GUIA ILUSTRADA DEL MUSEO ETNOGRÁFICO "ANDRES BARBERO"
DE LA FUNDACIÓN “LA PIEDAD”
ADELINA PUSINERI
Tel.: 595 21 441.696
Portada: Dr. ANDRÉS BARBERO
Fotos: TONY SAPIENZA
Asunción - Paraguay
1989
I. INTRODUCCIÓN
El Museo Etnográfico "Andrés Barbero" tiene desde el año 1956 su sede en el edificio "Museum Dr. Andrés Barbero", en la calle España 217 de la ciudad de Asunción.
Es propiedad de la FUNDACION "LA PIEDAD", Entidad Civil de Beneficencia y Cultura, administradora del patrimonio de la Familia Barbero y continuadora de sus propósitos filantrópicos.
Su fundación se debe al gran filántropo y estudioso Dr. Andrés Barbero, quien bajo la presidencia de la Sociedad Científica del Paraguay y en colaboración con otras instituciones, hizo la invitación para fundar el Museo. El Acta de fundación lleva fecha 21 de Junio de 1929 y fue firmada por el Dr. Barbero y los presidentes del Gimnasio Paraguayo y de Cultura Guaraní, además de muchas otras personas destacadas en las ciencias y la cultura nacional. Fue el Dr. Barbero, a través de adquisiciones y donaciones quien reunió la primera colección del Museo, la cual con el tiempo derivó en la formación de la colección actual de las culturas de las distintas parcialidades indígenas del Paraguay, además de documentos, libros, fotografías, etc.
Desde el año 1934 hasta 1946 fue Director y organizador inicial del Museo el ilustre etnólogo alemán Prof. Dr. Max Schmidt, gran explorador etnográfico del área de Matto Grosso. A él se debe el primer estudio sistemático sobre los hallazgos prehistóricos en el Paraguay y varios viajes de estudio a las diferentes tribus indígenas del Chaco.
La muerte del Dr. Barbero y del Prof. Dr. Schmidt, circunstanciaron cierto abandono en la conservación y actividades del Museo, hasta que en el año 1952 la Dra. Branislava Susnik tomó la dirección y reorganización del Museo, acrecentando las colecciones mediante viajes de estudio entre las tribus indígenas del Paraguay. En el año 1956 se inauguró la actual sede del Museo, iniciándose una nueva época con exposición permanente de colecciones, una organizada biblioteca especializada y documentación sistematizada.
Desde sus comienzos el Museo se dedicó a la publicación de trabajos científicos. En la primera época en la Revista de la Sociedad Científica del Paraguay, serie etnográfica (1921-1946); en la segunda época en el Boletín de la Sociedad Científica del Paraguay y del Museo Etnográfico "Andrés Barbero" (1957-1962) y publicaciones anuales del Museo (1959-1989).
Actualmente el Museo cuenta con las siguientes colecciones:
1 - COLECCIONES ARQUEOLÓGICAS:
PALEOLÍTICO.
ETNO-ARQUEOLOGÍA GUARANÍ, MBAYÁ, CADUVEO, PAYAGUÁ.
2 - COLECCIONES ETNOGRÁFICAS:
A) CULTURA GUARANÍ: MBYÁ, CHIRIPÁ, CHIRIGUANO, YZOZÓ-CHANÉ.
B) CULTURA GUAYAKÍ.
C) CULTURAS CHAQUEÑAS:
GUAYCURÚ: EMOK-TOBA Y PAYAGUÁ.
MASKOY: LENGUA, SANAPANÁ, ANGAITÉ.
MATACO: CHULUPÍ, CHOROTI, MAKÁ, GUISNAY.
ZAMUCO: CHAMACOCO Y AYOWEO-MORO.
TAPIETÉ.
3 - SECCIÓN FOTOTECA:
Colección de más de dos mil fotografías referentes a la vida de los indígenas del Paraguay, inclusive tomas de ceremoniales religiosos.
4 - SECCIÓN FONOTECA:
Grabaciones de mitos y leyendas Chamacoco, Chiripá y Guayakí.
5 - COLECCIÓN DE DIAPOSITIVAS:
De la Etnografía paraguaya y de las civilizaciones americanas: Inca, Maya, Azteca y otras.
6 - COLECCIÓN DE MOTIVOS DECORATIVOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY:
Según trenzado de caraguatá, tejido, cestería, motivos pirograbados en calabazas, etc.
7 - PEQUEÑA COLECCIÓN DEL FOLKLORE TRADICIONAL DEL PARAGUAY:
Motivos de "Ñanduti, cerámica popular, etc.
8 - BIBLIOTECA DEL MUSEO:
Libros y artículos referentes a antropología general, etnografía sudamericana y especializada en etnografía paraguaya. Se mantiene un regular intercambio de publicaciones de nuestro Museo con las de otras instituciones similares americanas y europeas. La Biblioteca incluye además una colección de libros de Ciencias Naturales, abierta por el Dr. Barbero para el proyectado Museo de Historia Natural.
II. CARACTERISTICAS RACIALES, CULTURALES Y ETNOHISTORICAS DE LOS INDIGENAS DEL PARAGUAY
1. RACIALMENTE, LOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY PERTENECEN A TRES TIPOS HUMANOS.
1.1 El Paraguay Oriental, hacia la ribera del río Paraná Alto y Medio, poblaban los proto-pobladores de esta región, antes de la inmigración dispersiva de los Guaraníes. Pertenecían al grupo humano racialmente láguido-melanesio, de estatura baja y dolicocefalía con bóveda craneana alta; sus representantes eran los KaingangesGés.
1.2 En la Región del Chaco, los indígenas pertenecen al tipo racial pámpido-australiano, de alta estatura, con cabeza dolicoide, alta bóveda craneana, a veces con formación de carema. (Los Chané Arawak no pertenecen a este tipo racial, siendo inmigrantes amazónides de la región de la Cordillera Andina).
1.3 En la Región Oriental, se asentaron los Guaraníes, de tipo racial amazónide, protomalayo-mongoloide, con típica branquicefalía, estatura baja y de tez amarillenta.
Desde la época colonial y hasta hoy día, los cruces dejaron sus huellas. Los primeros "mancebos de la tierra" del siglo XVI eran mestizos hispano-guaraníes, continuando tal mestizamiento, si bien más limitadamente. Entre los Guaraníes sobrevivientes hay mestizos notorios, pero viviendo en las comunidades indígenas, son considerados Guaraníes. Entre los Chaqueños, la convivencia con el "ambiente blanco" ocasionó mestizamiento frecuente, siendo la proporción diferente según la conciencia étnica de los grupos tribales. En la época prehistórica era frecuente la plasmación interétnica, y en la época colonial habían uniones guaraníes con mulatos y negros.
2. LA TIPOLOGÍA CULTURAL, INDICA TRES ÁREAS CULTURALES EN EL PARAGUAY.
2.1 Los pueblos del área Chaqueña, de patrón cultural esencialmente paleolítico: subsistencia basada en caza, pesca y recolección, movilidad migratoria en busca de mejores cazaderos, algarrobales y pesqueros.
La manufactura se caracteriza por un inmediato aprovechamiento de los recursos naturales, con tecnología mínima. Las comunidades se hallan en frecuente y continua fragmentación grupal según las posibilidades de subsistencia. La conciencia etno-tribal se expresa a través de la identidad de lengua y costumbres.
Las tribus del Chaco en época de la pre-conquista española mantenían contactos con vecinos de cultura neolítica, ya sean hostiles, pacíficos o por trueque, difundiéndose rápidamente nuevos elementos culturales que integraban a la cultura material. También las culturas andinas dejaron algunas huellas culturales. Los contactos periféricos con los focos de difusión cultural de Chiquitos, Chané-Arawak, Chiriguano-Guaraníes y Xarayes influyeron en cierta heterogeneidad cultural de las etnias chaqueñas.
El contacto cultural hispano-chaqueño dio origen en la época colonial a la formación de sociedades ecuestres, "mediando" la adopción indígena del caballo, la introducción del ganado lanar y el desarrollo de la manufactura del tejido. Con la moderna colonización blanca de la región chaqueña, el ambiente de recursos naturales aprovechables por los indígenas cambió sustancialmente, iniciándose el proceso de aculturación y adaptándoselos indígenas para sobrevivir subsistencial y culturalmente, de donde se producen importantes cambios en su cultura material.
2.2 Los grupos Kainganges-Gé, del área Paraná e interiores. Son culturalmente paleolíticos, con préstamos culturales por influencia de los Guaraníes y por la similitud del acondicionamiento ecológico-ambiental.
