Asunción del Paraguay (89 páginas)
¿Sólo he de irme?
¿Cómo las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la. tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
CANTOS DE HUEXOTZINGO
Me pareció que al darles poemas les daba
algo realmente mío. Yo he escrito ensayos
porque las circunstancias me lo han pedido,
para decir cosas que me parecía necesario
decir; he escrito poemas para decirme a mí
mismo, para conocerme y, más todavía, para hacerme.
OCTAVIO PAZ
I
DEDICATORIA
1
Un día
nos encontramos, tú,
casi una mujer
y yo,
apenas un adolescente.
Un día
cruzamos nuestras manos,
tú,
todavía sorprendida
y lejana,
yo
con una desconocida
fascinación
envolviendo todo mi cuerpo.
Un día
se cruzaron nuestras vidas
cuando eras todavía
una muchacha
cualquiera
y yo,
solo un tímido
forastero.
Un día
se tocaron
nuestras fronteras
sin que tu supieras que encontrarías
mis palabras
y yo,
apenas imaginando
que te tendría para siempre.
Un día, yo te di un poema
y tú
me entregaste todos tus sueños.
2
Sí,
quiero pensar que fuiste tú
quien construyó
el camino,
quien le puso inicio,
nombre,
contenido,
y un aliento
firme
a cada desfallecimiento.
Sí,
quiero creer que fuiste tú,
adolescente,
o tal vez
ya casi una mujer,
quien construyó este largo
sueño.
Sí,
quiero pensar que fuiste tú
la que siempre apagó
las tristezas,
la que ahuyentó las amenazas
de tedio
y el constante asedio
del olvido.
Sí.
fuiste tú quien hizo que este sueño
fuese imperecedero.
II
ESPERAS
Te esperé
un largo tiempo.
Te esperé
como si supiera
que existías,
que tenías el rostro
y la voz que yo quería.
Te esperé,
minutos,
horas,
meses,
años enteros.
Te esperé
un largo tiempo.
Te esperé
en noches
y días interminables
como si ya supiera tu nombre
desde siempre.
Te esperé
como si ya fueran míos
todos los hijos
que traías en tu cintura.
Te esperé,
minutos,
horas,
meses,
años enteros.
Te esperé
un largo tiempo,
empecinado
como un empedernido combatiente.
Te esperé
para retenerte
sólo con mis cantos
y mis bienvenidas.
III
ENCUENTROS
1
Por un largo
instante,
no supe quién eras
ni qué ocurría,
ni cómo llamarte,
ni qué hacer contigo.
Por un largo
instante,
sólo sentí en mí
insomnios,
temblores,
deseos.
Por un largo
instante,
fuiste un excitante albergue
donde anidaron mis besos
y mis cantos,
una interminable geografía
de sueños y de ternuras,
un territorio
sin fronteras,
sin dueño,
sin prohibiciones.
Por un largo
instante,
no supe que me pertenecías
y que ya era parte
inseparable
de tu vida.
Por un largo
instante,
no supe que tu cintura
se henchía con una semilla
cargada de extraños
latidos.
Por un largo
instante,
no supe como nombrarte
ni qué hacer
con las ofrendas
que traías
en tu regazo.
Por un largo
instante,
solo supe hurgar en tus misterios
y el embrujo
de tus regresos.
2
Así
llegaste
imprevisible,
como un mar
arrogante
y posesivo.
Así,
de improviso,
con tu boca
cargada de cantos
y tus intersticios
llenos de frutos,
de fiebre,
de deseos.
Así
conocí tu voz
y el cálido secreto
de tu regazo,
así
pude sentir cada mañana
como si fuera un pájaro embriagado
por tus caprichos.
Así
pude sentir tu cuerpo
como un único
e insustituible hospedaje,
así
pude ofrecerte mi pan,
mis calendarios,
mis caracoles
y mis antiguos cantos
sin que nadie me disputara
tu tiempo,
tus palabras
y tus pacientes esperas.
Así
quedé aprisionado en medio
de tu cálida frontera,
sin otro derrotero
que aquéllos que señalaban
tus dedos,
sin seguir otras huellas
que las de tus pasos.
Desde entonces,
lo mío
se hizo cada, vez más tuyo
y mis cantos
casi los mismos cantos
que tú traías en tu boca.
3
Fue entonces
que descubriste mi nombre,
que yo era algo mas que un forastero.
Fue entonces
que descubriste mi pobreza,
que no tenía siquiera una orilla
para amarrar los sueños.
Fue entonces
que supiste que sólo tenía palabras
para romper tus silencios,
que sólo tenía cantos
para acercarte a mi vida.
