Aires los plenipotenciarios de ambos países a fin de interpretar el statu quo de 1907, en ésta, el Paraguay, solicitó el abandono de los fortines que habían sido fundados después dicho acuerdo suscripto por ambos países en el territorio en disputa. Bolivia sólo aceptó la reducción de efectivos, motivando una declaración conjunta: "que el litigio en que se hallan comprometidos los países, no será resuelto sino por medios pacíficos, salvo en caso de legítima defensa".
Las esperanzas bolivianas fueron proscritas con el corte dado al asunto de Tacna y Arica en 1928, en que quedó la primera al Perú y la segunda a Chile lo que alimentó interés de Bolivia por el Chaco y a través de él convertirse en tributario del Plata. Teniendo presente la situación política, los gobiernos bolivianos iniciaron campañas de exaltación nacionalista y menoscabo del país contrincante. Así cuando el Dr. Bautista Saavedra y su Partido Republicano se adueñaron del poder, tras una revolución, intensificaron sus afanes de soberanía sobre el Chaco.
Las conversaciones diplomáticas se reanudaron en Buenos Aires el 7 de mayo de 1928, el Paraguay volvió a buscar el desmantelamiento de los fortines bolivianos y Bolivia propuso una limitada zona de arbitraje que solo abarcase el Chaco Paraguayo situado al sur de la embocadura del río Apa y al este del meridiano 59°, esto desembocó en un irritado debate de títulos, el debate sobre el uti possidetis de 1810 y el statu quo de 1907.
Bolivia negó al Paraguay todo derecho a pretender la propiedad de la más mínima fracción del Chaco, rechazó todos sus actos posesorios desde 1536, el statu quo y no aceptó retirarse una pulgada de sus fortines, única prueba de sus derechos al Chaco, ni siquiera para permitir que una policía neutral vigilara una zona intermedia desmilitarizada.
Tras el fracaso esta conferencia, en setiembre de 1928, fueron apresados por fuerzas paraguayas varios efectivos bolivianos de alta graduación, cerca del Fortín Galpón, el Cnel. Gutiérrez, el Tte. Manchego y otros oficiales y tropas quienes alegaron que andaban de caza y se habían extraviado.
Este mismo grupo posiblemente fue el fundador del Fortín Vanguardia, en la margen derecha del río Negro, que fue desalojado el 5 de diciembre de 1928 por el Tte. Ortigoza, acatando las órdenes del mayor Rafael Franco, jefe de la guarnición de Bahía Negra, hecho que propició la ruptura de las relaciones entre ambos países.
El 14 de diciembre la 4º División de Ejército boliviana atacó y ocupó el Fortín Boquerón después de una sangrienta refriega. El 15 de diciembre el presidente José Patricio Guggiari decretó la movilización general. El Regimiento boliviano Ayacucho, estacionado en el Fortín Cuatro Vientos, atacó y ocupó el Fortín Mcal. López.
El Paraguay solicitó la convocatoria de la comisión investigadora prevista por la Convención Gondra suscrita el 30 de enero de 1923 en Santiago de Chile y el Protocolo firmado en Washington el 3 de enero de 1929, se creó dicha Comisión. El 12 de setiembre de 1929 la comisión de investigación emitió su fallo: "Bolivia agredida, Paraguay agresor". En consecuencia Paraguay se vio obligado a restaurar Vanguardia y Bolivia a devolver Boquerón, operaciones verificadas por oficiales uruguayos.
En el año 1930, después de una revolución en el mes de junio, se hace cargo una junta Militar presidida por el Gral. Carlos Blanco Galindo e integrada por los Cnel. Oscar Mariaca Pando, Juan L. Lanza, Filiberto Osorio y los Tte. Cnel. Emilio González Quint y Bernardino Bilbao Rioja. Este gobierno, que permaneció en el poder durante 8 meses, dio prioridad a la elección presidencial del Dr. Daniel Salamanca, quien juró el cargo el 5 de marzo de 1931.
En setiembre el ejército paraguayo abandona el fortín Samaklay por falta de agua en la zona, el 6 de diciembre de 1931 se comprobó que los bolivianos se habían apoderado del fortín, cerca de Nanawa. El 24 de ese mes, contingentes paraguayos enviados para rescatar la posición chocaron con fuerzas bolivianas y tuvieron ocho bajas. El fortín quedó en manos bolivianas. Conocido el hecho en Asunción, a los oponentes políticos se sumaron los estudiantes, que recorrieron tumultuosamente las calles de Asunción pidiendo la recuperación de Samaklay. La agitación fue creciendo, el 23 de octubre se produjo un sangriento incidente frente al Palacio de Gobierno, quedando en los jardines varios muertos y heridos. El trágico suceso conmovió profundamente a la ciudad. En la Universidad Nacional se constituyó un comité integrado por estudiantes y políticos de la oposición que proclamó la revolución.
El mayor Rafael Franco intentó provocar un levantamiento de las guarniciones del Norte, pero no tuvo éxito, porque el Ejército resolvió apoyar al Gobierno y sofocar la subversión después de saber que el Pte. Guggiari delegaba el mando en el vicepresidente Emiliano González Navero y se dirigía al Congreso solicitando su propio juicio político. El orden quedo restablecido y el Congreso absolvió de toda responsabilidad al Pte. Guggiari, quien acto seguido reasumió el mando.
A medida que proseguían las gestiones diplomáticas en Washington tratando de obtener un "Pacto de no agresión" a los efectos de frenar la confrontación de ambos contendores. Pero también la ocupación de los terrenos considerados sin dueño (res nulius) daría la ventaja a Bolivia de sostener que la posesión de hecho es una fuente primordial del derecho de dominio.
Esto obligó a los encargados de la penetración a la "urgentísima" ocupación hacia mediados de 1932 de la Laguna Chuquisaca. La adquisición de este paraje constituyó el eslabón que faltaba para unir la cadena de fortines que se extendía desde el Fortín Sorpresa sobre el Pilcomayo, al Fortín Vanguardia, sobre el Otuquis.
Así la zona de arbitraje que propusiera el Paraguay quedaría automáticamente y de hecho reducida por las zonas ocupadas. El propósito fue crear un nuevo statu quo, pero esta vez a gusto del gobierno de La Paz.
Este Plan de operaciones terminado en abril de 1932, según confesión del Gral. Ángel Rodríguez, jefe de Operaciones del Estado Mayor General boliviano, no fue dado a conocer al Presidente Salamanca por temor a su "indiscreción". La decisión de tomar Laguna Grande o Pitiantuta fue dada. El presidente Salamanca autorizó la ocupación resaltando "cien veces en ningún caso se provocaría un conflicto, ni siquiera rozamiento con tropas paraguayas". La fue transmitida por el Gral. Filiberto Osorio jefe de Estado Mayor General, al Cnel. Francisco Peña Comandante de la 4º DEB y éste al mayor Oscar Moscoso, el ejecutor de la misma.
El día 15 de junio de 1932, avanzó sobre el Fortín Pitiantuta -o Carlos A. López- con una carga de fusileros. La pequeña guarnición paraguaya de un cabo y cinco soldados se replegó a los bosques y el mayor Moscoso ocupó el Fortín. La agresión boliviana dejó de ser un secreto, tal fue el evento que desencadenó la etapa de enfrentamiento militar.
La reacción paraguaya fue inmediata, al entonces Tte. Cnel. Estigarribia, su lógica le recomendó que tenía actuar rápidamente antes de que el tiempo favoreciese al enemigo, pero sus superiores, militares y políticos de la época, permanecían aún vacilantes manteniendo ciertas reservas de indecisiones en precipitar los acontecimientos. Así pues, en ese momento grave de la decisión Nacional, Estigarribia cargó, callada pero decididamente, sobre sus hombros la tremenda responsabilidad histórica y aceptó el reto del enemigo ordenando con energía y optimismo, la retoma inmediata de Pitiantuta, pues no existía un Plan de Operaciones que previera la conducta a seguir en la presente circunstancia.
Por ese entonces se reunían en Washington los cancilleres de las diecinueve naciones americanas, así como la Comisión de Neutrales (EE.UU., Colombia, Cuba, México y Uruguay). Esta última con intención de tratar de detener la guerra que Bolivia había iniciado con la conquista del Fortín Pitiantuta. A este acto de agresión se contestó con la reconquista del mismo fortín el 15 de julio del mismo año; los bolivianos reaccionaron con los actos subsiguientes de represalia capturando los fortines Corrales, Toledo y Boquerón.
La declaración firmada el 3 de agosto por los 19 países, dejaba establecido que la disputa del Chaco Boreal debía someterse a una solución pacífica. Las naciones de América no reconocerán arreglo territorial alguno de esta controversia, que no sea obtenido por medios pacíficos, ni la validez de adquisiciones territoriales, que sean obtenidos mediante ocupación y conquista por la fuerza de las armas.
El 26 de julio de 1932 quedo constituido oficialmente el grupo mediador compuesto por Argentina, Brasil, Chile y Perú, conocido por la sigla ABCP. Simultáneamente a las gestiones exploratorias había sido consultado el Embajador de los Estados Unidos, Robert Woods Bliss, quien aprobó la idea.
