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ROBERTO CÉSPEDES

  ADRIANO IRALA BURGOS, UN INTELECTUAL DE SU TIEMPO - Por ROBERTO L. CÉSPEDES - Diciembre 2003


ADRIANO IRALA BURGOS, UN INTELECTUAL DE SU TIEMPO - Por ROBERTO L. CÉSPEDES - Diciembre 2003

HOMENAJE A ADRIANO IRALA BURGOS

MAESTRO Y PENSADOR

 

Revista de la Universidad Católica

“Nuestra Señora de la Asunción”

Vol. XX y XXI Nºs 1-2

Asunción del Paraguay

Diciembre 2003

 

 

HOMENAJE A ADRIANO IRALA BURGOS

MAESTRO Y PENSADOR

ÍNDICE

Presentación - 7

Por José Zanardini

Introducción - 9

Por Roberto L. Céspedes R. y Feliciano Peña Páez

 

I. BIOGRAFIA Y BIBLIOGRAFIA

Biografía - 15

Por María Cristina Ramírez de Caballero

Mi descubrimiento de Bélgica - 27

Por Adriano Irala Burgos

Por los caminos de la cultura. La biblioteca de tres generaciones - 33

Publicado en La Tribuna

Bibliografía - 37

Por Ma. Cristina Ramírez de Caballero

 

II. TEXTOS DE ADRIANO IRALA BURGOS

1. TEXTOS FUNDAMENTALES

El hombre individuo social y las estructuras de alienación - 45

La ideología política del Doctor Francia - 67

La epistemología de la historia en el Paraguay - 179

2. OTRAS CONTRIBUCIONES

FILOSOFÍA, IDEOLOGÍA

Las ideologías: su fuerza y su debilidad - 189

Relectura del mito de la caverna - 201

El Paraguay mestizo y sus valores para el siglo XXI - 209

IDEOLOGÍAS Y POLÍTICA PARAGUAYA

La crisis ideológica en el Paraguay - 223

Ideología del Partido Demócrata Cristiano del Paraguay - 233

El Partido Demócrata Cristiano y la democracia - 243

Desafíos culturales para la convivencia democrática:

Los derechos humanos y la persona - 249

IGLESIA PARAGUAYA: HISTORIA Y COMPROMISO SOCIAL

El rol de la Iglesia durante el gobierno del Dr. Francia - 257

La presencia de la Iglesia en los problemas sociales - 261

EL DR. JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA

El horizonte ideológico en “Yo el Supremo” - 267

 

EDITORIALES, ENTREVISTAS, DISCURSOS, Y NOTAS

EDITORIALES DE ESTUDIOS PARAGUAYOS

Cambios axiológicos - 285

La patria es de todos - 287

Los desterrados - 289

El fundamento de la paz - 291

El voto político - 293

La necesidad de la libertad - 295

El ámbito de la libertad - 297

La libertad de prensa - 298

La libertad de prensa - 300

La importancia del Derecho - 302

Los derechos humanos - 304

El Derecho y el espacio social entre los hombres - 306

El idioma y la soberanía política - 309

La crítica situación económica - 311

Ciencia y tecnología en la Universidad Católica - 313

La ausencia del padre Meliá - 316

Dr. Juan Stefanich. Su fallecimiento - 318

DISCURSOS

La Revolución Francesa y el Paraguay - 321

La promoción “Jóvenes por la democracia” del Colegio San José - 336

NOTAS

La carrera debe ser fruto de su vocación - 340

El nene de papá - 342

La basílica de Caacupé - 345

El testimonio de Juan Pablo II - 348

 

III. ESTUDIOS Y COMENTARIOS SOBRE SU OBRA

 

1. ACTOS DE HOMENAJE

En la Universidad Católica

Presentación - 353

Por Carlos Martini

Semblanza - 355

Por Juan Ramón Cano

En la Universidad Nacional de Asunción

Adriano Irala Burgos, su vida como cátedra de filosofía - 359

Por Feliciano Peña Páez

 

2. ANÁLISIS SOBRE SU OBRA Y PERSONA

El Prof. Dr. Irala Burgos y la Universidad Católica del Oeste (Angers, Francia) - 367

Por Hno. Roger Texier

El legado de Adriano Irala Burgos - 373

Por Mario Ramos Reyes

Pensador católico - 377

Por Juan Andrés Cardozo

Adriano.... era una fiesta... - 381

Por Ramiro Domínguez

Adrianito. Maestro y amigo - 385

Por José Zanardini

Adriano Irala Burgos, un intelectual de su tiempo - 389

Roberto L. Céspedes R.

 

 

PRESENTACIÓN

Por JOSÉ ZANARDINI

Sólido y firme como los lapachos de nuestros bosques tropicales, crítico y prudente al mismo tiempo, maestro y amigo excepcional, Adriano Irala Burgos ha transitado por los caminos de la filosofía y de la antropología sembrando a manos abiertas los mejores frutos de su sabiduría.

Hombre de fe y hombre de ciencia supo salir de la dicotomía de ambas, ofreciendo un claro ejemplo de armonización de las dos realidades presentes en él en sumo grado. Magistral ejemplo de entusiasta vocación de intelectual y de constante dedicación a la investigación, Adriano deja tras de sí amplias y cualificadas generaciones de docentes, investigadores, intelectuales y políticos que se formaron con él en la sublime tarea de alcanzar la plenitud de la humanidad mediante el insustituible valor de la razón.

