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IDILIO MÉNDEZ GRIMALDI
  LOS HEREDEROS DE STROESSNER - Primera Edición - Por IDILIO MÉNDEZ GRIMALDI - Año 2007


LOS HEREDEROS DE STROESSNER - Primera Edición - Por IDILIO MÉNDEZ GRIMALDI - Año 2007

LOS HEREDEROS DE STROESSNER

Primera Edición

 

Autor: IDILIO MÉNDEZ GRIMALDI


Editor:  ARANDURÃ EDITORIAL

ISBN: 978-99953-50-26-0

 Páginas: 337

Tamaño: 15 x 21 cm

  Año: Diciembre 2007

Idioma: Español

Libro Paraguayo

Asunción - Paraguay


 


En  LOS HEREDEROS DE STROESSNER el autor utiliza el periodismo investigativo e interpretativo como herramientas para poner en evidencia algunos gravísimos hechos de corrupción, que, combinados con los males estructurales de la República, provocaron esta calamidad en la cual el Paraguay está inmerso desde hace varios años. La comunidad internacional no está exenta de culpa, por haber apoyado a gobernantes corruptos, en el marco del neoliberalismo formulado por el Consenso de Washington.

El lector, al final de los 12 capítulos, llegará a la conclusión que el golpe de Estado de 1989, que derrocó la dictadura de Stroessner, sólo permitió el “derecho al pataleo” de la población, con libertad de expresión y prensa. En contraste, se ha retrocedido tremendamente en el desarrollo social y económico, con las duplicaciones de la pobreza y la delincuencia, estimuladas por los propios gobernantes. Se pretendió insertar al Paraguay en el marco del capitalismo democrático, pero se empezó a robar como nunca antes en Paraguay. Como resultado se tiene un país gobernado por estructuras mafiosas, integradas por los cárteles de la droga, el contrabando, de las empresas contratistas y el sector financiero internacional –un tetraedro-, las cuales son transversales a los partidos políticos, gremios empresariales, sindicatos, organizaciones campesinas… Nada se ha salvado; los paraguayos fuimos saqueados en forma inclemente durante la transición democrática, transición que siguió siendo administrada por los stronistas forjados en la doctrina anterior; ellos son los herederos de Stroessner.

 

RECONOCIMIENTOS

Un especial reconocimiento debo a mi esposa y compañera, Teresa Corbalán Díaz, quien con su humilde trabajo de obrera sostuvo económicamente las necesidades de la familia mientras se elaboraba el presente libro. Sin su respaldo habría sido imposible escribir estas líneas. A mis hijas, Renata Marliz, Rita Lucimar y Rebeca Marlene, quienes comprendieron que la dignidad humana está por encima de la adulonería y, en consecuencia, fueron resistiendo las limitaciones que nos impusieron desde el sistema. Á mis padres, Juan Bautista y Teresa, por haberme enseñado la honestidad integral, así como a mis nueve hermanos vivos por su lealtad familiar.

A mis ex compañeros del equipo de investigación del diario La Nación, Ana Bolaños y Patricia Lafuente, dos mujeres íntegras e inteligentes, quienes también sufrieron marginación y despido por desarrollar un periodismo decente e incisivo. El aporte de ellas fue de suma trascendencia en la construcción de esta obra.

A mis amigos en el pensamiento y en el afecto, quienes me apoyaron en momentos en que mi voluntad languidecía. A todos ellos muchas gracias.

 


INDICE

RECONOCIMIENTOS.

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

CAPITULO I : UNA CUENTA, VARIOS SOCIOS

*. La liebre saltó de nuevo/ El papel de la Fiscalía/ La defensa de Wasmosy

CAPITULO II : PREPARANDO EL ESCENARIO

*. Advertencia del Banco Mundial/ Un "barón" en el horizonte/ Los "pergaminos" del candidato/ Las consultoras/ Las cartas a Stroessner

CAPITULO III : EL INICIO DEL ASALTO

*. La cuenta en Bancopar/ Todos en el fango/ Excentricidades de un nuevo rico

CAPITULO IV : PLENO ATAQUE

*. Intervención de Bancopar/ Caída de otros Bancos/ Comisión Trilateral

CAPITULO V : LAS MIGAJAS DEL BOTIN

*. El sindicalismo infame/ A cara descubierta/ Todos en el fango/ Otros despojos/ Sobrevuelo de los cuervos/ La repartija