Días después fueron invitados los gobiernos de Uruguay y de los EE.UU. para incorporarse a dicho grupo, los cuales aceptaron gustosos. El grupo ya constituido fijó como sede a la ciudad de Buenos Aires y como presidente del mismo al canciller argentino.
INTERESES CONTRAPUESTOS
En el plano geopolítico diversos autores bolivianos han insistido que la geopolítica boliviana estaba demarcada por tres intereses centrales:
1. La salida al mar.
2. La ocupación efectiva del territorio boliviano.
3. La recuperación del territorio perdido en la guerra con Chile.
El objetivo principal de su política, desde la pérdida de su costa marítima, fue encontrar otra "vía de respiración", lo que centró su atención en la conquista del Chaco paraguayo, cuyo dominio le era imprescindible para asegurar esta salida alternativa.
El gobierno boliviano, un objetivo fundamental: integrar a la soberanía boliviana todo el Chaco Boreal. Este objetivo nacional, aunque "muy amplio" para su consecución, era factible de alcanzar en un plazo mediato con una coordinación perfecta en la conducción política militar. La actitud asumida por el conductor político, el Dr. Salamanca, para llegar al objetivo nacional, fue inicialmente pacífica o diplomática, para luego pasar a la fuerza o la violencia.
La Guerra del Chaco tiene como adicional económico importante, tras el velo de la exaltación patriótica, maniobraban los ocultos y tenebrosos hilos de grandes capitales, que por el lado boliviano tenía intereses la STANDARD OIL Co. que 1910 recibió del gobierno boliviano los derechos de explotación de los recursos petrolíferos y la Royal DUTCH SHELL con intereses en Paraguay al descubrirse petróleo en el oriente boliviano. A pesar de la gran depresión, Bolivia consiguió empréstitos de firmas americanas en reciprocidad con las concesiones petrolíferas hechas por el gobierno a la STANDARD OIL Co, para comprar pertrechos bélicos, municiones y combustible necesario para emprender una guerra ofensiva contra el Paraguay.
El Presidente de Bolivia, Dr. Salamanca, sugirió que el último empréstito de 14.000.000 US$, se utilizase íntegramente para la penetración del Chaco.
La participación de la Argentina, donde se destaca cínicamente la figura del canciller Saavedra Lamas -el Premio Nobel de la Paz por las negociaciones diplomáticas que propició-, solo interesada en someter a Bolivia y sus riquezas petrolíferas al ámbito de la influencia permanente, con la cual ya se encontraba el Paraguay, para devenir la potencia dominante en la zona.
Vista de las tropas en la cubierta de uno de los cañoneros
en el viaje rumbo al Chaco
CAPITULO I
TEORIA Y ETAPAS DE LA GUERRA
EL PLAN DE GUERRA
En función a un Plan de Guerra, una campaña puede corresponder a una fase del conflicto o a toda la duración del mismo. El desarrollo de la guerra puede exigir la realización de campañas sean conjuntas o sean terrestres, navales y aéreas. El plan minucioso, detallado y concebido de antemano seguramente nunca fue formulado por escrito, el punto de vista de los militares paraguayos no coincidían que sobre la posición sobre la cual habría que enfrentar la situación de guerra. Unos pensaban que la defensa debía organizarse sobre la ribera misma del río Paraguay, con la espalda al río, después de una débil defensa elástica con la retirada de sus fortines, en esta tesis predomina el armamento para caballería y los cañoneos que se quieren como artillería flotante, con tres grupos, fundamentalmente de caballería, ubicados en Villa Hayes, Concepción y Fuerte Olimpo. El objetivo era alejar a los bolivianos de sus bases, para luego iniciar una ofensiva envolvente contra las columnas invasoras más penetrantes.
El general P. Alejandrino Escobar, uno de los presuntos defensores de aquella tesis, afirmaba:
"De la lectura atenta de las disposiciones adoptadas para la organización de la defensa (que transcribe) se deduce, con claridad meridiana que, en momento alguno se resolvió abandonar la línea de fortines y si: 1°) tomar contacto con el enemigo y apoyar los fortines avanzados; 2 °) reconquistar las posiciones tomadas por los bolivianos y 3 °) hacernos fuertes en nuestras primeras posiciones, y, más allá, siempre que fuese posible, sin descuidar en absoluto nuestra organización para afrontar de inmediato cualquier eventualidad, acumulando, desde luego, fuerzas en los distintos sectores establecidos. El apoyo, en una base [en este caso el río Paraguay] no implica en modo alguno, el abandonar las posiciones avanzadas."
La llamada tesis de "defensa sobre el río" contaba con el apoyo los coroneles Coulet y Abraham Schweitzer, jefes de las Misiones Militares Francesa y Argentina respetivamente, que pensaban de modo similar.
Parece ser que por la época las opiniones no solamente estaban divididas, sino que existía una notable confusión en cuanto a los propósitos.
Los otros, entre los cuales estaba el Tte. Cnel. José Félix Estigarribia estimaban que ella debía ser trazada lo más lejos posible del río, de manera a dar profundidad al campo de batalla y permitir la maniobra de las reservas, aprecia acertadamente nuestra debilidad logística para las grandes maniobras que sin este requisito se quedan solo en el papel y fórmula una estrategia absolutamente diferente.
El Tte. Cnel. Juan Bautista Ayala, Jefe del Estado Mayor General, compartía plenamente tal modo de pensar afirmando.
"En la defensa sobre el río, decía Estigarribia, los paraguayos estaríamos obligados a diseminar nuestras pocas tropas a lo largo de más de mil kilómetros, desde el fortín Galpón hasta el río Pilcomayo, como ya se había intentado hacer en 1928 con motivo del incidente de Vanguardia; es decir, nos declararíamos vencidos de antemano en todas partes. Mientras nos encontrásemos esparcidos en débiles fracciones, el enemigo, con todas sus tropas reunidas, accionaria libremente sobre cualquier punto elegido por él. Lo esencial, pues, para la defensa paraguaya, era precisamente lo contrario: no permitir la reunión de las columnas enemigas que en amplio despliegue marcharían hacia su objetivo, y tratar de romper los dientes de cada tenaza antes de que se cerraren. Esto solo podría hacerse lejos del rio Paraguay".
LA ESTRATEGIA GENERAL NACIONAL O INTEGRAL
Es en este nivel donde se fijan los Objetivos Estratégicos Nacionales a cuya consecución aportaran su esfuerzo permanente las Fuerzas Armadas. En el Paraguay no existía una unidad de pensamiento en el poder político-militar debido a que el Presidente Eusebio Ayala aspiraba solucionar la crisis por medios pacíficos con lo cual fue acusado por la clase militar y la opinión pública de transaccionista, lo que originó un cambio en la actitud del mismo y asumió la defensa del territorio.
LA ESTRATEGIA MILITAR
Es el segundo escalón de la estrategia comprende la preparación y desarrollo de la guerra y sus campañas en el más alto nivel del campo militar para todo Teatro de Guerra, fija los Objetivos Estratégicos Militares y se concibe la estrategia para lograrlos, se valoran los riesgos y se precisan los límites de empleo de las Fuerzas Armadas. Estigarribia, en lo que él denomina la "guerra de las vías de comunicaciones", opta por una guerra de movimiento, que a este nivel presupone concentrar una masa de tropas en el sector Casado.
LA ESTRATEGIA OPERACIONAL
Constituye el tercer escalón de la estrategia y es la que normalmente se planifica y ejecuta a nivel de un Teatro de Operaciones (TO), la extensión de los frentes vuelve imposible la destrucción del enemigo por una batalla única, aquella no puede ser en tanto obtenida que por una serie de operaciones sucesivas ligadas entre ellas, por tanto gobierna la preparación y realización de una maniobra estratégica especifica o de una serie de maniobras en cumplimiento de un Plan de Campaña.
En la aplicación de la tesis de que quien lograra obtener el dominio de las comunicaciones sobre las mismas ganaría la guerra en el Chaco, el vasto territorio imponía la necesidad de relevar los grandes compartimientos estratégicos, con sus vías penetrantes y transversales.
Las penetrantes definen las líneas de operación enemigas y las transversales las bases de operaciones que constituían para el Comando del Ejército Paraguayo los objetivos estratégicos a conquistar dado que sobre las mismas se realizaban el juego de reservas.
En este escenario se debe tener naturalmente como objetivo estratégico el límite siguiente (nueva transversal) pasando el anterior a constituirme en una nueva base de operaciones, con cuya protección la retaguardia puede nutrir al ejercito de los medios necesarios para la prosecución del esfuerzo.
En el Chaco se podían distinguir cuatro vías de penetración separadas por amplios espacios con carencias materiales para la maniobra:
- Villamontes, Guachalla, Ballivian, Muñoz y Sorpresa;
- Ñaicoranza, Boyuibé, Carandayty, Algodonal, Villazón, Yrendague, Picuiba, Siracuas, Garrapatal y Camacho;
- Charagua, pasaba por Amboro-Santa fe, Huirapitindy, 27 de Noviembre, Ingavi, Madrejón, Florida-Pintos; y
- Santa Cruz de la Sierra, Roboré, Puerto Suárez
Tres vías transversales separadas también por centenares de kilómetros:
- Bajo Pilcomayo: Toledo, Fernández, Arce, Alihuatá y Saavedra.
