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MILDA RIVAROLA ESPINOZA

  LA RESISTENCIA ARMADA AL STRONISMO, 2014 - Por MILDA RIVAROLA


LA RESISTENCIA ARMADA AL STRONISMO, 2014 - Por MILDA RIVAROLA

LA RESISTENCIA ARMADA AL STRONISMO

Por MILDA RIVAROLA

Colección 60 AÑOS DEL STRONISMO N° 7

Editorial EL LECTOR

Directores de la Colección:

HERIB CABALLERO CAMPOS/ IGNACIO TELESCA

Corrección: MILCIADES GAMARRA

Asunción – Paraguay

Mayo, 2014 (96 páginas)

 

 

 

CONTENIDO

Prólogo

Introducción

Capítulo I. La diversidad de la lucha armada

Capítulo II. La guerrilla liberal y comunista de 1959/60

Los antecedentes insurreccionales

La fundación del Movimiento 14 de1 Mayo 

El primer intento del M-14V

La incursión guerrillera del "14 de Mayo"

La guerrilla del FULNA 

Una frustrada incursión de rescate

Modalidades de la contrainsurgencia 

Otros eventos armados entre 1960 y 1975

Capítulo III. LA OPM: El proyecto frustrado

Los orígenes de la organización

La fracción campesina 

Estructuración de la OPM

El desmantelamiento de la organización

Capítulo IV. El Caso Caaguazú

Epílogo

Bibliografía

Anexo I

Cronología política del Stronismo

La autora



PRÓLOGO

Este libro sobre la Resistencia Armada al stronismo es un aporte al conocimiento de una faceta más que importante de la lucha contra un régimen que utilizó todos los medios a su alcance para lograr sus objetivos sin respetar los minímos derechos consagrados en la Carta Política de 1940.

La autora es la destacada historiadora Milda Rivarola, quien despliega en esta obra su capacidad de análisis para presentar en un contexto general cual fue el origen de la resistencia armada al régimen, un contexto que no solo se ciñe al territorio paraguayo sino que se comprende en la rivalidad mundial entre los bloques que se disputaban la hegemonía mundial en aquellos años.

A lo largo de los capítulos se van analizando las diferentes formas que adoptó la resistencia armada desde el clásico golpe de Estado hasta la Guerrilla en los montes o la organización de Guerrillas urbanas.

El lector podrá comprender el origen de cada uno de dichas agrupaciones, cuáles fueron los ideales que les movieron a escoger un mecanismo de lucha contra un régimen que no ahorró recursos para reprimir a los mismos y utilizó todos los bárbaros procedimientos que se pueden imaginar en reprimir a sus miembros de los grupos insurgentes.

Este libro está enriquecido con documentos inéditos y algunas documentaciones poco conocidas que permitirán al lector comprender en su justa dimensión cual fue el alcance de los objetivos propuestos por los diferentes grupos analizados y poder medir cuál fue el grado de reacción de un régimen que desproporcionadamente utilizó mecanismos fuera de la ley para "mantener la paz".

Debemos agradecer a la autora por esta contribución no sólo a la colección sino a la memoria de una ciudadanía que desconoce las acciones de grupos de ciudadanos que tomaron las armas cuando creyeron que por la vía institucional no se podría cambiar el destino de la República que estaba sometida a un régimen dictatorial.

Asunción Mayo de 2014

Herib Caballero Campos



INTRODUCCIÓN

A diferencia de otras dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX, el régimen totalitario de Stroessner se benefició (como la del "Caudillo" Francisco Franco en España) de la derrota previa de la oposición en una guerra civil, la del 1947. Es a ese desmantelamiento anterior de los partidos Liberal, Franquista y Comunista que se deben, en parte, su larga duración y la (relativamente) escasa oposición que debió enfrentar en un tercio de siglo.

Y no fue la peligrosidad de la resistencia armada, sino la adhesión del régimen stronista a los principios de la Doctrina de Seguridad Nacional lo que explica la desmesurada reacción de su aparato represivo ante los episódicos conatos de resistencia armada. Aunque tampoco puede obviarse el oportunismo de las razias "anticomunistas": incluso cuando golpeaban a opositores ubicados ideológicamente en el centro, ellas suponían a posteriori gran apoyo técnico y financiero norteamericano.

Es imposible entender la resistencia a Stroessner demonizando estos movimientos insurreccionales. En primer lugar, ellos obedecen a una larga tradición de violencia, complots, levantamientos exitosos o frustrados y "revoluciones" de la historia política paraguaya. Las tácticas de guerrilla ya habían sido usadas por combatientes paraguayos en la guerra del Chaco y por las montoneras formadas en las dos cruentas guerras civiles del siglo XX, la de 1922 y la de 1947.

En segundo lugar, no se trataba de insurrecciones armadas contra un gobierno democrático, surgido de las urnas. Pese a las formas electoralistas que -presionado por las condiciones de la Alianza para el progreso de John F. Kennedy- adoptó desde mediados de la década del '60, el general A. Stroessner también tomó el gobierno por las armas y fue finalmente derrocado por otro golpe militar.

Naturalmente, hubo diferencias entre estos procesos: si el Movimiento 14 de Mayo (M-14 V, 1959/60) respondía a principios liberales, había propuestas de izquierda en la guerrilla del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA, 1960/5) y en el conato de la Organización Político Militar (OPM, 1973/76). Tenían también denominadores comunes, como la falta de apoyo -e incluso la abierta oposición- de los partidos tradicionales de oposición, que habían sin embargo liderado muchas y sangrientas "revoluciones" en décadas anteriores.

También los emparentaba la abismal desigualdad de las fuerzas enfrentadas: en el mejor de los casos algunos centenares de guerrilleros mal entrenados y pobremente armados, sin logística ni bases locales de apoyo, contra el grueso del Ejército, la Policía y centenares de milicianos colorados armados para reprimirlos.

Una última observación, que explica la razón de este libro seis décadas después del golpe de mayo de 1954. Si la historiografía tradicional paraguaya acostumbra ser piadosa con líderes de revoluciones fallidas (el mayor Vera del 18 de octubre de 1891; los coroneles Ramos o Franco en la del 1947) e incluso benevolente con militares consuetudinariamente insurrectos (el Cnel. Albino Jara), sepultó sin embargo en el olvido a los jefes de estas resistencias a la dictadura stronista, a Juan José Rotela, a Adolfo Ávalos Carísimo o a Juan Carlos Da Costa. Buscando negar esa histórica contestación al régimen stronista, los condenaron no solamente a dejar de ser, sino también a dejar de haber sido (Lord Dunsany/H.P. Lovecraft).

El olvido sepultó varias veces a los insurgentes, hombres y mujeres. Durante la dictadura, los directorios liberales y febreristas olvidaron a esos correligionarios guerrilleros, "ovejas negras" de la familia opositora que desobedecieron sus directivas políticas. De 1963 a 1967, las negociaciones con el stronismo les permitieron integrar el Congreso y la Asamblea Constituyente. También el Comité Central del Partido Comunista, tras el cisma chino-soviético, prefirió ver la experiencia del Ytororó como aventura irresponsable de Oscar Creydt, ya expulsado del PCP.

Los primeros años de la transición democrática tampoco devolvieron memoria. Bajo la presidencia del sucesor de Stroessner, también militar, se destruyeron los archivos del Estado Mayor relativos a las actividades de contrainsurgencia protagonizadas por el Ejército. El nacionalismo anticomunista, vigente hasta hoy día en gran parte de la sociedad, contribuyó a desvalorizar estos eventos, sepultando en el olvido a centenares de hombres y mujeres que -al costo de sus propias vidas- resistieron a la dictadura con armas en la mano.



CAPÍTULO II LA GUERRILLA LIBERAL Y COMUNISTA DE 1959/60

 

Los antecedentes insurreccionales

Cuando el comandante de las Fuerzas Armadas Gral. Alfredo Stroessner derrocó con un golpe de Estado al presidente colorado Federico Cháves, en mayo de 1954, la plana mayor de los partidos opositores (el Liberal, el Comunista y el Febrerista) estaba en el exilio bonaerense o montevideano. Los liberales tenían -como lo colorados- una larga tradición de tomar (y perder) el poder político a través de golpes y revoluciones, por lo que sus directivos intentaron echar el incipiente gobierno de facto a través de acciones militares.

A fines del año 1956, el coronel Alfredo Ramos, líder de la revolución de 1947, y los capitanes B. Araújo y L. Parra intentaron un golpe con apoyo de algunos oficiales que aún permanecían en el cuadro de un ejército rápidamente coloradizado, y de civiles liberales. Frustrado ese movimiento, ochenta jóvenes del movimiento liberal Alón fueron confinados en lejanos fortines del Chaco y se aceleró la purga stronista de las Fuerzas Armadas.

Otro intento de golpe -menos importante- fue reprimido en mayo de 1957. Involucraba civiles liberales exiliados, de nuevo al Cnel. Ramos y a algunos suboficiales y conscriptos de las Fuerzas Armadas. Unas cuarenta personas (trece de ellas militares en situación de retiro) fueron detenidas en la Guardia de Seguridad y sedes policiales, torturadas y enviadas a un fortín del Chaco. Decenas de conscriptos del Batallón Escolta fueron también confinados al interior del país.

Al año siguiente, cuando el gobierno de facto cumplía un ritual electoral que le permitiría autodesignarse como "constitucional", hubo otros intentos desde la frontera de Angostura (Ñeembucú) y un ataque a la comisaría de Cnel. Bogado (Itapúa). En octubre de 1958, la gendarmería argentina frustró la última tentativa de golpe desde Puerto Bouvier (Formosa), donde se entrenaban centenares de liberales, incluido Juan José Rotela, futuro jefe del Movimiento 14 de Mayo.

 

La fundación del Movimiento 14 de Mayo

Ese mismo año de 1958, el de la última huelga general obrera paraguaya, en Lanús, Provincia de Buenos Aires, empezó a formarse el Movimiento 14 de Mayo. Impulsados inicialmente por el liberal Benjamín Vargas Peña y el febrerista Arnaldo Valdovinos, pronto sus filas se llenaron con jóvenes paraguayos que habían vivido el gran éxodo político y económico de fines de la década del '40 e inicios de los '50.

