CASITA ENCANTADA
LA FLECHA DEL AMOR
Letra: NINO (SATURNINO) ESPÍNOLA
Música: JOSÉ MAGNO SOLER
CASITA ENCANTADA
En los árboles de plazas, parques y bosques suelen encontrarse corazones cruzados por el fuego de la flecha de Cupido (nombre romano del dios griego del amor Eros). Los nombres entrelazados o simplemente sus iníciales quedan como testimonio de romances encendidos que se expresan gráficamente en una corteza que se deja dibujar por la fuerza de la ternura compartida.
Esa imagen es la que atrajo la mirada y la inspiración de Nino (Saturnino) Espínola, músico, poeta y compositor nacido el 29 de noviembre de 1933 en Asunción. "Me llamó la atención eso que suele pasar desapercibido. No es que tuviera un significado específico para mí. Imaginé una casa rodeada de flores con un árbol con marca de amor. Y escribí “Casita encantada”, comenta Nino.
Su carrera comenzó siendo niño aún. Corriendo detrás de una pelota de trapo en el barrio Obrero, conoció al que sería su dúo durante muchos años: Antonio Barrios. El que los invitó a compartir sus voces fue Cristóbal Cáceres, hermano de Emilio Bobadilla Cáceres. Los escenarios de las competencias de canto les tuvieron como participantes infaltables. En 1949 el dúo Barrios-Espínola bajó por primera vez al puerto de Buenos Aires. Les acompañaba nada menos que Emilio Bobadilla Cáceres. "No grabamos, pero le encontramos a Abdón Garcete, quien nos contrató para formar parte de su conjunto. Volvimos a Asunción. Retornamos a Buenos Aires para cantar junto a la agrupación de Félix Pérez Cardozo. En nuestra ausencia, el gran arpista murió. Después cantamos también con Prudencio Giménez y grabamos con el conjunto San Solano, de Epifanio Méndez Fleitas en Buenos Aires. Yo volví al Paraguay definitivamente en 1955", sintetiza rápidamente su trayectoria artística.
Ya con la letra en manos, la cosa era buscar un compositor para que le pusiera música a Casita encantada. El elegido fue José Magno Soler, cantante, compositor y poeta llegado al mundo el 6 de octubre de 1935 en Villa de San Pedro de Ycuamandyyú.
Su itinerario musical se inició en 1954 en agrupaciones de aficionados. "En 1957 formé mi primer conjunto. Lo llamé `Nocturnal'. Estaba integrado por los arpistas Papi Galán y Feliciano Peralta, el guitarrista Severiano Fernández y el contrabajista Juan Duarte. Mi hermano Sixto Milciades Rivas Soler era mi compañero en el canto", rememora José Magno.
En 1958 se produjo un hecho capital en la vida artística de Soler: conoció al maestro bandoneonista y compositor César Medina. "A él le debo mi formación musical como vocalista", cuenta con indisimulado orgullo. Desde entonces se dedicó profesionalmente a la música.
"Con el conjunto de don César grabé mi primer disco. Fue en el sello Guarania. De la grabación, como invitado especial en la guitarra participó Nino Espínola. Después entré a la orquesta del maestro Aniceto Vera Ibarrola", sigue contando.
"Don Mauricio Cardozo Ocampo -prosigue- a su regreso al Paraguay, tuvo la idea de formar un conjunto folclórico que represente verdaderamente a nuestra música. Así se originó la famosa agrupación folclórica `Perurima' de la que soy co-creador y la integré como cantante formando un dúo con Reinaldo Sanabria. Grabamos siete discos. En 1973 participamos del Festival de Cosquín. Durante años actuamos en `El jardín de la cerveza', de Francisco Fernández".
Las trayectorias de Nino y José Magno se unieron para crear Casita encantada. "Si mal no recuerdo, fue hace dos años, en el 2007, él me trajo la letra. Probé varias melodías y finalmente le quedó la polca canción con la que América Ferreira grabó", concluye.
CASITA ENCANTADA
En mi casita encantada
hay un árbol con leyenda
que luce como una prenda
hecha con mis propias manos.
En él están grabados
nuestros nombres enlazados
dos corazones en uno
felices como ninguno.
Mi casita está bordeada
de flores y hermoso lago
que hacen al paraíso
de un mundo jamás soñado.
Volver ya nunca quisiera
de aquel encantado valle
pero la magia del sueño
termina cuando amanece.
Letra: NINO (SATURNINO) ESPÍNOLA
Música: JOSÉ MAGNO SOLER
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Fuente/ Enlace:
LAS VOCES DE LA MEMORIA
HISTORIAS DE CANCIONES POPULARES PARAGUAYAS - TOMO X
Autor y ©: MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo de tapa: ENZO PERTILE
Diseño de tapa: MANUEL MORÍNIGO
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2009

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LECTURA RECOMENDADA:
POESÍAS DE ELVIO ROMERO
MAGIA
Siempre quisimos que el mundo
se viese como hoy lo vimos,
como lo supimos ver,
como en horas de amor lo presentimos,
siendo lo que anhelaba ese deseo
de ver de otra manera, ver que el río
sale a jugarse en brazos de la noche,
y a la noche escuchar rumor de ríos.
