ESCRITOS PARAGUAYOS - 1
INTRODUCCIÓN A LA CULTURA NACIONAL
Ensayos de RAÚL AMARAL
Esta es una edición digital corregida y aumentada por la BVP,
basada en las ediciones
Mediterráneo (1984), la edición de Distribuidora Quevedo
(2003), así como de fuentes del autor.
Dibujo de cubierta y fotografía del autor: Gerardo López Salvioni
Fotografías: archivo fotográfico de Manuel Rivarola Mernes
Se reconocen los derechos de autor, quien ha autorizado en vida esta edición digital
Permitida la descarga e impresión para uso particular y docente.
Carta de un filósofo
"Bs. Aires, 15 Oct. 1984 "Mi querido Dn. Raúl Amaral:
"He leído su libro de un tirón, pese a ser un severo análisis de un proceso cultural sometido a definidas periodizaciones: romanticismo, novecentismo, modernismo. Pero se lee con el interés de una novela o se lo admira como un gran fresco cuyas grandes líneas van demarcando la identidad de un país. Desde cualquier ángulo que se mire el fresco, desde cualquier página que se acceda a su libro, uno percibe siempre la unidad del conjunto: la aventura de una cultura cuyos momentos creadores de ningún modo resultan ser fragmentos o retazos dispuestos dentro de un "collage" azaroso. Aunque Ud. señale algunos momentos de ruptura, siempre predomina la continuidad de una historia, la voluntad de una realización colectiva, el alma de un país.
"Pero esta vida macroscópica del fresco, no impide que se la descubra también en los detalles, en las escenas fugaces, la pintura de los personajes, sus obras, sus vicisitudes.
"La técnica de la minisemblanza, el dibujo rápido, casi periodístico, de obras y protagonistas, todo eso está encarado con objetividad y "esprit de finesse". Un arte de escuela flamenca hay en este libro donde el conjunto es tan preciso como el detalle microscópico. Y donde la gran imagen de un período está remitiendo a la pequeña anécdota o a la breve frase citada de un libro, y a la inversa. Las dos dimensiones se alimentan mutuamente, manteniendo ambas su individualidad. Excelente arte hermenéutico no muy frecuente en la ensayística hispanoamericana.
"Ud. ha tenido el mérito de haber podido volcar en su obra una actividad literaria de años, un saber histórico inmenso. Al cabo de los años uno acumula, con frecuencia, peso muerto, hojarasca, páginas circunstanciales. Escribir es un ejercicio de despojamiento. Ese no ha sido su caso. Ud. acumuló un material selectivo que, con el paso del tiempo, siguió vivo: la prueba es el esplendor de la mayoría de sus páginas en las que se advierte, además, la maestría de un escritor de primer orden. No vacilo en afirmarlo enfáticamente: su estilo es brillante, vivaz, transparente, nada ampuloso ni grandilocuente, de trazo firme, severidad intelectual pero no menos apasionado. Estilo de ensayista sin pelos en la lengua, tentado por el tono polémico o agresivo (sobre todo si se trata de algún país vecino) pero sin caer en él porque priva siempre la mesura o porque le interesa más la verdad que ridiculizar a un adversario. Páginas como las de los dos primeros ensayos sobre Casaccia son memorables. Y tantas otras.
"A propósito de su saber histórico. Es sencillamente apabullante: fechas, nacimientos, muertes, parientes de los protagonistas, relaciones, aniversarios, fechas de ediciones y reediciones; un prodigioso ejercicio de la memoria que se confunde con el trabajo de la inteligencia y la voluntad de comprensión de lo particular insustituible, que no puedo dejar de comparar con nuestro Dr. Pedro Henríquez Ureña. Él era así: su erudición no era un material adventicio sino un modo de dar más color y sabor a la vida. Lo mismo se advierte en Ud. Sus datos no juegan al azar sino que siempre ordenan un contexto, hacen nítida una relación para mayor comprensión y vivacidad del cuadro cultural. Nuevamente: no hay de ninguna manera en Ud. una idolatría del dato sino un acto de amor por el hecho particular, la fidelidad a una vida rica y ejemplar que Ud. quiere salvar de la marea del olvido. El olvido: ese enemigo mayúsculo del espíritu, de la toma de conciencia de una identidad perdurable. El olvido, ese compinche de la neo-barbarie.
"Uno advierte que su hermenéutica tanto histórica como literaria es objetiva pero no inerte, es tanto puntillista como omnicomprensiva. Se cuida de no caer en las trampas del subjetivismo, la ideología, el resentimiento aldeano, el pueblerino culto al héroe, o el artificial
engorde de acontecimientos comunes. Hay una notable mesura en sus trazos, aun cuando no ahorre comentarios intencionados sobre los prejuicios cristalizados de una historiografía egolátrica o perezosa. Quiero decir nuevamente que detrás de su metodología cuidadosa hay, sobre todo, un acto de amor a un pueblo, una fidelidad vigilante a su destino que Ud. Quiere comprender y enaltecer...
"No se me oculta la dignidad de la intención: el que su obra contribuya a una autoconciencia paraguaya de la propia identidad a lo largo de una historia de sufrimiento, orgullo y ensimismamiento. En sus páginas se advierten tres grandes llamados: el primero responde al afán de que el habitante de esas tierras no vuelva la espalda a los ricos contenidos de su cultura; el segundo responde a la necesaria inserción americana de su identidad espiritual, y el tercero a su inserción universal. Estas tres vocaciones transitan permanentemente por el libro de modo ejemplar y lo convierten en un producto noble, un acto de creación, un ejercicio iluminativo. Y sobre todo, inscriben su nombre, estimado Dn. Raúl Amaral, en la tradición de los grandes humanistas preocupados por el destino de nuestra América".
Victor Massuh - (N. de la D.: El Prof. Dr. Víctor Massuh es un eminente filósofo argentino y un pensador de prestigio en nuestra América. Ha sido, además, embajador de su país en la UNESCO.)
EXPLICACIÓN
Los temas propios de este libro están vinculados a una idea de conjunto que ha procedido de las investigaciones culturales y bibliográficas emprendidas por el autor desde casi cincuenta años a esta parte. Esto quiere significar que ellos siguen una línea de unidad que en definitiva habrá que comprender todo el proceso de la cultura nacional o, cuanto menos, su evolución moderna.
Aunque los estudios incluidos aquí corresponden a épocas distintas se ha considerado oportuno reunirlos no de acuerdo a un orden cronológico que permita agruparlos conforme al tiempo en que fueron redactados, sino en capítulos que se refieren al quehacer de esta cultura, a su lento pero efectivo transitar por límites de creación, en lo que hace a su vecindad rioplatense y a su proyección hispano-americana.
En la mayoría de los casos estas páginas incorporan de preferencia a determinados autores por sobre aquellos nombres cuya justificación podría encontrarse, más que nada, en la perdurabilidad de su tarea histórica. Pero no por ello ha de considerárselos fuera de ese proceso, ya que su ausencia determinaría un verdadero vacío, difícil de explicar por su misma trascendencia.