CAPITULO VI : CONSENSO PARA EL SAQUEO

*. IPS, un gran botín/ Caso Espigal/ Agrarista y popular/ Un paquete de estafa/ Otras rapacerías/ Concesión de la Ruta N° 7/ Recaudación aduanera

CAPITULO VII : DEMOCRACIA ALUCINADA

*. Un poco de historia/ La democracia "blanca"/ Una muerte anunciada/ La caída de algunos grandes/ La prueba que faltaba/ Marihuana

CAPITULO VIII : CONSPIRACIÓN DE ALTO VUELO

*. Los monaguillos de Torquemada/ Una "marxista" arrepentida/ Wasmosy y Zuccolillo/ Piratería, anexo narcotráfico/ La resaca de los golpistas

CAPITULO IX : PESADILLAS DE LA DEMOCRACIA

*. Los "caballos locos" de la política/ Yoyito Franco/ Un país enfermo y analfabeto/ Saqueo de 60 millones de dólares/ Condonación bajo las balas

CAPITULO X : EL REGRESO DE LOS ASALTANTES

*. Antecedentes/ Las cartas de Tulac/ Discrecional uso de fondos/ Una "causa nacional/ Banco Alemán/ Multibanco

CAPITULO XI : LOS AMOS DEL MUNDO

Las subcontrataciones Pobreza y muerte/ Los agroquímicos/ Intereses convergentes/ Fueros especiales/ Negocios conexos/ Otras multinacionales/ La BAT/ Persecución a funcionarios/ Notas del autor

CAPITULO XII : SANTUARIOS DE LADRONES

*. ¿Qué es un paraíso fiscal?/ Burocracia y corrupción/ Robo de las donaciones/ Terrorismo, lavado y otros/ Narcodólares por el Citibank/ Los rebeldes del primer mundo/ Un norteamericano humanista/ El destino de la humanidad.

ANEXO/ DOCUMENTOS.

 


PRÓLOGO

Destaco el mérito del autor por su valentía en abordar con lucidez y objetividad esta problemática, habida cuenta que los protagonistas están conviviendo en nuestra sociedad con total impunidad y escandalosa ostentación de su influencia y poder.

El autor es un periodista discriminado por los medios de comunicación por acometer con espíritu de buen investigador y vocación de servicio a la patria. Su trabajo compila testimonios de su propia investigación, los de publicaciones periodísticas y los de otros autores que escribieron sobre este tema tabú. Consigna a través de 12 capítulos a los autores -personas e instituciones- verdaderos estafadores y delincuentes de lesa patria, que ocasionaron y siguen ocasionando la desgracia e infortunio del Paraguay, permitiendo que el país deje de ser viable como nación desde que Stroessner asaltó el poder y sus sucesores y herederos llegaron a conquistar -como sea- el poder, para consumar el latrocinio más descomunal de que haya sido víctima todo un pueblo. El Paraguay quedó aniquilado literalmente tras los 35 años de dictadura stronista y los años que siguieron los gobiernos democráticos.

Este libro es una muestra fehaciente de cómo se dilapidaron los recursos públicos y de cómo se saqueó a la gente, totalmente indefensa, sin amparo del Estado, el cual estaba -desde entonces- administrado por mafias organizadas, quienes estafaron de la manera más vil y aviesa sin que, al menos, uno de ellos haya recibido castigo alguno y mucho menos la devolución de los descomunales robos. La impunidad sigue alimentando la voracidad desenfrenada de los delincuentes. Todos los gobiernos de transición se han empeñado en tapar los saqueos de sus correligionarios gobernantes. Aún más, han ingresado de lleno en la espiral de la corrupción. Por ello, el desarrollo económico y social, fundamento medular de la democracia, no se logró con la caída de Stroessner.

Lo que sabíamos superficialmente acerca de los descomunales latrocinios, el lector encontrará en este libro con nombres y apellidos de personas e instituciones y las cifras escalofriantes de los aleves atracos a los bienes de la república.