El M-14 V se fundó oficialmente en la capital bonaerense en mayo de 1959, mes en que la represión de estudiantes asuncenos generaba el repudio de líderes "civilistas" colorados. Stroessner respondió estas débiles protestas disolviendo la Cámara de Representantes y expulsando a diputados colorados que años después fundarían el MOPOCO y la ANRER, disidencias de la ANR en el exilio.

Ante las indecisiones y rivalidades de los viejos jefes liberales y franquistas, pronto se impuso en el M-14 V el liderazgo de Juan José Rotela, presidente del ALON bonaerense, de 26 años. Como muchos otros, este joven liberal vivía en la Argentina desde fines de la década del '40. Sin completar sus estudios secundarios, había retornado dos años a hacer su servicio militar en el cuartel de Paraguarí. Rotela ya integró las filas de liberales en Puerto Bouvier, y participaría de las dos oleadas del M-14 V, dirigiendo sendas columnas de "catorceros" en diciembre de 1959, y de abril a julio de 1960.

En mayo de 1959, la "Junta Nacional Revolucionaria de Liberación Paraguaya" detalló en un Plan Programático los objetivos políticos del M-14 V: "el derrocamiento de la dictadura, la total liquidación de su sistema estructural económico, político y social, la total recuperación de los bienes públicos y privados malhabidos, y la sanción de quienes resultaren culpables de los delitos cometidos bajo el imperio de la dictadura".

Serían derogadas la Constitución de 1940 y las leyes represivas posteriores, y el futuro gobierno se regiría "por un Estatuto Jurídico Revolucionario de carácter constitucional, o en su defecto, por la Constitución Nacional de 1870, cuyas disposiciones serán puestas en vigencia, salvo aquellas que contraríen los fines expresos de la revolución". A renglón seguido -como era habitual en todos los "pronunciamientos" paraguayos del siglo XX- se comprometían a respetar los tratados y compromisos internacionales.

Otra reivindicación constante de las revoluciones desde la posguerra del Chaco era la de convocar una Asamblea Constituyente, con "base en el libre juego de los partidos políticos democráticos". Abrían así un paraguas contra la inclusión del P. Comunista, y la convocatoria a elecciones para redactar una nueva Carta Magna se daba un largo plazo de dos a cuatro años. Pero el manifiesto se tornaba vago y perdía radicalidad respecto a las reivindicaciones sociales: una vez en el gobierno, la Junta prometía ocuparse de "las necesidades perentorias del pueblo y muy especialmente de los campesinos y obreros. (...) En lo gremial, serán restablecidos los derechos obreros".

Desde setiembre de 1959, en pequeños grupos de cuatro o cinco personas, unos 250 voluntarios liberales y febreristas llegaron por tren o buses a las provincias de Corrientes y Misiones. Recibieron algún entrenamiento militar de excombatientes del Chaco y oficiales del ejército argentino en las fincas del diputado argentino Sarubi y en Las Marías, unos 80 km. al sur de Posadas. La provisión de armas y municiones fue deficiente: una decena de ametralladoras semiobsoletas, pistolas, rifles y fusiles obtenidos del ejército argentino, o adquiridos en el mercado negro de Buenos Aires, granadas y explosivos. Contaban además con un pesado aparato transmisor de radio, carpas de campaña y equipos de sanidad.

Segun un minucioso inventario incautado por la contrainsurgencia, al cruzar la frontera la columna Libertad del M-14 V a mediados de abril de 1960 tendría como armamentos y municiones:

• 10 ametralladoras Lewis con cargador circular

• 41 fusiles Modelo Argentino calibre 7,65

• 14 pistolas ametralladoras,

• 3 pistolas calibre 45 mms, 2 revólveres calibre 38 mms

• 3 rifles calibre 22 mms, 1 escopeta Winchester

• 144 granadas de mano

• 82 machetes

• 137 paquetes de dinamitas, 12 dinamitas

• 20 bombas caza bobos, 20 granadas lacrimógenas

• 12.600 proyectiles calibre 7,65 mms, 3.548 de cal. 9 mms y 1.260 de cal. 45 mms

• 100 detonadores, 80 estopines, 60 metros de cable cubierto

• 50 metros de mecha rápida, 50 metros de mecha lenta

• 1 radio portátil, 3 pilas eléctricas, 1 acumulador

• 20 bombas incendiarias

Al comienzo gozaron de la tolerancia de ciertas autoridades civiles y militares argentinas, que reprochaban al Gral. Stroessner el refugio otorgado al expresidente Domingo Perón y su paulatino acercamiento geopolítico al Brasil. Lograron también apoyo de exilados paraguayos de esa región, de algunos hacendados y yerbateros correntinos y misioneros e incluso de "paseros" del río Paraná. Pero al mismo tiempo fueron rápidamente infiltrados por agentes de la Policía paraguaya, y en consecuencia, los planes de "la gran invasión" fueron conocidos de antemano por el régimen de Stroessner.

 

El primer intento del M-14 V

La estrategia era simple: ingresarían al país un grupo de asalto y cuatro columnas de asalto y cuatro columnas de penetración, que debían llegar a la cordillera del Ybytyruzú a establecer una suerte de "Sierra Maestra" paraguaya. El grupo de asalto Libertad, de 18 combatientes al mando de Rotela, Arnaldo Clérici y Mario Esteche Notario, debía tomar la Prefectura de Puertos, un batallón de frontera y la Delegación de Gobierno de Encarnación en la madrugada del 12 de diciembre de 1959. En esa ciudad, había residentes comprometidos a sumarse al operativo a la señal de detonación de una bomba arrojada desde una avioneta.

La primera columna, Mainumby, de 30 combatientes al mando del Cap. Blas Ignacio Talavera y el Tte. Servián Brizuela, cruzó desde Puerto Rico (Misiones, R.A.) hasta Capitán Meza, e incluía entre los combatientes a la esposa del comando, Gilberta Verdún. La segunda columna de 40 hombres, Patria y Libertad, de febreristas liderados por el Tte. Patricio Paraguayo Ortúzar y Manuel Halley, pasó desde Puerto Yguazú (R.A.) a Pto. Pte Stroessner, Acaray, Hernandarias y Pto. Pte. Franco.

Una tercera columna, comandada por el Cap. Modesto Ramírez, debía tomar Pilar cruzando desde Corrientes (R.A.), y la última, al mando del febrerista Filemón Valdez y de Gabriel Armoa, cruzaría desde Ponta Porá (Brasil) al norteño pueblo de Pedro Juan Caballero.

El operativo costó algunas bajas y resultó un fracaso completo. Solo los tripulantes de la canoa comandada por J.J. Rotela lograron desembarcar en Piraí, a unos kilómetros de Encarnación; los de las otras dos canoas de la columna Libertad fueron detenidos por guardias marinos paraguayos durante el cruce del río Paraná.

Al conocer el fracaso del intento, Rotela pudo retornar con sus hombres a Posadas. Los prisioneros fueron trasladados a la Guardia de Seguridad en Asunción, y tras unos meses a la prisión militar de Peña Hermosa (isla en el Alto Paraguay que albergó a más de 50 "catorceros" de esta primera ola), lograron escapar hacia el Brasil entre marzo y abril de 1961.

Los de la columna Mainumby lograron tomar momentáneamente Carlos A. López y llegar hasta Ñu Cañy, en el Dpto. de Caazapa, pero una semana después también ellos volvieron hacia el Parana, al saber derrotadas a las otras columnas. En choque con las fuerzas policiales murieron seis combatientes-incluido el Cap. Talavera, herido una semana antes-y los restantes pasaron décadas como presos políticos, incluida Gilberta Verdún.

La mitad de la columna Patria y Libertad se ahogó o fue tiroteada en el cruce del Paraná, junto a su comandante Ortúzar. Los restantes guerrilleros, tras atacar Hernandarias y Pto. Embalse, se dirigieron hacia Itakyry. Rufino Marcial Arce logró escapar y retornaría como subcomandante en la segunda incursión de abril. Dos guerrilleros fueron muertos por milicias coloradas, pero el grueso de los combatientes se rindió ante fuerzas militares superiores, tratando de cruzar el Paraná. Otros 30 prisioneros más fueron enviados a Asunción y luego a Peña Hermosa.

Al enfrentar problemas técnicos con la lancha de cruce, la pequeña columna que atacaría Pilar cambió su objetivo e intentó tomar el Bahía Negra, buque paraguayo anclado en Corrientes. La tripulación resistió, apoyada por la Prefectura argentina: dos guerrilleros fueron muertos y los restantes -entre ellos varios heridos- se retiraron a la Argentina. Y ya antes de cruce, la columna de Amambay fue preventivamente desarmada por autoridades brasileñas.

Para fines del año 1959, la "primera ola" había fracasado sin dar combate serio, al costo de una decena de bajas y casi un centenar de prisioneros. La represión encarceló también muchos civiles acusados de apoyar el levantamiento desde territorio paraguayo. Desalentados con este fracaso, decenas de jóvenes que estaban entrenándose en Misiones para siguientes incursiones al Paraguay abandonan el movimiento. Varios de los que quedaron retornarían en abril, en la Columna Libertad y al menos uno entraría nuevamente a la zona del Amambay en la última incursión, en octubre de 1960.


La incursión guerrillera del “14 de Mayo”

Tras la primera ola, los directorios de partidos liberales y febreristas emitieron sendos comunicados prohibiendo a sus afiliados que apoyaran al M-14 V. Pero la junta Revolucionaria, en la Argentina decidió realizar otro intento. Su reunió y entrenó en Misiones y Resistencia a jóvenes liberales, febreristas e incluso colorados que integrarían dos columnas guerrilleras: la Libertad, de 80 hombres, comandada por Juan José Rotela; y la Resistencia, de 70, formada por el Cap. (S.R.) René Speratti y comandada por el Cap. (SR) Modesto Ramírez. Hubo una tercera columna de la cual existen escasas referencias, la G.F.P. Núñez.

