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JUSTO PASTOR BENÍTEZ (+)
28 de Mayo de 1895 - 06 de Febrero de 1963
 
JUSTO PASTOR BENÍTEZ (+)


Biografía

JUSTO PASTOR BENÍTEZ

Nació en Asunción en 1895; fueron sus padres Pedro Ignacio Benítez y Ramona Coronel. Obtuvo el bachillerato en el Colegio Nacional y siguió jurisprudencia. Desde muy joven se volcó al periodismo, a la cátedra y a la política, e hizo carrera. Oratoria vibrante, prosa galana y actitudes  rotundas caracterizaron su trayectoria. Fue militante activo; a los 25 años de edad ocupó una banca de diputado y rápidamente ganó posiciones directivas, cuando su Partido tenía una frondosa y calificada dirigencia. Fue Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública y del Interior, en el gabinete de JP Guggiari; de Relaciones Exteriores en el gabinete del Dr. Eusebio Ayala; de Hacienda en el gabinete del Dr. F. Paiva, y lo mismo en el segundo gabinete del general Estigarribia. La inesperada muerte de éste y la exaltación a la Presidencia de la República del general Higinio Morínigo, motivó a breve plazo el desplazamiento del Partido Liberal, y con ello el exilio del Dr. Benítez.

Prosiguió entonces en el extranjero su fecunda labor intelectual, lo que no quiere decir que sus funciones públicas hayan significado un menoscabo a esa labor. Escritor de encendida prosa, JPB produjo un cúmulo de libros de singular importancia; a sus producciones iníciales, LA CAUSA NACIONAL, IDEARIO POLÍTICO, JORNADAS DEMOCRÁTICAS, (en colaboración con el Dr. JP Guggiari), ENSAYO SOBRE EL LIBERALISMO PARAGUAYO, EL DR. FRANCIA, se sumaron otras: ESTIGARRIBIA, EL SOLDADO DEL CHACO, EL SOLAR GUARANÍ, CARLOS ANTONIO LÓPEZ, EL MIRADOR DE UN EXILIADO, BAJO EL ALERO ASUNCENO, PÁGINAS LIBRES, FORMACIÓN SOCIAL DEL PUEBLO PARAGUAYO, MANCEBOS DE LA TIERRA. Ensayos histórico-sociológicos, que presentan a través de lúcidos análisis, un panorama integral de nuestra historia política y cultural, en una prosa amena y erudita.

En 1931 produjo el PLAN DE ESTUDIOS, denso y equilibrado, fundamento de una brillante generación de bachilleres humanísticos, que sustituyó al Plan Franco. Escribió un ameno e instructivo texto, LA RUTA, sobre temas y protagonistas de nuestra historia. También publicó BAJO EL SIGNO DE MARTE, comentarios sobre acontecimientos notables durante la guerra del Chaco. Todo ello sumado a su calificada labor periodística, acaso el mejor testimonio de su pensamiento y su labor intelectual. Y fue uno de los autores de la Constitución de 1940, para servir de marco jurídico al gobierno del general Estigarribia. El Dr. Benítez un decidido partidario de los gobiernos fuertes, falleció en 1963; casado con María Stella Ynsfrán, dejó descendencia.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)

 

 

DR. JUSTO PASTOR BENÍTEZ  (28-V-1895 / 6-II-1963). Estudió en el Colegio Nacional de la Capital, Bachiller en 1913. Graduado de doctor en 1919 en la facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Diputado en 1920, reelecto en sucesivos períodos hasta 1930. Senador en 1938. Ministro de Estado en las carteras de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Interior, Hacienda y Relaciones Exteriores, con los Presidentes José P. Guggiari, Eusebio Ayala, Félix Paiva y José Félix Estigarribia.

Director en diversas oportunidades de los periódicos El Liberal y El Diario, Presidente de la Oficina de Cambios y del Banco de la República del Paraguay, Presidente de las delegaciones paraguayas a la séptima Conferencia Panamericana, Montevideo 1933, y Lima 1938. Ministro Plenipotenciario en los Estados Unidos del Brasil, 1934/36, y en la Rca. de Bolivia 1938/9, Vice-Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas del Paraguay. Miembro de número de la Academia Paraguaya de la Historia, Miembro correspondiente de la Academia Española de la Lengua, de la Academia de Derecho Internacional Americano y de la de París, correspondiente de la Academia Nacional de la Historia Argentina, del Instituto Histórico y Geográfico Brasilero, del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, de la Academia Boliviana de la Historia, de la Academia Carioca de Letras y ciudadano Honorario de Río de Janeiro.

