Título: Sin título (del Autor)
Tema: PROCESIÓN FRENTE A LA CATEDRAL
Autor: JAIME BESTARD
Fecha: Sin datos
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 100 x 70 cm.
A su vuelta al Paraguay, BESTARD desarrolló una importante labor como creador y docente. Fueron sus alumnos artistas que más tarde se destacaron por una obra sólida e innovadora, tal el caso de EDITH JIMÉNEZ. El crítico MIGUEL ANGEL FERNÁNDEZ escribe sobre BESTARD: "... a su regreso trajo algunos cuadros que conservó hasta su muerte (como el "Quai D'Anjou", de 1929) y que testimonian su inclinación hacia las formas postimpresionistas. Años después, cuando se produce el movimiento de 1954 se alinea en el sector academicista. Sin embargo, curiosamente, en la intimidad de su taller estaba realizando en aquellos años pequeños esbozos de una gran libertad y expresividad".
Pintura de mediano formato donde el artista plasmó la escena de una procesión frente a la Catedral de Asunción.
Material elaborado por la Sub Comisión de Pinacoteca (Club Centenario)
Presidente: Arq. RAMÓN M. DUARTE BURRÓ
Miembros: MARÍA DE FÁTIMA MARTINI, ANA JOSEFINA MARTINI.
Fotos: LUIS VERA
Diseño: SILVIO ARAUJO
ENLACE INTERNO AL ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA
Obras de la Pinacoteca del Club Centenario
PROCESIÓN FRENTE A LA CATEDRAL
Obra de JAIME BESTARD
Óleo sobre lienzo de 70 x 100 cm.
Colección CLUB CENTENARIO
Tema ARQUITECTURA COLONIAL, AMBIENTE SOCIAL,
RELIGIOSO e HISTÓRICO
JAIME BESTARD Y SU LEGADO A NUESTRA ICONOGRAFÍA
RAMIRO DOMÍNGUEZ
La Tribuna. 5 de mayo 1965 (sin otros datos)
(...) Habiendo realizado Bestard su serie de obras sobre pedido, y procurando acomodarse a las indicaciones que algunos miembros del Instituto de Investigaciones Históricas le hicieron oportunamente y con plausible tino, cabe distinguir en ellas tres géneros temáticos, con sus propios elementos expresivos y particulares requisitos de valoración.
Retrato de próceres. Ya Rafael Eladio Velázquez, cuando su disertación histórica al inaugurarse la muestra que nos ocupa, esbozó de paso una teoría del arte para el retrato histórico, como género pictórico. No ha de exigirse sino fidelidad -en este caso, más el arquetipo ideal que con la imagen ausente- y congruencia psicológica. Sin entrar a escobazos con nuestra consabida imaginería patriótica de ninguna veracidad histórica, los retratos que del brigadier general Fulgencio Yegros y José Gaspar de Francia nos propone Bestard, son más animados y llenos de vida que aquellos muñecos fotografiados en plena luz en sus brillantes uniformes. Indiscutiblemente, la tela en que aparece el dictador Francia es una obra inferior. Mientras el retrato de Yegros está elaborado con técnica realista -casi emulando las testas imperiales de J. L. David-, aquel otro es un emplasto de colores fríos en que el volumen se achata en detrimento de los rasgos; completando el desacierto la aureola de ocres violentos que no se integran en absoluto a los tonos blandos de la imagen.
De innegable sensibilidad romántica, el retrato de Yegros más que pujanza épica, nos revela un limpio momento lírico del héroe, en que los ojos hablan de generosidad y señorío. Comprometiendo nuestra simpatía mucho más por su vertiente humana que por su vocación eterna...
(...) Pero lamentablemente, Caballero está otra vez ausente en la galería de Bestard. Su olvido no ha de imputarse al autor, que ha preferido a Machaín Cue, o Juana de Lara, para motivos de su pincel. Más parece un lapsus dilectionis en nuestros historiadores, que no ven el modo de conciliar la presencia antagónica de Caballero y el Dictador.