2.3 Los Guaraníes y los Chané-Arawak, pertenecientes al complejo cultural neolítico. Sus características principales son la orientación esencialmente agrícola a través del cultivo de túberos y de maíz, el gran dinamismo migratorio siguiendo el rumbo de los ríos en busca de tierras apropiadas para ir abriendo nuevas rozas y la caza, que es la fuente de provisión de proteínas. La cocción de los vegetales va estrechamente ligada a la nueva manufactura: la cerámica. Sus viviendas eran grandes casas comunales que albergaban treinta o más familias y constituían unidades cooperativas. Una tipología de seres sobrenaturales orienta la expresión religioso-ceremonial
(Maestro cultivador - Sol - Lluvia).
El entierro en urnas funerarias, hasta hoy día, puede arqueológicamente identificar el límite de la antigua expansión de los pueblos Guaraníes neolíticos. La antropofagia era generalizada como parte del ritual tribal, del nuevo sembradío de maíz, como expresión de la victoria sobre el enemigo o también como medio de imposición de la autoridad parcial o tribal.
Socioculturalmente, los Guaraníes prehistóricos se caracterizaban por su antropodinamismo y su incansable búsqueda de "tierra buena" para el cultivo, empero no constituían una unidad cultural compacta. Los Avá-Guaraníes de la primera ola migratoria manifestaron una cultura proto-neolítica: pequeñas comunidades exclusivistas con jefes-shamanes, manufactura utilitaria, urnas funerarias con típica decoración por impresión digital. Los inmigrantes de la segunda ola ya atestiguan influencias culturales amazónicas y una cultura neolítica abierta: comunidades aldeanas integristas, con jefes guerreros y líderes socio-religiosos-shamanes, manufactura utilitaria y ceremonial, urnas funerarias con decoración pintada y ornamentada, con producción agrícola sobrante y con el dominio canoero de los ríos Paraná y Uruguay.
Las tribus Guaraníes que entraron en contacto con conquistadores y con misioneros manifestaron todas un básico patrón cultural neolítico, pero cada una con sus propias variaciones culturales. Los Guaraníes emigrantes del siglo XVI, Chiriguanos, asentados en la Cordillera, llegaron a una simbiosis cultural de sus patrones tradicionales y patrones Chanés preandinos. En la época colonial, los Guaraníes provinciales se identificaron con la cultura rural criolla, y los Guaraníes misionales vivían dentro de una homogénea cultura reduccional. Los Guaraníes que desde la conquista quedaron independientes en la zona boscosa no colonizada del río Paraná, aún cuando adoptaron el "hacha de metal" y el "lienzo", conservaron su cultura básica hasta fines del siglo XIX. Los representantes actuales son las tribus Mbyá, Chiripá y Pañ Tavyterá, si bien exteriormente aculturados, conservan algunos elementos culturales tradicionales aferrándose a sus tradiciones religiosas y luchando por la "tierraroza" como símbolo de su etnicidad.
3. ETNO-HISTORIA DE LOS CHAQUEÑOS: desde antes de la conquista española los Guaycurúes y Payaguáes, chaqueños cazadores nómadas, representaban un peligro constante para los Guaraníes cultivadores de la orilla oriental del río Paraguay robando sus "cosechas". Cuando se asentaron los españoles en la comarca asuncena, estos Guaycurúes y Payaguáes proseguían con su táctica de "frontera chaqueña" hostil, interrumpida periódicamente por la "paz de trueque". Los Guaycurúes aprendieron la ventaja de poseer caballos y cautivos, se volvieron ecuestres y hasta fines del siglo XVIII constituían un verdadero peligro para el Paraguay colonial, asaltando estancias y poblados criollos y sembrando el terror entre los Provinciales, quedando ineficaces las expediciones punitivas y presidios erigidos en los "pasos de entrada" de los malones de indígenas ecuestres.
Los Mbayá-Guaycurúes ocuparon la zona norteña del Paraguay Oriental hasta el río Jejuí, provocando con sus periódicos asaltos la despoblación criolla y guaraní. Recién durante el gobierno de Pinedo, Melo de Portugal y Lázaro de Ribera, los criollos recolonizaron el área norteña obligando a los Mbayáes a emigrar a Matto Grosso, desde donde aún en la época del Dr. Francia asaltaban estancias formando tropillas de cuatreros.
Los Guaycurúes del Sur, Abipones, Mocovíes y Tobas, también ecuestres, mantenían la zona sureña desde Villeta hasta Corrientes bajo constante amenaza de asaltos, siempre en busca del caballar y del ganado, hasta fines del siglo XVIII, desintegrándose a causa de sus luchas inter-tribales.
Los canoeros-piratas Payaguáes dominaban el río Paraguay hasta convertirse en el siglo XIX en vigías del río al servicio de los criollos. Mientras que tribus antiguas como la Lengua-Cochaboth, antecesores de los actuales Makás de Remanso Castillo, y la Maskoy, atacaban a los pobladores de la región oriental con el mismo fin de los Guaycurúes, contra los que el gobierno colonial también tuvo que enviar expediciones punitivas.
Otras tribus chaqueñas entraron en contacto con el ambiente blanco recién en el siglo XIX, siendo la cultura material de estas tribus y de las que aún sobreviven las que el Museo expone y que se describen en esta Guía.
4. ETNO-HISTORIA DE LOS GUARANÍES. Los Avá-Guaraníes prehistóricos, en su avance hacia el sur desde los Llanos Venezolanos, marginaban indudablemente a muchos pueblos, pero también ocurrían plasmaciones raciales formándose nuevos grupos mediante la imposición lingüística y sujeción social "gentío que tiene dueño".
Al iniciarse la conquista española, los Guaraníes ocupaban las tierras entre los siguientes límites: en el antiguo Guayrá entre el río Tieté y el río Yguazú; la zona entre el río Uruguay y la Laguna de los Patos en la costa atlántica; la zona del río Uruguay y del río Paraná; la zona oriental entre el río Paraguay y el río Paraná, llegando hasta el río Miranda, en el norte, y ocupando las mismas islas del río Paraná hasta el Tigre, en el sur.
Cuando los españoles establecieron sus asientos en Asunción, los Guaraníes buscaban con ellos un pacto de alianza, pues su frontera ribereña (río Paraguay) estaba amenazada constantemente por los Guaycurúes y los Payaguáes. Dieron su maíz a los españoles, prestaron sus flecheros como servidores y acompañantes y pretendieron mantener la alianza por medio de la pauta "cuñado-tovayá", que implicaba la reciprocidad y solidaridad a base de alianzas matrimoniales.
Desde el año 1555 los españoles aplicaron el reglamento de las Leyes de Indias y se introdujo el sistema de mitazgo, debiendo los Guaraníes servir con su trabajo a sus "señores encomenderos" por tres o más meses anualmente, cumpliendo de esta manera con el "tributo de vasallos del Rey". Los Guaraníes que se rebelaban con armas eran condenados al status de "siervos perpetuos y hereditarios", reunidos en las encomiendas de "yanacona". Las encomiendas -suspendidas en el Paraguay recién en 1863-, significaban un opresivo vasallaje económico y un cambio social profundo de los Guaraníes; los indígenas reaccionaron con varias revueltas armadas pero sin éxito por falta de unidad socio política en las parcialidades rebeldes. Desde el siglo XVII en adelante, los Guaraníes "hispanizados" constituían la principal masa de "braceros-peones" al servicio de los criollos particulares y para las obras públicas de la provincia.
A base de la premisa de la "incivilidad" y falta de economía de los indígenas, las Leyes de Indias exigían la formación de "tava-pueblos" exclusivos para los indígenas con fines de una rápida aculturación regional. Las antiguas aldeas Guaraníes fueron anuladas y los indígenas aglomerados en los pueblos de Guaraníes "tavas", algunos de estos fueron: Yaguarón, Altos, Atyrá, Tobatí, Guarambaré, Ypané Arecayá, Caazapá, Yuty. En estos pueblos vivían bajo un sistema comunal, corriendo la administración a cargo del gobierno provincial. Los "tava" perduraron hasta 1848, cuando Don Carlos Antonio López proclamó al Guaraní del pueblo como ciudadano paraguayo, y por ende, libre del sistema comunal denigrante.
Los Jesuitas comenzaron su acción misionera entre los Guaraníes que a principios del siglo XVII no fueron colonizados. A causa de la amenazante búsqueda de esclavos de parte de los bandeirantes paulistas, los Jesuitas tenían que translocalizar las reducciones de los antiguos Guayráes, de los Tapés riograndenses y de algunos uruguayenses, aglomerando las reducciones en la zona de los ríos Paraná y Uruguay. Su sistema de "aculturación cristiana" fue impositivo y controlado, logrando una homogeneización cultural de los Guaraníes. Rechazaron el sistema español de encomiendas, considerándolo atentatorio al derecho de "libertad natural" de los indios; no obstante aplicaron en las reducciones el sistema económico comunal, considerando a los indígenas "incapaces socioeconómicos". También se negó a los Guaraníes misioneros la comunicación directa con los criollos, viviendo en un "encierro misional", aunque formaron una verdadera milicia Guaraní que con frecuencia intervenía al servicio de las provincias vecinas.
