IGNACIO A. PANE/ ANTOLOGÍA
Editorial El Lector,
Presentación: FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH
Ilustración de tapa: LUIS ALBERTO BOH
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Asunción-Paraguay, Año 1996
La prosa de Pane adolece aparentemente de cierta oscuridad y ciertas sombras. Su estilo da por momentos la sensación del desorden. Las palabras se agolpan, van en confuso tropel girando en torno a un pensamiento directo, las frases se encadenan y se alargan. De pronto un imprevisto relámpago explota en una luz ígnea. Tiene su belleza estos juegos de luz y sombra, este choque violento de lo oscuro con lo luminoso, que se resuelve en una gran claridad. Las figuras son plásticas y están animadas de una potencia muscular y humana. La presente selección de los textos de Ignacio A. Pane se centra en su contribución literaria. Recoge gran parte de sus poemas, textos que son significativos para una comprensión más lúcida del proceso histórico de la poesía en el país. La segunda parte relativa a los géneros literarios, de sus Nociones de Perceptiva Literaria. Se complementa el volumen con dos textos breves representativos de su pensamiento político-social.
PRESENTACIÓN
IGNACIO ALBERTO PANE, una de las inteligencias más brillantes del grupo de intelectuales paraguayos denominado generación del Novecientos, nació en Asunción el 31 de julio de 1880 (1881, según otros, 1883, según una tercera fuente). En la misma ciudad falleció en la noche del 10 de marzo de 1920, antes de cumplir los cuarenta años, dejando "cumplida una labor enorme en magnitud e intensidad".
A semejanza de BLAS GARAY (1873-1899), Pane realizó su educación con rapidez y aprovechamiento impresionantes. Bachiller por el Colegio Nacional, obtuvo el grado de doctor en Derecho siendo aún en extremo joven. En el Colegio Nacional y la Escuela Normal enseñó materias tales como preceptiva literaria, psicología y filosofía, mientras que en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional dio lecciones de sociología. De esta disciplina dejó un manual de divulgación así como otro de nociones de literatura.
Como casi la totalidad de sus colegas de generación, Pane fue abogado, periodista, político y activo polemista sobre materia histórica paraguaya. A comienzos de siglo desempeñó tareas en la legación paraguaya en Santiago de Chile y luego asumió las responsabilidades de legislador. En este carácter presentó en la Cámara de Diputados un famoso proyecto de ley que reducía a ocho horas la jornada laboral.
Todos cuantos se han ocupado de Pane destacan sus cualidades de laboriosidad, honestidad y modestia, su natural bondadoso, "de fáciles y fértiles entusiasmos", su extroversión y don comunicativo. "Se quemaba por ambas puntas -dice JUSTO PASTOR BENÍTEZ-; trabajaba en exceso; de la cátedra de la Escuela Normal, iba presuroso a la del Colegio y por la tarde a la Universidad. Entretanto había escrito un artículo para el diario "Patria", y luego concurría a discutir en las sesiones de la Cámara de Diputados (...). Fue proteiforme e incansable hasta caer agotado... después de ilustrar con su palabra la cátedra, la prensa, la magistratura, el parlamento y la tribuna popular".
"Descuidado en el vestir -recuerda NATALICIO GONZÁLEZ-, la corbata mal anudada, pequeño de cuerpo, tenía una cabeza admirable. Sonreía siempre con una bondad casi evangélica. La bondad era consustancial con su persona, y su corazón dejó de latir sin haber conocido el veneno del rencor. Su mirada, a través de los lentes..., tenía el brillo extraño de las pupilas que han sondeado el mundo metafísico de la investigación de la verdad. Hablaba rápidamente, y su lenguaje no difería mayormente de su estilo escrito. En la discusión era elocuente".
BACÓN DUARTE PRADO, por su parte, agrega: "Era superlativamente hábil en confundir a sus adversarios con fulmíneos golpes de audacia conceptual y recursos lógicos, con abundancia de consideraciones y argumentos... aventaba equívocos y destruía dogmas y preconceptos arraigados en la inercia del pensamiento rutinarista y alógico. (...) Sabía separar cuidadosamente el grano de la cizaña, el metal noble de la escoria vil, las ideas correctas y fecundas del fárrago indigesto de las hipótesis aventuradas y de las afirmaciones no respaldadas por el dato cierto y la verificación cuidadosa".
Bajo el seudónimo de MATÍAS CENTELLA, compartió con JUAN E. O'LEARY la polémica histórica que marcó, a partir de 1902, la conciencia generacional y dio origen al revisionismo histórico centrado en la reivindicación de la figura de SOLANO LÓPEZ. Desde las páginas de "LA PATRIA" -el diario del hijo del mariscal-, Pane contribuyó decisivamente al triunfo de la causa nacional convirtiéndose, acaso, en "el más convincente y hábil polemista de aquella época apasionante de nuestra historia". CARLOS R. CENTURIÓN, de quien es la cita, concluye: "Su versación, sus afanes de investigador, su probidad insospechada e insospechable, su espíritu crítico, agudizado por el estudio de las ciencias abstractas, le permitieron sentar tesis definitivas".