Fue entonces
que tu presencia
se llenó
de raíces,
como si siempre hubiese sido
algo perenne
y cotidiano.
4
Desde ese momento
me diste todo:
tus manos,
tu cintura,
los contornos de tu cuerpo,
hasta el hueco
de tu aposento.
Con todo
hicimos una inmensa
bienvenida,
un espacio nuevo
para albergar
todas las maravillas
que surgieron
en ese imprevisto encuentro.
De esa manera
se apagó nuestra sed
y el antiguo
vacío de tu vientre
fue llenándose más y más
de extraños
signos.
De esa manera
tu piel
se llenó de espigas
y tus pechos parecieron viejos frutos
a punto de estallar
con su sabor de miel y de vida.
5
Después
apareció tu huella
sobre mi piel
sin que yo comprendiera
lo que ocurría;
se grabó tu nombre
en la arena
y tu canto aleteó,
como si fuera un pájaro
embriagado de luz,
de vientos,
de regocijos.
Después,
la alegría nos envolvió
en un único estallido;
fue como el hijo
que llega de improviso
o el milagro
que ya nadie espera.
6
Quizá
fue la soledad,
o el amor,
o el amor y la soledad los que suscitaron
tantos desvaríos.
Quizá
sólo fueron tus manos
o el embrujo
de tus palabras
los que disiparon
el tedio,
la desazón,
el cansancio apegado a mi cuerpo,
como si fueran esas pesadas anclas
que cuelgan
de las barcas abandonadas.
Fue el amor
o la soledad
o mis nostalgias
o tus esperanzas
o, quizá,
el tibio cuenco
de tu regazo
el que estremeció
esa hora
con su eclosión de frutas
y misterios.
7
Ahora
aquello sólo es una lejana
huella
y nosotros somos casi un solo
perfil bajo el cielo.
Ahora
tus manos
se parecen a mis manos
y tu cintura
es casi una retama
de mi cintura.
Ahora
hurgas en mí
como si fuera una vieja
pertenencia,
y yo de tí conozco
casi todo.
Ahora
tú y yo
ya casi no somos extraños.
Ahora
comes mi pan
como si fuera
una antigua compañera,
todas mis cosas
como si te hubieran pertenecido
siempre,
te acuestas junto a mí
como si me amaras desde antes,
usas lo mío
como si fuera tuyo.
Ahora
todo lo que tengo
apenas se diferencia de lo que tú traías a tu llegada,
te acercas a mí
como mi dueña
o como alguien que me conociera
desde siempre,
ya no necesitas llamarme
para escuchar mi nombre
y ni siquiera ahuecas
tu regazo
para que yo recoja tus frutos.
Ahora
haces de mi cuerpo
una lumbre
que no acaba de apagarse
nunca.
IV
DESEOS
1
Quiero
algo de ti
duradero
y sin término,
algo
que pueda amarrarnos
como aprisiona el mar
las quillas de las naves,
algo
semejante a un hijo
que nos recuerde
cada día
que tú y yo
compartimos desde antaño
el mismo camino,
que nos hicieron con la misma tierra,
que pusieron en nuestra boca
el mismo grito
y encendieron nuestras venas
con el mismo fuego.
Quiero
algo de ti
para rescatar
mis viejos calendarios
y hacer con los antiguos relojes
un solo nudo,
para no olvidar
nuestro encuentro.
Algo
de tí
que incluya todo:
cosas,
sabores,
temblor,
miedo,
bienvenidas,
madrugadas,
rastros,
heridas,
frío,
todo, hasta el húmedo
aletear
de los pájaros
en la mañana
o el calor interminable
de tus cobijas.
Algo
de ti
que no tenga plazos,
ni marcas,
ni hitos en el tiempo,
algo sencillo,
cálido,
dócil,
imprescindible
como el pan cotidiano.
Algo
de ti
para calmar esa sed
que me acosa
siempre,
para construir nuevas bienvenidas
y sentir
como nuevo
tu sabor y tu canto,
el calor de tus intersticios
o simplemente
el cálido arrullo
de tu palabra.
Algo
de ti
que no deje en el olvido
los relojes,
el calendario,
los viejos caminos,
las esquelas,
las rendijas de tus ventanas,
tu anillo,
el desnudo cuenco
de tu regazo,
en fin,
algo de ti
para ahuyentar
el persistente invierno
que amenaza
cada día
nuestro encuentro.
V
AMOR Y CANTOS
1
Siento
que cada mañana
regresas
con el mismo temblor
de aquella vez.