- Medio Pilcomayo: Muñoz, Platanillos, Yayucubas, Bolívar Loa y Camacho.
- Alto Pilcomayo: Villa Montes, Ñaicoranza, Boyuibé y Parapití.
Eran los verdaderos límites o coordenadas de los compartimientos estratégicos a beneficio de los cuales se podía montar un sistema de fuerzas. Cada transversal conquistada provocaría, por tanto, la caída de un sistema de fuerzas, dentro de cada compartimiento se librará una gran Batalla.
El Conductor del Chaco apreciaba acertadamente nuestra debilidad logística para las grandes maniobras por líneas exteriores, que sin este requisito se quedan solo en el papel y fórmula una estrategia absolutamente diferente, romper por partes los "dientes de las tenazas enemigas" a través de la maniobra por líneas interiores, típica maniobra napoleónica teorizada por Jomini. El combate inter-armas constituido por la concepción central de la maniobra, es decir la combinación del empleo de todos los medios en vista a asegurar la victoria, un apropiado centro de gravedad, seleccionar el punto decisivo, unificar los éxitos locales en grandes triunfos, obtener y retener la iniciativa, concentrar la potencia de combate sin necesidad de contar con una cuantiosa cantidad de recursos.
Se decidió accionar sobre la primera transversal del bajo Pilcomayo se buscaba establecer bases para operaciones posteriores y proteger el ala sur en un obstáculo natural, el Estero Patiño, que en la primera etapa de la guerra sirvió como pivote de la mencionada ala sur. Se renunció a accionar por el eje penetrante Toledo-Corrales-Platanillos, por el escaso efectivo de nuestro Ejército y por la falta absoluta de medios de transporte. Por los mismos motivos se descartó también la dirección penetrante Nanawa-Murgia-Saavedra.
LA TÁCTICA
Es este nivel se lleva a cabo la conducción de las batallas y combates, mediante los cuales se alcanzan los Objetivos Tácticos cuya finalidad última es la de facilitar la consecución de los objetivos operacionales. En ella el rol del comandante es observar una justa concepción de planes de maniobra y órdenes. Sea en la ofensiva como en la defensiva la batalla se presenta como una serie de combates yuxtapuestos de intensidad variable simultáneos o sucesivos que el comandante provoca, alimenta y coordina. La maniobra táctica corta más fructífera fue el doble envolvimiento de los flancos y la intercepción de las líneas de comunicaciones del enemigo, conocida popularmente como "corralito", aunque éstos nunca fueron literales, sino más bien consistían en taponar un sitio de las picadas principales en la retaguardia enemiga con fuerzas de variados efectivos.
Las unidades de maniobra marchaban muchos kilómetros entre una vegetación espinosa y hostil a fin de cortar numerosas picadas y defenderlas a cualquier precio. A lo largo del pique de maniobra progresaban las tropas de la punta ubicando un puesto de triple seguridad cada 500 metros (m); un hombre cada 100 m del pique internado en el monte hacia el enemigo y la retaguardia. Patrullas con recorridas paralelas al pique, a una distancia que variaba desde 500 a 1.000 m debían vigilar día y noche a ambos lados del itinerario de marcha. Cada Comandante de Batallón tenía a su inmediata disposición una Compañía de Infantería como reserva, en previsión de cualquier eventualidad que podría presentarse en alguna parte del largo pique a asegurar. Los Batallones tan pronto estuviesen con sus tropas sobre la picada, se instalaban sobre ella con una separación de 1.000 m de espalda a espalda con la misión de defensa tenaz de sus respectivos cuarteles (extensión del terreno destinado a un Batallón para su defensa) debiendo mantener enlace entre sí por medio de patrullas en sus martillos.
En esta forma y condiciones se realizaron los "cercos" contra unidades bolivianas, principalmente en donde se tuviera la oportunidad de actuar en las maniobras, nuestras fuerzas siempre fueron inferiores en número a las tropas cercadas y, por consiguiente era imposible cubrir todo el entorno del corralito mediante combatientes enlazados entre sí, con la vista o con el fuego de sus armas, sino con patrullas entre claros existentes en los bosques difíciles de andar y enmarañados de espinas y alimañas.
LA CAMPAÑA
Es el conjunto de operaciones realizadas con medios importantes de las fuerzas Armadas en un Teatro de Operaciones (TO) o en otras áreas del teatro de Guerra (TG) mediante la coordinación y ejecución de sucesivas maniobras estratégicas que se desarrollan en forma completa hasta la consecución del objetivo estratégico que las originó.
Pueden producirse varias campañas en un mismo TO, cuando se produzcan pausas importantes entre ellas. Cada campaña constituirá una etapa importante en el cumplimiento de la misión del TO.
Al buscar estructurar las operaciones principales que configuran una campaña y que permitirán conseguir las metas estratégicas asignadas, teniendo en cuenta una serie de elementos que servirán de guía.
Estos son los elementos que nos van a servir de guía para determinar las etapas o fases de la guerra, los diversos autores llegan a dividirla entre 2 y 9 campañas tomando en cuenta solo la consecución de los objetivos estratégicos, pero se deben necesariamente tener en cuenta también el centro de gravedad, los puntos decisivos y culminantes, y el ritmo para ordenar la secuencia del conflicto.
MOVILIZACIÓN
La movilización general del año 1928 reunió en el Chaco a diferentes elementos y emitió un indicio claro de lo absurdo de las posturas defensivas y la imposibilidad de resguardar la ribera del río Paraguay. Allí estuvieron galvanizados los grupos opuestos al régimen imperante por un sentimiento común de ira por la omisión del gobierno en preparar adecuadamente las fuerzas armadas del Paraguay para la defensa nacional.
En 1932 fue de nuevo decretado el alistamiento en los meses de julio y agosto, y encontró frente al Estado Mayor al Mayor Juan Bautista Ayala. El país movilizó metódica y parcialmente su reserva instruida, el efectivo debía crecer del tiempo de paz de 4.221 plazas a 15.981 plazas para completar los efectivos de las Unidades de Infantería, Caballería, y Artillería. Estigarribia previó que Bolivia necesitaría tres meses para que sus reservas movilizadas pudiesen llegar al teatro de operaciones. El espacio de tiempo a que se refería, se cumplió en las acciones del 5 al 10 de noviembre en los cañadones de Saavedra.
CONCENTRACIÓN
Es el movimiento y reunión de una determinada fuerza operacional y su apoyo logístico dentro de una zona considerada como básica para la ejecución de futuras operaciones militares. La línea de comunicaciones es la que une la base de operaciones con las fuerzas.
A partir de la zona de concentración es frecuente que esta línea se confunda con la línea de operaciones. Su función es la de servir a los núcleos de transporte encargados de los abastecimientos y las evacuaciones.
Su propósito principal es permitir al Comandante reunir la masa de sus fuerzas con anterioridad a las operaciones de combate para facilitar el cumplimiento del plan de maniobra, previsto en el plan de campaña. Incluye además los medios necesarios para la realización de los ajustes orgánicos y la adopción de previsiones logísticas con miras a la conformación de futuros planes de operaciones.
Se realizó en el sector central o Casado, donde hacía un año se encontraba organizada la Primera División de Infantería que en el mes de agosto completó su dotación y se materializo en un mes.
COBERTURA
Materializada por una red de Destacamentos que serviría de base para el despliegue de las columnas. La finalidad de estos escalones avanzados consistía romper o rechazar los puestos avanzados de combate enemigos y una vez logrado esto se podría tomar contacto con el grueso, delineando su contorno. Se tropezó con la dificultad de carecer de un relevamiento topográfico completo de la zona.
Para la vigilancia del sector Sur se encontraba con Destacamento Caballero Álvarez como guarnición del Fortín Nanawa, que desde el comienzo de la operación sirvió de apoyo a lo que iba a ser el ala Sur del Ejército de operaciones. Estigarribia había dispuesto que realizara una progresión y demostración de fuerza sobre los fortines bolivianos, mientras movía sus tropas hacia Boquerón.
En el Norte la guarnición de Bahía Negra compuesta por la 3º División de Infantería mantenía la vigilancia general del sector.
DESPLIEGUE ESTRATÉGICO
Es la disposición que adoptan las tropas y medios componentes de un sistema de fuerzas para emprender la campaña o una etapa de esta. El despliegue responde a la decisión del Comandante para realizar la acción de guerra inicial que se haya proyectado. Consecuentemente se deriva de la actitud impuesta por los Planes de Guerra y de Campaña.
El ejército boliviano disponía de dos grandes unidades en el Norte chaqueño que tenían como bases Rabelo, para la 3º División de Ejército Boliviana (DEB) y Pto. Suarez para la 5º DEB.
En el sector central la 4º DEB cubría los sectores Camacho-Platanillos y la 7º DEB cubría los sectores Muñoz-Arce y Saavedra, el ala sur de esta División llegaba hasta el Pilcomayo, a través de los fortines, Murcia, Tinfunqué, Nueva Sorpresa y Sorpresa. Villamontes y Charagua constituían la base de dos divisiones más.