Fue catedrático en el Colegio Nacional de la Capital, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Derecho Administrativo y Finanzas), en la Escuela Militar y en la Escuela Superior de Guerra.

Colaborador de los diarios brasileños, O Jornal y jornal do Comercio de Río de Janeiro; diario de La Marina de La Habana, Cuba; La Prensa y La Nación de Buenos Aires y diversas revistas culturales de distintos países latinoamericanos.

OBRAS DEL AUTOR

·         LA CAUSA NACIONAL. - Asunción, 1910.

·         IDEARIO POLÍTICO. - Asunción, 1920.

·         LA CONSTITUCIÓN DE 1870. - Asunción, 1924.

·         CREACIÓN, FOMENTO Y CONSERVACIÓN DE LA PEQUEÑA PROPIEDAD PRIVADA RURAL. - (En colaboración con el Dr. Lisandro Díaz León). - Asunción, 1925.

·         JORNADAS DEMOCRÁTICAS. - (En colaboración con el Dr. José P. Guggiari).-Asunción, 1927.

·         LA CONVENCIÓN NACIONAL CONSTITUYENTE.- Prólogo de Manuel Domínguez.-Asunción, 1928.

·         EL ARZOBISPO EN EL PARAGUAY.- Asunción, 1929.

·         LA ENSEÑANZA SECUNDARIA.- Asunción, 1931.

·         LOS SUCESOS DEL 23 DE OCTUBRE.- Asunción, 1931.

·         ENSAYO SOBRE EL LIBERALISMO PARAGUAYO.- Asunción, 1932.

·         LA RUTA.- Asunción, 1.938.

·         BAJO EL SIGNO DE MARTE.- (CRÓNICAS DE LA GUERRA DEL CHACO).- Montevideo, 1934.

·         PANORAMA DE LA LITERATURA PARAGUAYA.- Río de Janeiro, 1935.

·         LA VIDA SOLITARIA DEL DR. JOSÉ GASPAR DE FRANCIA.- DICTADOR DEL PARAGUAY, Buenos Aires, 1937.

·         LOS COMUNEROS DEL PARAGUAY.- Asunción, 1938.

·         ESTIGARRIBIA, EL SOLDADO DEL CHACO.- Buenos Aires, 1943.

·         EL SOLAR GUARANÍ.- Buenos Aires, 1947.

·         CARLOS ANTONIO LÓPEZ- Buenos Aires, 1949.

·         TEMAS DE LA CUENCA DEL PLATA.- Montevideo, 1949.

·         JOSÉ MARTÍ.- Río de Janeiro, 1953.

·         EL MIRADOR DE UN EXILADO.- Buenos Aires, 1949.

·         PÁGINAS LIBRES.- Asunción, 1956.

·         FORMACIÓN SOCIAL DEL PUEBLO PARAGUAYO.- Buenos Aires, 1957.

·         MANCEBOS DE LA TIERRA.- Buenos Aires, 1961.

·         BAJO EL ALERO ASUNCEÑO- Río de Janeiro, 1955.

(Fuente: LA VIDA SOLITARIA DEL DR. JOSÉ GASPAR DE FRANCIA -  DICTADOR DEL PARAGUAY/ Por Dr. JUSTO PASTOR BENÍTEZ/ Carlos Schauman Editor, Asunción-Paraguay 1984)

 

 

 

BENÍTEZ, JUSTO PASTOR : Ciudad de Asunción, 1895 - 1963. Ensayista, historiador, diplomático y periodista. Vivió unos veinticinco años en el exilio, donde publicó varios trabajos importantes y dio a conocer, a través de sus páginas, la historia y la cultura de su país.-

Entre sus obras más representativas están: Bajo el signo de “Marte” (Montevideo, 1934), “Algunos aspectos de la literatura paraguaya” (Río de Janeiro, 1935), “La vida solitaria del Dictador Francia” (Buenos Aires, 1937), “El solar guaraní” (Buenos Aires, 1947) y “Formación social del pueblo paraguayo” (1955).-

(De: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH  ** Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998 ).

