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Luis Toranzos (+)

  LOS TRABAJADORES DE CORPOSANA - Pintura al óleo de LUIS TORANZOS


LOS TRABAJADORES DE CORPOSANA - Pintura al óleo de LUIS TORANZOS

HOMBRES TRABAJANDO

 

LUIS TORANZOS

 

Técnica: Óleo sobre tela

Colección:  Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya

 

 

 

HOMBRE DE ESPALDA

FÉLIX TORANZOS

Técnica: Acrílico sobre tela

Colección:  Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LAS FORMAS DEL TIEMPO

ADRIANA ALMADA artes visuales

JORGE RUBIANI sección histórica

 

Proyecto expositivo y diseño de montaje

TERA YEGROS/ ANA GONZÁLEZ ROVIRA

 

Compilación documental

NELSON GARCÍA/ FANNY ÁLVAREZ

 

Acervo Fundación HUELLAS DE LA CULTURA PARAGUAY

   

La fundación HUELLAS DE LA CULTURA PARAGUAYA presenta “LAS FORMAS DEL TIEMPO”

El Estudio Jurídico GROSS BROWN celebra sus 70 años con una exposición que forma parte del patrimonio histórico y cultural del Paraguay.  La muestra estará abierta al público a partir del 12 de noviembre de 2014 en la “Casa Castelví” de la Manzana de la Rivera.

“Las formas del tiempo” se denomina la exposición que forma parte del acervo de la Fundación "HUELLAS DE LA CULTURA PARAGUAYA", la cual fue creada en noviembre del año 2008 con el objetivo de proyectar y concretar a través de estos 70 años el rescate, restauración, registro y colección de patrimonio nacional único.

Las curadurías de cada disciplina, JORGE RUBIANI y ADRIANA ALMADA,  organizaron el material de la colección de "Huellas", desde un inmenso número de libros, mapas y documentos originales e imágenes y objetos de época; los que junto a la cuantiosa pinacoteca completan el acervo de la fundación HUELLAS  DE LA CULTURA PARAGUAYA.

Los documentos, mapas y objetos, escogidos para esta selecta exposición corresponderán a años cruciales de historia nacional transcurridos entre el término de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza hasta el final de la década del '30 del siglo XX, completando así 70 años de intensos y dramáticos sucesos, que son representados en piezas que cuentan con la firma e imágenes de los protagonistas principales de esas siete décadas.

La muestra contará también con una selecta colección de libros originales cuyas ediciones se remontan al año 1622; bajo el mismo criterio, las pinturas expuestas pertenecen a artistas paraguayos que desarrollaron su trabajo entre 1900 y 1970, años de elaboración artística permanente que significaron la base del gran nivel de la plástica nacional actual.

 

La Fundación “HUELLAS DE LA CULTURA PARAGUAYA”

El Centro de Documentación de la Fundación "HUELLAS DE LA CULTURA PARAGUAYA" está formado por su Biblioteca, Archivo, Hemeroteca, Pinacoteca y Mapoteca.

Con unas 13.000 fichas bibliográficas informatizadas actualmente, están contenidos 4.700 libros, 3.600 folletos y 4.600 documentos de archivo de los cuales el 15%  ya fueron digitalizados.

Su biblioteca cuenta con incunables, ediciones agotas, y de la mayor diversidad de autores que abordan entre muchos temas, nuestra rica historia.

Se hemeroteca cuenta con más 1.200 materiales de diarios, revistas y boletines, juntamente con unos 1.250 recortes de artículos varios.

Su mapoteca contiene más de 60 mapas, muchos de ellos raros o desconocidos.

La Fundación “HUELLAS DE LA CULTURA PARAGUAYA” pretende contribuir proactivamente con la investigación de nuestra historia y cultura poniendo a disposición de investigadores de diferentes disciplinas el rico acervo de su Centro Documental, en gran parte con documentos originales inéditos y con extensa colección de folletería, manifiestos, etc. de gran valor para una visión  revisada de hechos históricos relevantes.

