ESPANTADIABLOS
JACOBO RAUSKIN
PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2007
Editor: SERVILIBRO
Dirección editorial: VIDALIA SÁNCHEZ
Introducción: El trabajo de Jacobo Rauskin –
Santiago Sylvester, poeta y crítico argentino
Tapa: CAROLINA FALCONE
ISBN: 978-99953-5-032-1
Asunción – Paraguay, diciembre 2012 (144 páginas)
Colección: COLECCIÓN ACADEMIA PARAGUAYA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Nº 2
BIOGRAFÍA
JACOBO RAUSKIN nació en Villarrica, Paraguay, el 13 de diciembre de 1941. Poeta. Pertenece a la generación del sesenta y da a conocer sus primeros trabajos en diarios y revistas literarias de entonces. Ejerció la cátedra en la Universidad Católica de Asunción. Miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española desde 2005. Con el advenimiento de las libertades públicas en 1989, su obra ha crecido notablemente en el interés que ella despierta, en el número de títulos publicados y en el aprecio de los pares del poeta en el Paraguay y también en otros países de la región en los que son frecuentes las lecturas públicas que él realiza.
Premios y distinciones: Premio La República. Asunción 1988, por La noche del viaje. Premio El Lector, Asunción 1991, por La canción andariega. Premio el Lector. Asuncion y premio Municipal de Literatura, Asunción, 1996 por Fogata y dormidero de caminantes. Premio Roque Gaona de la Sociedad de Escritores del Paraguay, en dos ocasiones, en 1997 por Adiós a la cigarra y en 2003 por Doña Ilusión. Premio Nacional de Literatura en 2007, por Espantadiablos. Premio Domus Aurea de la Universidad de Roma en 2010 por el conjunto de su obra. Hijo Dilecto de Villarrica. Maestro del Arte-Literatura-Congreso de la Nación. Orden del Poder Popular, Venezuela.
Bibliografía: La obra poética de Jacobo Rauskin abarca los siguientes títulos: Oda, 1964. Linceo, 1965. Casa perdida, 1971. Naufragios, 1984. Jardín de la pereza, 1987. La noche del viaje, 1988. La canción andariega, 1991. Alegría de un hombre que vuelve, 1992. Fogata y dormidero de caminantes, 1994. La calle del violín allá lejos, 1996. Adiós a la cigarra, 1997. Pitogüé,1999. La ruta de los pájaros, 2000. Andamio para distraídos, 2001. El dibujante callejero, 2002. Doña Ilusión, 2003. La rebelión demorada, 2005. Espantadiablos, 2006. Los años en el viento, 2009. Las manos vacías, 2010. El arte de la sombra, 2011. Estrella estremecida, 2012. El autor ha publicado las siguientes antologías y recopilaciones de su obra: Canciones elegidas, 1998. Poesía 1991-1999, 2000. Poemas viejos, 2001. Poesía reunida (Primera edición, 2004; segunda, 2008 y tercera edición, 2010) Un día pasa un pájaro y otros poemas, 2008, La nave, 2010, En las afueras del mundo, 2012.
EL TRABAJO DE JACOB O RAUSKIN
Una frase muy buena, cuyo autor desconozco, dice que en todo poema debe notarse que Homero existió. No se trata, desde luego, de replegarse a la comodidad de una tradición, ni de apoyarse en ella para legitimarse, sino casi de lo contrario: de conocer el trabajo de la humanidad, usarlo a favor, y tener la sospecha de que la historia del arte no empieza con uno y sus amigos. Y todo esto, precisamente, para no repetir, por desconocimiento, una fórmula consagrada, ya que sólo sabiendo de su existencia es posible evitarla y quizás renovarla.
Me parece evidente que en los poemas de Jacobo Rauskin (autor de una ya copiosa producción) hay un uso programático de ese trabajo de la humanidad, que sirve para hacemos conocer, no sólo una filiación, sino también una posible dirección, puesto que las intenciones de un poeta suelen cargadas de precedentes. Rauskin conece el largo aporte que comenzó en Homero, se remansó un tiempo en esa edad de oro que fúe el Renacimiento, pasó por la Ilustración, donde se cargo de sentimiento político, pegó en nuestro violento y creativo siglo XX, y nos sigue acompañando con un arrastre de materiales diversos: el magma complejo donde estamos.