Esta vez, el cruce del Paraná se realizó desde El Dorado, Misiones hasta la línea Toro Cua - Parejhá- Mayor Otaño (al norte de Itapúa). Tras tomar sobre el río las embarcaciones Cerrito y Negri, más algunos prisioneros, los guerrilleros desembarcaron en las selvas paranaenses sin otros incidentes entre la tarde del 28 y la mañana del 29 de abril de 1960. Una escueta anotación del Diario de Guerra del 2º Cmdte. de la columna Libertad, Rufino Marcial Arce, dice: "Llegó la hora H y la Columna Libertad se apresta a cumplir con su deber de conquistar la Libertad del hombre paraguayo. A la tarde cruzamos el Paraná sin ninguna novedad. Pisamos tierra guaraní y con gran emoción dimos un ¡Viva el Paraguay! que retumbó en todo el ámbito de la tierra paraguaya".

El 30, la otra columna, la Resistencia atacó Puerto Otaño y la guarnición de Carlos A. López, al costo de tres bajas, pérdida de armas y equipos y dispersión de muchos de sus combatientes. Esta fue la primera acción militar de la guerrilla, y ocupó los titulares del diario oficialista Patria -como incursión de "maleantes políticos" o de "Legionarios" - en los días siguientes. Algunos combatientes desbandados del Resistencia lograron sumarse semanas más tarde a las fuerzas de Rotela.

Por su parte, sin librar combate, la columna Libertad marchó por la selva en dirección noroeste, buscando una vez más llegar a la Cordillera del Ybytyruzú, y establecer allí su base. Los 80 hombres de esta columna asumían formalmente diversas funciones, en la tradición del ejército en combate: además del comandante Rotela, había un jefe de Comando, estafetas, escribientes, radio operadores y encargados de prensa, exploradores, fusileros y tiradores, cargadores de armas pesadas y municiones, encargados de sanidad, zapadores y dinamiteros.

Pronto liberaron los prisioneros tomados del barco al cruzar el río, que una vez recapturados por la policía, informaban del trayecto seguido por la columna. Días después fueron abandonando carpas y equipos pesados e innecesarios. Debido al control aéreo permanente del Ejército, debieron hacer piques y caminar en la selva de noche y dormir durante el día.

Desde inicios de mayo, el Gobierno movilizó dos grandes Agrupaciones Operativas para combatirlos; la Nº 1 al mando del Gral. Hipólito Viveros, a lo largo de la ribera del Paraná, y la Nº 2º, en la región de Caazapá, al mando del Gral. Patricio Colmán, comandante del R.I.14 (Regimiento de Infantería N° 14). Esta agrupación, que terminó centralizando las tareas de contrainsurgencia, tenía como jefe del Estado Mayor al Cnel. Marcial Alborno, Cmdte. de la D2 de Inteligencia Militar.

Mientras tres aviones militares sobrevolaban diariamente la selva, las seccionales coloradas de Itapua, Alto Paraná, Caazapá y Guairá armaban milicias civiles para perseguir la columna y capturar guerrilleros dispersos o desertores. Para el 4 de mayo, ya se habían acabado las provisiones de la columna, que se mantenía apenas de la caza o de algunos alimentos comprados a colonos aislados en la selva. Entre el 14 y el 16 se dieron los primeros choques entre patrullas en Pelanca (al pie de la serranía de San Rafael, Itapúa), con toma de prisioneros por ambos bandos.

El 2º Cmdte. Arce anotó en su diario el sábado 14: "Un nuevo aniversario de mi matrimonio, he pensado todo el día por mi adorada esposa, ¡cómo estará sufriendo! [...] ya llegará el día en que no solamente nosotros podamos vivir tranquilos en esta nuestra Patria subyugada. También hoy es aniversario del Movimiento 14 de Mayo, parece mentira que, justamente hoy, tuvimos la primera escaramuza con elementos de la dictadura. Los muchachos de la Columna Patria y Libertad se comportaron magníficamente, con mucha serenidad, el enemigo quiso envolvernos, pero gracias a que teníamos un retén en la boca de la picada, se desbandaron, tuvieron al parecer dos bajas, de los nuestros ninguno".

A diferencia de lo ocurrido en la primera ola de fines de 1959, ahora la orden gubernamental era la de no dejar prisioneros vivos. Por pedido del Gral. Colmán, desde Asunción fueron enviados a la zona funcionarios policiales especializados en tortura: los comisarios Juan Arturo Hellman, Raúl Riveros Taponier, Bachen, Garcete, ele. Además del mismo Gral. Stroessner, el ministro del Interior Edgar L. Ynsfrán y el Director de Asuntos Técnicos de la Policía, Antonio Campos Alum, viajaron en varias ocasiones al teatro de operaciones para controlar de cerca estas tareas.

La Agrupación del Gral. Colmán fijó su primer Puesto Comando (PC) en el pueblo de Tavaí (130 km. al este de la ciudad de Caazapá), desde donde las patrullas militares y de milicianos iban eliminando grupos dispersos de la columna Resistencia, que aún trataban de trataban de llegar a Ybytyruzú. En esa selvática región, despoblada y sin caminos, las patrullas gubernamentales usaron como baqueanos (guías) a indios Guayaki. Ante el avance de la columna Libertad, comandada por Rotela, a fines de mayo el Gral. Colmán debió trasladar su PC a San Juan Nepomuceno.

El 26 y el 27 de mayo hubo nuevos choques armados en San Carlos, 15 km al este de S.J. Nepomuceno: la columna Libertad se desbando tras los combates, abandonando parte de sus armas y municiones. El guerrillero Arce describe este choque en su diario: "Al llegar a una de las chacras, nos recibieron con una fuerte fusilería, les contestamos el fuego y nos replegamos hacia un monte. El tiroteo duró toda la tarde, hemos perdido contacto con varios de nuestros retenes, el enemigo intentó cercarnos, pero se les rechazó. Al obscurecer atacaron de nuevo con mucha intensidad, lo que nos obligó a entrar a un monte bajo. Hemos perdido más de la mitad de la columna, se desbandaron todos".

En el bando gubernamental, un cifrado del Cnel. Alborno al Gral. Stroessner el 30 de mayo también detalla este primer choque importante: "De Agrup. Oper. Nº 2, Cif. s/n A Comanjefe- (...) Choque con bandidos prodújose -de la manera- siguiente: Un Grupo de Combate que salió en reconocimiento chocó con bandidos el día 27 cuando regresaba a San Carlos. Los bandidos intentaron cercarlos y el Grupo de 16 hombres al mando del Sub Ofl. Quinteros luchó 45 minutos cuando las tropas del Tte. Bogado, que venía persiguiendo por la retaguardia, abrió fuego y los bandidos aprovechando la obscuridad lograron escaparse. (...) rastrillada hecha día de ayer domingo encontróse siguientes materiales: 2 ametralladoras pesadas con 4 cargadores circular, 4 tubos de repuesto con sus correspondientes pistones, 20 granadas de mano, 2 bombas reloj, gran cantidad de fulminantes y estopines, fulminantes de diversos tipos con cables, 1 botella de fósforo especial, 1 botiquín de sanidad y algunos menajes. La selva es indescifrable por sus marañas y obscurece ya a las 16.00 hrs., los disparos se hacen sin verse. (...) Milicianos de la zona rastrillan por todas partes para liquidar bandidos que se dieron a la fuga luego del choque".

Tras esta batalla, muchos abandonaron la columna, tratando de llegar en forma individual hacia la Argentina. Para fines de mayo, habían ya desertado unos treinta guerrilleros; los que permanecían en la columna estaban sin víveres, debilitados por penurias y enfermedades, con pocos armamentos. La moral empezó a decaer, al ser perseguidos por fuerzas más numerosas  y mucho más armadas y pertrechadas.

 

 

Días después, unos veinte guerrilleros decidieron "a voluntad" -tras discutir y acordar con sus compañeros- retornar a la Argentina, mientras un grupo menor, al mando de Rotela, continuó la marcha hacia el Yvytyruzú. El guerrillero Arce escribe con desesperanza el día 30 de mayo: "Esta mañana, la más triste de nuestra entrada en territorio patrio, el resto de la orgullosa columna Libertad se despide de nosotros, porque vuelven al exilio, son más de veinte muchachos que llevan pintadas en sus rostros la amargura y la derrota, todos nos abrazamos y lloramos en ese momento. Entre once resolvimos continuar la marcha hacia la base. Nosotros partimos hacia el Oeste, ellos se fueron hacia el Noroeste."

Esta importante escisión favoreció la estrategia de la contrainsurgencia, que pudo ir batiendo los pequeños grupos en retirada. Según otro Cifrago del Gral. Colman a Comanjefe del 1º de junio: “Movilizose correligionarios para rastrillar la zona y dar caza a los desbandados. Sugiero a ese Comando que por Ministerio de Interior se notifique a las Delegaciones y Alcaldías de esta zona central del desbande, para que sean liquidados".

Tras otro choque armado en Santo Tomé el 1º de junio, con bajas de ambos bandos y nueva pérdida de todos sus armamentos, los sobrevivientes del grupo escindido llegaron el día 14 a la ribera del Paraná. Ayudados desde la otra costa, al menos tres guerrilleros (F. Blanco, y los argentinos C. Basili y M. Gérula) cruzaron el río. En los días siguientes, muchos fueron asesinados por patrullas militares y de milicianos en las inmediaciones de Santa María, Cap. Meza, y de los puertos C.A. López y Paranambú. Algunos escaparon con vida, ya que no integran la lista de muertos levantada al final por la contrainsurgencia.

 

 

Entretanto, los que quedaron en la columna de Rotela llegaban el 5 de junio al Monte Rosario, límite entre Caazapá y Guairá. Allí, parientes de uno de los guerrilleros les proporcionan algo de comida. "Hoy de madrugada volvió Fernández con un primo hermano, nos trajo tabaco, yerba, sal, un poco de carne de chancho y poroto. Torres se encargó de cocinar para todos. Después de más de 20 días hemos probado carne cocinada con sal, rico manjar!"

Pero el 9, informados del fracaso de las otras columnas, también estos decidieron retornar a la Argentina. Según anota en su diario Arce “Las noticias son muy desalentadoras, estamos totalmente desorientados y sin saber qué hacer. Ruego a Dios y a la Virgen Santisima para que salgamos bien de esta situación, hoy todavía no resolvimos nada. A mediodía, en una reunión con Rotela, Morínigo, Esquivel, Bareiro, Fernández, Torres, Romero, los dos Ramírez y Caballero, decidimos volver a la Argentina. Una tarde muy triste para la Democracia paraguaya".

