EL GUARANÍ EN EL PARAGUAY INDEPENDIENTE
Por BARTOMEU MELIÀ
En una lengua un día no marca nunca cambios sustanciales. Así pues la independencia del Paraguay el 14 de mayo de 1811 fue llevada a cabo y hablada en la lengua -las lenguas- del día anterior. Y la situación lingüística del Paraguay independiente continuará la misma por muchas décadas. ¿Cuál era pues esa situación?
Por los años de 1811 las lenguas del Paraguay se presentaban en tres bloques o categorías. La casi totalidad de la población colonial hablaba el guaraní que era su lengua propia. Los indígenas hablaban también sus lenguas propias, y ahí hay que incluir no sólo los guaraníes todavía libres y sin dependencias en sus selvas y que siempre hablaron sus particulares dialectos diferentes del guaraní paraguayo, sino también los indígenas del Chaco, unas 14 etnias o pueblos, casi desconocidos o del todo . Sólo una ínfima minoría hablaba castellano. En ese contexto llega la Independencia del Paraguay, una independencia que no se hace en guaraní sino en castellano, y de la cual los mismos paraguayos tendrán noticia poco a poco, muchas veces cuando ya están bajo el terror del CARAÍ GUASÚ, el Supremo Dictador, el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia.
Llama la atención que la lengua guaraní desaparece desde esa fecha del ámbito del Estado, a pesar de que la oligarquía criolla terrateniente y militar en su mayoría sabía hablar el guaraní. Esta es la paradoja: que la Independencia en castellano es fuente de identidad en guaraní, ya que la lengua del pueblo continuó. Más aún, las instituciones que en cierto modo sostenían el uso del castellano, como el Real Colegio Seminario de San Carlos y las órdenes religiosas fueron suprimidos. Los grupos sociales que podían tener interés en hablar castellano, como la pequeña burguesía comercial y administrativa de origen peninsular fue marginada políticamente y en tiempos del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) perseguida, expulsada y eliminada. Uno se pregunta: ¿sabía hablar guaraní el Supremo Dictador?, ¿le gustaba hablarlo? De hecho del tiempo de su gobierno no se conservan documentos en guaraní.
Desde la salida de los jesuitas, la lengua en los pueblos de Misiones se estaba degradando en sus aspectos gramaticales y léxicos, pero con la independencia el proceso se agrava y desde el punto de vista oficial poco a poco se hace invisible. Después de 1811 sólo un documento en guaraní se guarda en el Archivo Nacional de Asunción. Sin embargo, se sabe que los Cabildos de los antiguos pueblos de las Misiones todavía conducían sus deliberaciones en guaraní, aunque a veces eran también redactadas en castellano o en lo que después se ha dado en llamar yopará, guaraní con palabras castellanas.
De todos modos, aun las personas más acomodadas, pero sobre todo la llamada gente rei, el pueblo llano y simple, mantenía la lengua guaraní en su vida cotidiana, lengua de la casa, de la calle, de las fiestas y de las tertulias sociales. Los viajeros, que pasaron por el Paraguay de entonces, ofrecen del hecho reiterados testimonios.
"Conversación en guaraní era la mejor manera que tenían hombres y mujeres en el Paraguay para pasar sus noches", anotarán los hermanos Robertson en 1839.
La castellanización del Paraguay, como política de Estado, comienza con el presidente Carlos Antonio López, que impulsa la prensa, la literatura y la enseñanza del castellano en la escuela, pero sin avances sensibles a nivel de la comunicación social popular. El bilingüismo continuará siendo un fenómeno irrelevante y superficial. Es casi seguro que en la misma casa del Presidente Carlos A. López, su esposa doña Juana, sus hijas e hijos como Benigno y Francisco Solano, futuro mariscal y presidente, la lengua ordinaria era el guaraní.
No es ajeno al intento de castellanización el decreto de Carlos Antonio López de 1848 al declarar extintas las comunidades indígenas. Así los apellidos guaraníes fueron también desapareciendo lentamente, aunque no de un plumazo. En realidad, la eliminación de las comunidades indígenas mal escondía el propósito de dejar abiertas las tierras y el territorio que siempre había sido de los guaraníes a una nueva colonización mediante la entrada de colonos criollos que de ellas harían sus estancias privadas. Como dirá Martín de Moussy en 1856, "el secuestro de este inmenso ganado era en el fondo el verdadero motivo de esta medida titulada liberal y que se ponderó demasiado. En realidad no era sino una expoliación, pues en cambio de este ganado, de estas tierras, de estas casas edificadas por sus antepasados, ¿qué es lo que se daba a los indios?"
Se inicia la política escolar que ha prevalecido hasta el presente. Para niños y niñas que van a la escuela no se pensará en otra lengua de alfabetización y enseñanza que el castellano, en detrimento del guaraní que, sin embargo, es la lengua de la comunicación social y de la cultura propia. La sociedad se ve así despojada de protagonismo en su educación: educación para el paraguayo, pero no educación paraguaya.