La situación del Ejército Paraguayo (EP) en el sector central era el punto de concentración escalonado desde Casanillo hasta Isla Po'i. La columna principal para el ataque al fortín Boquerón se orientó sobre el camino Isla Po'i-Pozo Valencia-Boquerón y la columna secundaria sobre Isla Po'i-La Recta-Boquerón.
CAPÍTULO V
EL FINAL DE LA GUERRA
Ambos contendores quemaron en la hoguera de la guerra a su mejor juventud, llegaban a junio de 1935 al casi agotamiento de sus finanzas. La victoria total para ambos beligerantes se había esfumado. Psicológicamente la hora de terminar con la hoguera había llegado para ambos gobiernos. Esta solución debía ser honorable para ambos, pues toda paz que no resuelva los problemas políticos, sociales y económicos de los países beligerantes, conlleva en sí mismo el germen de otra guerra.
LOS ANTECEDENTES DEL PROTOCOLO DEL 12 DE JUNIO
El 11 de mayo de 1935 se instala en Buenos Aires el Grupo Mediador que buscaba poner fin a las hostilidades (protocolo de paz), como primer objetivo, y como segundo la solución del problema territorial (tratado de paz).
Con motivo del 125° aniversario de la revolución del 25 de mayo de 1810, en la Argentina se reunieron en Buenos Aires varias delegaciones de países amigos, entre las que descollaron por su relevancia e importancia la del Presidente de la República Federativa del Brasil, Dr. Getulio Vargas, acompañado de su canciller Dr. José Carlos Macedo Soares, y la delegación del Paraguay, constituida por el canciller Dr. Luis A. Riart, Dr. Vicente Rivarola, Cnel. Juan Manuel Garay y en calidad de secretario el Dr. Efraím Cardozo y la de Bolivia Dr. Tomás Manuel Elio, al frente de numerosa delegación. El Dr. Saavedra Lamas halló la circunstancia oportuna y con anuencia de los Presidentes Gral. Agustín P. Justo y Getulio Vargas, puso en marcha al Grupo Mediador, e hizo que se entrevistaran, por separado, a los cancilleres del Paraguay como al de Bolivia, hospedados en los Hoteles Alvear Palace y Plaza, respectivamente. El trabajo del Grupo fue arduo en la búsqueda de puntos de vista susceptibles de transacción para dar término a la guerra.
El Grupo Mediador, teniendo en cuenta la susceptibilidad de ambos cancilleres, hizo que los mediadores actuaran con suma cautela. Entrevistado el Dr. Elio, dijo que Bolivia estaba dispuesta a una paz honorable o a la continuación de la guerra, el del Paraguay dilataba su decisión con estudiada complacencia.
Los días pasaban y no se llegaba al punto de concordancia entre las partes, hasta el 8 de junio no se tenía otra esperanza que los sueños alentados por el Grupo Mediador.
En el Chaco se seguía combatiendo. La maniobra sobre Ingavi dificultaba la tarea del Grupo Mediador. El general José Félix Estigarribia deseaba que ella diese, previamente, los resultados previstos que le dejarían expedito el camino a Ravelo.
Para llegar a un acuerdo parcial entre ambas partes en conflicto, varias fueron las formulas puestas en el tapete:
• Referente a las seguridades para el estudio del diferendo;
• El compromiso que asumían los mediadores en caso de fracasar las negociaciones directas y que la conferencia de paz a crearse no clausuraría sus funciones, sino después de que el compromiso arbitral fuese definitivamente concertado.
Los acuerdos precedentes disiparon los temores y trajeron claridad a la meta perseguida.
En la noche del 8 de junio, fueron citados en la Cancillería argentina. Esta se hallaba instalada en la planta baja de la Casa Rosada. Presentes los cancilleres, se realizó una sesión realmente histórica, se intercambiaron puntos de vista con uno y otro canciller, por separado, hasta hallar puntos de coincidencias.
El Dr. Elio, antes de dar su conformidad a la redacción ya revisada del protocolo, solicitó garantías de que el arbitraje no quedará frustrado en caso de no lograr éxito las negociaciones directas. Las garantías les fueron dadas espontáneamente por los representantes del Grupo Mediador. En cambio, el Dr. Riart, acompañado por el Dr. Rivarola, no oponía importantes reparos al texto del protocolo, pero formulaba diversas observaciones, disimulando el propósito de dilatar la redacción final e insinuaba aplazar la aceptación del documento (la razón era la maniobra que sobre Ingavi se iba realizando). La evasiva ponía en peligro la suerte de la paz casi lograda, por una razón entonces ignorada por el Grupo Mediador. El Presidente Justo decidió llamar por teléfono al Presidente Ayala, en las primeras horas de la madrugada del 9 de junio, y le pidió para que diera instrucciones al Dr. Riart para que este firmara el documento del protocolo de paz. El presidente Ayala pidió para que el Dr. Riart se aproximara al aparato telefónico.
Largos fueron los minutos de la conversación. Impaciente el Dr. Saavedra Lamas, procuro captar el diálogo haciendo uso de un aparato intercomunicador. Al cabo de un rato, regreso desilusionado, pues el presidente Ayala y el Dr. Riart hablaban en guaraní. Luego de la conversación mantenida por teléfono, el Dr. Riart comunicó la decisión de rubricar el protocolo de paz. Los esfuerzos así culminaron con éxito. Y este se debió a la sagacidad política de un hombre: Eusebio Ayala.
El epílogo de esa noche fue trascendente. Debían por primera vez encontrarse frente a frente ambos cancilleres al tomar asiento en la mesa de conferencia. Cómo hacerlo para evitar el menor roce que podría hacer naufragar los buenos propósitos. Para evitar suspicacias y resentimientos, se convino que el Grupo Mediador se pondría de pie y que los cancilleres entrarían simultáneamente por puertas diferentes y opuestas para sentarse, también, en los extremos opuestos de la mesa. De esta manera, no se verían obligados a saludarse ni estrecharse las manos, con ello se evitaría cualquier nota discordante, y así se hizo.
Dos días después (el 11), ambos gobiernos expresaron su definitiva aceptación del protocolo, circunstancia esta que permitió su firma solemne, el 12 de junio. Acto seguido, ambos cancilleres salieron al balcón de la Casa Rosada a pedido del público agrupado en la Plaza de Mayo. Los cancilleres Riart y Elio, dejando de lado sus resentimientos, se confundieron en un estrecho y fraternal abrazo. Se establecía, en el protocolo de paz, la desmovilización de ambos ejércitos a 5.000 hombres en un plazo de 90 días, no se adquirirían armas y el compromiso de no agresión.
LA APROBACIÓN DEL PROTOCOLO
El presidente Eusebio Ayala comunicó al Gral. Estigarribia que este día se iba a firmar la paz y que el cese del fuego sería 48 horas después de la firma, una Comisión Militar Neutral se haría presente en el campo de batalla y que el protocolo debía ser aprobado en el plazo de 10 días por los parlamentos de ambos países.
El Protocolo de Paz del 12 de junio de 1935 y su Adicional fueron firmados por los Ministros de Relaciones Exteriores del Paraguay, Dr. Luis A. Riart, y por Bolivia, el Dr. Tomás Manuel Elio, y por los miembros del Grupo Mediador presidido por el Dr. Carlos Saavedra Lamas y constituido por Brasil, Chile, EE.UU., Perú y Uruguay.
En el frente de operaciones la Comisión Militar Neutral iniciaba sus actividades. El 14 de junio, para el cese del fuego, al mediodía; la fijación de la línea alcanzada por los ejércitos de los ex beligerantes y el establecimiento de la línea intermedia o línea de Hitos, la guerra seguía en la fase de tregua (12 días a partir del 21 de junio), y penetraba en la fase de Armisticio (90 días). En esta fase se determinarían los puntos de concentración, se efectuaría este y se fiscalizaría el efectivo y el armamento que debía quedar en poder de ambos ejércitos en el Chaco.
El 2 de julio se inicia la desmovilización de ambos ejércitos. El protocolo de paz fue ratificado por el Congreso Nacional el 19 de junio y el Congreso de Bolivia lo hizo el 21 de junio.
El 18 de julio se realiza la primera entrevista entre los generales Peñaranda y Estigarribia en Puesto Merino. La segunda entrevista se produce el 23 de julio en Capiirenda y el 31 de julio ocurre la tercera entrevista en Villamontes.
El 22 de agosto se realiza en Asunción el desfile de la victoria con la participación de 7.000 hombres en representación de todas las unidades.
EL TRATADO DE PAZ
El protocolo del 12 de junio y su confirmación del 21 de enero, no establecen plazo alguno para la negociación de los acuerdos, pero es también cierto que por esos tratados nos comprometíamos a considerar la solución de los diferendos del Chaco, ya sea por acuerdo directo o por arbitraje de derecho. Era el momento de acabar con el conflicto con Bolivia.
Difíciles fueron las discusiones sobre el particular, ya que inicialmente los delegados neutrales poco dispuestos estaban a admitir la línea de hitos de separación de los ejércitos al finalizar la guerra como punto de partida e inicio de discusiones. El problema era que estos hitos rompían en tres pedazos un camino que le es indispensable a Bolivia para unir el Altiplano con Santa Cruz, en otra parte detiene la ocupación del
Paraguay a escasa distancia del río Parapití, dejando a sus espaldas una extensa región absolutamente desprovista de agua. A Bolivia le interesa recuperar el dominio total de ese camino. Al Paraguay le interesa llegar al río Parapití. Pero ambas necesidades no son enteramente compensables.