Con ayuda de nuevos baqueanos Mbyá, este grupo de doce guerrilleros atravesó montes y esterales en su retirada en dirección Este. Retornaban con la moral baja, físicamente agobiados o enfermos, ya completamente desprovistos de alimentos, y con muy pocas armas y municiones. Entretanto, la Agrupación del Gral. Colmán trasladaba nuevamente su PC a Charará, con tropas distribuidas en Tavaí, S.J. Nepomuceno, Abaí, Tarumá y San Carlos.

La rivalidad entre el jefe de esta 2a Agrupación, el Gral. Colman y el de la 1º, que cubría la ribera del Paraná (el Gral. Viveros) se agravó en los días siguientes, cuando la columna Ytororó del FULNA ingresaba a su vez desde el Paraná con similar objetivo y tratando de apoyar a las del Movimiento 14 de Mayo, en una trayectoria parecida hacia el Guairá por las selvas paranaenses.

El 22 de junio, el grupo de Rotela intercambió tiros con patrullas que iban en su persecución y el 4 de julio chocó nuevamente con fuerzas militares en la picada de Campo Grande a Paranambú (ribera izquierda del Ñacunday), perdiendo aún más hombres. Al final, Rotela quedaba con apenas cuatro combatientes, incluido el 2º Cmdte. Rufino M. Arce, de los ochenta que ingresaron bajo su mando a fines de abril.

El día 5 de julio, el Jefe de Estado Mayor del Gral. Colmán viajó en una avioneta con el ministro Ynsfrán a Pto. Pte. Stroessner a limar las asperezas entre las dos Agrupaciones operativas. Eliminar a Rotela era de vital importancia para la contrainsurgencia, según relata el Cnel. Alborno en su Diario de Campaña, en esa reunión expuso “la situación general y la semi liquidación de las dos columnas; particularizando en detalle haber destacado desde hacía días ya al Tte. Garbett una patrulla de 15 hombres desde San Agustín, que viene persiguiéndole al bandido Rotela en su marcha regreso al Paraná. Recalqué que si Rotela cruzara el Parana lo considerarían sus adeptos todo un ídolo y que eso sería hasta una burla para todos los que estábamos en pos de su liquidación. Remarqué la necesidad que el RC 1 y la Agrup. Oper. Nº 1 instalen vigilancias paralelas al Paraná, especialmente los lugares de paso obligado conocidos".

Acorralados por militares y milicianos colorados, llegaron el 8 de julio al Paraná. Ese mismo día, estos sobrevivientes fueron eliminados por patrullas del BI1 (Batallón de Infantería Nº 1) y RC1 (Regimiento de Caballería Nº 1), con asiento en Pto. Pdte. Stroessner, hoy C. del Este, que controlaban la ribera del río. Juan José Rotela fue capturado vivo en Pto. Ordóñez y trasladado en avión la tarde del día 10 al último Puesto Comando del Gral. Colmán, en Estancia Tapytá (Caazapá), donde fue sometido a largas torturas y muerto el 12 de julio de 1960.

 

Lista (incompleta) de guerrilleros muertos por la contrainsurgencia, columna Libertad, del M-14 de Mayo

Juan José Rotela

Rufino Marcial Arce

Alejandro Morínigo

Alejandro Bareiro Vera

Mauricio Esquivel Ayala

Luis Villar Talavera

Mario Federico Zelaya

Gelacio Otazú

Félix Ramón Benítez

Hilario Maidana

Luis Belisario Gaona

Rubén Macedo

Daniel Esteche

Eulogio Damián Duarte

Florencio Sánchez

Pedro Antonio Varela

Alberto Godoy

Cristóbal Delgado

Fermín Viveros

Porfirio Portillo

Darío López Marín

Ramón Martínez

Bruno Froilán Caballero

Vicente Sánchez

Marcelino Molas Benítez

Sixto Ramírez

Ramón Alvarenga

Reinaldo Portillo Sánchez

Luís Fernández

Heric Gelacio

Gauto Benítez

Sergio Gerónimo Lovera

Ascención Villalba

Mencia Julián Talavera

José González Gauto

Silvano Guillén

Pastor Aguilera

Pastor Concepción Giménez Mieres

Teófilo Ramón Sánchez

Rigoberto Delgado Estigarribia

Mario Bordón Campuzano

José Zárate González

Juvenció Fernández Zárate

Eduardo Franco

Francisco López Meza

Ernesto Aguilera

Carlos Alberto Garcete

Concepción Silvero

Antonio Benítez

Luís Gaón, argentino

Gumersindo (o Rigoberto) Insaurralde, argentino

Roberto Carlos Zelaya, Argentino

Julio María Acosta Silvero, Uruguayo


La guerrilla del FULNA

En forma paralela al M-14 V, e incluso rival en algunos aspectos, a inicios de 1959 militantes comunistas y algunos febreristas de izquierda fundaron en Montevideo el Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA). Un año más tarde, un manifiesto emitido por su Junta Directiva Central detallaba los fines de la lucha armada del Frente.

"El pueblo paraguayo va al combate por un régimen de plenas libertades democráticas, y de garantías iguales para todos los partidos políticos existentes y a crearse, así como para los sindicatos obreros, asociaciones estudiantiles, campesinas y populares, y por la anulación de toda las leyes represivas de las libertades democráticas; lucha por una Asamblea Nacional Constituyente libre y soberana, en el más breve plazo, con participación de todos los partidos políticos, sin exclusiones".

Estas reivindicaciones de libertades políticas podían ser compartidas por liberales, franquistas e incluso colorados exiliados, y no hacían sino repetir las viejas consignas de la revolución de 1947. Pero a diferencia del objetivo similar del M-14 V, la constituyente por la cual peleaban debía incluir a las fuerzas de izquierda, y en especial, al Partido Comunista.

Entre los objetivos sociales -reactivación económica, créditos a productores, saneamiento de finanzas públicas, combate a la corrupción, reajuste de salarios, etc. - sólo una tenía un carácter progresista explícito: el de la "lucha por una inmediata Reforma Agraria que empiece por poner en manos de los campesinos, no sólo las tierras fiscales, sino también las de aquellos grandes terratenientes que (...) apoyan la tiranía y se enriquecen con ella".

La estrategia guerrillera del FULNA difería de la del M-14 V, acercándose a la de la guerra popular y prolongada que dio la victoria al Partido Comunista Chino. Y a diferencia de las columnas del M-14 V, más autónomas en su comando, estas dependían directamente del Comité Central del P. Comunista, o en la práctica de su secretario general Oscar Creydt, exiliado y viviendo en clandestinidad en Buenos Aires. Esta subordinación a órdenes operativas llegadas del exterior sumó dificultades a los combatientes de las columnas creadas por el Frente.

La columna Ytororó, de 48 hombres y 3 mujeres enfermeras, comandada por el Tte. de Aviación (SR) Adolfo Avalos Carísimo, fue entrenada para llegar al Ybytyruzú a apoyar a las diezmadas fuerzas del M-14 V y contactar con otros focos del FULNA que se suponían ya estaban actuando en la zona de Guairá y Caazapá. Estaba otra columna, la Mcal. López, liderada por Arturo López (Agapito Valiente) en Barrero Grande (hoy Eusebio Ayala) y Piribebuy. En Guairá, un miembro del Comité Central del P. Comunista y exdirector de "Adelante", Antonio Alonso Ramírez, había formado una pequeña base de cañicultores y obreros de ingenios desde inicios de ese año, y debía convertirse en otro foco combativo interno.

Más que dar batalla frontal al Ejército, el objetivo del Ytororó era apoyar a células campesinas preparando "una insurrección democrática del pueblo por un régimen de plena libertad". La directiva del Partido Comunista les asignó roles muy superiores a sus fuerzas: debía actuar como un foco móvil, autoabastecerse en armas y provistas, establecer una base en la serranía guaireña y actuar contra las fuerzas militares lejos de ella, hacer propaganda de la "insurrección liberadora" entre campesinos, y sumar combatientes liberales y coloradas a las columnas del FULNA.

La Junta Revolucionaria estaba liderada por dos militares ex combatientes de la revolución de 1947, el Cnel. (S.R.) Fabián Zaldívar Villagra y Tte. Cnel. Lorenzo Arrúa, ambos también en el exilio. Mientras los integrantes de las columnas se entrenaban militarmente en Argentina, unos cuarenta militantes -hombres y mujeres- entraron clandestinamente al país a establecer bases de apoyo a las columnas.

A inicios de mayo de 1960, fueron detenidos varios estudiantes del grupo de "Los gorriones" - por distribuir clandestinamente en Asunción el manifíesto y proclamas del FULNA, que declaraban 1960 como "el año de la Liberación Nacional". El 24 de ese mes, la columna Mcal. López hizo una breve toma de Barrero Grande, obteniendo armas y un aparato de radio trasmisor. En respuesta, la razia policial y de milicias coloradas apresó unos trescientos campesinos de la región, sin encontrar a los combatientes de esa columna.

Días antes de la entrada del Ytororó al territorio paraguayo, las milicias urbanas detuvieron también a dos militantes locales del FULNA en las inmediaciones de Caazapá y Villarrica. En el P.C. del Gral. Colmán en Charará, los comisarios policiales les extrajeron información, matando en tortura a uno de ellos. Las fuerzas militares estaban informadas de las bases de apoyo ubicadas en el país, y de otra próxima "invasión" armada.

 

 

La columna Ytororó cruzó sin incidentes el río Paraná el 15 de junio de 1960, a la altura de la planchada de San José (en la desembocadura del Tembey, en Itapúa) y siguió por las selvas paranaenses un trayecto similar al de la columna Libertad, hacia Pelanca y Abaí, buscando llegar a la serranía guaireña. De acuerdo a un cifrado militar enviado a Stroessner a semanas más tarde, traían consigo "Plan de Guerra y Ordenes de Operaciones Nº 1-2 y 3 firmado por el Tte. Cnel. S.R. Zaldívar Villagra y Lorenzo Arrua. Plan de Guerra indica establecerse en el Ybyturuzú y tomar contacto amistoso con Rotela, que parece estar ahí. También había una nueva columna en preparación en Buenos Aires, y otra interna, que opera en Barrero Grande".

