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ALFREDO VIOLA

  LA OCUPACIÓN MILITAR DEL PARAGUAY DE LA POSGUERRA - Por ALFREDO VIOLA - FASCÍCULO Nº 20 - Año 2012


LA OCUPACIÓN MILITAR DEL PARAGUAY DE LA POSGUERRA - Por ALFREDO VIOLA - FASCÍCULO Nº 20 - Año 2012

LA OCUPACIÓN MILITAR DEL PARAGUAY DE LA POSGUERRA

 

Por ALFREDO VIOLA

 

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 20 - CAPÍTULO Nº 12

Asunción – Paraguay

2012

 

 

            Luego de que la inoperante escuadra brasileña hubiera pasado, finalmente, las líneas de Humaitá el 19 de febrero del 868, el mariscal Francisco Solano López ordenó que Asunción fuera evacuada inmediatamente. El 22 siguiente y por medio de un bando, el vicepresidente Francisco Sánchez estableció un término de 48 horas para el cumplimiento de la medida. El documento disponía que: "Toda persona que se encontrare robando en las casas desocupadas o en las calles, será inmediatamente fusilada. También "...sufrirá la pena de muerte cualquier persona que se pusiera en comunicación con el enemigo".

 

 

Casa de Francisco Solano López

 

 

            LA CAÍDA DE ASUNCIÓN

 

            El 1° de enero de 1869, luego de destruido el ejército paraguayo en las batallas de Ytororó, Avay e Itá Ybaté y tras la capitulación del reducto de Angostura, en el mes de diciembre del año anterior, los ejércitos aliados ingresaron a la capital paraguaya. Habían transcurrido ya 10 meses desde que fuera abandonada. Las calles y casas se encontraban desiertas y llenas de malezas.

            El ejército argentino se estableció en la vecindad de Asunción y fueron las tropas brasileñas las que arrasaron con todo lo que encontraban a mano. Casas, muebles, todo tipo de bienes. Ni los templos ni las sepulturas fueron respetados.

            El cuartel general brasileño se instaló en la mansión que fuera del Gral. Vicente Barrios y su esposa Inocencia López de Barrios, calle Villa Rica (actual Pdte. Franco) esquina Independencia Nacional. Mientras que el hospital argentino se instaló en el viejo Club Nacional, Palma entre 25 de Diciembre (actual Chile) y Atajo (Alberdi). El cuartel de la tropa brasileña y la caballería riograndense ocupó el palacio de López, hoy Palacio de Gobierno. El Gral. Manoel Luis Osorio, vizconde y marqués de Herval, se alojó en la casa de Francisco Solano López, Nuestra Sra. de la Asunción esquina Palma; y el Gral. José Auto Guimaraes, Barón de Yaguarón, en los altos de la Estación San Francisco, frente a la Plaza Uruguaya. Los demás jefes y organismos del ejército invasor ocuparon otros edificios importantes de Asunción.

            El 16 de enero de 1869 aparece en "La Tribuna" de Buenos Aires un artículo de su corresponsal en Asunción. Citado por Héctor E. Decoud, en el escrito puede leerse lo siguiente: "En Asunción no hemos encontrado a nadie. La ciudad es importante, tiene majestuosos edificios, el palacio de López no tiene rival en estas repúblicas. La estación del ferrocarril es espléndida (...) Hoy se encuentran la mayor parte de las casas abiertas, mesas, espejos partidos, y el contenido de las cómodas y armarios, por los suelos de las casas. Dos días después de la ocupación de la Asunción por los ejércitos aliados, primeramente los vapores, luego los buques a vela y finalmente las chatas comenzaron a salir aguas abajo, cargados de frutos, maquinarias, muebles y objetos de valor".

            Luego de varias semanas de la ocupación de Asunción, el periódico "Estrella" publicó una referencia sobre la guerra, manifestando: "Vamos a ver si con haber llegado a la Asunción pueden salir con la suya, es decir si las profecías de la Alianza se cumplen". Y agregaba: "Y desde luego: ¿cuál fue el primer grito que dieron al moverse sobre nosotros? ¡Dentro de dos meses en Asunción! Y los negros, esos borrones que manchan el orbe y representan las tinieblas que ofuscan la humanidad, calaron cien mil bayonetas y creyeron realizar su plan de destrucción. ¡El golpe no puede errar! gritaron todos, en pos de los oráculos de la maldad, que profetizaron con el aplomo del cinismo la conquista del Paraguay conforme a las dogmáticas sanciones del tratado del 1° de mayo".

 

Palacio de Benigno López

 

Iglesia de Trinidad (Campamento brasilero post guerra del 70)

 

 

 

            VIVANDEROS Y PROSTITUTAS

 

            Detrás de las tropas extranjeras de ocupación iban llegando a Asunción los emigrados paraguayos. Y entre ellos, aquellos que habían formado parte de la "Asociación" y la "Legión" paraguayas. También arribaban los prisioneros de guerra además de la población civil desde los lugares ocupados por el enemigo. Se sumaron a estos contingentes las mujeres -extranjeras- de dudosa moralidad, que habían acompañado a las tropas aliadas en campaña. En medio de la miseria y el hambre reinantes en Asunción se instalaron los innumerables vivanderos, agentes y proveedores del ejército aliado, que se habían enriquecido extraordinariamente con la provisión de víveres, ganado vacuno, caballos y forraje a las tropas de la Alianza. A manera de ejemplo sobre el volumen de la compra de alfalfa para la caballería brasileña, señalemos que "...el intendente del ejército recibió orden para tener en depósito una reserva de alfalfa suficiente para la alimentación de 8.000 caballos, superando de ese modo cualquier falta de parte de los proveedores".

            Muchos fueron los traficantes foráneos que se establecieron en la época. En compañía de una minoría de paraguayos, los extranjeros radicaron diversos negocios almacenes, carnicerías, bares, billares, salones de baile, reñideros de gallos, etc.

            El vizconde de Taunay en su "Diario do Exército" señala que "...casi todos los paraguayos cogidos con las armas en las manos son dejados bajo palabra en tierra de la República, se portan bien y se dedican casi exclusivamente a diversos empleos o a sus negocios particulares... " . Sin embargo y a medida que transcurrían los meses, muchos vivanderos que habían seguido al ejército brasileño, en procura de López y los restos de su ejército por las Cordilleras, hicieron decaer, temporalmente, la actividad comercial en la recientemente ocupada capital.

            Pero fuera de este eventual decaimiento, no dejaban de animarse los diversos barrios de Asunción, mediante fiestas no muy "recomendables", de acuerdo a la queja expresada en "La Regeneración". El diario reclamaba a la Policía que prohibiera "...los bochinches que se arman todas las noches en más de veinte partes de la ciudad; dentro de poco no se podrá vivir en este bendito país". Y seguidamente se preguntaba: "Qué motivos inducen a la Policía para permitir que todas las noches se baile en esos asquerosos lupanares?". Y categóricamente afirmaba que se les debía "... principiar a inspirarle el trabajo como el único correctivo contra el vicio".

            Con relación a lo mismo, se condenaba a las prostitutas "...que en vez de trabajar cada vez más se corrompen prostituyéndose en los lupanares más inmundos; son las que el Gobierno debía proteger y obligar también a que trabajen y se dediquen a la agricultura, fuente de las más notables riquezas de este fertilísimo país".

            A la "inmoralidad" reinante se le agregaba -según datos leídos en el mismo periódico- el aspecto deplorable que presentaba Asunción.

 

 

Cirilo Antonio Rivarola

 

 

Juan Bautista Gill

 

 

Bernardino Caballero

 

 

Patricio Escobar

 

 

Emilio Aceval

 

 

            HUÉRFANOS Y MENDIGOS

 

            Mientras que mujeres y niños famélicos mendigaban la caridad pública, la capital paraguaya empezaba a adquirir un cierto movimiento comercial. "Unas doscientas personas, la mayor parte niños y mujeres de 10 a 12 años, se agrupaban en las puertas de la proveeduría del Sr. Lamas, harapientos y desnudos, pidiendo a gritos una limosna o que comer".

            Meses después, con la firma de un tal Hassan "La Regeneración" publicaba una serie de artículos en los cuales denunciaba la patética situación general, manifestando: "Aquí mismo en esta ciudad pululan centenares de mendigos harapientos y miserables, sin asilo y sin alimento, que pasan la noche -gran parte de ellos- en los corredores de las casas, en tanto que otros mueren en las calles, no como seres humanos sino como bestias indignas de conmiseración y humanidad".

