Portal Guaraní - QUEMÁ ESA TEORÍA - Por ALFREDO BOCCIA PAZ

Cada vez que me convenzo de que el problema de género es una batalla perdida y que no vale la pena enfrentarse a esas mayorías intolerantes e hipócritas, me ocurre lo mismo.

Al comienzo, hago como si no me importara. Total, los conozco bien. Están siempre agazapados, con sus ojitos brillando en el fondo de las cavernas, esperando el momento de salir. Se saben muchos y necesitan juntarse porque sus banderas son algo vergonzantes. Tienen mensajes de odio, aunque los revistan de amor a Dios. Su ignorancia es bíblica, como bíblicos son sus argumentos científicos.

Allá ellos con sus miedos, me digo. Pero enseguida me sumerjo en discusiones ácidas, porque me subleva que estos grupos recurran a las mentiras y las agresiones. Inventaron una serie de libros, recomendaciones del Ministerio de Educación y reuniones de padres para crear una atmósfera de pánico moral que justificara el avance de una histeria conservadora.

Hay dos palabras que ponen los pelos de punta a alguna gente. Pues, por supuesto, las juntaron y formaron la "ideología de género" que ninguno de ellos sabe explicar bien de qué se trata, pero resulta exitosa a la hora de asustar.

De ese modo, la teoría de género deja de ser el instrumento de análisis de las relaciones de poder que explican la inequidad que hay en el rol culturalmente atribuido a la mujer por la sociedad, para ser una colección de textos cuasidemoniacos.

La mitología fundamentalista convierte la explicación de la desigualdad que soporta la mujer en un alegato a favor del aborto y del matrimonio igualitario. Todo este engendro respondería a una oscura confabulación universal encabezada a veces por los masones, a veces por el lobby gay y, a veces, por una difusa conspiración "de los gobiernos". Y quien argumente que esto es absurdo, es señalado como "antifamilia", marxista o degenerado.

Es hasta lógico que este simplismo retrógrado tenga cierta audiencia asegurada en una sociedad tan machista como la nuestra. Lo malo de estas embestidas es que, de paso, arrollan derechos, pequeños avances y resquicios de tolerancia que nos permiten enfrentar realidades que le hacen muecas de burla a este debate. Como este pequeño dato: vivimos en uno de los países con el índice de embarazo infantojuvenil más alto del continente. O este: cada día dos nenas con menos de 14 años dan a luz en el Paraguay. O este otro: ningún otro país de Sudamérica tiene tanta violencia doméstica como el nuestro.

De esto hay que hablar en las aulas, educar a los maestros, romper moldes culturales, enseñar la no violencia. Siempre habrá presiones para que nada cambie. Por ello, son importantes las referencias educativas con convicciones. Lamentablemente, Enrique Riera se acobardó muy rápido, hasta el punto de mentar hogueras y convertirse en un obstáculo a la igualdad de derechos del hombre y la mujer, garantizada en el artículo 48 de la Constitución Nacional.

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