El pensar era para él un hábito profundo, la reflexión y la tertulia filosófica eran su pan cotidiano, habiéndose formado académicamente en célebres Universidades de Argentina, Bélgica y Estados Unidos. Mediante éstas accedió al pensamiento latinoamericano, europeo y norteamericano destilando lo mejor de cada escuela y adaptándolo al ambiente paraguayo.

En la Universidad Católica de Asunción, además de ejercer una fecunda y larga docencia, fundó y animó el Centro de Estudios Antropológicos (CEADUC), además de las revistas SUPLEMENTO ANTROPOLOGICO y ESTUDIOS PARAGUAYOS que brillan como joyas preciosas en el firmamento intelectual paraguayo y siguen ofreciendo análisis e investigaciones para orientar el quehacer sociocultural del país.

En este volumen dedicado a la memoria del insigne Maestro recogemos sus principales investigaciones, ensayos, conferencias y artículos para que su herencia intelectual quede viva en la sociedad paraguaya. Además presentamos testimonios escritos por colegas, intelectuales, ex alumnos y amigos.

Así, tras su partida no quedamos huérfanos porque su palabra resuena entre nosotros. Con estos aportes se configura un mosaico donde los rasgos intelectuales del querido Adriano se complementan revelando su fuerte personalidad y se armonizan como en un bellísimo concierto musical.

Al Amigo y al Maestro perenne gratitud y agradecimiento.

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Por ROBERTO L. CÉSPEDES R. y FELICIANO PEÑA PÁEZ

 

Recuperar y ordenar los textos de Adriano Irala Burgos ha sido dificultoso, porque se trata de una obra dispersa en varias fuentes y de distinta naturaleza, especialmente en artículos de libros y en notas periodísticas breves. Esta compilación y selección de textos siempre serán incompletas, porque en cualquier inesperado lugar aparece un nuevo, desconocido texto del maestro Adrianito, como se le llamaba y él aceptaba que así se lo denomine.

La presente introducción pretende explicar la lógica de esta compilación que consta de tres partes: la misma historia de Adriano Irala Burgos, su obra escrita y los comentarios a su obra. La primera parte comprende la biografía y la bibliografía de Adriano Irala Burgos y estuvo a cargo de María Cristina Ramírez de Caballero. Se trata de una biografía acotada al entorno familiar y la formación y actividades académicas del filósofo y maestro. La bibliografía, que siempre será incompleta por lo anotado precedentemente, constituye lo más exhaustivo disponible, independientemente de su extensión o formato de publicación. Se incluye en esta primera parte del libro un breve testimonio del mismo Adriano Irala Burgos sobre su estadía en Bélgica y una entrevista a los dos hermanos Irala Burgos sobre la biblioteca familiar; ambos textos son reveladores acerca de la culminación de estudios de formación y del “capital cultural” familiar, respectivamente.

Textos de Adriano Irala Burgos constituye la segunda, principal, y más extensa parte de este libro. Ha primado el criterio de publicar, dentro de una selección mínima, textos de diverso contenido y formato. Se pretende así que, el/a lector/a disponga de una variedad de secciones de manera que le sea fácil seleccionar lo que le interesa pudiendo leer los materiales en forma independiente y en el orden que le plazca. Lo anotado explica que cuente con un significativo número de secciones, heterogéneas pero articuladas con la lógica que sigue. En el conjunto, se repiten ideas, argumentos, etc., explicable por los diferentes públicos a quienes estaban dirigidos e indicador de la coherencia del pensamiento de Irala Burgos.

En primer lugar, se tienen los textos fundamentales. Contienen textos de filosofía política, como parte de su tesis doctoral sobre el hombre-individuo-social y los manuscritos económico-filosóficos de Marx; el análisis histórico sobre un tema recurrente en toda su obra: la ideología del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia; y la epistemología de la historia en el Paraguay. Los editores consideran que estos tres estudios resumen, por así decirlo, el núcleo del pensamiento de Adriano Irala Burgos.

En segunda instancia, se cuenta con una extensa y diversa parte dedicada a otras contribuciones, dedicada a filosofía e ideologías, ideologías y política paraguaya, iglesia paraguaya, J. G. R. de Francia, y editoriales, entrevistas, discursos y notas. El criterio de ordenamiento de los materiales ha sido partir de lo general hacia lo específico, sin desconocer que lo concreto se encuentra en lo general y en lo concreto lo general; no un orden cronológico, y con textos que van desde 1975 hasta 1996.

La sección sobre filosofía e ideologías comprende desde temas generales como la relectura del mito de la caverna platónica y el Paraguay mestizo y sus valores para el siglo XXI. Seguidamente ideologías y política paraguaya contiene artículos ya focalizados en la segunda mitad de la década de 1980 del Paraguay “stronista” que le tocó vivir a Irala Burgos. En Iglesia paraguaya: historia y compromiso social se analiza a la Iglesia durante J. G. R. de Francia como su presen cia ante los problemas sociales ya en los umbrales de este nuevo siglo.