            Y el mismo articulista continuaba diciendo que la mayoría de los que habían fallecido podían haberse salvado si hubieran sido atendidos a tiempo. Consignaba además que las mujeres constituían la mayor cantidad de víctimas.

            Otro periódico denunciaba en una misma edición y en sendos artículos la existencia de vagabundos y mendigos. Referente a los primeros afirmó: "La Policía debe tomar enérgicas medidas contra los vagabundos que pululan por nuestras calles". También señalaba que se observaba gran cantidad de muchachos que estaban criándose en la ociosidad.

 

 

Residencia del General Vicente Barrios

 

 

            RESPUESTA DEL GOBIERNO A LOS PROBLEMAS SOCIALES

 

            Casi un año después, ya constituido el primer gobierno constitucional, el presidente Cirilo Antonio Rivarola dictó un decreto en cuyos considerandos señalaba como una de las causas del atraso de nuestra campaña, "... a la apatía e indolencia de muchos de sus habitantes que, olvidando su dignidad y sus deberes de hombres y ciudadanos, viven en la más estéril holganza, obligando a sus esposas, hermanas y parientes a trabajar en labores impropias de su sexo, corrompiendo así las costumbres públicas y aprovechando con el mayor cinismo el sudor de esas débiles mujeres para satisfacer sus vicios, hijos de tan perniciosa ociosidad". Basado en esas consideraciones, Rivarola decretó que "... los jefes políticos de cada vecindario ordenasen a todos los individuos de sus respectivos distritos el cultivo del tabaco, según sus aptitudes físicas y los recursos de que pudieran disponer...".

            A pesar de la falta de recursos fiscales y municipales como consecuencia de la pobreza generalizada, la Municipalidad tomó una serie de medidas en defensa de la salud. De acuerdo con la Memoria de dicha institución, publicada en el mes de mayo de 1870, se consigna que se combatió la prostitución, se quemaron y arrasaron grandes focos de inmundicias "... que corrompidas por los calores alteraban la atmósfera (...). Los cadáveres que diariamente se enterraban en los patios de las casas o estaban tirados en las orillas de los caminos hoy se entierran en lugar sagrado y según la prescripción de la higiene". Además se habían rellenado los grandes pantanos y se empedraron algunas calles de la ciudad. Se nombró a "... un doctor en medicina con su botica para curar gratis". Se generalizó la aplicación de la vacuna antivariólica también en forma gratuita.

            La mencionada Memoria, que era acompañada con la nomenclatura de las calles públicas, prometía atender las plazas públicas en fecha cercana, el próximo establecimiento del mercado y el servicio de los carros fúnebres.

            Se anunciaba también el establecimiento del alumbrado público a partir del 1° de enero de 1871. Igualmente se condenaba el juego de la lotería y se establecía que la compostura de las calles, normalmente a cargo de los propietarios, quedaría por cuenta de la Municipalidad debido a la pobreza de aquellos.

            Pero confrontado al documento municipal publicado, "La Regeneración" informaba unas semanas después que "... por las calles quedan insepultos los cadáveres de infelices que han sido víctimas del hambre y de la miseria, (...) Las calles están en un estado pésimo, tanto para el tránsito como porque a cada paso se hallan focos inmensos de infección". Estos y otros males eran debido, según manifestaba el citado órgano de prensa, porque desde que el Sr. Bedoya se posesionara del Ministerio de Hacienda se le ha ido despojando de recursos a la Municipalidad. Pasados varios años, la mortalidad de las criaturas recién nacidas era excesiva, siendo enterradas sin las formalidades de la ley y sin siquiera averiguarse el origen de su muerte.

 

Estación del Ferrocarril (Usada como residencia del

General José Auto Guimaraes)

 

 

            JUEGOS DIVERSOS EN MEDIO DE LA POBREZA

 

            En los primeros tiempos de su ocupación, Asunción tuvo varios jefes de plaza surgidos del ejército brasileño. Así, de acuerdo al "Diario do Exército, editado por el Vizconde de Taunay, ocuparon ese cargo el coronel Hermes da Fonseca, luego el coronel Paranhos, quien a su vez fue sustituido por el brigadier Salustiano jerónimo dos Reis.

            En medio de la miseria e indigencia de la mayoría de los pobladores de la capital, y de las frecuentes extorsiones y abusos de parte de las tropas de ocupación, las que no respetaban no solo a los paraguayos sino que tampoco a los extranjeros residentes, se llevaban a cabo diversiones varias.

            Entre algunos de los excesos y tropelías cometidos por los militares aliados, el súbdito francés León Caron denunciaba "... hechos de violencia, extorsiones practicadas por la Policía brasileña de aquella ciudad (Asunción) y desapropiación de casas..." y solicitaba "... se haga una rigurosa investigación para castigar a los culpables o en tal caso se adquieran datos para refutar semejantes alegaciones".

 

            NIÑOS CAUTIVOS, NIÑOS "REGALOS"

 

            La caza de niños por las tropas aliadas era un hecho frecuente. Ocurrieron decenas y tal vez centenares de casos. Así como después de la batalla de Yataí y de la capitulación de Uruguayana, los jefes y oficiales aliados se distribuían prisioneros paraguayos como si fueran bienes personales para destinarlos a sus fazendas o estancias, especialmente los de piel morena. Lo mismo realizaron en nuestro territorio con los niños, fueran estos huérfanos o no. Los infantes sorprendidos en las calles eran tomados en muchos casos para enviarlos "... como presentes a familiares o amigos en calidad de sirvientes o esclavos, o poniendo elevados precios por el rescate de estas infelices criaturas".

            Según testimonio de Bartolomé Yegros dado en el año 1919, él había sido una de las víctimas. Al igual que muchos otros niños, había llegado a Asunción desde la campaña, luego de la finalización de la contienda. Tenía entonces nueve años de edad. Pero ya en vista del secuestro de niños verificado en la capital, los que podían huían hacia los pueblos circunvecinos, buscando el amparo de algunas personas humanitarias. Don Bartolomé encontró refugio en Capiatá, en el seno de la familia Mongelós. Allí vivió "... hasta que una única hermana mía regresó de Cerro Corá y hubo de recogerme consigo en la capital. Mis hermanos varones sucumbieron todos. El hecho que dejo relatado no puede considerarse como caso aislado, porque lo realizaban sistemáticamente, pues los mismos soldados salían a recorrer las calles en busca de pequeños errantes, o de lo hijos de los mismos vecinos... ".

            Otros niños eran capturados se les exigía a sus familiares elevadas sumas de dinero por sus rescates. Tal es el caso del niño Manuel Domecq García, cuya tía, doña Concepción Domecq de Decoud tuvo que abonar 8 libras esterlinas a unos soldados brasileños para recuperarlo.

 

Cayo Miltos

 

 

 

 

            EL MARISCAL LÓPEZ SEGUÍA PRESENTE EN ASUNCIÓN

 

            En medio de las manifestaciones violentas de los enemigos del Mcal. López en Asunción no faltaron quienes arrostrando graves peligros se manifestaron abiertamente partidarios del Mariscal Presidente. Recuerda en su "Diario... "el Vizconde de Taunay que el representante del Gobierno de los Estados Unidos de América ante el gobierno paraguayo, el general Martin McMahon, cometió varias tropelías, como la de no querer pagar el alquiler de la casa que ocupaba, por decir que era la casa del paraguayo Jara, quien lo acompañaba, "...como consintiendo que ese hombre ande hablando a favor de López en el sentido de persuadir a la gente".

            Constituido el triunvirato integrado por Cirilo Antonio Rivalora, Carlos Loizaga y José Díaz de Bedoya, uno de sus primeros decretos fue declarar al "desnaturalizado paraguayo Francisco Solano López (...) fuera de la ley, y para siempre arrojado del suelo paraguayo como asesino de su patria y enemigo del género humano". Este decreto fue fechado el 17 de agosto de 1869.

            La noticia de la muerte del mariscal López llegó a Asunción cuatro días después de su muerte, el 5 de marzo de 1870. El parte de guerra de José Antonio Correa da Cámara al conde D'Eu señalaba al respecto que "... no queriendo entregarse (el Mcal. López) fue muerto al instante (...) Le intimé la orden de rendirse cuando ya estaba completamente derrotado y gravemente herido, y no queriendo, fue muerto".

            Los adversarios de López, integrantes de las tropas enemigas, los vivanderos extranjeros y los legionarios paraguayos "celebraron" esta muerte. Pero más ignominioso fue el baile oficial ofrecido por el gobierno provisorio del Paraguay para "festejar" la muerte del Mariscal.