Después de la expulsión de los Jesuitas en 1767 y con la introducción del nuevo régimen civil, se inició una rápida decadencia de los Guaraníes misioneros acostumbrados al absoluto dirigismo reduccional. Cuando la visita de Don Carlos Antonio López en 1846, pocos Guaraníes aún quedaban en los pueblos: la famosa "Guerra Guaranítica", la participación indígena en las tropas de Artigas y luego en las luchas argentinas, provocaron el desbande Guaraní y su final mestizamiento con la población criolla.
Los Guaraníes libres Monteses, "salvajes", "Kainguá", constituían el tercer núcleo, divididos en dos grupos: los Caremás de la zona Mbaracayuense y los Apyterés de la zona Tarumá. Habitaban en la época colonial en las zonas de yerbales explotados por los criollos; establecían con la peonada yerbatera algunos contactos de trueque, buscando hierro y lienzo, recurriendo esporádicamente a los asaltos violentos apeligrando los caminos del tráfico de yerba.
Las tribus Guaraníes que hoy sobreviven en el Paraguay Oriental son los Mbyás, los Chiripá-Avá y los Pañ Tavyterá, quienes tienen estrecha filiación con los mencionados Guaraníes monteses.
Entre los movimientos migratorios de los Guaraníes, debemos destacar dos: el del siglo XVI y el del siglo XIX. Los Itatines Guaraníes de la zona entre el río Apa y el río Miranda, emigraron hacia los Andes, constituyendo el núcleo de la tribu luego conocida con el nombre de Guarayú-Itatines. Mientras los inmigrantes Chiriguanos, oriundos de diferentes parcialidades Guaraníes del Paraguay Oriental, se ubicaron en la zona Pre-cordillerana, desde el río Guapay hasta el río Pilcomayo, manifestando una gran conciencia étnica y luchando por su independencia hasta el año 1888.
Otro movimiento migratorio tuvo lugar en la zona Altoparanaense, en el siglo XIX, con la ideología de la búsqueda de la mítica "Tierra sin mal". Emigraron de la zona Mbaracayuense y Amambayense tres tribus Guaraníes: Apapocuva, Tañyguá y Oguaguiva, hacia la costa del mar y hacia el "centro de la Tierra", en Matto Grosso, Brasil. Tampoco faltaron luego simples emigraciones de los grupos Guaraníes paranaenses.
III. LA MANUFACTURA INDIGENA A TRAVES DE ALGUNOS OBJETOS DE LAS COLECCIONES DEL MUSEO
LAMINA N° 1: Se destacan en la cerámica de los indígenas del Paraguay cinco tipologías: a) La cerámica indígena Guaraní del Paraguay Oriental; b) La cerámica Guaraní de los Chiriguanos sub-andinos; c) La cerámica Guaná-Mbayá-Guaycurú del Alto Paraguay; d) La cerámica Payaguá; e) La cerámica utilitaria chaqueña.
La técnica en espiral -sobre posición de rodetes de barro- caracteriza a toda la cerámica, usándose como antiplástico carbón vegetal, fragmentos triturados de vasijas rotas, huesos molidos y también coco triturado.
Las mujeres son siempre buenas ceramistas, compitiendo a veces en la manufactura de los cerámicos festivales.
En la cerámica Guaraní se destacan las urnas funerarias, coligadas con su rito funerario. Tales grandes "Yapepó-ollas" se usaban para la cocción de túberos, fermentación de alojas, especialmente para la preparación de la aloja del primer maíz cosechado y en ocasión del ceremonial antropofágico; en estos casos, las vasijas también se enterraban como las urnas. Los hallazgos de estos grandes recipientes cerámicos casi identifican, por su forma y ornamentación, su dispersión antropodinámica.
La lámina representa una urna funeraria con decoración corrugada por medio de la impresión digital; este tipo decorativo es característico para el antiguo estrato cultural proto-Mbyá-Guaraní.
El interior de la vasija es cuidadosamente alisado, el grosor de las paredes es aproximadamente de 1 cm. ensanchándose hacia el borde; tiene una altura promedio de 45 a 80 cms., correspondiendo casi al diámetro máximo de la abertura. El máximo anchor de una "yapepóurna" se halla generalmente al terminar la segunda de las tres partes de la vasija desde el fondo; en dicha circunferencia se denota un canto pronunciado, a veces cortante o arredondeado, disminuyendo luego el anchor hacia el cuello. Las tapas que se colocan sobre las urnas en forma de una cúpula, son simples vasijas-fuentes hondas. Estas tapas son de unos 30 a 45 cms. de ancho por 15 a 25 cms. de alto.
LAMINA N° 2: Representa dos urnas lisas y pintadas, caracterizando el estrato "proto-Cario" de la última ola migratoria de los "avá", ya con cierta influencia alfarera de los Arawak amazónicos. Su altura es siempre mayor que su diámetro máximo. De las tres partes en que se divide su forma, la inferior es la mayor, llevando algunas líneas paralelas incisas a modo de "acepillado"; la parte superior, destacada por un canto más o menos pronunciado, es pintada con caolín blanco mientras el cuello de la vasija lleva un listón generalmente pintado en rojo de ocre o "urucú". Con menos frecuencia se encuentran las urnas que llevan en su parte superior los diseños decorativos sobre el fondo blanco-amarillento o rojizo-marronáceo. Los motivos decorativos más comunes son: listas sencillas con color alternado, bandas de ángulos encajados uno dentro del otro, líneas curvas o serpenteadas, bandas cruzadas intermitentemente por líneas o puntos negros, bandas de motivos meándricos, bandas de líneas horizontales como abriéndose en hojuelas de palmas, líneas arqueadas con verticales serpenteadas.
Las fuentes que sirven de tapas para las urnas pintadas no suelen llevar diseño decorativos, siendo poco frecuentes las que en su interior llevan bandas rojas en zig-zag sobre el fondo blanco.
LAMINA Nº 3: Los Chiriguanos-Guaraníes que emigraron del Paraguay en el siglo XVI, subyugaron a los antiguos pobladores pre-andinos Chané-Arawak y asimilaron algunos elementos culturales que pueden observarse también en la cerámica. Es manifiesto un desdoblamiento entre la cerámica culinaria chiriguana, manteniendo la antigua pauta de decoración Guaraní en estilo corrugado-digital, y la cerámica de uso festival para los frecuentes convites interparciales, éstas ya por su decoración y forma indican la influencia Chané-Arawak pre-andina.
La lámina representa dos vasijas culinarias y un cántaro en red de caraguatá. Las ollas llevan toda la pared decorada con impresión digital y a veces sólo una banda de impresiones bajo el cuello; suelen llevar dos asas laterales para suspenderlas sobre el fuego. La influencia Chané se denota en la aplicación de una hilera de protuberancias en la pared de las vasijas; las grandes vasijas "yapepó" del mismo tipo, sirven para la fermentación de la chicha de maíz.
El gran cántaro para el agua es característico para los Yzozo-Chanés. Cuidadosamente pulido para disminuir su porosidad y de cuello corto y estrecho, el cántaro no lleva asas laterales y por ello se lo coloca en una red de "caraguatá" para facilitar el transporte.
LAMINA N° 4: Representa vasijas y potes para servir la chicha de maíz y fuente para comidas, cerámicas usadas en los convites festivales de los Chiriguanos-Guaraníes. Estas vasijas globulares llevan a veces una o dos asas laterales y el fondo es siempre plano. El tinte básico es amarillo o marrón oscuro y como lustre se emplea la resina de "taraviruti (mimosoídea) o la resina de Palo Santo. Los motivos decorativos más frecuentes son: triángulos o volutas, voluta doble en forma de una "S" horizontal, espiral continua, líneas en zig-zag, ángulos enlazados, losanges concéntricos y motivos reticulados. Las fuentes suelen llevar el borde interior ornamentado.
LAMINA Nº 5: La cerámica de los chaqueños es esencialmente utilitaria; como pueblos de cultura paleolítica desconocían la cerámica, y la presencia de ésta entre ellos se debe a las influencias de los pueblos neolíticos vecinos.
Se destacan entre las diferentes cerámicas los cántaros para transportar y guardar agua, ya que los chaqueños viven tan dependientes de la provisión de agua. Los cantaros tienen forma algo ovoídea, un cuello muy corto y estrecho, dos asas perforadas y puestas en sentido vertical a la altura del medio cuerpo globular, donde a veces lleva una pequeña entalladura; por las perforaciones de las asas va la cuerda de caraguatá. La mujer, exclusiva portadora de los cántaros, ataja dicho cordón por la frente y apoyando la vasija sobre su espalda. Para la decoración, poco frecuente, aplican resina de Palo Santo en forma de burdas líneas o puntos.
