¿MUSEO DEL FRACASO?

Por DELFINA ACOSTA

Muchos son los gobiernos que dejan tras su paso por el poder un museo de intenciones inútiles, de promesas fallidas, de pretensiones fracasadas. En convivencia, los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial arrancaron con aspiraciones que jamás se cumplieron, porque no tuvieron la suficiente visión y la necesaria idoneidad para cumplirlas.   

¿Quién ha dicho que Paraguay no puede llegar a convertirse en un gran museo del fracaso?

No lo digo con la intención oscura de ganarme enemigos, que los hay a montones por allá y por allí contra la prensa, sino más bien con el afán de advertir a tiempo a los políticos que tienen alguna voluntad de hacer buen deber dentro de sus funciones correspondientes.   

Descontando que no roban lo que es propiedad del erario, espero de ellos que tomen los ejemplos que levantaron a algunos países que estaban en la postración económica y que ahora se encuentran dentro del círculo mágico del Primer Mundo.   

Espero yo que traten de tomar, en lo posible, su función en el cargo, como una razón de su vida.   

¿No fue acaso el Paraguay la razón y el sentido de la existencia del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia?

 
Existían analfabetismo y silencio político en su época, pero el Paraguay estaba en el centro de la abundancia económica y los paraguayos llevaban a sus mesas el fruto generoso de la tierra, y la paz era el denominador común.   

¿Y no fue acaso que durante su gobierno, estando la patria amenazada por las pretensiones expansionistas de la Argentina, la tuvo bajo candado, pues tiempo hay de ser duro e inquebrantable como el hierro?   

Ahora la patria debe ser cuidada hasta los límites que las circunstancias ordenen, pues el EPP, que nació purulento e infectado de la maldad del hombre, no da respiro y crea un ambiente de zozobra dentro de la comunidad.   

El Presidente de la República reconoce que el estado de excepción en las llamadas zonas liberadas no dio resultados. Está bueno reconocer una limitación, pero estaría más bueno y apropiado insistir, con otras ideas, en la extirpación del mal. La violencia es el eje de la destrucción de muchos países hoy día.   

Yo miro la televisión argentina y observo que muchos individuos de la calle, al ser reporteados sobre la situación de inseguridad en que viven, tienen una respuesta para cada ocasión.   

Nosotros nos debatimos entre los balbuceos y el silencio, en casos así. Eso indica que nuestra educación es muy pobre y que tenemos un conocimiento muy débil de lo que falta al Paraguay para que se levante como país.   

Tratemos pues de enterarnos de las noticias, de saber qué mensajes llevan los periódicos a los lectores y de conocer cuáles son los puntos más alarmantes de la economía. Los civiles, los ciudadanos comunes, debemos ser protagonistas de la construcción del Paraguay. ¿Quién nos exime de ser parte del progreso de nuestro pueblo? ¿Dios, tal vez?   

Hagamos que las leyes sean cumplidas por los gobernantes.   

No dejemos que el miedo nos paralice.   

Enfrentemos el pensamiento del progreso con sentido común y denunciemos los robos que cometen los gobernantes y no paremos hasta que sean llevados a la cárcel.   

Somos multitud.   

Tengamos el suficiente coraje para pelear por nuestros derechos.

Fuente: ABC Color

Sección: OPINIÓN

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Miércoles, 09 de Junio de 2010

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