El criterio de no aceptar compensación pecuniaria por cesiones territoriales, seguiría primando en el ánimo de nuestros delegados, a tenor de los antecedentes negativos que dicha práctica había demostrado en los arreglos de límite. En cuanto a los avances logrados en la Conferencia, la actitud de Saavedra Lamas -por entonces ya laureado con el Premio Nobel de la Paz en atención a sus gestiones para la firma del armisticio del 12 de junio de 1935- era de un lento desentendimiento de la cuestión de las discusiones. Dos eran las razones: el término del mandato presidencial argentino, en febrero de 1938, del presidente General Agustín P. Justo, quien habría de ser reemplazado por Roberto M. Ortiz y con ello el Dr. Saavedra Lamas podría dejar la Cancillería, pese a sus esfuerzos en contrario, como ocurrió finalmente, quedando en su lugar el Dr. José María Cantilo.
La asunción de las responsabilidades en cuanto a continuar con las tratativas de paz a cargo de los delegados del Brasil y Estados Unidos estaba confirmada por un telegrama remitido por la Delegación Paraguaya al Ministerio de Relaciones Exteriores de Asunción. El cable, que lleva fecha 21 de enero de 1938, conduce a una serie de puntualizaciones.
Organizada consecuentemente una Conferencia Panamericana de Consolidación de la Paz en Buenos Aires, el mismo 1936, con presencia del Presidente Roosevelt -y en la cual Mr. Spruille Braden asistió en representación de Cordell Hull, Secretario de Estado Norteamericano- se puso énfasis en ella de llegar a un arreglo definitivo entre el Paraguay y Bolivia, considerando el creciente malestar político en Europa que, dos años después, cuando las discusiones en Buenos Aires de comienzos de 1938 se había agravado radicalmente. Una América pacificada como condición esencial para afrontar los problemas derivados de las intenciones revanchistas y reivindicadoras de Alemania, era la meta de los Estados Unidos.
Hacia mediados de marzo de 1938, la Conferencia realizaba sesiones informales, sin que se llevaran actas de las mismas. En ellas eran discutidas las nuevas proposiciones, usualmente rechazadas por el Paraguay. La presión de los neutrales se hacía sentir y las contraproposiciones paraguayas presentadas por la Delegación encabezada por el Dr. Zubizarreta, no encontraban acogida. La idea de Zubizarreta, que adelanta la posibilidad de retroceder en el Oeste, estaba bien definida en cuanto a sus alcances de retroceso y compensación en otros puntos. Cuando en una de las conversaciones el equipo de neutrales requirió una definición, el Paraguay solicitó como fronteras "una línea de D'Orbigny (en el río Pilcomayo) a Palo Marcado, Huirapítindy, el río Parapití y un punto en la frontera brasileña cerca de San Juan. El comité declaró que tal demanda era absolutamente inaceptable y que ni siquiera sería puesta en conocimiento de los bolivianos". En réplica, los neutrales propusieron otra línea, rechazada por el Paraguay. La decisión boliviana de requerir un puerto sobre el río Paraguay, así como nuestro alejamiento del Parapití -río al cual ya no llegaba la línea de hitos- eran los parámetros principales defendidos por el presidente de la delegación de Bolivia, Dr. Alvéstegui.
La Conferencia de Paz decidió, finalmente, en su sesión del 16 de mayo de 1938, cursar invitación a los cancilleres de Paraguay y Bolivia para trasladarse a Buenos Aires, encargándose de tales comunicaciones la Cancillería argentina. El 21 de mayo, luego de la aceptación de nuestro país, se redactan las instrucciones especiales otorgadas por el Poder Ejecutivo al canciller Dr. Cecilio Báez, en las cuales se ratifica la confianza del Gobierno en las gestiones del Dr. Zubizarreta.
En su sesión del 27 de mayo, en sobres cerrados, los cancilleres del Paraguay y Bolivia, reciben una nueva proposición de la Conferencia, que es aceptada sin más trámites por Bolivia y rechazada categóricamente por el Paraguay. El proyecto contemplaba un trazado de fronteras del Pilcomayo (Esmeralda) hasta un lugar ubicado a 7.500 metros al norte de la Bahía Negra, es decir, implicaba un retroceso en todos los puntos de la línea de hitos, y no contemplaba, para nada, la decisión paraguaya de la intangibilidad de su río epónimo.
La Conferencia de Paz, por otra parte, nada serio hacia por salvaguardar los intereses del Paraguay. Ella estaba dispuesta a poner término al conflicto a cualquier precio. La presencia de Cardozo en esta, así como la opinión del Dr. Arbo, hace que nuevas instrucciones ampliatorias sean otorgadas por el Poder Ejecutivo al Dr. Cecilio Báez en Buenos Aires, con fecha 17 de junio. Mediaron para ellas, además, varias comunicaciones telefónicas entabladas entre el canciller Báez y el Presidente de la República. Por ellas se confirmaban las instrucciones anteriores y se autorizaba a Báez a presentar la siguiente contrapropuesta:
"La frontera del Paraguay con Bolivia quedará establecida por las siguientes líneas:
a) En el Oeste por una línea que partiendo del río Pilcomayo del punto conocido por Cururendá (D'Orbigny) siga hacia el Norte por Capitán Oscar Carreras Saguier (Capiirenda), pase por Carandayty (debiendo quedar en territorio paraguayo ambas poblaciones), y llegue en línea recta a Los Maricos, sobre el río Parapití.
b) En el Noroeste y Norte: por una línea que partiendo de Los Maricos llegue en línea recta a Ravelo. De este punto, siempre en línea recta, hasta el río Otuquis a la altura del Fortín San Juan, siguiendo luego el río Negro hasta su confluencia con el río Paraguay."
Por las mismas instrucciones, la Delegación Paraguaya aceptaría examinar "cualquier otra fórmula de arreglo que sea compatible con la dignidad nacional y razones vitales de seguridad".
El 23 de junio de 1938, el Paraguay hace entrega de dicha contrapropuesta a la Cancillería argentina, y al día siguiente a la Conferencia de Paz.
"La Conferencia, escribe Cardozo, juzgó que esta propuesta se apartaba fundamentalmente de su fórmula y se negó a considerarla. El Canciller boliviano, por su parte, enterado de los términos de la propuesta paraguaya, comunicó que quedaba sin efecto su aceptación de la proposición del 27 de mayo."
La Conferencia entraba en un peligroso "impasse", temido porque sus consecuencias eran imprevisibles. En la madrugada del 26 de junio el canciller Báez es requerido por el Presidente de la Conferencia de Paz sobre si el Paraguay aceptaría la línea propuesta el 27 de mayo si Bolivia renunciare a su pretensión de un puerto sobre el Paraguay. Esta requisitoria es transmitida al Gobierno paraguayo al mediodía del mismo día. La respuesta es negativa.
La Delegación boliviana, enterada extraoficialmente de la contrapropuesta paraguaya del 23 de junio, preparó un documento que sería entregado a la prensa, dando fin a las negociaciones y responsabilizando de ello al Paraguay.
La situación se tornaba compleja y las amenazas bolivianas de cancelar las reuniones y dar a conocer el memorándum de rechazo de lo actuado, conspiraban también en contrario. El Paraguay -o cuando menos el presidente de la delegación- no se apeaba de su postura.
En la noche del 28 de junio, el canciller argentino fue informado por el Ministro Plenipotenciario de su país en La Paz, que la delegación boliviana había sido instruida en el sentido de no insistir más en el litoral sobre el río Paraguay, a condición de que los demás puntos de la propuesta de los neutrales del 27 de mayo sean respetados. Por vez primera en el secular pleito, Bolivia renunciaba a su aspiración portuaria sobre el Paraguay y allanaba el camino hacia la paz. ¿Qué razones habían impulsado al Gobierno boliviano a tomar tan sorpresiva resolución? En primer término, un deseo de paz: Bolivia no estaba en condiciones, ni anímicas ni militares, de proseguir la guerra y, en segundo lugar, la intervención del Brasil que había ofrecido, al Gobierno boliviano, un puerto propio y soberano en las inmediaciones de Corumbá, a cambio de una compensación territorial de igual extensión. Con ello, el problema del puerto para Bolivia quedaba allanado y las posibilidades de negociar con mayor éxito -como a la postre ocurrió- las demás líneas, en especial la del Oeste, mejoraron sustancialmente para ese país. En cuanto al puerto propio en las cercanías de Corumbá, el mismo nunca le fue otorgado, pese a los esfuerzos realizados desde La Paz para tal fin. Bajo el gobierno de Gualberto Villarroel, su canciller el Dr. Gustavo Chacón, personalidad de elevados quilates morales, realizó los últimos e infructuosos esfuerzos conducentes a ello, sin haberse accedido a un arreglo.