LAMINA Nº 6: Los Payaguáes, canoeros-pescadores del rio Paraguay, manufacturaban la llamada "alfarería gruesa" que tipológicamente caracteriza a los grupos étnicos de la zona anegadiza del litoral del Paraná.
Las grandes vasijas campanuliformes, de factura algo tosca, llevan en el borde dos o tres hileras de impresiones digitales o hechas con palitos redondeados, mientras la superficie es marcada con líneas incisas, paralelas y diagonales. La decoración tosca de ornamento digital es una adopción de la cerámica guaraní. Con éstas vasijas solían cubrirse los cráneos de los muertos que eran enterrados en posición flexionada, solamente hasta el cuello. Las pequeñas islas del río Paraguay eran zonas que los Payaguáes utilizaban para enterrar a sus muertos.
La lámina representa dos cántaros con ancha abertura del cuello, manufacturados frecuentemente con fines de trueque con el ambiente criollo. Algunos cántaros tenían el carácter de dádiva funeraria, en cuyo caso la vasija lleva algunas perforaciones, especialmente en el cuello, interpretando el concepto de "salida y entrada" de las almas de los muertos para sentir "el sol, el viento y el agua del rio", la vivencia tradicional de los canoeros-pescadores-piratas.
LAMINA Nº 7: Los Mbayá-Guaicurúes adoptaron la cerámica de sus vasallos, los Chané-Guaná-Arawak andinizados, excelentes alfareros, que prestaron sus servicios en las comunidades de sus "señores" Mbayáes.
A principios de este siglo, el explorador Guido Boggiani logró reunir la más importante colección de la cerámica Caduveo-Mbayá del Alto Paraguay. En nuestra colección se encuentran algunas vasijas de Puerto. Valinotti (frente al Puerto. 14 de mayo).
La lámina representa una vasija globular con cuello alto usado como recipiente para la chicha y dos potes cilíndricos con base anular.
Las características de esta cerámica son el uso del barro fino de los barrancos del río, de color gris-azuláceo, el delineamiento de los motivos decorativos por la impresión negativa de un cordoncillo trenzado de fibras de "caraguatá"; los motivos decorativos tradicionales son geométricos en toda la superficie cilíndrica, basados en un motivo escalonado. Los motivos fitomorfos se aplican sólo en la superficie globular o a los platos-fuentes, desarrollados recién en la época colonial en virtud de la gran asimilación cultural; las vasijas pueden recibir el bañado rojo con polvo de hematita o bien los colores rojo o negro de resina de Palo Santo, al estar la vasija aún caliente y el blanco de caolín para destacar las líneas impresas delineadas.
Por su forma, los cerámios Mbayá indican: vasijas para agua, vasijas para chicha, potes, copas, fuentes con paredes altas, fuente platos, escudillas y jarros.
Los potes cilíndricos tienen una base angular que recuerda el tradicional motivo mitológico de la "luna creciente"; en donde se juntan el cuerpo anular con la pared de la vasija, corre en la parte interior un ancho ribete fácilmente desprendible; los bordes son siempre festoneados; el fondo de la base anular suele llevar diseños que imitan el peinado de los hombres mbayáes. Tales potes tenían carácter solamente ceremonial y eran usados en simples festivales.
LAMINA N° 8: Entre los guaraníes hay tres tipos de cestos: el "ayaká" de los Mbyás; el "Yrú-agué" de los Chiripás y el "Pynakú" de los Pañ Tavyterá.
Los Mbyá-Guaraníes son los que más conservan la antigua técnica de los cestos típicos del área amazónica, casi siempre ornamentados. El arte ornamental de los "ayaká" -siendo los hombres sus manufactureros- manifiesta una expresión estética mucho más variada y expresiva que en la cerámica. Los cestos difieren por su tamaño y forma, pero la técnica ornamental constituye un elemento Mbyá tradicional, no faltando los objetos de aculturación que llevan el revestimiento del trenzado.
Para su confección se emplean las tiras de "takwarembó" (Chusquea ramossisima), con anchos de 4 a 5 mm y las tiras de corteza negra de "gwembepí" (Phylodendron) siendo la técnica la de entretejido. La forma es circular o ligeramente rectangular, con leve ensanches en los bordes, los cestillos circulares -para guardar plumas-, suelen tener la tapa trenzada. Los cestos grandes para transportarlos frutos de cosecha llevan un refuerzo exterior: dos listones de caña de 3 cms de ancho se cruzan en el fondo subiendo hasta el borde y luego doblados al exterior. Una faja trenzada de "gwembepí” sirve para colocarla en la frente al transportarse el cesto. Los diseños ornamentales que cubren toda la pared del cesto, o sólo aplicándose por bandas, forman motivos de paralelogramos, triángulos o losanges, casi siempre a manera asimétrica; el interior de los losanges se llena de cuadritos negros y blancos de modo de un damero.
LAMINA N° 9: Los Mbyás, buenos cultivadores de mandioca y maíz, hacen unos cedazos - "Yrupé", para cernir sus harinas, semejante a los confeccionados por los Chiripás, aunque más ornamentados con el empleo de "gwembepí . Se confeccionan con las tiras de "takwarembó", entramándose dos por dos, más o menos distanciadas, sirviendo de borde un listón de madera liviana de unos 3 a 5 cms. de alto, cuidadosamente ornamentado con revestimiento de "gwembepí".
LAMINA Nº 10: El cesto "yrú-agué" de los Chiripás tiene carácter más provisorio y es de poca duración. Para su confección se emplean las hojas pinadas de la palma "pindó" (Cocus Romanzoffianum), lo que determina la técnica de un trenzado diagonal, entrepasándose las hojuelas de dos a dos; el raquis de la hoja misma sirve de borde, reforzado con tiras de "gwembepí"; las hojas del fondo se recogen en una trenza.
Los cestos son diferentes por su tamaño, tienen la forma algo triangular y no se aplican diseños ornamentales; la cestería es una tarea de la mujer.
LAMINA N° 11: El gran cesto "naká" de los Aché-Guayakíes se confecciona en la técnica de trenzado diagonal de una hoja de palma "pindó", sirviendo el raquis de la hoja de armazón rígido en forma de una "U". La parte posterior del cesto termina en forma de un abanico que plegándose forma una "tapadera". Cada cesto tiene una banda ancha de 15 a 20 cms, de forma elipsoidal, hecha en un entramado de fibras de "samuhú" o de fibras sacadas de la parte baja del mismo raquis, de las hojas de "Pindó". La mujer guayakí se pone ésta banda, "nakó-chá" sobre la cabeza quedando la parte del cesto apoyada sobre su espalda.
LAMINA N° 12: El torcido de fibras de "caraguatá", una planta Bromeliácea, y la confección de bolsas-redes representan la manufactura más característica de los chaqueños, quienes desconocen la cestería.
Las bolsas de "caraguatá" significaban la utilidad, la tradición y la manifestación del "trabajo" de la mujer chaqueña.
Los Zamucos, los Maskoy y los Matakos eran conocidos como los mejores manufactureros de "caraguatá". La mujer casada, "que tuerce mucho las fibras de caraguatá", demostraba su eficiencia económica en la comunidad.
Para la labor en red de "caraguatá", además del trenzado con hilo doble, se emplean cuatro técnicas diferentes: simple enlazado, enlazado imbricado, en nudos envolventes y en nudos enrizados. El enlazado imbricado, siempre tupido, es la técnica preferida por las tribus que rechazan "el nudo" como mágicamente negativo; suelen usarse las agujas de hueso o de madera con "ojo" o simples espinas cactáceas. Cuando se trata de mallas grandes se emplean tablillas de madera, anchas de 3 a 5 cms. y de unos 20 cms de largo.
Las grandes bolsas-redes para transportar bienes, tienen la forma de una barca, con un largor de 120cms y un ancho de 70 cms. Las mallas son generalmente más grandes, mientras que las de malla pequeña utilizan las mujeres para recolectar las vainas de algarrobo y otros frutos. Las mallas laterales de estas bolsas se juntan por medio de un cordoncillo de "caraguatá" en forma de un lazo o ya de una oreja por donde se traspasa una venda de caraguatá, o una banda tejida de lana ó un cinto de piel de animal que sirven para transportar las bolsas: las mujeres apoyan dicha banda sobre su frente, cayendo el peso de la bolsa sobre sus espaldas. Los hilos torcidos de caraguatá son teñidos con colorantes de origen vegetal en una variedad de colores: negro, marrón, marrón rojizo, gris claro y azulado, colorado, pardo, amarillo, etc. Se practica la inmersión de los hilos en tinturas obtenidas de cortezas de ciertos árboles, semillas, frutos, mezclas de barro negro o azuláceo con astillas de madera y raíces. El uso de la moderna anilina sustituyó rápidamente a las antiguas substancias tintóreas.