El mismo día del cruce, el 15, un teniente paraguayo pasó clandestinamente a la costa argentina con un pelotón, a secuestrar a un militante del FULNA, que bajo tortura informó sobre este trayecto. Desde el día siguiente, los milicianos colorados desataron una razia sobre los posibles apoyos locales del FULNA en Caazapá y Guairá: los detenidos eran enviados al PC de Colmán y torturados por los comisarios Hellman o Riveros Taponier.

 

 

Para enfrentar estas nuevas fuerzas guerrilleras, parte de los efectivos bajo mando del Gral. Colmán ocupó la línea San Rafael- Pelanca, mientras los de la 1º Agrupación, al mando del Gral. Viveros, seguían el rastro del Ytororó desde la ribera del Paraná hacia el interior. Dos aviones hacían frecuentes viajes para trasladar los efectivos militares. El 19 y 20 de junio se dieron los primeros choques con tropas de esta Agrupación, en la serranía de San Rafael.

En rápida progresión, para el 25 de junio la Ytororó había ya alcanzado el cerro Ñucañy (al sur de Tavaí, Caazapá). Al día siguiente, en un nuevo choque, perdieron un hombre y la lista de sus combatientes.

Colmán trasladó su Puesto Comando a Ñu Cañy el 27 de junio. Ese día o el siguiente, la Columna tuvo dos choques cerca de Rivas Cue y en el Cerro Ñu Cañy con tropas militares: estas tienen dos bajas, pero acaban con seis guerrilleros. Allí estos pierden armas y numerosos proyectiles, una máquina de escribir, el equipo de comunicaciones, documentos y centenares de panfletos que portaban para distribuir a los pobladores.

El día 29 se manda a Stroessner el inventario de los elementos capturados: "1 Equipo de Sanidad completo, 1 máquina de escribir portátil marca Hermes, 300 folletos comunistas, documentos personales del ciudadano argentino Osvaldo Nicolás Domínguez, documentos de la Estación de radio, herramientas para reparación (...), ropas interna de nylon de mujer, Manual de Enfermero, Manual de Radiotécnico, 2 folletos del Reglamento de Trabajos en Campaña para todas las Armas, Reglamento para la Instrucción del Combate Cuerpo a Cuerpo, El Cuerpo de Infantería de Marina en el combate, Código Internacional de Comunicaciones (...), 15 válvulas receptoras holandesas, 2 válvulas trasmisoras de reserva, 50 libretas de apuntes personales, 1 micrófono a Cristal, 1 parlante autodinámico de 6 pulgadas, 1 transreceptor de teléfono y telégrafo, 2 carpas individuales, 2 mosquiteros, 10 platos de aluminio, 7 jarros, 2 mochilas, 15 bolsas de víveres, 2.000 tiros de proyectiles, 9 caramañolas de carpa, 1 fusil argentino, 5 granadas de mano, 15 bolsones personales, 1/2 kilo trotil, artículos de toilet de mujer, 1 juego de ajedrez, varias cajas toallas higiénicas de mujer. Los bañidos totalmente desbandados. Se sigue pista".

En la mañana del 30, Stroessner llegó con los Comandantes de Grandes Unidades Militares al P.C. de Ñu Cañy, y esa tarde, el Gral. Colmán trasladó su centro de operaciones a la Estancia Tapytá, tras apresar previamente al capataz de ese establecimiento.

Ese será el escenario del final de la represión de los restos del M-14 V y al FULNA, el lugar de tortura y la tumba de los últimos prisioneros -incluidas las mujeres- de ambos movimientos.

Tras los combates de Rivas Cue-Ñu Cañy, las patrullas militares y los milicianos capturaron una decena de "fulneros" desbandados, llevándolos prisioneros a la Estancia Tapytá, para ser ultimados allí. El 2 de julio, entre San Gabriel y Toro Blanco (al este del Dpto. de Caazapá) una patrulla capturó a otros siete miembros de la columna Ytororó, incluidas dos mujeres, Julia Solalinde de Vázquez y Juana Peralta Vda. de Irala. Tras violaciones colectivas por la tropa, diez días después ambas son mutiladas y ultimadas en Tapytá. En los días siguientes, patrullas militares y grupos de milicianos mataron más combatientes dispersos.

Desde inicios de julio, se ordenó al Comando del Regimiento de Caballería Nº 1, con asiento en Pto. Pte. Stroessner, que se sumara con irradiaciones de patrullas a lo largo de la costa del Paraná. Accesoriamente se formaron puntos de vigilancia en todos los puertos posibles (desde Pto. Irala hasta Encarnación) del retorno de los guerrilleros sobrevivientes de ambas columnas a la argentina.

El día 13 fue abatido en Chaquira (Avaí) Juan Bautista Rondelli, otro miembro del Comité Central del Partido Comunista que se había trasladado desde Asunción -donde permanecía clandestino para apoyar a los Fulneros. El 15, el Cnel. M. Alborno mudó nuevamente el P.C'. de la 2º Agrupación a Charará, ya que cumplida su misión (con la muerte de Rotela y la destrucción casi completa del Ytororó), el Gral. Colmán retornó a Asunción a hacerse cargo del R.I.14.

Un posible apoyo a lo que restaba del Ytororó se frustró con la detención en Itapé (Guairá) del "Cmdte. Gill", Antonio Alonso Ramírez. Sometido a tortura por ahogamiento en el arroyo Capiibary, falleció el día 26. Según un cifrado enviado desde la Agrupación militar al Gral. Stroessner en esa fecha, las torturas no consiguieron su objetivo, ya que este líder comunista "Se negó categóricamente a declarar, manifestando su condición de alto dirigente".

El 25 de julio Alborno también fue convocado a Asunción, por lo que la Agrupación Nº 2 quedó a cargo del mayor D. Larrosa. El escenario de la persecución se trasladó al Guairá, el 27 de julio cayeron prisioneros en combate la tercera mujer, Antonia Perruchino y otros dos guerrilleros entre Cerro Polilla (Cº Tororó) y Cerro Guazú, de la serranía del Ybytyruzú. El 9 de agosto, un grupo de cuatro guerrilleros que trataba de retornar a Argentina fue ultimado en Cnel. Bogado (Itapúa).

El 10, entre Itapé y el Cerro Guazú (Guairá), son muertos el Cmdte. de la columna Ytororó Avalos Carísimo y los otros cinco sobrevivientes de la columna. En menos de dos meses, la contra- insurgencia había abatido -en combate o más frecuentemente, en tortura- a unos cincuenta combatientes del Ytororó. Ese mes, cuando la Columna ya había desaparecido, Oscar Creydt, Secretario General del Partido Comunista, ordenó suspender toda actividad guerrillera. La actividad del FULNA se reduciría en la siguiente década a la de las menguadas fuerzas de la columna Mcal. López y su intento de organización clandestina de campesinos en la Cordillera.

 

Lista (incompleta) de guerrilleros, hombres y mujeres, muertos por la contrainsurgencia, columna Ytororó, del FULNA

Adolfo Ávalos Carísimo

Norberto Martínez.

Juan Bautista Rondelli

Julia Solalinde de Vázquez

Juana B. Peralta Vda. de Irala

Antonia Perruchino Galeano

Alberto Martín Blanco Cáceres

Himidio Otazo Martínez

Víctor Molinas Miers

Amancio Escobar Sosa

Armín Molinas Vidal
Milciades Aveiro

Alejandro Aguiar

Erasmo Arzamendia

Gumercindo Aranda

Gregorio (o Geroncio) Aguilera

Juan Antonio (o Alberto) Ferreira

Crispín Cabreras

Antoliano Larrea

Francisco González Aquino

Quintín Ferreira Sanabria

Benigno Duarte Verón

Pablo Raúl Sanabria (Aquino?)

Martín Oviedo Marín

Domingo Antonio Martínez

Ruperto Agüero

Agustín Ferrer Cáceres

Antonio Andrés Martínez

Marciano Velázquez Oviedo

Honorio Ismael Prieto Correa

Pablino Rodríguez Robledo

Juan Brítez Estigarribia

Daniel Vázquez Samudio

Simeón (Teódulo?) Barrios

Pedro Pablo Vera Franco

Heriberto Olmedo

Osmar Honorato Ramos

Antonio (Leandró?) Otazo Martínez
Lorenzo Rodríguez

Estanislao Alvarenga

Eugenio Portillo

Alejandro Colmán

Juan Guillen

Obdulio Balmaceda

Rodolfo Mendoza Martínez

Feliciano González

Raimundo Piñeiro

Eligió Zervín

Osvaldo Nicolás (Fernández?) Domínguez, argentino

 

Una frustrada incursión de rescate

Dos meses después de destruidas las columnas guerrilleras liberal y comunista, ocho paraguayos liderados por Carlino Colinas Mercado decidieron en forma autónoma hacer una incursión en la zona de Alto Paraná-Amambay. Los objetivos de este último intento no están claros: rescatar posibles sobrevivientes de la columna Libertad, castigar las muertes en tortura de esos guerrilleros, o sumarse a la columna febrerista de Filemón Valdez, desde Pedro Juan Caballero. Se asumían como parte del M-14 V y al menos uno de sus integrantes -el caazapeño Ramírez- había sobrevivido a anteriores incursiones, bajo mando de Rotela.

El 11 octubre 1960 este grupo cruzó en una canoa desde Puerto Yguazú hasta Hernandarias, y se internó en la selva en dirección noroeste, hacia Yhú. Tras algunos choques con patrullas militares y de colorados, el 17 de noviembre capturaron y mataron a dos milicianos de la seccional de Yhú, Raúl Arsenio Oviedo y Moisés Villalba. En un choque con patrullas militares la última semana de octubre, en las cercanías de Yhú fueron muertos por los guerrilleros el Tte. de Caballería Galeano Bueno y un soldado.

Perseguidos por fuerzas militares y milicianas, el pequeño grupo decidió retornar al Brasil, y el día 18 de diciembre cruzaron la frontera seca en las cercanías de Paranhos. Mientras buscaban entregarse y pedir asilo a las autoridades de ese Estado, los ponsables del pequeño poblado brasileño acordaron entregarlos a los militares paraguayos asentados en Ypehú, a cambio de una recompensa pecuniaria.