 

 

LAS FORMAS DEL TIEMPO

Una colección privada recoge las inquietudes de una sociedad y de una época, al tiempo que testimonia el pensamiento y la vocación del coleccionista, que deviene autor de una lectura particular de un proceso artístico e histórico. Como suele suceder, llega un momento en que, por su volumen y trascendencia, lo reunido excede los límites del espacio privado y exige ser compartido con la sociedad de modo abierto y participativo. Así, lo que en un principio fuera fuente de disfrute personal y familiar pasa a nutrir los fondos de instituciones especialmente creadas para preservar esta riqueza y ponerla a disposición del público,

Éste es el caso de la colección formada por Jorge Cross Brown, que hoy es patrimonio de la Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya. Con piezas que dan cuenta del devenir artístico del Paraguay y documentos que testimonian los diferentes momentos de su historia, éste uno de los acervos más importantes del país. En materia de artes visuales, el mismo cubre un espectro de más de un siglo, con unas seiscientas obras realizadas en distintos medios por artistas paraguayos y algunos extranjeros, entre los cuales se encuentran los maestros europeos de fines del Novecientos que incentivarían el gusto por las bellas artes y la creación de las primeras instituciones dedicadas a su enseñanza, así como maestros modernos que dejaron su impronta en la escena local. La colección pictórica reúne nombres clave del arte paraguayo del siglo veinte, con énfasis en la primera mitad del mismo.

Esta exposición, apenas un trazo sumario de ese gran corpus que continúa creciendo con la aspiración de incorporar propuestas contemporáneas, es fiel a ese primer acento y lo amplia con manifestaciones que llegan hasta los años 90. En este trayecto, que no responde a un diagrama cronológico, es posible percibir el paso del naturalismo canónico a una figuración con notas impresionistas y pos-impresionistas, ciertos rasgos de sátira social, las primeras experimentaciones formales de los años 20 y 30, el advenimiento de la modernidad y algunos anticipos de las exploraciones realizadas en las últimas décadas del siglo pasado.

Si bien esta selección ha sido encarada independientemente de la selección histórica, en la que hay que destacar la presentación "aurática" de los documentos, ambas confluyen en ciertos puntos, generando enclaves temporales que condensan las expectativas y tensiones de una época. Frente a los trasegados e infatigables afanes del arte, resuenan las siempre oportunas palabras de Borges: "El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río". Un rio circular que lleva y trae, cíclicamente, las formas del tiempo.

ADRIANA ALMADA

 

 

FUNDACIÓN HUELLAS DELA CULTURA PARAGUAYA/ DOCUMENTOS EN EXPOSICIÓN

Los documentos que esta exposición permite apreciar corresponden a uno de los períodos más dramáticos de la historia del Paraguay: el que transcurrió entre los rescoldos de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (1864-1870) y el convulsionado lustro que siguió a la finalización de la guerra con Bolivia 70 años más tarde, desarrollándose -entre ambas gestas- la lenta incubación de la guerra por la posesión del Chaco.

Aunque se trate de acontecimientos conocidos por todos los paraguayos, la Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya nos regala la visión de tales hechos a través de los mismos protagonistas. No se trata de la fría o pretenciosa crónica histórica que nos cuenta la interpretación de un historiador o la mera descripción de un acontecimiento guerrero o diplomático. Es la verdad segura e incontrastable que, siguiendo la precisa caligrafía impregnada en papeles amarillentos, trasuntan las ideas y expresiones de quienes se constituyeron en los grandes protagonistas del período histórico mencionado.

De muchos de estos testimonios, la exposición ilumina el contenido de algunos-por exclusivo orden cronológico- para disfrutar de los Cantares a la memoria del general José Eduvigis Díaz, los que se escriben y cantan a partir de la muerte del héroe, el 7 de febrero de 1867, cuando la guerra todavía promediaba. Después, un documento firmado el 5 de marzo de 1870, anunciando los muy discutibles o reprochables festejos que se celebraban en Asunción por la muerte del mariscal Francisco Solano López y la conclusión de la guerra. Varias hojas numeradas suscritas por el general José António Corréa da Cámara, vizconde de Pelotas, narran la muerte del mariscal Francisco Solano López en Cerro Korá.

Ya en este siglo, los documentos denotan las febriles negociaciones que, irónicamente, ponía en el calendario una futura guerra con Bolivia. Y se hizo la guerra. Y también los documentos exhiben testimonios de ella, hasta una última carta que el general José Félix Estigarribia envía al presidente Eusebio Ayala desde el frente. Estaba fechada el 3 de junio de 1935, nueve días antes del cese del fuego y el fin de aquella contienda.