Las mujeres chaqueñas manifiestan en la confección de las bolsas su gran sentido ornamental. Mediante los colores de las fibras aplican libremente los diseños estructuralmente geométricos, como bandas lineales, rombos, hexágonos, pentágonos, rectángulos, escalones diagonales y motivos triangulares. Tales motivos ornamentales son una estilización simbólica de diferentes animales y frutos: las bandas continuas interpretan el lomo del armadillo, las bandas discontinuas la piel de víbora, los rombos los ojos del tigre o frutos de tunas, los pentágonos el ojo del búho, los hexágonos la caparazón de la tortuga o del armadillo, etc. Con la aculturación, la ornamentación se volvió estereotipada, reducida a algunos motivos elementales.
Las pequeñas bolsitas en labor de red de "caraguatá", de unos 10 cms o más de ancho y largo, son usadas por los cazadores chaqueños para guardar leznas, amuletos de caza, tabaco o pipas, etc.. Tales bolsitas casi desplazaron a las de piel de pájaros o caimanes y son un adorno obligatorio también ceremonial del hombre. Las bolsitas de los Chamacocos y Ayoweos-Moros son adornadas con plumas de pájaros o con abalorios y flecos de lana roja, las de los Chulupíes, Maskoy y Ayoweos-Moros.
LAMINA N° 13: Las bolsas en forma rectangular usadas por los hombres cazadores son de diferentes tamaños y técnicas. Las mujeres las usan para guardar objetos y pequeñas provisiones. También estas bolsitas llevas diseños ornamentales que son estilizaciones de animales.
LAMINA N°14: Las hamacas "ky'á", como echaderos constituían un característico elemento cultural de los Guaraníes, asociadas con el conjunto de "olla-fuego-hamaca" de una familia nuclear dentro de una casa comunal multi-familiar. Las hamacas, eran antiguamente tejidas de hilo de algodón o bien confeccionadas en técnica de trenzado con hilo doble de fibras de ortiga brava o del raquis de la palma pindó; los hilos de la trama trenzada, distanciados de 10 a 15 cms, terminan en flequillos. Los hilos de los dos extremos se unen en "orejas" para poder suspender las hamacas de los postes por medio de cordones de "gwembepí". Fundar una nueva familia significaba adquirir el derecho a su "lugar de hamacas" en la casa comunal. Con el proceso de aculturación, las viviendas se volvieron unifamiliares y las hamacas adquirieron el carácter de "echadero de descanso"; sigue, empero, indispensable la hamaca para el shamán en todas las ocasiones ceremoniales.
LAMINA Nº 15: Los Chaqueños usaban los cueros como echaderos; adoptaron la hamaca por influencia del ambiente blanco. Los Chamacocos usan generalmente plataformas levantadas como echaderos, pero adoptaron también hamacas hechas en labor de red de fibras de caraguatá, con mallas más o menos grandes. Se aplican los mismos diseños ornamentales como en las bolsas cargueras de caraguatá, siendo preferido el motivo en hexágono que simboliza las placas del caparazón de la tortuga o del armadillo.
LAMINAN° 16: Entre los Chaqueños son los Chamacocos y los Ayoweos quienes se destacan por la confección de mantas de caraguatá en técnica de un tramado con hilo doble, una forma de transición entre el trenzado y tejido propiamente dicho. En el siglo XVI, los Chaqueños eran conocidos por su trueque de "mantas de caraguatá" por el metal-hierro de los conquistadores. Las mantas, siempre con la ornamentación propia de las redes, servían de protectivo del cuerpo o bien a veces, de echaderos. Su uso era exclusivamente masculino.
LAMINA N° 17: La banda para transportar criaturas, "Kromipiá", de los Aché-Guayakies, es confeccionada con la técnica de trenzado tupido de fibras de ortiga brava o de "samuhú"; las partes finales del trenzado se recogen en trenzas y ellas traspasadas forman un espeso rollo. La mujer coloca la banda sobre su hombro derecho, llevando a la criatura del costado izquierdo, manteniendo así la libertad de movimiento de los brazos. Durante las largas caminatas, las bandas con criaturas se suspenden durante el descanso de cualquier rama.
Los Aché son excelentes cordeleros. Emplean el torcido de fibras de ortiga brava, de palma "pindo", de "samuhú", mezclándolas con pelo de monos o de cabello humano, dándoles más resistencia. Se destacan las cuerdas para trepar a los árboles en busca de panales de miel y los "gúra" enrollados como muñequeras para defenderse de las mordidas de los animales cuando la caza del "cuatí"
LAMINA N° 18: El grupo norteño de los Achés confecciona ciertas esterillas de tramado tupido de fibras en la técnica de hilo doble, con apariencia de un tejido. Las fibras mixtas que se emplean permiten cierta decoración en colores, siempre en simples líneas según el hilo doble que abraza en espiral al hilo de urdimbre, que es de filamento negro de "gwembepí" o gris-amarillento de "samuhú". Tipológicamente corresponden a los "tirú-tejidos" propio de los paleolíticos Kainganges-Gés, protopobladores alto-paranaenses.
LAMINA N° 19: El tejido de lana es un ejemplo de laboriosidad manufacturera de los Chaqueños. Se desarrolló recién en la época colonial, cuando adoptaron a fines del siglo XVIII las ovejas, ya que la región chaqueña no era propicia para el cultivo del algodón. Como tejedores se destacaban los Lengua-Maskoy y los Chulupies, para su propio uso preferían grandes mantas de lana, largas de unos 2 mts y anchas de 1,5 mts, siendo principalmente una vestimenta socio-festival de los hombres; para el uso diario preferían simples mantillos utilitarios. Los motivos ornamentales de las mantas expresaban una "marca" de identificación tribal.
Por ventajas del trueque con el ambiente blanco, las mujeres chaqueñas tejían ponchos y fajas. En lugar del antiguo telar "arawak" que permite motivos decorativos sólo en base a la alternancia de hilos de color de la urdimbre y trama, los chaqueños adoptaron el tipo de telar "andino" que tiene un anillo de hilo de lana que pasa a través de la urdimbre. Tomando cada hebra alternada por medio de este dispositivo, se facilita entramar los hilos de diferentes colores formando estilizados motivos decorativos geométricos. En los ponchos predomina el color básico rojo, dividiéndose en anchas listas verticales intermitentes, donde se entretejen los motivos decorativos; todos los ponchos terminan en franjas. Entre los Matacos sureños predomina el color básico natural de lana, pero toda la superficie se halla dividida en amplias listas con ornamentación de hilos negros.
LAMINA N° 20: Las fajas tejidas de lana sustituyeron a los antiguos ceñidores de "caraguatá" o de piel de animal; las comenzaron a usar los indígenas a medida que se empleaban como vaqueros en las estancias. Las fajas de color natural o rojo se hallan divididas en varios campos, cada uno de ellos llevando otro motivo decorativo; solamente las fajas Chiriguano-Chanés se caracterizan por el simple listado en colores, debido al uso del telar "arawak". Los motivos decorativos se identifican con los aplicados en las bolsas hechas en labor de red de "caraguatá". Para el teñido de hilos se usaban primeramente las substancias tintóreas vegetales antiguas, empero, con la manufactura de trueque se introdujo la anilina, "el polvo de color", adoptada rápidamente por los chaqueños.
LAMINA N° 21: En el desarrollo de la túnica "tipoy" como vestimenta de mujeres, influyeron el tipo andino y el tipo de los Chanés-Arawak. Su adopción -con algunas adaptaciones regionales- se debe a la exigencia colonial en cuanto "vestimenta decente" para mujeres. El "Tipoy", representado en la lámina, típico de los Yzozo-Chanés y Chiriguanos, es tejido en forma de una manga cerrada, predominando el color natural con líneas intermitentes en rojo. A la mujer Chiriguana caracterizaba el "Tipoy" teñido en color azul-oscuro; la mujer se cubría con él desde los senos hasta las rodillas. Se menciona el "Tipoy" hecho de fibras vegetales, para los Mbyás-Guaraníes de la región del Monday-Acaray en el siglo XVIII. No son comunes los "Tipoy" tejidos de lana, prefiriéndose el algodón, rápidamente sustituido por simple tela-lienzo en el ambiente blanco.
