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GUSTAVO LATERZA RIVAROLA

  FE EN EL FÚTBOL - Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA - Domingo, 13 de Julio de 2014


FE EN EL FÚTBOL - Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA - Domingo, 13 de Julio de 2014

FE EN EL FÚTBOL


 Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA

Es inevitable que el campeonato mundial de fútbol ocupe a la gente en un día como éste. Dicen los que saben, que esta vez la final se dará entre un equipo que cautivó con su juego habilidoso y dinámico, y otro que hizo bostezar hasta a los locutores; que el primero de ellos marcó el doble de goles que el segundo; que éste llegó a los ponchazos, etc., etc.

En fin; entonces ¿quién ganará? Si el primero, los comentaristas dirán “Se dio la lógica”. Si gana el segundo, dirán “En el fútbol no hay lógica”. Esto es lo bueno de este deporte, que todo en él puede ser explicado en forma sencilla y coherente.

Me agradan los comentaristas de fútbol que me cuentan algo que yo no puedo ver con mis propios ojos; pero parece que a estos no los dejan trabajar en televisión. Algunos de ellos son cuestionados por los aficionados, que les dedican comentarios ácidos, parecidos a los que reciben los críticos de parte de los artistas. De estos, por ejemplo, decía el escritor irlandés Brendam Breham: “Los críticos de teatro son como los eunucos de un harén: saben exactamente cómo hay que hacerlo, y todas las noches ven cómo se hace, pero ellos no lo pueden hacer”. De igual modo, los del fútbol reciben lo suyo. Cuenta el anecdotario que un famoso locutor de fútbol americano, que se destacaba por negarse a adular a los jugadores (como hacían los demás), definió así su oficio: “Hay dos profesiones en las que se puede empezar a trabajar de inmediato, aun sin experiencia ni saber especial. La prostitución es una de ellas; y la otra es la de comentarista deportivo”.

La selección paraguaya no participó de esta rueda mundial, lo que consta dolorosamente. Es posible que este fracaso sea uno de los más gemebundos de la historia deportiva de nuestro país. Es oportuno esto de gemebundo (uno de esos términos que, por motivos desconocidos, nadie más emplea), que significa alguien que gime o algo que hace gemir. Durante dos años nuestra selección hizo gemir a la afición pelotera. Difícilmente se hallará algo más gemebundo. Pero, ¿por qué tan desastrosa frustración?

En su momento, los analistas señalaron como culpables a los técnicos, a los dirigentes, a la falta de preparación, a la improvisación, a la mala onda, entre otros. Extrañamente, a los que no echaron la culpa fue a los jugadores. Es como si el enfermo falleciera en el quirófano y los culpados fueran los profesores universitarios, el gerente y el contador del sanatorio, el conductor de la ambulancia, los que asean la habitación, los visitantes del paciente y los serenos del edificio. Todos, menos los médicos.

Otra hipótesis que los analistas de fútbol no instalaron en la mesa de debate (es como hay que decir ahora) es que la causa del fracaso paraguayo hayan sido los seres sobrenaturales. Porque, atendiendo a las invocaciones que los futbolistas les hacen antes, durante y al fin de cada partido, debe presumirse que poseen gran influencia en los resultados. Esos seres no nos fueron propicios, pese a los votos de ir gateando a Caacupé y tantos otros.

Porque algo de intervención divina ha de haber, en efecto, si los jugadores (tercermundistas) se empeñan tanto en dedicar a los Cielos cada paso que dan. Al entrar a la cancha tocan el pasto y se persignan; al marcar un gol o al impedirlo elevan brazos y rostro a lo alto. Algunos se hincan a orar, otros juntan las manos o se prosternan; en fin, la liturgia es variada, dependiendo del ángulo en que enfoquen las cámaras de TV. ¿Estarán realmente la divinidad, las Vírgenes, los santos y santas interviniendo en los resultados deportivos? Y, en este caso, ¿cómo distribuyen sus preferencias?

Todo lo que sabemos al respecto y podemos certificar con la humana ciencia, hoy por hoy, es que en esta final entre Alemania y Argentina, ambos contendientes tienen un Papa vivo a su favor. Y que si los dos pontífices rezan al mismo Dios y Éste les escucha, probablemente el partido acabe en un empate. Mas, si Aquél opta por desentenderse de esta incómoda situación y deja el asunto en manos de los santos, los alemanes llevan las de ganar pues disponen de muchos delanteros goleadores y gruesos defensores en su santoral, como San Alberto Magno, Santa Úrsula y sus once mil Vírgenes, y San Enrique Emperador (en cuya fecha, precisamente, se juega el partido), contra quienes el Gauchito Gil, la Santa Justina y la Finadita Juana difícilmente podrán competir.

Estas son, modestamente, las consideraciones sobre Fe y Fútbol que se pueden aportar desde estas páginas. De seguro, el próximo mundial nos hallará más y mejor ilustrados.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección: OPINIÓN

Domingo, 13 de Julio de 2014

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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