Posteriormente, José Gaspar Rodríguez de Francia estudia el horizonte ideológico de la novela de Augusto Roa Bastos sobre el Supremo dictador.

Publicaciones muy breves y heterogéneas se agrupan en editoriales, entrevistas, discursos y notas. Los editoriales de EstudiosParaguayos se ordenan según temas que reflejan las preocupacionesy urgencias de finales de la década de 1970 e inicios de 1980, devigencia permanente y tiene como eje a los cambios axiológicos. Seregistran dos discursos, a los egresados de su antiguo colegio, el SanJosé, en 1996, y la Revolución francesa y su influencia en Paraguay,en la Alianza Francesa, en 1981. También se incluyen unas notas sobretemas diversos, incluyendo su homenaje a Juan Pablo II.

Estudios y comentarios sobre la obra de Adriano Irala Burgos conforman la tercera parte de este libro. Se divide en dos secciones. La primera contiene los textos de dos actos de homenaje a su persona: en vida de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Asunción (UC), como ya póstumamente en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). La segunda sección recoge análisis sobre la obra y vida de Adriano Irala Burgos, de publicaciones en diarios como a través de ensayos escritos especialmente para este libro.

Finalmente, se anota que, si bien el objetivo de este trabajo fue recuperar la palabra escrita de Adriano Irala Burgos, la motivación mayor en todo momento fue el respeto y afecto al Maestro, a la persona, con sus debilidades y sus sombras, así como también con sus aciertos, su ejemplo y su generosidad. Este es nuestro póstumo tributo al Maestro: recuperar su palabra escrita, y su ejemplo de capacidad, honradez, coherencia, fe y generosidad, imprescindibles, ayer, hoy y mañana.

 

 

ADRIANO IRALA BURGOS,

UN INTELECTUAL DE SU TIEMPO

ROBERTO L. CÉSPEDES R. (*)

 

(*) Sociólogo, docente universitario en la UC y la UNA, del Grupo de Ciencias

Sociales (GCS); cespedes@rieder.net.py.

Agradezco los comentarios y estímulos

de Juan R. Cano M, B. Meliá SJ., Magdalena Rivarola, Graciela Ocáriz,

Marilín Rehnfeldt, y Fernando Tellechea; los errores y omisiones son míos.

 

Como que no hay cosa más viva que un recuerdo. ...

Doña Rosita la soltera, III; F García Lorca

 

Esta reflexión sobre Adriano Irala Burgos no pretendió en momento alguno, ingenuamente, excluir las experiencias personales para el logro de la “objetividad científica”. Por el contrario, a nuestra memoria se agregaron consideraciones más globales, estructurales,“ científicas”. Quien escribe fue alumno suyo a mediados de la década de 1970 en la carrera de Sociología, parte del área de Ciencias Sociales, perteneciente a la Facultad de Filosofía y Ciencias del Hombre —nominación que se cambió posteriormente por la de Filosofía y Ciencias Humanas— de la Universidad Católica de Asunción. Aclaro que no soy discípulo suyo, tampoco estuve entre, si tuvo, sus alumnos predilectos. No escribo desde ninguno de estos dos lugares, lo cual, quizás, me permite un mayor distanciamiento para esta nota.

Se busca rescatar y ubicar a Adriano Irala Burgos en sus cualidades que lo señalan como intelectual y sobre todo como maestro, por una parte, y como un intelectual en el período del largo autoritarismo stronista, por otra (1). A través de este recorrido en dos momentos, se pretende reflexionar sobre las tareas de un intelectual, y sobre el condicionamiento del contexto en un intelectual. Una y otra registran la particularidad de una vida humana, la de Adriano Irala Burgos, pero a su vez, se considera que muchos factores se repiten hoy día. Entonces, resulta válida aquella reflexión de que si no aprendemos de la historia, estamos condenados a repetirla.

 

ADRIANO INTELECTUAL

Aunque Adriano Irala Burgos tiene su peso específico, cabe presentarlo en su contexto familiar (2). Nació el 16 de junio de 1928 y murió el 5 de abril del 2003, en Asunción, en ambos casos. Fue hijo de Adriano Irala, destacado intelectual y fundador de la Liga Nacional Independiente (LNI), uno de los pilares en la conformación del movimiento “febrerista” (3); también maestro de juventudes y de la pluma dado que fue editorialista del diario “La Nación”, de la LNI, entre 1925 y 1931, muerto prematuramente en 1933 (Resquín, 1978: 42–43). El ambiente educativo y cultural y la herencia familiar indudablemente influyeron en Adrianito, como se dejaba llamar (4), ese niño huérfano de padre a los cinco años. Resumiendo, Irala Burgos nace en una familia de la elite intelectual de entonces, en donde la biblioteca es parte y parte importante de la vivienda (5). Mientras que aún hoy, en la mayoría de las casas, la biblioteca es una habitación o sección ausente en el diseño o en la distribución de funciones del espacio físico de las viviendas (6).