            La comisión encargada de organizar dicha fiesta estuvo integrada por los señores Facundo Machaín, Mariano Gutiérrez, José segundo Decoud, Sinforiano Alcorta Bernardo Recalde, Salvador Jovellanos y Juan Silvano Godoy. La invitación fue dirigida a "lo más selecto" de la sociedad asuncena y a la oficialidad del ejército aliado". Pero el recuerdo del mariscal López permanecía firme entre los sobrevivientes de las filas de su ejército. Algunos permanecían callados por temor. En cambio otros se manifestaban abiertamente.

            En una de esas ocasiones, "La Regeneración" daba cuenta del festejo del aniversario del nacimiento del mariscal Francisco Solano López con el título de "Qué cinismo". La conmemoración molestó a los redactores del mencionado periódico, que publicó cuanto sigue:

            "Los días de orgía y de servilismo en que pasaron cuando el tirano los encadenaba a sus plantas, aún lo recuerdan con entusiasmo, porque sus corazones corrompidos solo anhelan la esclavitud y la abyección, digna de ellos, que odian la civilización y el progreso". Continuaba la crónica que si una imprenta "...ha tenido el cinismo de festejarlo, que reciba del pueblo paraguayo el digno desprecio a que se ha hecho acreedor por tan vergonzoso proceder".

            En el mismo número del citado periódico y en otro suelto referido al natalicio del Mcal. López, comentaba: "Y sin embargo, cosa increíble, nos dicen que ese día fue festejado en las inmediaciones de San Roque por algunos a aquel que no tuvo compasión de su misma madre y hermanos" . En medio de las pasiones que enfrentaban a "lopiztas" y "antilopiztas" a partidarios del "Club del Pueblo" y del "Gran Club del Pueblo", se iban formando otros grupos que rivalizaban en diversiones y fiestas.

 

José Segundo Decoud

 

 

            DIVERSIONES POPULARES

 

            En el ejército brasileño, especialmente entre la oficialidad, solían realizarse juegos de sortijas, los que atraían a una gran cantidad de espectadores. El Vizconde de Taunay relata que en una ocasión el conde D'Eu asistió a las mismas "... al juego de la argollita a la que los españoles llaman sortijas y que varios oficiales organizan en la plaza grande del mercado en señal de regocijo (...) Gran multitud concurrió a esta diversión y toda ella daba muestra de perfecta alegría".

            A la noche, como culminación de esa jornada festiva, "... las señoras paraguayas de las familias más distinguidas salvadas en el departamento de la Cordillera se dirigieron al cuartel general, en donde por intermedio del ciudadano Decoud (hijo) felicitaron al príncipe por los últimos triunfos de las armas aliadas". También se realizaban regularmente las riñas de gallos por lo que los reñideros se hallaban dispersos en varios barrios de la ciudad.

            "La Regeneración", por ejemplo, daba cuenta de la próxima apertura de un reñidero de gallos en Trinidad, "...para todos los que deseen tener un rato de entretenimiento". El mismo medio anunciaba que para "... el sábado 9 y domingo 10 (del mes de junio de 1870) se iniciarán las riñas de gallos en la casa de la calle de la Encarnación esquina Oliva". En la ocasión, 5 gallos "de peso de tres libras doce onzas o catorce" debían reñir pidiendo a los aficionados presentar sus gallos.

            El promotor de estos espectáculos ofrecía la venta de "asientos y entradas por el primer mes, a razón de diez pesos fuertes cada uno y con opción a pagar por todo el presente año la mitad del valor de los asientos y entradas que se vendan a los demás".

            Por la misma época, una importante riña de gallos "internacional" fue la anunciada por "La Patria", señalando que llenará "... de bote en bote el circo de San Leopoldo, según los depósitos realizados. Competirán el ‘Mariscal López’ versus el gallo negro porteño denominado 'General San Martín' Negado recientemente de Buenos Aires a estas playas". Añadía el mencionado periódico que el público podrá divertirse "...presenciando los golpes y puñaladas que mutuamente se darán ambos muy afamados contendores".

 

Rufino Taboada

 

 

            LA SEMANA SANTA

 

            Durante la ocupación de Asunción, las conmemoraciones de la pasión y muerte de Jesús siguieron como en épocas anteriores. Añejas disposiciones relativas al mantenimiento del respeto a esos días de duelo religioso, que databan desde los tiempos de la colonia aunque dictadas con distintos términos, se volvían a poner en vigencia. En efecto, el jefe político de la capital estableció que en los días jueves y viernes santos "...se prohíbe andar a caballo y transitar toda clase de vehículos desde las ocho de la mañana del jueves hasta el canto de Gloria del sábado". El incumplimiento de este edicto implicaría la aplicación de una sanción consistente en el pago de 5 pesos o de 5 días de arresto. Se exceptuaron de esta obligación a los militares y médicos que estaban en servicio.

            No faltaban vecinos que organizaban "quemas de judas". Una gacetilla del periódico "La Reforma" señalaba "... los que ardieron con más coraje fueron los que se quemaron en casa de los Sres. Azuaga y en la casa de doña Tomasa Almirón. En la casa de esta última se hizo un auto de fe".

 

            BAILES

 

            El dramático momento que se estaba viviendo en aquella época no impidió que se celebrara el carnaval con intensidad y entusiasmo, de acuerdo con las noticias del periódico "La Regeneración". El mismo informaba que "...próximamente se iniciarán los bailes de máscaras en el teatro Nacional, y que uno de ellos sería a beneficio de los pobres". El citado órgano de prensa anunciaba que no aparecería por unos días debido al carnaval, "...pues estos días de locura y diversión quieren aprovecharse también por los operarios que tenemos. Son tres días imposibles de trabajar". En la siguiente edición se hacía eco de las fiestas señalándose que "...numerosos y concurridos han sido los bailes con que se han celebrado los tres días de carnaval, habiendo abundado las mascaritas y dominós". Los bailes continuaron realizándose por diversos motivos, ya con el exclusivo fin de obtener lucro o con intenciones de conmemorar, u olvidar, algún acontecimiento político. Con fines exclusivamente sociales o a veces también para acompañar una celebración religiosa.

            El diario "El Pueblo" daba cabida a una invitación del Sr. Gorgonio Franco, dirigida a los paraguayos y extranjeros para asistir a una función religiosa a realizarse en la Recoleta el 11 de febrero de 1872 en honor a San Blas, patrón del Paraguay.

            Luego de cumplidos los actos religiosos se realizarían juegos de sortijas, un almuerzo cuya base sería "... carne con cuero y un rico ambigú". Para la noche estaba programado "...un espléndido baile". El Sr. Franco prometía, además, carnear "...tres reses para repartir a los pobres".

            El periódico "La Libertad" anunciaba la realización de un baile con motivo de un aniversario más de la independencia nacional y con intenciones "...de hacer olvidar los malos ratos que felizmente acabamos de pasar".

            Debe recordarse que en enero de 1874 estalló un levantamiento político encabezado por Bernardino Caballero, Patricio Escobar, José Dolores Molas y otros. Triunfante el mismo "... se pidió al ex ministro Ferreira, a última hora, que organizara un amago de defensa de la capital, con el pretexto de celebrar un pacto con los revolucionarios, sobre la permanencia de Jovellanos en la primera magistratura hasta la expiración próxima de su mandato". Eran "los malos ratos" a los que se refería "La Libertad".

            En su edición del 15 de mayo informaba sobre los festejos realizados en la víspera y que en celebración de tan magna fecha "... hubo tedeum, parada de tropas, corrida de sortija y salvas. Por la noche el gran baile. Todas las clases sociales participaron del regocijo público".

            Los bailes estaban a la orden del día y el periódico "La Libertad", que propiciaba la candidatura presidencial de Juan B. Gill, afirmaba con optimismo que la felicidad y la alegría estaban nuevamente presentes en la sociedad "... nacidas de la tranquilidad y confianza". Y a la vez -señalaba- que una gran cantidad de bailes se realizó en la noche de San Juan.

 

Residencia de Venancio López

 

 

            BANDAS DE MÚSICOS MILITARES

 

            Los músicos actuaban en diversos lugares y ocasiones: en las plazas, en la plazoleta del puerto y en otros sitios. Informaba "La Libertad" que para celebrar el aniversario de la independencia de Bahía, los músicos del 10° de infantería y del 2° de Artillería "... iban a ofrecer un gran concierto en el salón de música del 10°". Entre las piezas musicales elegidas para su ejecución figuraba "... la ópera Guaraní, del maestro brasileño Gómez".

