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LUIS MARÍA MARTÍNEZ (+)

  APUNTES LITERARIOS PARA EL CAMINO, 2013 - Por LUIS MARÍA MARTÍNEZ


APUNTES LITERARIOS PARA EL CAMINO, 2013 - Por LUIS MARÍA MARTÍNEZ

APUNTES LITERARIOS PARA EL CAMINO

Por LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Editorial SERVILIBRO

Dirección editorial VIDALIA SÁNCHEZ

Diseño gráfico: CLAUDIA LÓPEZ

Ilustración de tapa: FERNANDO GRILLÓN

Asunción – Paraguay

Julio 2013 (354 páginas)

 

 

MENCIÓN DE HONOR - PREMIO LITERARIO ROQUE GAONA 2013

SOCIEDAD DE ESCRITORES DEL PARAGUAY

 

 


LUIS MARÍA MARTINEZ (1933, Asunción). Ha escrito una importante cantidad de poemarios, es especial, de temática social, Aedo de la colectividad, su poesía ha reportado la vida histórica del país por un lapso superior al medio siglo. Reclamó por la vigencia de la libertad y denunció insistentemente la opresión que sufrió el pueblo bajo la dictadura fascista de más de tres décadas: un poder genocida que eliminó a un gran número de combatientes por los derechos legítimos y populares y que fecundó el imperio increíble de tragedias y sacrificios para toda la República.

El mismo mencionó en pocos versos el papel que decidió cumplir:

“¿Cuál es su oficio?

Mi oficio: ¡arador!

Pero arador de nubes de tormentas,

de un cielo peligroso

con rayos de revolución y de hachas.”

Como ensayista elaboró importantes compendios: El trino soterrado en dos tomos, Poesía social del Paraguay, cuadernos de Notas (2 tomos), Periodista inoportuno, Hérib Campos Cervera (padre): Un novecentista olvidado, José Martí en Paraguay, con lo que contribuyó a orientar el sentido crítico de los lectores. Con relación a su labor de ensayista el escritor argentino Juan C. Giménez y director de Ediciones Amaru de Buenos Aires, dijo que Martínez “tiene una pluma ágil y dinámica que da fuerza al lector a no bajar los brazos y a seguir creyendo que todavía es posible ser libre...”

Es más, el autor recibió favorables comentarios y una buena recepción de sus obras. Así, su libro “Periodista inoportuno” es material pedagógico y de consulta en varios centros educativos, como en la Universidad de Lanús, la Universidad de Quilmes, la Universidad de Lomas de Zamora y en otros establecimientos de enseñanzas secundarias de la Argentina.

Es indudable que Martínez además de enriquecer nuestra literatura, ha contribuido a fortalecer el pensamiento crítico nacional, al arribar con concepciones nuevas, a fin de superar las añosas y dañosas ideas, que han apañado la oscuridad y esa especie de esclerosada mitología alrededor de algunas figuras literarias, de manera absolutamente innecesaria.

El texto ahora impreso: “Apuntes literarios para el camino”, posee numerosas notas respecto al papel cumplido por escritores nacionales -cuya importancia ha sido casi siempre silenciada por la “literatura oficial”- y por literatos extranjeros, en su calidad de sembradores de bellezas como de orientadores del pensamiento, de racionalidad esclarecedora. Aporta además observaciones respecto a problemas literarios del país, y en especial, a la nebulosidad de su difusión, que persiste en no ser muy satisfactoria. Empero, la literatura del país ha progresado visiblemente y la colectividad de lectores aumenta cada vez más. Así, escritores y lectores prosiguen en la brega de ir a la conquista de pensamiento creador y libre.

En 2012 obtuvo el Premio Municipal para la Literatura, que adjudica la Municipalidad de Asunción.



A MANERA DE PRÓLOGO

Yo sigo pensando de que aquellos artículos tuyos de periódicos, lo tienes que seleccionar y publicarlos. Me parece necesario para una gente que debe recobrar la memoria y darse cuenta de que sí hubo gente con talento y que el medio lo ha malogrado si no ignorado. HUGO LOPEZ MARTÍNEZ. Pereira (Colombia) 10 de diciembre de 1986.

Enhorabuena la publicación de tus escritos más íntimos y perdurables. Son todos ellos homenajes silenciosos apenas reconocidos por aquellos que hicieron de la resistencia y del sueño otra forma de vida en contraste con aquella vivida por el miedo, la animadversión y la huida. Quedan allí estampas de personajes anónimos para algunos y símbolos de un país en vilo. A muchos de ellos creo haberlo visto no sé dónde por eso no me son extraños. Sé que son parte por no decir artífices de esa poesía de trinchera donde cada verbo señala a víctimas y victimarios en confrontación permanente, poesía de asfixia diría yo porque hasta los elementos del aire, el fuego, el agua y la tierra están confiscados. HUGO LÓPEZ MARTINEZ Pereira (Colombia) 2 de agosto de 1995.


LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Luis María Martínez es en nuestro país, el intelectual con más autoridad moral. Y el que con más rigor ha llevado adelante la construcción de una conducta sin claudicación, como escritor y como luchador. Precisamente, en Luis María Martínez, ambos conceptos son una misma pasión, una misma opción, una misma convicción. Crear para él es luchar. Y luchar es crear. Y luchar y crear para él es al mismo tiempo, creer. Creer en la redención del oprimido...Por eso su palabra en la poesía tiene la fuerza de los elementos de la naturaleza: el fuego, el viento, el agua, el rayo o el trueno. Vive calladamente. Siempre resistiendo al autobombo de los círculos intelectuales sumergidos en el ÑEMBOTAVY frente a los problemas críticos creados por los detentadores del poder en nuestro país. Para él, el oficio de poeta consiste en convertir la palabra en señales luminosas para contrarrestar la oscuridad. Y más que la oscuridad, el oscurantismo asfixiante que ha invadido nuestra sociedad paraguaya, con la dictadura que todavía se resiste a ceder espacio en el actual proyecto de democratización nacional.

Luis María Martínez es un poeta perseverante. Si perseverar es no entregarse a la inacción, a ese quietismo que muchas veces adquiere el sentido de una traición. Por omisión. Por dimisión. Por sumisión. Se puede decir que este hombre ve la actividad poética con una tensa voluntad, y el alma, lanzada en la permanente batalla por la libertad del hombre, por la justicia negada al pueblo, por el bienestar colectivo que anuncia el clamor popular.

Así conocí hace más de tres décadas atrás, a Luis María Martínez. Y hoy, ya sexagenario, continúa en su puesto de combatiente en vigilia, de poeta de agitada tarea de secuestrar a la poesía del hedonismo complaciente con la corrupción imperante, con el cainismo institucionalizado de una vida política que todavía no acierta a transitar el camino de la verdad.

Luis María Martínez, ha escrito mucho. Poesía, preeminentemente. Ensayos lúcidos y denunciadores. Creó y dirigió la Revista de Cultura "Estudios". Recopiló la poesía social del país, haciendo justicia a los poetas que hicieron de la poesía testimonio de la lucha del pueblo, por su liberación. También ha publicado libros: obras literarias de los compañeros de ruta. Pero queda aún por rescatar una virtud que pocos intelectuales de nuestro medio puede ostentar: la virtud de la solidaridad silenciosa, la solidaridad que no busca la publicidad. Más bien: se escapa hacia el noble gesto del acto anónimo. Por eso, al comienzo dije que Luis María Martínez es el intelectual con más autoridad moral. Y desde luego, también, el poeta con más autoridad sobre el quehacer poético.

No sigue la huella de nadie. Crea su mundo poético desde su personal comprensión de la realidad humana y la realidad histórica que le toca vivir. Pocas veces dedica tiempo al amor. Pero ama profundamente a la condición humana. Le preocupa el destino de la sociedad. Dice en su libro "Días de vida":

 

"Cada día encontraréis

el momento político del tiempo

y el momento poético

de mi pequeño ser

que es temporal, político y poético."


3 de diciembre de 1993.

RUDY TORGA




ESCRITORES, INTELECTUALES, MUSICOS Y ARTISTAS

 

 

VICENTE LAMAS, DEL LIRISMO A LA ELOCUENCIA HEROICA

 

Cuando apareció "La senda escondida" de Vicente Lamas (1900-1982), se suscitaron reacciones encontradas en los medios culturales del país. Estaban quienes aplaudían la aparición hartamente demorada, en volumen representativo de los poemas de un gran poeta. Y estaban los taxidermistas literarios, a la caza siempre de escuelas y estilos y demás intrascendencia de la redacción, que querían desmeritarlo por la aparición tardía de su poesía modernista, superada, aparentemente por las modalidades de vanguardia.

Soslayaban así, tonta y aviesamente, que en el Paraguay casi hasta décadas aún cercanas, todo lo literario era de manifestación extemporánea. Fenómeno que solemnizaba la pobreza conocida de los escritores y la ausencia de editoriales, que solventaran sin costo para el autor -ahora superado en parte- la edición de las obras de escrituración nueva o no muy vieja.

Es casi hasta hace poco, los escritores tenían que ver la aparición de sus escritos en la extremosidad de sus vidas y de su actividad, camino ya casi a la eternidad.

Empero, "La senda escondida" de Lamas, era y es un libro maduro, de rico contenido y continente. Contenía poesías líricas de admirable belleza como la dedicada al "hijo ausente" y las motivaciones eróticas, tenues y delicadas; las hermosas estampas rurales como las que llevan por título "El tropero", "La carreta", "Momento" y otras más. Los "motivos urbanos", ejemplificable por el "Bostezo", "Ante el monumento a Antequera", así como las "Coplas para el artista ausente", dedicado a Juan Sorazábal, nuestro singular caricaturista y dibujante y a "Roque Capace Faraone", escritor prontamente desaparecido tras ser consumido por la bohemia. Más el poema de resonancia histórica, y el que la seguirá teniendo, es el que lleva por título "Canción del miliciano guaraní". Destacaba así Lamas el aporte paraguayo personalizando en Aparicio Gutiérrez, a la lucha universal contra el fascismo, en el primer ensayo nazi- fascista en España en 1936 al 39.El miliciano guaraní Gutiérrez había muerto en "tierras de España", con lo que saldaba la deuda que teníamos con España, estableciendo finalmente que "Don Quijote no está solo en los campos de la Mancha", ya que se encontraba ahora en compañía de su prolongación guaraní.

Vicente Lamas fue un poeta completo, hombre de indudable riqueza ética y de grandilocuencia lírica y civil, que atesoraba además la modestia y la valentía de un poeta de su tiempo. Al denostar Lamas con su poesía al fascismo primitivo y criminal, elevaba por encima de las contingencias momentáneas los valores de la humanidad, orientados hacia el progreso y la libertad. Recorrió así nuestro poeta, sin pedir descanso, el bello y poderoso camino del lirismo sustantivo hasta el eco inapagable de la elocuencia heroica. Y fue así un miliciano del verbo heroico e inmortal.

6 de febrero de 2009


 

DESAPARECE UN GRAN POETA: MANUEL VERÓN DE ASTRADA

 

Palabras de despedida de Luis María Martínez en el Cementerio de la Recoleta el 11-VII-89.

Señoras y señores:

Con la natural tristeza que genera la amistad y el afecto humanos venimos hoy a despedir a un poeta cabal. A un poeta que desde hace mucho tiempo adquirió por derecho de lucha y canto indiscutible dimensión nacional, constituyéndose en una de sus voces más sonoras y transparentes, en una cifra honrosa de su historia testimonial, en un portalero o mensajero de su real y dura odisea.

Y pese al acoso, consustancial con toda tiranía, al manto de silencio que casi siempre se tiende alrededor de las voces cimeras, Manuel Verón de Astrada se mantuvo con envidiable firmeza en su posición de luchador consecuente, de bardo de su patria y de su pueblo. Venimos así, a despedir según el caro decir de Garcilaso a "un claro caballero de rocío".

Hablar de este poeta es mencionar a un hombre que hizo de su verbo y de su vida un mensaje de luchas y esperanzas. Una tea formidable de sus ideas y de su poesía dirigida a despertar a los involuntariamente dormidos, a exaltar y empujar a los espíritus más ejercitados o adelantados en la búsqueda de la inevitable aurora de redención de nuestro pueblo. Fue alguien que no dejó cabalgar sus ideas en la mera expresión verbal de la palabra sino que lo evidenció en hechos y en acciones, por lo que muchas veces soportó los inevitables riesgos que impone la lucha y la consecuencia. Hombre inquieto y multiplicado y multiplicador por lo tanto, por la imposición que deviene de las tantas quejumbres oídas, de los incontables deseos, de los avatares de lucha y varonía, fue en algunos momentos de nuestra ajetreada historia, la firmeza del irredento verbo popular.

Fue uno de los pilares fundamentales de la poesía social del Paraguay. Una voz de presente y de futuro, en los tiempos procelosos de la lucha y la ignominia. Tenía su verbo la grandilocuencia de los oradores de epopeyas, la sonoridad profética de las almas grandes y soñadoras. Armonizaba las palabras con esa sabiduría o destreza de los grandes tribunos populares. Y devino así su poesía en algo apasionado, profundo y transparente. En algo asediado por la sangre vivificadora de los designios de la historia. Era como una especie de profeta señalando el camino tortuoso e inevitable de su pueblo, con la serena grandeza heroica de los que no se dejan ganar por la impropiedad de la inmodestia. Firme y enhiesto, en medio de todas las tormentas del entorno social, imaginaba la marcha de su pueblo como la gloria incandescente de una estrella, enlazando el doloroso presente con la certidumbre esperanzadora del porvenir, tal como el mismo nos lo dijera:

"Y la esperanza sigue con tu marcha
Por los largos desiertos y las selvas
afiebrados de trópicos y vientos;
por atajos de espinas mancillados
sobre la tierra ardida".


Patriota sincero, volcaba en sus versos la briosa y bella reciedumbre de las aguas del epónimo río Paraguay, exaltando las virtudes de la geografía de su patria y de su gente. De sus hombres estrictos Martirizados y flagelados por el autoritarismo explotador y prepotente, propio de un sistema acuñado en la desigualdad y la opresión. Más nuestro gran poeta creía sinceramente en el futuro de su pueblo y de su patria, como él nos lo dijera alguna vez:

...El alma de la raza,

Que emana de Antequera y Lambaré
Levantará su pulso de diamante
Para hacer la libertad en esta tierra".


Y este aspecto de su personalidad podríamos sintetizarlo con las palabras que él le adjudicara otro ilustre paraguayo con ocasión de su fallecimiento:

“Se desvivió por engrandecer el Paraguay, su patria a quien amó seguramente desde las entrañas de su madre".

En lo personal Manuel Verón de Astrada era un hombre de virtudes capitales. Amigo sincero, no andaba con rodeos para expresar sus sentimientos de fraternidad. Era un hombre que tras su cauticidad de risueño y grácil envoltorio, ocultaba al hombre ameno, de insoslayable projimidad. Fue alguien que vivió y se mantuvo siempre con la eminencia de los héroes silenciosos: con su fe en el hombre, con la creencia venturosa en los destinos de su pueblo.

Venimos así a despedir a un poeta paradigmático, a un poeta social entrañablemente asido a las urdimbres de su pueblo, de esencial y sublime llamarada popular. A un poeta nacional. A un hombre de verdad. Paz en su tumba.

Revista "Estudios", Nº 16, Agosto de 1989


 

EMILIO ARMELE

 

Ayer nomás se nos fue Arturo Pereira, un hombre más de la acción (1) que de la inteligencia, y hoy se nos va Emilio Armele, un hombre más de la inteligencia que de la acción. ¡Dos pérdidas enormes en pocos días!

Con la constancia casi de un reloj y dotado de una paciencia extraordinaria, Emilio Armele tejía cada día la tela de sus más caras ensoñaciones. Páginas y páginas insertaba diariamente en sus poblados biblioratos, sin interrupción alguna. Artículos, cartas, poemas y narraciones, constituían los frutos de su trabajo: ¡en todas las ramas del saber y la inteligencia, que por interesarle no le eran ajenas! Inquieto, sumamente inquieto, Armele era una especie de voluntario galeote, llevando la nave de su erudición por los más impensados mares que la inteligencia sustenta. Ese excesivo esfuerzo lo transformó, quizás, antes de lo esperado, en pavesa para la eternidad.

Poeta, ensayista, narrador, investigador consumado de la economía y de la historia, Armele apenas pudo dar a conocer de cuanto sabía y entendía en la Revista Siria-Líbano y en el volumen "Concepción en las artes" -Exponentes de la narrativa-, un sabio y delicado homenaje a su ciudad natal: Concepción, que es poquísimo, de todo cuanto hizo. Es cierto; sus escritos alimentaron también los más variados periódicos y revistas de la República.

A nadie como él puede adjudicársele el justo título de polígrafo, como en verdad lo era. Pues, como poeta era directo y ahorrativo en el lenguaje; como ensayista, lúcido y exacto; como investigador, informadísimo; como narrador, sugerente y realista.

De publicarse todo lo que con magisterial empeño fue haciendo en tantos años, bien podría llenar el espacio ponderable de un anaquel. Tenía una laboriosidad balzaciana, pues con parsimoniosidad trabajaba y trabajaba, aún sin la esperanza de una inmediata respuesta o promoción.

Recatado y silencioso, Armele se despreocupó de orientar sus cosas hacia el exterior. Quizás esa paraguaya manera de ser estaba también arraigada fuertemente en él, la de dejar siempre en suspenso o para un posible mañana: la revelación de lo producido; quizás la intensa quemadura que su vitalidad había experimentado, en años de persecución y acoso, lo condujo a esa inexplicable parálisis o demora, que lo clandestino materializa y configura, a fuer de ser el pan de cada día. Tantos es así, que nosotros, sus amigos, conocíamos perfectamente la falencia en que incurría: que su gravitación literaria hubiera sido bien otra cosa, si no la debilitada con su relativo aislamiento, pues todo aporte debe ejercitarse efectivamente para su correspondiente repercusión y dejar las respectivas muestras. Empero, hay que decir, que era algo que formaba parte de su manera de ser.

Demócrata a carta cabal, pensador progresista, Armele encaminaba y encaminó hasta el último día de su existencia, sus escritos por los caminos altamente luminosos de la aurora. No creía desde luego él que la sabiduría debía ser cual tesoro guardado entre cuatro paredes, sino manera o exposición destinada al huerto del país y fuego contagiante para aleccionar a la juventud. Así, desde su casa dictaba cátedra a un imaginario auditorio, que no era sino todo el país.

Lamento la gran pérdida que significa para la intelectualidad nacional, la de este poco conocido y valorado escritor que fue toda la vida Emilio Armele; la de este singular polígrafo, demócrata y pensador progresista; la de este hijo de la heroica Concepción de todos los tiempos.

Despido así a un gran escritor que el Paraguay pierde físicamente, pero que habrá de recuperarlo espiritualmente por lo que sembró literariamente a manos llenas, más temprano que tarde.

10 de diciembre de 1994.



SANTIAGO DIMAS ARANDA, EN LA REBELDÍA CONSECUENTE

 

"Poeta... Abarcador" José Martí

Los calificativos que podrían corresponderle a Santiago Dimas Aranda serían los de: vigía de su tiempo; prócer de la palabra meritoria; revolucionario de la pluma; poeta de conciencia rebelde y auroral....

Poeta importantísimo, tiene, sin embargo, una obra de escasa difusión. Cosa casi natural en nuestro medio, donde los supuestos especialistas adolecen de una ignorancia capital. Jamás se interesarán en investigar nuestra propia literatura, y si, la de los extranjeros, que dan mayor prestigio y fama, aparentemente. Sus propios colegas, pequeños burgueses revolucionarios, no colaborarán en darla a conocer, debido a su condición de proletario, y a su ninguna influencia en el ámbito cultural, donde algunos de ellos dominan y predominan.

La crítica literaria que no funciona en nuestro país, apenas lo menciona por natural necesidad. Sabemos que la misma funciona a nivel de amigos y a nivel de insistencia personal. Todo lo demás es mentira. Hasta los premios grandes y pequeños, se cocinan de esa manera. Modalidad en realidad miserable y provinciana, dado que Paraguay es Jauja en lo político y literario.

Es que el patriciado cultural, que se arroga y se sigue arrogando el papel de árbitro en dicha esfera, lo ha borrado casi del mapa a este escritor. Ser claro y radical, bueno y racional, no enredado y oscuro, es algo excluyente para dicha élite.

Empero, Aranda fecundó dos libros importantes. "Antología del silencio", extenso testimonio de un periodo cruel de nuestra historia: el sepulcral silencio dictatorial y el protagonismo de los héroes, que se empeñaron en arrojar a la tiranía al basurero de la historia. Y "La pesadilla", un retazo de historia suscitado por la insurrección armada de marzo de 1947. Insurrección que provocó la diáspora inmensa de la población y fatalidades de todo género, que imperaron por más de seis décadas.

Por lo demás, Santiago Dimas Aranda en los días que corren se ha ganado el justo título de Maestro. Por su postura ética, por la riqueza de su pensamiento, por la regularidad de su conducta, al seguir en el mismo rumbo al no haberse vendido por dos pesos, como sucedió con algunos colegas.

Santiago Dimas Aranda es un real representante del pensamiento nacional, del que se mantiene leal a los mandatos de la historia.

10 de enero de 2010



FÉLIX DE GUARANIA

 

Recuerdo, en los lejanos tiempos de la adolescencia la impresión que me produjo el conocer por primera vez a un poeta en persona: a Arístides Díaz Peña. Este había salido recién de la cárcel, donde permaneciera varios años, como consecuencia de sus ideas de reivindicación popular. Eran los duros años posteriores a 1947. Quedé impresionado vivamente por su poesía sencilla pero de grandes verdades. Eran versos que hablaban de las luchas de nuestro pueblo, de sus líderes inmolados en el trajín de las odiseas clandestinas, en los siniestros habitáculos o ergástulas policíacos. Tenía así dicha poesía el valor del agua o el pan elemental, porque alimentaba nuestras inquietudes y nuestras esperanzas.

Poco tiempo después llega un manojo de poesías de la más alta calidez de lucha y vibración humana. Poseía ese no sé qué del ritmo victorioso, juvenil y excitante del octosílabo. Los poemas hablaban de los héroes de diversos pueblos del mundo que combatían bravamente por sembrar la luz y la libertad en el seno de los mismos. Y mencionaba también los deseos de nuestro pueblo, la historia mínima, olvidada pero importante de sus hombres, de sus trabajadores y de sus mujeres. Relampagueaban y lucían como extrañas luces extraídas de la historia no oficial de nuestro pueblo. Y tenían sugerentemente olor a tierra roja, a sudor de gente trabajadora, a estampa enhiesta de maizales y mandiocales. Era el perfil imaginativo, digamos la presencia o certidumbre del Paraguay de raíces, arroyos, vientos y hombres en peregrinación permanente hacía su destino de asombros y jornadas. Por entonces yo tenía escaso trato con la poesía, por lo que aquellos poemas suplían en mi lo que sentía y quería expresar. Y quiero decir que era la poesía de FÉLIX DE GUARANIA.

