JOSÉ BERGES
Este asunceno ilustre que por más de tres lustros ocupó posición rectora en nuestra política internacional, durante los gobiernos de los dos López, era un gran señor de modales finos y cuantiosa fortuna personal. Aunque no poseyera, precisamente, lo que hoy pudiéramos calificar de vasta cultura, estaba dotado de inteligencia equilibrada, atinado criterio y certera visión política que le convirtieron en el más hábil negociador de las delicadas misiones diplomáticas confiadas por don Carlos y el Mariscal, en difíciles momentos. Eliseo Reclus lo conoció en Río de Janeiro y dijo de él que era una de las personalidades más interesantes conocidas en su movida vida de viajero. Su padre don Miguel Berges se vio perseguido por el dictador Francia y, en el proceso que éste le incoó, fue defendido por Mariano A. Molas.
La primera función pública desempeñada por don José Berges fue la de juez de Paz del distrito de la Catedral. Carlos Antonio López lo llevó luego a la Secretaría General de la Presidencia y le confió importantes negociaciones. Muerto don Carlos, gran sector de la opinión pública paraguaya quiso llevarlo a la primera magistratura de la nación. "Berges -escribe Juan Crisóstomo Centurión- era uno de los pocos hombres bien preparados para dirigir los destinos de la República y no cabe duda alguna que, si a la muerte del viejo López el pueblo paraguayo hubiese gozado de libertad para elegir a sus gobernantes, hubiera sido él el designado por el voto de sus conciudadanos". "Qué hermoso porvenir hubiera sido el del Paraguay -exclama Domínguez- si hubiese sucedido en el mando a don Carlos un José Berges, por ejemplo". Pero tan peligrosa posibilidad no privó al Mariscal de los servicios de su presunto émulo. Toda la experiencia recogida en anteriores comisiones oficiales le valió a Berges ser nombrado así ministro de Relaciones Exteriores, cargo que ocupó hasta su apresamiento y muerte.
Viajó a Montevideo y Entre Ríos, en 1851, como Encargado de Negocios, para tratar sobre la proyectada participación del Paraguay en la campaña militar de Urquiza contra Rosas. Berges era decidido partidario de que su país interviniera activamente en Caseros. "Mi parecer es que entremos en la alianza -escribía a don Carlos- ...No le sería honroso al Paraguay, ni tampoco útil, conservarse neutral en esta guerra. El Paraguay es mirado como el primero y más poderoso enemigo de Rosas; no le convendría perder esta ocasión de emplear sus fuerzas con ventaja...". Pero su criterio no prevaleció. "Grave error el de don Carlos -opina Julio César Chaves- al negarse a concurrir a los campos de la alianza, y dejar de hacerse presente en ellos, aunque no fuera más con el "batallón simbólico" que en tono suplicante le pedía su emisario Berges. Por su defección, pierde el Paraguay la oportunidad de hacer avanzar su frente diplomático hasta el Plata, en la segunda mitad del siglo XIX".
En 1856, estuvo en Río de Janeiro, comisionado para concertar un tratado de límites y navegación con el Imperio del Brasil. Cuatro años después, en 1860, fue enviado a Londres, primero, y a Washington después, para el arreglo del escabroso entredicho suscitado con el gobierno norteamericano a raíz de la cuestión Hopkins y de la agresión paraguaya al cañonero norteamericano Water Witch. En todas estas comisiones, Berges actuó con eficacia y extraordinaria habilidad. Fue en Río de Janeiro, principalmente, donde el negociador paraguayo puso de relieve sus condiciones excepcionales de diplomático. Allí le tocó negociar con el célebre Paranhos, que manejaba la política internacional del Brasil, alegando sagazmente el utis posidettis del Paraguay sobre los territorios en disputa. Si bien es cierto que Berges no logró imponer los puntos de vista nacionales para el arreglo de límites con el Imperio, ni un acuerdo definitivo sobre la libre navegación del río Paraguay, reclamada por éste, Berges alcanzó a firmar con el canciller Paranhos el protocolo del 6 de abril de 1856, por el cual se difería la delicada cuestión por el término de seis años, retardando de ese modo el estallido de la guerra.
El mariscal López, al inicio de las hostilidades, le confió otra importante misión en Corrientes, que el canciller Berges desempeñó con su acostumbrada habilidad. Durante el transcurso de los primeros años de la guerra y estando el Mariscal en su cuartel de Paso Pucú, su ministro era en Asunción el asesor obligado para todas las determinaciones de la administración pública.
Envuelto más tarde en las redes de la presunta conspiración contra Francisco Solano López, tras sufrir penalidades sin cuento. José Berges fue fusilado por orden del Mariscal el 21 de diciembre de 1868, pocas horas antes de librarse la desigual batalla de Lomas Valentinas.
BIBLIOGRAFÍA
Cecilio Báez: Historia diplomática del Paraguay.
Julio César Chaves; El presidente Carlos Antonio López.
Efraím Cardozo; El Paraguay independiente; Vísperas de la guerra de la Triple Alianza.
Pelhman Horton Box: Los orígenes de la guerra de la Triple Alianza.
Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)