 

 

 

JUSTO PASTOR BENÍTEZ (1895-1962), jurisconsulto, político, periodista y ensayista, es el escritor a quien se deben las más inspiradas semblanzas de sus contemporáneos y de los paraguayos ilustres de otros siglos. Benítez hereda de los hombres del novecientos, que fueron sus maestros, "el culto de los héroes". Pero para Benítez los héroes no son sólo los guerreros sino los estadistas, los caudillos políticos, los escritores y los artistas. Hombre generoso y cordial, podía ser a veces duro en polémicas periodísticas de carácter político, pero nunca mezquino, en sus semblanzas, en la estimación de los verdaderos valores, ni aun cuando juzgara a sus enemigos.

A veces uno se arrepiente -escribió en el destierro- de la dureza de los ataques hechos en el pasado; en cambio nunca he lamentado los elogios prodigados ni las luchas en que he intervenido; porque si ataqué alguna vez fue a los poderosos o adversarios tendidos en línea de batalla; jamás zaherí a un vencido ni a un hombre en desgracia; fui muchas veces pródigo en elogios para alentar y para prestigiar los valores morales o intelectuales del país; nunca adulé a un prepotente ni a un rico. (El solar guaraní, pág. 139).

Y decía la verdad.

Caracterizado como improvisador en cierta ocasión por alguien que en rigor no quería denigrarlo sino señalar un rasgo original de su talento de escritor -lo comparaba con Alberdi, a quien Paul Groussac atribuía pareja condición intelectual-, Benítez definió su propia actitud con civilidad, pero no sin irritación perceptible:

No ha de confundirse la espontaneidad con la improvisación. Improvisar, según el Diccionario de la Academia Española, es hacer una cosa de pronto, sin estudio ni preparación alguna... Espontaneidad, en cambio, es, según el mismo diccionario, expresión natural y fácil del pensamiento. Tenemos el ejemplo de un escritor espontáneo en Martí y de un estilista laborioso en Rodó. Pero, como decía el orador francés, no se improvisa bien sino sobre lo que sabe. Y, perdone usted mi inmodestia, usted nunca me habrá sorprendido opinando o escribiendo sobre materias fuera del alcance de mis deficientes dedicaciones intelectuales. Lo único que conozco bien es el alcance de mis modestos instrumentos de combate, pero míos...

Y, más adelante, refiriéndose a su labor historiográfica, agregaba:

No me precio de ser un investigador puro en historia. Pero tampoco soy reflejo, ni repito lo que dicen los libros. Mis deficientes estudios sobre el Dr. Francia y Carlos Antonio López no están sacados de obras ajenas, sino escritos en base a documentos que he manejado... Son hijos legítimos míos y no entenados. Lo mismo, y perdone usted la petulancia, he de decir de los otros nacidos de mis entrañas, con dolor y mucho esfuerzo. Mi tema central ha sido casi siempre enfocar la realidad nacional, en su presente y pasado. No tengo la presunción de haber realizado páginas perdurables, pero sí debo decir que en ellas se transita entre cosas paraguayas. (Páginas libres, págs. 67-68-69).

En el prólogo a El solar guaraní de Justo P. Benítez, Max Henríquez Ureña elogia con tino los méritos del autor paraguayo y, en especial, los del hábil trazador de perfiles humanos:

Benítez se detiene a estudiar las altas figuras intelectuales de su país y nos ofrece un rápido panorama del movimiento general de las ideas. Aunque de las personalidades de relieve menor sólo nos da breve referencia, lo hace de modo tal que cada figura, aún las secundarias, aparecen cabalmente catalogadas conforme a su orientación ideológica y a su influencia intelectual. Podría decirse que en ese panorama hay sólo una omisión, que por sí misma se justifica: la del propio Justo Pastor Benítez, en quien se prolonga la tradición de cultura que representan Manuel Gondra, Cecilio Báez y Manuel Domínguez; de Gondra tiene la generosidad espiritual, de Cecilio Báez la devoción por la cultura, de Manuel Domínguez la brillantez del estilo. (Op. cit., pág. 14).

Justo Pastor Benítez, que desde joven revela su predilección por retratos literarios en semblanzas llenas de vigor y colorido y que más tarde traza biografías extensas como la del Dr. Francia, el mariscal Estigarribia y Carlos Antonio López, se consagra hacia el final de su vida a ensayar una sociología paraguaya. En el destierro -vive un cuarto de siglo como desterrado- amplió su visión de historiador en archivos y bibliotecas de los países vecinos y enriqueció su saber del hombre paraguayo con investigaciones de carácter étnico y ecológico para explicar, desde todas las perspectivas posibles, no sólo la económica y la política, sino el proceso histórico-social de su pueblo. Fruto de esta labor es "el admirable ensayo", según Gilberto Freyre, titulado “Formación social del pueblo paraguayo” aparecido en 1955.