Yo estaba francamente deslumbrado por tantas reverberaciones rítmicas y telúricas que emergían de su poesía. Me acercaba sin saberlo aún a la atrapante y vertiginosa agilidad lorquiana y nicolás-guillenesca. Y al verdor aleteante de la ductilidad peripatética, andariega, de la gitanería de cuentos y adivinanzas.

Así comencé a vivir la poesía de la versatilidad, de la palabra pura, del casi secretismo y cauto adjetivo, de la luminosidad inexplicable.

Era por entonces y para mí, Félix de Guarania un adelantado de la poesía. De una poesía de indicios y sugerencias, de la palabra empeñada para iluminar vidas y epopeyas. Desempeñó para mí en esa etapa de siembras espirituales en ciernes, el papel de poeta- guía, el de poeta paradigmático.

¿Qué se habrán hecho de todos aquellos poemas, de toda aquella excelencia poética emanada de luchas y sentimientos? Siempre pienso que otro de los tantos crímenes de la dictadura que nos oprimió, ha sido el de haber hecho desaparecer parte de nuestra memoria escrita, parte de la memoria personal y popular de nuestros intelectuales y de nuestro pueblo.

Quiero llamar la atención sobre lo siguiente: que todo lo que he venido diciendo se desarrollaba sobre el transfondo de un ambiente mefítico, saturado de temores de los más diversos géneros, de miedos y opresión , de pueblo aherrojado, y tenido como diría Antonio Machado como "carne de horca". Todo el país desde luego era una inmensa cárcel, una extensa "casa de los muertos" dostoivskiano, donde cada quien desempeñaba el extraño papel de presidiario, cuya curiosa condena no se sabía cuando debía de acabar. Y en un momento así eran escasas o casi inexistentes las muestras de poesías combativas, de exasperada voz en vuelo.

Quien que no sea un hombre preocupado estrictamente de la suerte y de las vicisitudes de su pueblo, podrían dejar de emocionarse ante esta poesía -bandera, de esta poesía- credo, tan válida para todo pensador, hombre o luchador en vigilia a la vera de su pueblo y de su gente, indicando la dirección correcta a seguir a su inspiración, lucha y talento:

"..Canto de surcos y trincheras
endurecido lenguaje
de fábrica y sementera.


...Voz de masas, pueblo en armas...

.. .Cada palabra un impacto
-anhelo de opresa gleba-
contra la peste y el hambre,
la explotación y la guerra.


Esta poesía tendrá que germinar en los surcos de la patria.

Es la voz de un poeta de verdad, la de un poeta históricamente nuestro.

Cualquier libro suyo tendrá que ser una nueva semilla, y en palabras del mismo poeta, un libro de pena, combate, esperanza..."



ELVIO ROMERO

 

Los grandes poetas han sido en todas las épocas los mejores historiadores, al materializar la memoria de la humanidad. Fueron a la vez los increíbles augures del porvenir. Por algo reina hasta hoy Homero, al alimentar aún con vida los resplandecientes ecos de una epopeya.

Elvio Romero, poeta de rico, telúrico y atrapante lenguaje, escribano de nuestro tiempo, fue quien dio perennidad a la historia nacional de recientes décadas. Ejercitó a la vez una prosa de ricos atributos.

Escribió de la historia pequeña y grande. De las luchas y de las derrotas. De los innombrables y de los miserables. Perennizó el presente y esgrimió los ensueños del porvenir. Dio palabras a la revolución y encaminó la esperanza con inmunidad para la vejez. Zahirió a la opresión y a los opresores, y sembró justas palabras para héroes y combatientes. Se irguió con sabiduría de profeta y se acercó una y otra vez al difícil tiempo nuevo. Alimentó con el ver do nutricio de su verbo más de medio siglo de existencia nacional. Fue un gran hombre civil de nuestro tiempo.

Portalero insomne, regó con hermosas palabras la planta memoriosa del país. Fue poeta esencial, e historiador contemporáneo del enlutado drama nacional. Memoró las tragedias de la patria saturadas de increíbles miserias y dolores. Soportó los rigores del exilio. Combatió por la libertad y fue el poeta más completo de los sangrientos y mutilados años de nuestra historia. Por el contenido de su verbo y la riqueza de su poesía, ganóse un sitio para el porvenir. Tras hablar de los innombrables, quedó con el prestigio preclaro y nombrable del que no se desvió su vida de la regocijante ruta de los que luchan y se sacrifican por la patria .Indiscutible y gran poeta, se adjudicó para siempre y con justa razón, la admiración de su pueblo.



JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO

 

La Sociedad de Escritores del Paraguay se asocia en la fecha al gran pesar que embarga a todos los intelectuales del país. La desaparición de Juan Bautista Rivarola Matto configura, indudablemente, una auténtica pérdida nacional. Pierde nuestra narrativa, no muy vigorosa en el aspecto cuantitativo, a un alto representante.

Sus trabajos literarios eran expresivamente fuertes y significativos. Poseía Juan Bautista el estilo de los escritores llamados "de razas", que son los que, sin los primores de una forma excesiva de decantación, fruto muchas veces de un apartado trabajo de gabinete, exhiben y tramitan la vida y la sicología de los pueblos con fuerza y energía. Son los escritores que no son fácilmente olvidados por lo que dicen o por lo que cuentan. Son los que abren amplios surcos en el interminable camino de las letras.

Estudioso de las costumbres populares, conocedor y buscador de explicaciones válidas, a nuestra, en tantos tramos, desordenada vida histórica, se orientaba en dicha tarea por las ideas más revolucionaria y democráticas existente. Por eso sus artículos y sus narraciones no se perdían en el fárrago de las inexactitudes. Siempre poseían virtudes y formulaciones que podían captarse sin mayores trabajos. Creía así que la literatura aparte de su elemento lúdico debía tener su zona de inquietud conceptual. Estaba además, en apreciable medida, los aspectos irónicos o burlescos de la existencia. Era por lo que era enemigo acérrimo de la solemnidad, del burocratismo y de los aspectos sociales mitificados por las falsedades de la existencia. Muchos de sus cuentos y páginas anecdóticas tienen ese sesgo: resultado de su sano optimismo y de su vitalidad a toda prueba. Y era la forma que adoptaba su crítica personal respecto a todas las manifestaciones negativas que podían verse en la vida nacional.

Hacía además todo un culto de la amistad. Abierto y receptivo, de informal cordialidad, que eran aspectos peculiares de su personalidad, pasaban a ser considerados por algunos, equivocadamente, como manifestaciones de cierta superficialidad. Nada de eso. Era una de sus tantas tretas para ocultar su verdadera personalidad, tras un dinamismo de permanente o inagotable optimismo juvenil.

Así, su comportamiento tenía en ocasiones raptos aparentemente inexplicable, recuerdo que en cierta oportunidad estaba como en una especie de voluntario aislamiento en Areguá, y recibo su invitación para visitarlo. No podía explicarme a qué podríamos llegar con tal encuentro: pues él era un gran extrovertido yo todo lo contrario. Pero es que él era así. Fui y lo encontré ubicado en una de las lomadas del cerro del pueblo. Vivía en condiciones elementales. Las puertas de la casa eran volátiles lonetas y en materia de agua acontecía algo curioso: si él se bañaba el vecino no debía hacerlo porque el líquido no se escurría hasta allí.

Admiré íntimamente su espíritu de sacrificio y el tácito apoyo que le daban su esposa e hijos. Así, sobre una rústica mesa estaba su arma: la máquina de escribir. Eso me hizo razonar rápidamente: bueno de esta manera y madera están hechas un auténtico escritor. La realidad es que pasé con él un sábado inolvidable. Los vecinos iban y venían, pues ya había hecho amistad con todos ellos. Me intrigaba esperando saber qué es lo que ellos supondrían quien era él, pues la dictadura aún subsistía dando sus últimos pataleos, y era sospechosísimo que alguien viviera en tales condiciones. Como un ser anónimo o clandestino. Qué se yo.

Allí pude cerciorarme de otros aspectos de su personalidad. Su método para conocer a la gente a través de una estrecha convivencia. Además, sus ideas democráticas o populares mientras se generaba ese mismo día un serio enfrentamiento en Asunción (y lo escuchábamos con una pequeña radio que teníamos cerca) entre las fuerzas democráticas y las de la represión dictatorial. Su original pretensión de crear con NAPA Ediciones una especie de una inédita corriente de inquietud cultural o intelectual. Una especie de "revolución de papel". Entonces felicité íntimamente a quienes habían impedido su participación personal (producto de su gran idealismo) en los intentos de insurreccionales de la década del 60.

De no haber sido así: hubiésemos tenido otro héroe más de la democracia pero hubiese perdido nuestra narrativa a un ilustre gestor y productor de sus limitadas páginas. Hubiésemos perdido algunas muestras de su narrativa y no hubiésemos podido contar con el importante volumen que configura: "Bandera sobre la tumbas". Es más, deseo mencionar que en ese llamativo asilo Juan Bautista dio forma a su novela: "El santo de Guatambú".

Con la muerte de Juan Bautista Rivarola Matto la literatura del país está de luto.

Narrador, periodista y luchador por la democracia y la libertad del país. Su contribución no puede pasar desapercibida ni se debilitará con el paso de los años. Es más, un caro e impagable amigo se nos ha ido dejando a su paso el halo perdurable de sus recuerdos.

15 de octubre de 1991.



LAUREANO PELAYO GARCIA

 

En nombre de la Sociedad de Escritores del Paraguay, tengo la difícil pero honrosa misión de despedir al consorcio Dr. Laureano Pelayo García, al cerrarse el ciclo de su existencia.

Filósofo y ensayista de verbo contagioso, era un hombre de formidable facundia y erudición, sin adscribirse jamás a la calidad del sabio a la violeta, que profana con su inmodestia la esclarecedora misión del intelecto. Era al contrario, un intelectual ajustado a la rica fraternidad de la docencia, a la maestría del buen decir, a los dictados de la sabiduría, a la luminosa función del despertador de conciencias, al inquietador, al fin.

Maestro por excelencia, tenía el magisterio y la docencia soldados a su magnánima humanidad de intelectual poco común. Era por eso, Laureano Pelayo García, uno de esos raros ejemplares que poco abundan ya, que hacen de los ejercicios de la mente y el corazón, la máxima razón de su vida. Y que es como decir, la virtuosa multiplicación de vivencias en los marcos de la sabiduría y la inteligencia, que significa la inconmensurable ampliación de la individualidad en términos de criterio y perspectiva. En la actualidad, en que el pragmatismo ramplón y el exitismo pueril empobrecen muchas veces el avaro bagaje de incontables intelectuales, poniéndole sombras en los ojos y el entendimiento, una erudición meridianamente bien empleada cobra perfiles de luminosa racionalidad, de paradigmática sapiencia, tal como lo exhibiera este ilustre amigo.

Laureano Pelayo García, tenía ese don de gente de los grandes maestros. Enseñaba sin imponerse, indicaba sin desbordarse, incitaba con elegancia. Quienes lo tratamos en las fraternas jornadas de las reuniones culturales , en reuniones escasamente protocolares y de inocente agresión a la madrugada , siempre extraíamos de él los destellos de su inteligencia, y fibras de razón y coherencia , para adosarlas a la inacabable tela de la pasión humana, hecha siempre de búsqueda, poesía y substancia inmateriales altamente inflamables.

Cervantino de buena ley, sabía equilibrar la tradición y la elocuencia trascendente ya conquistada, es decir, los términos refranescos de la sabiduría de ayer con los asombrosos descubrimientos del presente y las aproximaciones racionales del porvenir. Tenía la gran virtud de mixturar las excelencias de la cultura del pasado con el presente.

A su conocido don de gente, Laureano acompañaba siempre y todas las veces, con alto sentido de amistad y fraternidad. Jamás supimos que se negara a protagonizar como uno más algún nuevo emprendimiento cultural. Por eso son innumerables los institutos y centros culturales de todo género que lo contaron como asociado. De allí que este intelectual, a este excelente amigo, a este sabio de verdad, podemos calificarle de gran soldado de la cultura. Lloramos por eso su inesperada partida.

26 de octubre de 1990.



AUGUSTO ROA BASTOS

 

Admirable fue que don Augusto Roa Bastos de origen modesto, ascendiera a importantes cimas de las letras por su dedicación y esfuerzo. Ejemplificó así que el camino del éxito, es el del trabajo. Maestro de sí mismo, es decir, esforzado autodidacta, tornóse en cifra significativa tanto en el campo de las letras como del pensamiento, desde el increíble ámbito de un país pequeño y tormentoso. Fue, repetimos, pensador y escritor entregado a la rebeldía y a los requerimientos del pueblo. Trató de sensibilizar al hombre común, a fin de ubicarlo en luminoso sitio, para poder ser y realizarse en lo esperado. Navegó cual avezado marinero en combatidas aguas, en cuya odisea anheló anclar su obra, que así lo hizo, en aquel humanísimo río que ofreciera alguna vez Rafael Barrett: "Hablad al oído de nuestros hermanos que sufren tanto, que no saben que sufren."

Prominente luchador por la libertad tuvo en ocasiones los rigores del exilio. Por sobre alguna fortuita inconsecuencia, contribuyó en mayor medida a la lucha incesante contra la dictadura que imperó implacablemente en el país. Papel orientador tocóle desempeñar en tales circunstancias

Dejó en suma Augusto Roa Bastos un relevante legado para la posteridad, con validez para el Paraguay de todos los tiempos: como hombre, como escritor y como luchador por las libertades humanas.

2007



RAÚL AMARAL, INSIGNE POLÍGRAFO Y ARCHIVERO MAYOR DE LA REPÚBLICA

 

Podemos afirmar con muchísima razón que don RAUL AMARAL, insigne polígrafo e investigador cultural, parte hacia el recuerdo o hacia la posteridad tras el deber cumplido. Lo expreso en representación de la Sociedad de Escritores y del PEN Club del Paraguay.

Fue el más serio y encumbrado investigador de la generación del 900. Aquella que trató de reanimar con hálitos de vida a la patria caída en 1870 en la más horrenda postración. Generación que reivindicó a héroes y combatientes de la gran guerra de resistencia patria. Desde "la noche antes", sus componentes, se sabe, se erigieron en resucitadores - guías de la nación caída como en un despeñadero. Fueron precursores del patriotismo de verdad y primeros representantes de la intelectualidad virtuosa, romántica y racional en los caminos del porvenir, cuya tarea nunca ha de acabar.

Se dijo de don Raúl Amaral que fue escritor paraguayo nacido en la Argentina. Y es la verdad. Llegó prácticamente en la década del 50 (siglo XX) cual peregrino, sólo con su morral de ensueños. A poco agitó y desempolvó viejos impresos, que a nadie había llamado la atención. Se hizo investigador y se avino al papel de archivero mayor de la República. Insufló vida nuevamente a hojas muertas o carcomidas por la acción del tiempo con la enjundia de su interés. Fue así amanuense de la historia desatendida y exánime del país. Poco hace que ganapanes minúsculos de la política anacrónica- funeraria de nuestros días, parcélaronle suma insignificante a sus reales merecimientos. ¡Qué inaudito! ¡Qué lamentable acción!, de quienes decidieron ser nadie en los avatares de la nación.

Victorioso representante de la intelectualidad laboriosa, el Maestro don Raúl Amaral deja imborrables huellas en los campos inevitablemente contradictorios de la cultura. Le corresponde con toda justicia la máxima condecoración de la República heroica, aquella fecundada en el último bastión de Amambay en Cerro Corá, por quienes habían llegado casi desnudos y sólo con el coraje, y que lo dice todo: "Venció penurias y fatigas."

Por lo demás: ¡ya reposa en paz y en la gloria este gran hombre nacional, que supo erigir su propio pedestal!

4 de diciembre de 2006



NÉSTOR ROMERO VALDOVINOS

 

A mediados de diciembre del año ppdo., dejó de existir en esta ciudad el periodista, poeta y autor teatral Néstor Romero Valdovinos.

Intelectual inclinado hacia un arte de servicio o de un arte como instrumento de comunicación con la colectividad, Romero Valdovinos mostró por ello especial predilección por el género teatral, en el que exhibió singular talento. Hilario en Buenos Aires, Mbocayá jhaeñó. Más allá del río, fueron algunas de sus piezas teatrales más relevantes de su escrituración literaria y de sus ideas sociales más destacadas.

Predicador y hacedor de amistades, era muy dado a todo lo que significaba dialogar y confraternizar. Era así de naturaleza excepcionalmente pacífica, que muchos equivocadamente creían ver en ella una expresión de debilidad. Nada más lejos que esto. Era alguien que había tenido incontables y amargas experiencias. Había sufrido las penalidades del exilio y visto morir a numerosos amigos de la literatura y el arte lejos de la patria y visto peregrinar a todo un pedazo del Paraguay con su enorme carga de frustraciones y penurias. Conoció así en carne propia el daño incalculable que provoca la lejanía y el extrañamiento. Y más en él tan sensible a todo lo auténticamente paraguayo. Por eso vivió con la esperanza del renacimiento democrático nacional y con expectativa latente en el mejoramiento social de su pueblo.

Y estas peculiaridades de su experiencia, de su talento y de su inteligencia se reflejaron en gran medida en toda su producción poética y teatral. Es decir, de una nostalgia con las pátinas del tiempo y el recuerdo de sus amigos presentes y ausentes, peregrinando por geografías extrañas o desconocidas; nostalgia por la lejanía y la demora en la concreción de un Paraguay henchido de auroras y cantos liberados. Y dolorido sentir por la patria aprisionada y casi muerta entre el miedo, el disparo y la cadena. Romero Valdovinos, expresaba así un momento del dolor y la nostalgia del Paraguay presente y demorado.

Revista Estudios Nª 7, febrero de 1988.



MIGUEL ÁNGEL CABALLERO FIGÚN, MILITANTE DE LA POESÍA Y LA REVOLUCIÓN

 

Bien pronto podría notarse que Miguel Ángel era un ser de características no comunes. Y acudía en su auxilio su sonrisa habitual y su amistosa disposición para que fuera así.

Lo conocí una mañana en la Librería Comuneros, ubicada por entonces sobre la calle Presidente Franco frente al Ministerio -que según lo titulan- deberían alentar, aunque mínimamente lo hace, la ganadería y la agricultura. Estaba allí en ameno diálogo con su propietario: el inolvidable don Ricardo Rolón. Había acudido yo a la misma, en una de mis habituales escapadas del aire burocrático y casi yerto de la oficina, en pos del diferente aire litigante de los libros, escalonadamente ordenados como batallones de combate.

Este rabelesiano don Ricardo lo apreciaba al poeta, y siempre sonreía enigmáticamente cuanto se refería al mismo. La verdad es que demoré cierto tiempo en comprender el significado de la sonrisa: era por la intuitiva percepción del librero, al considerar que estaba ante un hombre que quería vivir la poesía al más alto nivel, y paradójicamente en los desapacibles días de nuestro tiempo. Y es que era así.

Miguel Ángel era en realidad la viva encarnación de la poesía. Y lo sorprendente: era un hacedor de ensueños e idealidades, en un tiempo en que todos los cañones de la dura materialidad apuntan contra la esperanza y la poesía. Más para Miguel Ángel tales cañones no significaban nada. En increíble trabajo de hormiga, reunía en sumas pequeñas la contribución de amigos o de la escasa afición poética, para sus nuevas aventuras en letras. ¡Era un puro fervor poético! ¡Un caso increíble para nuestros días!

Y su insólito idealismo iba mucho más allá. Aspiraba al magisterio poético de la poesía social, en medio del ruido de las cadenas, de los alaridos de los torturados, de la brutalidad medieval de la policía política, de la putrefacta exhalación de los calabozos. Redactaba así su poesía de militante protesta, de ofensiva intransigente contra el averno dictatorial. Montado sobre el caballo de la Poesía distribuía elogios a los combatientes, y castigos y castigos contra el monstruo dictatorial.

Miguel Ángel era un hombre purísimo, pese a lo negativo que podría argüirse contra él. Era como las aves de los tremedales, que prontamente se alivianan del barro que las manchan con un simple aleteo, al reiniciar su vuelo inevitable...

Se escudaba tras seudónimos innecesarios, para sembrar la poesía a manos llenas. Así iba arrojando a los surcos de la nación, la denuncia del crimen protagonizado por la dictadura en la persona de Doroteo Grandel (2) o se afanaba por elevar al olimpo del reconocimiento a los que habían caído en pos de la anhelada revolución. Animaba además el fuego de la resistencia, cuando resistir podría equivaler a marchar hacia el heroísmo o el sacrificio.

Y algo también admirable en él. Ya a los escasos tres años de vida, había absorbido con la necesaria leche de la infancia, la detestable salmuera del acoso y el exilio tras afectar a su familia, obligándolo a una larga permanencia en el Uruguay. Pese a todo, jamás pensó en renunciar a su nacionalidad, cuando muchos lo hacen oportunistamente, abandonando todo lo particular o propio.

Miguel Ángel Caballero Figún vivió siempre alimentándose de la poesía y de la revolución, de su retórica elevada y del fuego aniquilador. De la poesía que alguna vez habitará entre nosotros. De la Revolución que llegará más temprano que tarde en los brazos de los componentes de la Nación. De los jinetes de la alborada; de los protagonistas y edificadores del porvenir.

Quizás para entonces nuestro poeta podría tener -como bien lo merece- alguna hornacina propia, donde lo recordaríamos con el buen vino de la nostalgia en medio del reconocimiento nacional, si aún seguimos persistiendo en los aires del tiempo que habrá de llegar.

Y nuestro poeta ya no tendrá la sombra que lo oculte ni el silencio que lo margine.

7 de julio de 2010



RICARDO MAZO

 

Un inquietador por temperamento, un hombre paradójico... Poeta pulcro y delicado, que bregaba por arribar a alturas insospechadas...

Hace poco dejó de existir en nuestra capital el poeta Ricardo Mazó.

Habitué de tertulias y paneles, Mazó era conocido por sus inesperadas intervenciones y por sus conclusiones sorprendentes, que concitaban una inevitable oleada de incomodidad o de conmoción en las reuniones. Inquietador por temperamento se movía así en su elemento cuando dejaba flotar en medio de la concurrencia algún desatendido concepto. Era ésta una manera muy suya de actuar para sustraer terreno a la chatura habitual de nuestro ambiente o curioso arbitrio por darle un sesgo diferente al pensamiento.

