Portal Guaraní - EL "GRANDE TORINO" - Por JORGE RUBIANI

La devoción que genera el fútbol no solo es producto del fragoroso desarrollo de sus competencias, sino de hechos que se producen también fuera de los estadios deportivos. Acontecimientos que adquieren, las más de las veces, un intenso dramatismo. Especialmente si de sus consecuencias se tiene que lamentar la pérdida de los mejores futbolistas de un país. Ese fue el caso del Torino FC, cuya dotación casi completa pereció en un desastre aéreo ocurrido a los pies de un templo católico, el 4 de mayo de 1949. Diez de ellos pertenecían a la selección nacional de Italia. Solo se salvaron algunos lesionados o enfermos, que no formaron parte de la delegación en aquel trágico día.

Un lugar apacible

El ascenso hasta la Basílica de Superga, en los alrededores de Turín, puede resultar en una grata experiencia, a pesar de los contrastes emotivos que nos esperan al término de la ascensión. Especialmente si para esto se utiliza el antiguo tranvía a cremallera –una exquisitez de museo– que deja a los pasajeros en el bosque circundante, cerca del templo. Los que reclaman mayor velocidad lo hacen en autobuses, taxis o vehículos particulares que llegan hasta la misma explanada que corona la elevación. La gente se desparrama, entonces, por el lugar, ya ingresando al museo o subiendo el resto de la escalinata que permite el acceso a la majestuosa Basílica.

Es cuando puede notarse que un grupo importante de visitantes decide una opción diferente. Pues, escurriéndose entre las matas que bordean el edificio, sigue un estrecho sendero en el que, algunos claros entre los altos árboles de la ladera, dejan ver el pintoresco panorama del entorno. Ya en la parte posterior del templo, los caminantes se detienen de espaldas al paisaje y se recogen emocionados ante una especie de altar al aire libre, abierto como un balcón hacia el inmenso y verde valle. Allí se alza el enorme epitafio que recuerda a los futbolistas, técnicos y dirigentes del Torino FC, muertos exactamente en aquel sitio.

La tragedia

El miércoles 4 de mayo de 1949, el trimotor Fiat N-212 de la entonces denominada Aviolíneas Italianas, transportaba a la delegación del Torino FC, que regresaba a Turín tras disputar un encuentro amistoso en Lisboa, Portugal. El partido, realizado el día anterior, había sido acordado para la despedida de Francisco Ferreira, capitán del Benfica. Tras un juego ardoroso, calificado como espectacular, la victoria quedó para el local con un ajustado 4-3. Al final de aquel día, ni uno solo de los espectadores pensaría que había visto por última vez al quíntuple campeón del calcio italiano. Pues al día siguiente, a las 17:00, en medio de una densa niebla y mientras comenzaba el descenso hacia la pista del aeropuerto turinés, el avión se estrellaba contra los muros de la Basílica de Superga. Las 31 personas que estaban a bordo fallecieron instantáneamente: 18 eran jugadores del Torino, 10 de ellos formaban parte de la selección nacional de Italia y pertenecían a la elite del fútbol europeo de entonces. La conmoción que provocó el acontecimiento fue enorme. Toda Italia estaba herida por la muerte de sus ídolos y, en el día destinado a los funerales, la ciudad de Torino quedó paralizada para honrarlos.

Sitio de devoción y permanente peregrinación

Desde entonces, la colina de Superga y la lápida que recuerda a los difuntos se han convertido en lugar de peregrinación, tanto de los fans del granate como de muchos deportistas. De toda Italia, de cualquier país, con cualquier casaca. Pues desde aquella funesta tarde y en todos los días del año, pero muy especialmente en el aniversario del accidente, millares de personas suben la cuesta de Superga para manifestar su afecto y admiración "al equipo más extraordinario de la historia del calcio" y al "que con mayor orgullo pueda recordar el fútbol italiano". Debe tenerse en cuenta que entonces era muy limitada –cuando no directamente rara– la presencia de extranjeros en las filas de cualquier equipo europeo.

Había otra razón, sin embargo, para lamentar aquella pérdida, y era el juego "alegre, ofensivo y vistoso" de aquel equipo, el que había sido aceptado y alabado por los italianos como un factor de esperanza, un bálsamo contra la depresión. En especial, tras la derrota del Eje nazi-fascista en la Segunda Guerra Mundial.

En efecto, aquel equipo del Torino fue el más ofensivo y goleador de toda la historia del calcio (más de tres goles por partido en la temporada 1947/48).

Tiempo de caballeros

En la trunca campaña del 48/49, ya nadie dudaba de que el Torino era uno de los mejores equipos del mundo. Cuando sucedió la tragedia, debía cumplirse la jornada número 34, y a falta de cuatro fechas, el conjunto granate estaba al frente de la tabla con cuatro puntos de ventaja sobre el Internazionale de Milán.

Pero la primera decisión de las autoridades del fútbol italiano, tras el accidente, fue declarar al Torino vencedor del todavía inconcluso torneo. En los cuatro partidos restantes, el Granate solo pudo alinear a su conjunto juvenil, por lo que sus rivales "en un bello gesto, hicieron lo propio".

Los encuentros pendientes fueron ganados por el ya declarado campeón, con los siguientes marcadores: 4-0 a Genoa; 3-0 a Palermo; 2-3 a Sampdoria, y en un emotivo partido jugado en el Estadio Comunale de Turín y que sirvió de homenaje a los ausentes, los juveniles ganaron 2-0 a la Fiorentina.

Los "invencibles"

Así los calificaban sus contemporáneos y así los califican, dicen –hasta hoy–, los turineses. Aquella línea de futbolistas que "solo fue vencida por la montaña", estaba integrada por: Valerio Bacigalupo, Aldo Ballarin, Virgilio Maroso, Gino Grezar, Mario Rigamonti, Eusebio Castigliano, Romeo Menti, Ezio Loik, Guglielmo Gabetto, Valentino Mazzola (capitán del equipo) y Franco Ossola. Otros jugadores que los acompañaron en ese abrupto viaje hacia la eternidad fueron: D. Ballarín (hermano de Aldo), E. Bongiorni, R. Fadini, P. Operto, R. Grava, D. Martelli, R. Fadini y J. Subert. Junto a todos ellos, perecieron cinco dirigentes y técnicos, utileros y tres periodistas que habían viajado con el plantel: R. Casalbore, L. Cavallero y R. Tossatti.

Algunos de los récords del "Gran Torino"

Algunos de los récords de este extraordinario equipo fueron los siguientes:

El 11 de mayo de 1948, 10 jugadores del Torino formaron en la selección nacional convocada por el seleccionador Vittorio Pozzo, para la victoria contra la selección de Hungría.

Adicionalmente a este hecho, el Torino obtuvo el mayor número de campeonatos consecutivos en la Seria "A" de la Liga de Italia: cinco títulos, desde 1942/43 a 1948/49 (la disputa del campeonato del 44/45 fue impedida por la 2ª Guerra Mundial).

Cuatro temporadas sin registrar ningún gol en contra en juegos de local.

Mayor número de partidos sin perder de local: 93, con 83 victorias y 10 empates (desde enero del 43 hasta abril del 49).

El mayor número de puntos en una temporada (47/48): 65, cuando todavía no se computaban tres puntos por partido ganado.

La mayor goleada: 10-0 a Alejandría.

La mayor goleada de visitante: 0-7 a AS Roma (45/46).

Además, una veintena de récords, que incluyen el mayor número de victorias como locales en una temporada, mayor número de goles por temporada, delantera con más goles convertidos, defensa menos vencida y otra serie de logros todavía no superados en la Serie A del Calcio.

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