El sector destinado a Los Precursores incluye a Ruy Díaz de Guzmán y al Dr. Francia no porque pudieran haberlo sido de la subsiguiente etapa dedicada al Romanticismo, sino porque sus antecedentes los ubican como antecesores en el hacer de una cultura que después de ellos comenzaría a advertir los síntomas de una aleación no drástica pero sí efectiva, aún en pequeña escala por entonces y hasta poco después.
Los aportes alusivos al ROMANTICISMO propiamente dicho se inician con el emprendimiento cultural de don Carlos Antonio López, desde la fundación del aula de Filosofía y la aparición de la revista LA AURORA hasta el reintegro al país de las hermanas Speratti, pasando por la actuación de algunos escritores que en mucho no superaron la línea del siglo XX.
Entre los maestros nacionales que condujeron el avance de toda una generación debe citarse, indudablemente, a Cecilio Báez, titular de la famosa y aún no del todo desentrañada polémica histórica de octubre de 1902. Importa señalarlo, además, por no haber sido -a pesar de aquellas circunstancias y porque razones de época se lo impedían- antes que un novecentista nato, su más firme orientador hasta la quiebra generacional ya mencionada.
En cuanto a la proyección del NOVECENTISMO, bien se sabe que aunque su trayectoria se inicia con los albores del siglo, la prolongación de su influencia llega hasta las vísperas de la guerra del Chaco, suceso éste que corta en dos la vida paraguaya, terminando con ese conflicto la vigencia de una modernidad iniciada en la posguerra del 70.
La presencia de varios de sus integrantes, a través de rápidos apuntes, anticipa los capítulos que les estarán destinados en la segunda parte de esta obra, complementándose así la interpretación de un mismo proceso de cultura por medio de sus nombres más representativos.
La parte dedicada a la evolución del Modernismo toca igualmente la actuación de escritores de militancia definida en ese movimiento y en años distintos, según es el ejemplo de Fariña Núñez y Ortiz Guerrero, que participaran de los comienzos, el primero, y de los tramos finales el segundo, simbolizando a la vez dos posiciones: la de captación externa, por un lado, e interna por el otro.
La prosa que trata del insoslayable testimonio de Facundo Recalde sobre Ortiz Guerrero, volcada en páginas tan lejanas como olvidadas, tiene su continuación en el capítulo siguiente en el no menos valioso de Oscar Ferreiro respecto de Herib Campos Cervera, quien se iniciara como poeta modernista pero cuyo carisma (de acentuación personal) y cuya obra pertenecen a la promoción denominada "del 40", no obstante su notoria diferenciación cronológica.
Se cierra la serie con OTRAS PÁGINAS, que por cierto no corren separadas sino virtualmente unidas al conjunto. En tal sentido conviene aclarar que los trabajos relacionados con don Arturo Alsina y con la novelística de Gabriel Casaccia, han servido de prólogo a dos obras totalmente agotadas y puestas bajo el sello editorial ya desaparecido.
Y como de acuerdo al refrán "los últimos serán los primeros", quedan para el final las palabras que conforman la INTRODUCCIÓN, la que no pretende ser más que un anticipo del desenvolvimiento de esa evolución y de las consecuencias que tuviera en etapas posteriores, más próximas a nuestro tiempo.
Este libro, en su serie inicial, quiere simbolizar el compromiso del autor tanto con la historia como con la interpretación teórica del proceso cultural estudiado, de cuyos tramos actuales y a lo largo de más de cinco décadas ha creído ser, antes que testigo indirecto, actor de un emprendimiento cuya vigencia todavía dura. Por ello puede afirmarse que estas páginas no comprenden una especie de "paseo arqueológico" por las edades muertas de nuestras letras, sino la recreación de varios de sus fragmentos. .
Conviene aclara también que ESCRITOS PARAGUAYOS debe su título a la voluntad intransferible de haber sido pensado y redactado en el Paraguay, con el espíritu orientado hacia el destino de esta comunidad nacional, de la que el autor se considera tan antiguo como indoblegable servidor.
(rl.al.)
Isla Valle de Areguá
28 de julio de 2001.
INTRODUCCIÓN A LA CULTURA NACIONAL
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Los fundamentos teóricos de estos trabajos tienen lejanos orígenes: deben señalárselos a partir de diciembre de 1954, cuando el autor logra esbozar, desde su residencia aregüeña de Isla Valle, los primeros lineamientos, por entonces circunscritos a la evolución propia de la literatura nacional. Más tarde y desde 1968, aquéllos quedarán notoriamente ampliados al sumárseles capítulos que se relacionan con las bases históricas, sociológicas y educacionales de la cultura paraguaya.
Con el correr de los años y la parcelación de las épocas por las que los mismos fueron atravesando se logra un más seguro ajuste, el que permitirá, a la vez una adecuada separación entre lo meramente expositivo de un Curso -que a eso estuvo destinado el plan 1969-1970 y el trazado de un esquema previsto para integrar la estructura de un libro.
Tales elementos pasarán después a reunirse en tres capítulos, con sus correspondientes subdivisiones, sin que esto signifique la pérdida de la unidad de conjunto.
Debe advertirse por igual que esas particiones temáticas no responden a una disposición caprichosa sino al propósito de orientar el proceso de la cultura nativa hacia más amplios niveles (región, continente) dentro de un orden referido a las esencias universales.
A ese respecto se hace necesario aclarar que los ensayos ofrecidos con anterioridad por otros autores están lejos de justificar la verdadera imagen del país, ya que ellos se han manifestado a través de pautas de no difícil delimitación, pero a los que por lo común suele soslayárselos en beneficio de un menor esfuerzo, que casi siempre traduce resultados de copia.
No escapa a la atención del autor, ni a su mismo interés como investigador, la circunstancia de que al iniciar este trabajo con los precursores y con el romanticismo habrían de quedar en la sombra vastas zonas que abarcan desde el MUNDO GUARANÍTICO -de suyo ineludible- hasta la realidad de la Colonia primero y de la Independencia después.
En este caso se ha preferido acudir a especificaciones más accesibles, no tan aquejadas de historicismo, aunque no menos urgidas de aclaración en lo particular. Quedan comprendidas como tales -no estará demás recordarlo- aquellas que puedan ofrecer elementos más aproximados a una interpretación que trascienda las fronteras geográficas o políticas y que consiga poner al Paraguay en trance de superar su antigua retracción, en cuyos resultados lo mediterráneo apenas si juega un papel secundario.
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Es así que romanticismo, aunque la aparición temporalmente tardía por causas no exentas de explicación -justificativos aparte- a lo largo del accidentado proceso de esta nacionalidad, podría servir de punto clave para una definición que sobrepase los límites naturales y las restricciones observadas en su propia trayectoria.
Se trata de saber qué vínculos o qué desencuentros han unido o separado a los integrantes de ese agrupamiento del quehacer de otras nucleaciones románticas de nuestra América, partiendo de las más cercanas. Y qué es lo que, en resumen, ha anudado o distanciado al romanticismo paraguayo de los que a su hora surgieran en la Argentina o el Uruguay.
Si bien este capítulo romántico -en su rigurosa acepción- se detiene en los lindes del 900, habrá que reconocer la supervivencia de una prolongación posromántica que, demorándose en una época distinta y con diferenciación de personas y matices, se mantendrá hasta 1915, aún cuando en una valoración comparativa externa esto pudiera representar un flagrante anacronismo.