Hombre paradójico así, se debatía por ello con su desmadejada humanidad de los últimos tiempos en la penumbrosa soledad de su ser intelectual. Espécimen casi raro ya hoy día de hombre de pensamiento por su procedencia social, Mazó vivía algo así como el trauma originado por la "masificación" de las cosas de la cultura que, en la mayoría de sus manifestaciones, no va precisamente de mano con sus mejores evidencias ; con el comercializado manipuleo de las artes y de las letras; con el escaso espacio acordado a sus expresiones verdaderas, y en fin, por la irrupción de intelectuales provenientes de estratos populares que advienen con nuevas propuestas, como desconocidos protagonistas del hoy intelectual al filo de un momento histórico que traerá inesperados cambios, rumbos inesperados.

Rendimos nuestro homenaje al amigo estricto pero cordial que siempre fue, el poeta pulcro y delicado, al hombre solitario y firme que bregaba todas las veces por arribar a alturas insospechadas. Personalmente le soy deudor en repetidos e inmerecidos elogios en encuentros de ocasión de mi "Armadura fluvial", de quien hoy es ya marinero inacuñable navegando en aguas de la memoria.

Revista Estudios, Nº 4, agosto de 1987.



RECORDANDO A JOSÉ LUIS APPLEYARD


José Luis Appleyard fue un lírico singular. Creo, que nuestro más destacado lírico de los últimos tiempos.

Poeta de sentimientos fecundos, no dejó jamás de cantar. De la infancia con halos de recuerdo, con los motivos de su vida diaria, con novedades con que la vida se dilata y se enriquece.

Sus numerosos poemarios confirman la riqueza de su pensamiento y el vuelo singular de su estro. Cantar de cosas fugaces y de cosas perennes. Sus obras son tan ricas que lo atrapa a quien los lee y los disfruta.

Vivió como todo gran poeta: disfrutando del momento que pasa, de la fugacidad de la existencia. Se preocupó poco de la perennidad que desvitaliza y empobrece la vida. Vivió como lo quiso: quemando cada etapa sin coartarse con la mediocre normalidad que nada otorga ni hace vivir.

Se ajustó por eso y en cierta manera a la bohemia. De la vital e inmediata. Que eleva la vida a alturas insospechadas, que perenniza la razón de vivir ahora y aquí.

Su bohemia fue fructífera en experiencias de vida. En vivencias, observaciones y experiencias. Es decir, jamás se dejó ganar por la bohemia desganada y sin novedad. Trasnochador impenitente, regresaba al amanecer con sus alforjas llenas de novedades e ilusiones.

Soldados del amor, hizo del mismo una experiencia inusitada y deslumbradora. Volcó sus experiencias y sus vivencias en su rico lirismo. Lirismo altísimo, alucinado y profético.

Empero, su poesía no se detuvo en lo meramente personal. Quiso exaltar el patriotismo, rescatar los caros pensamientos de patria, heroísmo y perennidad en un drama: Aquel 1811.

No le fue ajeno, es cierto, el difícil momento de su país, maniatado y encarcelado por la tiranía e impedido de todo vuelo hacia la libertad. Lo testimonian sus inmortales poemas: "Cárcel de paralelos" y "Hay un sitio", donde evidenció que el Paraguay yacía en un "Presidio de un espacio jadeante.", o que era un espacio pequeño con "corazón cautivo".

Además, en su novela "Imágenes sin tierra", describió las penalidades de la emigración. De las duras penalidades de los emigrados y de sus inapagables sentimientos de nostalgias.

José Luis Appleyard fue, repito, el lírico más destacado que produjo en los últimos tiempos el Paraguay. Desde su "Entonces era siempre", recuerdos de la infancia, hasta sus últimos libros, nos fue exhibiendo sus grandes cualidades. Con palabras que llevan las sílabas de la eternidad y las motivaciones de un poeta de verbo sutil y deslumbrador.

14 de febrero de 2007



HELIO VERA

 

Ayer 25 de marzo, fue un día de infortunio para las letras paraguayas.

Un talento joven, de creaciones valiosas, de análisis certeros sobre la realidad nacional, es lo que ha perdido el país con la desaparición del escritor HELIO VERA.

Desafortunada nación, el Paraguay, "nación loca" para Waldo Frank, por sus históricas revueltas, cuando recordamos que en el pasado perdimos también muy pronto y en la plenitud del talento, a Blas Garay, a Raúl Battilana de Gasperi, a Eligió Ayala, a Juan José Sorazábal, a Herib Campos Cervera, a René Dávalos, a Mauricio Schvartzman, por citar a unos pocos como ejemplos.

Helio Vera mojó su pluma en las aguas penetrantes de la ironía. Creó su propio estilo con sabiduría literaria. Contribuyó con su aporte a una especie de sicología paraguaya, la paraguayología, acudiendo en ayuda del nunca recordado Rufino A. Villalba y de los posteriores investigadores: Saro Vera y Miguel Ángel Pangrazio, y del más reciente analista, Aníbal Romero Sanabria.

Una rama también acrecentada en la actualidad por humoristas, con el verso, la caricatura y las notas breves.

Helio se destacó igualmente en el campo de la narrativa. Nos dejó numerosas historias fantásticas, arropadas con peculiar gracejo. Era escritor de prosa limpia, mesurada en adjetivos, pero extendida en proyección.

Fue alguien que creyó en un Paraguay mejor. Por eso, su irónica daga, repito, estaba presta para punzar todo lo anacrónico y absurdo que persisten en el país, por combatir así la inacción y el desaliento, que son cual una roca en el alma de la ciudadanía. Creyó que hiriéndolo al país en su honor y autoestima, podía llevarlo a la resurrección nacional y a los heroísmos del pasado.

El país ha perdido a un gran escritor, a un iluminador de conciencias.

Desde ahora su presencia cobrará mayor dimensión. Por eso no le decimos adiós sino hasta siempre, en representación de la Sociedad de Escritores del Paraguay.

Discurso pronunciado en su sepelio en el cementerio de Villa Elisa.

26 de marzo de 2008



DATOS BIOGRÁFICOS DE CARLOS MARTÍNEZ GAMBA

 

Crónica del Diario "El Territorio" del 22/4/2010 de Posadas: Falleció el escritor Martínez Gamba

Posadas. El escritor paraguayo Carlos Martínez Gamba, radicado hace varios años en la localidad misionera de Puerto Rico, falleció ayer a los 71 años, luego de estar internado por poco más de un mes, complicado por la diabetes. A Martínez Gamba se lo conoce como el "padre de la narrativa paraguaya en guaraní", ya que, en su exilio por la dictadura de Alfredo Stroessner, en 1970 editó un cuento en ese idioma, inaugurando un estilo reconocido y valorado por sus compatriotas.

"Sufrió el ostracismo, el desarraigo, la persecución, y hallándose en esas condiciones aportó el fruto de su talento con el cual engrandeció al Paraguay", señaló el escritor paraguayo Tadeo Zarratea sobre Martínez Gamba, nacido en el barrio Santa Librada de Villarrica.

Martínez Gamba fue galardonado por el Congreso de su país natal con el Premio Nacional de Literatura 2003, por su obra "Ñorairo Ñemonbeú Guérra Guasúre Guaré" (Crónicas rimadas de las batallas de la guerra grande), relacionada a la Guerra de la Triple Alianza.

"La eternidad lo recibe con los brazos abiertos. Su obra quedará siempre con nosotros", señaló la Sociedad Argentina de Escritores de Misiones, al lamentar el fallecimiento del artista.


 

CARLOS MARTÍNEZ GAMBA, EN EL VIENTO GERMINAL DE LA HISTORIA

 

Y en los avanzados días de abril del corriente año, nos dejó el escritor Carlos Martínez Gamba, una pluma esclarecida, de empuje primaveral y popular.

Fue un hombre de lealtad empecinada a su pueblo. Indujo a su pluma a recorrer los caminos del pueblo. Así produjo, Pychãinchi, Plata Yvyguy, Hose Dolóre Martíne, Amombe'úta Avañe'ẽme, Tapekue Ka'a, Niño Arapegua purahéi, Pychãichi Rembi Hasakue, Purahéi Mitã Ñembotorore Ha Ñemongerã, en verso entre otros, y en prosa los cuentos de matiz popular; Jagua Ñetũ'o y Amangy Yvyty Ari, dando brillo y prestigio a nuestro idioma vernáculo, el guaraní. Además, en apoyo de la Universidad Nacional de Misiones, colaboró en la edición trilingüe de Ayvu Rendy Vera, el Canto Resplandeciente, volumen conformado por plegarias de los mbya-guaraní de Misiones, Argentina.

Tenía, dice, el padre Bartolomé Meliá "un dominio de la lengua (guaraní) bien trabajado, casi en filigrana..."; dando a la vez una gran calidad retórica al versolibrismo en guaraní. Es más, extendió su don literario inaugurando la narrativa escrita en guaraní, al confirmarnos que es posible dar calidad y potencia a la intervención narrativa, volcada hacia el cuento o la novela.

Es que Martínez Gamba hizo del país su laboratorio intelectual, poético y narrativo. Historió la vida del pueblo a través de los más humildes componentes del pueblo, y evaluó a la vez el caudal de sus numerosos sufrimientos. Al verse forzado a emigrar, tras la sangrienta y fracasada experiencia de la guerrilla de 1959-60, se radicó en Buenos Aires, desde donde con el inapagable aguijón de la nostalgia recordó a la naturaleza de su país y a las particulares características de sus habitantes. Es que no quería renunciar a perder las características de su pueblo y de sus habitantes. Luego se radicó en la cercana población de Puerto Rico a orilla casi del Río Paraná, hasta el final de sus días, a donde le llegaban los efluvios de la patria. No se olvidó tampoco en rendir el merecido homenaje a un denodado luchador de la guerrilla: Antonio Alonso Ramírez, su coterráneo -en cuyo interregno Martínez Gamba la apoyó verbal y materialmente- destacando el invalorable aporte de este combatiente para las generaciones futuras. Tras exaltar su sacrificada lucha a favor de los pobres, Martínez Gamba se solidariza con la lucha del guerrillero y manifestó tener también las "venas abiertas al socialismo."

Su trabajo literario de mayor aliento y proyección: "Norãirõ Ñemombue'u Gérra Guasurõ Guare", en el 2002, crónicas rimadas de las batallas de la guerra Grande, en guaraní, le valió ser adjudicado con el Premio Nacional de Literatura del año siguiente. ¡Fue la brillante coronación de la pluma de indudable validez literaria, histórica y nacional!

Carlos Martínez Gamba había nacido en febrero de 1939 en Villarrica, en el barrio Santa Librada de dicha ciudad.

Fue una pluma privilegiada que tuvo el Paraguay, un aedo singular de nuestra historia.

Publicado en "Adelante" ,12 de mayo de 2010.



EMILIO PÉREZ CHAVES

 

Se nos ha ido el travieso diletante que era Emilio Pérez Chaves. Un ser que gustaba desperdigar sabiduría con la exposición verbal como afanoso abanderado de la dialéctica. Chispeante conversador como gustaba ser, utilizaba las reuniones culturales para evidenciarse. Al parecer no gustó mucho de la soledad del gabinete para elaborar el verbo contagiante de la palabra o para dar vigencia a su pensamiento. Así, sin método y sin perseverancia, no nos dio el robusto árbol literario que esperábamos de él. (3) Lo construyó, si, a trallazos, a relampagueos inesperados, con la captura de sentimientos momentáneos y de cierta importancia.

Como poeta no produjo mucho. Elaboró si una poesía que tenía la gran virtud del vuelo, con la imagen tutelar de cierta iridiscencia. No la acercó lastimosamente a los substratos de la vida, a los hechos cotidianos y repetidos como debían de haber sido, donde el hombre común elabora su experiencia y su odisea. La mantuvo en las prodigiosas majestades de la altura, rodeándola de relámpagos y nubes. Era una poesía elaborada con preciosismos y sutilezas, al no quererla bajar a los vados de la tragedia continuamente repetida de la vida, por lo que no podía desde luego ir muy lejos.

Su fuerte estaba en la elaboración de artículos no extensos, en opiniones elaboradas con la jugosa substancia de la erudición. Podía con su memoria prodigiosa abundar en citas y citas de distintos escritores y pensadores, del pasado y del presente. No aprovechó así sus grandes dotes para tornarse en un crítico de respetada opinión, por sus atendibles conclusiones. También en esto faltóle el método y la perseverancia que otorga resultados y solo gozaba con el desplazamiento de lo variado y desconocido. ¡Era un sibarita del conocimiento!

Empero, hay que señalar que Pérez Chávez apuntó su curiosidad hacia corrientes progresistas de pensamiento, superando a más de uno de sus compañeros de la conocida Revista Criterio. Algo meritorio en alguien que no provenía de un estrato no proletario, donde se gestan generalmente los revolucionarios a montones, a consecuencia de las duras experiencias que les dan la vida. Murió justamente en un día signado por un hecho de relevancia histórica; 26 de julio para Cuba y para toda Latinoamérica, fecha en que se inicia en realidad el gran movimiento por la verdadera y segunda emancipación americana.

Es más, Pérez Chávez es el cabal representante de la intelectualidad que no encuentra el terreno adecuado para expandirse con la rapidez que necesita y con el auditorio adecuado para llegar a la gente. Tenía una cualidad que llamó la atención: una opinión pronta y sentenciosa que abre camino a espacios inéditos, que requiere justa respuesta y mueve a la reflexión. Era como si echase repentinamente a nuestros pies una parvada de trigo o de heno. Así lo que nos transmitió en artículo Alfredo Boccia Paz en el diario Ultima Hora del 28 de julio, atestigua lo que decimos, al relatarnos lo siguiente:

"La última vez que lo vi se me ocurrió preguntarle por qué no había aparecido ningún otro escritor paraguayo después de Roa Bastos. Su respuesta -agrega- fue lacerante: "Porque no hay más exilio. Mirá, socio, todos los creadores en prosa, poesía y música que tuvimos en el último medio siglo cimentaron su obra fuera de esta isla. Después que se fue Stroessner ya nadie sale."

Y bien. Esta opinión merece un análisis detenido y profundo. No creo que con una salida con sesgo de velada crítica o ironía sea suficiente. Deben analizarse tantas cosas, tantos factores: la falta de una difusión adecuada de los trabajos literarios en un ambiente aun casi aldeano, de no adecuada crítica y valoración , del afecto mancomunado y sincero de la colectividad intelectual, de un espacio cultural que carece del debido dinamismo, del silencio de piedra que aun reina alrededor de la labor intelectual (4) y de la no exposición de los libros en todas partes, no solo en librerías sino en lugares de mucha concurrencia, serían algunas de las causas que neutralizarían la aparición de valores y valores llamativos. Además, la concepción valorativa nunca se produce de inmediato y a corto plazo. Necesita de difusión y de tiempo y tiempo. Después, la aparición de un escritor importante es generalmente producto de fenómenos históricos complejos, que no se presentan frecuentemente, cual una erupción volcánica.

En realidad, expresiones de este tenor eran muy propias del gran Emilito, con deliberada e inapelable suspicacia socrática. A pesar de todo debemos valorarlo en lo que fue: un inquietador cultural camino hacia la luz del pensamiento, en medio permeado de inmovilidades permanentes y de neutras aventuras, que representa un aporte importante en cualquier lugar y circunstancia...

30 de julio de 2012.



JUAN JOSÉ SORAZÁBAL (Chuchin)

 

Había nacido este gran representante de la cultura nacional en Asunción en 1902, y que fue al parecer como suele decirse fantasiosamente: "un elegido de los dioses", pues murió muy tempranamente a los 42 años, es decir, en 1944.

Fue un extraordinario caricaturista, dibujante y cartógrafo, continuador y discípulo de Miguel Acevedo Sorazábal fue uno de los componentes del pequeño grupo de caricaturistas que actuó de manera significativa en el periodismo de su tiempo en el Paraguay: Andrés Guevara, Edmundo P. Salerno, López Riquelme y el ya mencionado Acevedo.

Sorazábal fue el casi puntual ilustrador de publicaciones asuncenas, en especial de "El Diario", el órgano principal de la década del 20 (siglo XX) de la prensa nacional. Fue también importante colaborador de la revista de cultura "Juventud" dirigida por los poetas Raúl Battilana de Gasperi y Heriberto Fernández. Desde entonces sus logros se destacan y su fama lentamente se afianza.

En 1931 es desterrado tras los acontecimientos frente al Palacio de Gobierno del 23 de octubre, acto de protesta de la juventud por la lenidad del gobierno ante el progresivo avance boliviano en el Chaco Paraguayo.

En Buenos Aires pasa a integrar el cuerpo de dibujantes del popular rotativo "Crítica", si bien ya había estampado esporádicamente sus dibujos en la famosísima revista bonaerense "Caras y Caretas". Paralelamente Sorazábal ilustraba tapas de libros y colaboraba en otras revistas de dicha ciudad.

Por la calidad, por la hondura e inspiración, los trabajos de Sorazábal se destacaron por su significación y por su impronta personal. Sus concepciones por tales cualidades eran prontamente distinguidas. Nadie olvida sus conocidos dibujos del "Icua", "Ribereños", "Obraje", "Barrerita", "Navidad", etc. Que han pasado a ser piezas clásicas y consagradas de la gráfica nacional: por destacar lo esencial y por llevar el aire estrictamente paraguayo, es decir, del solar nativo, y por ubicar a elevada dignidad, lo proletario.

Repito que sus dibujos acentúan lo más personal y los más originalmente perceptible de la persona retratada. Destaca aristas del rostro, casi únicas, el bigote, la vestimenta habitual o más conocida, y las sombras casi invisibles del gesto, expresado con talento sicológico de suma belleza y arte.

Fue además Juan José Sorazábal -Chuchin- un gran patriota. Así, en 1928 siendo funcionario del Departamento de Obras Públicas, por encargo del Ministerio de Guerra y con adecuación a los apuntes y esbozos del general Belaieff hizo un plano del Chaco, que una contribución valiosa para la defensa del país.

La calidad artística y personal de Sorazábal se enriqueció indudablemente con las concepciones progresistas y revolucionarias que poseía. Leía Sorazábal sociología, historia, política, literatura y filosofía. Además, nos cuenta Antonio Ortíz Mayans, su biógrafo, "sus conocimientos sobre tauromaquia causaban el asombro de los mismos españoles."

Era también Sorazábal un indeclinable amante  del futbol. Llegó a forjar la caricatura, eximia galería, de los máximos exponentes de dicho deporte. Mas comprendía, según nos refiere nuevamente Ortíz Mayans, que "el objetivo principal de este deporte se había desvirtuado por completo y que los gobiernos encontraron en esta práctica al mejor narcótico con el cual se embrutece al pueblo,"

Sorazábal era más que dibujante. Era un hombre de pensamiento, un héroe civil. Era solidario y modesto en lo personal. Comprendía a cabalidad el drama de la gente humilde. Buscaba por eso sus temas en la calle o en el campo. Y lo revela así la siguiente anécdota. Se cuenta que al volver a Asunción tras cinco años de ausencia y luego de los sucesos de octubre de 1931, Chuchin fue recibido con alegría y fraternidad por obreros, campesinos, músicos, escritores, puesto que había ganado el amor y el afecto de la gente sencilla.

Es que sus creaciones habían sido innumerables, al retratar prácticamente a multitudes. Es que fue un hombre de pensamiento revolucionario y fraternales sentimientos, a lo largo de toda su vida.

Trasladó muchos de sus escritos a periódicos y revistas. Sus colaboraciones eran siempre instructivas y de claro contenido. Estimaba, por ejemplo, que era preciso tener conciencia de lo que es la libertad, cuyo sentido lo contradice en la práctica el liberalismo burgués, al estimarlo como mera palabra. "La libertad económica, dice Sorazábal, es a la que debe ir necesariamente condicionadas las demás libertades, ya que sin ella el hombre no dejará de ser sino un paria..”

Consideraba además que los pueblos luchan por el mejoramiento social, por el avance de las conquistas sociales, "Será vano, dice Sorazábal, el empeño del poder existente de acallar a tiros el clamor que fermenta subterráneamente y que no se detendrá con parches de reformistas constitucionales ni con bandos militares."

Proclamaba que "tiempos nuevos claman por formas nuevas. "Estigmatizaba también los "anacrónicos vicios de la política criolla tan rica en nulidades. "Confiaba por dicho motivo en el accionar de la juventud que -afirma Sorazábal- "tiene consigo el tiempo. "Creía que el liberalismo "en su senilidad en balde pugnará por recuperar protagonismo."

La vida y el arte de Chuchin Sorazábal siguen siendo modelos a imitar en el ajetreado momento en que vivimos. Tiempos de luchas, de avatares procelosos, de hombres heroicos, de esperanzas como también de decepciones. Y seguir las huellas de Sorazábal es un deber, en persecución de lo nuevo, de las nuevas formas estéticas y de las esperanzas revolucionarias.

Digamos finalmente que este representativo texto -de dibujos, historias e imaginaciones- lo tenemos gracias al esfuerzo intelectual y material de Javier Mendiguren Sorazábal, sobrino del prodigioso artista, y de la Fundación Joel Filártiga (h), protagonista habitual de importantes actos culturales, desde hace varios años.

10 de diciembre de 2004



HUGO PISTILLI

 

La Sociedad de Escritores del Paraguay se une por mi intermedio al pesar que embarga a la comunidad cultural ante la desaparición de Hugo Pistilli, artista en el más completo sentido de la palabra.

Transmitió a través del hierro y del pincel los símbolos de su inagotable sensibilidad.

Fue un ser amplio que hacía de la convivencia un culto permanente, el más sobresaliente, en los marcos de los más variados encuentros sociales y culturales.

La solidaridad, la modestia, fueron grandes atributos de su persona, con exclusión absoluta de la infatuación y de actitudes humorales tan reprochables por minúsculas e injustificadas. Fue siempre coherente y regular en su manera de ser. De haber tomado el camino de las ideas hubiese podido constituirse en paladín, proceridad que tanta falta hace al país: que el hombre encarne valores innegables de cierta perennidad.

Pierde el arte nacional a un alto representante, así como sus amigos a un ameno interlocutor, destacado por su fraternidad.

La Sociedad de Escritores del Paraguay se suma a la tristeza de todos los intelectuales del país. No obstante eleva y transporta las cualidades humanas de este gran artista a las más caras páginas de la cultura nacional, al calificarlas de excepcionales y ejemplares.

28 de agosto de 2006



NOTAS

(1)  Fecundó Pereira en los últimos años de su vida algunos escritos importantes,

dando así muestras de su fecunda tenacidad por contribuir a despertar la conciencia denuestro pueblo.