Siento
que repites cada día
los mismos cantos
que anudaron
nuestro encuentro.
Siento
que palpita en tu cintura
el latido
de las mismas semillas
y las mismas fiebres
de antaño.
Siento
que tú y yo
seguimos siendo los mismos.
2
Así
deambulamos
por la tierra.
Desde ese otoño
eramos como dos antiguos
forasteros,
sin cansancio,
sin hastío,
sin obstáculos que restringieran
nuestra sed
de pájaros,
de vientos,
de hojas,
de cantos,
de una nueva ternura
a cada hora.
Así
enredamos
una
y otra vez
nuestras banderas,
hicimos
un solo hueco,
padecimos
las mismas heridas
y sufrimientos,
renacimos con las mismas alegrías.
Así
rescatamos lo nuestro
cuando todo ardía
en medio de la amenaza del desamor,
la incomprensión
y, acaso,
la ira.
Así
evitamos
la agonía
y la amenaza
de un imprevisto olvido
como si supiéramos
siempre
que juntos éramos invencibles.
Así
aprendimos a nacer
de nuevo cada mañana
rompiendo el tedio,
la dura frontera
entre el sueño
y el despertar cotidiano.
Así
recuperamos
una y otra vez
el pan
y la sal
que escondíamos
en todos los resquicios
de nuestro cuerpo,
intactos,
todavía con el pulso
de nuestras antiguas fiebres
y el murmullo
de los viejos cantos.
Así
aprendimos
a reincidir
a cada lluvia
ante cada hoja desprendida
por el otoño,
esperando
cada llovizna para sazonar
un nuevo encuentro,
con las mismas frutas
de antaño
desparramadas a lo largo
de tus orillas,
esperando
el milagro de siempre,
hurgando
en la penumbra
los mismos recodos,
los mismos sonidos,
los mismos estremecimientos,
las mismas palabras
y promesas
que nos hicieron crecer juntos.
VI
RAÍCES
1
Un día
yo te ofrecí mi pan,
y tu me diste un hijo.
Un día
yo te llené de besos
y tu me diste un hijo.
Un día
yo te dí mis canciones,
y tú me diste otro hijo.
Por mi pan,
mis besos
y mis canciones
tu me llenaste
de sueños
y raíces.
VII
MIEDOS Y DESENCUENTROS
1
No quiero
aceptar tus dudas
ni deseo que mires
esta hora
como un simple espejismo.
No quiero
que destruyas mis palabras
ni abras
una herida
en este sueño.
No quiero
que tanta espera
se disipe
en una imprevista
despedida.
No quiero
que ahogues
mi canto
en tus incertidumbres
o confundas mis pasos
con los rastros
de un ajeno pasado.
No quiero
que te aprese el silencio
y apagues
tus sonrisas
cada vez que retornan
tus recuerdos.
No quiero
que deseches
compartir conmigo
la tierra
cargada de raíces
y gozos.
2
De pronto
ya no tuve frutas,
ni cantos,
ni besos,
ni palabras
con que afrontar ese torbellino
de abismos
que horadaba nuestro presente.
De pronto
ya no pude encontrar
la señal
adecuada para atraerte
y usar
tu regazo
para esconder
mis viejas mercancías.
De pronto
ya no tuve cantos
ni ternuras
para llenar de emblemas
tus vigilias.
De pronto
todo estuvo quieto
com si tú
y yo
nunca hubiéramos existido,
como si el olvido
nos hubiera impregnado
de frío.
De pronto
se deshicieron
todos los nudos que amarraban
nuestras palabras
y promesas,
de pronto todo se hizo extraño
y desconocido,
como si todo hubiera sido
débil,
efímero,
casi nada.
De pronto,
ya nada quedó de lo de antes:
apenas el estupor
de aquella despedida.
3
El canto
y la cólera
se adueñaron de mis horas
como un terrible
padecimiento;
en instantes apenas,
fue como si quedara aprisionado
en medio de una herida
que sangraba
en el comienzo de cada mañana.
El dolor
y el canto,
la herida y el sueño,
la quietud
y el viento,
la alegría y la nostalgia
se prendieron a mí
poniendo en mi boca
un sabor de vacío
y de ira.
La soledad
y los recuerdos
inundaron
mi aposento
de algo extraño,
algo así como un frío
que poco a poco
fue llenando de tristezas
las cobijas,
la lumbre,
la retama de los árboles,
las flores,
el sonido de músicas,
las cosas
que juntamos en nuestra casa.
Algo
sucedió entre nosotros
enmudeciendo
los cantos,
destruyendo las frutas,
dejándonos sin palabras
para reclamar
nuestras pertenencias,
las secretas
ternuras
que quedaron sin nombre
ni dueño
después de tu partida.