Es espeluznante la complicidad maquiavélica de entidades como el FMI, bancos, Poder Judicial, fiscales, abogados, políticos e incluso algún sector de la prensa en asestar los despojos al país durante los sucesivos gobiernos democráticos, incluido el actual. Para muestra es suficiente un botón. Los lavados de narcodólares, por ejemplo, han permitido remesar miles de millones de dólares a los paraísos fiscales. Según la Contraloría de la República, entre 1996 y 1999, el Estado paraguayo fue despojado de 10.000 millones de dólares.

Los narcotraficantes, traficantes de armas, los ladrones de las arcas públicas y todo tipo de ladinos, nacionales y extranjeros, siguen haciendo sus festines, sin que sean molestados tan siquiera con alguna advertencia, como sucedía en la era de Stroessner. De hecho, a nadie escapa que los narcotraficantes deciden el destino del país. La soberanía nacional está subordinada a los designios del submundo del hampa transnacionalizado.

Este libro demuestra contundentemente que el dinero arrebatado de las arcas públicas y de los bolsillos de los ahorristas de bancos y financieras, así como de las empresas privadas vinculadas a estas entidades, no tienen parangón en los anales de "nuestra noble historia".

No en vano los Obispos advertían en 1979 en su carta pastoral "Saneamiento moral de la Nación" que... el grave deterioro moral de nuestra sociedad, la quiebra de valores morales, ponen en peligro la estabilidad misma de la nación. (SUN, 2).

A lo largo de la lectura del libro se experimentan visceralmente estupor y repugnancia no solo por los hechos indignantes, sino también porque los personeros de tamaña delincuencia siguen conviviendo en nuestra sociedad. Aún más: se erigen en pontífices de la democracia y del patriotismo y aspirando siempre a acceder de nuevo a los altos cargos de gobierno. Qué cinismo, qué desfachatez. Personalmente espero que este libro sirva efectivamente a las generaciones del presente y del futuro para que conozcan y no olviden estos delitos de lesa patria, porque el que olvida repite y el que recuerda construye. Que su veredicto sea el repudio público y la condena moral de tan indeseables personeros del mal que han arrastrado al Paraguay a la ruina y a la miseria inmerecida para un país con tanta potencialidad económica.

Lo único que nos queda a los hombres y mujeres probos y dignos de este país es emprender una cruzada de combate incesante a la corrupción y a la impunidad, teniendo en cuenta que estos malhechores no escaparán al veredicto de la historia y mucho menos al juicio divino, porque "El Señor lo ha jurado, por el honor de Jacob: Nunca olvidaré lo que han hecho". (Am., 8,7).

Mons. MARIO MEDINA SALINAS

Obispo de Misiones y Ñeembucú Octubre 2007

 


INTRODUCCIÓN

La desventura del Paraguay -al igual que varios países de América Latina- como pueblo, como nación, está marcada por la corrupción endémica de sus políticos y dirigentes en general que no permiten construir una sociedad justa, en paz entre sus habitantes y con la naturaleza. Para peor, es una cuestión recurrente y sistemática, planificada y perversa, por décadas. La historia reciente del país, desde la caída de la dictadura en 1989 hasta el presente, es un ejemplo vivo y lacerante. Tras la dictadura se había instalado un nuevo régimen, el de la cleptocracia, de manos de los herederos de Stroessner.

Quienes han luchado auténtica y honradamente contra la dictadura de Alfredo Stroessner, en favor de elementales derechos humanos, han experimentado una sana sensación de libertad aquel 2 y 3 de febrero de 1989, a sabiendas de las inocultables limitaciones de aquella aurora efímera. El régimen de Stroessner cayó con el muro de Berlín. Esto es, entró en vigencia otra historia para la humanidad y también en Paraguay. Lo llamaron nuevo orden mundial, en el marco de la globalización, pensado y escrito por los cerebros formados en las universidades de las elites del primer mundo y ejecutado por los imperios. De tal modo que Stroessner, Pinochet y otros dictadores de la historia reciente ya no eran útiles. Se acabó la Guerra Fría. Llegó la "democracia".