La gran guerra de la Triple Alianza de Brasil, Argentina y Uruguay con el Paraguay (1864-1870), fue el hecho histórico que colocó de nuevo la lengua guaraní como símbolo y vehículo de identidad nacional. Los periódicos de campaña, aunque sólo la usen en alternancia con el castellano, la convierten en "vehículo de secreto y reserva militares, a la vez que como distintivo o signo nacional, es un arma más para la defensa", anotó Josefina Plá. No sólo el periódico Cabichuí, sino otros periódicos de trinchera, usarán la lengua "vulgar" -que en realidad es la lengua de toda la nación-, para notas y noticias, versos, chirigotas contra el enemigo, diálogos a veces trágico-cómicos, que confirman la unidad de un pueblo en su lengua. La literatura en guaraní será refundada y restaurada en esa ocasión, si bien con recursos e intenciones muy diferentes de los que había gozado en los tiempos de las Misiones jesuíticas.
Página del Cabichuí, periodico publicado
durante la Guerra contra la Triple Alianza
EN TIEMPOS DE NEO-COLONIALISMO
A partir del 1870 se establece en el Paraguay un nuevo colonialismo, no reconocido ni registrado formalmente, pero sí vivido y soportado de modo incontrovertible. Para la lengua guaraní ese nuevo colonialismo fue nefasto y todavía se sufren sus consecuencias hasta hoy.
El Congreso Constitucional de 1870 rechazó el uso de la lengua guaraní en sus sesiones. En 1894 Manuel Domínguez, ministro de educación, denunció el guaraní como el gran enemigo del progreso cultural. La sucesión de declaraciones de este tipo fue una constante a principios del siglo XX. Padres y madres que sabían guaraní, no quisieron enseñarlo a sus hijos y menos a sus hijas. Para amplios sectores de la burguesía paraguaya de comerciantes, hacendados y profesionales liberales, el guaraní era la causa del atraso del país. Marcos Morínigo hace memoria autobiográfica de cuán mal vista era la lengua guaraní por sus propios padres, pero por suerte estuvo en la calle y el campo, donde el guaraní seguía siendo la lengua de todos y donde se reproducía libremente. Su biografía lingüística la puede suscribir un gran número de paraguayos y sobre todo paraguayas de clase media. Algunos se lamentan hoy, aunque tarde, de tan arbitrario prejuicio, que les ha costado el no poder identificarse más de lleno con el país.
La Guerra del Chaco entre 1932 y 1935 levantó de nuevo, como lo había hecho la del 70, el prestigio del guaraní, ya que era el pueblo el que salía en defensa de la patria. La admirable música paraguaya y las letras de sus canciones en guaraní educaban al fin más que la escuela, ajena enteramente a la identidad paraguaya. Y la canción dio alas a la poesía, dirá Rubén Bareiro Saguier. Una buena literatura en guaraní, con expresiones que pueden considerarse clásicas, constituye siempre un legado inestimable. Aun para intelectuales que escribían en castellano, el guaraní sería la lengua de la nacionalidad y patrimonio cultural, paradoja que en gran medida perdura hasta hoy: muchos hablan bien del guaraní, pero no hablan guaraní.
Son representantes de esta generación de la Guerra del Chaco Emiliano R. Fernández, Félix Fernández, Darío Gómez Serrato y Teodoro S. Mongelós, entre otros. A su vez Manuel Ortiz Guerrero es reconocido como "gloria nacional". La popularidad de todos ellos rebasa las críticas formales que se les puede hacer. Usaron varios niveles de guaraní, desde el más puro al más entreverado con castellano, pero la comunicación real con el pueblo y la expresión de sus ideales y sentimientos más arraigados, les hace acreedores del mayor respeto; sin ellos, la lengua guaraní sería menos conocida y hablada. Son historia de la lengua e hicieron historia.
La producción de literatura popular encontró apoyo en diversas revistas de bajo costo, que aseguraron su difusión y documentaron su existencia. OCARA POTY KUE MI (FLORECILLAS SILVESTRES), fundada en 1922, cumplió una tarea fundamental en cuanto al registro y continua renovación del lenguaje, a pesar de sus temas un tanto monótonos e iterativos. Hubo también buen teatro como el de Julio Correa. Es una lástima que tan buena literatura guaraní esté un tanto confinada hoy al mero folklorismo.
Con el tiempo han aparecido narradores, si bien la novela en guaraní está lejos de consolidarse. El guaraní en textos profesionales es desconocido. Mucho verso, poca prosa; muchos "casos", poca historia. Se puede recordar que la primera antología de prosa guaraní es la que ofrecía Antonio Guasch s.j. en EL IDIOMA GUARANÍ (1944), que en su tercera edición de 1956, venía renovada con textos didácticos y literarios más variados.
Portada del Ocara potycue mi.
Enlace interno al documento Fuente:
HISTORIA CULTURAL DEL PARAGUAY 1° PARTE
Obra de BARTOMEU MELIÀ y SERGIO CÁCERES
COLECCIÓN "LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY", 14
© Editorial El Lector
Director Editorial: Pablo León Burián
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colección: Herib Caballero Campos
Diseño de portada: Celeste Prieto
Diseño Gráfico: Joel Lezcano Aguilar
Corrección: Nidia Campos
Portada: Fachada del Colegio Nacional de la Capital
a comienzos del Siglo XX.
Fotografías: Archivo del Padre Bartomeu Meliá y el Ateneo Paraguayo.
Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98
ISBN: 978-99953-1-088-2
El Lector I: 25 de Mayo y Antequera. Tel. 491 966
El Lector II: San Martín c/ Austria. Tel. 610 639 - 614 258/9
www.ellector.com.py
Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay (115 páginas).
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