4
En un instante
todo pareció vacío,
quieto,
sin sentido,
como si hubiéramos olvidado
que alguna vez
existimos.
En un instante,
no quedó nada valedero
para ofrecernos
una esperanza;
todo parecía destruido
o, simplemente,
lo que creíamos duradero
no era sino un oculto
vacío.
En un instante,
el fuego
se tornó ceniza,
frío,
y todo lo que había
empezó
a cerrarse
como una inexorable
herida.
5
Fue un dolor
así,
como el de antes,
profundo,
persistente,
irreprimible.
Fue un dolor
así,
como si tuviera una grieta
dentro de mi pecho,
agrandándose
a cada rato,
como si mi boca no fuera ya otra cosa
que un hondo
y estéril
vacío.
Fue un dolor
así,
repetido,
sin término.
El tiempo
se tornó áspero
y miles de puñales invadieron
nuestros ojos
como irascibles enemigos.
Tú no creías
entonces
que algo nos había derrotado,
que se había destruido
el camino
del regreso,
que ese silencio
era definitivo,
que ningún eco repetiría
nuestros nombres
en el futuro.
En un solo minuto,
la furia
y el desatino
deshizo
todo lo construido,
lo que era tuyo
y mío,
todo lo que hasta ayer nomás
parecía algo
imperecedero.
VIII
NOSTALGIAS
1
De nuevo
tengo que ocultar
el rostro,
las brújulas, el reloj,
la palabra.
Buscar
a tientas
el camino del regreso,
desandar
el tiempo como un viajero
que ha perdido
sus antiguos rumbos,
hacer
de cada sílaba
un secreto,
un itinerario oculto
sin el eco
y el aroma de antes.
En fin,
regresar al sitio
de partida
sin recobrar
el sabor
salino
de tu regazo,
sin repetir
ningún quejido,
ni el jadeante despertar
de las madrugadas
de antaño.
Despertar
de nuevo
con los ojos vacíos
y el recuerdo
aferrado
al pasado,
llamarte sin decir tu nombre
o reiterar
la plegaria de cada noche
sin abrir
siquiera la boca.
2
Yo dejaría
así nuestros recuerdos:
sin ataduras
ni apegos.
Así,
como un racimo desprendido
del tiempo
o acaso una ternura
sin raíces verdaderas.
Yo dejaría
nuestros recuerdos
sin nombre
ni frontera,
como algo confuso
que un día fue todo
pero que ahora
no es nada.
Yo dejaría
nuestros recuerdos
mezclados con todas las cosas:
la espera,
la bienvenida,
el abrazo,
la alegría de tu regazo
o la tibia cobija
de tu lecho,
y acaso también con la ausencia,
el desconcierto,
el desamor,
el olvido.
Ahora
yo dejaría así nuestros recuerdos,
sin el presagio
de una sonrisa
o el lento desangrar
de una nueva herida.
Así,
sin nombre,
sin fechas,
sin un itinerario
siquiera.
3
Seguir
Buscando
algo que rescate
tu figura
de esa amenaza
constante
con que nos acecha
el olvido.
Seguir
buscando
el antiguo eco
de tus pasos
cerrando ventanas,
recogiendo
las migas
o extendiendo las cobijas.
Seguir
esperando
tu llamado
en medio de este viejo
silencio
o el perfil de tu rostro
irguiéndose entre mis dedos
como una bandera.
Seguir
creyendo en los milagros
aunque
todo sea ahora tan incierto:
algo
inexorable que va destiñendo
cada día
la resonancia
de tus palabras.
Seguir
confiando
en ese repetido derrotero,
como los pájaros
peregrinos
que siempre retornan
a la misma
tierra.
Seguir
sacudiendo
las cosas antiguas,
objetos,
emblemas,
revistas,
fotografías,
relojes,
calendarios,
ese montón de cosas
que ya huele
a polvo
o a simple ceniza.
Seguir
viviendo
para que nadie descubra
esa herida
o que el daño
parezca
sólo algo
pasajero.
Seguir
empecinado
en repetir los días
como si fueran iguales
a los de antes
o en añorar
las ternuras
que ya no se tiene.
Seguir
ardiendo
cotidianamente
como si uno esperara
que todo este desasosiego
es algo pasajero.
4
No es por la noche
que nunca acaba,
ni por las lumbres
que se escurren de las manos,
ni por el exiguo pan
de cada día.
No es por el silencio
o la lluvia
que ya apenas susurra,
ni por el mensajero
que nunca retorna.