II
En razón de fenómenos propios del proceso de desarrollo histórico-cultural del país, correspondió a la generación del Novecientos una tarea colectiva que, de una parte, rescata los valores morales de la nación y, por otra, incorpora actitudes, saberes y expectativas asociados a la modernidad.
De esta manera, en el campo de la literatura, conviven, de acuerdo con RAÚL AMARAL, "el posromanticismo, el premodernismo, el auge modernista propiamente dicho -uno detrás del otro- y en el aspecto doctrinal o del pensamiento: el Krausismo español, el positivismo y las primeras reacciones pragmatistas, vitalistas, metafísicas y espiritualistas".
La vocación absorbente de los novecentistas fue la investigación histórica, desdoblada en dos aspectos: la defensa del Chaco contra las pretensiones de Bolivia y la revisión del juicio histórico sobre la guerra contra la Triple Alianza. Menor atención aparente les mereció la literatura propiamente dicha, para cuyo cultivo, sin embargo, muchos de ellos estaban espléndidamente dotados.
Uno de éstos fue, precisamente, IGNACIO A. PANE, quien abandonó la poesía apenas transpuesto los veinticinco años de edad. En tan breve tiempo, no pudo alcanzar, sin duda, su maduración como poeta, pero logró escribir algunos de los textos poéticos representativos del posromanticismo en el país. Influido menos por GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER que por don Ramón de Campoamor, sus poemas mostraron una sensibilidad poética genuina. Fue de los primeros en incorporar temas de la tradición popular a su creación y de elevar al uso culto, en formas tan severas como el soneto, la lengua guaraní. NATALICIO GONZÁLEZ afirma que la de Pane es "la primera tentativa, juntamente con la de O'LEARY, para iniciar una corriente poética genuinamente nacional". Si bien esto luce exagerado, es cierto que Pane se preocupó por rescatar figuras históricas y paisajes paraguayos, a los que trató con emoción y nobleza.
En muchos sentidos, Pane es un poeta que merece una atención mayor que la que hasta hoy ha recibido. La crítica paraguaya tiene para con él una deuda que ya no parece tolerable que siga impaga. Un estudio competente de su poesía permitirá arrojar una luz algo más viva sobre la índole y los contenidos de la tradición que aquí se ha recogido de la cultura europea.
Hasta donde se sabe, PANE fue el primer poeta paraguayo que publicó un libro de poesías en el país (antes lo había hecho, pero en Buenos Aires - 1877-, el expatriado ENRIQUE D. PARODI [1857-1917]). Al libro POESÍAS (1900) le siguió en 1902 BEATRIZ, un extenso poema cuyo título inicial fue "DEL INFIERNO AL PARAÍSO", una doble referencia a Dante para sugerir la nacionalidad italiana de la destinataria: BEATRIZ SARDI (madre del antropólogo MIGUEL CHASE SARDI). En 1904, editó POESÍAS PARAGUAYAS, la primera antología que vio la luz en el país. Más adelante recogió en un breve folleto poemas de autores extranjeros relativos al Paraguay, algunos de los cuales tradujo, y los publicó en Asunción con el título de CANTOS EXTRANJEROS AL PARAGUAY.
Eclipsada, con razón o sin ella, la faz creadora de PANE por su fama como cultor de la ciencia social, también lo fue su ocupación juvenil en la esfera de la teoría literaria. En este campo, el autor también fue un atractivo precursor en el país. Deseoso de proporcionar un manual propio para uso de sus discípulos del Colegio Nacional, publicó en dos pequeños volúmenes en 1909 sus NOCIONES DE PRECEPTIVA LITERARIA., un compendio sencillo y claro que sirvió mucho a la formación cultural de las sucesivas generaciones de estudiantes en nuestro país.
En el contexto de la cultura paraguaya, PANE es reconocido como un exponente "clásico" de la sociología positivista de base spenceriana. Sus APUNTES DE SOCIOLOGÍA son una introducción a esa disciplina que el autor enseñó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de Asunción. Escribió también otros textos sobre materia sociológica y un libro, sólo parcialmente publicado, sobre EL INDIO GUARANÍ. Estos escritos han sido recibidos con aceptación y son aquellos que le han hecho célebre entre los intelectuales paraguayos.
Una estimación de la forma expresiva de este segmento de la obra de este autor es la de NATALICIO GONZÁLEZ. Héla aquí:
"La prosa de Pane adolece aparentemente de cierta oscuridad y ciertas sombras. Recuerda algunos giros característicos de Carlyle. Su estilo da por momentos la sensación del desorden. Las palabras se agolpan, van en confuso tropel girando en torno a un pensamiento director: las frases se encadenan y se alargan. De pronto un imprevisto relámpago explota en una luz ígnea. Tiene su belleza estos juegos de luz y sombra, este choque violento de lo oscuro con lo luminoso, que se resuelve en una gran claridad. Las figuras son plásticas y están animadas de una potencia muscular y humana. A veces, de la rigidez de una prosa casi seca, apenas bañada por el resplandor de la verdad científica, un repentino vuelo lírico nos eleva a regiones donde la imaginación comprimida se ensancha libremente. Luego volvemos a la austeridad de una exposición implacablemente lógica".