            El Himno Nacional, restaurado por el maestro italiano Luis Cavedagni, llegado al país en el año 1874, fue ejecutado "...en ocasión de la ascensión (a la presidencia) de Juan Bautista Gill. El estreno lo realizaron las cuatro bandas del ejército brasileño de ocupación, bajo la dirección del maestro Francisco Antonio de Nascimiento". Este auspicioso acontecimiento, como es de imaginarse, llenó de optimismo a la población paraguaya. Se volvía a contar con uno de los símbolos nacionales, así como el escaso ejército nacional existente volvía a contar con bandas de músicos.

            En el presupuesto nacional, que debía entrar en vigencia en el año 1874, se previó el mantenimiento de la "Banda de Música" del Primer Batallón, integrada por veintiocho músicos; el del Segundo Batallón que contaba con 10 músicos y el del Primer Regimiento de Caballería, que tenía en sus filas a veintiséis músicos. Estos, al igual que sus pares brasileños, ofrecían retretas y amenizaban, en ocasiones, diversas fiestas populares.

 

 

Internos del Colegio Nacional

 

            OTROS ENTRETENIMIENTOS

 

            Las carreras de caballos, de larga tradición en el Paraguay, continuaron realizándose desde los primeros tiempos del repoblamiento de Asunción, luego de la finalización de la guerra. Se restablecieron varias "canchas de carrera" en diversos lugares. Una de ellas era la de San Blas.

            Un anuncio publicado por el periódico "La Patria" avisa que "...por ser los días más cortos, las carreras se iniciaron a las 2:30 PM.", a la vez que se suplicaba "...también a los que tengan perros, tengan la bondad de no llevarlos a la cancha para así evitar grandes desgracias". El mismo periódico anunciaba carreras "...en la cancha de Morales". Por aquellos días algo singular llamaba la atención de los vecinos de Asunción. Una carrera hecha en la calle De la justicia (actual Mcal. Estigarribia) entre un jinete y un hombre que compitió "... resultando vencedor el que corría a pie".

            Y haciendo una digresión en el relato de los hechos acaecidos en Asunción durante la posguerra, es preciso señalar que desde el comienzo de la colonización del Paraguay abundaron los canes en todo el país, y en no menor grado en la capital. Y así como los gobernadores reiteraron disposiciones para limitar el número de estos animales a lo largo de la colonia, lo mismo ocurrió en la época independiente.

            En un informe del Departamento General de Policía que abarcaba el período correspondiente entre el 31 de octubre de 1874 al 31 de marzo de 1875, entre las diversas actividades registradas, señala la "... matanza de perros durante los seis meses". La cifra de canes sacrificados entonces era de 208.

            Pero no solamente perros inquietaban al vecindario asunceno. Unos meses antes de iniciarse esta matanza y tal vez impelido por el hambre, apareció un tigre por los suburbios de Asunción. "Algunos vecinos de las calles Ypané y Loreto (Fulgencio R. Moreno y México), se vieron obligados a algunos disparos de fusil con lo que consiguieron ahuyentarlo", escribía un cronista, y con picardía agregaba: "¡A tigres! ¡Tigres! No tenemos suficientes con los de adentro que se nos vienen los de afuera".

            La aparición de estos felinos era frecuente. Ya anteriormente se había informado sobre la aparición de otros "... que se han venido hasta la proximidad de San Roque". Por su parte, "El Pueblo" publicaba la trágica noticia del hallazgo de "...una canilla y la parte del cráneo de una persona". Los restos fueron encontrados en "...los senderos que faldean el cerro Lambaré" y el periódico le atribuía a la existencia de tigres en la zona.

            El juego de las bolitas y de los "cobres" estaba muy difundido por lo que "La Libertad" se permitía llamar la atención "...a quien corresponda, por los juego citados en las inmediaciones del Hospital Potrero". De acuerdo a la columna "Boletín del Día", de un periódico de ese tiempo, tampoco faltaban "vagos y mal entretenidos". La columna daba cuenta de que fueros detenidos varios vagos y remitidos al Departamento Central de Policía "...serán destinados al trabajo público de arreglar calles y plazas". Sugería "La Patria" que la Policía echara una ojeada por Trinidad que también "...estaba poblada de vagos".

            El citado órgano de prensa señalaba además que le Policía hizo "...una recogida de una porción de pilluelos de esos tantos que andan por nuestras calles sin ninguna ocupación y aprendiendo el vicio". En la edición del mismo día, "La Patria" pide que los comisarios "...impidan que los muchachos anden jugando a las chapas en medio de las veredas y hasta en los zaguanes de varias casas...", pues el ruido no dejaba descansar a nadie.

            El juego de naipes estaba muy arraigado desde la época colonial. Por un lado se combatía el vicio, pero también existía, desde fines de la colonia, una pequeña prensa de imprimir naipes y además se había creado el Real Estanco de Tabaco y Naipes. Multas aplicadas a quienes jugaban por dinero no eran raras, especialmente durante los gobiernos del Dr. José G. Rodríguez de Francia y de don Carlos A. López. Sin embargo, desde 1869 aumentó la afición a los juegos de naipes en el Paraguay. En sendos artículos, el periódico "La Patria" informaba que "...fueron sorprendidos unos jugadores de naipes en las inmediaciones de la estación del ferrocarril y remitidos al Departamento Central de Policía". Y que en ese mismo día, 5 de agosto de 1875, "...otra partida de jugadores de naipes sorprendida en el Hospital Potrero fue llevada a la Policía Central".

            "La Patria" insistía un mes después a los "comisarios de sección" para que controlasen el proceder de los vigilantes, "...pues estos, en vez de apresar a los jugadores de naipes, se ponen a jugar con ellos".

            Entretanto, los niños se entretenían remontando pandorgas, creando cierto riesgo por la costumbre que tenían de adosar a ellas elementos cortantes; por eso sugería "La Patria" que las autoridades prohibieran ese juego "...que consideraban peligroso". Igualmente, las actividades cinegéticas se difundían en los alrededores de la ciudad y especialmente en "... el lugar llamado Banco, que no sería raro que ocurra alguna desgracia".

            Allí, "a espaldas del Cabildo" se dirigían en gran número los cazadores. A esa información agregaba un mes después "La Patria", que "El último domingo muchísimas personas, aprovechando el lindo día, han salido a cacería a los alrededores de nuestra población. Igual cosa se ha hecho ayer".

 

 

 

 

LA OCUPACIÓN MILITAR DEL PARAGUAY DE LA POSGUERRA

ALFREDO VIOLA

(Continuación)

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 21 - CAPÍTULO Nº 12

Asunción – Paraguay

2012

 

 

Vista aérea de la actual Plaza de los Héroes, finales década de 1920 

 

 

          FUNCIONES TEATRALES 

 

         Desde los primeros tiempos de la ocupacion de Asunción se representaron diversas obras teatrales. Informaba "La Regeneración" que una compañía dramática de teatro deseaba venir para ofrecer representaciones y agregaba: "Creemos que el ‘Alcázar Lírico’ debe darle lugar, si en el caso se lo solicita, pues así tendremos dos compañías diferentes". Tiempo después otro periódico anunciaba la actuación "...de la eminente artística (sic) señora Letizia Zacconi". La compañía teatral de la citada artista obtuvo un amplio éxito en Asunción e incluso ofreció una función a beneficio de una sociedad filantrópica italiana.

         Estas representaciones se llevaban a cabo, las más de las veces, en el "teatro viejo" pues el nuevo (actual edificio de Impuestos Internos), aparte de no haberse terminado debido a la guerra, no era el más indicado para realizar allí ninguna representación, aunque más no fuera al aire libre por ser un foco insalubre.

         Con respecto al mismo, "La Tribuna" alertaba a las autoridades publicando cuanto sigue:

         "Llamamos la atención de quien corresponda para el edificio que lleva este nombre, pues hoy sirve de letrina pública y es el teatro de cuanta inmoralidad hay". Este mismo periódico avisaba que la empresa del Teatro Nacional "...comunica haber contratado una nueva compañía lírica dramática española. Como director y primer actor de escena figura don Francisco Torres. Se programó dar veinte funciones". Algunos de los títulos representados por esta compañía fueron: "La huérfana de Bruselas" y "Los estanques aéreos".

         No faltaron en aquel tiempo en la capital, bailarinas, prestidigitadores y cómicos que ocuparan los escenarios de los teatros existentes como improvisados. Tampoco faltaron las representaciones de tinte político. Por ejemplo, se anunciaba la próxima puesta en escena del drama "Independencia y tiranía o el Doctor Francia", en el Teatro Nacional. Esta obra fue escrita por "...un joven de nuestra sociedad, expresamente para la actual compañía". La crónica se refería a don Francisco Torres.

