MUEMBÉ
Versión: LEÓN CADOGAN
El majestuoso ybyrapytá que se erguía cerca de mi rancho estaba cubierto de un manto de flores doradas que anunciaba a los moradores de la selva que había llegado la época de sembrar el avatí-mitá y el esbelto muembé que se prendía a sus ramas, brindaba su sabrosa fruta a una ruidosa multitud de avecillas e insectos.
El hermoso árbol y la epífita que albergaba, evocaban el cuadro de una mujer en brazos de su amante y, curioso por saber la reacción que semejante idea fantástica produciría en la mente de un indio, me dirigí a mi compañero, el cacique Emeterio, preguntándole si el Ybyrapytá no se le asemejaba a un musculoso guerrero, el Muembé a una frágil doncella, y el rumor de mainumby y abejas, los acordes de mimby y guarambau amenizando la ceremonia nupcial...
Creí sorprender una fugaz expresión de sorpresa en las impasibles facciones del cacique cuando, en vez de contestarme me dirigió la siguiente pregunta: "¿Quién te enseñó a ti, la historia de Chihy y Guapoty?". Contestándole que ignoraba tal historia me hizo el siguiente relato:
"Contaban mis antepasados, a quienes Tupá había divulgado muchas cosas que los de hoy hemos olvidado, que en la antigüedad había una hermosa doncella, hija de un poderoso cacique, novia de Chihy de la tribu de Ycuá Porá, que la amaba locamente. Pero aún en la antigüedad existía la perfidia entre los hombres y el padre de la doncella, buscando alianza ventajosa, se perjuró y la prometió en matrimonio a otro poderoso cacique de las costas del Paraná.
"Habíase fijado ya la fecha de ceremonia nupcial y no tardó en llegar a oídos de Chihy, noticia de la traición de que era víctima. Abandonó enseguida el tapyi de sus padres y, poco después, merodeaba como un fantasma por los alrededores de la tava de su novia. Tras larga y paciente espera, se le presenta la oportunidad que buscaba: logra verse con su prometida y aprovechando la oscuridad de la noche, se fugan rumbo a Ycuá Porá.
"La desaparición de la doncella no tardó en ser descubierta; tras corto rastreo se hallaron pistas de los fugitivos y los guerreros, encabezados por su despechado cacique, se lanzan a la persecución.
"Hacia medianoche llegó la enamorada pareja a un claro en la selva iluminada por la luna llena, rodeado de helechos y pindó en donde nace la fuente de cristalinas aguas que conoces y que da su nombre a la comarca: el Ycuá Porá. Aquí abrevaron la sed y, al sentarse para descansar, escuchóse el estridente grito de urú alarmado seguido del siniestro tristris de pasos sigilosos: estaban rodeados. Chihy tendió su poderoso arco y, disparando el formidable cuarepotí, abrazó a la niña. Hubo un grito de agonía, seguida de una lluvia de flechas y los guerreros se arrojaron sobre sus víctimas. Pero no encontraron nada; a orillas del ycuá-ybú se erguía un majestuoso Ybyrapytá y abrazada a su tronco, sostenía a una frágil planta de Muembé que se lo prendía cual tierna mujer en brazos de su amante.
Y cuando el Ybyrapytá se cubre de flores y el Muembé brinda su deliciosa fruta a los hijos de la selva, en el mes en que sembramos el avatí-mitá; a medianoche, al llegar la luna llena al cenit, un guerrero guaraní habla de amor a una hermosa doncella a orillas del Ycuá Porá; del amor que perdura después de la muerte, eternizado por Tupá en el Ybyrapytá y el Muembé para que sus hijos no se olviden".
Fuente: MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY. Compilación y selección de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR - www.ellector.com.py . Tapa: ROBERTO GOIRIZ. Asunción-Paraguay. 1998 (187 páginas)
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