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El NOVECENTISMO, por su lado, muestra no meras fórmulas escritas, ni simples expresiones propias de los finales del siglo -ya que por su misma índole estaba en el deber de asumir ciertas actitudes de rebeldía juvenil sino todo un tiempo de actuación, en el que figuran incluidos el estilo y los modos de una época determinada de la vida nacional o, en último término, de la ciudad-capital, convertida en obligado puerto de cultura.
Y de idéntica manera a cómo el romanticismo asume continuidades a primera vista truncas (neoclasicismo y pre-romanticismo, entre ellas) la tarea de ese novecentismo abarcará
expresiones de variada conformación que comprenderá, en un mismo nivel, a las de carácter fragmentario y a aquellas que desde un principio permanecieran incompletas.
Varias corrientes y no desdeñables movimientos se descubren, así, durante el predominio novecentista -dentro del cual será posible distinguir sucesivas etapas- en relativa contradicción con la actualidad en que se expandía, si bien puede admitirse que se trataba de influencias que corrían por debajo del cauce real, sin desplazarse ni desprenderse de él.
Es por eso que en el ámbito mismo del 900, como no ocurriera en otras latitudes de nuestra América, tiene lugar a la vez, en lo literario: el posromanticismo, el premodernismo, el auge modernista propiamente dicho -uno detrás del otro-, y en el aspecto doctrinal o del pensamiento: el Krausismo español, el positivismo y las primeras reacciones pragmatistas, vitalistas, metafísicas y espiritualistas, en un tramo de tan sólo treinta y cinco años (1900-1935).
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Desgraciadamente, tampoco de esa que hemos denominado PROGRESIÓN DIALÉCTICAhabrán de extraerse signos de una corriente única, y tanto es así que el MODERNISMO consigue proyectar su ascendiente hasta un lustro después de la guerra del Chaco, cuando empezaban a asomar tímidamente algunas tendencias innovadoras si bien no en una plena exaltación VANGUARDISTA, como se ha dado en suponer.
En su contorno se mueven por igual el POSMODERNISMO y un condicionado intento de poesía social que nace, reiterando la paradoja, con el tercer agrupamiento modernista, en los alrededores de 1915, y no con lo que después fue la “vanguardia literaria”, de limitadas proporciones, ya bastante avanzada la década del 40. Iniciadores de la primera han sido: Angel I. González, desde el librepensamiento, y Leopoldo Ramos Giménez, desde una actitud libertaria de inspiración vernácula y sentimental. En cuanto a la segunda, no estará demás agregar la comprobación aquella de Oscar Ferreiro cuando recordaba que en pleno 1946 se leía aquí, como novedad traída por Herib Campos Cervera, el añejo CREPUSCULARIO de Neruda.
Curioso resulta señalar que los núcleos promocionales que asistieron al nacimiento del tercer grupo modernista -identificado con la revista “Crónica”- y los posteriores de “Juventud”, que integran un cuarto y final- fueron reuniéndose en torno al novecentismo. En esa disposición de ánimo, que si no de aceptación era de acompañamiento, adoptaron, en no escasas ocasiones, sus gustos literarios, sus experiencias intelectuales y hasta su postulación histórica.
No hubo entonces polémica alguna que pudiera crear un rumbo generacional, ni la proposición de una reforma de fondo -siquiera en el ámbito educativo universitario- que a su vez aireara o modificara los ideales del novecentismo, que a esas alturas algunos desgastes habían sufrido. Todo se redujo a proseguir o adoptar los encauces propios de una evolución en declive. Esto se observa con facilidad en el terreno de la literatura y hasta tiene su explicación concreta en el hecho de que el primer grupo modernista, es decir, el que inicia el modernismo, parte del propio novecentismo (1901) y configura uno de sus más importantes experimentos generacionales.
Pero en el sector de las ideas no ocurre lo mismo porque comienzan a delinearse en él ciertas posiciones que, si bien no se muestran antagónicas, tampoco lo serán de plena concordancia. Éste y no otro es el motivo por el cual no pueda ser reconocida como típicamente modernista una exclusiva etapa literaria, sino -y ese es el caso del novecentismo todo un movimiento que se inicia con las primeras señales del POSMODERNISMO -convertido en MUNDONOVISMO por algunos poetas significativos- desde 1920 en adelante y que confina en la ruptura que produce la posguerra del Chaco.
Lecturas de Maeterlinck y Boutroux (con anterioridad se había producido el impacto de Bergson) singularizan a esta época, que terminará recalando en las difundidas meditaciones de Ortega y en el historicismo de Croce. En lo que a las letras alude, las preferencias se dirigirán hacia una línea que va de Baroja a Lorrain, en prosa, y de los modernistas rioplatenses (Lugones, Herrera y Reissig) a algún lejano mundonovista como el mexicano González Martínez, en poesía. Esto no implica dejar de insistir en la aclaración -que aquí mismo se formula- de que en cuanto a creación el modernismo no retrasó su arribo al Paraguay, teniendo en cuenta que su influjo se extiende hasta la muerte de Rubén Darío (1916) y mucho más allá, como lo indica Max Henríquez Ureña, pues habría de verificarse con el “precursorato” (y en su caso, magisterio) de Goycoechea Menéndez, López Decoud y Domínguez, desde 1901, y con los poemas declaradamente modernistas de Marrero Marengo, Toranzos Bardel, Freire Estéves y Roberto A. Velázquez, entre 1904 y 1907.
De tal manera se demuestra, que el advenimiento del modernismo se produce doce años antes de la aparición de la revista “Crónica” y a sólo cuatro de la edición de CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA, de Darío, y LOS CREPÚSCULOS DEL JARDÍN, de Lugones, ambos de 1905.
Mas, si romanticismo y modernismo pueden representar etapas sobre cuya definición no existen dudas por su carácter de expresiones literarias -puesto que no han sido más que eso no pasa igual cosa con el novecentismo, que, en cambio, comprende todo un ciclo, tributario a su vez de otro sumamente extenso, que ya hemos dimensionado y que abarca nada menos –no está demás repetirlo- que la marcha corriente de treinta y cinco años, superando en mucho hasta el propio ciclo vital de varios de sus componentes.
Aún así será preciso recalcar que la coexistencia -un tanto paradójica- con modernismo y posmodernismo -el primero de ellos, como hemos visto, generado en sus entrañas-, no se debe a simple casualidad sino a su propia y extensa condición de MOVIMIENTO.
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El recuento respectivo finaliza en 1935, admitiendo su prolongación a un lustro más tarde.
Porque en lo que a esa fecha atañe, habrá que decir que no es sólo la vida institucional del país la que ve interrumpida su continuidad.