En Paraguay, el "nuevo orden" incubó en las manos de un militar de dudoso pasado. El general Andrés Rodríguez derrocó a su consuegro en nombre de la libertad y la democracia. Desde entonces, todos podían hablar, todos podían protestar. Se ganó el derecho al pataleo... pero solo algunos pudieron prosperar y a costa del despojo al Estado, al pueblo, a la gente. La exclusión empezó a perpetuarse. Rodríguez preparó el escenario. El grupo de "empresarios exitosos" o "empresarios fraudulentos" que acumuló fortunas increíbles con el robo en Itaipú y Yacyretá, bajo la protección de Stroessner, asaltó finalmente el poder en 1993. Ellos ya estaban detrás del golpe del 89. La democracia, como se verá, costó muchas vidas en Paraguay; demasiada pobreza y marginalidad. El impacto del pretendido nuevo orden es aterrador en Paraguay.

El dictador Alfredo Stroessner, a través de su hijo Gustavo, engendró como empresario a Juan Carlos Wasmosy en la construcción de Itaipú, en los albores de la década del 70. El general Andrés Rodríguez, a su vez, lo alumbró política mente tras el derrocamiento del dictador. Así convergieron los cárteles del narcotráfico, del contrabando, de las contratistas y del sector financiero. Un tetraedro. Sin embargo, tal fenómeno no ocurrió por propio "razonamiento" e iniciativa de Rodríguez ni de Wasmosy. El libreto estaba escrito en los centros de poder, por las transnacionales que rediseñan el mapa del mundo en términos geoeconómicos y geopolíticos muchas veces muy diferentes de los que habían sido diseñados por los estados nacionales más fuertes, en el marco de la "aldea global". Pero el proyecto global de las transnacionales y de las naciones imperialistas no es una cuestión fatalista, inexorable. Lo que pasó es que los líderes paraguayos ejecutaron la historia escrita en las metrópolis de un modo tan avieso que aniquilaron cualquier posibilidad de desarrollo del Paraguay. Al menos en las próximas décadas.

Wasmosy no fue un fenómeno individual. No estuvo solo. Ni siquiera fue el jefe. Pero es quien "puso la cara" o quizás "el lomo" y como tal se llevó la parte del león. Stroessner, Rodríguez, Wasmosy, González Macchi y Duarte Frutos cumplieron similares papeles: ordenanzas del capital financiero internacional, de las transnacionales, de los imperialismos, con matices diferentes, con el gerenciamiento del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en el marco del Consenso de Washington o neoliberalismo. En el ámbito local, cada cual supo interpretar los intereses de la oligarquía, para lograr el equilibrio necesario en el ejercicio del poder, sin estrellarse. Stroessner hizo "sus deberes" bajo el imperio de la "Guerra Fría"; Rodríguez y Wasmosy con el advenimiento del "nuevo orden mundial", del Consenso de Washington, del neoliberalismo. Pero de entre todos sobresalió Wasmosy. Lo que Stroessner no se animó a hacer, ni mucho menos Rodríguez, lo hizo Wasmosy. Liquidó el ahorro nacional. Dejó exangüe las arcas públicas. Vaporizó la incipiente industria nacional. Transnacionalizó la agricultura. González Macchi y Duarte Frutos consolidaron la faena de Wasmosy, mediante la evolución progresiva y vigorosa de la corrupción y la impunidad. Como una estela infausta, en las estadísticas de la organización Transparencia Internacional, el Paraguay aparecía todos los años como uno de los países más corruptos del mundo.

Lo más trágico es que estos dirigentes sistematizaron la prebenda, con la compra de conciencia de jueces, fiscales, periodistas, políticos, clérigos, dirigentes sindicales, empresariales y campesinos. La prebenda, concebida bajo el régimen de Stroessner para someter a las voluntades moribundas, se institucionalizó. En ese orden, el grupo gerenciaba cada vez más la prensa nacional. Y, lo peor, eliminaron la justicia. Para el efecto, escribieron en 1992 una Constitución a la medida de sus intereses y dictaron leyes para eternizar la impunidad. Es decir, exacerbacon la corrupción en grado extremo. Empero, no hicieron mucha esfuerzo, habida cuenta de la esclerosis producida en la sociedad por el vetusto gobierno colorado de más de 50 años. No es que no había corrupción en Paraguay. Lo que los herederos de Stroessner promovieron es la instalación de la corrupción sistémica, que fue penetrando por los tejidos de la sociedad y llegó a esclerosar la sangre y el corazón del pueblo. De tal modo que el caos, el desgobierno y la debacle generalizados se perpetúan, donde las organizaciones criminales seguían actuando con las riendas del poder público. Por ello, no es posible la estabilidad política, social ni económica mientras el imperio de estos hombres siga vigente.