LAMINA N° 22: El material lítico de nuestras colecciones procede de Yaguarazapá, kuña Pirú y Tacurupucú (Alto Paraná), donde abundan los talleres líticos de cultura paleolítica, tipológicamente y cronológicamente. Entre el material recogido deben destacarse raederas, raspadores, pequeñas lascas-cuchillos, hachas de mano en forma curvada y las hachas en forma de un azadón para cavar raíces. En la zona de Tacurupucú se encontraron algunas puntas líticas de flechas y grandes pilones de piedra pulida o no, llamados "bastones de mando".
Los Guaraníes, como también los Chané-Arawak, usaban las hachas de tipo "celt", generalmente de piedra basáltica, enmangadas, con el borde inferior astillante-cortante y de diferentes tamaños según la necesidad del uso. Las hachas de los Guayakíes, "Ita-Yií", son generalmente de diorita de tamaño pequeño de unos 15 cms. o grande de unos 25 cms. Las pequeñas son usadas para abrir los panales de miel y van enmangadas en la madera viva, la que al cicatrizarse constringe fuertemente la piedra.
En los hallazgos de Puerto 14 de Mayo (Conchal sito en la confluencia del rio Nabileque con el rio Paraguay, orilla Oriental), el material lítico se compone de martillo de piedra diorita verde o basáltica, pisones de piedra en forma cónica, redonda u ovaloide para machacar frutas, bruñidores de piedra y hachas del tipo chaqueño, de forma elipsoide y con el característico cuello en la parte superior.
LAMINA Nº 23: Objetos de madera.
a) Máscaras Chiriguano-Guaraníes: Los Chiriguanos adoptaron, por la influencia de sus vasallos Chané-Arawak, el uso y la confección de las máscaras "añavusú", hechas de madera blanda "toroboki", de tallado fácil, imitando la cara humana en su faceta ceremonial. Antiguamente, tales máscaras correlacionábanse con el rito de la primicia del maíz, asegurando la protección de las ánimas de los muertos; con la aculturación, tales máscaras pasaron a ser "objetos del carnaval". Una de las máscaras está pintada con blanco de caolín y la otra representa a un Chiriguano con el "labrete-tembetá" y una vincha roja símbolo de autoridad y prestigio.
b) Recipientes-fuentes de los Ayovdeos-Moros: Los Ayoweos-Moros tallan sus “kadopet” especialmente para preparar el jugo picante "Xu'o", en el cual mojan la carne de animales silvestres. La forma es rectangular con el fondo ligeramente redondeado y las paredes tienen unos 15 cms de alto. Son también los Ayoweos los únicos que tallan las cucharas de madera, de forma rectangular, de difusión andina y chiquitana.
c) Figuras zoomorfas de madera: Las figurillas representan algunos animales, como la lámina (dos yacarés y un armadillo), talladas en madera de "samuhú" muy liviana y de fácil manejo. Se denota la observación real y conceptual de todas las características zoomorfas-mitológicas dentro de la antigua visión de los cazadores chaqueños.
LAMINA Nº 24: Pipas.
Entre los Mbyá-Guaraníes, las pipas "petynguá", son de cerámica en forma angular, teniendo en su parte anterior una especie de cresta con agujero central para el cordoncillo, sirviendo de boquilla un canuto de tacuara. Al abandonar la cerámica, confeccionaban las pipas de madera de guayabo "arasa".
Los hallazgos arqueológicos confirman el uso de pipas de barro cocido y de forma acodada, una reminiscencia de las pipas de piedra halladas en los sambaquís de la costa atlántica. La pipa es un accesorio esencialmente de los shamanes, considerándose el tabaco un medio mágico y también inductivo al mundo visionario.
Las pipas de forma tubular caracterizan a las tribus Pilcomayenses, adoptadas por la difusión cultural andina como lo confirman los hallazgos arqueológicos.
Las simples pipas tubulares de madera tienen generalmente el canal interior continuo o ya ligeramente estrechado en su parte media o ya dilatado hacia ambos extremos. Son largas de 8 a 15 cms y suelen tener un filtro de fibras vegetales previniendo que pasara todo el jugo del tabaco hacia la boquilla. Todas las pipas tubulares suelen ser ornamentadas con anillos pirograbados en ambos extremos o con una borda de motivos pintados con el azul de "ñandypá", o con simples entalles o ya plásticamente en forma de una aleta en la parte de la boquilla.
Los Lengua-Maskoy, también fumadores apasionados, hacían pipas de barro cocido, ligeramente acodadas en el medio, del tipo Chané-Arawak. Adoptaron posteriormente el tipo de "cachimbo" con boquilla.
Los Mbayá-Guaycurúes son los únicos que confeccionan las pipas-cachimbos de madera tallada, antropo o zoomorfas. Tales pipas tienen carácter socio-ceremonial: pasando la pipa en una ronda de hombres es la expresión de "amistad y paz". Suele usarse la madera de Palo Santo, cuya resina aromatiza el tabaco. Los Chamacocos suelen imitar las formas de las pipas Mbayáes.
LAMINA Nº 25: Las Cuyas de los Chiriguanos-Guaraníes, calabazas partidas por la mitad, sirven de "vasos" para beber aloja de maíz o como cucharas. Las cuyas son pintadas en rojo de "urucú" y ornamentadas profusamente con incisiones simples o pirograbadas; los motivos decorativos son geométricos, zoomorfas o fitomorfos. La ornamentación de las cuyas era trabajo de los hombres, mientras que la alfarería corría a cargo de las mujeres.
LAMINA N° 26: Cuando las Payaguáes se vieron obligados a la convivencia con el ambiente criollo, en el siglo XVIII, no desaprovecharon su utilitarismo productivo-truequista. Por las estancias vecinas y en la misma ciudad de Asunción vendían sus "mates y las calabazas-estuches. El pedúnculo-cuello de la calabaza que a la vez servía de tapadera, era recortado en "dientes" grandes; las calabazas eran siempre muy ornamentadas con incisiones simples y pirograbadas o combinadas. Una expresión decorativa atractiva, lo que indica sin duda la habilidad adaptativa de los Payaguáes; era una producción artesanal para la "venta", pero hábil e imaginativa. Siempre se denota la división de la superficie en "campos" ornamentales, marcados por líneas diagonales o por unidades triangulares. Los elementos decorativos forman motivos geométricos y fitomorfos estilizados, con variaciones individuales dentro de una pauta generalizada.
LAMINA N° 27:
a) Exceptuando a los Chamacocos y los Moros, todas las otras tribus chaqueñas conocen y emplean el tambor.
El primitivo tambor era una "olla-tambor"; la olla de barro cocido se llenaba con agua hasta la mitad y se cubría con una piel de venado u otro animal. De batidores servían simples palillos con punta roma.
El tambor es de difusión andina. Los chaqueños, al abandonar la "olla-tambor" por la aculturación, recurrieron a la "palma-tambor" (trozo de tronco de palma ahuecado).
En las sociedades guerreras, el tambor llegó a desempeñar, por la influencia colonial, un rol socio-expresivo. En los pueblos no guerreros y no tan rígidos en la iniciación guerrera, la función básica del tambor consiste en propiciar la madurez de los frutos para incrementar la pesca abundante y para propiciar la madurez de la muchacha púber.
b) Todos los chaqueños usan las sonajeras de pezuñas, por regla general de pezuñas de ciervos y venado, y limitadamente también de pecaríes y jabalíes.
Las pezuñas son perforadas y pasadas por un cordón de caraguatá. Los hombres se atan las sonajeras en los tobillos y con menor frecuencia en las muñecas o bajo las rodillas. Las mujeres -exclusivamente las mujeres viejas- la suspenden de una estaca, golpeándose ésta al suelo durante la danza.
El valor conceptual de este instrumento musical se basa en el sonido producido, resonante o tintineante, simbolizando el poder mágico de espantar y mantener alejados los espíritus malignos siempre acechantes. En ocasión del rito de pubertad de la muchacha, las mujeres viejas y la maestra de danzas, baten en el suelo largas estacas de las que cuelgan sonajeras de pezuñas de venado.
c) Los Chaqueños hacen sus sonajas de la Lagenaria vulgaris (cucurbitáceas). Los pueblos cazadores chaqueños adoptaron este instrumento por influencia de las culturas neolíticas vecinas.
Los Chamacocos recortan el pedúnculo de la calabaza y colocan luego un largo tapón de madera que sirve de mango. En la calabaza se colocan diferentes semillas duras de frutos o piedrecillas, siempre ligadas con motivos mitológicos respectivos. Los shamanes Caduveos y Chamacocos solían revestir las sonajas con piel de avestruz.
