Hay obras que no se pueden comprender plenamente si de por medio no aparece la explicación de su autor. Tal es el caso de Rosa blanca o tal vez Rosa Blanca. ¿Se refiere a una rosa de color blanco o es un doble nombre de mujer? La magia que conlleva toda producción artística lograda permite interpretar ese título en las dos direcciones.
Leyendo con atención el texto la alusión parece ser a una flor que adquiere características humanas en algunos pasajes. Sin embargo, da también la impresión de que la destinataria de los versos es una novia cubierta en la metáfora de la rosa blanca.
"A las dos realidades se refiere", afirma, de entrada, el autor de la letra, JUAN ALBERTO HERMOSILLA, poeta nacido en la compañía Tacuarembó, de Yuty, el 30 de marzo de 1929. "Ocurre que un tintorero que tenía su negocio sobre Mariscal Estigarribia casi Tacuary, TOMÁS BENÍTEZ VALDEZ -que según él mismo ni victrola no tocaba- era un metodista nato, tenía una música que el maestro LUIS CAÑETE le había grabado para muestra. Me dijo que en Villeta, su valle, antes de mudarse a la capital tenía un jardín lleno de rosas blancas que añoraba mucho. Y que por ello había titulado su polka ROSA BLANCA. Me pidió que le pusiera una letra a partir de lo que me contó. Esto sucedía en 1958, más o menos", rememora Hermosilla, hallado gracias a los buenos oficios de su nuera, la periodista MIGUELA BENÍTEZ FARIÑA.
Ya en posesión del motivo para escribir la letra, Juan Alberto pensó entroncar su escritura con su propia historia, sin dejar de lado la de su amigo.
El padre del poeta era muy ingenioso, pero tenía una perdición: el juego le había atrapado en sus redes. Cuando en la casa habitaba cierta prosperidad, ese hábito devoraba cuanto había en pie. Además de jugador, amaba el camino, ndopytái, no se quedaba en ninguna parte mucho tiempo. Fue así como de Yuty la familia pasó por Cangó (hoy Artigas), Iturbe y Encarnación hasta recalar en Asunción.
Juan Alberto, que descubrió su vocación por las letras en la capital del Itapúa a través de un acróstico, se dedicó a un dulce oficio en Asunción: fabricaba los hasta hoy recordados CARAMELOS CULTURALES.
Hubo un episodio que marcó su vida y lo consolidó en la poesía. Ya que la tos no le dejaba más y enflaquecía de modo alarmante, su madre lo obligó a internarse en el Sanatorio Bella Vista, para tuberculosos. Allí escribió lo que se convertiría en su primer éxito como autor: EPÁY CHE KAMBA, con letra de DIONISIO VALIENTE, grabado por el DÚO QUINTANA-ESCALANTE.
"Tuve una segunda entrada. Fue después de la revolución del "47. En 1948, más o menos, internado, me enamoré de TERESITA DE JESÚS DUARTE. El romance terminó, pero cuando escribí ROSA BLANCA lo hice pensando en ella unos diez años después de haberla perdido. Yo me curé, ya había estreptomicina, y no volví al hospital", rememora.
"Unos 30 años después, me reencontré con ella en el barrio San Pablo. Se notaba ya el paso del tiempo en los dos. Le conté que pensando en ella había escrito ROSA BLANCA, pero no le dio mucha importancia".
El primero en grabar la composición con letra y música fue ANÍBAL LOVERA. Le hizo el DÚO GABINO ESPÍNOLA. Desde entonces, ROSA BLANCA perdura en el gusto popular.
ROSA BLANCA
Rosa blanca, flor bendita, mi quimera juvenil
Marõvéku ndaikatúiva che resarái ndehegui
hoy te envío estas estrofas como flores de un pensil
amyasãivo nde rapére ndéve guarã yvotymi.
Han pasado ya diez años desde aquella última cita
tesay ñamongukúirõ jajoechávo ipahaite
para siempre te has perdido mi adorada florecita
ha kuehénte vaicha chéve rohayhuetereígui che.
Rosa y nardo en ramilletes, de otros tiempos bella flor,
mamoitéipo oime ko’ãgã umi nde yvotyetaite,
prisionero de mi mismo, peregrino trovador,
nderehénte ku che ãhóva, nde rehénte ku aikove.
Tu silueta está grabada en mi mente visionaria
jepevérõ che mombóma, marãvevoi ndoikói
ya por siempre flor querida yo te llevo en mi memoria