LECTURAS: La vida solitaria del Dr. José Gaspar de Francia, Buenos Aires, 1937; Estigarribia, el soldado del Chaco, Buenos Aires, 1943, El solar guaraní, Buenos Aires, 1947; Formación social del pueblo paraguayo, Asunción-Buenos Aires, 1955.

BIBLIOGRAFIA: Alejandro Marín Iglesias, "Notas para la historia de un hombre libre: Justo Pastor Benítez", Alcor, N° 43, marzo-abril, 1967; Carlos R. Centurión, Historia de la cultura paraguaya... tomo II; Gilberto Freyre, prólogo al citado Libro La formación social del pueblo paraguayo, Asunción-Buenos Aires, 1955; Stefan Baciu, "Justo Pastor Benítez, un paraguayo de ley", Política, Vol. V, N° 49, mayo, 1966.

Fuente: HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ. Universidad de California, RIVERSIDE - Colección Studium-63 - México 1970 © HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ/ DIRMA PARDO CARUGATTI. Editorial El Lector, Diseño de tapa: Ca´avo-Goiriz. Asunción – Paraguay. 1999 (434 páginas)

 

 

 

De JUSTO PASTOR BENÍTEZ puede afirmarse lo que dijo Paul Groussac de Juan Bautista Alberdi: "Es un improvisador de talento". Y no lo decimos para mengua de sus virtudes sino afanosos de exaltarlas.

La vida de este prosador de estilo propio y lleno de lozanía; de este orador de palabra inspirada y bella; de este profesor idealista que enseña discutiendo; de este político impetuoso y ágil, es una corriente caudalosa y fugitiva que va aprisionando en sus ondas los paisajes aledaños, ora al reflejar la majestad solitaria del sol; ora el lejano y rutilante parpadear de las estrellas.

Oriundo de la Asunción, Justo Pastor Benítez nació en 1895. Egresó del Colegio Nacional en 1913. Estaba cursando derecho en la universidad cuando apareció en las letras paraguayas. Fue en 1914. Su prosa de la primera hora era desaliñada, incorrecta, pero llena de lirismos. Se notaba en ella la influencia de la lectura de  LOS MISERABLES, de  NUESTRA SEÑORA DE PARÍS y de  NAPOLEÓN EL PEQUEÑO. Parecía un toque de clarín; era radiante y fresca como un amanecer primaveral. Designado profesor del Colegio Nacional, comenzó a enseñar a la manera moderna. No exponía con suficiencia doctoral ni adoptaba posturas de gravedad académica. Era un camarada que planteaba problemas. Se hizo querer por sus alumnos. Sus clases se llenaban, eran ruidosas, alegres e instructivas.

Durante ese tiempo escribía en  EL LIBERAL y en  EL DIARIO. Publicó también su primer libro:  LA CAUSA NACIONAL. – CARTAS INGENUAS. Abrazó, en materia histórica, en la añeja discusión referente a Solano López, la tesis de O’Leary. Formaba parte del grupo intelectual de Pablo M. Insfrán, Facundo Recalde, Anselmo Jóver Peralta, J. Natalicio González y otros. Leía con pasión, discutía, conversaba, abría polémicas, vivía corriendo. Afiliado al Partido Liberal, militó al lado de Lisandro Díaz León, Gerónimo Riart, Justo Prieto, Séver Marecos y tantos más, en el grupo principista seguidor de las directivas espirituales de Manuel Gondra. Su vocación, su talento, su actividad sin reposo le abrieron paso. Llegó a la Cámara de Diputados en 1920. Ya no era un desconocido. Poco tiempo después publicó  IDEARIO POLÍTICO. En este trabajo, y en los otros de aquel tiempo, su prosa aparece mejor engarzada y más densa. Sus puntos de vista, objetivos siempre, satisfacían al público.