Para nuestro país, en aquel entonces, la cesión de un puerto a Bolivia era objetada por razones de seguridad, ya que a él concurriría mañana la creación de una flota sobre el río epónimo. Al paso de los años, resultó que más le hubiera convenido al Paraguay conceder a Bolivia dicho puerto y obtener en cambio mejores líneas en el Oeste, donde a la postre el Paraguay abandonó territorios conquistados a un alto precio. Por entonces, sin embargo, el "camino que anda" era con el ferrocarril los principales medios de transporte y los determinantes geográficos del progreso.
El 29 de junio de 1938 Spruille Braden y otros miembros de los neutrales son informados de la determinación boliviana de renunciar a una salida al río Paraguay. Era un paso positivo en la búsqueda de la paz, siempre que Bolivia no mantuviera su intransigencia en la proposición presentada en mala hora por los neutrales el 27 de mayo, y que tanto daño había hecho a la causa del Paraguay.
A partir de la presentación del memorándum del 29 de junio, se inicia la polémica en torno de las gestiones de paz, que habría luego de involucrar al general Estigarribia, que retornaba de Washington haciendo sucesivas escalas antes de arribar a Buenos Aires. "Zubizarreta, señala también Cardozo, considerando que la fórmula había sido tramitada sin su intervención y contra su parecer, manifestó su formal oposición, pero aseguró que de su parte nada haría que pudiera constituir un obstáculo para el éxito del plan, en el caso de que este fuera aprobado por el Gobierno".
Con respecto a las mismas negociaciones del 29 de junio, el Dr. Benjamín Vargas Peña relata:
"El Dr. Cardozo me refirió que, en conversación informal, ante requerimientos de Mr. Braden, como para desentenderse de la presión de este, sugirió una propuesta que partiendo aproximadamente de Ybybobo en línea recta fuese hasta Cerro Ustárez y de allí a Fortín Galpón. Horas después el Sr. Braden lo llamó para decirle que aceptaba su proposición, que de inmediato la discutió con el Dr. Zubizarreta y conjuntamente, en líneas generales, la presentaron confidencialmente al Sr. Braden. Pocos días después, este lo llamó para decirle que en principio el acuerdo estaba aceptado por los bolivianos con algunas modificaciones. Con esas pequeñas modificaciones, que no variaron mucho la inicial proposición, sobrevino el desentendimiento entre el Dr. Zubizarreta y su co-delegado."
El Dr. Gerónimo Zubizarreta rechazó su coparticipación en la negociación tramitada por el Dr. Cardozo, como lo da a entender en su renuncia cablegráfica del 6 de julio de 1938. La renuncia de Zubizarreta, a la vez que la que presentara como Presidente del Partido Liberal, causó revuelo en Asunción y fueron coincidentes, en punto a la cuestión de las discusiones de Buenos Aires, con los términos de una nota del Dr. Higinio Arbo, que también renunciaría a su cargo de delegado, por parecidas razones.
En la tarde del 2 de julio arribó a Buenos Aires el general Estigarribia, y la misma tarde de su llegada, este se reunió con la delegación paraguaya, interiorizándose de la situación y abordando el problema planteado en ocasión de las disidencias con Zubizarreta. Al día siguiente era visitado por los delegados de Chile y Brasil, doctores Bianchi y Rodríguez Alves, suponiéndose que para requerirle su apoyo a las negociaciones en curso.
Al mediodía del lunes 4 de julio, Estigarribia visitó al canciller Cantilo, oportunidad en que este solicitó de aquel su colaboración para arribar a una solución en el litigio del Chaco. Estigarribia anunció que postergaba su viaje a Asunción en consideración al requerimiento de la Cancillería argentina.
Era evidente que Estigarribia, tras de haberse interiorizado en el problema de las negociaciones, si bien sin intervenir en ellas, daba su aval de indudable valor moral, aceptando los términos del acuerdo del 29 de junio. Efraím Cardozo menciona una carta del Dr. Báez al Presidente Paiva con fecha 4 de julio de 1938, en la que aquel pedía autorización para iniciar discusiones en base al plan del 29 de junio, informando, además, Báez, de la posición de Zubizarreta y Estigarribia.
El rol de Estigarribia, en tanto, crecía en atención de las dificultades surgidas, hasta que el día seis de julio se llegó a un acuerdo y se redactó un primer anteproyecto. El Gobierno paraguayo había dado su consentimiento a la fórmula de decisión arbitral equitativa y de buena voluntad, al igual que Bolivia que, con su renuncia al litoral, limpiaba el camino para un acuerdo final. Su Presidente estaba decidido a hacer la paz, y su autoridad militar y moral apoyaban la iniciativa.
A las 2 horas y 25 minutos de la madrugada del 9 de julio de 1938, se suscribía en Buenos Aires el convenio de paz y la Conferencia daba a conocer un escueto comunicado, redactado en estos términos:
"La Conferencia de Paz del Chaco ha presentado a las partes una proposición directa y de arbitraje que los Ministros de Relaciones Exteriores de Paraguay y Bolivia han aceptado, y rubricaron con el compromiso 'de someter de inmediato a sus respectivos gobiernos y de pedir su aprobación a la brevedad posible para proceder a la firma solemne del Tratado de Paz y Amistad y Límites que ponga término al litigio"'.
El 21 de julio de 1938 se firmaba en Buenos Aires el definitivo Tratado de Paz, Amistad y Límites entre las Repúblicas de Paraguay y Bolivia. El texto del tratado suscripto recién tras su firma se dio a conocer íntegramente al pueblo, a fin de procederse al plebiscito, cuya fecha de convocatoria fue fijada para el 10 de agosto de 1938, quedando finalmente la línea demarcatoria de límites de la siguiente manera:
En el norte, la línea partía de la desembocadura del río Negro en el río Paraguay, siguiendo al primero hasta la intersección con el paralelo 19° 49' 40" de latitud Sur, de allí al cerrito Jara, pasando por el cerro Chovoreca, por la intersección del meridiano del fortín Paredes con el paralelo de fortín Robledo, por Palmar de las Islas, por el cerro Capitán Ustárez, hasta el fortín Gabino Mendoza.
En la zona oeste, la línea partía de Gabino Mendoza hasta Villazón, a 15 km al oeste de Yrendagué, pasaba a 10 km al oeste de Estrella, para terminar en el río Pilcomayo, a la altura de un lugar llamado Esmeralda, quedando bajo jurisdicción paraguaya los fortines Patria y Galpón, así como Yrendagué, cumpliéndose finalmente las funciones de la Conferencia de Paz, dando por finiquitado el pleito del Chaco, quedando gran parte del territorio ganado en la contienda, en poder de los bolivianos.
CONCLUSIÓN
El Chaco en tiempos prehistóricos fue un lugar de caza y de recolección de alimentos para los pueblos aborígenes lugareños y del imperio incaico, fue también destino de legendarias migraciones de los guaraníes en busca de la "tierra sin mal". Se implantaron en él, como los chiriguanos que armaron baluartes soberanos para resistir exitosamente a los dos grandes centros de poder español en América, nos referimos a Lima y Asunción.
El territorio también fue testigo de persistentes travesías conquistadoras y del fracasado final del proyecto de Irala por estructurar la base de un ambicioso "hinterland hispano-colonial", que articulara las regiones metalíferas y atlánticas con Asunción como centro y capital del imperio rioplatense.
A consecuencia de este fracaso, el Chaco se convirtió en una frontera olvidada asilo de naciones indómitas que se resistían a la presencia y dominación de los españoles, se dejaron de transitar los antiguos derroteros con excepción de algunos audaces misioneros jesuitas que buscaban poner en comunicación directa sus reducciones mesopotámicas con las chaqueñas.
La jurisdicción paraguaya sobre el Chaco antes que beneficios, le imponía la obligación de defenderla de la expansión portuguesa, de las incursiones depredadoras de los indígenas indóciles, de asegurar la navegación fluvial y las comunicaciones con el Alto Perú. Es la tarea que cumplieron, dentro de sus posibilidades, los gobiernos coloniales e independientes de la primera República.
En la posguerra contra la Triple Alianza se trató de definir los límites políticos del recóndito territorio contiguo de Paraguay y Bolivia, por la vía diplomática, a través de sendos tratados que nunca llegaron a ratificarse, porque una clara demarcación no constituía, en ese tiempo, un interés prioritario para ambos gobiernos. En Bolivia, recién a principios del siglo pasado, a consecuencia de la pérdida definitiva de su litoral marítimo, afloró su voluntad premeditada y sistemática de apoderarse del Chaco. Esta voluntad se materializa en planes de penetración y ocupación del territorio, en la cuantía de recursos propios y provenientes del extranjero asignados a este fin y en la fundación de un gran manojo de establecimientos militares.
Paraguay trató de contrarrestar el avance del altiplano por la vía diplomática, negociando sobre la base del principio del statu quo en las instancias internacionales y domésticamente plantando fortines delante de las vías de penetración del altiplano hacia Bahía Negra, en el Pilcomayo y en el desamparado sector central para impedir que se uniera y consolidara el arco de fortines bolivianos del Norte y Sur.
La proximidad de los fortines y la carrera por ocupar los lugares "sin dueño" desembocó en incidentes y enfrentamientos que tuvieron amplia repercusión en la opinión pública y también en los antagonismos políticos internos de ambos estados. Esto condujo a generar un clima de desconfianza y crispación entre ambas repúblicas y a transitar la peligrosa senda de privilegiar las opciones militares frente al entendimiento para liquidar el conflicto.