Entonces, se puntualiza lo recuperado por Merton (1997: 12) que “el Niño es (en verdad) el padre del Hombre”, o las disposiciones inherentes al capital cultural, concepto acuñado por Bourdieu refiriéndose a los condicionamientos y vínculos de la familia y sus prácticas culturales así como a la escolaridad. Adriano Irala Burgos estudia en el Colegio “San José” de Asunción, integrando su prestigiosa Academia Literaria (7), y, luego, Filosofía en la también renombrada Universidad Nacional de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Después, en 1959, fue a The Catholic University of América, en Washington, DC., donde obtiene el Master en Filosofía Social. Finalmente, en 1968, va a culminar sus estudios con el doctorado en Filosofía en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica (8).

Irala Burgos es un intelectual de su época, ya a su regreso de La Plata, y, con mayor razón, desde su retorno de Lovaina. Es oportuno anotar que, siempre optó por volver al Paraguay, su compromiso siempre estuvo aquí. Pero, a su regreso, entonces al igual que hoy no existía una comunidad académica ni las universidades contaban con profesores– investigadores. A lo que debe agregarse, una escasa producción bibliográfica y académica. Ni universidad ni palabra escrita como factores clave para intervenir en el debate científico o político. Indudablemente que en los años de mayor actividad de Irala Burgos estas dos ausencias estaban potenciadas; aún hoy, ya en un ambiente de libertades, continúan vigentes estas limitaciones (9).

En este restringido ámbito intelectual, Adriano Irala Burgos opta por ser docente; y, en cierto sentido, por un relativo aislamiento. En efecto, sus dos grandes tareas fueron enseñar y editar dos revistas.

En menor medida, lamentablemente, escribió y publicó poco aunque de excelente calidad (10). Entonces, a su regreso al país, luego de su etapa de formación, siguiendo una tradición familiar (no la de abogado), se dedicó a la docencia. Era un filósofo que enseñaba, que disfrutaba enseñando, y que sabía lo que enseñaba. Un pensador en un ambiente sin libertades ni libros y sin debate académico, poco o nada podía hacer. Era un ente aislado; de allí que, en el diálogo abierto y franco, repitiera que “El intelectual en el Paraguay es una concha cerrada que escucha su propio eco.”

Enseña, en la Facultad de Derecho, y, principalmente, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, así como en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción (11). También estuvo como docente en varios colegios secundarios de Asunción.

Enseñó intensamente desde su regreso al país, desde inicios hasta fines de la década de 1960, en Derecho y en Filosofía de la Universidad Católica. A su vuelta de Lovaina, nuevamente se dedica a la enseñanza, abarcando mayor cantidad de instituciones, como el Instituto Superior de Teología y Ciencias Religiosas aunque su eje siempre es Filosofía en la Universidad Católica, siempre en Asunción. Desde mediados de la década de 1980 es docente también en Ciudad Presidente Stroessner, entonces, y, luego, Ciudad del Este; hasta abandonar casi todas las cátedras en la segunda mitad de la década de 1990.

En todo este prolongado formó discípulos que tomaron la posta del maestro. Estos jóvenes fueron cubriendo cátedras que ya Adriano Irala Burgos iba dejando. También apunto que, como sociólogo lo recuerdo como maestro con afecto pero también infiero que, por obvias razones, sus discípulos estuvieron siempre en el campo de la filosofía; me arriesgo a señalar que carece de seguidores en los campos de la sociología, la política, o la historia. Irala Burgos enseñó varias materias, con énfasis en filosofía.

Pero sus clases, abarcaron además del pensamiento de clásicos, filosofía política, reflexiones sobre la historia del Paraguay, particularmente sobre el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, el autoritarismo vigente, etc. Su docencia comprendía filosofía, historia, política, sociología. Era un enciclopedismo restringido a la filosofía y ciencias sociales —no a las ciencias “duras” como las matemáticas o las naturales, en oposición a las “blandas” como las mencionadas. Era un enciclopedismo fundamentalmente oral (12); del maestro al alumnado, de la palabra hablada —no de la escrita.

Otra faceta encomiable fue su rol de editor de las únicas durante muchísimo tiempo revistas de la Universidad Católica. Esto es, la creación, consolidación y continuidad institucional cultural de publicaciones; una excepcionalidad de las instituciones y de los intelectuales paraguayos. Las revistas son el Suplemento Antropológico y Estudios Paraguayos. El Suplemento Antropológico en sus orígenes es del Ateneo Paraguayo (13), luego para su continuidad mediante el apoyo de personas como Adriano Irala Burgos pasa a la Universidad Católica (UC) como publicación del Centro de Estudios

Antropológicos de la UC (CEADUC). Irala Burgos fue presidente del CEADUC y su mayor tarea fue continuar la publicación del Suplemento Antropológico que hoy tiene casi 40 años; una publicación periódica de calidad que desdice a su nominación de suplemento. Sostener una revista independiente en una mayoritaria sociedad paraguaya indiferente a la cultura, a la cultura escrita y crítica, racista ante los aborígenes, durante y después del longevo y cruel autoritarismo stronista merece, cuando menos, un justo reconocimiento. Las continuidades mencionadas, para ambas revistas, recuerdan el comentario de Augusto Roa Bastos de que la historia paraguaya por momentos parece una “fábula aciaga”.