Se trata nada menos que del resquebrajamiento de un mundo -especialmente en el orden político, económico y social- venido del desconcierto de la posguerra del 70 y de las ilusiones originadas en la panacea constitucional (el cumplimiento estricto de la Constitución, por otra parte de inspiración foránea, que por arte de magia conjura o resuelve todos los problemas) no pudo alcanzar, por acto de simple existencia como suponían los románticos y sus inmediatos sucesores -encandilados por los modelos norteamericano y argentino- a la contención de desbordes y a la solución de las contradicciones que la vida misma crea, en forma de anticuerpos enquistados en su propia sociabilidad. Manifestado esto a nivel de los que en distintas épocas se han autodenominado hombres prácticos, para quienes la única teoría aceptable era la que emanaba de la Carta Magna, a pesar de que en no escasas oportunidades ella fuera ignorada o violada a sabiendas -por razones igualmente prácticas- y no obstante estar presente en las invocaciones públicas de los mandatarios juramentados para respetarla.
Incluso ese “constitucionalismo” se transformó en una rama casi poética del Derecho cuando uno de sus más eminentes maestros, el doctor Manuel Domínguez, tuvo que ir a compartir “con las alimañas del Chaco” -según expresara don Arsenio López Decoud- sus fervores por aquella disciplina, aludiendo, sin eufemismo alguno, a un confinamiento sufrido, con ese motivo, por el mencionado pensador novecentista.
Por supuesto que no ubicamos allí, en la atmósfera propicia a los escarceos de los hombres prácticos, a aquellas mentalidades doctrinarias que, sin mucho éxito pero con indudable entereza moral, actuaron a través de esos setenta años esquivando, en no pocos trances los asedios de una política basada en el ejercicio del MBARETÉ, y avituallada o alimentada hasta en las mismas filas a que aquellos pertenecían.
Esos nombres -desde luego que sin desmedro de otros- pueden ser salvados de la indiscriminación común por haber sido los encargados de rescatar, en momentos dramáticos, el ideario de un Paraguay capaz de evidenciarse con respecto de las respectivas procedencias partidarias, sin necesidad de atizarlas o enfrentarlas.
La lista que a ese propósito y ciñéndose a rigurosa cronología, podría trazarse no resultará muy extensa, aunque sí selecta, de acuerdo al siguiente orden: Juansilvano Godoi, José Segundo Decoud, Cecilio Báez, José de la Cruz Ayala (“Alón”), Manuel Domínguez, Fulgencio R. Moreno, Blas Garay, Gualberto Cardús Huerta, Juan E. O’Leary, Eligio Ayala, Ignacio A. Pane, Ricardo Brugada (h), Lisandro Díaz León, Juan Stefanich, Federico García, Adriano Irala, Pedro N. Ciancio, Pedro P. Samaniego, Anselmo Jover Peralta, Justo Prieto y Natalicio González.
Un giro sin precedentes, no por cierto un tímido paliativo reformista, tendría que haberse producido irreversiblemente como consecuencia de la inevitable mutación de valoraciones universales, a las que el país no había podido permanecer ajeno. Todo un mundo de grandezas y apariencias (cuyo desgaste ha desmenuzado Gabriel Casaccia en sus novelas) amenaza derrumbarse sin remedio. Es que, por nueva y terrible paradoja, la victoria de la guerra del Chaco se convierte en derrota para quienes la orientaron y condujeron. Desde aquellos tiempos la vida nacional ha de ser otra y es por eso que el Paraguay se ve en la situación de asimilar también aquella experiencia, la que a su vez pasará a tener distintos lineamientos y un diverso destino.
Para mal de los males tres de esas mentalidades de excepción -por lo que fueron- que hubieran podido llevar el proceso a buen fin, cada cual desde sus distintas posiciones, desaparecieron jóvenes aún, en un lapso de apenas trece años (1920-1933): Ignacio A. Pane, que murió a los 39, en pleno prestigio intelectual y lucidez teórica; Eligio Ayala, a los 50, después de haber desempeñado la presidencia de la República con un afán sólo comparable al de don Carlos Antonio López, y Adriano Irala, a los 40, cuando no terminado su brillante liderazgo universitario y patriótico, cae vencido por enfermedad contraída en la contienda chaqueña. Las anteriores y lejanas frustraciones podrían llamarse: Blas Garay (1899) o Carlos García (1906).
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Regresemos a nuestro planteamiento para señalar que varios de los escritores que accedieron al modernismo entran en eclipse sin que quienes les suceden logren mantener el ritmo heredado. Todo lo que tiene lugar a partir de 1940 habrá que medirlo con materiales adecuados y con infinitas precauciones, porque ya no se trata de desentrañar las particularidades que se insinúan intramuros, sino esas otras que vienen impactando desde el desenlace de la segunda guerra mundial.
Es en relación con esas comprobaciones que nos afirmamos en la idea de no insistir en la primacía de aquello que pueda presentarse como telúricamente remoto.
En tal sentido nuestra posición se asienta en dos razones:
1) Los designios nada claros de algunas normas en boga y de dudosos orígenes o intenciones;
2) El intento de no avanzar -momentáneamente, se comprende- sobre aquellos sectores que todavía son del dominio de la etnografía, la antropología o la lingüística, consideradas en su capacidad deductiva o analítica y junto a las cuales el exclusivo matiz literario carece de la imprescindible riqueza documental y de antecedentes bibliográficos confiables.
Aun aquellas especialidades (de alguna manera hay que denominarlas) que, como en ese caso, se hallan en nuestro medio en su frase experimental -a pesar de una insoslayable tradición- no resultan del todo útiles, por ahora, para explicar su cometido por aleación con la literatura, en un campo cultural que sigue persiguiendo la urgencia de saber cuáles han sido, o son, sus bases esenciales.
Tampoco resultaría lógico dejar de lado, para una compulsa más o menos exhaustiva, los estudios de profesionales o autodidactos -éstos en mayoría- en una perspectiva no superior al medio siglo. Pero habrá que extremar los cuidados al respecto, con vistas a una ampliación del panorama, pues faltan datos concretos y formulaciones ciertas, tanto como ediciones o reediciones de textos que permitan aventurarse a modificar programáticamente una historia cultural que ha fincado su más celebrada perdurabilidad en las inseguridades de la versión oral.
Los testimonios surgidos de documentos fundacionales y los imprescindibles de los Padres jesuitas -a quienes no se ha rendido la debida justicia- no bastan.
Es preciso ahondar un poco más porque para el HECHO DE LA LITERATURA, considerado como tal, no ha de servir cualquier explicación que pudiera destinarse a procesos culturales con otro desarrollo.
Debemos asimismo ajustar nuestra visión, preparándonos para un lento y cuidadoso ingreso al mundo vernáculo, sin especulaciones de sabor
Pytaguá- simuladamente en augepara así poder ofrecer un recuento completo y veraz desde la prehistoria, si fuera posible, pero apartando de la cultura propiamente dicha lo que corresponde a otras disciplinas.
Y nos asiste la sospecha que a corto o largo plazo tendremos que hacerlo, no para regodeo íntimo, ni para seguir contemplando absortos nuestra airosa fragata intelectual anclada en el angustioso espacio de una botella (de acuerdo a los cánones de la artesanía marinera) sino para proyectarla, externarla y establecer su conexión con los respectivos períodos de dentro y de fuera, a fin de reconocer su raíz americana y brindarle el derecho que tiene a una ciudadanía universal, más en consonancia con estos tiempos que los desahogos de un cosmopolitismo vacío e inadaptable.
