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JESÚS RUIZ NESTOSA
  IGLESIA DE YAGUARÓN - Textos y fotos JESÚS RUIZ NESTOSA


IGLESIA DE YAGUARÓN - Textos y fotos JESÚS RUIZ NESTOSA

LA IGLESIA DE YAGUARÓN

Fotografías color (13 POSTALES)

Textos y fotos 

JESÚS RUIZ NESTOSA



Colección "Nuestro Patrimonio"

Templo de Yaguarón, Paraguay.

Church of Yaguaron

Editado por el Centro de Conservación del Patrimonio Cultural

Con el apoyo del Comité Nacional del ICOM

Producción y Coordinación: Marilin Parini

Textos y fotografías: JESÚS RUIZ NESTOSA

Año 1997  Derechos reservados.




EL TEMPLO DE YAGUARÓN A PESAR DEL TIEMPO,

EL HOMBRE Y LA NATURALEZA


El Templo de Yaguarón -a unos cuarenta y ocho kilómetros de Asunción y sobre carretera pavimentada- ha permanecido como el ejemplo más notable de los templos levantados en aquellos pueblos fundados por los franciscanos, cuando emprendieron su labor pastoral como parte de la Conquista. El contraste entre su aspecto exterior e interior puede ser visto como un hecho significativo de todas aquellas contradicciones que se dieron durante la Colonia. Se trata de un enorme edificio con techo de tejas a dos aguas y corredor que lo circunvala. Sobre sus paredes de adobe, pintadas de blanco deslumbrante, se recortan las gruesas columnas de madera, talladas a mano en oscuros troncos.

El campanario no es una de aquellas altas torres en las que el arquitecto daba rienda suelta a su imaginación para construir las grandes catedrales europeas. Se trata de una construcción muy simple, con una estructura desnuda de madera, que culmina en un pequeño techo, también de tejas pero esta vez a cuatro aguas. Y debajo cuelga un par de campanas. Esta torre se encuentra separada del edificio del templo. Existen documentos que hablan de posibles discusiones en torno a su aspecto exterior, entre quienes deseaban darle un esplendor similar a los de Europa y entre quienes se adecuaban a la realidad local y las limitaciones con que tropezaban al no contar con materiales necesarios para realizar bóvedas y otras variaciones constructivas.

El interior del templo contrasta con la austeridad de estas líneas. Si por fuera todo es simple, líneas rectas muy elementales, no se encuentra nada que sobre, no se ha puesto nada más que aquello que resulta estrictamente necesario, el interior es una explosión de formas abundantes o de volúmenes curvos. Se aprovechó todo espacio libre letra introducir allí una forma tallada en madera o pina pintura hecha con tinturas vegetales inspiradas en motivos de la flora local.




UN POCO DE HISTORIA


Yaguarón fue fundada entre 1586 y 1587 por Fray Luís de Bolaños, con indígenas traídos de la provincia de Acahay.

El Cabildo de Yaguarón así lo certifica en 1622 ante el Defensor de Naturales, Hernando Arias de Saavedra: "Cuando admitimos al Padre Hernando de la Cueva, presbítero ya difunto fue porque el Padre Luís de Bolaños de la Orden de San Francisco... hizo esta reducción y nos enseñó la ley evangélica por muchos años juntamente con el Padre Fray Alonzo de San Buenaventura, nos dijo que la ponían en dicha Doctrina en el ínterin que el dicho Fray Luís Bolaños volvía de la provincia del Guairá" (1).

Junto con la reducción franciscana de Altos -1580 y la de Itá -1585 - Yaguarón fue uno ele los centros misioneros más destacados debido a sus importantes talleres artesanales.

El primer templo franciscano de Yaguarón levantado en el siglo XVI sufrió varias refacciones en el transcurso del tiempo. En 1755 se construyó un nuevo templo, siendo cura del mismo el Padre Carlos Penayo de Castro.