De ese aporte histórico, Rauskin elige sus herramientas y las emplea para contar la experiencia de esta época; porque es la época, el inevitable presente, lo que se cuela entre los pliegues de sus asuntos poéticos: no quiere trabajar la materia heredada para eludir su tiempo, sino para insertarse en él con responsabilidad y mucha opinión. Es el “cantar opinando”, de nuestro Martín Fierro, con los conflictos que se ven con sólo asomarse a la calle: por eso recorre bares, barrios populares, enumera oficios, denuncia injusticias, y no tiene miedo de abrir sus poemas, de hacerlos porosos, para que por él deambule el viento.
Espantadiablos es el título de su último libro. Sería posible, siguiendo la huella que él mismo nos deja, ponerle cara a esos “diablos” que se propone espantar; pero lo más interesante, en todo caso, es que Rauskin los espanta con plena eficacia de lenguaje, con precisión y tino poético, y que ese largo conocimiento que comenzó en Homero nos llega cargado de aciertos: nos convence de que vale la pena esa fiesta de la inteligencia y la prosodia, que es en definitiva la buena poesía.
Santiago Sylvester
PROLOGO, CITA Y DEDICATORIA, TODO EN UNO
En medio de lo que nos toca vivir, algunos aún queremos pintar la realidad que nos rodea. En lo que me atañe, convierto al desasosiego en mi maestro. Las grietas de la realidad presentan su misterio sin revelarlo y, a veces, como rajaduras profundas en un muro dejan ver el horizonte. Al ver el cielo a través de las grietas en el muro hacemos nuestra la ilusión de un espacio sin límites y un tiempo inacabable. Es como para decir que los muros se llevan bien con la eternidad. Esa curiosa relación me la sugiere la pólvora en unos versos de Cesar López que ya transcribo:
Fusilamiento eterno al oscuro poeta,
gritan, siguen gritando potestades dogmáticas.
¿Por qué? ¿Por haber reconocido la peligrosa y plural existencia del Diablo? ¿Por haber fracasado más de una vez en quitárselo de encima o en sacárselo de adentro? De todos modos, en materia de conjuros contra los espíritus del mal mucho no creo en la sabiduría de nadie. Por eso, también yo me atrevo al exorcismo.
Sin más trámite de prólogo, dedico este libro a quienes en él encuentren un poco de la poesía de sus propias vidas.
J.R.
NADIE SABE DECIRME NADA
La tormenta pasó,
los daños son menores.
Resisten bien las casas
hechas de piedra y dólares.
Fue un largo viaje, el mío,
con peligros de todo tipo.
¿Qué hice yo para estar aquí?
Muy poco, quizás incluso menos.
Soy un sobreviviente,
digamos, espontáneo.
A otros les va peor, son fósiles.
Y más de uno se sentirá molesto
por nuestra percepción del paso del tiempo.
Pero nadie me dice nada,
nadie sabe decirme nada.
Buenas noches, muchas gracias por la cena.
Caminante, al fin, sigo por estas calles,
sigo por estas largas,
larguísimas calles pacíficas
con árboles echando flores al viento
y apacibles jardines con música.
Guardias criando panza,
sentados con un aire de ayer,
cuidan alguna que otra casa,
donde hay un robo de vez en cuando
y siempre el mismo secuestro en la tevé.
Puede el sosiego ser una señal,
puede acaso inquietar a cualquiera,
no así a los guardias,
gente de tierra adentro
ya en barrios caros,
elegantes, claro, al uso nuestro.
Hoy tengo para ellos una pregunta
digna del extraviado que usa mi ropa
quisiera saber dónde estoy.
Pero nadie me dice nada,
nadie sabe decirme nada.
Y la noche me lleva lejos,
la noche es una amiga bajo las estrellas.
Es tarde para componer un nocturno
o para conspirar en un sindicato.
Es tarde también para los bares.