Mientras tanto no debemos silenciar los aportes, de León Cadogan, Natalicio González, Anselmo Jover Peralta y Gumersindo Ayala Aquino, dignos continuadores del grupo precursor que integraran Domínguez, Gondra, O’Leary, Pane, Rosicrán, Osuna y Guillermo Tell Bertoni, por no aludir sino a los más representativos.
Como desde 1940 en adelante la realidad en que el país se ha movido adquiere otras tonalidades -bien que distintas, por cierto- procedemos a clausurar en aquella fecha el tiempo de esta Introducción, que en última instancia no pretende ser más que eso. Además, los tramos siguientes a ese año entran ya en nuestra contemporaneidad, son parte de nosotros y en esa condición no nos sería posible tratarlos con objetividad, ni con la apropiada amplitud de espíritu y la necesaria perspectiva histórica.
Y porque es cosa ardua la imparcialidad, tendríamos que mezclar los juicios críticos con las preferencias personales, antes de llevarlos a una distancia mayor que la distinga de la pasión doméstica. ¡Y quién sabe si ésta terminaría siendo todo lo apropiada y útil como para merecer la atención del lector de nuestros días!
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La interpretación doctrinal -vinculada al país- que implícitamente se manifiesta en estas páginas, tiende a favorecer el concepto de que es preciso presentar a la cultura paraguaya en toda su dimensión, sin olvidar la misión americana que le es consustancial.
E insistimos, una vez más, en la idea de que el plan ha sido concebido con el propósito de informar para formar, regla de oro de toda buena pedagogía, aunque aquí lo pedagógico quede reducido a la intención de ordenar y sistematizar conocimientos, más que a imponer una norma o trazar el camino de esta o aquella enseñanza.
En el cumplimiento de esa función confesamos que no nos ha interesado la presencia de algún interlocutor en abstracto, sino la del “hombre de carne y hueso” (como quería Unamuno), que aunque anónimo, indiscriminado y hasta sin rostro aparente, procura -sin que nosotros muchas veces lo sepamos- arribar a la terra incógnita de una cultura que cuenta con más de cuatro siglos de existencia, pero que tiene como haber a cubrir esta quemante situación: que más es lo que se ignora que lo que se sabe de ella.
(1984)
RAÚL AMARAL (Veinticinco de Mayo, R.A. 5-XII-1918 – Asunción 3-XII-2006)
APUNTES BIOGRÁFICOS
Investigador, ensayista, poeta y maestro, Don Raúl Amaral fue el escritor paraguayo que armonizó perfectamente su talento poético con la tarea del investigador veraz y riguroso.
Asumió esta responsabilidad con rigor científico y ética profesional inclaudicables.
Nace trillizo y sietemesino en Veinticinco de Mayo, provincia de Buenos Aires el 5 de diciembre de 1918.
Empujado por los avatares políticos llega a nuestro país, el 7 de octubre de 1952. Sin embargo, este escritor y periodista argentino, será paraguayo por adopción, mucho antes de que la Corte Suprema de Justicia con el voto unánime de todos sus miembros, le concediera la ciudadanía paraguaya, el 16 de julio de 1993. Es éste un acto de justicia a su perseverante trabajo intelectual, aporte valioso a la historia, la cultura y la educación paraguaya.
En su ciudad natal hace sus estudios primarios.
Luego, en La Plata, completa su carrera de maestro y profesor de Letras de nivel secundario y universitario. Ejerce con verdadera satisfacción la docencia en zonas rurales bonaerenses y actúa en el periodismo platense antes de abandonar definitivamente su país.
En el Paraguay, su auténtica vocación de maestro le lleva a dictar cursos en escuelas normales y otras instituciones de Asunción, Encarnación, Eusebio Ayala y Coronel Oviedo.
Igualmente, es profesor (por varios años) en colegios secundarios y universitarios de nuestra ciudad capital. Como bibliotecario profesional, desempeña los cargos de asesor bibliográfico de editoriales, funcionario técnico y jefe de la Biblioteca Nacional, director general de Archivos,
Bibliotecas y Museos de la Nación, jefe de seminario de la Universidad Nacional, y encargado de cátedra de la Universidad Católica.
En 1989, da curso teórico y práctico de literatura paraguaya a nivel docente, especialmente para profesores de las ciudades del interior del país y desde entonces fue asesor del Centro de Estudios de Lengua y Literatura Castellana (CELELIC). Entre sus numerosos proyectos tiene uno de "Cultura itinerante" con miras a extender la cultura literaria más allá de la capital del país.
Dictó numerosas conferencias y seminarios sobre diversos temas por él investigados. De la misma manera escribió artículos periodísticos y ensayos en revistas, periódicos, suplementos culturales de nivel nacional e internacional.
Se dedicó durante décadas a profundizar el estudio del Novecentismo y Romanticismo en el Paraguay.
Declarado admirador del dos veces presidente argentino Hipólito Yrigoyen y discípulo de Gabriel Del Mazó (1898-1969) y Leandro Alem (1842-1896), localmente adhiere al pensamiento político de Eligio Ayala (1878-1930) y Juan León Mallorquín (1882-1947).
Sin embargo, por el énfasis que ha puesto en la defensa de la causa nacional, es considerado discípulo del escritor paraguayo don Juan Emilio O'Leary y continuador de su obra.
Publica sus libros "EL MODERNISMO POÉTICO EN EL PARAGUAY" (1982) Y "EL ROMANTICISMO PARAGUAYO" (1985), y este último obtiene en 1985 el Premio Nacional de Literatura "La
República" siendo editada, en una segunda versión corregida y aumentada, en 1995, con el título de "LA LITERATURA ROMÁNTICA EN EL PARAGUAY". Ambos son el resultado de una minuciosa investigación documentada y constituyen importantes contribuciones para la literatura del país.
Publica sus poemarios "LA SIEN SOBRE AREGUÁ" (1983) y "EL LEÓN Y LA ESTRELLA" (1986).
El primero, inspirado en los recuerdos y afectos entrañables hacia Areguá y su gente sencilla.
Otras publicaciones del autor son: "BREVIARIO AREGÜEÑO DE GABRIEL CASACCIA", crítica literaria (1993); "ESCRITOS PARAGUAYOS" (1994/ 2003), la última edición en dos tomos; "LOS PRESIDENTES DEL PARAGUAY: CRÓNICA POLÍTICA" (1994); "ANTECEDENTES DEL NACIONALISMO PARAGUAYO" y "EL GRITO DE PIRIBEBUY" (1995); Es coordinador de la “monumental obra” –como la calificara José Vicente Peiró– “POESÍA DEL PARAGUAY” (2001). En el 2006 publica EL NOVECENTISMO PARAGUAYO.
A la desaparición del autor, quedan inéditas “ANTOLOGÍA DEL NOVECENTISMO PARAGUAYO”, "LA FILOSOFÍA PARAGUAYA", “LA LÍNEA Y EL ROSTRO” y otras varias obras. Dejó un tesoro documental en monografías, correspondencias literarias con Viriato Díaz Pérez, 50.000 fichas bibliográficas, etc.
Casado, una hija, tres nietos y numerosos sobrinos y ahijados y amigos, fue don Raúl Amaral, el investigador, el poeta, el ensayista que estuvo siempre al servicio de la vocación esencial de ser un maestro.