         Según la gacetilla que explicaba la obra, el argumento abarcaba, en los tres primeros actos, la actuación del Dictador y, en el epílogo, los últimos días de su vida, su arrepentimiento y su desesperación.

         Para los mismos días se anunciaba una curiosa función. Era el "Diafonorama"; que tanto llamó la atención en Europa y recientemente, en Buenos Aires y Montevideo. No era un panorama, aclaraba el aviso, "...sino cuadros artísticos animados por medio de la luz eléctrica. Disolviéndose cada cuadro como una nube y presentando al espectador deslumbrado las escenas más notables del viejo y nuevo mundo".

         De la reseña realizada se infiere que diversos fueron los espectáculos presentados en los escenarios de esa época, no limitándose los mismos exclusivamente a las representaciones teatrales. Con decir que hasta ciertas festividades religiosas eran acompañadas con actos profanos, se puede imaginar una variada oferta de entretenimientos.

         Cabe resaltar, finalmente, los graves problemas sociales derivados de la desocupación existente en Asunción así como el sentido humanitario de muchas familias, las que dentro de las limitaciones de entonces trataron de dar solución a los problemas de orfandad, abandono y abusos cometidos principalmente por el ejército de ocupación.

 

Grupo de prisioneros paraguayos en poder del ejército argentino

 

         NOMENCLATURA DE LAS CALLES

 

         Durante el primer año de la ocupación por las tropas brasileñas, los nombres de las calles de Asunción se daban a partir del eje Independencia Nacional, el que determinaba el cambio de los nombres hacia el oeste o el este de la mencionada vía. Los mismos eran los siguientes:

El Paraguayo Independiente y su continuación Asunción.

De la Ribera, que terminaba en la calle del Atajo.

Del Sol y su continuación, Libertad.

Palma y su continuación, Saturno y luego del Cuartel de San Francisco, calle de la Fábrica de balas.

Estrella y su continuación, Igualdad.

Oliva y su continuación, De la Paz.

Justicia y su continuación, Del León.

Pilcomayo y su continuación, Bermejo.

Salado y su continuación, Ypané.

Piribebuy y su continuación, Aquidabán.

Manduvira, y su continuación, Apa.

         Las calles transversales a las mencionadas eran: Aduana de Ribera, De la Academia Literaria, Paraná, Paso de Patria, De la Encarnación, 14 de Mayo, Atajo, 25 de Diciembre, Catedral, Independencia Nacional, San Blas, Uruguay, Apipé, Loreto, Paraguay, San Roque, Tacuarí.

         Las tres plazas existentes eran las denominadas Plaza del Gobierno, Plaza del Mercado y Plaza de San Francisco.

 

Carlos Loizaga, sargento mayor en la "Legión"

y posteriormente miembro del Triunvirato en 1869 

 

 

         MEDIDAS ADOPTADAS PARA PRESERVAR LA SALUD

 

         La Municipalidad de Asunción, el ministro del Interior, cuando a su cargo quedó el gobierno de la ciudad, o la junta Económica Administrativa, después, tomaron diversas medidas de profilaxis en beneficio de la población. Desde un primer momento se aplicó la vacuna antivariólica y un médico contratado por el gobierno municipal prestó sus servicios profesionales sin costo a quienes a él recurrían.

         Entretanto, la limpieza se volvía difícil en vista de la falta de aceras y la ausente delimitación de las calzadas. Que no se construyesen las aceras era debido a que en esa época muchos propietarios "...se niegan a hacer veredas, porque nadie tiene reparo en hacer pasar su caballo y su carro por sobre la vereda", a pesar de que una ordenanza municipal prohibía entonces el tránsito a caballo por las mismas, "...quedando sujeto el infractor al pago de una multa de 5 pesos fuertes o arresto de 24 horas por la primera vez y el doble par la segunda".

         Poco a poco, sin embargo, iban empedrándose las calles más céntricas de la ciudad. Por medio de una "licitación verbal" se dispuso el pavimento de la cuadra de la calle 25 de Noviembre -hoy Nuestra Señora de la Asunción entre Villa Rica, actual Pdte. Franco, y Palma.

         Como las torrenciales lluvias y el paso de las carretas deterioraban las calles que no se hallaban empedradas, era, por consiguiente, de gran importancia construir cordones y ramplas para evitar la erosión y destrucción de las calles de la ciudad. Convocada por la junta Económica Administrativa la licitación correspondiente para la construcción de dichos cordones y ramplas en algunas calles, la misma fue ganada por el Sr. Carlos Volpe.

         De acuerdo con denuncias formuladas en los periódicos de ese tiempo, diversas lagunas mefiticas (sic) se formaban en varios puntos de la ciudad. Frente al hospital del ejército argentino, que ocupaba el edificio del ex Club Nacional, por ejemplo, se hallaba "un pantano inmundo" según "La Regeneración".

         El periódico "La Patria" señalaba en varias ocasiones la existencia de "pantanos y lagunas inmundas. En la calle Villa Rica entre Convención y 15 de Agosto -especificaba- existe una laguna asquerosa, la que despedía un olor pestífero". Unos meses después insistía sobre lo mismo manifestando que "...a consecuencia de las últimas lluvias caídas se volvió intransitable la calle De la Paz" y que se había desmoronado la ramilla, formándose "Un gran pantano".

         Si algunas calles eran de un aspecto deprimente y medieval a tal punto que obligaban a las autoridades a enviar "comisiones" al mando de un sargento para compelir a los dueños de las casas con el propósito de que hicieran limpiar los frentes de las propiedades, al mismo tiempo la suciedad imperaba en los dos mercados de Asunción. "La Patria" denunciaba la falta de higiene de las "placeras" de tales mercados, el "Central" y el de "San Francisco"; en donde "...continuamente se ven dichos parajes llenos de basura e inmundicias de todo género". Estas suciedades también se observaron en las calles aledañas de dichas instalaciones.

         En los dos primeros años de la ocupación, las reses para el consumo eran faenadas en la misma ciudad, lo que ocasionaba graves peligros para la salud de los habitantes, como era de imaginarse, más aún teniendo en cuenta que los restos de los animales sacrificados eran abandonados en la vía pública. Fue por lo mismo que, con buen criterio, las autoridades dispusieron la prohibición de la faena de animales dentro del casco urbano de Asunción. Se destinó para el efecto el distrito de Santísima Trinidad.

         Las reses faenadas eran transportadas en vagones del ferrocarril y luego transbordadas en carros para ser conducidas finalmente a los mercados antes citados. Unos años después se construyó un ramal "...del camino de hierro para conducir la carne al Mercado Central".

 

José Díaz de Bedoya. Presidente de la Comisión Directiva

de la "Asocioción Paraguaya" y posteriormente miembro

del Triunvirato 1869

 

         CEMENTERIOS DE ASUNCIÓN

 

         Debe recordarse que durante el Consulado de Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso se había decretado la creación del cementerio de la Recoleta por razones de profilaxis.

         En su mensaje a los congresales, el cónsul López manifestaba: "La costumbre de enterrar muertos en las iglesias era ya diametralmente opuesta a la salubridad pública. Bastantes pruebas tenemos de esta verdad". Pero la miseria imperante en Asunción en 1869 hizo que la justa medida sanitaria no pudiera cumplirse. Por dicho motivo, Cirilo Antonio Rivarola, que había asumido la Presidencia de la República el 25 de noviembre de 1870, reiteró la prohibición de enterrar cadáveres en el centro de la ciudad, pues así seguía haciéndose en el cementerio de la iglesia de La Encarnación. El decreto del citado mandatario establecía entonces que allí "...como en cualquier otro punto del distrito de la Capital, que no sea en el Cementerio de La Recoleta, sean inhumados los cadáveres".

         Es interesante destacar que, aun ocho años después de esta disposición, fue enterrado el cadáver del asesinado presidente Juan Bautista Gill en la iglesia de La Encarnación, por autorización del vicepresidente en ejercicio de la presidencia, don Higinio Uriarte.

         En 1873, la junta Económica Administrativa reglamentó el uso del cementerio de la Recoleta, señalando la profundidad de las fosas, debiendo bajarse "... los cadáveres que llevasen" cajón, con dos cuerdas. "Los ataúdes -decía el citado reglamento- debían clavarse antes de ser sepultados".

 

Salvador Jovellanos, miembro de la "Asociación Paraguaya"

y vicepresidente en ejercicio tras la renuncia

de Cirilo A. Rivarola, de 1871 a 1874

 

         CEMENTERIO BRASILEÑO EN EL MANGRULLO

 

         La tropa de ocupación del ejército brasileño estableció -desde su entrada en Asunción- un cementerio en el lugar denominado "El Mangrullo"; actualmente Parque Carlos A. López. Allí, de acuerdo con un suelto de un diario argentino que es comentado por el periódico de Asunción "El Orden", el gobierno del Brasil acababa "...de autorizar al jefe de las tropas imperiales situadas en Asunción para invertir 4.421 pesos en la construcción de un cementerio con su correspondiente capilla, en el sitio donde desde 1869 se sepultan cadáveres brasileños".

