ATERRADORA PARIDAD

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

De acuerdo con la lógica de varios de los activistas religiosos que se oponen frontalmente a la ley de paridad, si se aprueba esta legislación será inevitable que luego den vía libre a la despenalización del aborto y al matrimonio igualitario. Es un argumento más creíble que suponer que la resistencia se da por temor a que se viole la Constitución, ya que esos mismos grupos nunca se manifestaron cuando se pretendió violentarla para imponer la reelección presidencial.

Analicemos ahora el primer razonamiento. Lo que cambiará con la ley de paridad es que aumentará sustancialmente el número de mujeres en los espacios donde se toman las decisiones, como el Congreso Nacional. Si los activistas religiosos suponen que una mayor participación femenina revertirá las posiciones contrarias al aborto o al matrimonio gay que hoy mantienen las mayorías integradas casi en su totalidad por hombres, quiere decir que presumen que las mujeres pueden tener una visión muy distinta sobre esos mismos temas.

Y debo decir que estoy totalmente de acuerdo con ellos. Creo que ese es precisamente el punto más importante del debate. Como ellos, estoy convencido de que la gran mayoría de las mujeres tienen física y culturalmente experiencias de vida muy diferentes a las de los hombres, y que, por lo tanto, su perspectiva sobre una amplia gama de temas puede ser incluso radicalmente opuesta a la nuestra.

Mi diferencia con estas personas es que no puedo imaginarme una democracia real si esa mitad de la población, que tiene por fuerza una mirada distinta de las cosas, registra una participación minúscula en los espacios de poder, donde se toman las decisiones que afectan las vidas de todos.

La cuestión es cómo aumentar la participación de mujeres cuando nuestro modelo cultural reduce sustancialmente sus oportunidades. Es casi insultante escuchar a algunas mujeres de clase acomodada afirmar que cualquiera de sus congéneres puede alcanzar un espacio de poder con solo proponérselo; o a ciertos varones señalar que no existen diferencias marcadas entre las posibilidades que tenemos nosotros con respecto a ellas.

Pregunten en cualquier círculo de amigos cuántos caballeros estarían dispuestos a permitir que su mujer esté fuera de la casa haciendo activismo social o político mientras ellos dan cuenta del hogar y los hijos. Imaginen esa escena fuera de la capital.

Busquen las estadísticas de pobreza y desempleo. Revisen los datos sobre violencia intrafamiliar, abusos y deserción escolar. Dense una vuelta por los registros de propiedad y anoten la mayoría abrumadora de género en la tenencia de tierras.

Plantear que ellas se ganen sus espacios en disputa igualitaria con nosotros es pedirle a un club de barrio que dispute la Copa del Mundo. Lo de algunos grupos religiosos por lo menos es honesto, no quieren más mujeres que pongan en riesgo el modelo.

Pero lo de nosotros, señores, lo de una mayoría notable de nuestros congéneres, es cinismo puro.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 17 de Junio de 2018

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