La herencia de Stroessner se refiere a la forma de pensamiento de los políticos stronistas, incluyendo a los de la oposición, basada en la prebenda, en que el ser humano es visto como una mercancía electoral. El régimen es sistémico y sus dogmas subyacen en niveles conscientes e inconscientes de la población, lo cual explica la profundidad de la corrupción.

Con el advenimiento de la "democracia", Wasmosy fue convenientemente ubicado en el gabinete de Rodríguez. Agudizó sus sentidos desde un ministerio creado para el efecto, el de Integración. En realidad, desde allí se "integraron" los deseos de expansión de las transnacionales y las ganas de engullirse al Paraguay por un grupo de la oligarquía criolla y los cleptómanos. A este grupo nunca le importó la democracia y mucho menos el desarrollo del país. Gobernó en nombre del Partido Colorado -cuya dirigencia prebendaria, servil y cliente-lista avaló todo- en función de sus intereses, de su grupo y de las transnacionales. Wasmosy fungió de estratega e integró en el fango del gobierno a Domingo Laíno y Guillermo Caballero Vargas, dos tristes exponentes -de los muchos que existen- de la ruinosa "oposición paraguaya", quienes se aliaron a Wasmosy a través del "Pacto de Gobernabilidad". Gracias a ese "pacto" se "renovó" la justicia, donde viejos exponentes del régimen de Stroessner sentaron sus reales en la mismísima Corte Suprema de justicia, como Wildo Rienzi Galeano.

Con estas herramientas, Wasmosy pulverizó a sus aliados banqueros cuando empezó la "crisis financiera". En el primer semestre de 1995, tras una re-unión mantenida con banqueros de Nueva York, Wasmosy inició el ataque a las arcas públicas a través de las salvajes intervenciones de bancos, financieras y otras entidades de ahorro de la gente, con el apoyo del FMI. La excusa era perfecta: los banqueros criollos eran unos bandidos. Captaban dinero del público en negro -sin pagar impuestos-, remesaban millones de dólares a sus cuencas particulares en los paraísos fiscales y se otorgaban autopréstamos para financiar aventuras empresariales localmente y en el exterior. Este mismo dinero, en negro fluía generoso en la financiación de las campañas electorales de la “radicalizada" oposición paraguaya.

El mercado financiero local era una calamidad, con la anuencia cómplice del Banco Central del Paraguay, BCP. El general Rodríguez ya había preparado el escenario, al liberar el mercado de capitales y sobre todo las remesas de miles de millones de dólares a los paraísos fiscales, relajando los controles de los flujos monetarios, so pretexto del libre mercado, ordenado por el FMI, en el marco del Consenso de Washington. Los narcotraficantes, traficantes de armas, los ladrones de las arcas públicas y todo tipo de ladinos, nacionales y extranjeros, estaban de parabienes. Wasmosy actuó ahí. Ordenó al Banco Central intervenir a mansalva varios bancos y financieras. Las primeras víctimas fueron los ahorristas y algunos accionistas incautos. Una vez vaciada la entidad intervenida y "monitoreada" por ávidos funcionarios del BCP, llegaban los famosos "auxilios financieros", que no eran otra cosa sino el traspaso de activos del BCP a las cuentas particulares de los intervinientes, en supuesto intento por "reflotar" bancos y financie-ras, ya vaciados hacía mucho tiempo por sus propios dueños, en algunos casos. El robo se socializó, puesto que no solo los ahorristas contribuían a engordar las cuentas bancarias de los cleptómanos, sino era todo el pueblo, a través de sus contribuciones tributarias. Al final, las entidades eran cerradas y liquidadas, proceso en el cual nuevamente hacían de las suyas los jueces, funcionarios del BCP y abogados de baja catadura moral. Nada quedó. Los despojos seguían humeando años después en los archivos de la Sindicatura de Quiebras, donde los abogados litigantes, funcionarios de la Sindicatura y jueces de la Corte Suprema de Justicia se disputaban los restos de la destrucción económica y financiera del Para-guay, sin ninguna posibilidad de recuperar ni siquiera parte de lo robado.

