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Julián (Andrés Campos Cervera) De La Herrería (+)
03 de Mayo de 1888 - 11 de Julio de 1937
 
Julián (Andrés Campos Cervera) De La Herrería (+)






Biografía

ANDRÉS CAMPOS CERVERA

Nació en Asunción en 1888; era hermano del poeta Hérib Campos Cervera. Alumno de Héctor Da Ponte, marchó a Europa por sus propios medios; a partir de 1910 estudió artes plásticas en Madrid, Roma y Florencia, y por último en París, en donde permaneció seis años, cultivando la pintura y el grabado. En 1919 regresó al país y realizó en el Salón del Velvedere, la primera exposición individual de sus obras. Enseguida viajó otra vez a España, y durante 4 años estudió con preferencia la cerámica en Valencia, sin descuidar la pintura y el grabado. Con ellos participó de importantes exposiciones individuales y colectivas, con elogios de la crítica: de Los Independientes, 1913/19, en París; Internacional del Grabado, 1912, y Salón de Otoño, 1931, en Madrid; Conjunta con Josefina Pla, 1931, en Madrid; Primer Salón de Artistas Paraguayos, en 1933, y Conjunta con Jaime Bestard; 1934, en Buenos Aires.

Campos Cervera cultivó la cerámica con el seudónimo de Julián de la Herrería. Inició y enriqueció la escuela ceramista paraguaya, elogiada por la crítica de importantes centros artísticos como Madrid, Barcelona, Valencia, Buenos Aires, Río de Janeiro y Sao Paulo. Revitalizada su decorativa, especialmente la del área del predominio Tupí guaraní, pudo encontrar en temas de inspiración popular el cauce de una labor artesanal de auténtico valor artístico. Sus obras integran colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes y de la Municipalidad de Asunción; y en el exterior, del Museo de Arte Moderno de Madrid, de la IBM Corporation de los EE.UU. de América, y del Museo Nacional de la Cerámica de Valencia, España. Con obras del artista, Josefina Pla, su viuda, formó un Museo privado, registrado en el catálogo de patrimonios culturales de la Unesco.

"El supuesto mal de anacronismo - escribió Arturo Alsina - a juicio de ciertos críticos reduce, hasta entonces, el ámbito de nuestras artes plásticas a la pintura y la escultura... Julián de la Herrería, un creador de belleza, va a subsanar esta anomalía con el espíritu de renovación que reclama la crítica. Pintor, grabador y ceramista, todo logrado por una individualidad extraordinariamente dotada. Concepciones originales, intuición iluminadora; sabia técnica que descubre y perfecciona medios de expresión. Sus cerámicas inspiradas en motivos precolombinos, en leyendas místicas guaraníes y en temas nativistas y folklóricos, ejerce una influencia fecunda que rebasará los límites de su tiempo en proyección a la creación de una futura cerámica paraguaya".En vísperas de su regreso al país, Campos Cervera enfermó y murió en Manises, España, en julio de 1937.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)


JULIÁN DE LA HERRERÍA

El desarrollo de las artes plásticas en el Paraguay durante el período colonial fue prácticamente nulo, si se exceptúan escasas y modestas expresiones del barroco religioso, como obra anónima de la artesanía indígena. El ancestro guaraní no podía tampoco contribuir con ninguna aportación por carencia de acervo. Y esta pobreza desoladora se acentúa más aún en tiempos del dictador Francia. A don Carlos Antonio López se deben las primeras iniciativas de estímulo a tímidas vocaciones, como el envío a Europa de Saturio Ríos y Aurelio García, iniciativas que interrumpen los sucesos históricos posteriores; y el caso del primero de esos becados, quemando desalentado sus bocetos y dibujos, podría ser un símbolo de los obstáculos que se oponen al desenvolvimiento de las generaciones surgidas después de 1870. Entre 1903 y 1930 salen del país otros jóvenes becados, que constituirán por largos lustros el núcleo rector del precario ambiente artístico nacional. Formados principalmente en el academismo italiano, cuando ya el impresionismo superaba esos principios, perdieron a su vuelta el amplio contacto exterior con la evolución formal de las nuevas inspiraciones. Las vocaciones jóvenes tuvieron que remitirse a ese estímulo y aprendizaje precarios o al ejemplo ocasional de artistas transeúntes, como Guido Boggiani o Guillermo da Re. "Es así como durante esos cuarenta años en que podía haberse creado una tradición -apunta un crítico-, apenas si se formó una rutina".