ESTA EDICIÓN
La presente selección de los textos de Ignacio A. Pane se centra en su contribución literaria, mayoritariamente. Recoge gran parte de sus poemas -textos que son significativos para una comprensión más lúcida del proceso histórico de la poesía en el país- y la segunda parte, relativa a los géneros literarios, de sus NOCIONES DE PRECEPTIVA LITERARIA. Se completa el volumen con dos textos breves, representativos de su pensamiento político-social.
FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH
ÍNDICE
PRESENTACIÓN por FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH;
LOS GÉNEROS LITERARIOS (SEGUNDA PARTE DE NOCIONES DE PRECEPTIVA);
DISCURSOS:
-
LA MUJER ANTE LA CAUSA OBRERA (A los miembros de la Sociedad Tipográfica del Paraguay);
-
POLÍTICA Y OBREROS (Mi posición: obrerista sin ser obrero; Los partidos y la cuestión obrera, cuestión biológica de la población futura; La cuestión y el Partido Nacional Republicano; Los obreros deben hacer política activa; La nueva teoría de la reunión con permiso; El “no meterse en política”; Se hace política ejercitando los derechos políticos; La limitación del derecho de reunión; Insuficiencia de la huelga, los partidos, los gremios y los campesinos, Nuestro socialismo);
POESÍAS:
-
LA MUJER PARAGUAYA (Al Dr. Don Manuel Domínguez);
-
INDIFERENCIA;
-
EL INVÁLIDO (Soneto);
-
CAACUPÉ;
-
A MI MADRE (desde el campo);
-
CHESY-JHASY;
-
URUTAÚ (A mi distinguido amigo Fulgencio R. Moreno);
-
AL CAMPO;
-
A UNA MORENA;
-
JUNTO AL ARROYO;
-
SONANDO EN TI;
-
UN RAMILLETE;
-
EL BESO;
-
SIN ESPERANZAS (A mi amigo Jorge Saccarello);
-
TU BOCA;
-
EL PATO Y EL GANSO (Fábula literaria);
-
LA CHIPERA (A Hérib Campos);
-
BEATRIZ (Pequeño poema para el álbum de la Señorita Beatriz Sardi – Al Doctor Carlos Rey de Castro, Homenaje de EL AUTOR);
OTROS POEMAS:
-
EL HÉROE COMPLETO (A Pedro Juan Caballero);
-
EL HÉROE DE CURUPAYTY (Gral. José E. Díaz);
-
YBAPURÚ;
-
“SI VIS PACEM, PARA BELLUM”
-
EL POMBERO;
-
TESÁ JHU MOCOI ME;
-
A DOS OJOS NEGROS (Versión libre de S.B.G.).
LOS GÉNEROS LITERARIOS
(SEGUNDA PARTE DE NOCIONES DE PRECEPTIVA);
CAPÍTULO I
POESÍA.-I. ACEPCIONES: ASUNTOS.-II. CARACTERES.-III. TÉCNICA: EVOLUCIÓN DE LA FORMA.-GÉNEROS POÉTICOS: EVOLUCIÓN.
I- Como se ha visto en los capítulos anteriores el término poesía es sinónimo del de literatura, en el tecnicismo estético. Pero desde el punto de vista lingüístico, que es el de la Ciencia y Arte de la Literatura, la Poesía es sólo un género literario. (Queda también indicado ya que, como tal género, se distingue de los otros por su finalidad: es la realización de la belleza por medio de la palabra, sin otro objeto o fin principal que la belleza misma. (Ante el rigorismo de la exposición didáctica, que es lo que debe regir en la enseñanza de una rama de los conocimientos humanos, las definiciones y explicaciones que de la Poesía dan los tratados de Literatura y Retórica y Poética más difundidos en castellano, son deficientes; aun cuando al parecer difieren, por lo menos en algo, casi todas ellas pueden agruparse en la insufrible uniformidad de establecer que lo realizado por la poesía es lo bello ideal y que esto se hace en forma artística o rítmica. Oyuela, aunque sigue a Milá y Fontanals, Revilla, Coll y Vehi y otros, se particulariza por el carácter de esencial que atribuye a la realización de lo bello por la poesía; pero esto también es un dislate, una vez que tanto las obras Oratorias y las Didácticas, deben realizar necesariamente (esto es tener por esencia) la belleza y, sin embargo, son producciones literarias, pero no poéticas)
La voz poesía es también sinónima de belleza, para el vulgo, los académicos de la lengua y muchos autores. En tal sentido se dice que una obra o cualquiera cosa o espectáculo tiene poesía o carece de ella.
También en su significación vulgar, designa la obra que le pertenece o de ella, como género, resulta. Pero el término técnico propio de la composición u obra poética es el vocablo poema.
Como los expositores de esta materia o no dan o escasamente dan importancia a los principios fundamentales, que son los de la Estética, relativos al Arte en general, al tratar de la Poesía nos hablan de puntos que ya están resueltos o tácitamente indicados en dichos principios.
Así, dice uno que entre sus asuntos o en su fondo cabe todo lo que podemos conocer imaginar o sentir (1). Indudable.