Su gestión resulta memorable pues ella coincide con el auge económico del pueblo, convertido en el centro del cultivo y laboreo del tabaco negro. Con esos recursos se pudo construir el templo que se conserva hasta hoy.

La obra quedó concluida en 1772 a tiempo para que su artífice sea allí sepultado (2).

No existen registros de los planos de esta iglesia y por lo tanto es imposible atribuirlos, con certeza, a un constructor o arquitecto. Sin embargo no hay dudas de que en la realización de sus altares, y sobre todo del retablo mayor, jugó un papel muy importante el portugués José de Souza Cavadas, nacido en Matusiños (Oporto, Portugal y llegado a América en 1740. Hay rastros de su paso por Minas Gerais (Brasil) y posteriormente por Buenos Aires y Luján, donde realizó varios retablos.

Después viajó a Paraguay, donde dejó no sólo el magnifico interior del templo de Yaguarón, sino a numerosos discípulos. Fueron ellos quienes tuvieron a su cargo el templo de Capiatá, donde es fácil ver la influencia que ejerció el artista portugués en sus seguidores.

Josefina Plá dice al respecto: "Las obras de Souza y Cavadas... corresponden a las nuevas corrientes que se introducían en Portugal hacia mediados de ese siglo, provenientes de Francia (rococó). Característica de estos retablos suele ser la gran hornacina central, donde se expone la imagen titular o la de mayor jerarquía sobre una peana en forma de pirámide escalonada, columnas dispuestas en planos distintos, que dan la sensación de espacio curvo, acentuado por la disposición igualmente en varios planos salientes (línea quebrada) del entablamento; guardapolvos y repisas para las imágenes contribuyen a caracterizar el conjunto, como los arcos encéntricos, doseles y falsos frontispicios; los intercolumnios aparecen ocupados por los hornacinas; se conservan los festones, carteles, racimos, coneheados espejos, estípites, ramos; las figuras humanas sustentado ménsulas o repisas son sustituidas por róleos" (3).

En cuanto a la técnica de construcción, es posible que se haya seguido la misma que se utilizó después en los templos de las reducciones Jesuíticas Chiquitos (Bolivia). Se construye primero una estructura de madera capar de sostener las vigas que a su vez sostendrán el techo.

Una vez concluido éste, se procede a levantar las paredes de adobe de modo que ellas cumplen nada más que la función de cerrar espacios, ya que no soportan ningún tipo de peso proveniente del  techo. Esto se hace así ya que, en caso contrario, la construcción estaría sujeta a los caprichos de las lluvias que disolverían las paredes si es que no estuvieran debidamente protegidas.




EL TIEMPO Y LA NATURALEZA


Hay que conocer el clima del trópico para entender la fuerza con que actúan tanto el paso del tiempo como las variaciones atmosféricas contra cualquier expresión material -del hombre. Los bruscos cambios de temperatura (se pueden dar veinte grados centígrados en menos de veinticuatro horas), el alto nivel de humedad, el extremo calor en los meses de verano, las constantes lluvias torrenciales, son algunos de los factores que se pueden citar. Hay que sumarles la voracidad de las termitas que parecen ser invencibles.

Todos estos elementos conspiran seriamente contra la integridad de estos templos que demandan, por ello, una atención continua además de la necesidad de muchos recursos técnicos y económicos.

Según Estela Rodríguez Cubero, el templo sufrió una primera restauración a finales del siglo XIX y otra ya en nuestro siglo, hacia los años sesenta. Esto sin contar los actos de pillaje, robos rnás o menos importantes y la decisión de Don Carlos Antonio López, entonces presidente del Paraguay, de trasladar los dos altares laterales a la iglesia de Trinidad (en las afueras de Asunción) en 1855.

Al viejo caudillo le habrá parecido una excelente idea este cambio con el objetivo claro de enriquecer el templo que estaba destinado a convertirse en el panteón de la familia López, que a su vez aspiraba a dar origen a una verdadera dinastía.