La plástica nacional, iniciada secularmente bajo el signo del pintoresquismo costumbrista de hechura romántica, se retarda en el academismo preimpresionista, cuando ya son ellas formas desechadas en el proceso artístico mundial. Andrés Campos Cervera -que adoptaría el nombre de Julián de la Herrería, desempolvándolo de su tradición materna- sufrió como sus compañeros esa falta inicial de adecuado aprendizaje en método y continuidad, por ausencia de ordenada frecuentación de las disciplinas básicas evolucionadas. Pero su genio artístico habría de sobreponer el escollo hasta alcanzar -primer ejemplo paraguayo- jerarquía en la valoración mundial.

Nacido en Asunción, en 1888, estudió en Italia, Francia y España. Cultivó el óleo, la acuarela y las distintas modalidades del grabado en madera y metal, con tenacidad ansiosa de hallar su mejor medio expresivo, que descubriría más tarde en la cerámica. Así fue el creador del linograbado, generalizado luego sin mención del nombre de su inventor. Expuso con éxito en Los Independientes, de París, en repetidas ocasiones, alcanzando recompensas de carácter internacional. "Su residencia en Francia -nos dice Josefina Plá-, en punto de confluencia de todas las corrientes que modifican sin cesar la faz de la pintura, fue desde luego decisiva; pero nada habría significado sin la presencia del rico temperamento del artista. Andrés Campos Cervera llevaba en sí los gérmenes fecundos de la curiosidad y la rebeldía, cimbras de una personalidad original. Estas cualidades le hicieron destacarse desde el comienzo ya, en San Femando, y se revelaron en hechos como la invención del linograbado. Sus iluminaciones estéticas tenían como apoyo una perseverancia, un equilibrio y una honradez a toda prueba, ejemplares en nuestras plásticas. Ellas explican su independencia crítica, su repugnancia a seguir escuela, en su asimilación de lo exógeno en la exacta medida reclamada por su auténtica expresión; su fidelidad a las propias intuiciones, que le permitieron llegar a cristalizarse a pesar de la enorme desventaja del principio".

Julián de la Herrería realiza su primer contacto con la pintura moderna a través de su maestro Sorolla, en San Fernando, donde además del óleo estudia la acuarela y el grabado. Pero su avidez no se detiene en el gran maestro y remonta la corriente evolutiva hasta los impresionistas, "de los que lo apartó su intuitivo, peninsular rechazo de toda desintegración formal". En Cezanne puede, en cambio, conciliar sus íntimos antagonismos, su hispánico respeto a la concreción de la forma y su nativo apetito de luz. "Porque si Campos Cervera era descendiente directo de españoles -nos dice Josefina Plá-, era también alguien que había abierto por vez primera los ojos en el corazón de América y había bautizado su retina en la explosión solar del trópico".

En su primera creación pictórica falta el tipo humano de la tierra natal. Posiblemente, prefirió eludirlo antes que mistificarlo con lo convencional y arbitrario. Esa conjunción con el tema nativo se advierte sólo en atisbos en su obra posterior de ceramista, donde el redescubrimiento de la motivación americana, finamente estilizada, lo acerca a la comunión con el primitivismo autóctono. Su trayectoria electiva de temas y medios expresivos insinúa una versatilidad sólo aparente. En rigor, es trasunto fiel de su insobornable ansiedad de aproximación a lo auténticamente americano, para universalizarlo con el esfuerzo magnífico de su arte.