         Además de servir de cementerio del ejército brasileño durante su tiempo de estadía en Asunción, allí se inhumaban también los cadáveres de vecinos de nuestra ciudad, sean estos adultos o párvulos, hasta 1918, año de su clausura definitiva.

 

         GOBIERNO MUNICIPAL DE ASUNCIÓN

 

         El gobierno provisional electo en la capital bajo la ocupación enemiga fue un Triunvirato integrado por los ciudadanos Cirilo Antonio Rivarola, Carlos Loizaga y José Díaz de Bedoya. Una de las primeras medidas tomadas por los triunviros fue el establecimiento de un gobierno municipal, para lo cual se nombró "...a don Sinforiano Alcorta, Presidente de la Municipalidad y Secretario de la misma a don Jaime Sosa Escalada". Aunque no podemos señalar con precisión la fecha de la creación de la comisión municipal, sí podemos decir que muy pronto el presidente de la Municipalidad renunció al cargo. Un periódico de la época informaba que "... el Sr. Sosa (Jaime), vicepresidente, reemplazará al Sr. Alcorta, cuya renuncia es muy probable sea aceptada". En una presentación hecha al Triunvirato provisorio, el presidente de la Municipalidad le manifestaba la necesidad de contar con fondos para el normal funcionamiento de la comuna asuncena.

         Para el efecto solicitaba "...se declarasen bienes municipales o bienes a cargo de la Municipalidad el mercado de carne o retoba con todas sus oficinas correspondientes, las tierras baldías de propiedad del Estado (se entiende que se refería a las ubicadas en el ejido de la capital), el Teatro Nacional con su terreno correspondiente, el Teatro Nuevo que estaba inconcluso, el derecho de sepulturas, el impuesto sobre las pesas y medidas, la administración de las casas del Estado y el derecho de percibir los alquileres", pretendiendo le correspondiera a la Municipalidad el 11% de los mismos.

         El gobierno concedió el pedido, pero debido a la falta de recursos económicos que dificultaba el cumplimiento de sus fines, además de haber quedado la Comisión Municipal reducida a solo dos miembros, el gobierno la suprimió.

         Decidió que "...los ramos de higiene, alumbrado, limpieza pública, servicio de carros y los demás de carácter municipal quedaran a cargo del jefe político de esta capital". Este decreto tuvo objeción del periódico "La Regeneración", el que en un editorial manifestaba que, si bien las causas eran la renuncia de tres miembros y el carecer dicha corporación de dinero suficiente, se preguntaba: "¿O cree Loizaga que el gobierno tendrá tiempo para andar con carros, basura y empedrados? No, sería el error más grande en que se podría incurrir".

         "La Regeneración" insistía sobre el mismo tema algún tiempo después manifestando que desaprobaba el decreto de los triunviros, y preguntaba por qué el gobierno no nombró a otras personas para cubrir las vacancias originadas con la renuncia de tres miembros de la comisión municipal, agregando: "La población no puede pasar sin municipalidad, y el Gobierno cuyas atenciones son numerosas no puede hacer sus veces sino perjudicando al Municipio, con el poco cuidado, porque estamos seguros de no atender a la higiene pública, a la limpieza y a las escuelas". Unas semanas después volvía a insistir manifestando que desde que fue disuelta la Corporación Municipal "...se nota la falta de higiene en la ciudad". Exhortaba al Gobierno que "...volviera a nombrar una nueva comisión municipal hoy, cuya falta se hace sentir notablemente".

         Respondiendo a este reclamo, el ex triunviro Cirilo A. Rivarola, siendo ya presidente de la República, no solo lo desconoce, sino que por un decreto declara que entre las atribuciones del Ministerio del Interior se halla la atención de "...los mercados, tablada y limpieza pública, compostura de calles, hasta que sean creadas las municipalidades tanto en la capital como en la campaña".

         Se estableció finalmente el Régimen Municipal por medio de la promulgación de la ley orgánica correspondiente y se llamó a elecciones en la ciudad de Asunción. En el artículo 12 de la citada ley se había dispuesto que la Municipalidad de la capital sea integrada por doce "municipales", incluso el presidente y el vicepresidente. Así mismo, se establecía la división de Asunción en seis secciones o parroquias.

         Para ser miembro de la Municipalidad debía contarse con "...más de veintidós años de edad y estar avecinado en la parroquia que podía representar".

         La "Elección de Municipales" motivó la apertura del Registro electoral -por 8 días- para la inscripción de todos los vecinos. Las elecciones debían llevarse a cabo el 30 de julio de 1871, de acuerdo con lo establecido en el decreto dictado por Juan L. Corvalán, "encargado provisorio del PE".

         Estas elecciones fueron prorrogadas para el 20 de agosto por un decreto originado el día 14 de aquel mes. En el siguiente se aprobaron las elecciones municipales para electores de los distritos de La Encarnación, Catedral, San Roque, Trinidad, Recoleta y Lambaré. Los electores debían reunirse en el edificio del Cabildo, el 21 de setiembre de 1871, para elegir presidente y secretario "...de municipales y suplentes, con arreglo a la ley de la materia".

         Unos días después, con la aprobación de las elecciones realizadas, se reinició la vida municipal de Asunción, con su cuerpo directivo compuesto por 2 representantes y un suplente por cada una de las seis parroquias de la capital.

         Pero debido a una ley promulgada en el mes de febrero de 1872, "cesa en el ejercicio de sus funciones la Municipalidad creada por ley de 5 de junio de 1871" (Debía decir realmente 15 de junio de 1871).

         Las elecciones populares llevadas a cabo por los vecinos fueron sustituidas por una autorización concedida al P E. para nombrar una Junta Económica Administrativa compuesta de seis miembros, la que debía surgir de los vecinos de los seis distritos electorales de Asunción.

         Casi veinte años después nuestra ciudad tuvo su primer intendente municipal. La designación recayó en el ciudadano francés don Francisco Casabianca, que ejerció el cargo desde el 8 de mayo de 1891.

 

Juan Gualberto González, alférez de la "Legión"

y presidente entre 1890 y 1894.

 

 

         LA MUNICIPALIDAD REORGANIZA LA EDUCACIÓN

 

         Recién constituida, quedó a cargo de la Municipalidad la apertura de escuelas en nuestra capital. Se abrieron varias, tanto para niños como para niñas. "La Regeneración" informaba: "El 1° de noviembre próximo se inaugurará la primera escuela municipal de niñas de que haya noticias en el Paraguay".

         Para asistir al acto programado, fueron invitados los vecinos de nuestra ciudad. La escuela tendría como directora a la Sra. Asunción Escalada. Insistía el citado periódico sobre el tema anunciando la inauguración de escuelas municipales, a la que casi toda la población estará invitada. "Ya pasó el tiempo en que estas (las señoras y señoritas) eran excluidas de reuniones como estas; marchamos hoy a lo Yankee y una señorita tomará la palabra, según se nos dice".

         A pesar de la pobreza en que se debatía la Municipalidad, con muy cortos ingresos debido a la miseria de la población, la educación constituyó una de las principales preocupaciones de los "municipales". En vísperas del primer aniversario de aquella inauguración, un periódico local recordaba la creación de las primeras escuelas municipales establecidas en la República. Manifestaba que el resultado de la tarea educativa hubiera sido mayor -aun a pesar de la pobreza- de no haberse suprimido la Municipalidad.

         En una relación referida a las escuelas municipales creadas hasta el 21 de octubre de 1870, puede leerse que funcionaban tres escuelas para niños y cuyos directores eran H. Weettnihoff, E. Valleti y, en Lambaré, M. Galiano.

         Las escuelas municipales de niñas, que fueron dos, tenían como directoras a la señora F. Sosa y a la señora T. de Valleti. Además de la creación de escuelas para niñas, la Junta Económica Administrativa, se preocupó en aumentar las posibilidades para que un mayor número de niñas pudiese estudiar. Para ello firmó un contrato con doña Rafaela Recalde, quien debía recibir y educar, a cuenta de la Municipalidad, a veinte niñas en su escuela particular.

 

Benigno Ferreira, miembro de la "Asociación"

y de la "Legión Paraguaya".

Luego Presidente de la República entre 1906 y 1908.