(2) Su hija, ya en años posteriores, aclaró que su verdadero apellido era Brandel.

(3) Tras su desaparición, el Diario Ultima Hora mencionó que había agrupado sus escritos literarios, y que estaba con la intención de darlos a conocer en un volumen representativo.

(4)  Basta decir que los conocimientos de los que dirigen los espacios culturales carecen de extensión y lógicamente, de la adecuada valoración del trabajo intelectual de los demás.



 

APUNTES, PROBLEMAS LITERARIOS Y EL NIÑO

 

CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTE

 

A veces, mucho echamos de menos, a la verdad tan manifiesta de que el arte se nutre de la vida, y más aún, cuando un desvaído cuadrante artístico nos conduce no hacia una eufórica primavera henchida de augurios felices sino hacia el entremorirse de un instante de otoño...

El arte es el espejo de la vida, de esa que es esencia y atributo de nuestro planeta, reflejada en múltiples variantes. Pero a esta verdad tan sencilla y tan clara muchas veces se la echa, para mal, en el olvido. Bien viene al caso la sabia sentencia que nos señala: "Cuando el verano es invierno y el invierno verano, nunca es buen año." Así también el arte que no abreva en la vida y se amaña para darse con ingredientes artificiosos, se torna en algo falso y nunca será "buen arte", porque confunde sus valores, es decir, sus veranos con sus inviernos. Será apenas técnica, salto fatuo o esguince.

Porque el arte que es un testimonio, un dar fe de lo visto o vivido, de lo conocido o experimentado, mira siempre tras el cristal de la vida, ese árbol verde e inagotable que se renueva a velocidad de ráfaga y que odia la muerta quietud de la piedra. Por algo cuando se aspira a ensalzar una buena obra de arte se acuda al elogioso calificativo de "obra llena de vida", con lo que se quiere significar que encarna actitudes y situaciones realmente vitales, afines al hombre de carne y hueso. Y estas actitudes y situaciones son prontamente descubiertas y reanimadas en el espíritu del hombre medianamente culto, en automático e impensado cotejo con su propia experiencia. Y esto es explicable: el artista y el público tienen un común transfondo humano que los une y los identifica. Lo que los diferencian son los grados de sensibilidad con que sintonizan sus respectivas experiencias, traduciéndolas de conformidad con ella.

La fuerza con que se manifiesta algún sentimiento depende en alto grado de la fuerza y profundidad con que el mismo ejercitó en nosotros. La herramienta artística viene por lo demás a darle mayor brillantez y energía. Pero siempre es el tema o el contenido el que otorga valor a la forma, el que lo eleva a un plano superlativo. Es lo que la médula en cualquier organismo viviente, sin cuyo concurso la máscara que lo reviste no pasa de ser mero pellejo inanimado.

Hace bastante tiempo que Goethe orientaba muy bien al respecto: "que nada hay más importante que los temas y qué es toda la estética sin ellos."

Esto hace que el artista debe manifestar un especial interés por conocer la vida en sus más diversos aspectos, por lo que nada hay más perniciosa que la de una posición marginal y olvidadiza con respecto a la misma. Esa indiferencia, sin lugar a duda, le resultará a la postre contraproducente, porque el pozo personal, por muy ancho y hondo que sea, se agotará como el mejor de los pozos.

Atinamos a creer, pues, que los grandes creadores habrían sido como águilas poderosas e inagotables que supieron ejercitar sus alas bajo diversos cielos y en medio de las más porfiadas tempestades. Sin embargo, acaso no pensamos un tanto en el cuervo parsimonioso y de vuelo repetido, cuando recordamos al artista que se empeña y se centra únicamente en sí mismo, batiéndose ridiculamente con su propia sombra...?

Es cierto, hay maneras y maneras de ponerse en contacto con la realidad y la vida. Para ello no es preciso, ni mucho menos, que el artista arroje sus instrumentos y se transforme en un trotacalles para ir reportando simplistamente algunos aspectos de la actividad humana. En ese sentido ha habido muchos creadores que se mantuvieron preferentemente entre las cuatro paredes de su estudio, pero sin embargo al decir de Azorin "han creado nuevas visiones de las cosas, han troquelado flamantes, desconocidos valores intelectuales, han sido, en suma excitantes y levaduras poderosas de la marcha humana." ¿Cómo es posible que esto haya sido así?

El mismo Azorin da una respuesta sobre el particular, manifestando que muchos de esos creadores se mantuvieron muy cerca de la vida "porque se encontraron seducidos por ella", "hechizados por la otra acción: por las idas y venidas, el afanoso tráfago, las agitaciones populares, las empresas industriales, los largos viajes." Es decir, que antes que cerrar los ojos y los oídos a los acontecimientos humanos, los mantuvieron bien despiertos y vigilantes, porque supieron entender muy acertadamente que esa "otra acción" les podía facilitar la levadura esencial para sus obras, sin la que empalidecerían y se agostarían irremediablemente. La actitud de solitario sería lo negativo.

Ahondando un poco más estas últimas consideraciones podemos afirmar que el mismo artista decide en su etapa inicial y anticipadamente, la suerte de su obra, la que dependen esencialmente de la actitud que adopte frente a la vida y de su disposición para comprenderla. Y esto no podrá conseguirlo si se adapta a fórmulas muertas o preestablecidas, siguiendo patrones fijos que harán imposible todo movimiento a su vuelo imaginativo. Precisamente con el elemento vida, la fantasía y la imaginación adquieren fuerza y consistencia y maduran ejerciendo con plenitud su acción.

Es bien sabido que hay un arte que se aparta de la vida y que ve las cosas desde un ángulo poco adecuado, un ángulo muerto y que tiende al engaño. Es arte que enuncia pero no afirma nada y que se sustrae miedosamente de la realidad quedando en sus atuendos formales.

Fue Kant precisamente quien articuló los basamentos de ese arte con aquello de que "solo poseen belleza los arabescos, las combinaciones de colores, el libro juego de sonidos, los tapices, etc., cosas que no significan nada, que no se enlazan con ningún objeto exterior." Deteneos a paladear un momento esas llamativas definiciones de "cosas que no significan nada"," que no se enlazan con ningún objeto exterior", para entender bien pronto que en ello hay un intento evidente de divorciar el arte de la realidad de los objetos y de la vida, en fin. Sin embargo, el arte no es ningún "coto de caza" donde el individuo puede hacer lo que se le venga en gana, emborrachándose con sus propios excesos mentales. Muy por el contrario el arte está ligado a todo lo circundante: a la vida, a la sociedad, a toda la humanidad, a los que se halla unido por lazos imperecederos y profundos.

Esto no debe inducirnos a un desprecio de la forma. De ninguna manera. Pero es tan cierto que no debe perderse de vista que no puede haber arte sin contenido, arte que quede reducido a un solo elemento. Harto sabido es que la obra de arte debe integrarse por la aglutinación reciproca de forma y fondo, de tal manera que se complementen mutuamente y se obtenga una obra rica en contenido y bella y esplendorosa en la forma.

La fantasía por sí sola no basta. Para que ejerza positivamente su acción es preciso que esté vinculada a la realidad, para que adquiera plena vitalidad. No otra cosa es lo que se nos enseña precisamente un compatriota de Kant, Lessing: "evidentemente, yo trato de influir por medio de la imaginación sobre la razón de mis lectores. Estimo que no solamente es útil sino también necesario revestir de imágenes los argumentos y designar con alusiones todas las ideas accesorias que tales o cuales imágenes suscitan. Quien no comprenda nada de esto debería renunciar a ser literato, pues todos los buenos autores no han llegado a ser tales sino por este medio. "Fijaos que Lessing no dice "construir sólo con fantasía" sino "revestir de imágenes los argumentos", coincidiendo con el punto de vista goethiano de que nada hay más importante que los temas.

Por eso el arte que se aparta de la vida o que apoya unilateralmente en tan solo un elemento, no suscita en nosotros el más mínimo entusiasmo y antes bien, nos deja fríos o indiferentes. Un arte emocionante es un arte vital, un arte con substancias. Esta es la plena verdad.

En ese sentido, el arte que se hace llamar "puro", no es tal, precisamente porque tiene todas las impurezas del arte falso y amanerado, del que margina su misión esencial: interpreta la vida, dándonos la quintaesencia de sus realidades.

¿Acaso no nos defrauda profundamente ese arte que no nos dice nada, que no nos transmite nada, que no nos emociona ni nos alegra en nada? ¿Acaso no nos amarga en mucho cuando lo que esperábamos de una obra no tuvo a bien concedernos, dejándonos con esa sensación dolorosa que deja el engaño?

Todos estos interrogantes mucho nos hace pensar en la conocida fábula de Fedro "El viandante y el cuervo", en la que se cuenta que un hombre es engañado por tres veces por el canto de un cuervo, proveniente de un lugar escondido, lo que le hace perder "el tiempo de algunas millas". Cuando el viandante se da cuenta de que el canto era el de un cuervo, al mostrarse volando por encima de él, y al comprender que fue burlado exclama: "Malhayas tu , pues, ave pésima, que así has detenido los pies de quien iba de prisa."

De igual forma, el arte que no nos dice nada, nos produce la misma sensación del "ave pésima", que nos ha detenido en el camino como al viandante tentándonos con su inútil canto, lo que consigue únicamente que detengamos nuestra marcha, haciéndonos perder "el tiempo de algunas millas."

Por el contrario el hombre desea ver en el arte un reflejo de su existencia, apuntando desde diversas aristas en espejeo constante. Y no otra cosa es realmente el arte:

"que es igual a pura vida,

que es igual a puro fuego.

Veréis el ascua encendida",

Según el caro poeta Antonio Machado.



EL ARTE, SINTESIS DEL TRABAJO

 

La comprensión de los problemas requiere estudio y detenimiento y un inmediato contacto con los mismos. Solo así se pueden expresar pensamientos claros y justos por lo demás, sobre una materia dada.

La misma teoría es formulada luego de amplias confrontaciones y se genera de la práctica, punto de partida de toda la sabiduría que se asienta sobre la realidad. Toda otra manera de ver las cosas, partiendo de superficiales premisas o de conceptos mecánicos, no puede aproximarse a lo real, porque lleva en sí la impresión y la chatura de pensamiento. El que no experimente cualquier suceso en carne propia, es tan diferente a aquel que, pared por medio de suposiciones, se afana inútilmente en concebir lo que no puede por carecer de la debida solvencia que la práctica lo hará entender.

La mediocridad que se abroquela tras la vulgaridad, se ríe muchas veces de la actividad del artista y la contempla con amarga conmiseración, propio del híbrido que no se afana en nada superior ni proyecta descendencia. Su mecánica concepción lo lleva por lo demás, a concebir que la actividad en poco menos que en una pérdida de tiempo, porque no le acuerda beneficios materiales al creador ni hace más cómoda su existencia. Y cree muy, pero muy sinceramente, que el artista es un ser estrafalario. Quijote que no asienta sus miembros inferiores sobre la tierra, lo que a su modo de ver, lo conducirá inevitablemente a la más completa ruina. ¡Médice, cura te ipsum! (Médico, cúrate a ti mismo).

Precisamente esta simpática e ingenua concepción estima que la creación artística es fruto de la improvisación y del mero pasatiempo. Pero, en nuestra época este modo de pensar resulta ciertamente inexcusable.

El artista -según esa concepción- crea repentinamente gracias a una lumbrarada recibida de algún relámpago cotidiano o un rapto vehemente de la más nómada inspiración. Nada más absurdo que esto, sabiendo como se sabe que los frutos de la improvisación resultan siempre defectuosos, y en nuestro caso, por su incapacidad de aprehender válidamente los elementos intrínsecos a toda buena obra artística, un rico contenido ligado a una bella forma, y en el todo, la equilibrada interacción de las partes. Una obra improvisada es, generalmente, una obra coja de nacimiento, y cuyas deficiencias aparecen aquí y más allá como grandes lamparones aceitosos, que manchan y afean el conjunto de la obra.

Los verdaderos productos del arte son corrientemente hijos del sacrificio y del esfuerzo perseverante, como asimismo de la amplitud de miras y de la generosidad siempre presente. El trabajo es, desde luego, el que lo destaca al hombre y lo eleva a alturas insospechadas. Jamás el triunfo se obtuvo de manera tan fácil, operándose sobre un plano en el que la resistencia fuera poco menos que inexistente. Necesita el creador, para ser fuerte y templarse en el crisol de los sacrificios, de dificultades que lo prueben, pues sólo así podría conocer la gravitación ejercida sobre el ser humano por sensaciones tan contradictorias como el dolor, la tristeza, el esfuerzo, etc.

Cuando recordamos que Honorato de Balzac, ese agudo historiador de su época, trabajaba de 14 a 16 horas diarias en la elaboración de sus cuentos y novelas, sin que la producción lograda le ocasionase negativa abundancia, concluimos lógicamente por considerar que el arte es el fruto del trabajo y del sacrificio.

Verdad es que Balzac veía en la producción de libros una especie de conveniente negocio y un medio conveniente para vivir holgadamente -ilusoria ambición que nunca cuajó en realidad- aunque no es menos cierto también que su vocación de innato escritor lo conducía irremediablemente hacia el estudio de nuevos y nuevos aspectos de la vida de su tiempo, afanoso de abarcarlo y de verlo todo, como genial creador lo desea siempre. El mismo Balzac señalaba muy atinadamente que "trabajo constante es la ley del arte, como lo es de la vida, pues el arte es la creación idealizada. De modo que los grandes artistas, los poetas completos, no esperan los encargos, desde que no los engendran, hoy, mañana y siempre. De ahí resulta ese hábito de labor, ese perpetuo conocimiento de las dificultades que los mantienen en concubinato con las musas y las fuerzas creadoras. Cánova -agrega- vivía en su taller, como Voltaire vivía en su escritorio, Homero y Fidias deben haber vivido de este modo..."

Gran trabajador Balzac, llegó hasta el extremo de trabajar simultáneamente en tres obras diferentes, con la solvencia manifiesta de quien se halla habituado a exigirse al máximo ritmo que le permiten sus fuerzas corporales. Por eso el activo balzaciano es grandioso y sorprendente. Es él, en el terreno de las letras, algo así como un Prometeo encadenado a su taller de trabajo, prisionero de esa constante pero productiva "serenidad laboriosa", a que alude su compatriota Valéry.

La creación artística no es, lógicamente, una actividad ideal que se eleva de las puras abstracciones, aislada de todo otro género de actividad humana. Es un trabajo especializado que yace sobre el conjunto de las actividades humanas, reflejo una y mil veces de las mismas, en el transcurso del cual el creador vence las dificultades con medios técnicos, modelando sabiamente un material natural. Es un acto, en fin, que obliga al hombre a dar su propia medida y su mensaje al oído de la posteridad.

Este trabajo exige al artista contar con los elementos que faciliten su labor, es decir, esas pequeñas armas que no se rinden muy mansamente a su servicio, pero que hacen posible su liberación dando expresión a su individualidad y a las inacabables mutaciones que en ella se desarrollan. Es éste precisamente el valor principalísimo que en cada época posee el arte: condensa la inmensa actividad humana, las preocupaciones y las alegrías de los hombres, sus creencias y esperanzas, los frutos o fuerzas que arrancan de la naturaleza, la verdad o verdades recién descubiertas y encarnadas en ciertos tipos y personajes humanos, etc. etc.¿ Qué otra cosa, pues, son las obras de arte -testimonios de un tiempo, frutos que se van dejando en el regazo de los siglos- sino "un momento de la conciencia humana", al decir de Anatole France?

Por ese motivo el arte evoluciona, se transforma y adquiere nuevos matices al correr de los siglos, como la piedra que rueda y no se llena de musgos. El buen arte es aquel que trata de ser "todo ojos y oídos" para captar, ancha y profundamente, todo el vasto repertorio de un tiempo determinado; el que trata de conocer e interpretar la esencia misma de su época, yendo a las honduras abisales de la misma. Un arte fiel a su época, será esa precisamente, arte que transmita objetivamente lo que es o fue el hombre dentro de las peculiaridades de un determinado entorno social.

Por tanto, el arte como fulguración o simiente de la tierra, no puede separarse de la vida, pues de ella extrae sus elementos, la savia que lo hace crecer sobre la misma tierra que le dio nacimiento. Esto mismo nos dice de que cada nueva manifestación de la vida le exige un molde y un contenido adecuados, lo que no quiere decir, ni mucho menos, que con el falso justificativo de estar creándose algo nuevo, se dé expresión a excesos antiartísticos evidentes.

Al creador -y es el caso del niño igualmente- al contacto de realidades recién vislumbradas se le plantea el problema entre lo que ya sabe y la lentitud con que va poseyendo su adecuada técnica, es decir, la técnica que permita la cabal denominación de esos nuevos enfoques. Necesita por eso el creador enriquecerse espiritualmente, apropiarse de una rica cultura, un ver y analizar persistentes de la vida en sus distintas posiciones y fases. Y ese enriquecimiento espiritual es ya un inmenso trabajo de apropiación, palanca que le permitirá dar impulso a sus creaciones. Por lo demás, la misma creación se realiza -¿contradicción?- de una manera espontánea y pensada a la vez.

Como ya lo hemos dicho, el creador necesita dominar su medio de expresión, que es el instrumento de integración de su individualidad al ámbito social. Esto exige de él un extraordinario trabajo: aprendizaje y experimentación, acción de lo asimilado o integrado a su personalidad. Y en ese dominio -porque quien lo hace totalmente suyo su vehículo de expresión es quien tiene la infinita posibilidad de expresarse mejor y acabadamente- se realiza en el fondo del alma del artista a través de hallazgos felices, de conflictos e íntimos sufrimientos.

Este período cualitativamente conmovido de la vida del creador presenta las más preciosas facetas de su personalidad y es la más rica en contradicciones. ¡Proteo innumerable! ¡Cuántas bellas páginas dejaron los creadores respecto a este trance realmente difícil por el que debieron pasar, páginas llenas de heroicos y sostenidos clamores. (Es el instante de Kleist torturado; el de Nietzche golpeándose contra las paredes de la soledad, sin sus seis toneladas de obras; el del joven Tolstoi que desea "vivir mucho, mucho tiempo..." para escribir; el de Federico García Lorca que impotente exclama "no sirvo para nada", pero luego nos dará su maravilloso "Romancero gitano"; el de Picasso tanteando con su azul cielo o de mar abierto; el instante, en fin, en que el hombre se afana por encontrar su verdadera medida, el vaso que pueda retener su sustancia, la voz que lo defina frente al mundo...).

El alma del creador es parecido a un inmenso taller donde no existe el reposo, en razón de que debe reunir permanentemente las reservas artísticas necesarias para cualquier obra. Y tras esa afanosa búsqueda es que el artista da vida a su obra, gracias a un aparente y feliz alumbramiento, que no es más que el producto de lo que ha venido gestándose pacientemente en el teatro de su alma. La inspiración es, pues, un soplo recóndito, un silbo generoso que va cruzando praderas iluminadas por halos solares y es un chorro de nuestra ardiente sangre...

El artista interesado en producir obras de valores indudables, debe conocer y dominar en lo posible su arte y debe haber comprendido los motivos o temas sobre los cuales pretende inspirarse, poniendo en tensión su talento. Las sensaciones que han gravitado en carne propia, mueven lógicamente con inusitada fuerza la inspiración y el ingenio, dando vigor a la expresión artística. Empero, el artista no debe reducirse pasivamente a la calidad de mero notario, sino que debe además debe penetrar en la escencia misma del motivo inspirativo, apropiándose de lo que ha de servirle. Es la "vitalidad de la idea", según Hegel, quien recomienda que en una obra no debe quedar "nada vacío e insignificante y que el todo aparezca animado de la misma expresión."

Es deseable, por eso, que los creadores artísticos y literarios realicen y reúnan una crecida y aleccionadora experiencia personal yendo por la vida como el infatigable romero "león-felipiano" pasando

"por todas las cosas, una vez sólo y ligero..

El arte es símbolo de trabajo: impone a sus creadores incontables sacrificios, activa perseverancia y un deseo irreprimible de superación. El artista que se contenta con lo poco que ha hecho tiende a vegetar y a quedar a la zaga de los demás. Es indudable que nada hay de más pernicioso para el artista que el de haber perdido la modestia, porque lo sitúa en posición solipcística que lo aleja de los demás. Y partir de este estado, ya no podrá tener el alma clara ni la disposición generosa para comprender a los demás; ya habrá perdido esa "santa timidez -que exigía Rilke- de aquellos en quienes el ardimiento está eternamente en un gran combate interior."

Por algo creadores artísticos de tan extraordinaria dimensión como lo fueron Dostoiesvsky y Baudelaire, eran modestos "incurables" y entendieron tanto del alma humana yendo a profundidades sorprendentes.

Es que el verdadero creador es, todas las veces, un niño grande, al que todo le es novedoso, por lo que tiene siempre el alma límpida y abierta para recibir aprendiendo las más variadas sensaciones e impresiones que le otorguen la vida cotidiana así como sus semejantes. Nunca erige una mampara a su alrededor para apartarse del mundo, ni calza coturnos de falsa superioridad para destacarse sobre los demás. Solo el artista dogmático en esa suerte de huero profesionalismo alza la cabeza y adopta postura olímpica y profesoral de "tonto grave", con la que pretende hacerse respetar y atemorizar a los circunstantes, cual puntilloso burócrata en el ejercicio de alguna jefatura.

(Porque por sobre esa aparente sabiduría, mal digerida y peor dirigida de sobresaliente valores cuantitativos, pero pobre, pobre de solemnidad en aspectos cualitativos, yo suelo observar en algunas personas, que la más difícil sabiduría es la de no haber aprehendido esa "del vivir", es decir, esa especie de ciencia que nos hace entender dónde y cómo ubicarnos, y reconocernos sinceramente qué somos en realidad...).

No hay lógicamente arte grande y valioso sin trabajo y sacrificio, como no se conoce en el mundo, arte fácil ni cómodo, y menos de recorrido poco contradictorio. Porque el arte como estilización de las manifestaciones vitales exige trabajo de parte del creador, un productivo trabajo en contra de los factores de empobrecimiento de la sensibilidad y de los sentimientos.

Domingo, 22 de marzo de 1964.