En el Parlamento le sorprendió un acontecimiento destinado a tener hondas repercusiones internas: la división violenta de su partido, cuya consecuencia directa fue la rebelión de 1922. Justo Pastor Benítez no vaciló en tomar posiciones. Llevado por sus convicciones y por sus impulsos, ocupó puestos avanzados.EL LIBERAL le contó entre sus directores. Su pluma se tornó agresiva, irónica, mordaz. Se clavaba en el alma del contendor. Su prosa grácil, ahora despedía llamaradas. DEEL LIBERAL corría aEL DIARIO y de esta casa al recinto legislativo y de la banca a su cátedra y de ésta a alguna sesión partidaria o alguna reunión privada. Y en todas partes opinaba, actuaba con aplomo, intuitivamente, espontáneamente, como llevado por el sino de la velocidad. Placíale mostrarse duro, recio y hasta un poco cruel; pero en el fondo era un hombre bueno que de ese modo defendía su mundo interior. Durante la lucha armada de 1922-1923, en la que actuaba con firmeza, muchas veces le vieron sus camaradas crisparse de dolor, de súbito, al recibir la noticia de la muerte de algún conocido, fuera éste del bando amigo o enemigo. Su sensibilidad no hacía distingos ante la muerte o la desgracia; pero se torturaba, guardando la emoción. No quería mostrarla. Su debilidad consistía en aparecer como Júpiter tonante. ¡Eran los años juveniles! Como coronación de esta etapa, publicóLA CONSTITUCIÓN DEL 70, trabajo presentado a la Universidad de la Asunción para optar al grado de doctor en derecho, yJORNADAS DEMOCRÁTICAS, en colaboración con José P. Guggiari.

Terminada la lucha, Justo Pastor Benítez tomó rumbo hacia tierras lejanas. Visitó Roma y París. Enriqueció su intelecto con la lectura y la meditación. El espectáculo del mundo antiguo impresionó su espíritu hasta el extremo de modificar notablemente su carácter. Sus cualidades de escritor y orador fueron también visiblemente educadas. A su regreso de Europa, apareció más obediente al sentido de la medida.

Vuelto a la banca de diputado, revelóse cuidadoso de la forma y menos agresivo. No obstante, su voluntad aparecía siempre, en primer término, al servicio de su impetuosidad. No poseía aquella suficiente reciura para dominar su natural precipitado. El rebelde pugnaba por salir a campo abierto. ¡Es que el viento necesita del espacio para cumplir su destino! La hoy histórica discusión parlamentaria, con motivo de la creación del Arzobispado de la Asunción, en 1928, consagró a Justo Pastor Benítez como tribuno, tal vez el más brillante de su tiempo.

En 1930, el gobierno del presidente Guggiari le confió el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública. Esta posición ejecutiva le dio nueva oportunidad para obrar de prisa. En pocos días modificó el plan de estudios de enseñanza secundaria, que regía desde hacía un cuarto de siglo, y que se debía a un meditado trabajo de Manuel Franco. Consultó, corriendo siempre, a dos o tres personas, revisó algunos planes extranjeros y redactó el proyecto. Los resultados de su aplicación, según los entendidos, no fueron eficaces. Pocos años después se lo derogó.

El Ministerio de Justicia le sirvió como "cabeza de puente", para conquistar otros ministerios. Desde la cartera del Interior no vaciló en disolver de un plumazo, como suele decirse, la "Liga Marítima", entidad poderosa del obrerismo paraguayo. Su acción en este departamento de Estado sufrió, ya al dejarlo, un rudo golpe: el suceso sangriento del 23 de octubre de 1931. Una manifestación estudiantil fue ametrallada en los jardines del palacio de gobierno. El hecho produjo consternación. Los intereses políticos en juego no vacilaron en señalar al presidente de la República y a su ministro del Interior como únicos responsables. El primero delegó el mando y pidió al Parlamento su propio enjuiciamiento; el segundo asumió, públicamente, toda la responsabilidad, convirtiéndose en pararrayos en medio de la tormenta. Han pasado doce años. En el momento en que escribimos estas líneas – julio de 1943 – José P. Guggiari se halla en el destierro y Justo Pastor Benítez, de regreso de un campo de concentración – Peña Hermosa –, encuéntrase en Río de Janeiro, exilado, sufriendo las torturas morales del extrañado. Libres, pues, nos sentimos de cualquier maliciosa sospecha para hablar claro el lenguaje de la verdad, máxime cuando hemos repudiado en su hora ese suceso, en documento dirigido al directorio del Partido Liberal, en cuyas filas militamos desde nuestra niñez. Y la verdad es que ni José Patricio Guggiari ni Justo Pastor Benítez son responsables de esa tragedia. Cuando se acallen las pasiones y se escriba la historia de aquel tiempo, podrá verse, con nitidez, cuánta injusticia encierra esa terrible acusación lanzada, irresponsable y peligrosamente, contra ambos eminentes ciudadanos.

