SEGUNDA PARTE – ASUNCIÓN
Del poemario ANTES DEL ATARDECER
Poemas de CATALO BOGADO
EL MONSTRUO, EL SILENCIO
En esta ciudad, como en mi aldea
el otoño fija su imagen
en todos los rincones
del paisaje aturdido.
Los niños, en las escuelas,
obligados a contemplar un retrato,
sólo quieren regresar al pasado,
lamentan haber nacido
en tan mala hora.
Los jóvenes de la "Patria"
andan decapitados,
y los otros huyen
antes de ser amordazados
por la feroz censura de la tiranía.
Los viejos "oficialistas"
se petrifican en las frías oficinas
o se derriten por las calles
ofreciendo póster del "único líder".
Mientras en los arrabales,
las mujeres, obreras,
con los dientes apretados,
con un nudo en la garganta
rondan las riberas de los ríos,
cuelgan los ojos
en los portales de las casas
y otras, se acuestan boca abajo
sobre las húmedas tumbas N.N.
de los clandestinos cementerios,
tratando de adivinar si no le
pertenece algo de aquella
fila de huesos.
En esta ciudad
los muros
están lavados, vacíos,
blancos de memorias,
verdes de soldados.
En las librerías,
las ideas se cagan de miedo.
Los poemas y el amor
se fugan por los desagües.
En los conventos,
la fe se escapa por la letrina.
En los barrios marginales
los policías pasan
arrastrando por la calle
del cabello la vida.
En los montes lejanos,
los árboles
tiemblan y esconden sus savias,
se sienten acorralados por extraños
y mortales hachas.
Los pájaros
de un picotazo
se arrancan las alas
y se dejan cegar
por venenosas culebras.
En los bañados,
los Cocodrilos y Pirañas
huyen hacia el mar, cansados
de devorar cadáveres mutilados
que arrastran los sucios ríos.
En mi diario, la palabra,
siente que vigilan sus pasos,
y disfrazada de cuervo
se instala temerosa en la cúspide del campanario;
desde allí, contempla como se procrea
el monstruo,
El silencio.
EL BALDÍO
Era tan sólo una niña,
creo que se llamaba María;
muchas veces la hemos visto
barriendo la vereda de una casa ajena
o en el portal del jardín
recogiendo en su falda de soñadora
rosas de espejismo.
María, era sirvienta de una familia
muy seria y rica del pueblo,
y... las malas lenguas decían
que a cambio de la comida
el patrón y "los niños" la abusaban
hasta dormida.
Recuerdo (aunque trabajaba sin descanso
y le sobraba quebranto) siempre nos sonreía
y nos planchaba las esperanzas
a los "vagos pajareros" del campo.
Pero, un día de invierno,
para nuestra tristeza, la encontramos
en un pequeño baldío...
Tenía en los ojos abiertos
un dolor más allá de la muerte
y las blancas manos enloquecidas,
sucias de sangre...
tenía el vientre hinchado por la pretensión de
frustrar un indeseado embarazo.
BALADA DEL CANILLITA MUERTO
Sin que nadie las toquen
sonaron largamente las campanas,
después,
vino el silencio más triste del mundo...
El pájaro moreno
que anunciaba las noticias
estaba a la intemperie
como una flor que duerme
vencida por el invierno.
Su rostro,
quemado por el sol,
no mostraba ninguna huella de dolor,
más bien parecía sonreír...
¿En qué anhelo habrá estado soñando?
Allá abajo, en la orilla del río
una madre muy ocupada
en hacer nubes de espumas
en su incansable lucha
con las manchas de los vestidos,
aguardará infinitamente al hijo,
al hijo ya sin paso
al que ya no volverá... nunca.
No lo vio salir
no lo vio crecer
y ahora solo pensará
que se hizo hombre antes de tiempo...
Nunca sabrá la verdad.
El pequeño diariero,
el mitãí sin nombre: muerto...
Está muerto
en el umbral de una casa hermosa.
Los niños que van a la escuela
se detienen a mirarlo en silencio
como si sus alegrías de cristal
de repente rodaran entre las piedras del umbral...
Muerto,
el mitãí
está muerto
en el portal de una casa hermosa,
a la intemperie,
bajo el aire fresco de un día cualquiera.
LIBERTAD
Libertad está dormida,
en cuna pequeña
que sus padres del bosque hurtaron.
La trajeron
las ramas más niñas
que dan un calor semidios.