No es por el olvido
o las hojas
que permanecen quietas,
no es por el
viento del otoño
que enmudece a los pájaros
y ya no deja crecer
los cantos
y las frutas
en nuestra boca.
No es por nada
de todas estas cosas.
Lo de ahora
es algo diferente,
ambiguo,
desconocido,
penetrante,
algo que es al mismo tiempo
adiós
y bienvenida,
silencios
y voces que retornan,
algo así como una flor
que se abre
en medio
de una vieja herida.
5
Amor,
en un tiempo
fuiste una mansa arcilla
entre mis manos.
Amor,
en un tiempo
tus besos
impregnaban mi cuerpo
sin reticencia
y yo vagaba por tus orillas
como único dueño.
Amor,
en un tiempo
eras
una interminable
lumbre
donde siempre se reavivaban
mis deseos.
Amor,
en un tiempo
fuiste todo,
fuego,
palabras,
sueños, milagros, esperanzas
y bienvenidas.
Amor,
en un tiempo,
fuera de tí, nada existía.
6
Ahora
que ya no tengo
tus besos,
mi boca
es como una tierra
estéril,
un horizonte
sin pájaros,
un muelle vacío
donde ya no llegan los forasteros
ni ondean
las banderas.
Ahora
que ya no tengo
tus besos,
todo parece igual.
Ahora
que ya no tengo
tus besos,
siento que ya nada puede retener
en mí
tu sabor
o el milagro
que grabó tu nombre
sobre el mío,
sílaba
a sílaba,
que mezcló mi ternura
a tu ternura,
que hizo de mis palabras
y las tuyas
un solo canto.
Ahora
que, no tengo
tus besos,
es como si ya no sirvieran
los calendarios,
los relojes,
las brújulas,
los mapas,
los senderos hacia tu casa.
IX
EXILIOS
1
Desde ese día,
veo caer las hojas
del calendario,
casi impasible,
como si cada madrugada
fuera algo ajeno,
sin contenido.
Desde ese día,
se detuvieron mis relojes
y las marcas de los caminos
ya no recordaban
las antiguas trayectorias.
Desde ese día,
sólo deseaba evadir
el recuerdo,
esperando que el ayer
se acercara cada vez menos
al mañana.
Desde ese día,
ya no esparcí mis semillas
ni mis palabras
como lo hacía cuando compartías
conmigo
este sitio.
Desde ese día,
todo parece un interminable
exilio.
2
¿Qué hacer con los recuerdos
que se esparcen
a nuestro alrededor
como fragmentos sin vida?
¿Qué hacer con las cosas
en las que tú y yo
dejamos
nuestras marcas
y cicatrices?
¿Qué hacer con las horas
que nacen cada día
sin otro destino
que el de convertirse en
vacío?
¿Qué hacer con las voces,
los gestos,
con ese torrente
de fiebre
que renacecada mañana?
¿Qué hacer
con ese dañino recuerdo
que empobrece
las horas,
los meses,
todas las cosas
que compartimos?
¿Qué hacer
cuando los días parecen
una sucesión
infinita de exilios?
¿Qué hacer,
amor,
cuando todo parece perdido?
X
ESPERANZAS
Mañana
tal vez tú
y yo
ya no recordemos
esta hora incierta en que se acallaron
los cantos.
Mañana
tal vez tú despiertes
con un rostro
nuevo
prendido a tus dedos
y un manantial
de caricias desconocidas
apretujándose en tu boca,
tus ojos,
tus regazos,
en la interminable geografía
de tu cuerpo.
Mañana
tal vez aparezca
también en mis manos
un nuevo milagro.
O quizás
resurga la tibieza de antaño,
reviviendo
tus sueños
y mis cantos.
Mañana
algo imprevisto
y desconocido
tal vez restituya en nosotros
los deseos de antaño.
Mañana
tú y yo
tal vez seremos de nuevo
como antes,
algo inseparable y único.
INDICE
I
DEDICATORIA
1,15
2,17
II
ESPERAS
Te esperé, 21
III
ENCUENTROS
1,25
2, 27
3, 29
4, 30
5, 32
6, 33
7, 35
IV
DESEOS
l, 39
V
AMOR Y CANTOS
1,45
2,46
VI
RAÍCES
1,51
VII
MIEDOS Y DESENCUENTROS
1,55
2, 57
3, 59
4,61
5, 62
6, 63
VIII
NOSTALGIAS
1,67
2, 69
3,71
4,74
5, 76
6, 78
IX
EXILIOS
1,83
2, 85
X
ESPERANZAS
Mañana, 89
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