La última restauración fue iniciada en 1986 bajo la conducción de Rodríguez Cubero y el trabajo se prolongó por más de cuatro años. El altar mayor fue desarmado en su totalidad, como si fuera un gigantesco rompecabezas con todas las piezas debidamente sanitadas y limpiadas. El trabajo alcanzó a los altares laterales, los dos confesionarios, las puertas y las ventanas. Gracias a esta verdadera labor de rescate, el templo luce en todo su esplendor.





NO SOLO EL TIEMPO Y LA NATURALEZA


No sólo el tiempo y la naturaleza atentaron contra esta joya del arte franciscano misionero. Los hombres jugaron también un papel importante. Josefina Plá recuerda que durante la revolución de 1922, una práctica frecuente dentro de la historia política del país, un grupo de revolucionarios que pasó por el lugar decidió acampar en el templo convirtiéndolo "en cuartel, mercado, cocina y caballeriza, y también en cancha de baile; y los confesionarios en mingitorios. Los detalles serían pintorescos si no fuesen penosos. Al grito de “abajo los pomberos” las imágenes fueron bajadas de los altares: a la Virgen de los Dolores le cortaron un brazo, y a una imagen de ángeles, las alas. A San Francisco Solano le raparon la barba y luego le pegaron con cera un cigarro en la boca. Los magníficos sillones eran llevados aquí para sentarse a descansar a la sombra; entraron en la sacristía, abrieron los roperos y se vistieron “para payasear” los ornamentos y vestiduras sacerdotales. Los bancos fueron quemadas “para calentar el agua para el mate”, etcétera, sin que en tan simpático programa de actos quepa asignar papel preferente a uno u otro bando en pugna, pues como proclamó valientemente el cura párroco Gamarra, a cargo entonces de la iglesia, ambos bandos cada uno a su turno rivalizaron en méritos" (4).

Cuando Josefina Plá, escribió su libro sobre Yaguarón, en 1970, hace referencia a posibles pinturas de las paredes que fueron cubiertas con una mano de cal en 1919 por el Jefe Político de la época, en un intento de embellecer el lugar. Más de veinte años más tarde, en 1996, durante los trabajos de restauración del templo de Capiatá, la restauradora Rodríguez Cubero descubrió en las paredes, abajo de numerosas capas de pintura, rastros de pinturas murales hechas con tintes vegetales. Curiosamente, los colores coinciden con los que hoy se encuentran en las paredes de los templos jesuíticos de las Reducciones de Chiquitos (Bolivia).




LO QUE QUEDA HOY


Después de todos los avatares de este templo y a pesar de las cosas que se perdieron, su visión sigue siendo majestuosa. El exterior, como se apuntó más arriba, es de una llamativa sencillez, si bien las intenciones en un comienzo fueron otras. Gustavo Gutiérrez lo cita a Francisco de Aguirre, quien escribió: "Quisieron hacerla de bóveda y ya estaban sacando los cimientos y altas las paredes más de una vara cuando puso contradicción el cura al administrador, pidiendo que se hiciese al estilo general de la Provincia y el Gobernador lo resolvió por ser obra inacabable y superior a las fuerzas del pueblo" (5).

Sobre este mismo tema, Margarita Durán señala: "El obispo Manuel Antonio de la Torre dejó escrito en su informe de la visita pastoral a Yaguarón en 1761, que el administrador del pueblo “ideó hacer una magnífica iglesia de piedra por sus intereses particulares y después de haber comenzado unos costosos cimientos y levantado la obra poco más de una vara de tierra, se frustró esa idea y se perdió tan costoso trabajo, determinando después de hacerla de postería, la que años ha está iniciada y meses ha suspensa por dedicarse el Administrador a particulares faenas. Siendo cosa ridícula haber gastado no poco en la construcción del retablo mayor, de presente, estando de futuro el templo" (6).