Entonces, sólo atino a caminar
bajo Las Siete Cabritas, Las Tres Marías
y otras estrellas, otras estrellitas,
otras cabritas en el cielo.
Cielo para seguir, sin prisa, pisando el pasto
en las veredas de pasto y lejanía.
VENENOS Y ANTÍDOTOS
Contra el presente
intolerablemente real,
el amable futuro de los sueños.
Contra los abusos del futuro,
la redentora presencia del presente.
Contra el ayer, un espejo.
Contra la usura, nada.
Contra la narcofarra,
un bocadito, un piscolabis.
HOMENAJE A HERIB CAMPOS CERVERA
Un puñado de tierra, no lo olvides
y no lo simplifiques
aunque la lira quiera ser guitarra
como siempre cuando ella canta
algún amor irremediablemente contrariado.
Ponte por un momento en su lugar.
Tú eres el poeta, tuyo es el exilio.
Amar así a la tierra que llamas tuya
y saber que no está contigo,
saber que hoy no quiere verte,
que mañana, quién sabe, saber tan sólo
que un día te ha dejado lejos con una lágrima
buena para vivir unos años aún,
buena para escribir todavía un poema
y llamarlo Un puñado de tierra.
No lo olvides ahora,
al término de este homenaje,
con un trago y un brindis
y esa luna redonda, tan nítida,
tan propia de un próspero patio.
Un puñado de tierra, no lo olvides,
era toda la tierra cantada
por un poeta dos veces desterrado
y muchas veces triste.
DOÑA DROGA
Ausente el pan, echar raíces.
Nueva Edad Media con vasallos.
Será la droga tu señora.
(Me lo dicen, me lo repiten
moros, judíos y cristianos).
ES CURIOSO
Aquella verde Arcadia
con San Francisco y con cuatreros,
si alguna vez fue cántaro,
es égloga; si égloga, recuerdo.
No es raro que así sea.
Curioso es que la gente
que hoy fraterniza con corruptos
se asuste si la llaman decadente.
LA MUSA DE LA GENTE COMÚN
Retratos a lápiz, baratísimos.
Acrósticos, cartas de amor en verso.
Actores, artesanos, trapecistas
ahora sin trapecio, pero con zancos.
El riesgo de caer existe, ¿verdad?
La cita es en la plaza de costumbre
este domingo, el próximo,
cualquier domingo
siempre y cuando no llueva.
El que quiera venir a verla, que venga.
Hablamos de la musa de la gente común.
No hay auspicio, se pasa el sombrero.
Hay cosas lindas, lúdicas.
Uno se disfraza de lobo,
el socio de cordero, el tercero de títere,
el cuarto se disfraza de quinto;
el disfraz de payaso es el más noble,
dura toda la vida.
LA PIEDRA Y EL CAMINANTE
Sería un cuento de invierno,
si el aire fuera más frío,
si el día fuera más corto,
si fuera más largo el viento.
Lo cual aquí no es posible.
Por eso, mi cuento sigue
los pasos de un caminante
por un camino de tierra
en una tierra que arde.
Aquel hombre encuentra un día
una piedra en el camino.
Como es sólo natural,
piensa un rato en el destino.
Después, la mira, la estudia.
Esa forma le recuerda
a la piedra de otra historia:
la de Sísifo, sin duda.
El caminante era entonces
un joven lector amigo
de Marx, de Rimbaud, de Safo,
de Freud, del doctor Zhivago.
El, él mismo se creía
una suerte de Zhivago,
apenas al sur del trópico.
(El calor es todo un tópico
que aquí la gente cultiva
entre guayabas y mangos,
entre jazmines y orquídeas).
En su país, ciertamente,
y, a veces, en otra tierra,
nuestro caminante encuentra
una piedra en el camino.
(En el medio del camino,
corregiría Drummond,
que de piedras entendía).
CLASIFICADOR NOCTURNO
El cansancio me pone en mi lugar.
Un verde rinconcito amable
en la noche sin límites,
y nada de jeringas en el suelo,
nada de popes, nada de rock nacional.
Alta en el viento de la noche,
una palmera me susurra
el santo y seña de la luna.
(Es el mismo que repiten las estrellas).
Oasis, miro al cielo.