El control de la laguna Pitiantuta constituyó el eslabón que le faltaba a Bolivia para unir la cadena de fortines que se extendía desde el Fortín Sorpresa sobre el Pilcomayo, al Fortín Vanguardia, sobre el Otuquis. Era la pieza esencial de una finalidad estratégica del estado boliviano que iba a producir la deflagración de la guerra por tanto no fue un incidente aislado como se lo ha querido presentar.
La Guerra del Chaco se desarrolló, en su mayor parte, en un escenario con raquíticas vías fluviales, carente de vías de comunicación y era extremadamente inhóspito para la vida humana, allí los combatientes tuvieron que sufrir la sed y enfermedades, y necesitaron recurrir a toda su capacidad e ingenio para superar las penurias y toda su fortaleza física y moral para sobrevivir.
La primera ofensiva paraguaya se desarrolló sobre la primera transversal del bajo Pilcomayo, buscaba establecer bases seguras para operaciones posteriores y proteger el ala sur en un obstáculo natural. El Estero Patiño sirvió como pivote de la mencionada ala sur, su resultado fue la eliminación del primer ejército boliviano, pero a la vez el momento en que fuimos superados por la potente movilización del adversario.
La decisión de virar hacia la defensa estratégica es consecuencia de que a Estigarribia la iniciativa se le escapó de las manos por esta aplastante superioridad de medios materiales y humanos de nuestro adversario, no queda entonces otra alternativa que hacerle padecer el desgaste, y esperar el momento oportuno para pasar a la contraofensiva. Esta oportunidad se presenta a finales de 1933 cuando el ejército boliviano terminó de desangrarse frente a las fortificaciones defensivas paraguayas y culminó con el golpe de gracia asestado en Zenteno-Gondra, conocido también como Campo Vía, y el aniquilamiento del segundo ejército boliviano.
El conductor del Chaco retoma entonces la iniciativa, pero la capacidad ofensiva del ejército paraguayo se malgasta en Strongest y en ataques frontales a Ballivian, el centro de gravedad del dispositivo boliviano, hay una etapa de desorientación en el mando paraguayo de cómo atacarlo. Se termina por intentar el abordaje por la vía indirecta que comienza auspiciosamente en el raid del II CE del Cnel. Franco y culmina con la portentosa victoria de El Carmen que destruye al tercer ejército boliviano.
En la última etapa de la guerra el Ejército paraguayo es lanzado hacia las estribaciones andinas sus líneas de abastecimiento se proyectan hasta el límite de su capacidad lo que llevará inexorablemente al dislocamiento estratégico que lo pone al borde del abismo. Para peor tiene que hacer frente una poderosa contraofensiva boliviana, de la que se libra rompiendo cercos y efectuando combates de encuentro.
La guerra culminó con un luctuoso saldo de sangre para ambos bandos, pero el Paraguay, salió victorioso de la disputa armada por el Chaco, el 12 de junio de mil novecientos treinta y cinco, cesó el fuego en el teatro de operaciones, con grandes manifestaciones de júbilo popular.
Esta fue la guerra la más importante en el continente sudamericano durante el siglo XX. Bolivia movilizó, en los tres años de duración, 250.000 soldados y Paraguay 150.000, que se enfrentaron en combates en los que hubo gran cantidad de muertos y desaparecidos (70.000 bolivianos y 30.000 paraguayos) y un gran número de heridos y mutilados.
Los distintos tipos de enfermedades, tanto físicas como psicológicas, la característica hostil del teatro de operaciones y la falta de agua y buena alimentación afectaron la salud de los sobrevivientes, a muchos de por vida.
Pero la guerra técnicamente continuó hasta que los derechos del territorio en disputa se dilucidaron con la firma del tratado de paz de 1938, que nadie festeja ni recuerda. Paraguay retuvo las 3/4 partes del Chaco Boreal, Bolivia recibió una zona a orillas del río Paraguay, donde se encuentra hoy día Puerto Busch.
No existe la predestinación, solo con coraje y sacrificio colectivo se logra influir en el destino, el Paraguay tuvo que volver a valerse por sí mismo, la voluntad general se unificó alrededor de una causa aglutinadora, la defensa nacional, para salir con vida del atolladero la guerra que resultó al final un importante aliciente para la recuperación del orgullo nacional por los suelos después de la guerra contra la Triple Alianza. Pero también los hechos expuestos y analizados demuestran que el nacionalismo paraguayo es defensivo nunca hemos querido atacar a nadie solo nos defendimos de una nueva a agresión.
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ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO
LA GRAN GUERRA DEL SIGLO XX
La Guerra del Chaco fue la más importante en el continente sudamericano durante el siglo XX. Bolivia movilizó, en los tres años de duración, 250.000 soldados, y Paraguay, 150.000, que se enfrentaron en combates en los que hubo gran cantidad de muertos y desaparecidos (70.000 bolivianos y 30.000 paraguayos) y un gran número de heridos y mutilados.
Camión aguatero, máquina fundamental en la guerra contra Bolivia,
que se libró entre 1932 y 1935./ abc color
Hoy aparece, con la edición del día, el libro del historiador Hugo Mendoza sobre ese conflicto bélico que enfrentó a paraguayos y bolivianos desde 1932 a 1935. A más de los muertos y heridos, los distintos tipos de enfermedades, tanto físicas como psicológicas, la característica hostil del terreno y la falta de agua y buena alimentación afectaron la salud de los sobrevivientes, a muchos, de por vida.
La guerra pudo haber acabado con la victoria paraguaya en Campo Vía, en diciembre de 1933. El ejército boliviano quedó prácticamente destrozado, pero ocurrió el armisticio y la contienda continuó luego.
Según el autor del libro, la victoria de Campo Vía no se aprovechó plenamente desde un punto de vista táctico, por la falta de camiones para perseguir al enemigo derrotado, pero ese problema nunca se pudo resolver durante la contienda, “porque nadie fue capaz de vislumbrar, durante el periodo de preparación, la importancia de los medios mecanizados en este tipo de conflicto”.
Agrega Mendoza que la tregua fue una cuestión coyuntural, producto de la presión que ejerció la Liga de Naciones y la infundada esperanza del gobierno paraguayo por alcanzar la paz.
En la etapa final de la guerra, las tropas paraguayas habían rebasado el río Parapití, pero no se pudo mantener dicha posición. Al respecto, Mendoza manifiesta que se había sobreextendido la línea paraguaya de abastecimiento y era imposible mantener al ejército a tan larga distancia de las bases de operaciones. Faltaban, de nuevo, los camiones; en cambio a Bolivia se le acortaron sus líneas de comunicaciones, lo que le facilitó la contraofensiva que casi llevó al colapso de nuestras fuerzas.
Respecto a las consecuencias de la Guerra del Chaco, Mendoza acota que el Estado paraguayo terminó por definir definitivamente sus fronteras nacionales, se recuperaron las dos terceras partes de las tierras en disputa, pero el enfrentamiento bélico tuvo un alto costo en vidas humanas, y además desembocó en el endeudamiento del país y desencadenó una insuficiencia crítica de recursos económicos, lo que condujo luego al Paraguay a un largo periodo de inestabilidad política.
ANTECEDENTES DEL PARAGUAY SOBRE EL CHACO
Durante la era colonial, el dominio de la navegación del río Paraguay aseguró a los habitantes de Asunción la posesión de los territorios adyacentes, circunstancia que dio al Paraguay, al declarar su independencia del poder español, derechos de soberanía sobre el territorio del Chaco Boreal.
La jurisdicción del ejido asunceno sobre el territorio ubicado al oeste del río Paraguay nunca fue controvertida en el período colonial, porque antes que beneficios, esta jurisdicción le imponía la obligación de defenderla de las incursiones guerreras de los indígenas chaqueños, de asegurar la navegación fluvial, las comunicaciones con el Alto Perú y detener el avance de la expansión portuguesa, orientada a cautivar esclavos indígenas y adueñarse de las minas de metales preciosos del Perú.
La ocupación del Chaco oriental se inició con la reducción de Melodía, en 1737, frente a Asunción, para pacificar a los indígenas, y Timbó en 1767, costa abajo, en la actual provincia de Formosa.
El 12 de octubre de 1811, Paraguay firmaría con Argentina el primer instrumento jurídico desde su emancipación que reconocía la soberanía paraguaya sobre ambas márgenes del río Paraguay, desde su nacimiento hasta su desembocadura en el río Paraná.
El autor del libro, Hugo Mendoza, egresó en 1979 de la Academia Militar “Mcal. Francisco Solano López” como subteniente de Infantería, con premio al mejor egresado en Táctica General.