También Adriano Irala Burgos es el fundador y director de Estudios Paraguayos que se define como “revista de la Universidad Católica” (14) aunque por lo apuntado en esta nota no podía ser el pensamiento “orgánico” de la UC por la falta de un mayor apoyo institucional vinculada a una relativa exclusión de instancias de poder de su director, probablemente por los celos que su capacidad connotaba.

Esta publicación se convierte en otro canal de expresión del pensamiento nacional e internacional; y resulta en la única revista y de jerarquía en ciencias humanas de la UC. Es de mayor diversidad temática que el Suplemento Antropológico aunque no tiene la consistencia ni la continuidad de aquél; lo cual no excluye contribuciones sustantivas que posteriormente fueron editadas como libros (15). La revista continúa con altibajos. Otra vez cabe recordar lo anotado precedentemente acerca de un entorno hostil, cuando menos, indiferente, a nivel macro, con el régimen político y cultural, y, otro indiferente, en el mejor de los casos, a nivel meso o medio, en la misma UC.

Estas dos contribuciones de Adriano Irala Burgos a la UC y a la cultura y sociedad paraguayas, probablemente sean más conocidas y valoradas fuera del país que en el mismo Paraguay (16). Es un legado incuestionable y que lo honra.

Un intelectual escribe, publica, y debate. Como se anotó, no existía mayor producción bibliográfica y ni antes ni ahora comunidad académica. En ese entonces, un intelectual recibe ese nombre a partir de alguna contribución a la prensa o la publicación de un artículo en una revista extranjera, y excepcionalmente un libro. Las tecnologías de difusión eran limitadas; muchas publicaciones salían en mimeógrafo (17 ); otras muy escasas, llegaban a las imprentas, a pesar de compromisos económicos y esquivando censuras políticas.

Dada su orientación a la docencia, la producción de Irala Burgos es sustantiva aunque escasa. Los tres materiales que se rescatan como centrales en este volumen indican precisamente el núcleo de su reflexión.

En 1973, en el primer volumen y primer número de Estudios Paraguayos aparece “El hombre individuo social y las estructuras de alienación”; es, textualmente, “el primer capítulo de los cuatro que analizan, para nuestra revista, los temas más importantes de los Manuscritos económico–filosóficos de 1844 o Manuscritos de París, de Karl Marx. ... En otros números de esta revista irán apareciendo los restantes capítulos y la conclusión” (1973: 9–25). Fue el primero y el único; se puede presumir fundadamente que el régimen político imperante y la misma institución no tolerarían una discusión sobre el marxismo aunque fuese para disentir con el mismo. Se plantea al hombre–individuo social y hombre como haz de posibilidades; claves del discurso de Adriano Irala Burgos, quien no se cansaba de explicarlos.

En marzo de 1975, aparece, mimeografiado, La ideología del doctor Francia. Irala Burgos afirma que el Estado es la matriz de la nación paraguaya; porque “Antes de 1811 constituiamos una comunidad de conciencia; el Estado asume, después del 14 de mayo, su rol principal, que es el de hacernos pasar a una conciencia de comunidad, la etapa nacional a la etapa política, ambas ya en acto y no en pura potencia.” (cursivas del original, 1975 b: 5). Por esta razón se mezclan el autoritarismo y la autonomía en una atribulada historia en esta isla rodeada de tierra, parafraseando a Augusto Roa Bastos. La crítica al autoritarismo francista no puede dejar de considerarse una herejía en ese tiempo autoritario donde, supuestamente, Francia y los López constituyen los antecedentes al régimen del general Alfredo Stroessner, quien “reata el hilo de la historia” e instaura nuevamente la “edad dorada”.

Precisamente sobre este tema, en diciembre del mismo año, Irala Burgos publica “La epistemología de la historia en el Paraguay” (1975b), en Estudios Paraguayos. Escrita como ensayo, en el papel se reconoce la palabra hablada del autor. Puntualiza que la epistemología de la historia paraguaya de entonces, particularmente la oficial, cuenta con tres ejes: el mito del eterno retorno (a la edad de oro), el maniqueísmo o una supuesta lucha entre el bien y el mal, y la instauración del héroe máximo. Sus efectos perversos escapan a esta nota; solo cabe agregar la pervivencia de estos ejes en las mentalidades colectivas. Este breve ensayo es, en verdad, una extensión del primer capítulo de su obra anterior, para la cual tuvo que desmitificar la historiografía sobre el Dr. Francia.

Los mencionados trabajos son, considerando la bibliografía disponible en este mismo volumen, centrales en su producción por su densidad y calidad. Sus escritos posteriores no tienen el nivel de los mencionados. Escribe sobre ideologías, la Iglesia, y “El Supremo” hasta finales de la década de 1970. Ya en la segunda mitad de la siguiente, paralelamente a la crisis de la dictadura, presenta escritos vinculados al Partido Demócrata Cristiano, a la democracia, y a la coyuntura política; con contenidos recurrentes para públicos diferentes.

Finalmente, después de la caída del autoritarismo, escribe regularmente en la prensa, en Ultima Hora, e interviene en la Reforma Educativa como parte del Consejo Asesor de la Reforma Educativa (CARE), del Ministerio de Educación y Culto (MEC).