El valor de la sonaja se base en la magia simpatética; puede usarse ceremonialmente en determinados rituales, pero son generalmente los shamanes los que usan las sonajas para comunicarse con el mundo sobrenatural o tocarlas terapéuticamente en ocasión de las curaciones.
d) Los pitos grandes de cazadores en forma rectangular con bordes salientes en las esquinas caracterizan a los Chamacocos y Ayoweos. Los orificios se hallan en los bordes laterales del pito hecho de madera de Palo Santo, de Jacarandá o Palo Mataco. Tales pitos generalmente no son decorados, pero llevan a veces algunas líneas incisas corriendo en sentido de los bordes laterales. Los otros chaqueños usan pequeños pitos redondos, generalmente ornamentados con incisiones o pedacitos de latón en disposición geométrica.
El sonido del pito corresponde a un "lenguaje" de los cazadores, quienes se avisan entre sí sobre los "movimientos" en la caza colectiva. Las pitadas pueden tener cierto valor social; al volver los hombres a sus asientos, el número de las "pitadas" significa el número de las víctimas de guerra o de presa de caza.
LAMINA Nº 28:
a) Sonajas y Bastones de ritmo, son los dos principales instrumentos musicales de los Chiripá-Guaraníes. Sirve para la sonaja "mbaracá" el fruto del árbol Lagenaria Cucurbita, de forma algo ovaloide; al sacarse sus semillas se impone un canuto de "tacuapí" que sirve en su extremo inferior como mango, sobresaliendo algo en el otro extremo. La sonaja se llena con semillas duras de la planta acuática "Yvaú", mientras que un pequeño cordón "florido" con plumas de pájaros (Psitácidos generalmente), adorna tales "mbaracá". Estas sonajas tienen carácter ceremonial y su origen se atribuye al héroe cultural, "Hy'apú guasuva", el mismo Sol-Kwarahy, héroe cultural, "danzaba con mbaracá" durante la búsqueda del padre. La sonaja se convierte en un objeto ritual de los shamanes y hombres adultos, participantes de la danza sagrada "Yyroky" pues por medio de ella se puede entrar en comunicación con seres sobrenaturales. Las antiguas tradiciones hablan de la sonajas que contenían "Alma-aivú", generalmente de algunos shamanes muertos.
b) Para el bastón de ritmo se usa una vara de "tacuará" (Bambuácea) a la que sacan todos los nudos intermitentes, menos el último que forma el fondo del bastón. Tocándolo contra el suelo produce un sonido sordo de "jabalí"; el tono, en sí monótono, puede tener variaciones por medio del ritmo de los danzantes. En ocasiones ceremoniales, estos bastones llevan los flecos plumarios a modo de adornos. Entre los
Chiripás, este bastón es un instrumento musical exclusivo de las mujeres y típico para el "Kuñá oporaíva", la mujer que guía la danza de mujeres; varias tradiciones mitológicas hacen referencia a este instrumento. Usa el bastón la "Kuñá-tacuá-poñÿ", la mujer del gran cazador mítico, y también lo usan las "oporaíva" en ocasiones cataclísmicas.
LAMINA N° 29:
a) Las pequeñas flautas de Pan de los Achés se confeccionan de huesos de pájaros o de canutos de "tacuara". El hueso del alón de un Córvido se fracciona en tres trozos enlazados con un cordoncillo de fibras de ortiga brava. En la parte inferior, cada trozo es tapado con cera negra, tocándose a modo de "llave cerrada".
Para expresar su canto de lamentaciones durante el luto, la mujer viuda suele tocar la flauta de "mbrikú"; con la flauta "Kymíra:iká" se clama desesperadamente por lluvia; con la flauta de "tora:iká" se lamenta la muerte ocasional de una moza núbil. La elección del pájaro de cuyo hueso se hacen las flautas, depende siempre de la asociación mítico conceptual. Estas flautas se tocan individualmente, interrumpiéndose con cantos de lamentaciones, entonados generalmente por las mujeres viejas.
Las flautas Pan de "tacuara" se componen de tres o más canutos, enlazados con un cordoncillo de fibras de "pindó" o de "gwembepí". Las circunstancias más frecuentes cuando se tocan estas flautas son las siguientes: adolescentes en ocasión de la abundancia de miel ("tei târâromimby"); las mujeres adultas, las que ya tienen el status reconocido de "Kuya:gatú", cuando maduran las frutas de las Mirtáceas, expresión máxima de las mujeres-recolectoras; cuando los hombres están ausentes por causa de una caza colectiva, de venado en particular; a veces es una vieja la que toca la flauta, pero es una más joven la que entona el canto propiciatorio; recurren también a estas flautas algunos hombres adultos cuando están relatando sus hazañas de cazadores; también los jóvenes ya iniciados entonan tal flauta al buscar su compañera. Las flautas permiten al individuo un desahogo psico-emocional.
b) Los cazadores Achés usan con frecuencia los pitos "Kaware:papé". La pezuña del oso hormiguero se encastra en un canuto de "tacuara" que es revestido con cera negra en un espesor de 1 cm. Tipológicamente, estos pitos pertenecen a la misma categoría que las flautas cerradas en su extremo inferior. Los hábiles cazadores o exploradores suelen con estas pitadas dar la voz de alarma por la presencia de algún felino; como simple medio de "avisos", los cazadores recurren al remedo de pájaros y otros animales.
c) Las flautas "mimby" de los Guaraníes, suelen tocarlas los hombres individualmente, expresando su estado emocional. Por el contrario, las sonajas y los bastones de ritmo tienen carácter socio-ceremonial.
Son hechas de "tacuara" con cinco agujeros deflectores del sonido y uno en el extremo opuesto. Algunos "mimby" llevan en un extremo el adorno "florido" plumario.
d) En el área chaqueña suelen usarse los pitos óseos en el dominio de las actividades exclusivamente shamánicas. Los pitos de huesos de pájaros, largos de 5 a 15 cms, con el orificio del sonido y el deflector generalmente en uno de los extremos, sin stop de variación del sonido, suelen ser designados tipológicamente como "pitos matacos", de amplia difusión en Sudamérica.
Los Chamacocos suelen juntar tres o más pitos de hueso ensartados en un cordón de cabellos humanos a modo de collar. Los huesos empleados suelen ser de pájaros de carácter agresivo y, por ende, mágicamente poderosos y eficaces; mediante tales pitos, los shamanes claman visionariamente por la ayuda de sus "pájaros ayudantes", las almas transformadas de los shamanes muertos; los pitos óseos son el medio de comunicación mágica con el mundo sobrenatural. Se destaca el "loty biyo", un instrumento shamánico de los Chamacocos, usado en las curaciones mágico-terapéuticas. Se compone de un cinto de cabellos humanos, los cuales simbólicamente delatan el lugar de los "espíritus de enfermedad"; cuelgan de dicho cinto un pito largo y dos pitos pequeños, hechos del alón de la garza cuartelera, la que se identifica con la mítica "madre de los pájaros"; clamando por su ayuda quiere asegurar la curación mágica.
LAMINA N° 30: Adornos labiales y lobulares.
a) El labrete, llamado "Tembetá", caracteriza a todas las tribus Guaraníes. El antiguo "Tembetá" guaraní era, según los hallazgos arqueológicos, hecho de cuarzo en forma de una "T", de 10 cms de largo, siempre una insignia de un hombre adulto en todas las ocasiones ceremoniales. El uso del labrete de cuarzo parece ser "una propiedad" de los shamanes y en estrecha correlación con el "ita-verá" (piedra brillante) del mítico "Tupá Overasú" (del "Tupé Relampagueante"), del gran "Tupá de la Tormenta". Entre los Mbyá es más común el labrete hecho de resina de árboles, sea de "yataiva" o de "tembetary", usados por todos los hombres adultos y mitológicamente coligado con el complejo solar.
El "Tembetá" significa protección contra la acción negativa de los "dueños de la naturaleza"; es también el adorno ritual de las "almas que viajan hacia la tierra del más allá"; todas las tribus culturalmente neolíticas y racialmente amazónides siempre manifestaban un profundo desprecio por los pueblos "que no usaban el labrete". En cierto sentido puede hablarse de una iniciación de muchachos púberes a través del rito de perforación del labio inferior para obtener el derecho de usar el "Tembetá". Para uso diario son comunes entre los Mbyá los labretes de simples canutos de "tacuarembó", quedando el labrete hecho de resina de "avatá timbayuí" como característicamente ceremonial. Conviene decir que el abandono de la perforación del labio inferior constituye el primer paso a la "igualación cultural" con el ambiente criollo.