Realizó el curso de Estado Mayor Conjunto en la Escuela Superior de Guerra de París (Francia), el de gerente junior en Administración de Recursos Humanos (CAESUNA), Congreso Internacional de Historia Militar y Museos de Armas (Madrid, España). Es licenciado en Historia por la UNA, licenciado en Ciencias Militares por la Academia Militar “Mcal Francisco Solano López”; tiene aprobadas todas las materias de las carreras de Sociología y Ciencias políticas de la Universidad Católica; de posgrado: de Formación Docente Universitaria; Reforma del Estado; Política y Estrategia Nacional, Doctorando en Historia y Magíster en Planificación y Conducción Estratégica Nacional. Es académico de número de la Academia de Historia Militar del Paraguay y miembro de la Comisión Directiva del Colegio de Egresados de Historia de la República del Paraguay.
Fuente: Artículo publicado en el diario ABC COLOR
Publicado en fecha: 10 de Marzo de 2013
Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY
EL CHACO: CONFLICTO TERRITORIAL QUE DERIVÓ EN UNA GUERRA
“La guerra del Chaco” es el título del libro de Hugo Mendoza que aparecerá mañana con el ejemplar de nuestro diario, en el marco de la Colección Guerras y violencia política en el Paraguay, de ABC Color y El Lector. El historiador analiza el contenido de su obra en esta entrevista.
Hugo Mendoza, el historiador compatriota autor del nuevo libro sobre la guerra del Chaco
que aparecerá mañana con el ejemplar de nuestro diario./ ABC Color
–¿Cuándo se inició el conflicto por el territorio chaqueño?
Comenzó como diferendo territorial, pero arrancó como conflicto con la pérdida de Bolivia de su litoral oceánico a comienzos del siglo XX, y se convirtió en conflicto armado con el ataque boliviano a Pitiantuta.
–¿Cuál fue la actitud del Gobierno paraguayo ante las demandas bolivianas?
Los gobiernos liberales apostaron por una solución diplomática al conflicto, pero las demandas bolivianas sobre el Chaco eran inaceptables, así que la solución se fue dilatando hasta desembocar en el conflicto armado.
–¿Cuando en la década del 20 el Gobierno decide hacer una gran inversión en armas es porque ya se consideraba inevitable la guerra?
Los vientos de guerra se empezaron a vislumbrar ya en el gobierno de Emilio Aceval (1898–1902). Luego, en 1906 se hizo una importante compra de armas que se dilapidaron en las contiendas civiles. En la década del 20, Eligio Ayala decidió invertir los superávits presupuestarios en adquirir armas de acuerdo con el plan del general Manlio Schenoni. Estas adquisiciones, se comprobó más adelante, fueron insuficientes.
–¿Cuál fue la lección aprendida en la movilización de 1928?
La movilización de 1928 demostró fehacientemente que el país no estaba aún preparado para la guerra, el potencial humano fue levantado de manera anómala, por falta de una correcta planificación, lo que produjo incluso intentonas de revuelta contra el Gobierno.
–En el alto mando paraguayo hubo dos planes. ¿Cuál fue el que se adoptó?
Uno fue el del general Manuel Rojas y otro del general Schenoni. Ambos fueron presentados al Poder Ejecutivo, según acta secreta, Nº 57 del Consejo de Ministros del 14 de julio de 1924 (gobierno provisional de Luis Alberto Riart). Triunfó el plan de Schenoni, quien estimó que se podrían movilizar 80.000 hombres y armar a un ejército de 20.000 combatientes para los cuales era necesario adquirir armamentos.
–Boquerón fue la primera batalla exitosa. ¿Qué importancia militar tenía?
Antes que operación militar exitosa, Boquerón tuvo un alto impacto moral. Hubo más bajas paraguayas que bolivianas, aunque los datos se contradicen; pero el efecto más importante fue levantar la moral del ejército y de todo el pueblo paraguayo.
–Luego de eso, ¿cuál fue el objetivo del general Estigarribia en materia de estrategia?
El objetivo inmediato de la campaña fue la conquista del fortín Arce (Francia, para los paraguayos), que controlaba la naciente del río Verde y era un importante cruce de caminos. Posteriormente, planificó llegar al río Pilcomayo para apoyar allí su flanco sur, es decir sobre la frontera con la Argentina.
–¿Cuáles fueron los principales obstáculos del ejército paraguayo en el Chaco?
Aparte de un enemigo tenaz, se tuvo que luchar también contra un clima insufrible, el terreno semidesértico, sin medios de subsistencia, sin vías de comunicación. Se lidió contra la sed, las enfermedades, las alimañas y la falta de provisiones.
Fuente: Artículo publicado en el diario ABC COLOR
Publicado en fecha: 09 de Marzo de 2013
Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY
LA CONTIENDA CHAQUEÑA Y LA UNIÓN DE LOS PARAGUAYOS ANTE LA ADVERSIDAD
El domingo, en el marco de la colección Guerras y violencia política en el Paraguay, ABC Color y la editorial El Lector lanzan el libro “La guerra del Chaco”, del historiador Hugo Mendoza. La obra aparecerá con el ejemplar de nuestro diario.
Soldados descansando entre tereré y música.
La unión del pueblo paraguayo fue fundamental para afrontar la dura guerra del Chaco./ ABC Color
Con este texto las jóvenes generaciones podrán conocer uno de los procesos históricos en los cuales se demostró que a pesar de la adversidad y la falta de recursos, la tenacidad, el ingenio, la unidad y la solidaridad permitieron defender la soberanía paraguaya sobre el territorio paraguayo, expresa en el prólogo del libro el doctor Hérib Caballero Campos.
A lo largo del breve, pero denso trabajo de Hugo Mendoza, el lector podrá comprender el tremendo esfuerzo que implicó para el país el prepararse para la guerra y sostener a los combatientes, y de qué forma las carencias económicas afectaron el suministro de víveres y en ese contexto cómo el arrojo, el sacrificio y por sobre todo el apoyo de la sociedad en la retaguardia permitieron la victoria del ejército paraguayo.
En cuanto al desarrollo de las campañas militares, Hugo Mendoza recuerda que la primera ofensiva paraguaya se dirige sobre el nudo de comunicaciones de Arce, donde está la naciente del río Verde, como objetivo estratégico. La defensa estratégica está timbrada por la batalla de Nanawa, y la segunda ofensiva culmina en la gran victoria de Zenteno – Gondra o Campo Vía.
Los laureles ganados se dilapidan en Strongest –indica el autor– y en infructuosos ataques a Ballivián; el mando paraguayo se trastorna, pero recupera la iniciativa con el raid del coronel Rafael Franco y culmina con la estupenda victoria de El Carmen.
En la fase final de la guerra el ejército paraguayo emprende el camino hacia la precordillera andina hasta llegar al dislocamiento estratégico donde hace frente con éxito a una poderosa contraofensiva boliviana.
Mendoza declara en la introducción de su libro que se busca establecer, dentro de esta compilación, no solo el aspecto cronológico o la exposición de hechos puntuales de la contienda sino también lo manifiesto y lo velado de los motivos, la lógica, y las expectativas que guían las decisiones estratégico operacionales que gobiernan el desarrollo de los acontecimientos bélicos “siempre basándonos en los modelos que proporciona la teoría del arte de la guerra como paradigma ordenador de una infinidad de casos y situaciones que, de lo contrario, nos abrumarían por su volumen y variedad”.
El Chaco forma parte de Paraguay desde los tiempos coloniales. La población se inició con la reducción de Melodía, en 1737, frente a Asunción para pacificar a los indígenas, y Timbó en 1767, en la actual provincia argentina de Formosa.
Fuente: Artículo publicado en el diario ABC COLOR
Publicado en fecha: 08 de Marzo de 2013
Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY
ANTECEDENTES DE LA GUERRA
La guerra del Chaco tuvo su razón principal en el reclamo boliviano sobre ese territorio, que presuntamente habría sido parte del Alto Perú durante la Colonia y estuvo sometido a la Audiencia de Charcas. Sin embargo, el Paraguay fue la provincia que se preocupó desde un principio del destino de esa zona y la ocupó activamente.
Picada chaqueña durante la guerra.
El Paraguay se preocupó desde la época colonial de ocupar el territorio./ ABC Color
Este antecedente colonial de la dolorosa guerra entre 1932 y 1935 es minuciosamente estudiado por el historiador Hugo Mendoza en su libro “La guerra del Chaco”, que aparecerá el domingo 10 con el ejemplar de nuestro diario, dentro de la colección que publican cada domingo ABC Color y la editorial El Lector.
En la época de la independencia se acentuó la presencia paraguaya en el Chaco aunque no mucho más allá del río Paraguay. Al mismo tiempo, Asunción seguía sufriendo el acoso de grupos indígenas belicosos de allende el río, y también la incursión de los portugueses en el norte del país.
El doctor José Gaspar Rodríguez de Francia comenzó de inmediato, tras asumir su primera dictadura perpetua (1814), la construcción y refuerzo de los fortines sobre el río Paraguay para contener los ataques indígenas. El 25 de diciembre de 1823, el Dictador cambió el nombre del Fuerte Borbón por el de Olimpo.
La independencia de la República de Bolivia, proclamada el 6 de agosto de 1825, en un Acta de la Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú, solo alude a los territorios de Charcas, Potosí, Cochabamba, La Paz y Santa Cruz, sin que se haga mención del Chaco o se apunte algún derecho o acto posesorio sobre el mismo.
Fuente: Artículo publicado en el diario ABC COLOR
Publicado en fecha: 07 de Marzo de 2013
Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY
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