Después, lo de siempre: la victoria, la borrachera por el poder, la anarquía... Y el Presidente de la Victoria escribiendo una esquela desde las mazmorras donde le metieron preso los eternos anunciantes de "nuevos rumbos", desde la Independencia Nacional en 1811... hasta prácticamente ayer.

JORGE RUBIANI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TRABAJADORES DE CORPOSANA, circa 1955

Pintura al óleo de LUIS TORANZOS

Colección JORGE GROSS BROWN

Gentileza del arquitecto FÉLIX TORANZOS

 

 

TORANZOS, LUIS: Nació en Concepción en agosto de 1911.

De formación artística autodidacta, frecuenta el taller del pintor Ignacio Núñez Soler y allí realiza su primera muestra colectiva (1940).

Conoce a los artistas Jaime Bestard, los hermanos Soler, Roberto Holden Jara y Rolf Bandurek, con quienes profundiza la técnica de la pintura al óleo.

Forma parte del Centro de Artistas Plásticos del Paraguay, grupo promotor de la fundación de la Escuela de Bellas Artes.

Participa de muestras colectivas en el Ateneo Paraguayo, en el 1ª Salón Municipal de Arte, Casa Argentina, Centro Cultural Paraguayo Americano y la Dirección de Turismo.

En 1955 es convocado para representar al Paraguay en la III Bienal de São Paulo.-

Durante la década del ’60 y del ’70 se aleja de la pintura y el arte, para reaparecer en 1980 con una muestra individual realizada en la Galería Sepia.

Muestras colectivas e individuales en las galerías ArteSanos, Fábrica, Casa Taller, Miró, Centro de Estudios Brasileros. Incursiona en la técnica de la acuarela.

Sus pinturas comienzan a ser conocidas por el gran público y la crítica se ocupa de ellas. En 1987 obtiene el Premio Municipal de Pintura y una mención de la Sociedad Amigos del Arte.

La pintura de Luis Toranzos se caracteriza por la técnica realista y el sentido naturalista-costumbrista de sus temas; sobre todo en temas de figuraciones, paisajes y retratos. Realiza estudios previos en dibujos y bocetos para ser trasladados al lienzo.

El artista fallece en Asunción el 28 de marzo de 1992. Se realizan exposiciones retrospectivas de su obra en las galerías El Patio, Pequeña Galería y Fábrica.

 

 

 

 

 

 

PARAGUAY REVISITADO

 

La tarea interesada de retratar a un Paraguay y a la Asunción de mediados del siglo XX, para fijar en ella su memoria y orígenes, pareciera animar el sentido del dibujo y la pintura del artista Luis Toranzos (1911-1992). Los temas de paisajes, retratos y arquitecturas sugieren un nivel sentimental, o un nivel romántico, como dijera Josefina Plá sobre su obra en la década del '80, cuando nuestro artista vivía su última fase creativa (1).

Enmarcada en un estilo realista, esta obra recibe abiertamente las influencias academicistas pre-modernas, en las que la pintura debía manifestar sinceridad; expresar hasta la exageración los sentimientos de sus retratados e informar fielmente detalles y circunstancias de la escena. En la imaginación del autor, estas composiciones recurren a temas autóctonos o locales, sobre todo perceptibles en los tipos humanos, en la naturaleza del paisaje y en la ciudad -obstinadamente colonial- que su retina asienta con un realismo "naturalista".

El costumbrismo, folklorismo o pintoresquismo como géneros de la pintura naturalista, encuentra en esta pintura la oportunidad plástica de exaltar el drama y la miseria de las clases populares que Luis Toranzos conoció tan bien desde su infancia: campesinos, trabajadores, madres llenas de niños... escenas del dolor paraguayo, motivos estetizados de la tragedia en formas "bellas".

Este naturalismo, cuyo fuerte sentido de la composición y vigor formal son característicos, está al servicio de una pintura interpretativa y portadora de valores humanos, sentimientos idénticos que ambulaban por la provinciana Asunción de mediados del siglo. Esta profunda identificación de la pintura realista de Toranzos -junto a la más expresionista de Jaime Bestard, o posimpresionista de Herminio Gamarra Frutos- lo convierten en un baluarte de la figuración, muy a tono con los ideales intelectuales de un romanticismo decadente empeñado en resaltar la vida épica del campesino, de inspiración arcádica y pastoril, casi mitológica.