Otro observa que no; que «la Poesía sólo debe manifestar la esencia del alma, lo muy profundamente sentido, pensado y creado. Un asunto algo superficial, o no convertido del todo en substancia propia, puede prestarse a una estimable disertación en prosa;...» (2) Pero esto no es cierto; de serlo, tendrían que considerarse como obras oratorias o didácticas, o antipoéticas, o en todo casi, literarias sin denominación especial, muchísimas producciones que nadie ha dejado de llamar poéticas, v. gr.: muchas obras de Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Meléndez, Iriarte, Bretón de los Herreros, Vital Aza etc. y principalmente gran número de cantares populares y demás obras poéticas inferiores no sólo superficiales, sino hasta a veces, sin sentido alguno.
Y es que la Poesía no es producto artificial de los grados superiores de la cultura o civilización de individuos o pueblos: «Hija de los dioses, se ha dicho, la poesía nació al mismo tiempo que el hombre y fue su primer intérprete... y ha seguido en su desarrollo una marcha semejante a la del individuo en general y el hombre en particular.»
Por eso, poesía son desde las simples repeticiones o combinaciones silábicas del salvaje y de la plebe de los pueblos cultos, hasta las orfebrerías del decadente y los suspirillos del ultra romántico. (3) Que las primeras sean poesía inferior no borra su cualidad de poesía, ante la ciencia, ante la didáctica.
(1) - Coll y Vehi.
(2)- Es el expositor antes citado, Oyuela, quien opina así, talvez obsesionado por lo esencial, pero sin reflexionar debidamente sobre el significado de esta palabra en su aspecto filosófico... ni aún en el químico.
(3) - Dígasenos, si no, ¿qué clase de obra literaria serían las siguientes: oratoria, didáctica o poética?:
Tienes una boquirris Salero, viva el salero
Tan chiquitirris Salero, viva la sal
Que me la comeriba Salero, viva la gracia
Con tomatirris Del salero universal.
(Cantares populares españoles colección de Melchor de Palau)
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II- Cuanto a los caracteres de nacional y popular- que la poesía debe tener o tiene generalmente, para los tratadistas aludidos, debemos hacer notar que no significan nada nuevo o particular que sea preciso recalcar en el estudio de la Poesía.
Respecto al primer carácter, recordando lo que se ha dicho de la naturaleza de lo Bello y del Arte, no es razonable y justo exigir que la obra sea precisamente nacional (1); y sin embargo es obvio que toda obra, no ya sólo poética, sino en general artística, refleja o responde a todo el conjunto de factores individuales y sociales, físicos y anímicos, que influyen en cada momento, en cada obra, sobre el hombre,- factores entre los cuales predomina la raza, la nación o el medio, principalmente si se trata de asuntos nacionales.
Cierto es que las obras de asunto, ideas y sentimientos nacionales son generalmente más bellas o mejores por ser más espontáneas, naturales o sentidas; pero no son las únicas bellas. Y, aún más, se conocen poemas hermosísimos que van contra todo lo nacional, a pesar de la nacionalidad del autor y del medio en que éste crea.
Por consiguiente, lo que más importa advertir tocante a los caracteres específicos de la Poesía, es que, más que ningún otro género literario, debe armonizar lo real con lo ideal, desentrañando, para el mero goce estético, los secretos del alma humana, revelables por medio del lenguaje oral.
Respecto al carácter de «popular» que también asignan a la poesía, toca señalar que hay poeta, como también modernista actual, que no lo es en ninguno de los sentidos de esta palabra; y, al mismo tiempo, los hay, como Heme, como Campoamor que lo son igualmente para las jerarquías sociales superiores a que pertenecen el sabio, el pensador y para las clases iletradas que se limitan a llorar con el Intermezzo o reír con las Doloras. La popularidad es relativa, pues, a los grados del poder artístico (genio, talento, ingenio) y a las clases sociales. (2)
(1) -Así Abigail Lozano no deja de ser poeta ni lo es menos de lo que vale, cuando no sólo canta a Napoleón héroe o genio sino que además reproduce o toma o imita en sus octavas célebres, lo que Enrique Heine pensara del Capitán del siglo. Así también son poetas excelsos, con absoluta indiferencia de lo nacional, Shakespeare con Julieta y Romeo, Otelo y Desdémona, Julio César, Víctor Hugo con Hernani, Lucrecia Borgia, El hombre que ríe; y en América, Olegario Andrade con Prometeo, Nájera con La Duquesa Job, Acuña con Ante un cadáver, extraño al pensamiento nacional mejicano. J. de Dios Peza con su Canto al Paraguay, etc. etc.
(2) -Así en el Plata es más popular la Poesía del payador que la de Campoamor, Bartrina, Gutiérrez Nájera, etc.