Se tiene cuatro etapas en su producción escrita. La primera, de inicios de la década de 1970, con los tres trabajos analizados, y que constituyen su núcleo central; es la del pensamiento maduro de Irala Burgos. Una prolongación de esta primera es la segunda de difusión de los temas desarrollados anteriormente y que comprende la segunda mitad de esa década de 1970. La tercera etapa es de artículos políticos, en la segunda mitad de la década de 1980, ya en la crisis terminal de la dictadura. Y, finalmente, la cuarta y última es de artículos periodísticos e intervención en el CARE, ya después de la dictadura.

Es un itinerario de intervenciones y de silencios en cuanto a su palabra escrita, en distintos formatos (libro, artículos de revistas, artículos periodísticos).

 

ADRIANO, INTELECTUAL EN SU TIEMPO

La biografía de Adriano Irala Burgos se comprende en su contexto, y éste ciñe a aquella. Sobre el ambiente macro, la longeva y cruel dictadura stronista, no vale ahondar; existen demasiados materiales que demuestran su perversidad. De sus múltiples dañinos efectos, sólo queremos rescatar uno de ellos, en las palabras de otro intelectual, también exiliado por el stronismo, y se adelantan disculpas por la larga cita:

“... Las técnicas del silencio se agudizaron en amplios sectores.

Que la sociedad haya sido achicada de palabra en palabra está documentado hoy ...

Las condiciones de trabajo cultural estaban sumamente reducidas.

... En esos treinta años la cultura paraguaya estuvo marcada por tres características principales: el recelo, la timidez y la desesperación ...

Pero lo que dominó fue la pereza; sí, la dictadura trajo pereza, pereza de pensar, pereza de decir. En este sentido la dictadura sobreviviría a sí misma. Los años de la llamada transición lo han mostrado fehacientemente.”

(Meliá, 1997: 74; énfasis nuestro)

 

El meso–ambiente, la Universidad Católica (UC), también padeció y se adecuó al macro–ambiente. Por lo último y por las cualidades intelectuales y de librepensador de Adriano Irala Burgos, la Universidad también lo constriñó. La UC durante la larga dictadura careció de protagonismo como universidad creadora de conocimiento y, menos aún, de conocimiento crítico; hoy continúa así a pesar de los grandes cambios que se dieron en la última mitad del pasado siglo —al igual que su par, la Universidad Nacional—. La estrategia de la UC fue preservar algunos espacios pero adecuarse al entorno autoritario y represivo; entorno que incluía ese ambiente de restricciones a las libertades, y se dedicó a crecer económicamente en cantidad de alumnado e infraestructura pero no en crecer académicamente. Se privilegió la prudencia y la administración antes que la capacidad creativa y la agilidad del pensamiento; pero aquella extrema prudencia se solapó con el conservadurismo mientras que la administración no se ceñía a una rigurosa gerencia moderna.

Adriano Irala Burgos tenía dos cualidades incompatibles (¿?) con este entorno. Podía decir la verdad y era demasiado brillante para una institucionalidad muy “sensible” al entorno y para un medio ambiente docente y administrativo, en muchos casos mediocre. Irala Burgos, vale repetirlo, estudió en La Plata, en Washington, DC., y tuvo un doctorado en Filosofía por la Universidad Católica de Lovaina; quizás el número de personas que podían ostentar este currículo se podían contar con los dedos de una mano en la misma UC y especialmente en algunos estamentos directivos, e inclusive a nivel del país. Pero, lo más “peligroso” de Irala Burgos es que podía decir e incluso escribir una o algunas verdades en un tiempo que ello era testimonio de audacia, coraje, y hasta insania. El escape a estos dos entornos opresivos fue la cátedra, el micro espacio en el cual Irala Burgos no se cansaba de repetir la importancia de las “utopías dinamizantes” o que “la lechuza nuevamente debe levantar su vuelo”. Esto es, debíamos elevarnos a la capacidad de pensar y no continuar como siempre —aún más en ese entonces— encadenados mirando el fondo de la caverna platónica, imagen que tampoco se cansaba de reiterar.

Por consiguiente, en cierto sentido, Adriano Irala Burgos sufrió un ostracismo interno; fue confinado al local del CEADUC, centro de publicaciones del Suplemento Antropológico y de Estudios Paraguayos. Como una metáfora de su inserción institucional, estaba “encajonado” en ese pequeño local, al final del corredor del segundo piso, del edificio principal de la sede central, con poco apoyo para su tarea de editor y ninguna para su potencial intelectual. A pesar del entorno, físico e institucional, ambas publicaciones continuaron. Aquí vale señalar la gran labor de acompañamiento que en todo momento ha desempeñado el secretario del CEADUC, el señor Feliciano Peña (18).

Dentro de esta perspectiva se registra que, cuando Adriano Irala Burgos accede a director de Estudios Paraguayos y dedica el editorial, del Vol. IV, No. 1, de diciembre de 1976, a “La ausencia del Padre Meliá”, señala:

“El Suplemento Antropológico y esta nuestra revista le deben a su capacidad y a su tozudez asombrosa, el haber superado innumerables dificultades y grandes incomprensiones. ...” (pág. 3, nuestro énfasis).