EL ADIÓS A RAÚL AMARAL - LUIS MARÍA MARTÍNEZ
El pasado domingo falleció en Asunción el historiador de nuestras letras, Raúl Amaral. Con su trabajo paciente, ordenado, riguroso, consiguió que hoy fuesen conocidos y admirados muchos de los intelectuales que han permanecido ocultos, olvidados, marginados, mal comprendidos, generalmente por razones políticas.
En sus exequias se han pronunciado sentidas palabras de agradecimiento por su prolongada labor –extendida hasta el instante final de su vida– centrada en el rescate de los auténticos valores literarios y artísticos reunidos en lo que se dio en llamar la generación del 900. Por el juicio crítico de Amaral pasaron los principales movimientos literarios del país, en los que halló nuevas aristas que los iluminan. Con su muerte, el país pierde a un gran hombre, a un gran intelectual.
Podemos afirmar con muchísima razón que don Raúl Amaral, insigne polígrafo e investigador cultural, parte hacia el recuerdo o hacia la posteridad tras el deber cumplido. Lo expreso en representación de la Sociedad de Escritores del Paraguay.
Fue el más serio y encumbrado investigador de la generación del 900. Aquella que trató de reanimar con hálitos de vida a la patria caída en 1870 en la más horrenda postración.
Generación que reivindicó a héroes y combatientes de la Gran Guerra de la resistencia patria.
Desde “la noche antes”, sus componentes, se sabe, se erigieron en resucitadores-guías de la nación caída como en un despeñadero. Fueron precursores del patriotismo de verdad y primeros representantes de la intelectualidad virtuosa, romántica y racional en los caminos del porvenir, cuya tarea nunca ha de acabar.
Se dijo de don Raúl Amaral que fue escritor paraguayo nacido en la Argentina. Y es verdad. Llegó prácticamente en la década del 50 (siglo XX ) cual peregrino, sólo con su morral de ensueños. A poco agitó y desempolvó viejos impresos que a nadie había llamado la atención. Se hizo investigador y se avino al papel de archivero mayor de la República. Insufló vida nuevamente a hojas muertas o carcomidas por la acción del tiempo con la enjundia de su interés. Fue así amanuense de la historia desatendida y exánime del país. Poco hace que ganapanes minúsculos de la política anacrónica y funeraria de nuestros días, parceláronle suma insignificante a sus reales merecimientos. ¡Qué inaudito! ¡Qué lamentable acción de quienes decidieron ser nadie en los avatares de la nación! Victorioso representante de la intelectualidad laboriosa, el Maestro don Raúl Amaral deja imborrables huellas en los campos inevitablemente contradictorios de la cultura.
Le corresponde con toda justicia la máxima condecoración de la república heroica, aquella fecundada en el último bastión de Amambay, en Cerro Corá, por quienes habían llegado casi desnudos y sólo con el coraje, y que lo dice todo: “Venció penurias y fatigas”.
Por lo demás, ya reposa en paz y en la gloria nacional, este gran hombre nacional, que supo erigirse su propio pedestal.
HASTA SIEMPRE RAÚL AMARAL
PEN CLUB
Fue amigo de nuestro país hasta las últimas consecuencias porque dio todo de su enorme talento, de su afán de investigador, de su periodismo bien cultivado, y de su vasta literatura al Paraguay. Si bien nació en Argentina, en la provincia llamada 25 de Mayo, se hizo hombre de letras, literato, investigador, erudito, y figura pública en nuestro país. En los últimos días de su larga enfermedad, que lo tuvo postrado en el lecho por más de dos años, todavía escribía y publicaba libros. Me consta que, a pesar de su condición de enfermo, gozaba de una fuerza de voluntad ponderable. Cuando fuimos, hace muy poco tiempo, William Báecker, Luis María Martínez, Efraín Enríquez Gamón, Emi Kasamatsu y yo, a entregarle su pergamino de socio honorario del PEN Club, nos encontramos con un Raúl Amaral amigable, sonriente, de larga, entusiasta y brillante charla. Creo que él fue una de esas rarezas intelectuales que para fortuna de los novecentistas (a quienes estudió metodológicamente, haciéndolos conocer en toda su vastedad) echó raíces en nuestra patria.
Era un hombre infinito, y a la vez, tan humano. Lo recordaremos siempre a través de sus obras: La sien sobre Areguá, Escritos Paraguayos, El romanticismo paraguayo, Breviario aregüeño de Gabriel Casaccia, El Modernismo Poético en el Paraguay.
SE FUE AMARAL - VICTORIO V. SUÁREZ.
3 diciembre de 2006
Se apagó la sabiduría milenaria
montó la aurora y desató trenes
con esencia de lapachos
para llegar a Dios.
El día se esfumó en sus pulmones
sonrió con mucha añoranza
y tejió con su luenga barba
la nostalgia que nos quemará
perpetuamente.
Siempre será un pájaro
encendido en la distancia
de su mudez florecerán algodonales
tibios
y los arreboles del viento
nos recordarán que fue durante su vida
la carne de Aldebarán movida a tropel
de misterios y fulgurantes estaciones.
Se fue con el aroma de los cocoteros
en flor que adornan este diciembre.
Cruzó el límite
llevó consigo la sinfonía del Bardo Thodol
y el enjambre de luz que traspasa los muros
para colgar su vestidura en la plenitud
de las sombras que indefectiblemente llega.
Se fue, entero,
con su perfil maduro
y su piel de silencio
que nos enmudeció a todos.
EL ALIENTO A LA CRÍTICA Y EL ELOGIO - BEATRIZ BOSIO
Decimos un postrer adiós a un querido amigo, erudito profesor y prolífico autor. Sus trabajos cubrieron casi toda la gama de las Ciencias Sociales y nosotros recordamos con particular aprecio su contribución al pensamiento paraguayo y latinoamericano.
El Centro Unesco Asunción siempre contó con el profesor Amaral como un entusiasta colaborador desde su misma fundación. Fue también el profesor Amaral miembro y asiduo colaborador del movimiento multidisciplinario que congrega a las universidades de la Región bajo la denominación del Corredor de las ideas del Conosur. Su colaboración crítica dio inmensos frutos y su nombre está indeleblemente ligado al de su Paraguay adoptivo como un catedrático de renombre y un polígrafo de fuste.
Nos cupo con don Raúl Amaral compartir el Consejo Asesor de Cultura del MEC por varios años. Bajo su magisterio, hemos desplegado una fecunda labor y hemos dejado valiosos documentos de reflexión en los que plasmamos nuestra angustia por la debilidad institucional en el campo de la cultura, la ausencia de sólidas políticas culturales asociadas a políticas económicas y sociales, tan necesarias, y, al mismo tiempo, la preocupación por la banalización y, en algunos casos, politización de la cultura; siempre en la convicción de que la Salud, la
Educación y la Cultura no pueden ser mercancías.
Gracias, don Raúl, querido maestro, por la guía, el aliento, la crítica y el elogio.
DON RAÚL AMARAL NOS HA DEJADO - PEDRO GAMARRA DOLDÁN
Con él se cierra toda una etapa de investigación de las letras paraguayas.
Alguien dijo que era un escritor paraguayo que venía de la Argentina.
