LAS ABEJAS Y LOS AGRODEFENSIVOS
Aplicar protocolos permitidos
Ing. Agr. FERNANDO DÍAZ SHENKER (*)
16 de Diciembre de 2015
ABC Color (Online)
(*) Especialista en Comunicación Rural
Cuando las plantas son atacadas por plagas, enfermedades y malezas que compiten con los cultivos, se emplean los insecticidas para controlar plagas, los fungicidas para combatir enfermedades y los herbicidas contra malezas. Estos productos químicos se utilizan a gran escala, principalmente en los monocultivos, a pesar de sus riesgos y efectos, muchas veces nocivos sobre el ambiente, la salud de los trabajadores que los aplican, los agricultores, animales domésticos e indirectamente la población a través de los alimentos que consumen, si es que no cumplen con los procesos de trazabilidad.
Las abejas, cumpliendo con sus funciones naturales, también entran en contacto con las plantas y cultivos tratados o pulverizados, con lo que, de acuerdo al grado de toxicidad y selectividad de los productos aplicados, estos causarán mayores o menores estragos en las poblaciones de abejas.
SU ROL
La apicultura, agricultura y producción de alimentos guardan una estrecha relación que beneficia al hombre, gracias al fenómeno de la polinización, por el cual las abejas y otros insectos (además del viento) transportan el polen de los órganos florales masculinos (estambres) al órgano floral femenino (estigma) que recibe y que, finalmente, permite la producción de frutos. Con el avance de la agricultura, la mecanización agrícola y producción intensiva de cereales, oleaginosas, frutales y otros aparecieron nuevos agrodefensivos, más efectivos, de mayor espectro de acción, pero a la vez más tóxicos, inclusive para las abejas. Y esto pese a estar comprobado que el papel de las abejas como polinizadores naturales seguirá siendo invalorable para la producción final de alimentos y los productos propios de la actividad apícola: miel, cera, polen, jalea real y propóleos, productos de la actividad apícola.
ACCIONES PREVENTIVAS
En caso de aplicarse productos altamente tóxicos o nocivos para las abejas, el apicultor deberá ser notificado con la debida antelación y tendrá que trasladar las colmenas a una distancia de2 kmy más del lugar o cultivo donde se pulverice. Transcurridos al menos 10 días de la aplicación, se pueden reinstalar las colmenas en el lugar donde se encontraban. Los productos no tóxicos no afectan casi a las abejas, siempre y cuando se cumpla con los protocolos y recomendaciones que figuran en la etiqueta de los productos (aparece el ítem: toxicidad para las abejas). Pero esto hace necesario contar con mecanismos de trabajo y educación entre los fabricantes y representantes comerciales de agrodefensivos, empresas privadas que los comercializan, asesores técnicos, los propios apicultores y agricultores, además de las instituciones del Estado vinculadas al agro, acerca de los efectos que los agrodefensivos usados en agricultura provocan en las abejas.
CONCLUSIÓN
La desaparición de las abejas en el mundo es un hecho que preocupa no solo a los apicultores, sino también a investigadores, biólogos, ambientalistas, y a quienes reconocen el valor de estos laboriosos y útiles insectos para la vida del hombre y demás especies, como “productores de alimentos”. Algo que no es novedad porque ya lo había afirmado Albert Einstein: “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas no hay polinización ni hierba, ni animales ni hombre.”
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