III- En lo que atañe a la técnica, cabe decir que la Poesía es la actividad literaria y de consiguiente el género artístico más susceptible de reunir o adunar Lodos los elementos estéticos de la unidad, la variedad, el orden, la proporción la regularidad, la simetría, la expresión, lo real y lo ideal, objetivamente y, en una palabra, el goce estético puro, subjetivamente. A ello contribuyen su medio propio y los inferiores de que dispone como auxiliares, a saber, la Música y la Mímica. En su medio propio, esto es, la palabra, están comprendidos el fenómeno acústico de la articulación de sonidos vocales, que es fuente por sí solo de emociones estéticas, como la eufonía, las figuras de dicción y los elementos de la elocución poética, anteriormente estudiados; y el mundo espiritual, verdadero mundo, aun cuando sea un micro-cosmos, por la riqueza, intensidad, fijeza, variedad e interés de los materiales que al Arte ofrece. Como la poesía se vale de la palabra, y la palabra es «el vehículo del pensamiento» o más propiamente el receptáculo de todo cuanto el hombre siente, piensa y quiere, los grandes poetas tienen que llegar a ser lo que Lamartine decía refiriéndose a Homero y Juan Montalvo a Cervantes: todo, filósofo, matemático, médico, físico, naturalista, navegante,... hasta cocinero. (1) Y el poeta, el verdadero poeta, no el poetastro, aun cuando no raye en las alturas del genio, tiene que ser ineludiblemente psicólogo, sobre todo en lo que se refiere al sentimiento, maraña o desierto aún, explorado poco o mal, para la ciencia. Y así aunque no sea poeta entero, al decir de Menéndez Pelayo (2), se es gran poeta sola-mente con concretar, en forma sintética, los caracteres humanos; como, pongamos por caso, Campoamor, al dar intensa vida artística a un pensamiento bíblico y, a la vez, noción elemental de Psico-fisiología, con la dolora en que, valiéndose de los famosos funerales en vida de Carlos V (de Alemania), nos prueba cómo la vanidad es el sentimiento o uno de los sentimientos más arraigados y difíciles de extirpar en el alma humana.
(1) - V. ob. cit. de Lamartine y Montalvo. (2) - Juicio sobre Núñez de Arce.
(3)- Carlos V abdica; se prepara para la otra vida: para hacerlo mejor se encierra en el Monasterio de Juste; para olvidarse por completo de las miserias terrenales o humanas, manda hacer sus funerales en vida, metiéndose en el respectivo ataúd. Pero se acerca a observarlo una vieja, ínterin se celebra el rito funerario, y exclama: ¡qué viejo y qué feo! Y esto escuece al monje imperial. No sabe
Una burla despreciar,
Él, que desprecia la muerte.
Comprende que no debe pensar en esto. Pero la invencible vanidad no deja sino en la tumba verdadera. A pesar de las solemnes distracciones de la ceremonia, sigue sintiendo el escozor y hasta llega a exclamar: ¡ella sí, que es vieja y fea! Concluido todo, al retirarse a su celda, va humilde, pero:
Tan solo miró a la vieja
Con aire de emperador.
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Otro tanto ocurre con la técnica de la forma externa, con la palabra en sí misma y principalmente en su aspecto o elemento físico. Ante todo se requiere un profundo conocimiento del léxico y de la Gramática, pues, al decir de un crítico (1) «mal podrá nadie, por mucho que tenga, ser poeta bueno si desconoce los recursos que su propio idioma le ofrece para expresar por elegante estilo, sentimientos e ideas».
Además debe tenerse en cuenta la evolución de los elementos constitutivos de la elocución poética castellana.
En los orígenes no hay dicción poética; pero sí, la tendencia a formarla, como quiera que, siendo la poesía la actividad artística por excelencia, supone uno de los aspectos de lo ideal: la selección, lo mejor. (2)
Así también en los orígenes, los elementos del verso, medida y acento, y los elementos de la estrofa o serie, esto es, la rima, el número de versos, y el de las sílabas de éstos, presentan una incoherencia y una indefinición palmarias.
Los versos no forman grupos (estrofa o estancia moderna). Para combinarse, no requieren determinado número de sílabas; se unen o siguen indistintamente versos de 10, 11, de 12, de 13, etc. No se distingue la rima perfecta de la imperfecta; alternan o se combinan pues caprichosamente. Los versos de cada medida silábica no tienen acento determinado. Para muestra de todo esto, basta el Poema del Mío Cid, aun cuando estos caracteres siguen en muchas obras de los siglos XIII, XIV y XV v. gr. La vida de Santa María Egipciaca (con versos desde 5 hasta 19 sílabas). La adoración de los Santos Reyes, muchas obras del Marqués de Santillana.
Un primer paso es la fijación de los alejandrinos y los dodecasílabos en cuanto a la medida, y la aparición de la quaderna via, primera estrofa de 4 versos. Pero aún esta invención carece de combinación de rimas, a pesar de que ya se establece definitivamente la consonancia: los cuatro versos tienen una terminación igual. (3)
(1) - Poetas dramáticos españoles contemporáneos F. Balart.
(2) - Las licencias poéticas se manifiestan desde los grados inferiores de la poesía, a causa del carácter de juego que tiene todo arte, y, entonces, simulación sí de las actividades útiles, pero no identificación.
(3) - Los Milagros de Na. Sra. de Gonzalo de Berceo. El poema de Alejandro, de Segura de Astorga.
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Un segundo paso es la fijación del acento en el dodecasílabo, en el siglo XIII (de lo que es suficiente prueba El Libro de las Querellas de D. Alfonso el Sabio); la aparición del pareado en el siglo XIV con el infante D. Juan Manuel y otros y la iniciación de los grandes versos castellanos, el endecasílabo y el octosílabo. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita también inicia otras combinaciones métricas. Decimos iniciación, porque sobre todo el endecasílabo no llega a presentar su verdadero ritmo castellano sino en el siglo XVI.