EL ESCRITOR Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

 

El papel de la literatura y del arte en general, es ampliar el territorio de la luz que tiene cada  quien para adquirir conciencia de lo que ve y de lo que vive. Sin perderse de vista, ni mucho menos, que el arte también debe acordar uno de esos placeres plenos y delicados que está mucho más allá de lo meramente sensual. Así, el arte verdaderamente fiel a los mandatos de la historia, es un arte que debe acordar dos cosas: dar tanto un goce espiritual elevado como mayores luces a sus usufructuarios...Un arte de esa naturaleza es, desde luego, apreciado y amado por el público en general o por el pueblo. "No hay, no debe haber belleza inútil", dijo hace varias décadas nuestro inolvidable poeta Herib Campos Cervera. Y ese arte, al deleitar y al iluminar se torna en un elemento de gravitación sobre la gente, en algo que adquiere vivencia y protagonismo a través de un público determinado. De algo sutil y delicado se torna en elemento que se encarna en los seres humanos. De esa manera el arte actua, cobra vigencia. Deja de ser algo meramente pasivo y contagia de energía, despertando un deseo de superación en quienes la disfrutan.

Un arte que ilumina y concientiza, es arte crítico, que es lo que debe desearse. Es porque hace entender que la realidad es mucho más rica de lo que se creyó hasta ese instante. Hace comprender que la realidad es tan sorprendente como la fantasía. Aunque paradójicamente solamente con la imaginación o con la fantasía, el hombre logra atisbar o anticipar esas "realidades" inexistentes. La gran enemiga de todo poder coercitivo, demorador, feo o inhumano, de todo poder demoledor de la personalidad humana es precisamente la imaginación. Quien tiene la imaginación despierta, en tren de ir a la búsqueda de posibilidades o cambios operables, es capaz de superar el presente poblado de groseras imposibilidades, de disfrutar anticipadamente de lo que habrá de sobrevenir.

Es que quien utiliza la imaginación en su cualidad anticipatoria, es alguien que no duerme, que se mantiene alerta y expectante. Es que se sobrepone al hoy yerto y pálido, al ruinoso hoy de lo neblinoso. Aunque hay que advertir que debe ser una imaginación poblada no de baldías enajenaciones, sino una imaginación apuntalada por la razón o la conciencia.

En la actualidad, el arte ha dejado de ser el campo de la desordenada divagación. Divagar si, con razonabilidad, mas no con irresponsabilidad. Por eso es preciso recomendar a los juglares, si los hay, que no se afanen en rimar caprichosamente una palabra con otra, sino en rimar con la verdad de los hechos, a nivel de la historia y del coraje cívico de los pueblos. La vagorosa divagación ha pasado a la historia. Su trapiche ya dio el jugo que le correspondía; y ahora ya no.

Con relación al continente en donde está aposentado nuestro país, digamos que toda América vive un momento borrascoso, de inusitado movimiento, tras el pasado casi de calma pero circuido de alaridos y cadenas, con las innumerables dictaduras que poblaban el continente.

En la actualidad hay una lucha formidable entre las tuerzas políticas y sociales que representan al pasado de atrasos e ignominias, con las que luchan por imponer el progreso en todos los órdenes y que se ven en lodos los países del continente, en la actualidad.

Las fuerzas del atraso que predominan hoy día en todas partes, son las que tienen el patrimonio territorial, propietarios de grandes establecimientos ganaderos y manejan las finanzas del país. Son las que han acumulado inmensos bienes con los millones de toneladas de productos extraídos de la tierra, y quienes en gran medida han ido perdiendo la conciencia de lo nacional y de lo telúrico, producto de su relacionamiento comercial y financiero con enormes empresas y monopolios que manejan toda la economía mundial. Contagiadas por lo no nacional se han ido decolorando así como que poseen la capacidad suficiente para decidir tantas veces el destino de miles de desheredados. Es que cuentan para el efecto con una cohorte de burócratas menores, de guardianes uniformados o sin uniformes, de rapaces tinterillos, que ofician el papel de defensores del "orden establecido", del que está al servicio de unos pocos, es decir, de una casta de multimillonarios.

Las mencionadas fuerzas del atraso disponen del poder coercitivo del Estado, por lo que tienen voz y voto en todos los poderes y manejan los países a su estricta conveniencia. De esa manera, sus representantes tienen los medios de comunicación en sus manos pueden fabricarse imágenes supuestas de méritos y cualidades, presentándose casi siempre con aspecto de bonhomía y satisfacción.

En tanto para los de abajo, es decir, para la gran masa de pobres y miserables, funciona un régimen de avasallamiento constante en todos los órdenes, de postergación permanente. La policía y el ejercito son los encargados de vigilar "el orden", de contener y reprimir a los revoltosos. Los medios de comunicación tienen la expresa misión de no dar a conocer ninguna reclamación popular y de hacerlo por inevitable necesidad, deben efectuarla con la más mínima fuerza e importancia, para no enturbiar "la paz de la república". De esa manera se procede a clausurar las puertas al fervor de las reclamaciones, dando un apagón a las luces del convencimiento.

Es que es preciso elevar permanentemente el poderoso muro penitenciario ante la impertinencia de los desheredados. Hay que arrinconar y atar con recias cadenas al Prometeo de los miserables. Así se maquina la censura: en contra muchos y en defensa de unos pocos. No hay que dejar que el alarido de los preteridos empañe o interrumpa el pasar placentero de los poderosos del momento. Es que hay que extender el manto del silencio sobre la vida de penurias y sobre sus sueños de redención de los proletarios. Que el silencio actúe una y otra vez y que no descongele su pasiva nata patriarcal y que paraliza las manos sucias y poco confiables de esa informe caterva de "pobre gente". La de esa enorme masa de sucios y de infelices llamada "la mayoría silenciosa", sin voz ni voto en los destinos nacionales.

El escritor, como componente del pueblo siente también como cualquier mortal, el ambiente desapacible que reposa sobre el cuerpo social. Ambiente preñado de incertidumbres y de rigurosidades represivas, y que es realmente un estado de anormalidad permanente, donde no ejercitan sus excelencias las libertades como los derechos. Es un perpetuo estado de interinidad, donde no existe firmeza en nada y todo tiembla en este estado de terremoto social. Se transita sin solución de continuidad sobre el filo de una navaja, que es la propia imagen de la inseguridad y el acoso de todo género.

Y este mal estado de cosas que señalamos ejercita en el espíritu de los escritores o de los artistas la ominosa autocensura. Es que al estar los caminos cerrados a la verdad y a la claridad, los mismos están como comprimidos o ahogados. Los medios de comunicación están cerrados para toda transmisión real y efectiva. Si consiguen sortear las vallas existentes, solo podrán decir un porcentaje mínimo de lo que sienten, y la porción más grande y más rica será guardada indefinidamente. Así, la claridad será remplazada por el lenguaje críptico y sibilino poblado de oscuridades, que muchas veces es solamente entendido por su propio autor. Campea lógicamente lo ambiguo y clarooscuro, imponiéndose la hegemonía de la metáfora, que desaloja el claro lenguaje de mediodía. Por imperio del tiempo malo y desapacible se genera una verdadera "explosión metafórica", ante la imposibilidad de llamar a las cosas por su nombre. Y bien sabemos que tal modalidad, paradójicamente enriquece y empobrece al mismo tiempo el lenguaje empleado en la comunicación.

De esta manera, el intelectual piensa que antes que callarse, es preciso mencionar las cosas aunque sea con su equivalente, por la vía de la comparación. Es el producto lógicamente de la autocensura provocada por el estado de opresión que reina en el ambiente. Con lamentable dolor el intelectual debe vivir con las alas cercenadas y el vuelo disminuido. ¡Peor es nada!

Mas el ambiente de restricciones opresivas promueven el nacimiento de un arte subterráneo -que nos recuerda al conjunto de obras fecundadas por el inolvidable Jorge Amado: "los subterráneos de la libertad"-, arte con todos los atributos de la expresión o del lenguaje, aunque manteniéndose en el suspense o la demora, hasta el advenimiento real de la libertad. Permanece así estoicamente en el anonimato o en el silencio, porque es arte para el mañana para cuando la luz se precipite y los hombres puedan sacudirse por imperio de la libertad, de la loza oprobiosa de la imposibilidad y de la inconciencia.

Realmente la censura, la autocensura, el exilio o el autoexilio, solamente tendrán su declinación con el predominio de la libertad. Pues libre el país, libres sus habitantes, libres sus escritores, seguro el camino que conduzca hacia el porvenir, libre y confiable su hoy y mañana, entonces libres y consecuentes, arte y lenguaje para el presente y el porvenir.

1988



ASPECTOS FUNDAMENTALES DE NUESTRA LITERATURA

 

Hasta comienzos de este siglo apenas puede hablarse de realizaciones literarias de valor nacional. Por lo demás, la gran catástrofe que ocasiona la guerra patriótica que termina en 1870, que una potencia colonial-imperialista, Inglaterra, con grandes aspiraciones de dominación mundial la provoca, impulsando a países vecinos caídos en órbita, al explotar viajas contradicciones de todo tipo (y la historiografía recién nos la descubre con abundancia de cifras y datos), genera la casi total desaparición material y humana de la nación paraguaya.

Vale decir, la mayor parte de su tradición folclórica y popular unida a sus posibilidades cultas desaparece con el aniquilamiento físico de gran masa de sus habitantes, y sus órganos culturales materializados en instituciones, archivos, museo, bibliotecas, etc., sufren la depredación de los conquistadores o su extinción, perdiéndose con ellos la continuidad, la tradición, material e históricas tan importantes como fuentes de referencias. Hay por lo tanto una especie de pérdida de memoria o de traumatismo síquico y vital en nuestro ser nacional, y creo por eso que las crónicas y el ensayo históricos tienen un vigor tal que es mal comprendido muchas veces. Y es que intenta dar explicación o de vislumbrar tan siquiera lo que fueron o siguen siendo en la hora actual tantos acontecimientos del pasado, que el intelecto nacional se vuelca hacia él, agitado y alucinado, por ubicar tales acontecimientos dentro del esquema histórico en general. Salta a la vista que las interrogaciones, los puntos oscuros o meramente desconocidos, son de mayor volumen que las respuestas, que los análisis científicamente válidos, que los juicios confirmados por la propia historia.

Tan sólo después de 1900, Rafael Barrett, realiza la vivisección de algunos aspectos de nuestra realidad, trata de dinamizar con planteamientos audaces la atonía social e intelectual imperantes, e incluso, toma participación personal en acontecimientos gremiales y culturales de importancia. Y como el hijo despreciado por irreverente para lo estatuido, para él injusto, acosado y perseguido retorna una y otra vez a la tierra de sus amores, a la que desea ver redimida, y a cuyo efecto lucha.

Es cierto que aparece toda una pléyade de intelectuales adviniendo desde los corredores bulliciosos del viejo Colegio Nacional, pero ninguno como él le dan el carácter válidamente útil e influenciador a lo literario, como instrumento de expresión liberadora de la personalidad humana y de su entorno social.

Pese a todo, se asiste a un lento proceso de recuperación de la conciencia nacional, en movimiento contradictorio y difícil. El espíritu de derrota que deja la gran guerra, se trata de superarlo -consuelo de indefensos- con la sobrevaloración de todo lo paraguayo. Manuel Domínguez recurre frecuentemente a la hipérbole y a su riqueza imaginativa para dar carácter superlativo, a hechos, a las cualidades étnicas de sus habitantes o a las simplemente físicas del contorno conocido. O'Leary promueve el "culto de los héroes" recurriendo a su vez a lo mítico y superlativo. Bertoni nos descubre la geografía, las riquezas que exhibe o encierran sus entrañas, estudia y da a conocer aspectos de la civilización guaraní desaparecida. Apartándose a veces de la relación meramente científica se conmueve poéticamente ante la selva paraguaya "esa mina inagotable" o antes los arroyos a los que compara con "fluido cristal".

Se rescatan del olvido melodías folclóricas de autores desaparecidos en la hecatombe. En verso se comienza a experimentar con la rara simbiosis de las dos lenguas: el español y el guaraní, y hasta intelectuales de prestigio académico y no popular como Cecilio Báez, la cultiva.

Sin embargo, la continua alteración de la vida cívica y política, impide que esta labor muy necesaria por cierto se consolide realmente como factor de gravitación, al provocar la permanente huida al extranjero de los intelectuales de mayor valía, la anemia constitutiva de sus instituciones culturales, a las que cabe sumar (y hasta hoy día) la ausencia de un público numeroso, posibilitado por idoneidad, frecuentación y medios al consumo de los valores de cultura puestos a su disposición.

Es cierto, hay algunas manifestaciones artísticas aisladas, especialmente en verso, que expresan aspectos peculiarísimos de nuestro ser nacional. Pero sería poco antes de la guerra del Chaco, otro suceso que ocasiona crueles y extenuantes sacrificios, provocada por potencias imperialistas para dirimir la posesión de fuentes energéticas subyacentes de la región, de desconocida importancia, que se produce el fenómeno cultural de capital y mayor importancia por entonces para nuestro acervo, no precisamente en lo literario sino en lo musical: el nacimiento de la Guarania, al dar relieve original a ciertos aspectos del espíritu nacional. Y fruto del genio de un gran intuitivo de increíble percepción del carácter y modalidades nacionales: José Asunción Flores.

El nuevo ritmo venía a resumir en sus cadenciosas notas la verdadera fisonomía sentimental y espiritual de nuestro pueblo: melancólico y pausado, de rara gravedad popular muchas veces, con reminiscencia telúricas y de nuestro pasado histórico, suscitaba por ello la impresión de estar como en posesión casi integral de la polifonía de nuestro ambiente.

Su compañero de inquietudes, Manuel Ortíz Guerrero, deja algunos versos inmortales de matiz nacional e incluso experimenta con cierto tipo de teatro popular, cuyo resultado hubiese sido distinto si la muerte no viniese a arrebatarle demasiado pronto, en las proximidades de la madurez de su talento.

La guerra del Chaco origina una gran conmoción nacional y hace que entren en telas de juicios instituciones y todo el armazón de las ideas tradicionales existentes, especialmente las políticas, fenómenos que se agudiza aún más con la guerra civil de 1947.

La literatura que hasta este momento jamás había sido el terreno de confrontación o de exposiciones ideológicas importantes, sino manera particularísima de perennizar impresiones vitales de cierta relevancia o de transmitirlas simplemente, deja de ser el espacio muy tranquilo que hasta entonces era. Por otra parte, el hecho repetido de que la nación paraguaya vea comprometida su integridad por un peligro exterior, provoca y acentúa el interés por lo nacional. Digamos de paso, que lo nacional representa lo que en carácter, modalidad, espíritu, etc., condicionados naturalmente por lo histórico y además por lo político y social, y en menor medida por lo racial y lo geográfico, acuerda esa particularísima condición que distingue y diferencia a cada quien. Y la literatura que es a manera de espejo, puede reflejar toda esa gama de manifestaciones un tanto originales: expresión casi siempre de lo que tienen de más intimo y peculiar lo nacional en general, el hombre en particular.

Porque después de la guerra, Julio Correa, hombre sencillísimo y acuñado en el crisol de lo campesino, realiza la doble e importante tarea de darnos un lenguaje más fluido y afin a la realidad, en reemplazo del artificioso o poco convincente que predominaba por entonces, y de llevar al teatro la escenificación de problemas y costumbres agrarios, recurriendo muchas veces a lo satírico y mordaz y al gracejo auténticamente popular-nacional.

Años más y Hérib Campos Cervera, da en poesía verdadera dimensión universal a hombre y modalidades autóctonas muy nuestros y se duele del padecimiento colectivo que tan luego sobreviene. Lastimosamente, su vida, desarrollada en condiciones un tanto difíciles en su etapa más productiva fuera del país, donde se la debe ganar rabiosa y enérgicamente, le impidió concretar sus aspiraciones en el terreno del ensayo, el teatro y la novela, que quizás hubiesen podido dar un gran giro distinto a todas esas superiores modalidades artísticas.

Gabriel Casaccia, enfoca, en cuentos y novelas, algunos fenómenos sociales de vigente manifestación, pero su literatura carente de esa suerte de perspectiva y de visión crítica que integre lo presente con lo que se ve venir o algo aproximado, limitó su valor por llevarlo al marco de un "realismo objetivo" de neutra relevancia.

Sin embargo, Augusto Roa Bastos, insistiendo en el mismo terreno, dio muestras literarias que, por su esencia y por su visión general de las cosas críticamente dadas, tiene hoy por hoy, el valor podríamos decir de lo clásico en "Trueno entre las hojas". Algunos de sus intentos posteriores por esa suerte de esquematismo temático y estructura formal en proceso de experimentación que logró exhibírnoslo, le dieron resultados pocos satisfactorios. Sin embargo, Roa Bastos dio posteriormente en materia narrativa las más valiosas muestras en nuestra incipiente literatura (1). Cosa parecida podemos decir en verso de Elvio Romero, poeta prolífico, de altisonante y dramático lenguaje, al darnos una visión épica y objetiva, de críticas aristas, de hombre, de país y de acontecimientos de reciente gravitación en la vida nacional.

En conclusión, digamos que nuestra literatura es extremadamente joven aún; que no alcanza tan siquiera a tres cuartos de siglo de existencia; que crece y se desarrolla en condiciones no muy apropiadas que digamos en el marco de una nación que cuenta con dos guerras internacionales, así como el constante deterioro de su vida cívica.

Hay evidentes progresos en muchos aspectos: libros de poesías que van dejando de ser esa miscelánea desigual e informe de temas y estilos; narraciones que adquieren mayor volumen y que ganan cada vez más hondura y preocupaciones críticas; ensayos cincelados con mejorado criterio científico, acorde con la hora actual; teatro que insiste y persevera en la búsqueda de una concepción adecuada de lo nuestro en todo sentido, y con el lenguaje adecuado.

Y las generaciones actuales. Las vemos trabajando con empeño y conciencia: algunos de sus representantes con obras merecedoras de todo respeto y consideración. Son trabajos que requieren desde luego un capitulo especial que escapan de las fronteras del presente escrito, que no es más que un condensado panorama de nuestro quehacer literario.

Sin embargo, hay que señalar que nuestra literatura ofrece el fenómeno monótonamente repetido de su desigual continuidad en lo que respecta a la exhibición de muestras éditas de valor para su justa evaluación. Tantísimas permanecen sin ver la luz o las que las ven, aparecen tan extemporáneamente cual hijos pródigos, que llegan al seno literario con harta demora, sin la juventud de por medio. Nuestra literatura esta hecha desde luego de mudeces, de silencios y de atrasos.

1975



LA POESIA CONTEMPORANEA

 

Artículo dado a conocer en el exterior en 1956 y recién en esta ocasión en nuestro país, que mantienen aún vigente muchos aspectos llamativos e interesantes que se subrayan aquí de la poética paraguaya.

La guerra del Chaco (1932-1935) provocó en la juventud que regresaba del campo de batalla, profundas transformaciones en su conformación emotiva y en sus aspiraciones. La guerra le había dado a conocer el volumen real de sus energías, y despertando un deseo de mejoramiento social hasta entonces sin fuerzas.

Esta nueva conformación emotiva debía como es natural cuajarse en nuevos moldes expresivos, y como consecuencia, en un nuevo mensaje poético. El poeta no podía seguir en la posición del mero registrador de los acontecimientos, y continuar viviendo, con vagas ensoñaciones decadentes y egocéntricas.

Ya en Manuel Ortíz Guerrero -poeta fuertemente arraigado en el pueblo- pueden advertirse los primeros hitos de esta actitud naciente ("...soñando con un canto nuevo entre la espesa multitud me pierdo"), llegando a madurarse más conscientemente en Julio Correa, que inicia en definitiva el rompimiento con el exotismo balbuceante del modernismo. Correa habla en poesía con un lenguaje viril y simple, acercándola a la realidad, contribuyendo de esta manera, con aportes aún desconocidos al enriquecimiento del patrimonio poético paraguayo. Con posterioridad, Hérib Campos Cervera, apura este devenir, inaugurando el movimiento vanguardista, que no pasó ciertamente por las formas intermedias del dadaísmo y el ultraísmo, y que se mantuvo alejado de lo muy hermético y abstracto. Ciertamente, el dadaísmo y su versión siguiente el superrealismo -automatismo psíquico- no hubieran podido encontrar adaptación en el espíritu paraguayo, acostumbrado desde siempre a la captación de la realidad en su justo sentido; ni el ultraísmo, como corriente poética que ha pretendido reflejar lo dinámico del progreso industrial y sus secuencias, en un país no industrial, de economía atrasada, marcadamente semi-feudal y semi-colonial.

Campos Cervera procupóse de lo social y de lo folklórico, y conjugó a través de sus obras una dualidad confesional y presencial no delineada por completo; el poeta cree en el advenimiento de una nueva hora para su patria, y el poeta introvertido y agónico, más cerca de la muerte que la esperanza y la vida.

Tras el iniciador del tardío movimiento vanguardista, dánse a conocer otros acentos poéticos tales como de Hugo Rodríguez Alcalá, sentimental e imaginista, radicado hoy en los EE.UU.; Augusto Roa Bastos, iniciado con una fuerte corriente clásica, que gusta de motivos nativos, ahora dedicado a la novelística; Elvio Romero, poeta social, de una expresión enérgica y densa, autor -a pesar de su relativa juventud- de cuatro libros de poemas.

En el período que sigue la revolución democrática de 1947, aparecen nuevas expresiones como las de Oscar Ferreiro, sensible voz con influencias francesas; Jesús Amado Recalde, melancólico y erótico; José Antonio Bilbao, eglógico y españolísimo; Rodrigo Díaz Pérez, romántico y angustiado. Otros se agrupan en Academias literarias formadas en centros de enseñanzas, como José María Gómez Sanjurjo, Ricardo Mazó, José Luis Appleyard, Rámiro Domínguez, Rubén Bareiro Saguier, Carlos Villagra Marsal, Rubén Talavera..., cuyas producciones se hallan dispersas en periódicos y revistas. Igual destino sufre la producción de Rogelio Silvero y Juan F. Bazán (h). Algunos de los últimos nombrados, se dedican a otros géneros literarios, como al ensayo, la comedia y el cuento, y han dado a luz, una pequeña antología poética que reúne la cosecha de los primeros tiempos.

Otros cultivadores de la forma poética con inquietudes sociales -casi desconocidos en el medio, por las restricciones existentes a las libertades de pensamiento y palabra- que no pueden dejar de ser valorados son: Optaciano Franco, nativista y meduloso, autor de una novela y de innumerables trabajos inéditos; Félix Giménez Gómez, neopopularista y duro en el versolibrismo; Iluminado Quintana, galano y suave; Rolando Goiburú, recio y agudo en la metáfora.

En la pléyade de la poesía femenina contemporánea se destacan Josefina Plá, que canta preferentemente al amor, y una de las primeras voces conformada dentro de la forma moderna; Dora Bueno Gómez de Acuña, de una emotividad afín a la Delmira Agustín; Elsa Wiezel, sentimental y a veces imperfecta; María Luisa Artecona, grave y elegante; Carmen Soler, de una frescura original y sencilla, puesta al servicio de lo colectivo.