Imágenes reproducidas del libro "La Legión Paraguaya

en la Guerra de la Triple Alianza" de Juan B. Gill Aguínaga

 

 

         CREACIÓN DE UN COLEGIO MUNICIPAL

 

         Por medio de un anuncio que fue publicado en "La Regeneración", el inspector general de escuelas informaba que quedaban abiertas las inscripciones para los alumnos de "...un establecimiento municipal". En el programa de estudios figuraban las siguientes asignaturas: gramática castellana, geografía, historia universal, religión, matemáticas, que a su vez comprendía álgebra elemental y superior, geometría, trigonometría, filosofía, etc. El llamado Colegio Municipal, también conocido como Colegio Nacional de segunda enseñanza, tuvo como anexo una Escuela Normal que formaba preceptoras.

         Al crearse el Colegio Nacional de la Capital, el Colegio Municipal dejó de funcionar. Paralelamente a la labor educativa desarrollada por las autoridades comunales de Asunción, se abrieron otras varias escuelas y colegios privados, generalmente estas bajo la dirección de docentes extranjeros. Citamos el Colegio Francés de señoritas, dirigido por Luisa Balet. En ese establecimiento se admitían "mediopensionistas y externas". Prometía la directora un régimen paternal y que las alumnas serían tratadas con dulzura y bondad. "En ningún caso se emplean castigos corporales, los medios de corrección serán aumento de trabajo y privación de recreo".

         Este colegio prometía contar con dos cursos y las asignaturas que formaban parte del plan de estudios eran: lectura, escritura, gramática española y francesa, historia sagrada, etc., además de las labores propias de personas del sexo femenino como "...costura, bordado blanco, crochet y otras obras de pasatiempo".

 

José Pantaleón Urdapilleta. Ministro del Interior

y excombatiente de la guerra.

 

Benjamín Aceval. Ministro de Relaciones Exteriores.

Ocupó el cargo en el Gabinete del General Patricio Escobar (1886/1890);

el de Justicia, Culto e Instrucción Pública en el de Juan G. González (1890/1894),

y el de Hacienda en el Gabinete del Gral. Juan B. Egusquiza (1894/1898)

 

 

         BIBLIOTECA MUNICIPAL

 

         En ese despertar por reconstruir la patria todavía sangrante y antes del epílogo de Cerro Corá, se creó en Asunción una Biblioteca Municipal, Pública o Nacional, como indistintamente era llamada.

         La idea de la creación surgió de los jóvenes Jaime Sosa, Francisco Guanes y los hermanos Decoud. Todos ellos "...han iniciado el gran pensamiento de establecer una Biblioteca Pública para la juventud estudiosa del Paraguay, y que se está levantando una suscripción para la realización de esta idea". Con la contribución iniciada, que pronto captó con la entusiasta colaboración de los jóvenes políticos, intelectuales y algunos industriales y comerciantes, pudo reunirse a los pocos días la suma de 280 pesos, de acuerdo a lo publicado en "La Regeneración" el 3 de diciembre de 1869. Algunos de los contribuyentes de dinero donaron, además, varios libros para la biblioteca en formación.

         Así, José S. Decoud obsequió "Ambas Américas", por Sarmiento, y "Vida de Franklin", por Migues. Jaime Sosa donó "Derecho Internacional", "Geografía Universal" y "Curso de Filosofía". Otros donantes fueron Adolfo y Juan José Decoud, Francisco Guanes y Rufino Taboada.

         Noticias sueltas sobre esta "Biblioteca Nacional" se consignan en algunos periódicos de la época. Puede leerse que en el mes de julio de 1874 fue encargado "...de la Biblioteca Nacional el Sr. Don José Macias". También, que cambió de local trasladándose a la casa de la calle Villa Rica N° 14, esquina 25 de Noviembre y cuyo horario de atención al público se extendía desde las 9 hasta las 16 horas. Varias donaciones continuó recibiendo la Biblioteca Pública.

         "La Libertad" informaba que el jefe Político Don Emilio Gill le ha obsequiado quince volúmenes de derecho y literatura. Por su parte, otro periódico publicaba que habían llegado por tren cinco bultos de libros de Villa Rica para la Biblioteca Pública, y que se esperaba para dentro de corto tiempo "...otras remesas de las poblaciones (del interior) ".

         De esa manera se fue acrecentando su patrimonio y además llegó a contar en ocasiones con la ayuda estatal. Finalmente, por ley de la nación, promulgada el 21 de setiembre de 1887, se creó la Biblioteca Nacional, cuyo origen fue la Biblioteca Municipal.

 

General Emilio Gill.

Ministro de Hacienda y hermano del Presidente.

Fue asesinado en el mismo día de este, 12 de abril de 1877.

 

 

 

         ALUMBRADO PÚBLICO

 

         Una queja publicada en "La Regeneración" manifestaba que en la ciudad se vive durante doce horas en tinieblas "...a pesar de que los faroles están colocados". A pesar de todo, los robos se repetían, no faltando los asesinatos, "...y la inseguridad del ciudadano en noches oscuras y calles intransitables es un hecho que todos los presenciamos sin encontrar su remedio más que en el alumbrado público".

         En la memoria de la Municipalidad publicada en "La Regeneración" el 1° de marzo de 1870, y ya citada más arriba, se promete el establecimiento del alumbrado público a partir del 1° de enero de 1871. La demora en la puesta en acción de tan necesario servicio público exasperaba al vecindario, pues ya se había establecido en el contrato firmado entre la Municipalidad y Gueralga el pago de un patacón y 1/2 por puerta y uno por ventana. Además a "La Regeneración" le parecía excesivo el precio "...por el estado de pobreza en que se hallaba la población".

         Pero las dificultades para el establecimiento de dicho servicio no terminaban, a pesar de ciertos renunciamientos que pensaba otorgar el concesionario.

         Este intento de proveer de alumbrado público a través del mencionado concesionario parece no haber alcanzado el éxito deseado, pues por una ley el Congreso de la nación aprobó otro contrato, celebrado entre la Junta Económica Administrativa y el Sr. Mariano Bravo, un nuevo concesionario, para proveer a Asunción de alumbrado público a gas. Se le concedía el privilegio por quince años y debía comenzar el servicio a los doce meses de la aprobación del acuerdo. El empresario debía cobrar a la Junta Económica Administrativa 5 pesos fuertes por cada mil pies cúbicos de gas y 6 pesos fuertes a los particulares, por igual cantidad.

         Otro grave problema afrontado con estos servicios se refería a la reiterada "desaparición" de las lámparas del alumbrado público, a tal punto que la propia empresa concesionaria tuvo que publicar anuncios en los periódicos manifestando el deseo de adquirir las lámparas usadas "...que son iguales a las del servicio del alumbrado a 5 reales cada una, garantizando a quien las presente que no corre responsabilidad".

         Pocos meses después, "La Libertad" anunció con entusiasmo, la mejora de ese servicio público, manifestando al respecto: "Son dignos de mención el esmero y la profusión con que está actualmente alumbrada nuestra ciudad". Pero esa exaltación y entusiasmo no debió durar mucho tiempo, pues en un lapso de diez y seis días fueron sustraídas ciento sesenta y tres lámparas de la empresa que corría con el servicio del alumbrado público.

         Con ese motivo, "La Reforma" llamó la atención a la Policía manifestando "...que debe inmediatamente proceder a inquirir quiénes han sido los autores del robo y evitar en adelante se lleven a cabo hechos de esta naturaleza". Aunque con muchas dificultades, fueron superándose estos inconvenientes hasta lograrse un servicio regular en el alumbrado público de Asunción.

 

General Germán Serrano. Ministro del Interior,

excombatiente de la Guerra del ´70 y asesinado en una

de las tantas asonadas que tuvieron lugar durante

la ocupación militar del Paraguay.

 

 

         CRECIMIENTO COMERCIAL E INDUSTRIAL DE ASUNCIÓN

 

         Un grave problema significó en todo el país, y en particular en Asunción, la falta de fuentes de trabajo. No obstante haber creado la Municipalidad varias escuelas y colegios, muchos niños y adolescentes continuaban sin recibir educación. Pocos eran los talleres artesanales y casi no existían fábricas que pudieran dar trabajo al número creciente de desocupados.

         Pero se trataba de dar ocupación a "los vagos". El ministro del Interior ordenó al Jefe Político de la capital "...para que proceda a la captura de muchachos vagos y que sean entregados al maestro, encargado de la escuela musical para que se los instruya en algún arte u oficio".

         Con el título de "Magnifica disposición" "El Pueblo" publicaba que "...un tal Sr. Zambonini" se presentó al gobierno "...solicitando se le den esos niños pobres y sin ocupación que la Policía recoge, para utilizarlos en la enseñanza de la fabricación de cigarros, corriendo de su cuenta la manutención, vestiduras y otros arreglos".