Todo fue mentira. Nada fue saneado. Les narcotraficantes, contrabandistas y piratas falsificadores de todos los colores seguían lavando dinero a través de los bancos que operaban en Paraguay. Las tasas de interés seguían tan o más altas que cuando empezó la crisis financiera. No existió financiamiento para la industria y menos para la producción. Peor aún, desapareció la industria nacional y en contraste se afianzó el contrabando, en tanto la producción floreció con los cultivos denominados "commodities" en ancas de la soja -amén de los sembradíos de cannabis a costa de la destrucción del ecosistema y la expulsión de los campesinos e indígenas de sus tierras, además de la pérdida creciente de la soberanía nacional.

Según organismos internacionales, Paraguay perdió con la crisis financiera (1995-1998) 1.300 millones de dólares, financiado por los contribuyentes y los ahorristas. El gobierno de Luis González Macchi, fruto del golpe de Estado de 1999, puso la cereza que faltaba a la torta, con la intervención y el cierre de los bancos Alemán y Multibanco, con lo cual se liquidó cualquier intento de reactivar económicamente al país. En paralelo, la corrupción fue en acelerado aumento.

Pero la crisis financiera fue una anécdota con relación al perpetrado en las entidades públicas "privatizadas", ministerios y entidades descentralizadas. Robar se convirtió en un frenesí entre los funcionarios políticos y seudoempresarios ligados a los gobernantes. La administración pública resultó una merienda de pirañas. Dejaron un Estado exangüe, esquelético. Según la Contraloría de la República, entre 1996 a 1999 (único período de cuantificación oficial de los robos contra la nación) el Estado fue despojado de 10.000 millones de dólares, la mayor parte bajo la administración de Wasmosy. Es decir, en cuatro años escamotearon a todo el pueblo casi dos veces el Producto Interno Bruto, PIB.

En 1995, cuando se inició la crisis financiera, el PIB estaba situado en 8.970 millones de dólares, con un ingreso per cápita en torno a los 1.750 dólares. Bajo el gobierno de Luis González Machi, en el 2002, el PIB era de apenas 5.400 millones de dólares, según datos del Banco Central. El ingreso per cápita se había reducido a sólo 900 dólares. El aparato productivo había sido destruido y la economía empezaba a sufrir una debacle sin parangón.

En ocho años, entre 1995 y 2002, el Paraguay empobreció en torno al 40 por ciento, teniendo en cuenta el descenso del PIB (datos del Banco Central). Esta estadística es concomitante con el aumento de la pobreza en el mismo período. En 1995, año de inicio de la crisis financiera, había en Paraguay 1.462.884 pobres; al cabo del 2002, esta cantidad aumentó a 2.689.117, de los cuales 1.364.981 eran indigentes (extrema pobreza), de acuerdo a datos oficiales. Es decir, en ocho años, la pobreza aumentó en un 54 por ciento. Según datos de Unicef del año 2003, del total de pobres en Paraguay 1.277.076 eran niños y adolescentes menores de 18 años que representaban el 54 por ciento de la población carenciada, de los cuales el 19 por ciento de 5 a 17 años no asistía a una institución educativa.

El gobierno de Nicanor Duarte Frutos era el segundo capítulo de los gobiernos de Wasmosy y González Macchi; el relevo generacional del mismo grupo que se forjó bajo la "doctrina" Stroessner. Duarte Frutos y otros políticos, en un amague de lúgubre ilustración, ya venían promoviendo una especie de sincretismo entre el crimen organizado y el ascetismo de algunas iglesias cristianas. Un híbrido entre la escatología y la carne. De modo que el sistema estaba pariendo un bastardo ogro paraguayo que se alimentaba de la corrupción.

La administración de Nicanor Duarte era lamentable, por su inocultable complicidad con los gobiernos anteriores y por la espiral de corrupción de su propio gobierno. Se empeñó en tapar los saqueos de sus correligionarios gobernantes y en paralelo destinó ingentes recursos del Estado para pagar las deudas internas y externas emergentes de los robos, bajo las orientaciones del FMI. En consecuencia, el número de pobres siguió aumentando y a la vuelta de la esquina surgía de nuevo como opositor Juan Carlos Wasmosy. Esto es, Wasmosy o el wasmosysmo era la "alternativa" a Nicanor. De ese modo, el Partido Colorado sustentaba al mismo tiempo al oficialismo y a los detractores del gobierno, con el mecenazgo cómplice de los opositores de otros partidos.