Caben ser citados, igualmente, Alfredo Jacquet (h), Juan Carlos Mendonca, M. Siam Juberti y Arístides Díaz Peña, recluidos aún en el presentir modernista. Los tres primeros con un decir coloreado de añoso romanticismo, y el último, de arraigados sentimientos populares.

Al mismo tiempo, la poesía en guaraní se encuentra en un destacado lugar en el Paraguay. El guaraní -idioma de la raza autóctona- tiene una enorme plasticidad y colorido para el verbo poético, para la expresión de lo satírico y humorístico. Su temática la constituye el amor, lo circunstancial y todo lo hondamente nativo. Entre los más destacados cultures pueden citarse a Emiliano R. Fernández, Darío Gómez Serrato, Félix Fernández, Carlos Miguel Giménez y otros. Este tópico, ciertamente, requiere un estudio más detenido y prolongado, hecha esta rápida síntesis de la poesía paraguaya contemporánea, caben agregarse al respecto importantes consideraciones para la comprensión de su vida e itineraria.

La circunstancia de que la poética paraguaya constituya una "incógnita" como lo señala Luis Alberto Sánchez, y sea poco conocida en el extranjero, no es una casualidad. La ausencia muchas veces de medios de difusión, de revistas y periódicos literarios valederos, la enorme dificultad para la edición de libros, la falta de libertad de expresión y del estimulo necesario, conspiran contra su conocimiento y justa valoración, tanto en el plano nacional como en el internacional. Esto no quiere decir, sin lugar a dudas que la poesía carezca de valor ni pueda ser presentada más allá de los límites nacionales.

En cuanto a la dirección del decir poético, presentase dos corrientes determinadas con claridad: una, intimista y afectiva, que da prevalescencia al "yo" del poetas y a las circunstancias anímicas determinadas en éste por su reducido medio vivencial; la otra, mayorista y social, voz de muchas voces, tambor de llamamiento para el pueblo. La primera tiende al encuentro de un adelgazamiento de la expresión, hacia lo sublimadamente sentimental y se adapta bien o mal al concepto antimayoritario de Ortega Gasset; "yo soy yo y mi circunstancia". Su aguafuerte lo constituye esa angustia sin solución, existencialista: ¡la negación parcial del hombre frente al medio que lo rodea! La segunda, se proyecta hacia conquista de un verbo plural, varonil, profundo, con arropes de mensajería colectiva. Bien lo resume este deseado avatar el poeta Giménez Gómez:

"...y soy ...

el árbol, el hacha , la piedra trituradora, yerbales

de esmeralda y hueso...

He volado en el trueno y mi alma es un pedazo

de tormenta..."


Finalmente, digamos que en la actual promoción poética del Paraguay existe la consistencia de adoptar una elevada actitud formal y conceptual capaz de dar a la poesía un sentido propio y afirmativo, actitud que se halla en plena manifestación y desarrollo.

El Paraguay puede darnos con el tiempo un mensaje extraordinario -como lo está empezando a dar- o quizás menos, un manojo de estrelladas meditaciones y presencias, ya que los hombres son como "relámpagos o relentes" en este corazón mediterráneo de América, porque al tocar esta tierra, tres veces tierra corporalmente, o después...puede cantarse con la voz y la sangre:

"No toquéis esta tierra si tenéis la sangre .
dispuesta a ser después antorcha viva,
quemazón de parte a parte. No la toquéis si no
queréis que os claven

sus espinas rojas, su ademán terroso, su vértigo

implacable.

Callada es esta tierra. ¡No la toquéis!

Su polvareda arden"

(Elvio Romero) Asunción, 5 de setiembre de 1956 Revista Estudio, Nº 13, febrero de 1989



LA REVISTA MARTIANA, UNA CREACIÓN DE FÉLIX DE GUARANIA

 

En un artículo José Martí singular y meduloso, sobre ciertos aspectos de la realidad norteamericana de su tiempo, dijo algo que sintetizaría su propio protagonismo en la historia de Cuba, de América y del mundo:

"Hay hombres dispuestos para guiar sin interés, para padecer por los demás, para consumirse iluminado."

Precisamente este extraordinario líder del patriotismo y la revolución: guió sin interés, padeció por los demás y se consumió y prosigue iluminando.

Y prosigue efectivamente iluminando a Cuba, a América y al mundo. Porque Martí permanece. Porque Martí es ejemplo y acción. Porque el metal de la idea; que es duro metal prodigioso, eterno y universal si es idea de avance y apertura, de Martí sigue vigente.

Porque aun los pueblos de América soportan la opresión imperialista de los Estados Unidos septentrional (del único "país que no tiene nombre" que diría así de él creo que el antimperialista Manuel Ugarte) y resisten a la infame esclavitud por conservar los elementos históricos indestructibles que la componen.

Porque aún subsiste el militarismo de uniformes, charreteras y penachos, de pabellones, sables y música marciales, consumiendo las riquezas del continente.

Porque el negro, “desnudo de cintura arriba como cuando la esclavitud, sembraba algodón" como diría Martí, sigue aún arrastrando las cadenas de la opresión. Porque hay desnudez, pobreza y desempleo. Porque por estas mismas causas el hombre no puede ser "noble" y evolucione hacia "lo mejor" que exigía Martí.

Porque la educación es deficiente y unánimemente mediocre. Porque toda ciudad debe ser como ansiaba Martí "toda una escuela", lanzando al mismo tiempo esta inquietante preguntaba qué ir con la frente coronada de palacios, y los gusanos hasta las rodillas?"

Y paro porque aun hay mucho que decir.

Hoy venimos para la aceptación oficial, para tomar conocimiento del nacimiento real de la "Revista Martiana", aun y cuando ya había dado hace varios pares de meses los primeros vagidos de su efectiva ascensión a la luz. Y espíritu universal como el prócer del siglo pasado: filólogo, poeta, traductor, luchador, creador de revistas, despertador de conciencias. Y yo como un colaborador más, con el inmerecido cargo de director, todo para facilitar la acción de nuestro principalísimo gestor don Félix, cual rey en monarquía.

Y para seguir multiplicando el pensamiento Martiano, por defender a Cuba. Para seguir hablando de la emoción gigante de su revolución. Para que los ríos de los pueblos desemboquen en el estuario de la libertad. Y clavo al finalizar cual pica en los corazones de los asistentes, lo que dijo Martí en Nueva York en un día pardo y lluvioso de octubre: "Tienes razón, libertad, en revelarte al mundo en un día oscuro, porque aún no puedes estar satisfecha de ti misma!"

19-V-99 Luis María Martínez



IBARBOUROU, MONTEVIDEO Y ARTIGAS VISTOS POR POETAS PARAGUAYOS

 

1

El Paraguay estuvo siempre unido al Uruguay en afecto, historia y dignidad heroica. El Uruguay, parece ser una prolongación hacia el Atlántico del Paraguay; y el Paraguay el selvático reposo del Uruguay, en el corazón del Continente Suramericano.

Es al parecer por esta latente impresión, que los pensadores e intelectuales paraguayos lo recuerdan siempre con cariño al Uruguay. Lo recuerdan por las pericias de su pasado histórico, por las virtudes orientales, y por el asilo de que disfrutaron tantos paraguayos, perseguidos con saña por las dictaduras que se afincaron en el Paraguay, sin solución de continuidad.

El gran escritor Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes y Premio Nacional de Literatura del Paraguay, lo evoca ya en 1942, en su poemario "El ruiseñor de la Aurora", a Juana de Ibarbourou, la excelsa poeta del Uruguay.

A pesar de que el autor repudió casi la totalidad del contenido del libro en años recientes, hay que decir, que la historia se forja de hechos, de escritos y actitudes, que si bien renunciables no podrían ser borrados, porque sí nomás.

Los versos de Roa Bastos no son desde luego de grandes bellezas. Es que eran frutos de una joven pluma, que se iniciaba en el difícil empeño de la escrituración poética. Pero fueron palabras pobladas por la admiración, el asombro y la simpatía.

No existe, desde luego, casi ningún escritor que no haya renunciado a algunos de sus logros anteriores. Por la inmadurez de lo concebido, por las imperfecciones en contenido y forma, por las debilidades de la obra en general. Mas es posible que de los fracasos se obtengan más lecciones útiles para el futuro, que de los éxitos o victorias. Y es que los logros significativos, son logrados, valga la repetición, a costa de un montón de fracasos. Admitamos que el proceso de perfección es así.

El poema del meritorio paraguayo se titula simplemente "Juana de Ibarbourou". Fue escrito, al parecer, en 1937, cuando el poeta contaba apenas con 20 años. Indudablemente, cuando daba sus primeros pasos. Pasos inseguros, lógicamente, pero que sirven para la experiencia y para el acopio de lecciones. Todo talento, todo gran escritor, es el fruto del incesante esfuerzo. Y específicamente, el arte de la escrituración es algo difícil, enredada, llena de sorpresas. Pródiga en errores, en vacilaciones, en obras descoloridas.

En fin, digamos que al estar muchos poemas de Juana de Ibarbourou en libros de lecturas escolares, gozó por tal motivo de temprana fama. Sucedió igual cosa con la chilena Gabriela Mistral. Sus versos también estaban consignados en los libros ya mencionados.

Por ese motivo, la poeta de Cerro Largo fue considerada por menos que hija del Paraguay. Así, Juana de América, como se la llamó años después, tuvo un lugar privilegiado en el corazón de niños paraguayos.

Por algo, el poeta Augusto Roa Bastos había sucumbido también a los efectos de ese halo de admiración hacia Juana. Además, el poema de Roa Bastos, no deja de poseer líneas de bellezas, no obstante sus limitadas imperfecciones.

Manifiesta el poeta su admiración a Juana mediante versos de retórica simple, de detectable decoro juvenil:

"Por el sonoro tañer
de tu lengua de cristal
en el dolor y el placer..."

"Por el divino concierto
de su aroma y su color...

"Porque florecen estrellas
en el surco de tus huellas..

"Porque es el árbol tu templo:
tu altar, la tierra; tu ejemplo,
la humildad..."


De esta manera, nuestro gran escritor rindió justo homenaje a Juana de América, la que se había ganado hacía tiempo la admiración y el afecto de tantos paraguayos, de todos los niveles.

La poesía de Juana de Ibarbourou había elevado, desde luego, a un alto sitial la poesía latinoamericana. Ella misma había reconocido en su Autobiografía Lírica, que "tras el relámpago de las estrofas iniciales, viene luego el trabajo de forja, la lucha con la magnifica riqueza de la palabra, para que el engarce toque la perfección, si es posible, para que la sustancia sea tan sutil y tan pura..."

Fue así que perfeccionó sus escritos la Juana de América, a poco ya estricta y universal. Quien nos ofreció en sus respectivos momentos los bellos manojos de poesías latentes en sus libros inmortales: "Las lenguas de diamante", "Raíz Salvaje", "Mensaje del Escriba", "Romances del Destino", "Oro y Tormenta", y tantos otros más. Es la misma que se autodefine en su hermoso poema "Cansancio", de la siguiente manera:

"Juana en amor, y para el odio, Juana.

Ay, Juana en los sollozos y también

en el sonoro alerta de la diana

y en la añorada ola de llantén!"


Agreguemos, que en el futuro Premio Cervantes de Literatura, por aquel ya lejano 1942, brindaba por el éxito de los versos de Juana con estas líneas:

"Por la llama virginal,

por la música de miel

encerrada en el joyel

de tu verso de cristal."


Aquel joven inexperto que era Roa Bastos por entonces, subió con los años bien alto, llegando a las cimas del reconocimiento internacional. Por las virtudes de su narrativa, por transmitir la ardorosa odisea del pueblo paraguayo. Pueblo sufrido, con anhelo permanente de un destino mejor, con los dones de la libertad y la democracia. Y que hace del denuedo, un acto de cada día.

 

2

Dora Gómez Bueno de Acuña, que naciera en Luque, ciudad aledaña a la capital del Paraguay, Asunción, en 1903, y que falleciera en la ciudad de Encarnación en 1987, fue poeta, maestra, periodista y actriz radial. Como periodista trabajó en el diario asunceno "El Orden", de 1930 a 1931. Su programa radial para niños tenía un vasto auditorio.

Como poeta, su libro inicial fue "Flor de Caña" publicado en 1940, considerado el primer poemario erótico publicado en el Paraguay. Sus obras posteriores se titulan "Barrio Celeste" en 1943, "Luz en el abismo" en 1954, "Vivir es decir" en 1977 y "Antología" en 1985.

Fue la primera poeta femenina que desafiando por entonces la mojigatería del medio ambiente asunceno pergeñó bellos poemas de amor, que son considerados hasta la fecha de alto valor lírico.

Había recibido Dora conceptos elogiosos del historiador Manuel Domínguez, del gran ensayista e investigador de la cultura paraguaya y autor del prólogo de su primer libro, don Viriato Díaz Pérez. Así también de Gastón Figueira, de Paulina Duarte de Ruíz y de Artigas Milans Martínez. El dominicano Jorge Rivas escribió un extenso ensayo sobre su libro "Barro Celeste", que lleva por título "El optimismo como factor de ensueño y de estética en la poesía de Dora Gómez de Acuña."

Dora, mujer generosa, cumplió una intensa labor en el ámbito cultural, y como ya habíamos dicho fue poeta, cantante, recitadora, directora de audiciones radiales y periodista. Por su labor meritoria en tantas áreas culturales, la Municipalidad de su ciudad natal, Luque, le confirió el título honorífico de "Poetisa de Luque" en 1943.

La verdad es que su labor fue destacada por personalidades de América y Europa. Por ejemplo, en las páginas de "El País" de Montevideo, en 1944, elogia el libro de Dora "Barro Celeste" Juana de Ibarbourou lo califica de "libro hermoso", por contener innumerables y bellos poemas.

Desde España, don Miguel de Unamuno, Rector de la Universidad de Salamanca, en 1936, poco antes de morir, y ya con los primeros atisbos de la sangrienta guerra civil española, de tan importante significado para la historia mundial de esos días, le envía una elogiosa carta a Dora. Don Miguel tan parco y tan renuente a los baldíos elogios, le dice, sin embargo, esta bella opinión: Dora de Acuña, así, porque acuña oro de ley, de quilates insospechados. Nunca quise leer las opiniones vertidas sobre tal o cual autor para emitir las propias, pero haciendo retrospección de las cosas, mi entrañable amigo Viriato Díaz Pérez, virtualmente, echó las semillas que fructificó con Manuel Domínguez para que yo me acercara a su alma de mujer. Y le digo con él, que es usted, una sorprendente musa, y más que todo eso, el talento poético más vigoroso de nuestro tiempo."

Continúa después don Miguel comentando poemas de Dora, diciéndole entre varios pensamientos, esto que es importante: "Leyendo sus encendidos versos trazo el mapa geográfico de su país. Y luego recibe Dora, este fundado deseo de alguien tan importante y universal como don Miguel de Unamuno: "Siga siendo una luchadora digna del alma valerosa de su pequeña patria."

Y bien. La poeta Dora Gómez Bueno de Acuña arriba a Montevideo en 1947. Año fatídico para el Paraguay. Desde marzo de ese año se encona en toda la geografía una terrible guerra civil. El 13 de enero se había interrumpido el proceso democrático. País donde la democracia pocas veces se afincó y los regímenes autoritarios eran troncos perennes. El país se había dividido y el ejército también. La efusión sangrienta sale de madre. Es cuando una fracción del ejército se alza en la ciudad norteña de Concepción y ofrece la resistencia. Es por la restauración de la democracia y porque se acceda a la concesión de alguna reivindicaciones inmediatas, necesarias para el desenvolvimiento del país.

El drama que se suscita es pavoroso. Medio país emigra. Otro medio queda hundido en la desesperación y el silencio. La gente que puede huye de sus lares. Códigos arbitrarios e impunes predominan. La tragedia es nacional. También muchos paraguayos piden refugio en el Uruguay. Es tierra de paz y de consuelo.

Es cuando Dora arriba a Montevideo, quizás huyendo del ambiente desapacible. La ciudad la conquista prontamente. Y se enamora de su mar aledaño. Y es al parecer lo que más le genera sorpresa, viniendo ella de un país mediterráneo, lleno de ruda belleza, donde pensar en el mar es una ensoñación.

Por eso, titula su poema "Romance del mar enamorado".

Entonces la poeta comienza a musitar un bello poema de amor, fingiendo que

 

"El mar está enamorado.

Se enamoró de una roca.

.. .Día y noche la besaba...

por los siglos de los siglos

la mar besaba a la roca."

.. .Le cubría de luceros

Temblorosos y ligeros..."


Poco después la poeta reflexiona sobre la vida y la muerte, sobre el perpetuo flujo de las cosas, sobre el incesante movimiento de la naturaleza, entre cuyos componentes se encuentra el mar. Así nos manifiesta la poeta:

"Pero todo pasa y muere,

como mueren los crepúsculos,

como se encienden las albas,

como se apagan las ansias."


Luego comprueba el mar que la roca estaba seca, pues no "tenía una gota de agua" y "todo era seco por dentro", es decir, que no podía prodigar ningún amor. Así, el mar arriba a la decepción y a la pena. Es que todo acaba llegando un momento, conforme a la fundamentación dialéctica precisada por Hégel: "Todo lo que nace debe perecer". Poderosa sabiduría, verdad incuestionable.

La poeta simulando hablar por el mar, dirige a la roca esta quemante pregunta:" ¿Dónde está tu corazón?". Y la misma poeta reporta después que: "Quedó el mar enamorado sólo, con su inmenso desvelo..."

De esta manera, la gran poeta Dora Gómez Bueno de Acuña, vertió sus prestigiosas palabras para admirar al mar que baña Montevideo. Ella que venía de un recóndito país clausurado para la geografía y para la democracia. País que sería consumido poco después por las pavorosas llamas de la guerra civil, que arruinó la vida del Paraguay, al incentivar el atraso, las injusticias y los desmanes. El mal tiempo para toda la poesía.

 

3

El polígrafo Raúl Amaral, había nacido en el poblado Veinticinco de Mayo, de la provincia de Buenos Aires, en 1918. Profesor, ensayista, crítico, poeta, periodista, hombre de inquietudes múltiples.

Aunque nacido en la Argentina, ha permanecido en el Paraguay desde comienzos de la década del 50' (siglo XX). En su patria adoptiva produjo mucho.

Así, investigó aspectos desconocidos de la cultura paraguaya. Desenterró cientos de páginas importantes para el saber del Paraguay. Y su vasta producción no se detiene. Recientemente, en dos volúmenes recogió muchos de sus importantes estudios en torno a la cultura paraguaya, dándoles por títulos: "Escritos paraguayos". Tiene además otros destacados títulos elaborados: "El modernismo poético en el Paraguay", "El romanticismo paraguayo", "Breviario aregüeño de Gabriel Casaccia", uno de los más importantes narradores del Paraguay. Además, "Los Presidentes del Paraguay" (1844 a 1954), "Antecedentes del nacionalismo paraguayo", "El grito de Piribebuy" en 1955.

Raúl Amaral desde hace mucho tiempo viene enriqueciendo un poemario que lo mantiene aún inédito, donde menciona a héroes populares de toda América. A los que combatieron por la dignidad y la libertad del Continente. A los que batallaron por hacer de América un lugar de paz y de trabajo:¡un huerto de felicidad!

Uno de los poemas, por ejemplo, lo dedicó a los sacrificados inútilmente por la justicia capitalista norteamericana: Sacco y Vanzetti, en las primeras décadas del siglo XX. Es decir, Nicolás y Bartolomé como dice el poeta, quienes "soñaban en la niebla, construían remotas hermandades, agitaban dispersas banderas..." y quienes además según dice el poeta eran "puros en la pureza que da el no tener nada..."

Y bien, el poeta Amaral también lo recuerda como a uno de los grandes del Continente a don José Gervasio Artigas, en un poema titulado "Alta Bandera Artigas". Para comenzar pone esta esclarecedora divisa artiguista: "Con libertad no ofendo, ni temo". Lo ve a Artigas el poeta de esta manera:

 

"Alta bandera, Artigas,

un celeste relámpago entrevisto

allá en la soledad,

allá en el surco,

cuando la imponderable tarde

crecía desde el Cerro

con lápida de niebla para la sien lejana."


Tras esta introducción el poeta se llena de preguntas, al memorar la trayectoria del héroe oriental:

"¿Quién te atrajo? ¿Que oceánica estirpe

se abrió para tu fiebre, o qué norte

de árbol puso entre tu silencio

y el muro de los años

una respuesta de campana vuelta hacia el pecho,

ahogada su voluntad de eterno ausente?

Y con singular interés, sigue interrogando:

¿Qué memoria ancestral cobró sentido

de andanza y qué severa anunciación de claustro

quiso hallar en la huella del instinto

el puro amor de esa olvidada

puerta de América,

de este grave refugio de los pájaros,

para tu ingreso al sueño de los seres?"


Y a continuación el poeta recuerda la estancia de Artigas en el Paraguay, su larga etapa de proscripción. Del héroe caido y lastimado por la incomprensión, que es el verdadero de "nuestro sentimiento de dignidad, de decoro, de honradez gubernativa, de justicia, de realizaciones reivindicatorias a favor de los más infelices (como llamaba Artigas a los desheredados), según nos lo señala Jesualdo en las homéricas páginas de su libro "Artigas", del vasallaje a la Revolución, en 1961.

Justamente, el poeta Raúl Amaral se refiere a esta difícil etapa de la vida de Artigas:

"Aquí estuviste, en el aire de bronce,

en el latido del yerbal

que sube, que palpita por la idéntica

grieta de los días; aquí estuviste

sin decir de dónde la vida sed metálica

llevó a tu corazón de mansedumbre."

Para terminar, el poeta rinde personal homenaje al gran luchador con estos versos:

"Alta bandera, Artigas,

ya reintegrada y libre,
sin temor, sin ofensa.

Desde la entraña asidua

que en tu amistad se enciende,

sobre la oculta lápida de niebla

dejo una flor para tu sien lejana."


De esta manera, el poeta Raúl Amaral lo recuerda a Artigas. A quien había elevado la bandera de la dignidad, en la lucha libertaria en las cuchillas inmensas del Uruguay. Al gran jefe Artigas, que había marchado del vasallaje hacia la revolución. Hacia la erección de la patria nueva y grande, donde imperará el derecho, la justicia y la paz del trabajo.

Lambaré, 27 de mayo de 2004



ANTONIO BONZI, ENTRE LA IDEALIDAD Y EL REALISMO

 

Toda riqueza de vida facilita la labor literaria. La literatura no es más que la narración de la experiencia. La experiencia recuperada.

