OCASO Y AURORA
(MONÓLOGO)
OCASO Y AURORA
(MONÓLOGO)
Época: poco tiempo después de la guerra
… con la Triple Alianza.
Persona: Una paraguaya.
… Era la tarde... La densa
sombra sus alas tendía
de gigante cuervo. El día
sollozaba con la inmensa
tristeza de su agonía.
… Mortaja resplandeciente
en que iba a hundirse su frente,
tintos en morada lumbre,
crespones del occidente
se ataban de cumbre en cumbre.
… Como deshecha mesnada
prófuga y ensangrentada,
por los senderos agrestes
de la sierra iban las huestes
de la Patria destrozada,
… que esculpieron en la historia
venciendo sin par laceria
hechos de eterna memoria;
en su redor la miseria
formaba nimbos de gloria.
… Lleno de horror del combate,
aún enloquecido late
mi pecho de residenta;
aún el recuerdo me abate
de aquella caza cruenta.
… Por las vastas extensiones,
de Pirayú en el perfil,
tras de sus verdes pendones
se agitaban las legiones
del Imperio del Brasil.
… Una huella tras de sí
fueron dejando hasta allí
de sangre y de tumbas. ¡Ah,
qué lejos estaba ya
el sol de Curupayty!
… Y aún con aliento, altanera,
por la escarpada ladera,
trasponiendo los breñales
y recios caraguatales
de la abrupta cordillera,
… iba la hueste patriota
en inefable delirio
tras de su bandera rota
a beber la última gota
del cáliz de su martirio.
… ¡Triste instante que el olvido
jamás aleja de mí,
el del ocaso encendido
en que a mi hermano querido
el postrer abrazo di!
… Baldado estaba: ilusoria
su imagen en mi memoria
se dibuja: como un rayo
le hirió la hoguera de gloria
del veinticuatro de mayo.
… Quise en vano detenerle,
supliqué; quise esconderle:
¡Alma a la Patria rendida,
aún le faltaba ofrecerle
el postrer soplo de vida!
… Altivo rompió los lazos
que a mi cuello sus abrazos
estrecharon, y anhelante,
lívido el bello semblante,
se desprendió de mis brazos.
… ¡Marchó!... Por la senda escueta
que ni una flor engalana
se fue perdiendo la grana
viva de su camiseta
en la penumbra lejana.
… ¡Tétrica tarde! La densa
sombra de sus alas tendía
de gigante cuervo... El día
sollozaba con la inmensa
tristeza de su agonía.
… Y mi plegaria, transida,
cruzó la inmensa techumbre
tinta de morada lumbre,
blanca paloma perdida
volando de cumbre en cumbre:
***
… ¡Piedad, Señor! Tu siervo,
pobre despojo humano,
a hundirse va en la sombra
de arcana eternidad:
¡la sombra de las sombras!
No volverá mi hermano.
Acógelo en tu seno:
¡Piedad, Señor, Piedad!
… La hubiste de tu pueblo
que en dura servidumbre
la tierra del pecado
a mares llorar vio:
así a mi pobre patria
tu compasión alumbre,
colmada tu justicia:
¡Piedad, piedad, Señor!
… ¿Qué inmensa culpa expía?
¿Qué misterioso karma
la empuja al sacrificio?
¿qué obscura iniquidad?
Torna, mi Dios, los ojos
y tu furor desarma,
apláquese tu ira:
¡Piedad, Señor, Piedad!
… Piedad para el enorme
ejército inhumano
que de mi patria hermosa
la vida aniquiló.
Piedad para el caído,
piedad para el hermano
que en inocente sangre
las manos empapó.
… El orbe entero cubre
tu gran misericordia,
indefectible, a todos
escuda tu bondad;
depón el ceño adusto
y acabe la discordia
¡Piedad para la Patria,
piedad, Señor, piedad!
… Depón el ceño y mira
exánime, maltrecho,
un pueblo vigoroso
que tu hálito creó:
rasgadas las entrañas
dilacerado el pecho:
arpón envenenado
su corazón hirió.
… El pecho más nefando,
la mano más proterva,
perdón hallaron siempre
y amparo en tu bondad.
¡Piedad para la Patria!
… (cae arrodillada)
¡Piedad para tu sierva!
¡Piedad para los huérfanos!
¡Piedad, Señor, Piedad!
……………………..
… (de pie, continúa)
… Pálida luz de topacio
se cierne por los crespones
de lóbregos nubarrones
que bogan por el espacio
desgarrados en girones.
… ¡Noche de la adversidad!...
Pasó por fin... y clarea
la aurora en la inmensidad:
¡qué tristemente alborea
después de la tempestad!
… Y a la escasa claridad
del alba el pecho se alegra,
con indecible ansiedad,
porque de noche tan negra
surja un sol de libertad.
… Lo merece el pueblo fuerte
que en holocausto a su suerte
dio su sangre gota a gota,
gallardo hasta en la derrota
y abnegado hasta la muerte!
… ¡Y surgirá! Ya incisiva
su luz del oriente arranca
y en el espacio se aviva
resplandeciendo en la blanca
frente de la patria altiva.
… Entre la ruina humeante
despojo del pueblo bravo,
la vida estalla, pujante:
abren el cáliz fragante
blancos jazmines del cabo;
… todo palpita; frementes
se desatan los torrentes,
la sangre enciende el calor;
pide la tierra cimientes
y el corazón pide amor.
… A la luz del nuevo día
se colmarán, Patria mía,
de albas flores tus laureles,
de opulencias tus vergeles,
tus hogares de alegría.
… Si por tu gloria la grana
de tu sangre diste ufana,
altiva hasta perecer,
será el pueblo de mañana
digno del pueblo de ayer.
… Si tras negros padeceres,
sólo ya de tantos seres
amados quedan los nombres,
pues fueron héroes tus hombres
¡seremos Dios tus mujeres!
… No serán, ¡oh Patria augusta!,
la ruda labor adusta
ni débiles nuestros hombros
para rehacerte robusta
de tus sagrados escombros.
… ¡Yo haré un hogar! La dulzura
que de mi pecho se explaya
arrullará su ventura
con la infinita ternura
de mi alma de paraguaya.
… De sus cortinas de grana
forma la aurora una ojiva:
guirnalda airosa engalana
la frente de la mañana
¡Salve, Madre rediviva!
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DE PASO POR LA VIDA
© De esta edición: 1997, Editorial El Lector
Asunción-Paraguay 1997 (pp. 124)
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