A pesar de esta sencillez, el volumen que de pronto se levanta en el centro de un gran espacio verde, en medio del pueblo, impresiona en cualquier momento, no sólo la primera vez. En la fachada hay tres puertas chic corresponden a las tres naves que posee el templo. Y a la derecha de la puerta principal, de madera, de dos hojas profusamente trabajadas, hay una piedra rosada con un bajorrelieve en donde se puede adivinar, ya a duras penas, a Sansón luchando con un león. Y hay una fecha: 1755. Josefina Plá señala que esa podría ser la fecha de la consagración del templo.

Apenas se entra al templo, se percibe la monumentalidad del mismo. Un Cristo crucificado, tallado en madera, es la primera imagen que se percibe. Y a los costados, los dos confesionarios que sobrevivieron a las revoluciones mencionadas. Aparentemente iguales, no se repiten en ninguno de ellos motivos decorativos del otro. Debidamente restaurados, han perdido su función original y ahora figuran nada más que como "piezas de museo".

El techo y las columnas están profusamente decorados con formas inspiradas en la flora local, decoración que se prolonga hasta el retablo central. Esta es una modalidad que estuvo muy en boga en la época. Algo similar puede verse en el templo de Capiatá y hay algunos vestigios, aunque muy incompletos, en otros templos de la zona. Los dos altares laterales han sido sustituidos por otros, ya que ellos, como lo anoté en otra parte, fueron trasladados a mediados del siglo pasado al templo de Trinidad, en las afueras de Asunción.



SENTIDO DEL ALTAR MAYOR


Siendo aún estudiante, la primera vez que visité el templo, escuché del cura párroco del lugar la siguiente interpretación del retablo mayor, interpretación que nunca encontré en ningún estudio del templo para poder confirmar la veracidad de la misma.

Según aquella interpretación, el retablo era utilizado por los misioneros como una manera de introducir a los indígenas en los principios de la religión. En la parte superior está el Padre Eterno, reinando sobre la Creación. Allí están simbolizados los cuatro elementos constitutivos de la naturaleza: agua, aire, fuego y tierra. Y un poco más abajo, dos figuras que simbolizan la Gloria y la justicia.

Descendiendo la vista se encuentra la hornacina principal con una Virgen de la Concepción al iniciarse una pirámide escalonada que simboliza el esfuerzo que hay que que realizar (el subir una eecalera) para poder llegar a la Gloria Eterna, con la mediación de la Virgen y la ayuda del Espíritu Santo que pende en la parte superior de la hornacina.

A los costados se hallan las imágenes de San Miguel Arcángel matando al demonio y de San Buenaventura, santo al cual se había consagrado el templo y también el pueblo, cuyo nombre original era: San Buenaventura de Yaguarón.

Ya sobre la mesa del altar, se encuentra el tabernáculo que es de un tamaño imponente, rodeado de cabezas de ángeles que surgen en medio de volutas, y sobre la puerta propiamente dicha, el simbólico Cordero.

En lo que se refiere al mobiliario, hay que tener muy en cuenta las sillas consistoriales que se encuentran al costado.

Por último figura la Sacristía, el único sitio del templo donde se encuentra una bóveda. Allí también el techo ha sido profusamente decorado, mientras es evidente que el pequeño altar fue saqueado en algún momento, ya que se encuentran vacías las diferentes hornacinas.




EL PÚLPITO


El púlpito merece un párrafo especial debido a sus especiales características de tamaño natural. Se ha pensado que se trata de Sansón. Josefina Plá presenta el hecho como una posibilidad: "Se apoya en una figura masculinade rasgos adolescentes a la cual se ha querido dar las más distintas interpretaciones, viendo en ella las más de las veces un ángel, para lo cual le faltan las alas; no es sino una simple figura de las que abundan en el barroco a no ser que se haya querido representar en ella a Sanson” (7).

La creencia de que se trata de Sansón ha dado origen a un problema muy singular, ya que alguna gente del pueblo cree que el mismo da vigor sexual. Para ello llevan una astilla de madera, lo que ha obligado a los restauradores a reconstruir el dedo meñique de la mano  izquierda en numerosas oportunidades. De allí que durante los últimos trabajos de restauración, Estela Rodríguez Cubero trató de convencer a los feligreses de que se trata de un soldado romano y no de Sansón. Pero por los resultados, tal esfuerzo resultó inútil, ya que el dedo meñique astilla tras astilla, volvió a desaparecer.