Todo lo que la luna tiene de piedra
en mí desaparece, no existe, no existió nunca.
El cielo es el camino de la noche;
no al revés, como le gustaría a un teólogo.
Y la luna es un sentimiento del cielo
que se va derramando en la gente que la mira
y en las cosas que ella toca.
He descansado, continúo mi trabajo:
clasificar insectos, mendrugos, murciélagos
y árboles y botellas, botellitas, botellones,
jarrones de manipostería, ladrillos
desnudos o pintados a la cal,
estilos en un montón de escombros.
Todo alimenta mi memoria
de clasificador nocturno, frustrado
director de escena, escenógrafo también.
DE TAL CLASE, TAL ENCANTO
Pobre Pequebú, pertenece,
ay, a la petite bourgeoisie.
Cuando dice no, no le creen;
tampoco cuando dice sí.
EL APRENDIZ
Un año es hoy el puerto que la nave toca.
El puerto es una lluvia con mástiles.
Mejor no hablemos de la nave,
hablemos de esta lluvia de ayer
que todavía cae en la ventana.
El aprendiz oye a la lluvia,
la mira como ella quiere que la miren.
Así como los árboles son lluvia con hojas,
el aprendiz se siente lluvia con zapatos:
va pisando una mezcla de barro y sueño,
una promesa del paraíso.
Entre fusiles y desfiles y lápices y goma
de borrar borradores de un poema,
sin vocación para las armas
donde un joven, si es pobre y no es soldado,
es poco menos que un fantasma,
el aprendiz aprende a leer, realmente,
a leer una carta escrita por la lluvia.
Se fue la lluvia, queda la carta.
Se fue el silencio, caen las hojas
del calendario en una película.
Escena inevitable, la del calendario.
Las hojas caen, dejan ver los números,
los nombres de los días y los meses.
Así es como se entera el espectador.
De algo está seguro el viajero,
no es un espectador de sí mismo.
Vuelve siempre que puede
a la ciudad de la ventana en la lluvia de ayer,
a un país del amor y su gente,
gente oscura, sin suerte en el juego.
Vuelve y con él volvemos
a una joven de cabecita linda,
de mirada vacante y de corazón acéfalo.
Él la quiere, ella baila en el teatro.
Hay un café cerca del teatro.
Ahí, los justos en una mesa, el injusto en otra.
El joven no saluda al injusto.
Todo se explica por sí mismo,
dice a sus compañeros, menos la injusticia.
Los años son a su ningún oficio
lo que los siglos a una hormiga.
Hoy dice ser un viejo aprendiz de poeta.
Y puesto que vivir es misterio suficiente,
no quiere para sí la certidumbre
del fuego que ya fue.
En eso anda,
en robar otro fuego para después firmarlo.
EL ÁNGEL DE LA FIESTA
La pared deja ver ladrillos
como quien muestra cicatrices.
El último en llegar sube las escaleras.
El primer piso es una sombra en alquiler,
el segundo es un taller de cajas para sombreros,
el tercero le ofrece conversación,
ruido,
amigos
reunidos
alrededor de una amiga que toca la guitarra.
Ella canta con un poco de fuego en la voz.
La guitarra es también un poco de fuego.
La alegría es tribal, por supuesto.
La dicha es abiertamente pegadiza.
La luna se filtra en la ventana.
Se filtra o se infiltra, da igual,
mientras alguien abre la puerta.
Digo alguien por cortesía con el ayer,
en realidad es el viento,
el viento con el ángel de la fiesta.
Hablemos en el presente histórico.
En el generoso tiempo de los historiadores,
sucedió se dice sucede;
cantó, canta;
el viento avivó el fuego
se dice el viento aviva el fuego;
es así porque somos quiere decir fuimos.
Y la fiesta se apaga con el viento,
el adiós va terminando con el grupo.
Ese grupo parece ser de pronto un fastidio:
todos son cada uno, nadie es todos.
De manera que, apenas desaparece el grupo,
el fastidio también desaparece,
y alguien dice adiós y otro buenas noches.