El Paraguay afrontaba un fenómeno anárquico, de desintegración y pérdida de identidad, lo que los sociólogos denominan anomia. Se establecieron valores de especular socialmente para "tener éxito en la vida" -reservado a los ladrones- y simultáneamente se impedía a la mayoría de la población alcanzar la preparación y las condiciones objetivas necesarias para lograr esa meta. Todo este desastre provocó la huida en masa de paraguayos y paraguayas al exterior, especialmente a España, Argentina y Estados Unidos. Nunca se ha visto una masa migratoria dolorida tan grande que abandonaba a diario sus hogares y sus seres queridos a causa de la ruina causada por los gobernantes.

La gente común se preguntaba luego de varios años de la caída de la dictadura por qué aumentó la pobreza con la democracia y en consecuencia se vivía peor que antes. El desarrollo económico y social, fundamento medular de la democracia, no se logró con la caída de Stroessner, sino por el contrario, los indicadores demostraban que se ha retrocedido en varios aspectos. Se ha conquistado la libertad, pagada con el hambre y la miseria de millones de paraguayos. La desilusión había llegado a tal extremo que un importante segmento de la población estaba inmerso en la añoranza, pidiendo que regrese Alfredo Stroessner o que se instale un gobierno con mano dura, para poner coto a la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la falta de empleo, principalmente. Quienes derrocaron a Stroessner habían prometido mucho, mas con el correr de los años, los resultados fueron magros. ¿Qué había pasado? ¿Por qué fracasó la transición a la democracia en Paraguay? ¿Por qué la vigencia del modelo democrático de tipo occidental es el motor del desarrollo en varios países y en Paraguay produjo mayor pobreza?

En este libro, duro e inclemente, se utilizan el periodismo investigativo y el interpretativo como herramientas para poner en evidencia algunos gravísimos hechos de corrupción, que, combinados con los males estructurales de la República, provocaron esta calamidad en la cual el Paraguay está inmerso desde hace varios años. La comunidad internacional no está exenta de culpa, por haber apoyado a gobernantes corruptos, en el marco del neoliberalismo.

En varios capítulos de la presente obra se podrán leer investigaciones censuradas en los medios de comunicación y compilaciones de otras publicaciones de medios periodísticos nacionales y extranjeros. En resumen, es una tarea de acumulación de datos por espacio de 10 años, además de la redacción del libro que demandó un año y seis meses. Los 12 capítulos recorren la historia reciente del Paraguay desde la perspectiva del periodismo y revelan en cierto modo los motivos del dolor de millones de paraguayos, cuyo presente y futuro se perdieron a causa de la cleptocracia. Los políticos y dirigentes sociales visionarios y honestos que aún quedan deben promover dos cosas: primero, tolerancia cero la corrupción. Inmediatamente, se debe castigar a los delincuentes que saquea-ron al pueblo paraguayo para iniciar la recuperación de la independencia nacional. La soberanía debe ser devuelta al pueblo. Solo así se podrá reconstruir la República y salvar la Nación.

IDILIO MÉNDEZ GRIMALDI

Mayo de 2006*

 

*Nota del Editor:

El libro no pudo ser publicado tras la culminación de su redacción, en mayo de 2006, por el acoso de hombres fuertemente armados, con ametralladoras, que merodearon la vivienda del autor por varios días en octubre del mismo año. Estos hechos ocurrieron tras filtrarse un resumen ejecutivo del libro, que se distribuyó a algunas personas en busca de apoyo. Este hostigamiento fue denunciado por Méndez el 4 de octubre ante la comisaría de Ñemby y ante la Unidad 3 de la Fiscalía de la misma ciudad, causa N°- 1.601/06. Asimismo, realizó denuncia el 11 de noviembre del 2006 ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado, bajo la presidencia de la senadora Ana María Mendoza de Hacha, y en esa misma fecha ante la comisión directiva del Sindicato de Periodistas del Paraguay.



Para compra del libro debe contactar:

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