Antonio Bonzi, cuyo libro "El grillo, la llave y el hombre", con el subtitulo de "Diez cuentos inocentes y un Ensayo", que hoy presentamos, es un hombre de experiencia poco común, tal como lo evidencian sus escritos. Y parafraseando su apeñuzcado titulo, podríamos decir del autor: lleva en su personalidad el grillo del campesino, la llave del luchador y el hombre de la más noble integridad, no desvirtuada en algún momento por la inconsecuencia.

Bonzi, de origen campesino, que el mismo así lo revela, tienen sus cuentos ese aire de fuerza y rusticidad, que antes que un defecto, es un don. La prosa con defecto sería la modosa, la esquiva, la que en su redacción no dice nada.

Y voy al grano. "Luis Sánchez de la atmósfera", es cuento sabroso, envolvente, donde desfilan una serie de personajes raros que ambularon por las calles de la ciudad de Concepción, la otrora aposento de la rebeldía. Es cuento, reiteramos, con algo de picaresca española y con modalidades de conductas patológicamente catalogadas hoy día, con la escueta denominación de: síndromes.

Su paso por esas "casas de la Troya", como la denominó Pérez Lugin a la posada de los estudiantes, hoy ya una envejecida retórica que Bonzi lo recupera con su memoria de luchador estudiantil, donde el temeroso suspenso suscitado termina en animada jocosidad colectiva, y es en su relato: "Regreso del falso Quevedo".

"El color de las rejas", expresa las duras condiciones en las que el autor se desenvolvió tras la trágica fatalidad auspiciada por el 13 de enero de 1947 hasta algunos y buenos meses del año 1949, en las pocilgas carcelarias que la dictadura impuso, para domeñar a la torturada civilidad paraguaya. Periodo en que predominó lo peor y el pueblo fue objeto y sujeto de las más increíbles calamidades.

Otros cuentos relatan los hechos de la lucha de los campesinos por la posesión de un pedazo de tierra, y lógicamente con las características ambientales del Paraguay. O éste otro, extraído de las oficinas y pasillos tribunalicios, de la siempre desarreglada casa de Astrea, donde con malas mañas, con escasos argumentos, con simples sobornos o con el recurso de cualquier otro imponderable, lidian por la herencia, por recuperar lo prestado o astutamente por obtener injustamente lo indebido.

"Contrapuntos acerca del último bandido", es el cuento que utiliza Bonzi para rememorar las trágicas experiencias de la guerrilla de 1959-60. Allí lo recuerda a un purísimo luchador: Antonio Alonso Ramírez, quien tras caer en manos de sus verdugos, delación mediante, el tramo final de su vida tuvo ribetes de verdadera crucifixión. Alonso, hombre singular, victorioso a pesar de todo, a quien podríamos aplicarle lo que dijo José Martí del escritor norteamericano Emerson con toda justicia: "La muerte es una victoria, y cuando se ha vivido bien el féretro es un carro de triunfo." Más hay que mencionar paradójicamente que Alonso es uno de los tantos desaparecidos hasta la fecha... (2) y no tuvo ningún féretro...

El cuento, que a mi entender Bonzi, en realismo, en factura y en tragicómico contenido, logró darle mejor sustento y asidero, es el que tiene por titulo: "Alcanfor". En él el cuentista logró mixturar el miserable ambiente en que vivió el país durante la dictadura con la ironía y el estupor, al crear además un impensado desenlace. Y es algo que recuerda a los narradores actuales de la América Latina, quienes con trazo esperpéntico recrearon el real ambiente que predominó en el continente: de bárbara rusticidad, de incivilizada anormalidad.

Bonzi, desde luego, no es improvisado. Fue luchador estudiantil, practicó el periodismo de rico contenido desde su honorífico cargo de director, un periódico proletario (Adelante), que es como asumir el papel de defensor de reos pobres. Luego soportó un largo encierro carcelario por su calidad de increíble luchador por la libertad, al que hay que adosarle sus alegatos tribunalicios en defensa de sus clientes pobres y alguna que otra poesía motivada por la nostalgia de su tierra natal, al mixturar lo fluvial y forestal que hasta ayer tenían una inusitada fortaleza, hoy casi cambiada por la calva decrepitud del desierto.

Bien pronto, Bonzi, se percató que el corset poético no era para él. La prosa si, de marejadas y oleajes, de restricciones anuladas. Y creo que hizo lo mejor. Hay que reconocer que hoy día la poesía disminuyó en prestigio ante la cantidad multitudinaria de emisores, que crearon (¿favorable o no?), una tormentosa peregrinación...hacia el éxtasis o la divagación. Fenómeno que en todo tiempo fue casi algo normal. Valga esto como antecedente: en los años de vida de Dante en Florencia (finales del 1200 y comienzo del 1300) la ciudad estaba llena de poetas y la actividad poética se había tornado en un fenómeno colectivo, puesto que contribuían a su elaboración: poetas, juristas, notarios, orfebres, ministros, hombres de negocios, etc. Ya en el siglo XIX, Carlos Augusto Salaberry (1830-1891), poeta peruano, lanzó esta profética advertencia, que hoy se cumple a cabalidad:

 

"La bella prosa al porvenir se lanza

y oscuro yace destronado el verso."


Bonzi, a mas de producir artículos y cuentos, incursionó en el terreno de los investigadores del derecho, y produjo un voluminoso texto, en un campo poco ajetreado: Derecho Cooperativo...

Volviendo al libro de cuentos, digamos que Bonzi vuelve a recordarnos una inveterada debilidad de los escritores del pasado: el amor a la amplia túnica de la miscelánea. Pues poesía, cuentos, artículos, meras divagaciones, eran ofrecidos en un solo volumen, cual copa con néctares diferentes. ¿Fragmentariedad? ¿Premura en la difusión? ¿Escasez de recursos para volúmenes diferentes? ¿O mercado poco exigente, con características de producción casera? Que sé yo. Lo cierto es que hoy día mucho ha cambiado.

El tema único, en género y concepción, es el que se impone en la actualidad. Ya no se ofrece la nebulosa de la diversidad; ya no se práctica como en las peluquerías de hoy el unisex literario. Lo decimos así porque Bonzi incorporó en realidad un único artículo: "Las fuentes ideológicas de la formación nacional", un tema de la más cara importancia, por cuanto la historia como la filosofía deben anudarse en apretada simbiosis, para que podamos formular de lo nacional alguna explicación valedera. Porque, ¿cuánto de americano o de guaraní existen en dichas fuentes, o cuanto de español?; ¿o de cosmovisión guaraní o de estrecha armadura religiosa jesuscristiana existirían en la misma? Temas interesantísimos, para cuyo enfoque exitoso habría que tener la capacidad del historiador, del filosofo y del poeta. Con una sola cualidad no bastaría.

La literatura realista, tal la cultivada por Bonzi, tiene en la literatura nacional conocidos exponentes ya clásicos como Benigno Casaccia y Augusto Roa Bastos, como los menos conocidos o promocionados : Josefina Plá, los Bazán (padre e hijo), Jorge Ritter, Reinaldo Martínez, Mario Halley Mora, Santiago Dimas Aranda, Carlos Martínez Gamba . nuestro más destacado narrador en guaraní- en Augusto Casóla, Moncho Azuaga, Guido Rodríguez Alcalá, cuando no caen en un naturalismo adicionado y poco interesante, a igual que en Aníbal Rafael Gamarra- de quien nada se sabe hoy en día-, en Milia Gayoso, y en León Ior (creo que responde al sincretismo de su nombre y apellido: León I. Ojeda Rodríguez) (3) con su "Exhumación", de sintética expresión gorkiana, es decir, algo parecido a la literatura del ruso Máximo Gorki. Tampoco olvido al ponderable contingente de narradoras que ocupan cada vez más el espacio literario, cuya evaluación debería corresponder a alguna pluma venidera.

Además, corresponde observar que el cuentista más interesante por el manejo y final de los argumentos es Carlos Garcete en los últimos tiempos, así como el más hábil novelador fue indudablemente Juan Bautista Rivarola Matto, fallecido lamentablemente cuando podía habernos dado obras de mayor envergadura. (Postumamente conocimos su novela "La abuela del bosque" y su obra de teatro "Vidas y muertes de Chirito Aldama" y de su hermano José María la novela "La suela"(4).

Con ingredientes históricos elaboraron buenas narraciones Jesús Ruíz Nestosa, Esteban Cabañas (seudónimo de Carlos Colombino) y Luis Hernáez. Reneé Ferrer formuló una hermosa novela con la problemática de la tierra: "Vagos sin tierra".

Lo penoso es que para nuestra crítica mezquina y servil obra como la de Antonio Bonzi pase desapercibida, si no se la pone impertinentemente ante las narices de sus cultores. Estos jamás la irán a buscar, como deberían ser un deber de quienes ejercen dicha tarea. Sin embargo, con la literatura extranjera dicha crítica se muestra complaciente y elogiosa, a pesar de que nuestra prensa no es leída ni en el patio del vecino. Es que así; esa aguanosa crítica es como el perrito faldero de algunas casas que al llegar abruma con su impertinencia.

Es cierto, debemos extraer muchas enseñanzas de la literatura extranjera; pero no es menos cierto también que debamos colaborar para que la nuestra se conozca y progrese. ¡Qué caray!, aquí estamos obligados a ganar nuestra propia batalla, que la misma madure y se fortalezca. Estimo que hay que desterrar esa vieja manía de la crítica casera de ser extremadamente complaciente, todo ojo y oído para la literatura extranjera, y de ceguera y sordera para la nuestra.

En un país de escasos rumores, sin revistas literarias, sin generosos espacios para los escritores, donde la frivolidad tiene todo el terreno que quiera frente a la minúscula porción para lo serio y lo racional, nuestra crítica no sirve para nada. Y bien, sabemos que esto no se curará así nomás. La cura vendrá cuando se genere alguna corriente cultural que dé el tajo al mundo de pústulas existentes y queme la morada frívola de las corrupciones, con el fervor de los que han decidido iniciar algo nuevo.

Y bien, Antonio Bonzi nos dá con este volumen tan solo una pequeña muestra de su experiencia de luchador, de abogado, de intelectual y de hombre que trata de devolver algo de valor a la patria. Cae de maduro, que de su cantera personal saldrán frutos culturales. A nivel de cuento o de memoria, a nivel de análisis o de evaluación. (5)

En fin, digamos en pocas palabras, que el libro de Antonio Bonzi nace de pie, es decir, con toda fortuna, al ingresar en nuestro pequeño mundo literario con la ingenuidad propia del optimismo.

6 de noviembre de 1999.



GLORIA MUÑOZ, TALENTOSA NARRADORA

 

La narrativa es el último género literario forjado por la humanidad. Nació del mayor auge económico, que se producía ya hacía varios siglos en Europa. Es cierto que la narrativa oral ya tenía existencia de miles de años, mas su desarrollo estaba limitado por un sistema de transmisión. Que dependía de la memoria fértil y ágil de los narradores y dependía de la línea de sucesión correspondiente. De soltarse algún eslabón, la narración desaparecería y no existía medio alguno para rescatarla. Y además debía sortear otros imponderables: que la comunidad depositaría de las narraciones no sufriera las calamidades naturales o históricas que sobrevienen inesperadamente, y que con la hecatombe o la diáspora se perdieran como granos de arena, sucumbiendo toda memoria.

El padre de la narrativa ha sido el comercio, el poderío económico que provoca sobrantes y que impele a su aplicación. Y la madre: la imprenta.

Sin la imprenta no hubiese existido la explosión bibliográfica de ayer como la de hoy que provoca la inmensa difusión de la palabra escrita. Gracias al libro la memoria permanece y el verbo ni envejece. Pues el libro no se jubila jamás. Goza de eterna juventud. Desconoce la silla de ruedas de los inválidos. No sufre las malformaciones de la artritis. Desconoce los males de la vejez. El libro es inmortal como la materia. Y al ir a parar en otros libros sufre transformaciones. No conoce la inmovilidad de la muerte. Y como decía Rafael Barrett: "¡Solo la vida es joven!"

Surgió la narrativa cuando la caballería movía a risas con Cervantes y ya marchaba camino a los museos del olvido, a la extinción. Con los primeros banqueros del Renacimiento, con los ávidos comerciantes, con los avaros, dinámicos soldados en la aurora del capitalismo. Y luego la novela picaresca. Que pintó a los mercaderes ambiciosos y astutos, a los aprendices de estafadores, a los timadores de condición. De sus páginas brotaron los lazarillos de Tormes y picaros de todo tipo, los perurimá legendarios, los vendedores de historias, los verseadores del engaño.

Y tras el auge del industrialismo en Europa, con la expansión del periodismo, con la proliferación de las hojas tipo "Amigo del pueblo" de Marat, el vendaval incesante de folletines, conformando la novela por entregas. Y es cuando se produce la irrupción de Balzac y de toda la cataverva francesa, y es la aparición en Inglaterra de Dickens con la lamentable humanidad de niños explotados en las fábricas y minas oscuras, o de los que han sido inducidos a la vagancia tras el proceso de alumbramiento de los campos para dar espacio al ganado lanar y la pauperización consiguiente de los campesinos. Y es el temprano protagonismo en Rusia de los decembristas con Pushkin. La Madre Rusia, flagelada por los knuts, las razzias periódicas en el campo, los sangrientos progroms, casi deporte de los señores feudales del zarismo, Rusia ahogada entre la hojarasca exánime del socialismo real y el efluvio insoportable del queso rancio del no esperado capitalismo.

Y bien. Tras la destrucción del Paraguay en 1870, la literatura paraguaya tuvo que afrontar una tardía madurez. Demorada por la hecatombe, por el atraso a que descendió. Por las calamidades del hambre, el analfabetismo, el latifundio feroz, la mediterraneidad que la incomunica, y el olvido que la paraliza.

La verdad es que la narrativa es la expresión literaria que recién ahora cobra volumen y expansión. Hasta ayer únicamente la poesía exaltaba las tradiciones nacionales y sus historias. Y algo con su no voluminoso teatro, y algo con sus escasos ensayos.

En la actualidad en el Paraguay dos géneros literarios permanecen casi en estado vegetativo: el ensayo y la crítica.

Carecemos de ensayistas, es decir, de pensadores. Si, hay quienes han estudiado nuestra economía y algunos problemas del campo, y de otro poco que se esfuerza por examinar nuestra vida política. Más necesitamos de ensayistas sesudos y criteriosos, de pensadores que evalúen nuestro pasado, nuestro presente y que fantaseen sobre nuestro porvenir. Necesitamos reales gestores del pensamiento, que formulen criterios sobre todo, sobre el país y sobre el pueblo.

Igual déficit padecemos en la crítica. Carecemos de críticos de verdad. Algo que sea diferente a la crítica displicente, a nivel de amigo, de manga ancha y de cabeza pequeña. Necesitamos una crítica orientadora, real y efectiva. Alguien que fuera como Julien Benda (1867-1936), que propugnaba el ideal de la insobornabilidad racional e intelectual, y que en su papel de crítico se sitúe por encima de los simples intereses emocionales y prácticos, para cumplir con devoción y su cometido. Una crítica que expanda la luz, que sirva de brújula al público lector. Mas nada hay de crítica ni de críticos, en nuestro medio.

Por la evidencia de sus limitaciones las páginas culturales de los diarios no crean la expectativa ni el interés. Las mismas nos da un poco de todo, pero antes que nada de cosas intrascendentes. Resucitan a veces páginas enmohecidas o de bellezas ya en camino hacia el pensionado de la vejez. Y aquellas otras nos ahogan en las aguas de lo étnico y etnológico, llamándonos a escuchar el coro de voces casi olvidado y el crepitar de ilusas fogatas varias veces centenarias. ¡Escritos tediosos que no conjuncionan el fervor del pasado con el que aún persevera en el presente, secundados por apostillas innumerables como hormigas de un hormiguero. Y las de más acá con artículos infectados por terminologías neopositivistas que no dicen nada: partidocracia, clase política, patria financiera, reforma del Estado, etc. etc., que fracciona la realidad social en meros disparates. Gente a la que Unamuno azotó, satirizó, y que la calificó de literatistas y demás yerbas.

Y bien encaminémonos hacia lo que nos reúne en esta ocasión.

En la narrativa del país, ya desde sus orígenes, las mujeres han sido conocidas protagonistas, en la primera hora de ayer y en la segunda, de ahora.

María Teresa Lamas Carísimo y Concepción Leyes de Chaves fueron las que se impusieron la bella tarea de abrir la trocha por donde hoy transita gran número de mujeres. Las mujeres ocupan hoy los puestos de vanguardia de la narrativa. Forman verdadera legión. Legión dinámica y contundente, de constante protagonismo.

Gloria Muñoz es una de sus componentes. Destacada componente y mujer de armas tomar. En poco tiempo dio muestras de su gran capacidad de trabajo, sorprendiendo a propios y extraños. Ha incursionado en el teatro. Ha dramatizado acontecimientos históricos importantes. Y en la narrativa ha pisado con el pie derecho. Ha dado en dicho género una muestra significativa: Polca 18.

Un volumen que trasunta el gran conocimiento de la autora de la vida campesina, de la que predomina en los pueblos del interior. Que refleja lo cotidiano y lo elemental, sus insensateces y sus rudezas. Su monotonía casi programada y su rumoroso silencio. De la picardía de sus pobladores, del pobre cometido de sus vidas. De sus ilusiones y de sus desgracias.

Gloria Muñoz sigue la trayectoria narrativa de conocidos escritores del país como Juan F. Bazán, Casaccia, Roa Bastos, Reinaldo Martínez, Juan Bautista y José María Rivarola Matto y de varios otros. Es decir, de los que han escrito para perennizar aspectos de la realidad paraguaya, de su historia, y de la levedad de las cosas comunes. Y para atrapar la realidad que pasa dinámicamente hacia el olvido y que jamás retorna. Pues las cosas siguen su curso, y el tiempo pasa como en un vuelo único, incesante, dando la impresión de aparente monotonía. Más nada es así. Nada se repite sino sobre nuevas bases, sobre nuevos condicionamientos. La historia carece de reposo. Es gigante con botas de siete leguas. ¡El laboratorio donde todo se transmuta!

Gloria trata de captar lo que caracteriza a nuestro, pueblo, en materia de costumbres y hábitos, en materia de peculiaridades nacionales, de inmediateces cotidianas. Y al pueblo se lo conoce por sus anécdotas, por su vida de relación. En fin, el pueblo se configura y se hace con la acción.

Gloria tiene una peculiar manera de ver las cosas: con picardía y con la sutil ironía rabelesiana. Su literatura trajina así dialécticamente por la senda de lo irónico y lo serio, por los corredores de lo superficial y de lo dramático.

La escritora Gloria Muñoz ha tratado de forjar su propio estilo, sus propias armas. Ha superado las simples imitaciones. Ha marchado con su propia lámpara para ver los intersticios oscuros y claros de nuestro pueblo. Un pueblo dinámico y contemplativo, callado a veces como la piedra, y ardiente como la ardiente materia de sus fogatas mañaneras. Pueblo que conserva muchos atributos campesinos, que se expresa en dos idiomas, que aún carece de las virtudes para extraer conclusiones de sus experiencias históricas. Es decir, un pueblo aún inmaduro, que es engañado por políticos sin escrúpulos, por mercaderes de todo tiempo, por quienes esgrimen los panes de las mentiras. Pueblo que demorará aún mucho tiempo para que sea pueblo entero y total. Hoy inconsciente y desunido, es apenas mitad.

Todos los estilos son buenos para pintar al pueblo si se hace con sinceridad. Tanto el realismo mágico, grandilocuente, con halos poéticos, como penumbras del amanecer, como en el "Llano en llamas" de Juan Rulfo, o con la seriedad pétrea de los dioses mayas o de los oreados duendes de maíz de Miguel Ángel Asturias. O con el realismo simple y paradigmático de Chejov, en la magistral presentación de hechos aparentemente intrascendentes, o con la luz casi mágica, de mujikces astrosos, caballos hurtados y de encantadoras mujeres, de los cuentos de las veladas de Dikanka de Nicolás Gogol. O, en fin, con la morosidad de veinticuatro horas de Joyce en Ulises, o la de años de Proust.

Gloria escogió el realismo, el que pinta, dibuja y presenta el ambiente que existe en casi todo pueblo del interior del país. De esas historias que sí podemos decir sin equivocarnos: "pero si estas son las de aquí". No pretendió echar manos a esa especie de realismo cosmopolita que bien puede ser de cualquier parte. De historia que podrían haberse suscitado en cualquier lugar del mundo. Es decir, un realismo extraído de los libros que de la realidad diaria de nuestro ambiente.

El verdadero realismo tiene aún mucho que hacer en nuestro país. Porque tiene todo un mundo que pintar: el panorama histórico del Paraguay, es decir, de lo que fue, es actualmente, y de lo que aspira a ser aparentemente en el futuro. Del Paraguay sumido aún en los tramites de la pobreza, del que soportó las bárbaras acciones de las sucesivas dictaduras, del que prosigue siendo robado y engañado como niño de pecho, del país poblado de héroes reales y aparentes, de la vida incesante de sus habitantes-¡Del Paraguay dolorido del interior, y del Paraguay del éxodo y el llanto del exterior!

Con el estilo de su libro anterior, o parecido al menos, Gloria Muñoz hoy nos da a conocer el volumen de cuentos "La navaja de don Ruperto". De ricos componentes, de nuevas resonancias, con sus ingredientes sociales de pueblo, picardías, de sucesos bellos o simples. Lamentablemente poco se difunde lo que hacen nuestros escritores. De sus aportes importantes y significativos.

Gloria, es merecedora de un estudio más serio por lo que ya hizo. Mas nuestra crítica no anda ni tampoco nuestros diarios. El que lanza un libro es recordado ese día y nada más. Luego sobreviene el largo silencio. Recuerdo que el escritor Luis Berisso (1866-1944) se quejaba que las clases superiores argentinas solo se interesaban de los deportes y de la cría de caballos y no mostraba ningún interés por la literatura. Reconocía con tristeza que Buenos Aires- que tiene millones de habitantes- no tuviera más de cien lectores de los libros nacionales. Aquí, en nuestro medio, podríamos decir: que las clases mal llamadas "superiores" se ocupan del fútbol, de la equitación, de la carrera de automóviles y no más, y no se sienten atraídas por la literatura. Y que si Buenos Aires tiene cien lectores, nosotros tenemos una ínfima cantidad que nos podría hacer llorar...

Nuevamente hay que resaltar la labor insigne que cumple la Editorial Arandurá. Que apoya la labor de nuestros escritores, de los que carecen de recursos o los que tienen en limitada cantidad, de los que carecen de promoción, de publicidad, y de todo. Que apuesta por escritores desconocidos o que apoya a los que quieren seguir su vuelo por el cielo de nuestro país.