En 1921, con ocasión de una visita a los centros ceramísticos del Levante español, encuentra por fin el ansiado medio expresivo, y se decide por la cerámica, que habrá de cultivar sin interrupción hasta su muerte. Su preferencia va, sin vacilaciones, hacia las viejas técnicas relegadas al olvido por el avance industrial moderno: cuerda seca, engobe y los reflejos metálicos hispanomoriscos, que resucita con esplendorosa maestría. Pero, desde sus primeros trabajos, decide utilizar, en vez de temas occidentales, los americanos precolombinos desarrollando la decoración maya, azteca, incaica, calchaquí, con acertadísimas intuiciones guaraníes. Sus primeras exposiciones lo señalan inmediatamente a la atención de la crítica mundial, que reconoce la trascendencia y el alto significado de la nueva aportación. Con ese gesto aislado, intuido por la alada inspiración del artista paraguayo, el Paraguay, sin tradición plástica alguna, se adelanta de golpe en la exaltación de lo autóctono a los movimientos modernistas que conmueven el ambiente artístico latinoamericano en el último decenio.

Julián de la Herrería ha encontrado su acento y se acrece en la inspiración triunfante de su creación. Desgraciadamente, cuando la obra que va acumulando con febril impaciencia se acerca a la plenitud gozosa, la muerte inesperada sorprende al artista en España, el año 1937, mientras trabaja en su taller de Valencia. La crítica mundial, que lo enjuiciara como una aparición, lamentó su temprana desaparición como pérdida para el arte ecuménico. Sus obras han sido expuestas en París, Madrid, Valencia, Buenos Aires, San Pablo y Río de Janeiro.

BIBLIOGRAFÍA

Julián de la Herrería: Técnica y simbología en la cerámica precolombina (Trabajo presentado al II Congreso de Historia y Geografía de América, celebrado en Asunción en 1926).

Sixto C. Martelli: El maestro ceramista Julián de la Herrería (LA PRENSA de Buenos Aires, 1938).

Josefina Plá: Julián de la Herrería (Cuadernos de Arte La Piririta. Asunción, 1957).

Josefina Plá: Una vida paraguaya ejemplar (inédita), y varias conferencias.

José L. Parodi: Julián de la Herrería (Conferencia).

Jorge Báez: Arte y artistas paraguayos.

Raúl Amaral: Maestro Julián (inédito).

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)



DE LA HERRERÍA, JULIÁN (ANDRÉS CAMPOS CERVERA) (1888 - 1937)

Pintor, grabador y ceramista, estudió principalmente en Madrid y París. En 1912 recibió la Medalla de Plata en la Exposición Internacional del Grabado de Barcelona.

Cuando en 1925 expuso sus obras cerámicas en España, Juan de la Encina, del diario La Voz, expresó: “No recordamos haber visto en las exposiciones y salones madrileños cerámicas tan perfectas de técnica. Sus esmaltes son siempre ricos, jugosos, delicados de color y su arte de tratar los reflejos metálicos no sabemos que sea superado actualmente en España. Este señor es un verdadero maestro”.

En otra exposición realizada en 1932, también en España, José Francés, del diario Nuevo Mundo, había es  escrito: “La nueva exposición ratifica la valía y originalidad de esta producción saturada de americanismo primitivo, rica de fantasía, esplendorosa de color, realmente didáctica y ejemplar de factura. Pocas veces hemos sentido ante un conjunto armonioso como éste la emoción de la belleza”.

“Aparte sus méritos puramente artísticos, - había escrito Hugo Rodríguez Alcalá, en The Wisconsin Spanish Teacher, Volumen XX, número 2, en mayo de 1951- esta cerámica se ofrece a la consideración del arqueólogo y del etnólogo como un vasto esfuerzo de vivificación y repristinación apasionada de tendencias estéticas de culturas desaparecidas. Se esforzó en establecer las constantes estéticas del hombre americano”.

Por su parte Livio Abramo expresó en julio de 1977: “El artista Julián de la Herrería merecería de mi parte una apreciación ponderada de su obra y no estas líneas escritas en tren de “blitz”.

Más adelante dice, “Cediendo, pues, a la emoción hay que reconocer que las pinturas de Julián de la Herrería se sitúan entre lo mejor que hay no solamente en la pintura paraguaya sino también en la Latinoamericana de las dos o tres primeras décadas del siglo y que siguen siendo marcos luminosos para la pintura de este país. Y si digo luminosos es porque Julián de la Herrería solucionó, de manera extremadamente sensible y personal, justamente el problema de luz y color, que, a fin de cuentas,  constituyen la esencia misma de lo que es pintura”.