El gusto burgués de entonces, consonante con una estética de género paisajístico o de retratos realistas a lo Holden Jara, se mantenía a medio camino entre lo bucólico, lo documental y lo antropológico. En, general, la literatura de entonces retorizaba alrededor del pensamiento greco-latino y del catolicismo, fluctuando entre el romanticismo y alguna curiosidad por el modernismo. Quizás a través del pensamiento de su padre, el escritor Fortunato Toranzos Bardel, el joven pintor quedó finalmente asociado a estas corrientes crepusculares. Un retratismo de psicología cándida, con que el artista ejecutó a sus modelos, puede advertirse en su figuras, que sin embargo no profundiza en estrategias o conceptos comprometidos con lo social o lo político, como las de su contemporáneo y amigo, el pintor Ignacio Núñez Soler. Si bien podemos reconocer sinceras intenciones en la descripción anímica de los personajes, generalmente absortos en sus tareas; los notamos entregados y solemnes ante el sacrificio de sus vidas, soportando el duro trabajo que la oligarquía del país echaba sobre sus hombros.

 

 

 

LA BARCAZA YERBATERA

Pintura al óleo de LUIS TORANZOS

  

 

 

VISIONES CREPUSCULARES

 

Ocupándose en algunas obras de documentar el cotidiano de las clases rurales y urbanas, el artista intentó desarrollar en sus personajes aspectos interiores de la condición humana, en su atávico destino ligado al trabajo. Las figuras de obreros, madres y agricultores ocupan desmesuradamente lugares centrales en la composición, aún sobre la perspectiva del paisaje natural o artificial-urbano.

En una época tan desfasada como la que vivía él Paraguay en lo referente a la cultura moderna, Luis Toranzos se alineó y continuó los postulados del realismo, con pocas concesiones hacia otros estilos, excepción en el caso del geometrismo y el cubismo orgánico que desarrolló brevemente en la década del '50. Como el mismo artista confesara en una entrevista (2), el presidente del Centro de Artistas Plásticos del Paraguay, Jaime Bestard, en ocasión de la III Bienal de Arte de São Paulo de 1955 le pidió cambiar su estilo a fin de ser seleccionado en la terna paraguaya que incluía también a los "disidentes modernos" Oiga Blinder y Edith Jiménez. Toranzos ensayó entonces composiciones cubistas que multiplicaban las formas de figuraciones y abstracciones, cercanas también a un futurismo que pretendía capturar la repetición del movimiento; experiencia que abandonó al poco tiempo para retomar su inconfundible visión de la realidad.

Hacia 1958, el artista realiza una de sus mejores obras, que enseña a un obrero en primer no horadando el pavimento para instalar tuberías subterráneas, y como fondo una recova galerías de la calle Independencia Nacional. El cambio de la ciudad, su transformación acelerada, y el persistente aferramiento por un tiempo pasado y por sus símbolos mantenían sus inquietudes representativas; pero sobre todo este contexto, la humanidad indolente del anónimo obrero se erige central e inapelable.

Los '60 y los '70 serán dos décadas de automarginamiento de la pintura, y recién en 1980 se organiza su primera muestra individual de pinturas. La acuarela surge como una rápida alternativa al lento proceso de secado del óleo, plasmando en ella principalmente paisajes. Su salud física va deteriorándose, restringiendo cada vez más su producción, aunque comienza a ser celebrado y recordado por el público y el circuito del arte asunceno.

Como la ley de periodicidad de los griegos o la doctrina del karma oriental, que produce la reaparición o efecto en plazos calculables de toda idea o causa pasada; así pareciera terminar la vida intensa de don Luis Toranzos, a orillas del mismo río que lo vio nacer y morir, entre Concepción y la Asunción. Sus pinturas, que como buenas hijas se han establecido en plácidos hogares, hoy nos hablan de lugares encantados y de sus gentes, y de un pasado al que podemos volver, aunque sea, a través de esta pintura del recuerdo. 

FERNANDO MOURE

 

(1)       Josefina Plá, Catálogo de exposición: Abramo, Jiménez y Toranzos, galería ArteSanos, 1982.

(2)       Entrevista a Luis y Félix Toranzos, Diario Noticias, marzo de 1985, por Adriana Almada

(Fuente: Catálogo "LUIS TORANZOS - LA PINTURA DEL RECUERDO (1911-1992)", Centro Cultural CITIBANK, Agosto 2002, Asunción-Paraguay. Gentileza del arquitecto Félix Toranzos).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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