A una faz superior de la evolución (superioridad de la castellana sobre la métrica de otras lenguas) corresponden la fijeza de acentuación del decasílabo y el endecasílabo y la de los versos de 6, 12, 13, 14 y 16 sílabas cultivados en la América española. Un alto grado de distinción, coherencia y definición significan la combinación de versos de 11, 7 y 5, de 7 y 5, de 8 y 4, de 10 y 12 sílabas; y de la rima perfecta con la imperfecta.
No debe entenderse tal fijeza como rutina, ya que de un lado no se refiere sino al acento, principalmente, y de otro lado, según la frase citada de Oyuela, quien debe dominar, no es el verso al poeta sino el poeta al verso, máxime cuando la mayor parte de las reglas no tienen carácter absoluto, tratándose de menudencias como éstas.
Al mismo tiempo, según se ha visto ya al hablar de la evolución del Arte, bajo el aspecto de los medios, con la Poesía siguen uniéndose la mí-mica y la música, como supervivencias sí, pero cada vez más distintas, de finidas y con mayor coherencia. La Poesía adquiere su mayor valor con la recitación, principalmente en el género dramático, desde el momento que los lenguajes más expresivos son el oral y el mímico. Y no lo pierde sino para el que está dominado por la pasión musical, en la ópera, la Zarzuela y las canciones o cantares épicos y líricos. (2)
(1)- Ejemplos de pareados y endecasílabos primitivos (de D. Juan Manuel)
Por falso dicho de ome mentiroso
non pierdas el amigo provechoso.
Non aventures mucho tu riqueza
por consejo del home que ha pobreza.
(ob. titulada Conde de Lucanor)
(2) - Lo mismo sucede con las otras artes, pintura, escultura, jardinería, artes escénicas, que auxilian también a la Poesía.
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IV- Considerando a la Poesía, como la Literatura por excelencia, se divide en géneros, principales unos e inferiores o menores otros -en la terminología clásica.
Los principales son el lírico, el épico y el dramático, e inferiores el didáctico, el bucólico, el satírico, el epistolar etc.
Sin embargo, debemos anticiparnos a mencionar como lo verdaderamente principal, no únicamente en poesía, sino en la literatura general, la Novela y el Drama, simples especies en la preceptiva clásica.
La Poesía Lírica se distingue por expresar las ideas y sentimientos íntimos o personales del poeta, por encima de las causas exteriores que los motivan. Es pues eminente o predominantemente SUBJETIVA.
La Épica, por el contrario, presenta las cosas o fenómenos de la naturaleza con independencia de la impresión personal o íntima que pueden pro-(lucir en el poeta. Es predominantemente OBJETIVA.
Así la Lírica puede narrar o describir, como Bécquer en su letrilla «¡Qué solos se quedan los muertos!», pero con el fin principal de enunciar una impresión profunda, puramente sentimental. Y así también la Épica puede contener las apreciaciones o emociones del poeta, pero en forma secundaria, incidental.
La Dramática combina ambos elementos, subjetivo y objetivo: objetivo en cuanto tiene por principal objeto presentar una acción humana o antropomórfica con los caracteres de la realidad; subjetivo, en cuanto con motivo de dicha representación hace expresar los motivos y móviles que en cada acción nos inducen a obrar.
Los géneros llamados menores, son inferiores, según se les llama también, porque por sus asuntos o sus fines corresponden a las fases primitivas u originarias de la evolución como lo veremos al estudiarlos especialmente.
Los principales, lírico, épico y dramático, aparecen, como es natural, en gérmen, desde los orígenes (1) Pero alcanzan su amplio o mayor desarrollo, primero la épica, luego la dramática y después la lírica, especialmente en la literatura castellana.
Ciñéndonos a esta literatura, vemos que se desarrolla primero la Épica con el Romancero del Cid y el Poema sobre el mismo asunto y los demás que se hacen célebres en los siglos XIII y XIV porque en la actividad literaria de España interesan, en primer lugar lo real e histórico, humano y social (político-guerrero-religioso.)
Después y sólo después, como género popular o espontáneo, se desarrolla la dramática con sus autos sacramentales y comedias y dramas, pero con asunto y personajes eminentemente sociales o representativos de clases o estados políticos.
La Lírica no alcanza su verdadero florecimiento sino en el siglo XIX, en que el individualismo, lo familiar, lo insignificante socialmente, reviste sus distintivos más sobresalientes.
Y esto responde a la naturaleza de la evolución humana, individual y étnica: 1°. Objetivación de todo lo psíquico, antropismo o humanismo en todo (religión y ciencia); 2°. Vislumbre de lo subjetivo y su combinación con lo objetivo (mezcla de lo divino y lo humano) y 3°. predominio de lo subjetivo, mejor dicho, determinación de lo subjetivo, de lo humano con el consiguiente individualismo en materia de Religión, Ciencia, Arte, Economía, etc. (2)
(1) - V. lo que dice Letorneau, ob. cit. sobre las ópera ballet de los salvajes.
(2) - Hemos señalado ya cómo todas las religiones antiguas tienen carácter antropomórfico; y la Judía, de que deriva la cristiana, enseñó la ridiculez de que los hijos de Adán y no las otras criaturas de Dios (monos, sapos, culebras, cte.) tenemos nada menos que la figura de Dios, figura humana, a su vez por cuanto Jehová y el Padre Eterno, tienen barbas, ira, preocupaciones y otras zarandajas humanas.
