Portal Guaraní - DOS MUNDOS DISTINTOS EN EL MISMO PAÍS - Por BERNARDO NERI FARINA

La semana pasada asistimos a una tórrida escaramuza parlamentaria en torno al defensor del Pueblo, paradigma de nuestro tragicómico mundillo político. En tanto, Berta Rojas volvía a marcar otro hito en su carrera con nuevas nominaciones para los Grammys Latinos.

Dos planos contrapuestos en la “vidriera irrespetuosa” en la que vivimos los habitantes de esta tierra, donde “en el mismo lodo, (somos) todos manoseaos”.

La agenda política ofusca cada vez más a una ciudadanía que observa impotente la indolencia, la corrupción, el descaro, la desfachatez de tantos actores políticos. Por esa agenda se olfatea que en el Paraguay se hace solo política y nada más que política.

Nada más falso. Aquí no se hace política. Aquí se roba, se miente y se mata en nombre de la política. La política, en su verdadera dimensión, es algo absolutamente diferente a lo que perpetran nuestros bellacos partidarios.

Lo que llaman “política” en nuestro país solo puede provocar bronca o carcajadas según el protagonista y el destino de sus maniobras. Son cada vez más escasos los actos políticos que despiertan la adhesión emotiva, espontánea, sincera y desinteresada de la gente.

Demostración del desvarío de la “política” en el Paraguay es este individuo que funge de defensor del Pueblo, que se ha hecho más visible por su extravagante comportamiento y sus estrafalarios vídeos, que por la eficacia de su accionar como funcionario. Ni siquiera sería digno de mención si no fuera porque es un ejemplo claro de cómo nos va en la política; de qué tipo de sujetos ocupan (en muchos casos) cargos que deberían estar destinados a personalidades que nos hicieran sentir felices con su presencia y no avergonzados de sus características.

Debido a que los decentes han tenido que salir huyendo de las ciénagas de la política para no ser igualados con los inmorales en ese tumulto donde “es lo mismo un burro que un gran profesor”, la “esfera política” se ha llenado de esperpentos. Algunos más dañinos que otros, pero todos destilando ese tufo de desvergüenza y de decadencia moral.

En la otra orilla de esas aguas procelosas están personalidades como Berta Rojas. Artista de elite ella, ha forjado su carrera sobre un talento natural perfeccionado por un trabajo inclaudicable y un rigor que no conoce de concesiones. A su disciplina profesional suma virtudes humanas que la distinguen donde vaya.

Esté donde esté, Berta tiene su patria a cuestas. La lleva consigo, se identifica con ella, y eso hace que nosotros nos identifiquemos con esta Berta que nos llena de orgullo en cada concierto, en cada clase magistral, en cada nuevo disco, en cada triunfo en su arte, en cada reencuentro con los compatriotas, en cada proyecto que desarrolla con los jóvenes a los que nunca olvida. En cada generosa exposición de su amor a los demás.

Por cada esperanza que nos roban los políticos, Berta Rojas nos devuelve una emoción y la entrañable conciencia de que no todo está perdido.

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