Fuente: “DICCIONARIO DE LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY”, de LISANDRO CARDOZO, editado con los auspicios del FONDEC (FONDO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES), Asunción-Paraguay 2005.



CAMPOS CERVERA (JULIÁN DE LA HERRERÍA)

En la Basílica del Arte suena el quejido del órgano y la campana de hierro de Poe tañe el duelo funeral... La muerte acaba de arrebatar al Arte a uno de sus sacerdotes excelsos, y al Paraguay a otro de sus grandes artífices. La desaparición de Andrés Campos Cervera - más conocido por Julián de la Herrería - acaecida en Valencia, implica un alto dado en la marcha de nuestro desenvolvimiento artístico, en general, y en particular en la cerámica de la que fue magnífico orfebre.

Campos Cervera poseía un temperamento propio de los que nacieron para el Arte; su espíritu inquieto buscaba afanosamente dar forma a sus concepciones artísticas, las que más se adaptaran a su genio y voluntad. Primeramente fue pintor y excelente aguafuertista. De aquella época recordamos de sus cuadros más notables, como la "CATEDRAL DE REIMS".

Su enorme fábrica emergía de una semi obscuridad crepuscular; y en la cúspide de sus torres flagraba el resplandor postrero de la tarde. De sus aguas fuertes conservamos en nuestro poder la misma "CATEDRAL" abrasada en llamas. Se encontraba en Francia cuando se desencadenó la pavorosa conflagración europea, y su espíritu sensitivo, impresionado fuertemente por aquella explosión de barbarie, fijó en la plancha la imagen de la gótica joya arquitectónica, por temor de que no volviese a resurgir de entre los tentáculos del gigantesco incendio que la consumía.

Su "CATEDRAL DE REIMS", entre otros cuadros dio la medida de sus magistrales golpes de pincel. No obstante sus excelentes condiciones de pintor, abandonó la paleta, para modelar la arcilla esmaltada en cuyo arte por fin se amoldó su espíritu y se abrió paso aceleradamente por los caminos del éxito, tanto en España, como en América, por la consagración de la crítica autorizada.

Artista errabundo, no se aclimataba en ninguna parte; muy pocas veces, como ave de paso, vivió en su patria. Su figura fue siempre inactual en nuestro pequeño mundo burgués. Su larga melena que caía bajo las alas anchas del chambergo y su chalina a Lavalliere, le daban cierto aspecto extravagante, recordando al tipo bohemio, contertulio de Verlaine.

En su cerámica hay algo que resalta a la vista y que la da caracterización propia: la reviviscencia del arte indígena. Una mezcla de motivos incásico-guaraníticos de un rico matiz de colorico informan sus maravillosos "cacharros".

FANTASÍA GUARANOIDE Y MBAE VERÁ GUAZÚ, son platos inspirados en la leyenda guaraní. Con los motivos autóctonos dio variabilidad y riqueza a sus cerámicas; restauró una teogonía de mitos americanos y representó el culto religioso de nuestros aborígenes. Aunque en éstos sus motivos no siempre coincidían porque todo se subordinaba a la superioridad de su arte.

El folklore nativo no dejó de enaltecer con su arcilla brillante. LAS NARANJERAS, agricultoras montadas sobre sus acémilas cargadas de doradas frutas; EL BAILE CAMPERO, al son del arpa; la donairosa KYGUÁ VERÁ y el RAÍDO POTÍ, salieron de su horno endiablado, con los avatares del fuego, como objeto de arte, maravillosos.

En 1933 y 34 llevó a exponer sus cerámicas en Buenos Aires, en compañía de otros artistas nacionales. En esa ocasión se tradujo la admiración del público porteño por sus obras, a través de los comentarios de su gran prensa. Al año siguiente participó del III Salón de Primavera, en el Ateneo Paraguayo, con numerosos platos, estatuitas de indios e iconos americanos. En los primeros despertó la curiosidad el brillo metálico, casi refulgente; y entre los últimos sobresalía su "CABEZA DE GUARÁN", maciza y expresiva como tallada en piedra, con recios golpes de cincel.