Temas épicos: Aquí Bestard se mueve más a gusto, logrando sus mayores aciertos plásticos; por donde realiza una obra de no igualado mérito.
Por la composición del tema y distribución equilibrada y casi matemática de los elementos figurativos. Por la bella predominancia de amarillos y ocres de fría tonalidad y el gracioso efecto pictórico de las figuras bidimensionales, Intimación de los Revolucionarios a Velazco, es la mejor tela del catálogo.
Siguiendo la técnica de apenas bocetar las figuras humanas, las que le aproximan en mérito, son jura de la Primera Junta en Villa Real de la Concepción; y Recepción Triunfal de Fulgencio Yegros; la primera, una obra de menor aliento, pero totalmente integrada y de mesurado dramatismo sin teatralidad. La última, una escena multitudinaria de mucho mayores exigencias, convence más por la ambientación del tema que por la cabalgata triunfal en que corceles y jinetes traen poco aire marcial.
También buena, aunque un tanto achatada por el empeño documental, Procesión ante la Iglesia de la Merced muestra su gentil aparato de ornamentos y blasones, amén de insignias y la leyenda alusiva en su ángulo superior. Lo que salva a Un momento de la Batalla de Tacuarí, de peligrosas similitudes con cientos de piezas adocenadas de su género, es la feliz preponderancia que confiere el artista a los efectos puramente plásticos: el fogonazo en la noche, la humareda sangrienta; si uno trata de olvidar por un momento la incongruencia plástica del oficial atravesado por el fuego del cañón, por la mala perspectiva de la luz.
Dos obras menores, no carentes de encanto y ponderado lirismo, son La ofrenda de Doña Juana de Lara y último paseo del Supremo Dictador. La primera con evocación de ciertas estampas limeñas, es violentamente inverosímil en sus efectos de luz y el movimiento casi etéreo de la figura. El paseo del Dictador, sería una pequeña primicia de no romper el encanto, el empeño verista de retratar al supremo, lo que desliza la gravedad del tema al plano de lo caricaturesco.
Labor arqueológica: En las restantes obras, el pintor ha realizado encomiable esfuerzo documental; tratando de rescatar del olvido, vestigios de nuestra arquitectura colonial, que la negligencia de los poderes públicos y la pica implacable van demoliendo hasta borrar su fisonomía del perfil urbano. ...
(...) Siendo las obras de esta serie de mayor cuidado arqueológico que el puramente artístico, no hay razón de exigir en ellas ningún afeite que distraiga el asunto, aunque el artista se ha cuidado bien de dotarla de sustantivos valores estéticos. Atiéndase si no al esmero en los efectos de luz y sombra; la peculiar selección de las horas para colorear la atmósfera; la acertada perspectiva en Antigua vista de Asunción o el nostálgico efecto de sombra en primer plano de Machaín-Cue.
Nihil volitum nisi praecognitum, reza el axioma escolástico. Si hemos de inculcar amor por nuestra tradición, la primera labor ha de ser recuperar para las generaciones futuras el testimonio de nuestro pasado de gloria. Y ningún conocimiento entra mejor y más adentro que por los ojos.
En esto, Jaime Bestard deja rastro indeleble de su nombre.
RAMIRO DOMÍNGUEZ (1930)
Pertenece a la generación del 50 de la poesía paraguaya. Se doctoró en Derecho por la UNA en 1966. Fue miembro fundador del Centro de Estudios Antropológicos del Paraguay. Autor del EL VALLE Y LA LOMA, clásico de la antropología, entre otros. Es crítico, docente universitario con cátedras en importantes centros de educación superior hasta nuestros días.
FUENTE (ENLACE INTERNO)
JAIME BESTARD - ARTE Y DIGNIDAD
Por AMALIA RUIZ DÍAZ
Publicación realizada con el apoyo del FONDEC
© Amalia Ruiz Díaz
Fotografía: Amalia Ruiz Díaz y Juan Carlos Meza
Asunción-Paraguay 2009 (150 páginas)
ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA
(Hacer click sobre la imagen)