ENSAYO SOBRE EL LIBERALISMO PARAGUAYO, otro de los libros de Justo Pastor Benítez, fue escrito y editado en la Asunción, en 1932.

Durante la guerra del Chaco cúpole el desempeño del Ministerio de Relaciones Exteriores. En tal carácter presidió, en diciembre de 1933, la delegación del Paraguay a la Séptima Conferencia Panamericana, reunida en Montevideo. Los discursos pronunciados por Benítez en aquel areópago fueron improvisados, como lo fueron casi todos sus discursos, pues este orador casi nunca ha escrito una palabra que habría de expresar en público. A este respecto debe recordarse también que Justo Pastor Benítez acostumbraba dictar, al pie de la máquina, al linotipista, los editoriales del periódico que dirigía. Así lo hemos visto en El Diario. En 1934 dio a la estampa  BAJO EL SIGNO DE MARTE – CRÓNICAS DE LA GUERRA DEL CHACO.

Del Ministerio de Relaciones Exteriores tuvo que trasladarse a la legación del Paraguay en Río de Janeiro. Trabajó, durante aquel período, intensamente, como funcionario y como escritor. En 1935, publicó en el Brasil ALGUNOS ASPECTOS DE LA LITERATURA PARAGUAYA. De Río de Janeiro, en 1936, con motivo del derrocamiento del presidente de la República, Eusebio Ayala, tomó camino a Buenos Aires. En el destierro editó su mejor libro:   LA VIDA SOLITARIA DEL DR. JOSÉ GASPAR DE FRANCIA, DICTADOR DEL PARAGUAY. Fue en 1937.

Regresó a la Asunción el mismo año, después de los sucesos de agosto. Trabajó en la reorganización del Partido Liberal, y, sobre todo, en la restauración institucional de la Nación. Restablecido el Parlamento, presidió el Senado. En 1938 fue enviado a La Paz en carácter de ministro plenipotenciario. Y de aquella ciudad retornó, el año siguiente, para hacerse cargo del Ministerio de Hacienda, en el gabinete del presidente Félix Paiva. Integró la delegación del Paraguay en la VIII Conferencia Panamericana de Lima. Presidió, en 1939, el Banco de la República. Y el mismo año publicó La Ruta, texto de lectura, para las escuelas primarias. También colaboró en aquella época en  LA PRENSA y  LA NACIÓN, de Buenos Aires, y en EL DIARIO,  EL LIBERAL y  LA DEMOCRACIA, de la capital paraguaya. En 1940, el 16 de febrero, dirigió un "coup d’état" al lado del presidente de la República, general José Félix Estigarribia. En el gobierno surgido del mismo, de carácter dictatorial, reasumió las funciones de ministro de hacienda. En el decurso de este período, redactó el proyecto de Constitución Nacional, promulgado por decreto-ley, y, luego, sometido a plebiscito.

Fallecido trágicamente el presidente Estigarribia, Justo Pastor Benítez fue apresado y enviado a Peña Hermosa. De aquí se le permitió salir al extranjero. En el destierro, ha editado otros libros, escritos en Río de Janeiro:  JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA – EL SOLDADO DEL CHACO, en 1943;  EL SOLAR GUARANÍ, en 1947;  CARLOS ANTONIO LÓPEZ,  EL MIRADOR DE UN EXILADO y TEMAS DE LA CUENCA DEL PLATA, en 1949.

Todas las épocas de su agitada existencia, las vivió Justo Pastor Benítez ágil y libre como el ave de nuestras selvas. Su inteligente actividad le llevó a abarcar, penetrante, comprensivo, amplios panoramas y a resolver difíciles problemas. La meditación paciente, la prolijidad analítica, la investigación tesonera, metódica y silenciosa, nunca condijeron con su temperamento rebelde. Escribiendo o hablando, siempre ha cazado la frase al vuelo. No ha gastado tiempo en pensarla ni en pesarla dos veces, ni en buscar el epíteto adecuado, ni en trabajar en retóricas o gramaticales purificaciones del léxico. Por eso, sus obras de algún aliento están heridas de contradicciones.