La noche del 24 de diciembre, el subdelegado de Paranhos entregó al Cnel. Cardozo, de la Fuerza Aérea Paraguaya, los ocho prisioneros que poco después fueron acribillados a la vera de un monte en el camino a Punta Porá. Solo se salvaron dos malheridos; Remigio Giménez y Gualberto Arce, que, rescatados por militares brasileños de Ponta Porá, recibieron luego asilo en ese vecino país.

El año 1960 termina con el aniquilamiento de las incursiones guerrilleras. Pocos días antes de la "Masacre de Nochebuena", el 21 de diciembre, había fracasado un último intento insurreccional: el ataque a Itá Enramada (población cercana a Asunción, desde donde cruza una balsa con automóviles a Clorinda, Argentina) liderado por los oficiales militares en situación de retiro Bartolomé Araújo y Arturo Mazó.

Como desde mediados de esa década el principal partido opositor, el Liberal, aceptó sumarse al juego electoral, sus bases abandonaron la tradición de resistencia anterior. Recién a inicios de la década de 1970 resurgiría otra forma de resistencia armada al stronismo, ésta vez de origen urbano, y ya sin referencia a los partidos políticos tradicionales.


Modalidades de la contrainsurgencia

Cuatro características del M-14 V y del FULNA explican la brutalidad de la represión y las extraordinarias violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de contrainsurgencia en 1960. En primer lugar, se trataba de una contestación armada a un régimen que a través de un golpe, había tomado el gobierno cinco años y aún no había establecido hegemonía sobre todo el territorio y la población.

Se encaró entonces el conflicto como una guerra, dirigida por el Comandante en Jefe (el Gral. A. Stroessner) con Agrupaciones Militares comandadas por generales. Y asistidas por el jefe del II Departamento del Estado Mayor General de las FF.AA. (Inteligencia militar, ESMAGENFA), que redactó incluso un detallado Diario de Campana, en la vieja tradición de las memorias bélicas.

Pese a que el ministro del Interior Édgar L. Ynsfrán convocaba conferencias de prensa en la capital, buscando acaparar el protagonismo del combate a las guerrillas, y visitó en varias ocasiones los Puestos Comandos de la contrainsurgencia, las fuerzas policiales eran convocadas por el Gral. Colmán (los "operativos" en tortura de la Dirección de Asuntos Técnicos), y actuaban subordinadas no a ese ministerio sino al comando militar.

También los alcaldes policiales y las milicias coloradas de pueblos de Itapúa, Caazapá y Guairá rendían cuenta de sus tareas y entregaban prisioneros a las Agrupaciones Militares, y sólo excepcionalmente a la Policía. Las acciones estaban altamente centralizadas en el Comandante en Jefe, y las eventuales rivalidades entre comandos (Colmán y Viveros), alcaldes policiales y jefes milicianos no afectaron el desarrollo de acciones contrainsurgentes, siendo resueltas en última instancia por el general Stroessner.

En ese "estado de guerra" el Gobierno consideró innecesarios los mecanismos judiciales, órdenes de allanamiento o detención, incluso cuando existía la Ley Nº 294 De Defensa de la Democracia (octubre de 1955) que penalizaba con cinco años de cárcel la mera difusión de la doctrina comunista. Sin respetar garantías de la Constitución de 1940 aún vigente, y libres del control de fiscales o jueces, algunas modalidades de la contrainsurgencia fueron de una crueldad inédita, sin antecedentes ni en la guerra civil de 1947.

Recién en la "Pascua Dolorosa" de Misiones en 1976 y en el Caso Caaguazú, en 1980, la condición campesina de los (supuestos o reales) insurgentes y la ruralidad del territorio en cuestión permitirán a las fuerzas represivas del estronismo repetir prácticas de terrorismo de Estado -torturas ante familiares y pobladores, mutilaciones y violaciones, asesinato de prisioneros- inauguradas en 1960.

En segundo lugar, los 150 combatientes del M 14 V FULNA que entraron desde Misiones, Argentina (salvo 5 argentinos o uruguayos sumados como voluntarios) eran jóvenes paraguayos exiliados que retornaban, "arribeños ante los ojos de los pobladores. O según la propaganda oficial, enemigos del Paraguay entrenados, pertrechados y llegados del extranjero. En la fecha emblemática del 14 de mayo, el órgano oficial de la ANR, Patria, editorializaba "Otra vez la Legión", y sus artículos trataban sistemáticamente a los "catorceros" de legionarios, aludiendo a la Legión Paraguaya que se había sumado a las fuerzas de la Triple Alianza (1864/70).

El ministro Ynsfrán y miembros de la Junta de Gobierno de la A N R sostenían públicamente que el Gobierno estaba combatiendo "huestes invasoras" llegadas del extranjero, nuevos legionarios en el caso del M-14 V, o traidores comunistas pagados y entrenados por Cuba o la Unión Soviética, en el del FULNA. La Junta de la A NR y la Cancillería incluso acusaron a la Argentina de complicidad con "la invasión", generando un breve conflicto diplomático.

Esto no impidió la articulación fronteriza entre fuerzas policiales: aunque hubo apoyo de algunos jefes militares argentinos al M-14 V, la gendarmería de ese país colaboró activamente con las actividades represivas del stronismo tanto en las incursiones "catorceras" como en la del FULNA. Y una vez culminada la represión de este Frente, el 5 de diciembre de 1960, el Gobierno paraguayo rompió relaciones diplomáticas con Cuba, acusando a Fidel Castro de financiar y apoyar estos movimientos guerrilleros.

En tercer lugar, la mayoría de estos combatientes era pobre e iletrada (más de la mitad de los combatientes del M 14-V no había culminado la primaria), y de origen rural. A diferencia de los líderes tradicionales de oposición, carecían de dinero, redes de amistades o parentesco, y sobre todo, de la protección política de los partidos, lo que sumado a su condición de "arribeños", los tornaba extremadamente vulnerables a las sevicias de las fuerzas contrainsurgentes.

Finalmente, las acciones se desarrollaron en la selva, en los cerros o cerca de pequeños pueblos, lejos de la prensa capitalina y de la observación diplomática. Si -como era previsible- el diario PATRIA, dirigido por Ezequiel González Alsina, hizo una activa propaganda a la represión, también la prensa independiente, EL PAÍS, bajo dirección de Agustino Rochol, y LA TRIBUNA, se limitaba a divulgar los informes oficiales, justificando en editoriales y artículos de opinión las acciones contrainsurgentes. Solo algunos artículos de prensa argentina y uruguaya, siempre desmentidos por el ministro Ynsfrán, daban alguna información sobre la brutalidad represiva del régimen stronista en esos meses.

Paralelamente a la persecución y destrucción de las columnas guerrilleras, las milicias coloradas -regimentadas por caudillos y alcaldes policiales- requisaban coactivamente provisiones, armas, caballos y ganado vacuno de los pobladores. Con base en delaciones detenían a guerrilleros desbandados, a sus familiares o posibles apoyos, e incluso a exprisioneros y guías Mbyá de las columnas, sometidos a interrogatorio en los PC militares. Resurgidas como "guardias urbanas", los milicianos aprovecharán además ese poder para saldar viejas rencillas pueblerinas.

A más del derecho a requisiciones y saqueos, la colaboración miliciana tuvo otros incentivos: se puso precio a la captura de líderes y de los combatientes uruguayos o argentinos. Para premiar la detención del "bandido comunista uruguayo" Acosta Silvero, del M-14 V, el Gral. Patricio Colmán trajo 200.000 G. (US$ 1.690 al cambio de la época) de la capital, y la entrega por autoridades locales brasileñas de los asilados en Paranhos fue pagada por las paraguayas en 80.000 Gs. (US$S 635 ) "por cabeza" de guerrillero.

Como una función de las columnas era hacer propaganda revolucionaria entre los pobladores, y su sobrevivencia dependía de alimentos (maíz, mandioca, cerdos, gallinas o terneros) adquiridos de ellos, la contrainsurgencia respondió apresando a pobladores, lamentando la delación y la violencia contra ellos, y sobre todo con amedrentadores "autos de fe" públicos.

Los guerrilleros capturados eran arrastrados por los pueblos hasta los lugares de reclusión (comisarías, o los PC militares de Charará, S. J. Nepomuceno o Estancia Tapytá). Aunque algunos fueron ultimados en tortura en los ríos cercanos (arrastre con sogas a contracorriente), a menudo el suplicio cumplía una función "ejemplarizante": se realizaba públicamente, de día, ante la presencia de los pobladores.

Del testimonio de los escasos sobrevivientes y testigos, sorprenden prácticas usuales en cacerías o en el manejo de ganado. Se quemaban prisioneros con marcadores de temeros, se los despellejaba con látigos (tejuruguái), se los castraba. Las mutilaciones afectaban orejas, ojos y el corazón del torturado. Se despedazaron prisioneros con machetes o golpes de pala, como se destrozan a las serpientes. La práctica de embolsar prisioneros vivos y arrojarlos desde los aviones a la selva recuerda también mecanismos de matar animales indeseados.

El suplicio fue más atroz para las mujeres de las columnas: ellas no solo enfrentaban el régimen político sino transgredían el orden patriarcal. Gilberta Verdún de Talavera, de la columna Mainumby (M-14 V), siguió sufriendo abusos sexuales en las comisarías donde permaneció presa e incomunicada durante más de una década. En el caso de las enfermeras-combatientes del FULNA, a las violaciones por la soldadesca sucedió la mutilación de senos por el Gral. Colmán, y su muerte por empalamiento.

El trato a los cadáveres fue especialmente ultrajante, si se recuerda que el caso de Adolfo Riquelme, muerto por "jaristas" en la revolución de 1911 y sepultado en lugar desconocido, conmocionó a la sociedad asuncena y sigue escandalizando a historiadores locales. La prensa argentina reprodujo fotografías de cadáveres mutilados de guerrilleros que eran arrojados al río Paraná, para desmoralizar eventuales apoyos desde la Argentina, y hay testimonios de cuerpos de guerrilleros abatidos que se dejaron insepultos para alimento de animales carroñeros.