Llegó en 1952, a Encarnación, y pocos que lo conocieron en esos años hubieran imaginado lo que esta persona iba significar ética y estéticamente en nuestra cultura.
Si bien fue, por algún tiempo, Director de Archivos, Bibliotecas y Museos de esta república, o por unos años Agregado Cultural de la Embajada Argentina, la obra de don Raúl, se volcó en la prensa, la monografía, las conferencias, los libros, preferentemente.
Valorizó el novecentismo paraguayo, dándole un nombre y un sentido. Reubicó el romanticismo en el Paraguay, con una selección muy buena que lo refleja en sus pensamientos y sus escritos.
Fue polémico y polemista. Era un analista riguroso. Muy severo con lo que discutía. No admitía sobornos, ni elogios.
Era un investigador nato que iba a las fuentes. Muy poco de la obra de don Raúl es trascripción de opinión de terceros. Él llegaba al material inédito o a la interpretación eficiente, como un orador perseverante en su objetivo.
Sus investigaciones, sus datos, su banco de información, eran generosamente facilitados a quienes no tenían el mérito de búsqueda, o el tiempo para ello.
No transigió con gobiernos, ni personas de fuerza, de este continente. Era un anarquista humanista, que amaba la verdad de un tiempo seducido por la mentira.
Deja una esposa que le acompaña desde hace 33 años, en los avatares de la vida del intelectual paraguayo. Deja una hija y varios nietos, paraguayos, estos últimos.
Deja una obra vasta, rica y redifinidora de nuestra cultura. Deja mucho material inédito, que sus herederos y amigos verán no quede en el olvido.
(Algunas despedidas pronunciadas en Parque Serenidad – Lambaré – el 4-XII-2006)
***
AUTOEPITAFIO - RAÚL AMARAL
(Veinticinco de Mayo – R. A., 5-XII-1918 – Asunción, 3-XII-2006)
teólogo anarquista - 1
y agnóstico existencial - 2
vivió en Babia o en la Luna - 3
cual gorrión sentimental - 4
lo que brilla - 5
ciudadano paraguayo - 6
de su raíz ancestral - 7
invicto veinticinqueño - 8
transformó en aregüeño - 9
que dijo ser de Isla Valle - 10
llamado mbopí tuyá - 11
republicano sin fin - 12
fue admirador de Yrigoyen - 13
boina blanca - 14
discípulo de Del Mazo - 15
Leandro Alem - 16
viejo muchacho de FORJA - 17
fanático del Decano - 18
Cerro, dijo - 19
Imbatible pincharrata - 20
quien soñó, rozando el mito - 21
raro, distante y distinto - 22
ascendió al Cielo Animal - 23
perrito Pinto - 24
trillizo sietemesino - 25
Aldea Global - 26
Aquí está don amaral
viejo, cansado, sin bríos:
llegó con las manos limpias
y los bolsillos vacíos. - 27
1 - Lo de “teólogo” se refiere a su no consumado connubio con las Iglesias, a pesar de tener en su familia un abuelo seminarista, una tía abuela monja, muerta (presumiblemente) en “olor de santidad” y un primo hermano cura. “Teólogo anarquista” por aproximación administrativa hacia la vida y obra del gran escritor católico francés León Bloy (1846-1917) sobre quien tiene un ensayo inédito denominado: “El anarquista del espíritu santo”
2 - “agnóstico existencial” significa una toma de posición filosófica, esto sin negar sus aproximaciones ético-educacionales al Krausismo español, en particular al pensamiento de Don Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)
3 - “vivió en Babia o en la Luna”, lugares donde se ejercita la impracticidad vital.
4 - “cual gorrión sentimental” referencia a un verso del repertorio de Gardel, originariamente francés (Gardés)
5 - “lo que brilla”. Lo optimo, lo máximo, entre el Paraguay y la República Oriental del Uruguay, patria ésta de su mucha admiración. El tatarabueno materno del autor, Don José Julián Arriola (o simplemente Julián Arriola) fue uno de los más generosos donantes a la Cruzada de los Treinta y Tres Orientales, habiendo nacido en la provincia argentina de Santa Fe.
Oriental era también su padrino de bautismo, el Dr. Miguel Angel Mercader, exiliado de su patria por la dictadura de Máximo Santos. Se refugió en la Argentina, donde formó una ilustre familia de radicales. Su padrino de bautismo era oriental.
6 - “ciudadano paraguayo”. El 16 de julio de 1993 la Corte Suprema de Justicia, por voto unánime de sus miembros le otorgó la ciudadanía paraguaya tras 41 años de residencia continuada en el país.
7 - “de su raíz ancestral”. Su primer ascendiente materno llegó al Río de la Plata en 1538. Sus antepasados paternos residieron en el Paraguay a partir de 1758.
8 - “invicto veinticinqueño”. Habitante originario de la comarca de Veinticinco de Mayo, provincia de Buenos Aires, de cuya fundación, el 8 de noviembre de 1836, participó la familia de su madre. Su bisabuela materna fue la primera maestra y directora de escuela de ese lugar.
9 - “transformó en aregüeño”. En dos poemas, aún inéditos: “Transfiguración” Areguá es la representación subtropical de la llanura bonaerense y Veinticinco de Mayo el Areguá de esa región.
10 - “que dijo ser de Isla Valle”. El autor fijó residencia en la “compañía” de Isla Valle, a partir del 6 de mayo de 1954, consustanciándose con su ámbito y sus gentes. La denominación correspondería a “cuartel” o “distrito” en la provincia de Buenos Aires. El equivalente de Isla Valle sería “Martín Berraondo”, identificado por la estación ferroviaria de su nombre. Desde hace más de treinta años el autor fecha todos sus escritos en Isla Valle de Areguá, aunque ya no resida allí.
11 - “llamado mbopí tuyá”, denominación que en guaraní significa “murciélago viejo”, dada su condición noctámbula. El marcante o apodo pertenece a Doña Myriam de Amaral en relación con los prolongados insomnios ambulatorios de su marido.
12 - “republicano sin fin”. Pertenece a una definición doctrinaria, sin aditamentos partidarios, que comprende a los mencionados próceres del pensamiento político paraguayo: Eligio Ayala (1878-1930) y Juan León Mallorquín (1882-1947).
13 - “fue admirador de Yrigoyen”. Mención del por dos veces presidente de la nación argentina (1852-1933), derrocado por el atraco fascista-militar del 6 de setiembre de 1930. A su tendencia doctrinaria se le donominó: la causa nacional.
14 - “boina blanca”, símbolo popular que identifica a los radicales argentinos, en particular a los jóvenes.
15 - “discípulo del Mazo”. Mención del ingeniero Gabriel del Mazo (1898-1969), maestro del autor, uno de los líderes reformistas de la Federación Universitaria Argentina (1918), dirigente fundacional de FORJA (primera versión 1935-1940), y el que rescató en 1935 “el pensamiento escrito de Yrigoyen”
16 - “Leandro Alem”, (1842-1896). Referencia al fundador y primer doctrinario de la Unión Cívica Radical (1891). En realidad el apellido es de origen gallego y se escribe: ALÉN. Se ignoran los motivos por los cuales agregó una Nal finalizar el apellido.