POESÍAS
CAACUPÉ
¡Cuántos recuerdos de mi infancia dulces
Unidos van con ese nombre grato!
Nubes de rosa por un cielo límpido
Ante mis ojos corren pronunciádolo.
Allí por vez primer admirar pude
A la natura en su esplendor reinando...
Al caminar hacia él vi la hermosura
Por vez primer de los verjeles patrios.
Aquella serie de azulados cerros,
alzándose a lo lejos entre prados
Cual la esperanza verdes... cual los ojos
De un angelito que conozco y amo;
Esa ondulada serie de colinas,
Muros de piedra que en su seno mágico
Te guardan, Caacupé, como una joya
De miradas sin fin para el regalo.
Aquellos campos, perdurables velos
En que cubrió la tierra sus encantos;
Aquellos bosques de eternal frescura
Morada virgen de canoros pájaros;
Aquellas aguas cristalinas, puras,
Que en tu camino surgen refrescando
La savia de tus árboles floridos,
Los juncos y espadañas de tus campos;
Arroyos de suavísima corriente,
Sierpes de espumas de apacibles cánticos,
Vías lácteas del suelo que te cerca,
Festones argentinos de tu manto;
Y al llegar a esos cerros, los altivos
Titanes siempre verdes, perfumados,
Que, sin miedo al furor de las borrascas,
Extienden por doquier sus férreos brazos,
Y allá junto a las nubes de sus hojas,
Mueven al recibir los fébeos rayos
Los céfiros impregnan de perfumes,
Y halagan al Señor con sus encantos;
Y esa hermosa cascada que surgiendo
Del ara misteriosa de sus antros
Al abismo sin luz se precipita
Saltando entre los guijos del barranco,
Y envueltos en las lianas y los musgos
Deshace sin cesar o guarda acaso
Los tenues ñandutís de sus espumas
Tejidos de los silfos por las manos;
Y en los felices días que de súbito
Te nombran a una voz todos los labios
Te buscan de una vez todos los ojos,
Te llegan en un son todos los cánticos,
La larga procesión de peregrinos
Remedo de jirones ondulados
De blanquísima nieve, que penetra
Como largo reptil, en tu santuario,
Todo surge ante mí cuando te nombro...
Todo me hace llamarte al pronunciarlo,
Joyel de las bellezas de esta tierra,
Paraíso del suelo paraguayo.
Todo surge ante mí como de un sueño
Los seductores vagorosos cuadros,
Envuelto en nimbos de fulgor celeste
Y con rumores de orientales cánticos.
Todo surge ante mí, como en un cuento
Las hadas surgen en tropel fantástico,
Destilando el licor de la alegría
De mi agitado pecho en los arcanos.
Y renueva el amor dentro mi pecho,
Pero el amor que es puro, que es sagrado,
El amor a la gran naturaleza
Y el amor a su Autor, que es el más alto.
Y eso lo puedes tú con los recuerdos
Que dejas para siempre en nuestros ánimos;
Eso lo puedes tú, que a todo un pueblo
Convocas para orar en tu santuario!
A ti llega el creyente de rodillas
Movido por su fe y por tus encantos,
Tu beldad le fascina los sentidos
Y tu Virgen le atrae con sus milagros.
Más transparente es tu aire; así las preces
Más rápidas elevas a lo alto,
Y se opera ante el hombre y ante el mundo
Del orbe con los cielos el contacto.
Yo sé por qué, tras calurosos días,
Tan frescas son tus noches de verano:
Las lágrimas que vierten en tu seno
Se trocan en aljófar a tu amparo,
Y humedecen los pétalos marchitos
Y calman la inquietud de los cuitados
Y al desgranarse en perlas sobre el césped
Bajan del cielo los nocturnos astros.
En ti encuentra la vista más colores
El susurro del aura más halagos,
Más perfumes las flores de la selva
Y más que todo: alivio el desgraciado.
Tienes así del suelo de la patria
En las floridas selvas engarzado
La santidad del suelo de Judea
Y la hermosura de los montes áticos.
Diciembre 1897
A MI MADRE
(DESDE EL CAMPO)
¡Qué triste está la tarde! Ya la natura quieta
Despide en su silencio al astro que se va.
El sol desde el poniente dibuja la silueta
Inmóvil de la palma que en lontananza está.
El cielo en los lejanos linderos en que abraza
La veste de esmeralda del campo sin confín,
Se esconde en los repliegues de purpurina gasa
Que esfuma su viveza subiendo hacia el cenit.
Parece que en la esfera del sol enrojecida
La sangre se concentra del día que se va,
Y la distante selva donde por fin anida
Sirviéndole parece de manto funeral;
O que la formidable fantasma de la umbría
Para dormir le oculta, guardando su pudor,
Y porque allí le ofendo con la mirada mía
Ostenta entre las ramas más rojo su color.
Ya quedan de su lumbre tan sólo los celajes
De vívidos matices que el viento borrará...
Y allá en el horizonte, remedos de salvajes,
Inmóviles las palmas se mira en su lugar.