En las seis paredes del púlpito aparecen diferentes pinturas que posiblemente datan de comienzos de este siglo.

Sobre el tonel, a cierta altura, existe un palio circular y, coronando el conjunto, la paloma que representa al Espíritu Santo, si bien no tiene la imponencia del que se encuentra en el altar mayor.

Basándose en el mismo criterio, un púlpito similar se encuentra en el templo de Piribebuy, aunque no logra la magnificencia de éste, pues sus tallas son de inferior calidad.



¿QUÉ ERA UNA REDUCCIÓN?


El término "Reducción" es explicado por Hans Rotlt, quien dice: "Clanes y tribus vagas fueron concentrados bajo la dirección de sus jefes, los caciques, en estaciones comunes, las llamadas Reducciones, término de origen latino que procede la frase “ad ecclesiam et vitam civilem essent reducti”, es decir, que se iniciara a los indios en la vida civil y eclesiástica" (8). Esta idea de "reducir" a los indígenas a la vida religiosa y civil fue encarada principalmente por dos órdenes religiosas: los Franciscanos y los jesuitas. Ambos tuvieron su propia concepción del problema que significaba la cristianización de los indígenas y su integración a un sistema económico que les resultaba totalmente nuevo a los nativos. Pero ambos elementos, religión y economía, formaban dos sustentos esenciales de la Conquista. La manera en que Jesuitas y Franciscanos llevaron adelante su proyecto se sigue discutiendo hasta hoy día. Es evidente que las políticas aplicadas fueron distintas y hoy, en el momento de querer realizar análisis objetivos y obtener conclusiones válidas, resulta muy difícil hacerlo por diferentes motivos, entre ellos, la subjetividad y simpatías y antipatías personales.



EL TRABAJO Y LA “ENCOMIENDA”


Una vez establecida la colonia, se dispuso que los indígenas debían prestar a los colonos, durante cierto tiempo, un servicio obligatorio y gratuito. El sistema se beneficiaba por partida doble, ya que a la mano de obra gratuita, se le sumaba la percepción de impuestos que eran pagados por el "encomendero" de acuerdo al número de nativos que tenía a su servicio. Este sistema de esclavitud disfrazada, dio origen, desde sus mismos comienzos, a una serie de abusos y crueldades. Esta situación pareció no interesarle a nadie, hasta que surgieron las denuncias hechas por fray Bartolomé de las Casas. El aspecto económico de esta disposición es tratado por Augusto Roa Bastos, quien señala: "La institución legal del trabajo forzado de los indios era la estructura básica de compulsión del dominio político para la explotación económica. Sin el sistema de las encomiendas que exigía el tributo del trabajo forzado de los indios, la vida económica de la colonia no hubiera sido posible. En contrapartida, la encomienda y la creciente rebelión de los indígenas fueron, a su turno, los dos graves problemas que más contribuyeron al riesgo de desintegración colonial: la catástrofe demográfica" (9).



BIBLIOGRAFÍA


1-Durán Estragó, Margarita. PRESENCIA FRANCISCANA EN EL PARAGUAY.1538-1824. Biblioteca de Estudios Paraguayos de la Universidad Católica, Vol. XIX. Asunción, 1987.

2 - Velázquez, Rafael Eladio. CLERO SECULAR Y EVANGELIZACIÓN EN EL PARAGUAY CULTURAL, EN LA EVANGELIZACIÓN EN EL PARAGUAY: CUATRO SIGLOS DE HISTOTIA. Ediciones Loyola. Asunción, 1979, p.130.

3- Plá, Josefina. "EL TEMPLO DE YAGUARÓN", Obras completas, Tomo II. R.P. Ediciones. Asunción, 1992, p. 99.

4- Plá, OP.cit., p.112.