No contento con la óptima cosecha de su gloria y el renombre que ya había conquistado en ambos hemisferios, quería superarse, y a tal efecto volvió a España, donde le tocó presenciar el desgarramiento doloroso de la tierra de sus amores, hasta que el telégrafo nos anunció su muerte sorpresiva, con el desencanto consiguiente de quienes esperábamos ver de su actividad creadora nuevos éxitos que reverdecieran los laureles que ha tiempo ceñían la ancha comba de su frente.

Su muerte acusa doble pérdida para nuestro país; la del gran ceramista y la del arte que no tuvo otro laborador que Julián de la Herrería. Su vida inquieta, como ya decíamos, no le dio tiempo para fundar escuela, ni formar discípulos. Otros vendrán naturalmente con el tiempo a juntar los materiales con que él formó su gloria, pero entre tanto la cerámica, como arte puro, y el ceramista estarán ausentes.

El duelo provocado por su muerte congregó en el recinto del Ateneo Paraguayo a un grupo de escritores y artistas, donde se honraron su nombre y sus obras, con la consagración de la divina música y la justa recompensa en el verbo de los oradores.

As. Julio 27 de 1937.

Fuente: ARTES Y ARTISTAS PARAGUAYOS. PERIODO RENACENTISTA. Conferencia de JORGE BÁEZ - Biblioteca Nacional. Agencia Paraguaya del ISBN - 1ª Reedición, con el apoyo de la Cooperativa Universitaria Ltda. Asunción – Paraguay, Noviembre, 2007 (91 páginas)



CAMPOS CERVERA, ANDRÉS

Pintor, grabador y ceramista. Nació en Asunción el 3 de mayo de 1888. Alumno de Héctor Da Ponte, marchó a Europa por sus propios medios. A partir de 1910 estudió artes plásticas en Madrid, Roma, Florencia y París, ciudad ésta última don-de permaneció por seis años, dedicado a la pintura y al grabado.

En 1919 regresó al Paraguay y realizó en el "Salón del Belverede" la primera exposición individual de sus obras. Enseguida viajó otra vez a España y durante cuatro años estudió cerámica en Valencia, sin descuidar las otras ramas de su interés.

Con elogio de la crítica, participó de importantes exposiciones individuales y colectivas como la de "Los Independientes", en París, en 1913 y 1919; la "Exposición Internacional del Grabado", en 1912 y el "Salón de Otoño", en 1931, ambas en Madrid; "Exposición conjunta con Josefina Plá", en 1931, también en Madrid; "Primer Salón de Artistas Paraguayos" en 1933 y "Exposición conjunta con Jaime Bestard", en 1934, en Buenos Aires.

Como ceramista firmaba sus trabajos con el seudónimo de JULIÁN DE LA HERRERÍA, con el cual es vastamente conocido. Inició una escuela ceramística paraguaya y la enriqueció con su extraordinario talento, el mismo que lo llevó a ser elogiado por la crítica de importantes centros artísticos europeos y latinoamericanos. Sus obras integran los acervos del Museo de Bellas Artes, en Asunción y los de los Museos de Arte Moderno de Madrid, de la IBM Corporation de los Estados Unidos de Norteamérica, Nacional de la Cerámica de Valencia, España, y el Museo Privado que con sus obras creó su viuda, la polifacética intelectual JOSEFINA PLÁ; este último centro figura en el registro de los patrimonios culturales de la UNESCO.

En una maravillosa semblanza del artista escribe CARLOS ZUBIZARRETA: "... desde sus primeros trabajos, decide utilizar, en vez de temas occidentales, los americanos precolombinos desarrollando la decoración maya, azteca, incaica, calchaquí, con acertadísimas intuiciones guaraníes. Sus primeras exposiciones lo señalan inmediatamente a la atención de la crítica mundial, que reconoce la trascendencia y el alto significado de la nueva aportación. Con este gesto aislado, intuido por la alada inspiración del artista paraguayo, el Paraguay, sin tradición plástica alguna, se adelante de golpe en la exaltación de lo autóctono a los movimientos modernistas que conmueven el ambiente artístico latinoamericano..." Y TICIO ESCOBAR, la más alta cumbre en la crítica de las artes visuales en el Paraguay completa: "... en la obra de Campos Cervera el americanismo no significó más que un momento; los resultados mejores, el lenguaje seguro recién se alcanzan en la serie de motivos criollo-populares que manifiesta una intensa comprensión del humor del paraguayo y expresa un agudo retrato de su cotidianeidad que va mucho más allá del pintoresquismo del asunto. Sus figuras esquemáticas y simples recogen representaciones de los mates mestizos, recuerdos de la cerámica popular (de sus figurillas de animales y personajes) y motivos ornamentales de los pará coloniales en una imagen directa y clara que sortea con naturalidad el riesgo del folklorismo".