Gloria Muñoz se insinúa así como una gran trabajadora de nuestras letras, y que podrá ir bien lejos, si sigue trabajando y dando buenos frutos. No hay talento que valga sin trabajo. De seguir nuestra narradora en la misma línea de trabajo y creación, podrá hacer honor a su propio nombre que lo dice todo: Gloria.

15 de diciembre de 2002



CARLOS GARCETE, UN GRAN ESCRITOR DESCONOCIDO

 

Había nacido este destacado narrador en Asunción en 1918, donde falleció en 2003, pocos días antes del término del mencionado año.

De condición humilde, conoció los rigores de la existencia sacrificada. Así y en cierta oportunidad, ambulando por el corralón donde dejaban sus animales los trabajadores del Mercado Guasú -que abarcaba las actuales plazas de O'Leary y de La Democracia- tuvo un accidente que le deformó la nariz, por lo que algunos lo atribuyeron a la práctica del duro deporte del box.

En su juventud recorrió extensos lugares del país y su madre que era maestra, le indujo al sabio manejo del idioma español. Participó como combatiente en la guerra del Chaco, de donde regresó con el grado de oficial. Luego fue funcionario del Banco del Brasil y tras la huelga bancaria en el marzo insurreccional de 1947, tuvo que marchar al exilio que le durara como casi cuatro décadas. Tras radicarse durante muchos años en Buenos Aires, cierto tiempo después, ante la cambiante vida política argentina, se vio obligado a marchar a Francia. En París asumió la calidad de pintor, que le sirvió para solventar su existencia, de tan rigurosa exigencia en una ciudad extraña.

En Buenos Aires integró la vanguardia artística y literaria, que se aglutinó alrededor de la conocida Agrupación Folklórica Guaraní, en cuyo seno estaban grandes músicos como José Asunción Flores e ilustres escritores como Campos Cervera y Roa Bastos.

Poco antes de la década del 50', editó su libro de cuentos: "La muerte tiene color", que formó parte de la trilogía literaria que provocó el gran éxodo de 1947 juntamente con "Cenizas redimidas" de Campos Cervera y "Días roturados" de Elvio Romero.

Su amistad con el gran escritor argentino Raúl Larra, director de la buenísima Editorial Futuro, le posibilitó editar su segundo libro de cuentos: "El collar sobre el río" y las breves obras teatrales: "La caja de fósforos" y "Aumento de sueldo", dos magníficas joyas de contenido crítico, para el arte de la representación. Ya de regreso al país la Editorial Arandurá dio a conocer su tercer libro de cuentos: "El caballo del comisario". Gracias a FONDEC sus tres libros de cuentos fueron reunidos en un solo volumen y su viuda Carmen Bordón, por iniciativa personal dio a publicidad sus obras de teatro ya mencionadas sumadas a "Isidoro Rodríguez S.R.L.", que fueron ya representadas tanto en París como en Buenos Aires. En Rusia también fueron traducidas algunas de sus obras, y uno de sus cuentos integró una importante Antología de la literatura latinoamericana editada en Moscú, en la que estaban valores tan representativos de dicha literatura como Borges y García Márquez.

Indudablemente, Carlos Garcete fue un gran escritor que no tuvo la resonancia merecida porque jamás trató de ejercitarse en la autopromoción ni en procurarse amistades convenientes en los medios de difusión. Se mantuvo casi siempre alejado del ruido urdido por la actividad literaria. A pesar de todo, Garcete rendía gran culto a la amistad, tanto que en Buenos Aires contrajo "el mal de los cafetines", mal consistente en estar horas y horas charlando simplemente con la excusa del consumo de una taza de café. Poco tiempo antes de su fallecimiento, esta inveterada práctica hizo que tuviésemos que lamentar la pérdida de los originales de una novela breve, ya confeccionada, que consagraba el argumento de cosas y hechos de la larga era dictatorial.

En el Cementerio del Este, el 30 de diciembre de 2003, tuve el gran honor de despedirlo con la ayuda de su caro amigo de los últimos años, el poeta y el mejor charlista de nuestros medios literarios, Oscar Ferreiro. En los últimos tramos de mi discurso tuve que señalar con cierta dureza crítica que se nos iba un hombre que "se construyó su propio nombre entre las nieblas del silencio y la ambigüedad manifiesta de nuestra cultura. Cultura que gusta no nominar a sus grandes hombres, como no decir nada de sus grandes personalidades".

Carlos Garcete fue un gran escritor desconocido en espera que la crítica o el comentario no lo sigan ignorando. Hombres como él se sobreponen tarde o temprano a las injusticias del olvido puesto que la buena literatura se ejercita en la resurrección, una y otra vez.

21 de diciembre de 2011



DEBE CREARSE UN INSTITUTO DEL LIBRO

 

En África Oriental existe un río: el Wekly Sheheydi que recorre muchos cientos de kilómetros, pero no llega nunca al mar, sino que desaparece bajo tierra y no se sabe dónde va a parar.

Creo, como el mencionado río, que el libro paraguayo tiene parecido desenvolvimiento. Nace, tiene cierto tiempo de existencia, pero nunca llega a ningún mar de lectores del planeta, y no se sabe dónde va a parar.

El libro tiene, desde luego, corta existencia en nuestro medio por carecer de toda publicidad. Tras la primera impresión causada por su lanzamiento y de su breve existencia en los lugares de ventas, el mismo desaparece sin ningún ruido. Los vendedores, con mentalidad escasamente ambiciosa y comerciantes al fin, ni toman el trabajo al terminar el primer lote en renovarlo dentro del stock del negocio, por la desesperante lentitud de su colación.

El mercado del libro en nuestro país, es desde luego, muy pequeño, por serlo al menudeo. La demanda del mercado es reducida, por lo que una insignificante edición de 500 ejemplares constituye una enormidad. El público potencialmente existente no sabe a ciencia cierta para qué sirve el libro. El analfabetismo conocido o el semi analfabetismo real del grueso de la población no crean las condiciones para la existencia de un público lector numeroso. Pocos entienden que el libro es un instrumento de información y de orientación. Algo que prolonga la mundividencia y la misma existencia. Algo que enriquece el espíritu y le da fuerzas vitales para acrecentar la propia energía. Porque el ritual cotidiano de la existencia es generalmente pobre en ingredientes y se vuelve en algo mecánico. Tiene escasas variantes y ni qué hablar de expectativas.

Hay que ser claro: el libro en la vida de nuestra ciudadanía no constituye aún una necesidad sino un accidente, por varios motivos, que van desde los ingredientes económicos hasta los educativos. Hay que señalar además la escasa exigencia cultural del medio. Sólo un texto grandilocuente, con aristas de pasión alucinada, con revelaciones promiscuas de todo género, de la crueldad policiaca dictatorial o del clandestinaje conspiraticio, puede derribar el muro de indiferencia y hace que el libro tenga demanda. "Nos enfrentamos así a un público lector, inestablemente numeroso, que se mueve antes que nada por motivos o patrones puramente emotivos. No aspira sino a informarse mínimamente. Y es público que se asienta únicamente en la capital o en las escasas ciudades del país. El campo, valga la redundancia, es un campo vacío. Allí nadie posee un libro. El libro constituye la máxima rareza.

Así, el lector nacional estaría aún en el límite económico- cotidiano que considera, como decía el crítico ruso Pisarev (citado por E. Chiricov en su novela "El payaso rojo") que "un par de zapatos son más útiles que Pushkin".

Está comprobadísimo, en nuestro medio, que la edición de libros de manera individual o por cuenta del autor, tiene escasos resultados. Pues, prontamente el autor ve acabar las posibilidades que le da su propio relacionamiento personal, para la colocación de un número no elevado de ejemplares. El esfuerzo persistente cede paso inevitablemente, a la larga, al agotamiento. No hay autor que al paso del tiempo no haya arriado la bandera de su entusiasmo. Es la ley.

Lo mismo podemos decir de las improvisadas editoriales surgidas al socaire de un repentino entusiasmo, insinuado torrencialmente poco después del segundo tramo de la década del 80', cuando la ciudadanía se preparaba febril y subjetivamente para darle el golpe final a la dictadura, tampoco dieron resultados duraderos. Sin la infraestructura de la propaganda, de la distribución y del necesario flujo financiero que debe reciclarse constantemente, unido al estrecho mercado, provocaron la desaparición paulatinamente de todas ellas. Hoy día los dedos de una sola mano, son más que suficientes para contarlas.

Hay que señalar además que es este un país donde la literatura aún no cuenta o no tiene espacio. Donde los autores vagan como almas en pena y con la desilusión y la tristeza a flor de labio. Donde los diarios no tienen suplementos culturales válidamente representativos, sin grandes desniveles, y sí remedos tal vez, pero nada más. Donde el deportivismo, que agudiza lo grupal e instintivo, siembra al par que el entusiasmo de masa por los deportes, la real estupidez colectiva. Algo que conviene, indudablemente, a la estructura de poder no popular del país. El viejo y adormecedor expediente imperial del circo.

El libro nacional, es lógicamente, desconocido más allá del perímetro de nuestra capital. Lo que apuntó alguna vez, en su conocido tono chanceador Juan Bautista Rivarola Matto, de que no se nos conoce culturalmente hablando, ni en Clorinda, es decir al otro lado del río, es la pura verdad.

La incomunicación cultural en nuestro propio Continente, es archi conocido. Nadie sabe a cabalidad, a excepción de la obra de los autores vastamente publicitados, qué hacen los demás escritores. Qué tiene la literatura del país vecino. Por lo demás, la difusión del libro en toda América es anárquica y discontinua. No hay un intercambio bibliográfico que facilite el conocimiento mútuo y la consolidación de la conciencia americana y la vivencia histórica de nuestros pueblos. Ya en el III Congreso Latinoamericano de Escritores, realizado en 1970 en Caracas (Venezuela), se señalaba que el gran obstáculo para "la difusión del libro en América Latina y para el desempeño de la labor del escritor como conciencia de la realidad social, radica en las condiciones de subdesarrollo económico-social del Continente, que tiene como consecuencia el alto nivel de analfabetismo de las masas y su casi imposibilidad de acceso a la educación".

En dicho Congreso surgieron ponencias importantes, tales como la necesidad de crear una Cooperativa Latinoamericana de Escritores con una red de librerías anexas, para la circulación de las obras de los escritores; un intercambio de colaboradores entre los periódicos latinoamericanos; la necesidad de hacer traducir a otros idiomas muchos libros americanos; la creación de mecanismos para la redistribución de libros en las comunidades locales, la reducción de todo gravamen que dificulte la libre distribución y circulación del libro; la creación de una biblioteca de Autores Latinoamericanos que "refleje, de un modo sistemático, la línea de la continuidad americana; la lucha por el buen y adecuado uso de los medios masivos de comunicación, y muy especialmente, la utilización conveniente de la televisión, de "influjo irresistible y alienante" sobre las masa. etc.

Urge, incuestionablemente, la creación de un Instituto del Libro, que edite y distribuya el Libro Paraguayo en todo el mundo.

Un Instituto que tenga una dirección no numerosa y rotativa, de amplísimo espíritu democrático, donde encuentre amparo el escritor pobre y desconocido como el ya renombrado. Podría ser el instrumento o el mecanismo para que el Libro Paraguayo ocupe el espacio actualmente vacío en todas partes. Un organismo ágil y dinámico que se imponga como única tarea la difusión del libro nacional. Que apoye todo tipo de exposición o de feria. Que llegue a las áreas pobladas de cualquier volumen. Que facilite la creación de bibliotecas estables y ambulantes. Que rompa la indiferencia y el silencio. Que auspicie el reinado de la luz y la cultura. Que dé paso al Paraguay pensante, de ayer y de hoy. ¡Sería la máxima contribución a la cultura nacional!

22-IV-92



CON MOTIVO DEL PREMIO MUNICIPAL DE LITERATURA 2012

 

Señor Intendente de la Municipalidad de Asunción.

Miembros de la Junta Municipal y demás autoridades de la Intendencia.

Invitados especiales, estimados asistentes:

Mi agradecimiento al señor Intendente, a la Junta Municipal y a los miembros de Jurado, integrado por conocidos intelectuales, por la concesión del premio literario correspondiente al 2012. No puedo negar que el hecho me resultó algo feliz e inesperado. Siempre fecundé las letras, cual un compromiso personal que me impuse a través de los años, sin pensar en la repercusión que podría generar. Estimo que la mayoría de mis colegas actúan con esta modalidad.

Y bien, reconozco que el premio establecido para la literatura prestigia a la Municipalidad de Asunción. En el orbe de los municipios creo que es el único, y en importancia nacional es el segundo. Premio que estimula la creación literaria, que riega el bosque de las letras para que se mantenga y aumente.

Comprendo que esta distinción, de este año, prestigia al género del Ensayo creado en el siglo XVI por Miguel Eyquen, señor de Montaigne, pensador francés. En la actualidad las innumerables y valiosas opiniones vertidas por el pensador están concentradas en dos gruesos volúmenes.

Estimo que nuestro país el ensayo ha sido distinguido pocas veces, y creo que aquí y ahora se hace un reconocimiento al género, que tuvo cultores meritorios como Alfredo M. Seiferheld, Mauricio Schwartzman, Helio Vera, que esparció con los textos que escribiera, una especie de teorizaciones serias y no serias de matiz idiosincrático, es decir, del temperamento y carácter del paraguayo común, aunque creo que su inicial formulador lo fue el Dr. Miguel Ángel Pangrazio con su obra "Arriero porte", aportó además a esta original modalidad: la paraguayología, el padre Saro Vera y en la actualidad Aníbal Sanabria Romero.

Los problemas campesinos fueron examinados por destacados intelectuales como el recientemente desaparecido Tomás Palau y varios otros más, siendo como una especie de libro-guía el trabajo de Carlos Pastore: "La lucha por la tierra en el Paraguay". En el campo obrero-gremial no ha sido superado aun lo hecho con su tríptico Francisco Gaona, aunque existen otros trabajos menores en la actualidad.

En historia se acrecientan constantemente los aportes hechos tanto por nacionales como por extranjeros de Estado Unidos de Norteamérica, Brasil, Argentina, Irlanda, Francia, interesados en especial en la guerra de la Triple Alianza. Entre los historiadores nacionales destacamos el trabajo de José Antonio Vázquez, el principal reivindicador del Dr. Francia, que sirvió de sustento o sostén de la narración de valor universal de Augusto Roa Bastos: Yo el Supremo, la valiosa pero poco publicitada contribución de Roberto A. Romero y Francisco A. Montalto y de los que aportan para la confección del Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia. La historia sigue siendo como un enorme espejo donde quieren verse retratados los paraguayos.

Los ensayos sobre política son incontables: memorias, biografías de personalidades políticas, análisis de todo tipo, opiniones, entrevistas, historias de partidos e interpretaciones de hechos políticos lejanos o cercanos, sobre derechos humanos, etc. En la esfera de las investigaciones científicas existen importantes trabajos sobre problemas médicos, respecto a cuestiones dietéticas y ecológicas, fenómenos climatológicos y fluviales del empleo de las más diversas energías, de lo que podría aportar al país cualquiera de ellas, y casi en el mismo género de preocupación: la del papel de la Universidad.

En la literatura y en la modalidad del ensayo se han formulado cientos y cientos de trabajos. Mencionamos lo hecho por Teresa Méndez Faith en sus diccionarios, compilaciones y dos tomos de ensayos de autores recientes, cuya autora se amerita al metodizar la labor literaria. La Revista-libro del PEN CLUB, una organización casi sin presencia física, reporta innumerables ensayos de sus asociados. Un grupo de intelectuales se apresta a proseguir la labor de Carlos R. Centurión, que se detuvo en 1960, con el objetivo de actualizar su importante Historia de la Cultura Paraguaya. En filosofía y psicoanálisis aparecen trabajos y trabajos.

Tratados relacionados con el idioma guaraní aumentan constantemente, aunque hay que decir que el trato que recibe no corresponde a la importancia que merece. Recuerdo que el casi primer estudioso del idioma Moisés S. Bertoni decía que "el italiano sirve para hablar con los demás, el francés con los hombres y con Dios; pero puedo afirmar que el guaraní sirve para dialogar con la naturaleza en tono íntimo, llano, casi familiar." Un gran gramático del español e implacable azotador de sus transgresores, Arturo Capdevila, era sin embargo admirador del guaraní, quien apoyándose en Benjamín T. Solari, transmitió lo que éste dijo: "cuando uno oye hablar el guaraní... piensa que es la naturaleza misma la que habla por sus hijos."

En fin, el ensayo induce a la aventura del pensamiento. Existen en todos los campos estudios que deben realizarse, juicios que deben formularse. Mas antes de despedirme agradezco la inesperada contribución a la distinción recibida de mi colega Augusto Casóla, al dispersar el agua de mis letras con un trabajo bio-biográfico.

Reitero mi agradecimiento por todo y a todos.

Octubre de 2012



NOTAS

(1) Su experiencia literaria y una conceptualización más densa y adecuada del argumento diéronle la posibilidad de concretarlas en una manera madura como lo es "Yo el Supremo", esquema críticamente elaborada del papel del jefe indiscutido de la revolución de mayo de 1811 y así como defensor de la independencia nacional, Dr. Francia, en una narración de pródigas y originales aristas, años después.

(2) Lamentablemente, verdugos como Antonio Campo Alum sigue sin ser ubicado, a pesar de sus numerosos crímenes; y Sabino Augusto Montanaro, bravucón y homicida en le era del estronismo, simula una inexistente locura para escapar de la sanción carcelaria que merece, sin perdón de la edad que tiene. ¿Con los crímenes y desapariciones? ¡Éramos felices...! Oh brutalidad de brutalidades... (Nota agregada en 2011).

(3)     Leo Ior es prácticamente un autista literario. Sabemos que produjo un segundo volumen, pero jamás trató de acercarse a sus colegás ni a difundir su obra. Algo curioso. Que fue 32 años exiliado político y que vive en San Lorenzo...

(4)     Nota agregada a posteriori.

(5) Posteriormente en mayo de 2001 proveyó Bonzi a la ciudadanía la historia de un Partido, el Comunista, bárbaramente combatido por el oscurantismo afincado en la reacción nacional con el libro: "Proceso histórico del Partido Comunista Paraguayo" (Un itinerario de luces y sombras). Una valiosa contribución al campo de las ideas, dado que en trabajos de parecidos matiz, los desnutridos ensayistas que lo formulan, recurren preferentemente a la expresión de anécdotas fechas y a una larga seguidilla de adjetivo de "grande, glorioso, etc.", que no significan absolutamente nada, al final de cuentas.





ÍNDICE

A manera de prólogo   

 

ESCRITORES - INTELECTUALES - MÚSICOS - ARTISTAS

• Díaz Peña, Poesía en la multitud

• Vicente Lamas, del lirismo a la elocuencia heroica

• Desaparece un gran poeta:

Manuel Verón de Astrada     

• Emilio Armele  

• Santiago Dimas Aranda, en la rebeldía consecuente

• Félix de Guarania      

• Elvio Romero

• Juan Bautista Rivarola Matto      

• Laureano Pelayo García

• Augusto Roa Bastos  

• Raúl Amaral, insigne polígrafo y archivero mayor de la República

• El inmediato Benigno

• Néstor Romero Valdovinos

• Reinaldo Martínez     

• Miguel Ángel Caballero Figúm, militante de la poesía y la revolución         

• Ricardo Mazó   

• Recordando a José Luis Appleyard       

• Francisco Corral

• Helio Vera        

• Carlos Martínez Gamba      

• Escrito recordatorio y de despedida de Dimas Piris Da Motta

• Carlos Martínez Gamba, en el viento germinal de la historia      

• Emilio Pérez Chaves  

• Juan Max Boettner    

• Alejandro Villamayor

• Juan José Sorazábal (Chuchín)     

• Hugo Pistilli              

• Roque Gaona (h)       

• Don Ricardo Rolón, librero insigne       


APUNTES, PROBLEMAS LITERARIOS Y EL NIÑO

• Consideraciones sobre el arte       

• El arte, síntesis del trabajo  

• La resignada soledad 

• La voz de fondo

• La lanza del pensamiento    

• El escritor y la libertad de expresión

• El escritor, la realidad social y algunos problemas   

• El pensamiento vivo de don Miguel de Unamuno    

• Recordando a León Felipe

• Un momento con Juan Wolfang Goethe

• Adalberto Ortíz, poeta afro-ecuatoriano

• Constante melancólica en la poesía de Antonio Machado

• Aspectos fundamentales de nuestra literatura

• No existe tal incógnita

• Nuestro arte: algo marginal 

• Barrett, uruguayo?    

• En Francia se interesan por la vida y la obra de Barrett

• La poesía contemporánea

• La joven poesía paraguaya 

• Los temas fundamentales en la poesía paraguaya

• Cinco poetas de la joven poesía paraguaya....

• Hérib Campos Cervera: Lírica contra represión

• Elvio Romero, poeta invalorable

• El arte y el poeta para Carmen Soler

• Félix de Guarania, símbolo de selva y bandera

• La Revista Martiana, una creación de Félix de Guarania            

• Elsa Wiezell

• Ibarbourou, Montevideo y Artigas vistos por poetas paraguayos       

• Aurelio González Canale, poeta del amor....

• William Baecker, el poeta con la voluntad y la aventura del amor

• Asunción, en el itinerario de mi vida y de mis recuerdos   

• Federico García Lorca, en el centenario de su nacimiento

• Josefina Manresa

• Quienes iniciaron el real viraje hacia la auténtica cultura nacional

• La literatura como voluntad y bandera  

• Raúl Amaral y la literatura paraguaya  

• De la lectura de novelas

• Roa Bastos con el Premio Cervantes

• Una narrativa meritoria y el premio nacional 

• Augusto Casóla: "Tierra de nadie- ninguem"

• Augusto Casóla, narrador de la pequeña burguesía 

• Firracas y pandorgas de Augusto Casóla....

• Augusto Casóla: "El stradivarius"

• Antonio Bonzi, entre la idealidad y el realismo        

• Gloria Muñoz, talentosa narradora

• Carlos Garcete, un gran escritor desconocido

• En la reedición de cuentos de Carlos Garcete

• Con motivo de la aparición de un libro

• La feria del libro

• Por una cultura rica y enaltecedora

• La etapa de las influencias literarias

• Los grupos literarios 

• Arúspices del medio  

• El cuento en la vida del niño        

• El niño, varias posibilidades        

• Debe crearse un Instituto del Libro        

• Fundación Rudi Torga        

• La prensa cultural

• Escrito leído con motivo de la aparición del libro: Luis María Martínez, obrero de la "palabra" de Augusto Casóla

• Con motivo del Premio Municipal de Literatura 2012       

• Los suplementos culturales

 

 

 

 

 

 

 

 

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