17 - “viejo muchacho de FORJA”. Agrupación política (Fuerza de Orientación Radical Joven Argentina) fundada el 29 de junio de 1935 para rescatar el ideario del radicalismo histórico liderado por el Dr. Yrigoyen. El autor ingresó en julio de 1940, manteniendo siempre sus orígenes radicales. Al advenimiento del protoperonismo varios forjistas adhirieron a ese sector. Pero JORJA nunca fue oficialmente “peronista”, puesto que se autodisolvió el 12 de noviembre de 1945, dejando a sus afiliados en libertad para adoptar el rumbo que quisieran ante la nueva situación. Por eso el autor “no pasó a otra alforja y fue siempre radical”, como que lo era desde el 25 de noviembre de 1938 por su afiliación concretada en el Comité de la sección 2ª de La Plata y confirmada (enero de 1939) en el Comité Local de Veinticinco de Mayo.
18 - “fanático del decano”. Se llama así al Club Olimpia de Asunción fundado en 1902 por el ciudadano neerlandés Don William Prats.
19 - “Cerro, dijo”. Se trata del rival futbolístico a partir de 1912. Esta rivalidad es equivalente a la de Boca-River en la Argentina o a la de Nacional-Peñaron en el Uruguay.
20 - “Imbatible pincharrata”. Denominación locay y folklórica de los partidarios de Estudiantes de la Plata, fundado en 1915 en la ciudad del mismo nombre. El autor es “hincha” o fanático desde 1928, es decir, cuando tenía apenas 10 años de edad.
21 - “quien soñó, rozando el mito”. Alusión a Eduardito, su único nieto varón nacido el 29 de junio de 1986 y al sueño de que, tiempo mediante, logre ser presidente de la República del Paraguay en democracia y en libertad.
22 - “raro, distante y distinto”. Así suele tenérselo por lo común, no siendo “aristocrático” ni “populista”.
23 - “ascendió al Cielo Animal”. El autor cree que los animales, especialmente los domésticos, tienen un cielo aparte, sin pasos previos por el Purgatorio ni finales por el Infierno.
24 - “perrito Pinto”. Es el nombre de mi traductor, confidente y secretario... en cuatro patas, privilegio éste que, según el autor, uno ha logrado alcanzar. También responde al apodo de “Pintito” ( 19.XII.01, a los 16 y medio años de edad). (Ver: “Los pasos finales” en LA SIEN SOBRE AREGUA, 3ª. ed., su poema: “El viejo y su perro”)
25 - “trillizo sietemesino”. Juntamente con sus hermanos Samuel y Daniel nació el 5 de diciembre de 1918. Sus padres se habían casado el 19 de abril del mismo año.
26 - “Aldea Global”. El autor moteja de “siniestra y apocalíptica” para la especie viviente. La predicción de Marshall McLuhan, a quien califica, en guaraní, de “tarová tuyá”, o sea “loco viejo”
27 - Falleció en Asunción el domingo 3 de diciembre de 2006 a dos días de cumplir los 88 años.
ÍNDICE -
CARTA DE UN FILÓSOFO/ DR. VÍCTOR MASSUH
EXPLICACIÓN
INTRODUCCIÓN A LA CULTURA NACIONAL
LOS PRECURSORES
· RUY DÍAZ DE GUZMÁN, PRIMER ESCRITOR PARAGUAYO
· EL DR. FRANCIA Y LAS IDEAS DE SU TIEMPO
· EL DR. FRANCIA Y LOS TIRANOS
· EL DR. FRANCIA: REVOLUCIÓN Y REPÚBLICA
ROMANTICISMO
· EL ROMANTICISMO PARAGUAYO
· DON CARLOS ANTONIO LÓPEZ Y LA CULTURA NACIONAL
· EL PENSAMIENTO DE DON CARLOS
· EL MARISCAL DE PIE
· EL MARISCAL ROMÁNTICO
· LA POSTERIDAD DEL MARISCAL
· NATALICIO TALAVERA Y LA LITERATURA DE ÉPOCA
· JUANSILVANO GODOI, EL ÚLTIMO ROMÁNTICO
· JUANSILVANO GODOI
· ENRIQUE SOLANO LÓPEZ
· VICTORINO ABENTE
· DELFÍN CHAMORRO
· EL PRIMER ATENEO PARAGUAYO
· LOS DOS ATENEOS
· LOS ESTUDIOS NORMALISTAS DE ADELA SPERATTI
· ERCILIA LÓPEZ DE BLOMBERG
EL MAESTRO: CECILIO BÁEZ
NOVECENTISMO
· MANUEL DOMÍNGUEZ
· MANUEL GONDRA
· FULGENCIO R. MORENO
· ALEJANDRO GUANES
· BLAS GARAY
· JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA
· JUAN E. O'LEARY
· O'LEARY: UNA AMISTAD EJEMPLAR
· ELIGIO AYALA
· RICARDITO BRUGADA
MODERNISMO
· RECUENTO DE "CRÓNICA"
· FARIÑA NÚÑEZ Y EL MODERNISMO POÉTICO
· PROSA TESTIMONIAL : 1 - ORTIZ GUERRERO
· ORTIZ GUERRERO Y LA EVOLUCIÓN DEL MODERNISMO EN EL PARAGUAY
PÁGINAS DIVERSAS
· PROSA TESTIMONIAL: 2 - HÉRIB CAMPOS CERVERA
· ARTURO ALSINA: REALIDAD LEJANA, RECUERDO PRESENTE
· GABRIEL CASACCIA, UNA NOVELÍSTICA EN PROFUNDIDAD
· EL MUNDO EXISTENCIAL DE "LOS HUERTAS"
· CASACCIA Y SU OBRA
· PASTOR URBIETA ROJAS
TEMAS UNIVERSITARIOS
· RECTORES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL
· PRECURSORES DE LA REFORMA (1918-1928
· LOS PRIMEROS GRADUADOS
TEMAS HISTÓRICO-LITERARIOS
· UNA DEDICATORIA DE O'LEARY A BORGES
· EPÍLOGO PARAGUAYO
· UN GESTO HEROICO DE RAFAEL BARRETT
· LOS ROSTROS OCULTOS DEL CORONEL ALBINO JARA
· VALORACIÓN DE UN ÁLBUM CON HISTORIA
· MEDITACIÓN CERVANTINA ANTE EL GUAIRÁ
LIBROS Y BIBLIOGRAFÍA PARAGUAYA
· EL MUNDO DEL LIBRO EN EL PARAGUAY
· PRIMERA BIBLIOGRAFÍA LITERARIA DEL CHACO
Edición digital: ESCRITOS PARAGUAYOS - 1
INTRODUCCIÓN A LA CULTURA NACIONAL
Ensayos de RAÚL AMARAL
Esta es una edición digital corregida y aumentada por la BVP,
basada en las ediciones
Mediterráneo (1984), la edición de Distribuidora Quevedo
(2003), así como de fuentes del autor.
(Esperar unos segundos para descarga total en el espacio - Libro digital/ PDF)
Biblioteca Virtual del PORTALGUARANI.COM
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EL IDIOMA GUARANÍ, BIBLIOTECA VIRTUAL en PORTALGUARANI.COM
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