Joven aún y cuando estaba en pleno auge creativo, mientras trabajaba en su taller en Valencia, murió Julián de la Herrería en aquella ciudad española, el 11 de julio de 1937.

Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).



DE LA HERRERIA, JULIÁN (ANDRÉS CAMPOS CERVERA) (1888-1937) : Nació en Asunción: murió en Valencia (España). Fue alumno en forma precaria de DA PONTE: marchó a Europa un tiempo más tarde que ALBORNO, SAMUDIO y COLOMBO; pero no becado, sino por sus propios medios; ya que, según declaración de un diario de la época "el gobierno no pensaba ocuparse por el momento de becas". Estudió por un tiempo, en la Academia de San Fernando de Madrid, la pintura, con NUÑOZ DEGRAIN, SOROLLA y MORENO CARBONERO; y el grabado con el afamado maestro CARLOS VERGER. En 1910 ganó un concurso de becas; cedió su premio en favor de un compañero. En 1912 y 1913 viajó por Italia donde realiza algunas de sus mejores aguafuertes y aguatintas. Pasó luego a París, en donde permaneció seis años. En París frecuentó las academias libres y los museos, y siguió cultivando el grabado. En 1919 regresó a su país y realizó en el Salón del Belvedere la primera exposición individual de nuestro tiempo en la cual figuraron óleos, acuarelas, grabados y algunos yesos. En 1912 parte de nuevo para Europa con la intención de radicarse en Francia; pero la circunstancia lo lleva a España; allí establece contacto con la cerámica y en adelante se dedica solamente a ella, con la excepción de breves períodos en los cuales, más bien como descanso que para otra cosa, pinta al óleo o a la acuarela y realiza algunos grabados.
En 1924 presenta su primera exposición de cerámica en Madrid con rotundo triunfo de crítica; regresa al Paraguay donde permanece dos años y vuelve a España donde realiza en 1931 una exposición en el Ateneo de Madrid conjuntamente con su esposa y alumna JOSEFINA PLÁ. Nuevamente le acompaña el éxito. De vuelta a su país en 1932, permanece hasta 1934. Durante estos dos años organiza: junto con PABLO ALBORNO, SAMUDIO, DELGADO RODAS y HOLDENJARA, la primera exposición colectiva de pintores paraguayos en Buenos Aires y junto con JAIME BESTARD, el Salón de Primavera del Ateneo Paraguayo, que con algunos interregnos continuó hasta hace pocos años; lleva también junto con Bestard una exposición a Buenos Aires. Este año vuelve a España con una beca del Instituto Hispánico y reanuda sus trabajos de cerámica en el que fue centro de sus primeras actividades, Manises. Estando allí y ya en vísperas del retorno al país le sorprende la guerra civil española (1936) que hace imposible el regreso; enferma y fallece en Manises el 11 de Tulio de 1937.