En vez de sus destellos, las sombras de la noche
Descienden sobre el mundo del firmamento azul
Y surge en el oriente sobre el soberbio coche
La luna como reina del estrellado tul.
En el redil se agrupan balando los corderos,
En el cercano establo muge la torva res,
Los pájaros del río se oye volar ligeros...
Van a su nido entonces para dormir tal vez.
El bosque en esas horas tan sólo inspira miedo:
En sus oscuros antros ¿quién sabe lo que habrá?
¿El genio de la noche que lo recorre ledo
Seguido de fantasmas el búho a despertar?
¿Acaso es el espíritu de la alimaña muerta
En el desierto campo que existe junto allí?
¿O sólo es el graznido del ave que está alerta?
¿O sólo es el susurro del céfiro sutil?
Sentado en la gramilla, mirando el firmamento
En tanto que la brisa llega a orear la sien,
El mundo de recuerdos que se alza este momento
Tan grande como el cielo con sus estrellas es.
En ese instante, madre querida,
Mi pensamiento vuela hacia ti
Y hay en el alma que no te olvida
Ansias de verte cerca de mí.
En este instante miro la luna
Pensando que ella también te ve
Y que sus hebras una por una
Bajan suaves hasta tus pies.
La noche infunde calma precita
Y hondas tristezas al alma da,
Porque sus hojas son de la cuita
Madre! y la tuya no tiene igual.
Yo sé las penas que tú padeces,
Sé lo que sufre tu corazón
Sé que bebistes hasta las heces
La copa amarga de cruel dolor.
Sé que me quieres con toda el alma
Sé por mi dicha todo tu amor
Que es mudo y firme como esa palma
Que pensativo mirando estoy.
Tu tierno arrullo como en mi infancia
Siempre armonioso percibo aún,
Como el preludio que en una estancia
Casi cerrada forma el laúd.
Mucho te debo, madre querida,
Nunca mi deuda podré pagar,
Mi vida es tuya porque es mi vida
¿Qué más en pago te puedo dar?
Por eso madre siempre conmigo
Como mi sombra te hallo doquier,
Con los cuidados de un buen amigo,
Con el cariño de un alma fiel.
Por eso ahora que miro al cielo
Con sus estrellas claro lucir,
Siento en el alma profundo anhelo
De verte alegre cerca de mí.
Junio de 1899
CHESY-JHASY
Las historias de mi patria
Que ya nadie sabe más
Relataban que en las selvas
Hay un ave pequeñita y singular.
Que en las siestas y en las tardes
Va volando sin cesar
Y al volar de rama en rama
Va contando de los hombres la impiedad.
Es el ave que nos cuenta
Que su madre enferma está
Y pidiendo con sus ayes lastimeros
Un socorro por doquiera siempre va.
Las historias de mi patria
Relataban a la par,
Que al principio no era el ave
Sino un niño cuya madre enferma está.
Y que el hombre indiferente,
Sin dolerse de su mal
Le trocó en un pajarillo
Que recuerda su inclemencia por do va.
Y es inquieta la avecilla,
Canta y vuela sin cesar,
Porque en vez de arrepentirse al escucharla
Goza el hombre al escucharla, goza más.
Pues no piensa que en el mundo
Siempre hay niños a ese igual
Que decirle al ave pueden
Escuchando el melancólico cantar
«Calla, pájaro sencillo,
Compañero de mi mal,
No me hieras con tu eterna
Siempre triste, siempre próxima orfandad.
No me cuentes, avecilla.
No me cuentes ya tu mal,
Que también mi madrecita se halla enferma
Porque quiere siempre en vano darme pan».
Enero 1900
TESÁ JHU MOCOI ME
Chôpi jhaitype mocói oíva
ndoyojheyavai maramoité
peteichaitéva jhungüé porame
jhaiporangüépe catú coingüé.
Upé jhungüépe jhe-í yacúpe
jha pyjharépe: tapomojhú.
Tesapéjhápe jhe-í yasype
cu oiqué potávo: toroi pyrú.
Ma-e sagüy pe yajhechapama
isla pa-urne cuarajhy se
jha oma embápe ndojhesacáire
jhendy porante yasyichaité.
Mbá-é mbuasy pe luto voíva
jha vy-a jhape tory rupá
ma-é jhatame che mopiriva
ma-é mbegüepe che moangaipá.
Omoporava cuñataí cuera
yama jhi-áva, yama jheté,
pe pendeyara noicotevéiri
pörá oñojhegüi pendepypé.
A DOS OJOS NEGROS (VERSIÓN LIBRE DE S.B.G.)
Dos tordos que en su nido están
y que no se separan nunca,
semejantes por su negror hermoso
y por su belleza, gemelos.
Por su negrura les dicen al faisán
y a la noche: os renegrearemos,
y por el brillo dicen a la Luna,
al verla ocultarse: te relevamos.
Si miran de reojo, es como si viéramos
surgir el sol entre bosques
y cuando miran (directamente), no es que iluminen,
se encienden -plenos- como la Luna.
Para la pena no hay mejor signo,
son para la alegría fuentes de placer;
en las miradas fuertes dan escalofrío,
en las miradas tiernas me hacen pecar.
Lo que hermosea a las mujeres
-como su cabellera o su talle-,
vuestra dueña no necesita
por rebosar belleza con vosotros.
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