Según el historiador Alfredo Boccia, nunca como en esta ocasión el stronismo ejerció tan bestial violencia represiva. No se trataba – o no se trataba solo- del sadismo de un jefe militar psicótico que exhibía ante los visitantes órganos castrados de guerrilleros en frascos con formol. La extrema brutalidad represiva fue consensuada por los comandos militares con fines punitivos y amedrentadores, en una "decisión anterior que concebimos juntos, a raíz del comportamiento de bandidos", según una anotación del Diario de Campaña militar de junio del 1960. Entretanto, las autoridades negaban esas torturas y asesinatos ante la prensa asuncena, adjudicando cínicamente su autoría a los propios guerrilleros.

Años después, en junio de 1973, el ministro del Interior Ynsfrán (acompañado, entre otros, por el Csrio. Arturo Hellman) dio una conferencia de prensa en Montevideo. Ante periodistas uruguayos que inquirían sobre la violación de derechos humanos en el país, reconoció haber estado en el "campo de batalla", vanagloriándose de haber cumplido roles combativos: "asumiendo toda la responsabilidad que me dan mis convicciones, fui también a hacer la guerra de guerrillas. Solamente que peleé como antiguerrillero".

Se ignora el número de bajas de la contrainsurgencia en 1960: por razones propagandísticas el Gobierno no daba a publicidad sus nombres. Documentos militares de la época citan numerosos "heridos de gravedad", soldados o milicianos colorados, en los choques con las columnas, y listan como bajas mortales a dos milicianos, Pedro Martínez y Lázaro Yrepá, y a los soldados Rufino Aguilar (del R.I. 14) y Martínez Chávez. Un informe de la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos nombra a los jinetes del RC1 Valois Rivarola Ceferino Romero Landaida y Onofre Arzamendia como bajas en el ataque de M-14 V al puerto C.A. López a fines de abril de 1960.

Otras bajas citadas fueron los soldados Adriano Martínez y Claudio Aguilar (de la Guardia de Seguridad) y el jinete de Caballería Ceferino Denis Melgarejo, en los combates entre patrullas en Caazapá y Guairá. El grupo del M-14 V que hizo la última incursión en Yhú, tomó prisioneros y ultimó a Raúl Arsenio Oviedo y Moisés Villalba, de la seccional de ese lugar. Y en un choque con fuerzas militares que iban en mi persecución, cayeron el Tte. Moises Galeano y el soldado Emiliano López Irala, del R.C.l Valois Rivarola. Probablemente hubieron mucho más bajas, pues como sostuvo en Montevideo, el ministro Ynsfrán "Nosotros también tenemos una larga lista de muertos".

 

 

Otros eventos armados entre 1960 y 1975

El Partido Comunista decidió suspender la lucha insurreccional del FULNA cuando el Ytororó fue aniquilado. Postuló, como alternativa, crear clandestinamente bases campesinas, preparando un levantamiento general a largo plazo. La columna Mcal. López, poco golpeada tras "la toma de Barrero Grande" de mayo de 1960, asumió la tarea de "trabajar con las masas en profundidad", al mando de Wilfrido Álvarez, Arturo López (Agapito Valiente) y Avalos Ocampos.

Como la columna obedecía órdenes del titular del PCP en Buenos Aires, muchos militantes cayeron presos al introducir clandestinamente correspondencia (a través de Itá Enramada y San Antonio) para los responsables locales. A mediados de 1963, fue muerto W. Álvarez en un allanamiento policial en Asunción, y meses más tarde otro miembro del PCP, Juan Ojeda, fue ejecutado por la policía en la capital. Mientras A. López viajaba para recibir atención médica en el exterior, los pequeños núcleos formados en Cordillera, Paraguarí, Caaguazú, Guairá y Misiones sobrevivieron entre penurias y conflictos de liderazgo.

Sus acciones se reducían a "recuperar" algunas armas, carnear ganado en estancias de jefes militares, y algún entrenamiento en armas a orillas del Yhaguy (Cordillera). En abril de 1965, la Ytororó hizo una incursión para apropiarse de armas en Santa Elena, con apoyo de campesinos liberales. Entre junio y julio, parte del aparato contrainsurgente que había destrozado las columnas guerrilleras en Caazapá en 1960 (el Gral. Colmán, el comisario Hellman y otros policías de la Técnica) fue trasladado a Piribebuy y Santa Elena para combatir esas nuevas bases armadas.

Al ser ya esta una región poblada, la contrainsurgencia infiltró los núcleos clandestinos, logrando que se delataran los refugios de militantes a cambio de recompensas. En menos de dos meses, la represión se extendió a Mbocayaty, Asunción, Paraguarí, Encarnación e Yhú. Fueron ejecutados al menos ocho dirigentes, con idénticos métodos de tortura a empleados en Caazapá, como el de ahogamiento por inmersión en arroyos cercanos.

Unos sesenta campesinos fueron trasladados a la Técnica (Asunción) o llenaron las comisarías de Santa Elena, Piribebuy, Itacurubí, Sapucái, etc, donde algunos/as quedaron recluidos más de una década, sin juicio alguno. Esta campaña culminó con un ritual denigrante organizado por el ministro del Interior Ynsfrán con apoyo del clero católico: decenas de acusados de pertenecer a esa Columna fueron obligados a abjurar públicamente del comunismo, y a ser rebautizados en los atrios de las iglesias de Piribebuy, Santa Elena y Sapucái.

En mayo de 1970, Arturo López (Agapito Valiente), el comandante de la columna Mcal. López, trató de salir del país. Delatado por un pariente, el auto en cuya valijera viajaba fue emboscado en Ypacaraí (cerca del desvío a San Bernardino) por fuerzas del Gral. Colmán, quien personalmente lo abatió. Agonizante, Agapito Valiente disparó a su vez, e hirió de gravedad a su victimario.

Otros movimientos fueron duramente reprimidos en ese lapso, sin certeza de que hayan constituido formas de resistencia armada. En 1964, unos cinco militares en situación de retiro fueron enviados desde Paraguarí al Dpto. de Investigaciones de la Policía, acusados de intentar un golpe de Estado. Según el informe de la Comisión de Verdad y Justicia, estos jefes y oficiales fueron interrogados bajo tortura ante el mismo presidente Stroessner, y permanecieron luego presos e incomunicados más de cinco años.

Desde fines de noviembre a inicios de diciembre de 1974, la policía arrestó a diez hombres y dos mujeres que habían ingresado poco antes de la Argentina, acusándolos de preparar un atentado contra el presidente. Integraban un novel Ejército Paraguayo Revolucionario, y mantenían lazos con exiliados paraguayos en Posadas y la guerrilla del ERP argentina. Una vez más, se repitieron las sesiones de tortura en presencia del Gral. Stroessner y de altos mandos militares y policiales.

Cuatro de estos detenidos en el Dpto. de Investigaciones -donde permanecieron engrillados y siguieron sufriendo tortura un año- fueron ejecutados sin proceso judicial alguno el 21 de setiembre de 1976 en esa dependencia policial: Amílcar Oviedo, Carlos Mancuello y los hermanos Rodolfo y Benjamín Villalba.

También a fines de 1974 la policía detuvo unas 24 personas - miembros de partidos tradicionales, la ANR y el PLRA, y del P. febrerista- acusadas de integrar un subversivo Movimiento Paraguayo de Liberación (MOPAL). Vinculados al ERP argentino, el objetivo inmediato de este movimiento no parece haber sido la lucha armada sino la formación de células clandestinas para campañas contra el régimen stronista. Tras ser torturados en Investigaciones se emplearon las confesiones así obtenidas como prueba del proceso por violación de la Ley Nº 209/70. Doce de estos inculpados -incluida una mujer, Agripina Portillo- cumplieron condenas de tres años en comisarías asuncenas y en el campo de detención de Emboscada, hasta fines de 1977.

Tampoco la dirigencia del Partido Comunista (ahora "pro soviético", tras la reciente expulsión de Oscar Creydt, que constituyó su fracción "pro China") que se encontraba clandestina en Paraguay, estaba embarcada en esa década en proyectos de lucha armada. Pero desde noviembre de 1975 hasta inicios de 1976, otra intensa razia represiva envió a más de cuarenta militantes al Departamento de Investigaciones.

Si en esa represión cayeron líderes importantes del PCP -el secretario general Miguel Ángel Soler, el líder de la Juventud Comunista Derlis Villagra, Rubén González Acosta, etc.-; también se detuvo a intelectuales simpatizantes, a una decena de mujeres emparentadas con ellos e incluso a bachilleres de la Liga de Academias Literarias.

En fecha posterior desconocida, Miguel Ángel Soler, Villagra y González Acosta fueron también ejecutados extrajudicialmente en sedes policiales. Los restantes, tras ser torturados en Investigaciones y permanecer recluidos en el Batallón Escolta o en diversas comisarías, pasaron al Penal de Emboscada, de donde la mayoría salió tres años más tarde, en 1978.


 



EPÍLOGO

Las campañas guerrilleras de 1960 significaron la resistencia límite a una dictadura que se estaba afianzando, desde las fronteras del territorio poblado y los bordes de la sociedad paraguaya. Sus combates se desarrollaron en pequeños poblados y en las selvas y serranías del Guairá, Caazapá, Itapúa y Alto Paraná; fueron protagonizadas por jóvenes migrantes o exiliados en la Argentina, muchos de ellos de origen campesino, e iletrados. La resistencia armada de los "catorceros" y "fulneros" fue el último escollo saltado por Stroessner en su carrera de hegemonía sobre el territorio y la población.

En 1960, ya había culminado la "domesticación" de la ANR, se depuró lo que restaba del Ejército no colorado, habían sido reprimidos algunos intentos golpistas y se descabezó la resistencia obrera y estudiantil. A partir de 1963, el Gobierno lograría el apoyo de los grandes partidos opositores a su peculiar gobierno de "democracia sin comunismo". Paralelamente se iniciaba la ocupación de los extensos territorios paranaenses antes despoblados, con la colonización de la "Marcha hacia el Este".

El intento de guerrillas de la OPM (1976) y el asalto al ómnibus de Caaguazú (1980), por el contrario, intentaban enfrentarse a un stronismo que estaba en su apogeo, distribuyendo entre sus partidarios los beneficios del auge económico excepcional, con partidos opositores ya políticamente neutralizados y diversas formalidades democráticas cumplidas: una nueva Constitución, elecciones periódicas de pluralismo restringido, un Congreso que sesionaba con bancadas de diversos partidos.