EXPOSICIONES:
INDIVIDUALES:
Madrid 1924/ Alicante 1924/ Asunción 1919/ Asunción 1925
COLECTIVAS: París, Los Independientes, 1913-1917/ Barcelona (Internacional del Grabado) 1912/ Valencia (1923) Feria Muestrario Internacional/ Valencia (1923) Salón de Humoristas/ Asunción 1928 (conjunta con Josefina Plá)/ Asunción 1929 (conjunta con Josefina Plá)/ Madrid 1931 (conjunta con Josefina Plá)/ Asunción 1933 (Salón de Primavera)/ Buenos Aires 1933 (Muestra conjunta de arte paraguayo)/ Buenos Aires 1934 (conjunta con Jaime Bestard)
PÓSTUMAS: INDIVIDUALES: Asunción 1939/ Asunción 1943/ Asunción 1957 (retrospectiva)
PÓSTUMAS: COLECTIVAS: San Pablo 1953/ Río de Janeiro 1953/ Buenos Aires 1954/ Asunción 1949 (Centro Cultural Paraguayo Americano)/ Asunción 1964 (retrospectiva de arte moderno paraguayo)
OBRAS EN MUSEOS:
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES DE ASUNCIÓN:
-. N° 1. CABEZA DE INDIO, plato bajo cubierta reflejo metálico
-. N° 2. CABEZA DE INDIO, plato bajo cubierta reflejo metálico
-. N° 11. LA COSTERETA, grabado sobre metal, 0.46 x 0.57
-. N° 12. EL PORTALET, grabado sobre metal, 0.46 x 0.57
-. N° 65. CAACUPE, paisaje, óleo sobre tabla
MUSEO NACIONAL DE CERÁMICA (ESPAÑA):
-. Vitrina especial con 11 piezas en la sala destinada a los grandes ceramistas contemporáneos.
MUSEO DE CERÁMICA Y BELLAS ARTES JULIAN DE LA HERRERIA (CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA JUAN DE SALAZAR):
-. Cien piezas de cerámica distinta épocas
-. Tres acuarelas
-. Diez óleos
-. Diez grabados
-. Seis diseños
-. Recuerdos personales - Iconografía
MUSEO DE LA I. B. M. C. (NEW YORK):
-. 1 plato reflejo metálico
-. 1 estatuilla
-. 1 grabado en metal
Numerosas colecciones particulares (Argentina, Estados Unidos, España). Entre ellas, un tintero motivo guaraní, reflejo metálico, en la colección del entonces Rey, Alfonso XIII. RECOMPENSAS:
Exposición Internacional del Grabado, Barcelona 1912, Medalla de Plata Premio del Ministerio de Educación de España 1936 (grabado).
UBICACION: ANDRÉS CAMPOS CERVERA cultivó la cerámica bajo el seudónimo de JULIÁN DE LA HERRERÍA. Fue un pintor que osciló entre el impresionismo y posimpresionismo, con una fresca impronta personal. Su pincelada amplia, su empaste grueso, jugoso, revela una inicial admiración por MORTICELLI. De una rica sensibilidad, se le deben los más finos paisajes de la tierra, y acuarelas llenas de delicadeza: aunque entre éstas son rarísimas las de motivos terrígenas. En pintura experimentó inicialmente el impacto posimpresionista; pero luego, llevado por su temperamento solar, retrocedió hacia los impresionistas; se volvió luego hacia CÉZANNE, en busca de la solidez de la forma: más tarde, su pintura se aproximará levemente a la de ciertos "fauves". Hay en su pintura atmósfera, luz, riqueza y armonía cromáticas.
Fue el primer grabador paraguayo en madera aparecido después de 50 años y el primer grabador en metal después del siglo y medio.
En sus primeros grabados se refleja su admiración por REMBRANDT y GOYA, sus maestros iniciales. Después de la Exposición Internacional del Grabado en Barcelona (1912) su buril adquiere mayor soltura, y su diseño carácter de esquicio, siguiendo a maestros como ANDREAS ZORN. Su vida fue un ejemplo de dedicación seria y honrada al arte. En su labor cerámica ininterrumpida durante quince años, se distinguen varias etapas, señaladas cada una de ellas por la búsqueda intensa de la expresión terrígena; en los últimos meses de su vida había llegado por fin a lograr un repertorio de formas altamente expresivas del genio local, en diseños llenos de gracia y color (ingenuísmo costumbrista). Sin embargo no poseía la vocación o el temperamento docente, y no dejó alumnos, exceptuando su esposa, mencionada.
Fuente: TREINTA Y TRES NOMBRES EN LAS ARTES PLÁSTICAS PARAGUAYAS por JOSEFINA PLÁ. Editorial Cultura, Asunción-Paraguay 1973 (59 páginas).



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