5- Gutiérrez, Gustavo. ESTRUCTURA URBANÍTICA Y ARQUITECTÓNIRA DEL PARAGUAY. 1537-1911. Ediciones Comuneros, Asunción, 1983, p. 287.

6- Durán, Margarita. ORÍGENES DE LA REDUCCIÓN FRANCISCANA DE YAGUARÓN. Conferencia pronunciada en la fiesta patronal del pueblo en 1989. La cita fue tomada de la Biblioteca del Palacio de Madrid. Manuscrito 2872, volúmen 49, fs.266r y ss.

7- Plá. Op.cit., p.104.

8- Roth, llans et Ale. UNA JOYA EN EL ORIENTE BOLIVIANO. Ediciones del Vicariato Apostólico de Ñuflo de Chavez. Bolivia, 1988, p.15.

9- Roa Bastos, Augusto, Bareiro Saguier et Alt. TENTACIÓN DE LA UTOPÍA. Tusquets/Círculo. Barcelona, 1991, p.15.





 

EL CENTRO DE CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL


Es un organismo no gubernamental, sin fines de lucro, de carácter autónomo y multisectorial, integrado por profesionales vinculados a diferentes aspectos del gran tema de la conservación de los bienes culturales.

Al observar el proceso de deterioro de edificios, sitios y áreas de valor cultural y ambiental de nuestro acervo museístico y documental, se creó un programa alternativo para la protección de los mismos, en noviembre de 1991, tarea que se institucionalizó en marzo de 1994 con la fundación del Centro de Conservación del Patrimonio Cultural, orientado hacia todos los estamentos de la comunidad, con el objetivo de difundir y promover la aplicación de principios y políticas de preservación, restauración y puesta en valor del patrimonio histórico, y su proyección como factor de desarrollo.

Para ello se aplica un sistema que fortalece y asegura la participación pública en la protección de nuestra herencia cultural: socios patrocinadores, grupos de voluntarios y amigos colaboran desde el Centro de Conservación del Patrimonio Cultural en los diferentes proyectos de revitalización de edificios y distritos históricos, en programas educativos y de carácter social.

El Centro de Conservación del Patrimonio Cultural tiene su sede en el antiguo "Almacén Viola", de principios de siglo (fue construido en 1919), ubicado estratégicamente en el centro histórico, al costado del Palacio de Gobierno y enfrente a la Bahía de Asunción. El edificio fue restaurado en 1994 y reacondicionado para desarrollar los programas de apoyo de la institución.

Este predio, cuya puesta en valor es un ejemplo de la cooperación entre el sector público y el privado, se halla en un área de especial interés ambiental, histórico y cultural, en el núcleo fundacional de la ciudad, donde se yerguen numerosos inmuebles de valor patrimonial en razonable estado de conservación, algunos ya restaurados y otros en proceso de rehabilitación.

La zona conserva importantes huellas históricas y sitios arqueológicos significativos. La bahía y las plazas también otorgan al lugar características singulares con respecto a otros del Centro Histórico.

En el mismo edificio del Centro de Conservación del Patrimonio Cultural tienen sus oficinas administrativas y técnicas la Fundación Cabildo, el Centro Histórico de la Municipalidad de Asunción y el Comité Nacional del ICOM (Consejo Internacional de Museos).

El complejo edilicio del Centro de Conservación del Patrimonio Cultural sirve también de centro alternativo en el que se realizan conferencias, seminarios, exposiciones, visitas guiadas, conciertos y reuniones diversas.

Uno de los emprendimientos de mayor envergadura del Centro de Conservación del Patrimonio Cultural es el Plan de revitalización de la fachada del litoral del Centro Histórico. Este proyecto se realiza conjuntamente con la Municipalidad de Asunción, mediante un convenio de cooperación y asistencia, con el apoyo y participación de otras instituciones que operan en la zona. El objetivo es la recuperación del asentamiento más antiguo de Asunción, de gran valor paisajístico, histórico y cultural.



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