Los Chiriguanos-guaraníes conservaron después de su emigración del Paraguay, el rito de perforación del labio inferior para la imposición del labrete, que corría a cargo de un shamán en ocasión de un ceremonial público. Empero, han abandonado la antigua forma típica Guaraní del labrete, adoptando el nuevo tipo de labrete, el andino-arawak, que tiene la forma de un botón. Los labretes festivales tenían una base cilíndrica de metal, a veces en forma elongada, con una piedra semipreciosa en el medio, generalmente de color verde o azul. Los labretes simples tenían la base de latón y como adorno pedazos de vidrio; para el uso diario se empleaban simples "botones de cera" para tapar el agujero del labio inferior y prevenir la salivación. El uso del 'Tembetá" era también para los Chiriguanos el símbolo de virilidad; la cristianización y la misionización dividía a los chiriguanos en "infieles avá con tembetá" y "fieles civilizados sin tembetá"; el abandono del labrete constituía el primer paso hacia la "civilización".
b) La práctica de usar bodoques lobulares es común entre las tribus chaqueñas. Más que un adorno -el bodoque en sí- importa la distensión del lóbulo de la oreja, pues implica una deformación corporal. La distensión del lóbulo y el adorno respectivo indican una difusión andina si recordamos la tradición de los "Orejones" del status de nobleza pre- e incaica. La finalidad de esta deformación contiene varios factores: mágico-estético, distintivo tribal y también jerárquico por cuanto el bodoque pudo significar el status del adulto de manera parecida a los labretes entre otras tribus.
Cualquier perforación significa para el chaqueño una posibilidad potencial para la entrada del maligno portador de enfermedades; la distensión del lóbulo significa un "engaño mágico" para los espíritus malignos y una prevención mágica contra lo nocivo. Al llegar el contacto con el ambiente blanco, muchos abandonaron ciertamente la práctica de distensión del lóbulo, pero por cierto tiempo permanecían viviendo bajo el intenso temor de venganza, evitando "entrar en el monte" porque ya "no eran como antes".
La primera perforación del lóbulo se realiza ya a la edad de unos 3 años o, entre los Lenguas, poco después de nacer la criatura. Se impone primeramente un pequeño cordoncillo de caraguatá o un palillo, pero, a medida que los niños crecen, se colocan pequeños rollos de corteza, hojas de palma, discos de tacuara o botones de madera, de diámetro siempre progresivo hasta que el varón adquiere el status de adulto.
Los grandes bodoques están hechos generalmente de madera de algarrobo, considerado siempre como árbol benéfico y vital. Los bodoques son planos de un lado y ligeramente convexos del otro, con un diámetro de 4 o 6 o aún más centímetros; para uso diario, los bodoques son simples, pero para el uso festival suelen ser ornamentados: pintados con el rojo de "urucú", recubiertos con incisiones o pirograbaciones, perforados y rellenos con lana roja propiciatoria, o revestido con pedazos de latón. El bodoque es por lo general un adorno distintivo de los hombres, pero entre los Lenguas lo usan también las mujeres.
LAMINA N°- 31: Adornos con abalorios.
Tratándose de adornos, los chaqueños tendían a adoptar rápidamente cualquier materia prima del ambiente blanco, con tal que sirviera de "ostentación" socio-festival del hombre; siendo la mujer siempre algo desplazada en este aspecto. Los abalorios eran buscados por los indígenas ya al iniciarse los primeros contactos con los conquistadores. Los hombres Lenguas, Chulupíes, Makás yTobas confeccionaban anchas gargantillas de abalorios, sustituyendo las antiguas de carácter plumario; la moda del prestigio se impuso rápidamente. De base servía una redecilla de caraguatá, ensartándose los abalorios de color rojo, blanco o azul en forma ornamental, formando cuadros geométricos, lineales o cuadrangulares. El borde superior se reforzaba con lana roja, llevando grandes borlas de lana y recubiertas con abalorios.
Otro tipo de gargantilla, bandas o vendas, componíanse de anchas bandas tejidas de lana roja, cosiéndose en su superficie abalorios en forma de ornamentación geométrica y algunas con emplumado en rojo; antiguamente tales bandas se cubrían con plaquitas de conchas.
Las pequeñas bolsitas de lana abundan entre todos los chaqueños que adoptaron el tejido de lana; su modelo antiguo constituyen las bolsitas trenzadas con fibras de caraguatá y adornadas con plumas de pájaros. Las usaban los hombres en ocasiones festivales. Predominan las bolsitas de lana roja. En la parte inferior corren hileras de flequillos y para mayor realce ornamental cosen abalorios, con la misma tendencia de manifestar "la posesión de cosas".
El "lenguaje" de las gargantillas y de otros objetos con abalorios es esencialmente "estético", careciendo de una función socio-mágica que caracteriza a determinados adornos ceremoniales.
LAMINA Nº 32: Los adornos plumarios siempre indican un lenguaje socio-ceremonial de la comunidad; el "trajeamiento" ceremonial y social significa para los indígenas su auto-afirmación existencial y unaseguridad socio-mágica por el mismo simbolismo de las plumas de pájaros del "mundo ornitomorfo". Se combinan de esta manera dos expresiones: la simbolizante-interpretativa y la selectiva de la materia prima -a veces por simples colores- ambas interpretando la verdadera conjugación indígena de la identificación mágico-ceremonial.
a) Los Lenguas y los Chulupíes usaban grandes "penachos", antiguamente el orgullo y el prestigio del hombre cazador y guerrero. El penacho se compone de una ancha banda frontal tejida de lana y teñida en rojo vivo, adornada con abalorios blancos en disposición de cruces. En la parte superior sobresale la corona de plumas rojo-escarlatas de flamencos o espátulas; las borlas de lana recubiertas con abalorios, cuelgan sobre las orejas. En un cordoncillo de caraguatá se enlazan cada cañón de las plumas de avestruz.
Los Lenguas interpretan tales penachos como ayuda contra el "espíritu del pantano", "El todopoderoso", "Kiljikhama", enemigo existencial.
b) Las polleras de plumas de avestruz constituyen un adorno plumario típico para todos los chaqueños; se la ciñen solamente los hombres durante las danzas ceremoniales. Los Lenguas usan este tipo de adorno en la "danza de buenas canillas", realizada en ocasión de la conclusión de la fiesta iniciática de varones; la danza interpreta una competencia de los "canilleros", buenos caminantes, buenos corredores de campo y, por ende, buenos cazadores. A través de la mitología, el avestruz, como ave corredora, identifica al cazador.
LAMINA N° 33: a) El diadema plumario, "pasyparak", es un distintivo de todo hombre adulto Chamacoco, miembro de un clan social, lo lleva después de aprobar su período de prueba iniciática.
Sirve de base una redecilla de caraguatá, en cuyos enlaces se fijan plumas pectorales o mayores de pájaros; se forman tres hileras plumarias, dos de plumas negras y la intermedia de plumas verdes, amarillas o rosadas; el color depende del status por edad del hombre; las plumas rojas son reservadas para los shamanes, cuando éstos representan a la mítica proto-madre tribal. Si dos hombres intercambian su "pasyparak", expresan su alianza de "compañeros-amigos". Al mismo tipo de diadema corresponde el brazalete plumario.
b) Los Chamacocos no usan ceñidores de plumas de avestruz como los otros chaqueños, sus ceñidores son más parecidos a la cultura plumaria de los Bororós de Matto Grosso.
El ceñidor puede usarse también como bandolera según las ocasiones ceremoniales. Se compone de 12 o más cordoncillos de caraguatá, en color natural o teñidos en marrón oscuro o negro. Los cordones largos colgantes son pendones gruesos de plumas en forma de rollos pulmarios, de color verde o negro; son intercalados algunos cordoncillos finalizando con simples plumas. En la confección de los ceñidores hay cierta libertad en cuanto al uso de plumas, interviniendo ya cierta competencia individual. Los shamanes deben respetar el uso de los rollos plumarios de acuerdo a su categoría funcional.
c) El adorno plumario "cubre-nuca" de los Ayoweos-Moros, se lleva en ocasión de los grandes festivales anuales. Los más elaborados son los cubre-nuca de los caciques guerreros y líderes comunales: por la espalda penden grandes cordones de caraguatá en los cuales se fijan las plumas como flecos-borlas y rollos trenzados de plumitas pectorales, formando una amplia red de pendones plumarios. Las plumas confeccionadas en típico "arrollado" es característica de la industria plumaria Zamuca.
INDICE
-
INTRODUCCIÓN
-
CARACTERISTICAS RACIALES, CULTURALES Y ETNOGRÁFICAS DE LOS INDIGENAS DEL PARAGUAY
-
LA MANUFACTURA INDIGENA A TRAVÉS DE ALGUNOS OBJETOS DE LAS COLECCIONES DEL MUSEO
-
LAMINAS
ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA
MUSEO ETNOGRÁFICO ANDRÉS BARBERO en PORTALGUARANI.COM
(Hacer click sobre la imagen)
ENLACE INTERNO RELACIONADO
(Hacer click sobre la imagen)