Nada, pues, nos parece tan acertado para clasificar al intelectual que hay en Justo Pastor Benítez, como aquel juicio que despertó en el ya citado Paul Groussac "el hombre que más había querido en esta tierra". Decía aquel clásico de la pluma que "la improvisación fue la cualidad suprema y el defecto mayor de Carlos Pellegrini."

(Fuente: HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS – TOMO III. Por CARLOS R. CENTURIÓN. EPOCA  AUTONÓMICA. EDITORIAL AYACUCHO S.R.L. BUENOS AIRES-ARGENTINA (1951), 500 pp. – Versión digital en: BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY(BVP))

 

 

BENITEZ, JUSTO PASTOR. Ensayista, crítico, historiador, sociólogo, periodista y político, nació en Asunción en el año 1895. Bachiller en 1913 y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional en 1919. En 1920, año en que llega a la Cámara de Diputados, se inicia su importante carrera política, durante la cual ocupó diversas secretarías de Estado, siendo canciller en tiempos de la guerra del Chaco.

Fue "inspirador principal" de la Constitución de 1940 e integró el gabinete del vencedor del Chaco, José Félix Estigarribia. Con posterioridad a esa fecha soportó un exilio casi ininterrumpido durante veinte años.

Murió en Asunción el 7 de febrero de 1962. En su larga y fecunda vida de escritor, Justo Pastor Benítez honró la cultura paraguaya a través de sus múltiples colaboraciones en periódicos y revistas del exterior tales como "Diario de la Marina", de La Habana. "La Nación" y "La Prensa", de Buenos Aires, "Diario de, Sao Paulo", "Revista do Livro", "Américas", etc., etc., y fue designado miembro honorario de numerosas academias americanas.

VALORACIÓN: Dos hechos imposibilitan el encasillamiento de Justo Pastor Benítez en determinada rama de la actividad cultural: su obra múltiple y su diletantismo. Tal vez por ello los rótulos que mejor definan su personalidad sean los de político y periodista. Su importancia dentro de la vida nacional se encarga por sí sola de subrayar la capacidad y el talento de Benítez en una época en que la justa política pareció ser la única definidora del valor y de la idoneidad personales. En el campo intelectual, Benítez desdobló el periodismo en literatura, valiéndose de la brillantez de su estilo, de su acuidad intuitiva, de su vastísima información -sociológica, histórica, etc.-, para interpretar no sólo los fenómenos históricos sino los fenómenos vitales de nuestro pueblo. Poseía un estilo aforístico, que bien pudiera ser reminiscencias de sus lecturas de Séneca o de Sarmiento, que nunca las consignó, o bien resabio de su profesión política donde generalmente "se pugna por convertir en doctrina todo lo que se lee", parafraseando una frase suya.

Pero en el caso de Benítez, lo sentencioso tenía validez porque su temática casi exclusiva fue el Paraguay. Ni los más escrupulosos nativistas, ni los más recalcitrantes, se pueden preciar de haber calado tan hondo en el espíritu de nuestra gente como lo consiguió Benítez. El ha dado instantáneas del alma de maestro pueblo capaces de servir de epígrafes a los estudios más variados: psicología, historia, sociología, etc. El medio en que se desenvolvió le privó de una formación intelectual sistemática, de la que se resiente su obra, al propio tiempo que le da ese sabor espontáneo y áspero de lo precursor. A su estilo se le ha acusado de estar plagado de frases hechas, lo que es cierto, pero sin que por ello mengüe esa otra faceta de su estilo desaliñado y emocional donde la intuición y el talento alumbran páginas clásicas dentro de nuestra literatura. Benítez era consciente de su propia limitación. Así lo prueba su magnífica carta a Carlos R. Centurión, donde resume su ética y estética al propio tiempo que nos ofrece uno de los momentos más altos de su prosa: "Amo la claridad y la sencillez, por educación, por temperamento, y por que no sintiéndome un personaje histórico, vivo mis ideas con la convicción de continuar la línea de mi casa, porque como Ud. sabe, soy descendiente de soldados sin tumba y sin epitafio, pero paraguayo de ley, ansioso de confundirme con mi tierra. Si mi mente no logró iluminarla, mis huesos la han de fecundar". Cada escritor en su época carga con los clisés espirituales y verbales de la misma, pero el verdadero escritor es el que logra transcender esta contingencia, no eludiéndola, sino sobrepasándola. Se debe también a Benítez haber introducido el género biográfico en nuestra literatura. Siguiendo la corriente de Emil Ludwig y Stefan Zweig, ha dejado los perfiles mejor trazados de muchos personajes de nuestra historia, rescatando con palabra emotiva y sugeridora momentos inmortales de la vida nacional.