Si esto cabe para la dirección de las publicaciones de la UC, tampoco el ámbito más pequeño que fue el de la Facultad de Filosofía le deparó mayor espacio. Adriano Irala Burgos fue director del área de Filosofía, nunca llegó a vicedecano, menos a decano. En general, las razones fueron, en pequeño, las mismas de la institucionalidad mayor.

Hubo en cierto sentido una autoexclusión dado que priorizó la construcción institucional académica, a través de las revistas; en lugar de intervenir en la micropolítica y alianzas de ese pequeño campo académico. La justificación de su exclusión por carecer de experiencias o habilidades administrativas no son suficientes considerando que, muchas veces, se tuvieron direcciones con estas limitaciones aunque sin el talento de Adriano Irala Burgos. Paulatinamente, dejando cátedras y sin mayor horizonte académico, se fue marginando de la UC.

Mucho después, cuando en 1999 se reforman los estatutos de la UC y se crea la Vicerectoría académica, ya Adriano Irala Burgos se había alejado de la UC, a excepción del CEADUC, y era el Rector de la Universidad Comunera, a la cual estaba unido por vínculos familiares.

 

FINAL

Una omisión deliberada de esta nota fue el análisis político ideológico del pensamiento de Adriano Irala Burgos, quien también fue fundador del Partido Demócrata Cristiano (PDC) el 14 de mayo de 1960, como parte de una pléyade de intelectuales del mejor nivel de entonces, dentro del pensamiento católico, que emprendió este sendero.

Fue no solo un pensador católico sino también un católico ejemplar, en cuanto a coherencia entre fe y vida —responsabilidad de todos, asumida por muy pocos—. Tampoco se ha puntualizado el ejemplo moral que fue y es; una persona de honradez acrisolada en tiempos de riqueza fácil para capaces e incapaces que se inclinaran ante el omnipotente dictador. Esta honradez y la profundidad de su pensamiento constituyen ejemplos perennes sobre la corrupción y la superficialidad imperantes, antes y ahora.

Sin embargo, esta nota con características biográficas y de aproximación sociológica a un intelectual, no pretende ser una hagiografía.

Como humano, Irala Burgos tuvo sus equivocaciones; no era “un ser angélico”, no podía serlo. Errores, omisiones, señalamientos inoportunos están dentro de sus sombras. Pero, son pequeñas en relación a todo lo mencionado; y, se caen de la mesa de trabajo, y no vale la pena agacharse a recogerlas.

Se pretendió rescatar la vida y obra de un intelectual, Adriano Irala Burgos, así como sus condicionantes, no como un caso particular sino como un ejemplo que en esa vida y sociedad “situada y fechada” y también más allá de esas particularidades. Irala Burgos fue un intelectual comprometido con su tiempo y consiguientemente crítico al imperante autoritarismo; comprometido en la creación y consolidación de la institucionalidad cultural a través de publicaciones periódicas, y, sobre todo, un maestro con la palabra y el ejemplo. Estas líneas constituyen un homenaje a su memoria y su ejemplo, como académico y persona, desde los sesgos y limitaciones de quien tuviera el privilegio de ser uno de sus muchos alumnos.

 

BIBLIOGRAFÍA

Consejo Nacional de Educación y Cultura (CONEC). 2002. Estrategias de transformación de la educación superior. Asunción, agosto, 42 pp.

Irala Burgos, Adriano. 1975 b. “La epistemología de la historia en el Paraguay”, en: Estudios Paraguayos, Vol. III, No. 2, diciembre. Asunción: Revista de la UC, pp. 139–145

1975.a La ideología del doctor Francia. Asunción: IDIA, marzo, 91 pp. Mimeo.

1973. “El hombre individuo social y las estructuras de alienación”, en: Estudios Paraguayos, Vol. I, No. 1, noviembre. Asunción: Revista de la UC, pp. 9–25

Meliá, Bartomeu. 1997. El Paraguay inventado. Asunción:

CEPAG, 134 pp.

Merton, Robert K. 1997. “Una vida de aprendizaje” (autobiografía), en: Revista Paraguaya de Sociología, No. 100. Asunción: CPES, setiembre–diciembre, pp. 7–33

Resquín, Ruperto D. 1978. La generación paraguaya (1928–1932). Buenos Aires: Ediciones Paraguay en América, 257 pp.

Rivarola, D.M. y otros. 2000. Universidad en el Paraguay. Desafíos y dilemas. Asunción: AEP (Asociación de Estudios Paraguayos) y CPM (Círculo Paraguayo de Médicos), editores, 207 pp.

Wacquant, Loïc. 2002. “The Sociological Life of Pierre Bourdieu”, en: International Sociology, Journal of the ISA, Vol. 17,

No. 4, December, pp. 549–556.

 

 

(1) La biografía o historia no es mi especialidad; para pensar y escribir este ensayo, ha sido fundamental la autobiografía sociológica de Robert K. Merton (1997) y la biografía sociológica de Pierre Bourdieu de Wacquant (2002).

(2) La primera parte del presente volumen está dedicada a la biografía de Adriano Irala Burgos; lo aquí apuntado es tan solo una mínima parte.