Es su casa de barro
y es de piedra su pan...
Descubrió
que la hora no es buena,
que hay cadena
prendida a sus pasos.
Con ella crecerá.
Duerme, pequeña, duerme
que tus padres
cuidándote están...
Necesitan que seas feliz,
necesitan de ti.
UNA SEMANA HISTÓRICA
Crónica paraguaya
La horrible semana en que mataron al general Anastacio Somoza hubo una grave discordancia, un espíritu de inusitada tensión y muchas mi radas interrogatorias entre los amigos de "su Excelencia".
Hubo, aquella semana, un revuelo de fichero, retención de pasaportes, especulación de noticias, vuelos rasantes de helicópteros y una notable ausencia de vendedores ambulantes.
La trágica semana en que mataron al general no hubo contrabando, subieron los precios de las libertades; los usureros anduvieron camuflados y los prostíbulos cerraron vacíos de esperanzas.
La inolvidable semana en que mataron al general no hubo tantas mujeres golpeadas, borrachos en el volante, ni curas capellanes paseando por las calles sin sotana.
La excitante semana en que "gente subversiva" de un bazucazo mataron al general, hubo un allanamiento casa por casa, una sensación angustiante y de fastidio entre los torturadores porque no daban abasto con su patriótico trabajo.
¡Ah! hubo un pic-nic de cadetes de policías postergado y un marcado descenso de las enfermedades venéreas.
Aquella histórica semana, hubo en las grandes mansiones asombro, tristeza y llantos, y en los arrabales de Nicaragua regocijo y bailongo.
En fin, debemos reconocer, que gracias a aquella trágica semana los "gringos" hoy saben que el Paraguay no está en el corazón del África; y que tenemos "el Presidente de más experiencia en el mundo democrático" con treinta y tantos años de gobierno de paz, amor, justicia y trabajo.
HUÉRFANA
Piel de jazmín,
ojos melancólicos,
el silencio en sus labios
por nada se quebranta;
su rostro, reflejo de luna
sobre la escarcha de un baldío,
pálido y triste.
De una angelical estatua,
su frágil figura,
solo distancia lejanos suspiros...
para compartir su crepúsculo
ahorqué mi camino,
dejé de andar
y me arremancé a su sombra.
Ahora ella está conmigo
como la estrella con la noche,
misteriosa y lejana,
ausente; tan ausente
que mi voz escala su silencio...
y nunca la alcanza.
Así llegan sin pasar los días de lluvias,
hijas del invierno,
que desesperan a mis manos,
pobres palomas que emigran
con latidos suaves a la noche de su cabellera clara.
Caricias torpes e inútiles
que se estrellan contra la cortina
acerada del umbral misterioso de su mente herida...
Ella huele aún a resplandor de cuchillo,
a pólvora, a corona de flores,
a pésame de amigos...
mi voz no la alcanza.
Oh, niña pensativa,
es hora de ponerse el sol,
déjame ser el viento que seca
tus trémulas lágrimas,
déjame tomar de la noche su dulzura
y echar en tu alma...
quiero compartir tu tristeza;
déjame robar a la aurora la mañana
y hacer que en tu rostro nazca el día,
un tibio sol, déjame enseñarte
la ternura de un compañero,
a olvidar el rencor y a luchar
juntos a levantar la bandera
que cayó con tu padre.
VENCIDO
Cada vez que oigo el rugir del mar
pienso en los cañaverales de mi tierra,
y cuando veo el vuelo cadenciosos y libre
de las gaviotas,
vienen a posarse en mí
sublimes sueños de los días juveniles …
Dolorosas visitas
para un hombre vencido
que al perder el pan de la esperanza,
bebe insaciablemente
el vino del ensueño …
Absurdas visitas
para un hombre taciturna,
que recostado en la hierba
solo ve en el firmamento
una constelación de cruces …
Trágicas visiones
para un hombre sin ilusión
que en la guitarra del tiempo
ya no busca la melodía que soño
y sólo espera expirar en paz
y aguardar el milagro
de volver a nacer
para luchar por el honor
y la libertad de
la Patria perdida.
.
(De Cuarta Parte, Nueva York)
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Poemas de CATALO BOGADO
© Catalo Bogado © Fundación Libre.
Foto de tapa: Roque González Vera.
Composición y Armado: A & C.
Hecho el depósito que marca la ley.
Derecho del autor en U.S.A.: 095-66-9350.
Asunción-Paraguay (197 pp.)
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