La obra de Justo Pastor Benítez, enfocada desde el estricto campo literario, es escasa y precursora. Marca, sin embargo, un hito dentro de la producción nacional y, lo que es más, se yergue como llamamiento a la sensibilidad de un pueblo, como testimonio conmovedor de una época de desbrozamiento y de búsqueda de la realidad paraguaya. De este autor ha dicho Efraím Cardozo que, como el Ateneo de la mitología, al sólo contacto con la tierra madre recobraba nueva vida. Tal vez sea ésta la mejor misión de la literatura de Benítez: devolver a su contacto tanto jirones de la vida nacional, mutilados y olvidados, en los años difíciles del país.

OBRAS: LA CAUSA NACIONAL, Asunción, 1920; IDEARIO POLÍTICO, Asunción, 1920; LA CONSTITUCIÓN DE 1870, Asunción, 1923; JORNADAS DEMOCRÁTICAS (en col. con José P. Guggiari), Asunción, 1923; FOMENTO, CREACIÓN Y CONSERVACIÓN DE LA PEQUEÑA PROPIEDAD RURAL (en col. con Lisandro Díaz León), Asunción, 1925; La CONVENCIÓN NACIONAL CONSTITUYENTE DE 1870, Asunción, 1928; EL ARZOBISPADO EN EL PARAGUAY, Asunción, 1929; ENSAYO SOBRE EL LIBERALISMO PARAGUAYO, Asunción, 1932; BAJO EL SIGNO DE MARTE, Asunción, 1934; ALGUNOS ASPECTOS DE LA LITERATURA PARAGUAYA, Río de Janeiro, 1935; LA VIDA SOLITARIA DEL DR. JOSÉ GASPAR DE FRANCIA, DICTADOR DEL PARAGUAY, Buenos Aires, 1937; LA RUTA, Asunción, 1939; ESTIGARRIBIA, EL SOLDADO DEL CHACO, Buenos Aires, 1943; EL SOLAR GUARANÍ, Buenos Aires, 1947; CARLOS ANTONIO LÓPEZ, Buenos Aires, 1949; EL MIRADOR DE UN EXILADO, Buenos Aires, 1949; TEMAS DE LA CUENCA DEL PLATA, Montevideo, 1949; JOSÉ MARTÍ, Río de Janeiro, 1952; RUFINO BLANCO FOMBONA, Río de Janeiro, 1952; BAJO EL ALERO ASUNCENO, Río de Janeiro, 1953; PÁGINAS LIBRES, Asunción, 1955; FORMACIÓN SOCIAL DEL PUEBLO PARAGUAYO, Asunción-Buenos Aires, 1955; ALGUNOS ASPECTOS DE LA CULTURA GUARANÍ, Río de Janeiro, 1959; MANCEBOS DE LA TIERRA, Buenos Aires, 1961.

BIBLIOGRAFIA: Efraím Cardozo: Historia de la cultura paraguaya y art. en "La Nación" de Buenos Aires (12-V-63); Carlos R. Centurión: Historia de la cultura paraguaya, t. II, As., 1961; Rubén Bareiro Saguier: Panorama de la literatura paraguaya, en "Panorama das literaturas das Américas"; Julio César Chaves: Prólogo a "C. A., López"; Miguel Angel Fernández: Más sobre literatura paraguaya, "La Tribuna/1961; Max Enriquez Ureña: Prólogo a "El solar guaraní"; Juan Carlos Mendonça: art. en "La Prensa" de Buenos Aires (28-IV-63), Rafael Eladio Velázquez: art. en "Alcor" N° 23-24; Enrique Anderson Imbert: Historia de la literatura hispanoamericana, t. II, FEC, México, 1964.

Fuente: DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA (I PARTE) de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Biblioteca Colorados Contemporáneos ( 7 ). Editor: Instituto Colorado de Cultura,  Director: Dr. H. Sánchez Quell, Asunción-Paraguay,  1983 (293 páginas).

 

 

 

Enlace recomendado:

-. JUSTO PASTOR BENÍTEZ - SERGIO CÁCERES MERCADO.  Editorial EL LECTOR. COLECCIÓN PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA Nº 18. Asunción – Paraguay. 2011 (124 páginas)



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