(3) El Febrerismo que devino en el Partido Revolucionario Febrerista puede considerarse un movimiento sociopolítico populista, o “aprista” para utilizar la sigla del partido peruano. Nació en la post–guerra del Chaco (1932–1935), y, se vincula de esta forma con el Movimiento Nacionalista Revolucionario boliviano, que también puede calificarse de partido fraterno al Febrerismo.

(4) Esto explica que Adriano Irala Burgos fuese “Adrianito”, como se lo conocía, y a lo cual nunca se opuso —acaso un póstumo, íntimo y permanente testimonio de veneración a su padre—.

(5) La nota periodística sobre la biblioteca de tres generaciones, en la primera parte, es altamente ilustrativa.

(6) Si algún espacio físico debe sacrificarse en el hogar, la biblioteca está en primer lugar. Otras veces, cuando se cuenta con biblioteca, ésta deviene en depósito de libros y documentos; es un elemento ornamental y complementario a la imagen a venderse de los dueños de casa.

(7) De la “Academia Literaria” y de su generación merece mencionarse a Ramiro Domínguez, Jerónimo Irala Burgos, Juan Santiago Dávalos, Lorenzo Livieres, Enrique Ibarra y otros; mencionados por el mismo Adriano Irala Burgos en la primera nota del primer capítulo de su libro sobre el Dr. J. G. R. de Francia y por Ramiro Domínguez, en esta tercera parte de este mismo volumen.

(8) El texto autobiográfico “Mi descubrimiento de Bélgica”, en este mismo volumen, en la primera parte, resulta altamente clarificador de la experiencia y compromiso de Adriano Irala Burgos.

(9) Hoy, muchas universidades no pasarían pruebas académicas de cierto rigor; la mayoría del alumnado estudia de resúmenes; varios docentes están desactualizados; la biblioteca no es uno de los ejes de la universidad; y, “la investigación y docencia universitaria” es un requisito de estilo en las declaraciones estatutarias universitarias. Como resultado, obviamente, las universidades no producen ni libros ni debate académico. Las investigaciones en ciencias sociales durante la dictadura estaban a cargo de algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), a partir de 1989 la mayor parte de la producción es por encargo de la cooperación internacional con el Estado.

Las universidades son autistas del contexto; o más precisamente, autistas de los compromisos con ciertos contextos. Para una diagnóstico y propuestas sobre la universidad paraguaya, cuyos análisis, en parte, se solapan con esta perspectiva, deben verse los volúmenes de Rivarola y otros, 2000, y, CONEC, 2002.

(10) Lo central, desde esta perspectiva, se encuentra en los “Textos fundamentales” de este volumen.

(11) Un seguimiento de su enseñanza universitaria se encuentra en el Anexo de la Biografía, de este mismo volumen.

(12) Esta definición surgió de una conversación, recordándolo, con Carlos Martini; quien también contribuye con su texto en este mismo volumen.

(13) El volumen I, número 1 del Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo Paraguayo aparece en septiembre de 1965 con el Gral. Ramón César Bejarano como Presidente honorario del Centro de Estudios Antropológicos del Ateneo Paraguayo e Irala Burgos como Secretario de la Junta directiva y sin referencias al Director del Suplemento Antropológico y Vocal de la Comisión Directiva del Ateneo Paraguayo; el volumen I, número 2 de febrero de 1966 ya tiene a Irala Burgos como director.

(14) El primer director de Estudios Paraguayos es Bartomeu Meliá, SJ, director del Centro de Estudios Sociales de la UC, y Adriano Irala Burgos es miembro del Consejo de redacción, según el volumen I, número 1, de noviembre de 1973. En diciembre de 1976, en el volumen IV, número 1, Irala Burgos ya es director de la revista.

(15) Tomando dos ejemplos, y sin pretensión alguna de exhaustividad, se anotan: “Iglesia y Estado en el Paraguay durante el gobierno de Carlos Antonio López 1841–1862”, primera y segunda parte, de Carlos Antonio Heyn Schupp (SDB), publicados en Estudios Paraguayos, volumen IX, números 1 y 2, de junio y diciembre de 1981, y, “La política económica del Paraguay popular (1810–1840). La primera revolución radical de América”, en tres partes, de Richard Alan White, publicados en Estudios Paraguayos, volumen III y números 1 y 2, de octubre y diciembre de 1975, y volumen IV, número 1 de diciembre de 1976.

(16) Otra excepcionalidad constituye la Revista Paraguaya de Sociología. Publicación de Ciencias Sociales para América Latina del Centro Paraguayo deEstudios Sociológicos (CPES), que apunta a cumplir 40 años de vidainstitucional, un record latinoamericano y hasta mundial; valorada y reconocidamás afuera que adentro de los límites nacionales.

(17) Precisamente un trabajo fundamental, el de la ideología del doctor Francia (1975 b), se publica mimeografiado por el IDIA, en marzo de 1975; reproducido en este volumen. Recién en 1998, se reimprime el texto, al que se agrega, por una mayor pertinencia y por razones de mercado, un adjetivo al título que deviene en La ideología política del doctor Francia.

(18) Actualmente el CEADUC se encuentra en un cuasi–sótano y ya no tiene línea de teléfono directa al mundo exterior. Afortunadamente, ya no está Irala Burgos.

 

 


 

 

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