         Por esta oferta del citado señor "El Pueblo" lo consideró "...un hombre benéfico".

         Sin desconocer el beneficio particular que pudiera obtener el mencionado Sr. Zambonini con aquel gesto, la medida pudo atenuar, tal vez, el grave problema económico y social de una parte de los adolescentes sin ocupación alguna que pululaba por todos los barrios de Asunción en aquella triste época.

         Despertó aun mucho más entusiasmo la inminente inauguración de una fábrica de hielo, en enero de 1872. El industrial Junquer se proponía elaborar ese producto y establecer además una fábrica de helados, lo que motivó el comentario de un periódico que manifestaba: "Ya podemos combatir ahora los ardores caniculares y al mismo tiempo halagar el paladar y dar gusto al cuerpo". El mismo periódico señalaba un mes después que el Sr. Mendes Gonçalvez iba a establecer una fábrica de jabón y velas con una máquina de vapor para aprovechar las franquicias estatales.

         Igualmente constituyeron una novedad el establecimiento y el transporte de pasajeros en tranvías de mulas. En mayo de 1872 se aprobó el contrato celebrado entre el Poder Ejecutivo y el Sr. Diego Horrocks y Cía. sobre la creación de ese servido en Asunción. Pocas semanas después, el concesionario comunicaba al gobierno "...haber empezado los trabajos del tranway". Ya para el nueve de febrero del año siguiente se esperaba alcanzar la venta de 12.000 boletos desde que empezó a funcionar "... el tren-vía de Asunción".

         Otro privilegio otorgado para el establecimiento de industrias fue, para una fábrica de cerveza, al Sr. Federico Sieber, concesión acordada por el término de dos años. El Sr. Eugenio Vilas obtuvo idénticos privilegios para exportar todo el azúcar que elaborase bajo el sistema de la máquina de vapor.

         Estas industrias, además de otras fuentes de trabajo que se creaban, mejoraron parcialmente la situación económica de los habitantes de la capital. Al respecto, el periódico "La Reforma", con el título "No está tan pobre como parece", publicaba, en contra del "sacramental estribillo" de "Qué pobre está Asunción", que no es verdad y cita como señal de progreso la apertura de dos casas de negocio y de una peluquería.

 

Gabinete del General Bernardino Caballero (1880/1886)

De pie: Agustín Cañete, ministro de Hacienda;

Juan Alberto Meza, ministro del Interior; Gral. Pedro Duarte, ministro de Guerra y Marina;

José Segundo Decoud, ministro de Relaciones Exteriores;

y Juan G. González, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública,

rodeando al General Bernardino Caballero, sentado.

 

 

 

         LAS TROPAS BRASILEÑAS ABANDONAN EL TERRITORIO NACIONAL

 

         Los habitantes de un país ocupado por tropas enemigas sufren en mayor o menor grado abusos derivados de la prepotencia del invasor. Fueron reiteradas y frecuentes las arbitrariedades cometidas por los militares brasileños durante su permanencia en el Paraguay. Especialmente abusaban los suboficiales y soldados. Los excesos continuaron hasta el mismo día de la evacuación total de las tropas imperiales de territorio paraguayo.

         Un periódico de ese tiempo publicaba, como ejemplo, un incidente ocurrido en la plaza del Mercado. El hecho fue protagonizado por un soldado brasileño, quien con el pretexto de cambiar una moneda boliviana por otras de cobre, "...armó camorra con una mujer que se rehusó a cambiársela y llegó al extremo de dar un puntapié al cajoncito, derribándoselo y desparramando los cobres que contenía". El periódico manifestaba a continuación que el comisario a quien se dio cuenta de este atropello debió dar parte del hecho al jefe de Policía para pedir a las autoridades brasileñas el castigo del malhechor.

         Era un deseo unánime de todos los paraguayos que los ejércitos enemigos abandonasen nuestro país una vez firmados los tratados de paz con los países que formaron la Triple Alianza. Se sentía como una pesada carga la presencia de los brasileños en Asunción -las tropas argentinas ocupaban la Villa Occidental-, por lo que causó cierto recelo entre los habitantes de la capital el rumor que el ejército brasileño no pensaba abandonar nuestro país, pues acababa de recibir una partida de cañones y otras armas traídas por el transporte "Vizconde de Inhauma".

         "La Reforma" tranquilizó a sus lectores aclarando que por una ley del Imperio se había ordenado el cambio de todas las armas del ejército brasileño. En cuanto a la desocupación manifestaba: "No debe caber la menor duda, el Imperio ha suscrito los tratados y desde ese momento su dignidad de nación no puede retroceder ante tan solemne compromiso. Debe saberse también que el ‘pura’ en su último viaje ha traído la gran chata para transportar las fuerzas que será muy pronto. No hay, pues, que dar crédito a esos rumores que hace circular la gente mal intencionada".

         El mismo periódico reiteró, unas semanas después, la inminente evacuación de las tropas brasileñas afirmando que, de acuerdo con las noticias traídas del Brasil por el vapor "Itajhai", dentro de quince días nuestro país sería desocupado. "Dentro de algunos días deben llegar los transportes que conducirán al Estado Mayor General, pagaduría y demás reparticiones superiores con destino a Río de Janeiro; el batallón 17 de infantería sigue para el mismo destino".

         A finales de mayo de 1876 fueron recogidas en las calles de Asunción unas hojas impresas que vinieron a replicar a lo manifestado en "...un asqueroso pasquín impreso en el Imperio, en que se insulta groseramente a la sociedad paraguaya que da generosa hospitalidad a esos imbéciles".

         A las ofensas brasileñas de que el paraguayo es un ser degradado, corrompido, lujurioso, etc. respondió señalando la vida íntima de Paranhos, Cotegipe, "...y por último el gran pillo Gondin, además de los crímenes nefastos cometidos en nuestro país por la lujuria del macaco brasileño". Finalizaba el volante con una "salutación" no muy cariñosa a los brasileños que abandonaban el país: "Afuera, afuera, brasileños. Esclavos vais a salir del Paraguay, pues bien llevad la maldición de esa tierra y de la América toda. Esta es la despedida que les manda uno que no les puede ver". Mientras, continuaba la evacuación de las tropas brasileñas. Nuestro país, y principalmente su capital, que había soportado más de siete años esa pesada carga, se iba librando por fin de ella. Jubilosamente anunciaba "La Reforma" el retiro de las últimas fuerzas brasileñas de ocupación, señalando que solamente quedaban algunos jefes del Estado Mayor General.

         "Este es un gran día para la República -señalaba el citado periódico-, porque es el primero, desde enero de 1866 en que pisaran territorio paraguayo, en que la patria querida se ve libre de fuerzas extranjeras. Se siente una nueva vida y nuevas fuerzas la animan cuando se ve a la nación libre e independiente tomar asiento nuevamente, aunque despedazada, entre el gremio de las naciones cultas de la Tierra. Nuestro corazón de paraguayo no puede reprimir el placer que experimenta al ver a la patria libre ya de fuerzas extranjeras".

         En otro suelto de la misma edición se publicaba que al día siguiente se entregaría al gobierno paraguayo el cuartel de San Francisco que había sido ocupado por las tropas brasileñas. Con el embarque del "archivo del cuartel general brasilero y equipajes del Estado Mayor", efectuado en la última semana de julio de 1876, se puede afirmar que se dio término a la ocupación brasilera del Paraguay.

         Efectivamente, y como era de imaginarse, un amplio optimismo y felicidad trajo al pueblo paraguayo la desocupación de su territorio por parte del ejército brasilero, seguida, años después, por la de las tropas argentinas que abandonarían también la Villa Occidental -actual Villa Hayes- en cumplimiento de lo dispuesto en el laudo arbitral del presidente norteamericano Rutherford B. Hayes.

         Toda la ciudadanía esperaba que finalmente con estos actos terminaría la intervención de la Argentina y el Brasil en los asuntos internos del Paraguay, como había sucedido durante todo el tiempo de la ocupación.

         Esta reseña, síntesis del impacto que causara en la sociedad paraguaya la presencia del ejército de la Alianza en nuestro país, desde 1869 hasta 1876, pretende graficar las características de la vida de los asuncenos en aquel arduo, dramático y difícil proceso de la recuperación del Paraguay, en la posguerra del ‘70.

 

 

 

Excombatientes de la guerra reunidos en Itá

 

Excombatientes de la Triple Alianza en San Pedro

 

 

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Registro: Setiembre del 2012






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