**/**
Quién diría que no vi
tu imagen sobre el rocío,
que no vi tu inicial bordada arriba,
que no te vi en el iris de su abrigo,
que no miré tu cabellera negra
como encarnada en vértigo a su arrimo,
espejo del albor, encantamiento
del encendido sol que va contigo.
**/**
Te vi temblar;
al verte temblé yo mismo.
Sólo en sortilegio puro
y mágico pudimos ver lo que vimos,
el camino subiendo hasta los bosques,
los bosques descendiendo hasta el camino,
una amorosa espiga alando el viento,
el viento hablando de secretos íntimos.
**/**
Siempre quisimos que el mundo
se viese como hoy lo vimos,
como se debiera ver,
con esa desnudez del amor tibio,
escuchando en sosiego ese susurro
de tu cálido aliento junto al mío,
del corazón furioso como al soplo
confuso del aprieto de un gemido.
**/**
Todo de repente mágico,
tembloroso, conmovido.
Y de cara al corazón
y al reino juvenil de estar dormidos
o estar despiertos, viéndonos el fondo,
cambiando el fuego cándido y la vida
y la muerte en idéntico delirio!
**/**
ASÍ NOS COMPLETAMOS
Al comienzo el amor, buena muchacha,
al comienzo el amor, las soledades
y las noches doradas.
**/**
Al comienzo el amor. Y adivinabas,
Que el pecho que nutría tus anhelos
Te invitaba a su marcha.
**/**
Te trajo aquí el amor. Y nuestras almas
buscaron conseguir pronto la altura,
pronto una tierra honrada.
**/**
Bastó mirar alrededor. Y el alba
entró resuelta a gobernar el fuego
tibio de nuestras ansias.
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Te trajo aquí el amor. Y ya la casa
del amor se inundaba con los sueños
de libertad, amada.
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Levantaste los ojos. Te alumbraba
la misma chispa con que yo encendía
la mecha de mis lámparas.
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Y no hubo entonces soledad; ya nada
pudo turbar esa quietud profunda
que vive en tus palabras.
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Y hallaste lo que es hoy tu nueva patria:
el sueño justo, el pretender sin tregua
una firme esperanza.
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Así emprendemos ya, juntos, la marcha.
Y nada es duro entre los dos, por dura
que sea la batalla.
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Por triste y dura, pues la vida traza
para los dos una fragante ruta,
radiante y fecundada.
Así nos completamos. Somos altas
simientes injertando otras simientes,
otro sol, otras caras.
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Al comienzo el amor, buena muchacha,
para lograr después, palpando el día,
la libertad mañana!
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ASÍ ERES
Hoy necesito todo lo virginal que tienes,
la firme claridad que te inflama y te toca,
la adormecida aurora que tus párpados guardan,
la decisión de azahares que esplende por tus sienes,
las silenciosas salvias de tu umbral, la alegría
que cimbrea tus pasos, que bulle por tu boca,
las velas de la brisa que en tu sendero aguardan,
la subyugante calma de tu melancolía...
**/**
¡Quién no pudiera un día llegar a ser más bueno
si en mis hombros derrumbas pájaros pensativos,
trinos que exultan toda su ilusión madruguera;
si eres toda de lluvias, de espuma, de latidos,
si vives -pulso adentro- con el cántaro lleno
de una miel milagrosa, esperanzada y viva,
si a tu cintura ciñe un cendal la primavera
y en agua mansa acoges a los seres queridos!
**/**
Tú sabes que el sol fulge para nosotros, hiende
su relámpago tibio por su cálido aliento,
que sus diáfanas ramas, de altura ensimismada,
el nogal de la cerca sobre la casa extiende,
que opimos frutos penden sobre todas las cosas,
que el silencio apetece constelar la morada,
que nuestro pan se orea de un caudaloso viento,
que en nuestro lecho cantan gramillas generosas.
**/**
En ti miro paisajes: tu frente es una cumbre
donde la fronda glauca de una nube se abrasa;
reconozco telares arbóreos en tu ceño,
que un sesgo de amargura no amilana ni cierra
en tus ojos los puros mastines de una lumbre,
en tu pelo las ramas, como un lejano sueño,
y en tus manos, orladas por la paz de la casa,
la trémula y primaria densidad de la tierra.
**/**
Te quiero así, profunda, con ternura de lino,
con albo helor de hielo besándote la cara,
pecho en flor que es a un tiempo panal y hospedería
de todos los que abrevan su sed en tu camino,
corazón que abre a un tiempo su cálida ventana
y gorjeando lleva su pura estrellería,
su rutilante risa por una noche clara
que aventa el polvo antiguo dormido en la mañana.
**/**
¡Resérvame tu boca, la luz que en ella exhalas,
los racimos de sangre de tu ardor, el donaire
que en el recogimiento de tus faldas reposa,
las anhelantes lunas de tu pecho, sus alas,
y que todo el tesoro que reúnas, callada,
se ahonde por el aire,
por el aire me encienda!
**/**
Fuente: DE CARA AL CORAZÓN de ELVIO ROMERO
(BIBLIOTECA POPULAR DE AUTORES PARAGUAYOS Nº 9)
© de esta edición Editorial El Lector/
© de la introducción Francisco Pérez-Maricevich
ABC COLOR y Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2006
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IMÁGENES DE NUESTRO HERMOSO PARAGUAY

Fotografía de FERNANDO ALLEN