De cuando en cuando, el ángel de la fiesta
vuelve a la ciudad que ahora recordamos;
pasa por esa calle bordeada de árboles,
pasa frente a la misma pared
que deja ver ladrillos como cicatrices,
no entra en esa casa,
hace tiempo que ahí no vive nadie,
sigue de largo y entra en algún otro lugar,
en otra casa, en cualquier fiesta de amigos reunidos
alrededor de unas manos que tocan la guitarra,
de unas voces que se ofrecen al canto,
de unos labios que se mojan en un poco de vino.
El ángel de la fiesta
cree que la gente no cambia, no aprende.
Tiene mucha razón:
a la gente hay que darla vuelta
y revolverla bien, bien, bien,
en medio de una fiesta,
porque la música se acaba pronto
y la gente se pone triste
o, peor, seria.
Seria con su queja de siempre.
Su queja sobre el estado de las calles.
Su queja sobre el patio trasero.
Su patio trasero con basura en condominio.
Su condominio con cuchillo y ambulancia.
UNA CIUDAD EN LA GIRA
Anuncios intermitentemente luminosos
ofrecen la cerveza que todo el mundo bebe.
Nadie, nadie los mira, son el neón de nadie,
mientras la noche se llena de gente y de bares.
UN CAPO DEL MICRÓFONO
Sabe, sabe de música.
Sabe de sinfonías,
óperas, melodías
populares o no.
Conoce el repertorio
de punta a punta, sabe
de bossa, de rapsodias,
de folclor o folclore,
de valses de ayer. ¿Jazz?
Nadie sabe de jazz
como Tato Banotti.
Uno que sabe y habla.
Uno que, hablando, tapa
al violín de Grapelli,
a las cuerdas de Django,
a las teclas de Peterson,
a los bronces del cielo,
a un saxo, a un contrabajo.
No es su voz instrumento,
es más bien un tormento,
pero no digas ay.
Aguanta, no te rindas,
acepta este consejo.
Si la música es buena,
resiste tú con ella.
Resiste cualquier cosa,
cualquier elogio, encomio,
interferencia o glosa.
COPYRIGHT
Perdón, sólo las comillas
son mías: “Los blues
- según Langston Hughes-,
son siempre como cuando
vas de prisa y se te desata
el cordón en los dos zapatos”.
INDICE
BIOGRAFÍA
EL TRABAJO DE JACOBO RAUSKIN 9
PRÓLOGO, CITA Y DEDICATORIA
TODO EN UNO
LOS PELIGROS DE ESTA VIDA
Espantadiablos
Nadie sabe decirme nada
Cielo para seguir andando
Medianoche
Venenos y antídotos
Con el dinero justo
Homenaje a Hérib Campos Cervera
En la terminal
El Segundo Reconstructor
Doña Droga
Puntería
Es curioso
Hojas del Jejuí
1
2
3
La musa de la gente común
El sucesor
Un conocido
Coro de partiquinos
La piedra y el caminante
Sobre una expresión que podríamos grabar en la piedra del camino
Al que pone la piedra
Paseo bajo las estrellas
Espectáculo
Habla un marchand
Río de flores
Los perros de Santiago Salvi
Clasificador nocturno
Breve ronda del pan duro
De tal clase, tal encanto
El señor Malaespina recibe una invitación
Heráldica
Informe sobre la situación
YES
Invierno en el norte
American Classic
Una carrera en Washington
CUADERNO DEL APRENDIZ
El aprendiz
Preludio
Ella
Esa canción tan conocida
Alguna cosa
El ángel de la fiesta
Al sur del Río Grande
Música
Para nombrarte
Afinidad
Una ciudad en la gira
Percepción de un destello
El fetiche, la mercancía y la imagen
Un recuerdo
Un capo del micrófono
Radio Zen anuncia su aparición en esta página
El torbellino
Sublime simbiosis erótica
Copyright
Blues
Blues del día siguiente
Para compra del libro debe contactar:
Editorial Servilibro.
25 de Mayo Esq. México Telefax: (595-21) 444 770
E-mail: servilibro@gmail.com
www.servilibro.com.py
Plaza Uruguaya - Asunción - Paraguay
Enlace al espacio de la EDITORIAL SERVILIBRO