En los dos contextos, políticamente diferentes, ambos intentos de resistencia armada fueron aniquilados por el grueso del Ejército y del Partido Colorado como si constituyeran un serio riesgo para el Gobierno, en nombre del anticomunismo y la Doctrina de Seguridad Nacional. Este combate pierde su animosidad ideológica y encuentra más bien razones de ejercicio despótico del poder, o de beneficios económicos (cooperación militar, créditos externos) si se considera que el mismo Gral. Stroessner nunca creyó en semejante "peligro comunista".

Tras ser exiliado al Brasil en febrero de 1989, y con nada que perder en términos políticos, el expresidente concedió una larga entrevista -la única que se registra luego de a su caída- a la periodista británica Isabel Hilton. En la serie de interviews, el ex general estaba acompañado de su hijo el ex Cnel. Gustavo Stroessner Mora.

I.H.: "Le pregunté acerca del comunismo, y la amenaza representada al continente por la revolución cubana, un tema al cual había dedicado la mayoría de sus discursos durante treinta y cinco años, utilizando al máximo el peligro cubano para beber los dólares del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Me preparé para recibir una arenga. (...).

G.S.: "Cuba estaba muy lejos de Paraguay", dijo atentamente Gustavo. "Así que no tuvo mucha influencia". Su padre señaló su acuerdo. (...)

I.H.: "Pero se hablaba mucho," insistí, "acerca del peligro de comunismo en el continente". (...). "Al final, éste fue el hombre que fue anfitrión a conferencias de la Liga Anticomunista Mundial, a las cuales asistieron personas durísimas: la Mano Blanca de Guatemala, d'Aubisson, el asesino de El Salvador. Los guerreros sucios de la Argentina, los de Corea del Sur, los taiwaneses, los sudafricanos. (...)"

"Pero los intentos de revolución en Paraguay? Los guerrilleros? (...)"

A.S.: "Unos pocos" dijo el viejo. "Pero fue un número muy reducido. No tenían importancia".

I.H.: "Pensé en las masacres de campesinos, los asaltos armados a personas quienes exigían la reforma agraria, los opositores torturados, todos tachados de comunistas. (...) Sencillamente Stroessner se negó a preocuparse del comunismo".

De no tratarse de un lapsus de memoria, durante un tercio de siglo el Gral. Stroessner había entonces hecho asesinar en tortura a centenares de compatriotas suyos, hombres y mujeres, en nombre de un peligro que él consideraba trivial o inexistente. A cambio de cooperación financiera externa, o como simple y cruel ejercicio del poder omnímodo.

Tanto él como los mayores responsables de la represión del M-14 V y el Fulna en 1960 quedaron impunes. El general Colmán, jefe militar de la contrainsurgencia, falleció en agosto de 1972 en el hospital militar Walter Reed, en Washington, adonde había viajado para una intervención quirúrgica. El ministro del Interior Edgar Ynsfrán perdió su cargo antes de la Constituyente de 1967, pero tras la caída de Stroessner recuperó un sitial honorable en la Junta de Gobierno del Partido Colorado, hasta su muerte. El jefe de Policía Ramón Duarte Vera llegó en años posteriores a ser embajador paraguayo en Bolivia.

Recién en 1993, después de ser descubiertos los documentos de la policía política de stronismo, el "Archivo del Horror", el Fiscal General del Estado pidió la detención y procesamiento de uno de los torturadores de San Juan Nepomuceno, Tavaí, Charará y Estancia Tapytá, el Csrio. Arturo Hellman, que llegó a ser Jefe del Servicio Especial de la "Técnica". Pero los demás jefes y oficiales del Ejército, comisarios de la Policía y jefes milicianos implicados en crímenes durante las tareas de contrainsurgencia no fueron castigados por una lenta y tardía justicia.

En los casos de la OPM y Caaguazú, el Gral. Stroessner y quien era ministro del Interior en 1976/1980, Sabino Augusto Montanaro, tampoco pagaron los crímenes de ejecuciones extrajudiciales, tortura, detenciones ilegales y desaparición de personas. Montanaro vivió asilado casi dos décadas en Honduras, y retornó solo para tallecer en el país.

Pero apenas caído el gobierno de Stroessner, Guillermina Kanonnikof, viuda de Mario Schaerer Prono, el militante de OPM asesinado en tortura en sedes policiales en 1976, hizo la primera demanda judicial por crímenes de muerte en tortura. Por ese caso fueron juzgados y condenados el ex jefe de policía Gral. Alcibiades Brítez Borges, y con 25 años de prisión el ex jefe del Dpto. de Investigaciones Pastor Coronel, el de la Dirección de Política y Afines Alberto Cantero, y los comisarios y oficiales de policía torturadores Camilo Almada (Sapriza), Eusebio Torres, Lucilo Benítez y Juan Martínez. Recién en 1992, el gobierno del Gral. Andrés Rodríguez dio por terminadas las funciones de Antonio Campos Aliim, el director de la "Técnica" que seguía ejerciendo altos cargos policiales.

Otras víctimas y familiares de personas ejecutadas extrajudicialmente desde mediados de la década del '50 hicieron luego demandas penales contra estas autoridades, de modo que Pastor Coronel recibió accesoriamente otras tres condenas de 25 años (no acumulables), dos de 17 y una de 8. Alberto Cantero, de Política y Afines, además de la principal de 25 años, recibió otra de 12 años y medio y una tercera de 7 años y medio de prisión.

Varios de los principales torturadores de las décadas del '70 y '80 también recibieron penas múltiples. El comisario Camilio Almada (Sapriza), el "carnicero" de Abraham Cue y Caaguazú, tuvo una condena de 16 años y medio, y cuatro de 12 a 13 años de cárcel. El Csrio. Lucilo Benítez recibió una de 16, dos de 15 años, tres de 12 a 14 años y una última de 8 años de prisión. El comisario Agustín Belloto recibió una pena de 12 años y medio y otra de 7 años y medio, y el comisario Juan Martínez, dos condenas de 12 años y medio de cárcel.

En cumplimiento de una ley votada por el Parlamento en el período 2003/2008, empezó a resarcirse civilmente a las víctimas de la dictadura, pero solo recientemente se están buscando los restos mortales de centenares de personas asesinadas por razones políticas y enterradas en tumbas sin nombre. Más que a medios técnicos o a presupuesto público adecuados, esta obra humanitaria obedece al tesón del Dr. Rogelio Goiburú, hijo de un disidente colorado desaparecido durante la Operativo Cóndor.



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LA AUTORA

MILDA RIVAROLA

Ingeniera Agrónoma por la Facultad de Ingeniería Agronómica de la UNA (1977), Graduada en Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA (1978), con un postgrado en Cambio y Transformación Social en ISDIBER, Madrid (1980) y un D.E.A. en Historia y Civilización por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS), París (1985).

Ejerció la docencia en la UCA, en el Postgrado de Ciencias Políticas del Rectorado de la UNA, en el Curso de Diplomáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil- FUNAG, en el Programa de Desarrollo de la Dirigencia Empresarial de la Fundación DENDE, y en el Colegio Nacional de Guerra. Dictó conferencias y seminarios en el Paraguay, España, Suecia, Portugal y Chile.

Ha realizado investigaciones en Sociología, Historia y Ciencias Políticas para el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES), el Comité de Iglesias (CIPAE), la AIETI y el CEDEAL (Madrid) y el Ministerio de Cultura español. Fue directora de SAKA, Iniciativa para la Transparencia Electoral (Paraguay, 1991) y consultora de la FNUAP, el BID-MEC (Proyecto de Reforma Educativa), la Comisión Bicameral de Ilícitos (CBI) del Congreso Nacional, el Servicio de Apoyo Indígena (SAI), DECIDAMOS, y el PNUD.

Ha publicado La polémica francesa sobre la Guerra Grande. Elisée Reclus, E. Laurent Cochelet (1988); Víctor Raúl Haya de la Torre en coautoría con Pedro Planas (1988); Augusto Roa Bastos, Premio Miguel de Cervantes 1989 (Coord. 1989); Obreros, Utopías & Revoluciones (1993 y 2011); La contestación al orden liberal (1993); Abrir baúles y roperos (1994, reeditado como Desde el typoi en 2012); Vagos, pobres y soldados (1994 y 2011); Transición, desde las memorias (2009); La muerte del Mcal. López. Documentos históricos (2011); Historia del Paraguay, 3º Tomo (2012); Letras de Sangre. Diarios inéditos de la contrainsurgencia y la guerrilla. Paraguay, 1960 (2012); Compilación de Leyes y Decretos del siglo XX sobre la cuestión agraria (2012) y Escritos sobre el Oviedismo (2013).

Editó dos álbumes gráficos, la Memoria Cartográfica del Paraguay, Desde la Colonia hasta nuestros días. Asunción (2011) y El Chaco Paraguayo en la guerra y en la paz (2011). Colaboró en obras colectivas como Demografía y Sociedad (1994), Crónica Histórica Ilustrada del Paraguay (1997, varias reediciones), Forjadores del Paraguay, Diccionario Biográfico (2000, varias reediciones); Marzo Paraguayo, una lección de democracia (2001), Cultura política, sociedad civil y participación ciudadana (2003); Historia y Geografía Nº 7, 8 y 9 (En Alianza, 2003/2005); Les guerres du Paraguay (2007); Pensamiento paraguayo del siglo XX (2009); Ciudadanía y Partidos Políticos, protagonistas del proceso electoral 2008 (2009) y Otras historias de la Independencia (2011).

Artículos suyos fueron publicados en la REVISTA DE OCCIDENTE (Madrid); HISTORIA PARAGUAYA (Asunción), Actas del V Congreso Iberoamericano de Academias de la Historia (Santiago de Chile); DIPLOMACIA, ESTRATEGIA, POLITICA (Brasilia). Publicó artículos de opinión en el Diario ULTIMA HORA, y es Miembro de Número de la Academia Paraguaya de la Historia y Correspondiente de la Real Academia Española de Historia. Integra el Consejo de Redacción de las revistas ACCION y NOVAPOLIS.


 

 

 

 

 

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