EL BESO
Acrílico, Año 1992
35 cm x 45 cm
LA SILLA TURCA Nº 1,
1990, óleo sobre tela, 57 x 47 cm.
PAISAJE DE AREGUÁ
Óleo sobre tela, Año 1990
121 cm x 85 cm
Fuente:
"GENTE DE ARTE producción de los ’90"
ASOCIACIÓN PARA LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY
Editado con el apoyo del FONDEC, Asunción-Paraguay 2002
LUCIO AQUINO
Nació en Caacupé, en 1953. Dibujante y pintor formado en la Escuela de Bellas Artes y en el Centro de Estudios Brasileños. También realizó cursos de arquitectura y grabado en metal en la Universidad de Texas, en Austin, y realizó cursos de danza, en Asunción, y de teatro, en Barcelona.
Su primera muestra individual nacional tuvo lugar en el Centro Cultural Paraguayo Americano, en 1973. Desde entonces, hasta la actualidad, expuso varias veces en las galerías Artesanos, Miró, Magister, 530, Belmarco, Pequeña Galería, entre otras, así como en el Centro Cultural Juan de Salazar y la Universidad Católica.
Desde el año 1987, ha participado también en numerosas exposiciones internacionales, como la muestra colectiva en la entrega del Premio Cervantes a Augusto Roa Bastos, en Madrid (1990), la exposición "América", realizada en la Universidad Federal de Juiz de Fora, en Minas Gerais, Brasil (1992), la muestra "Tres pintores paraguayos", en la galería Latina de Montevideo (1994) y una exhibición de obras de pintores, escultores y arquitectos paraguayos presentada en la Universidad de Pretoria, Sudáfrica (1997).
En 1994, fue nombrado "Hijo sobresaliente" de la ciudad de Caacupé, por su trayectoria artística. Su obra se halla representada en el Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo y en el Museo José Luis Cuevas de México.
COMENTARIO
-. En la pintura de Lucio Aquino, el buen manejo del color, la sutileza de los matices y escorzos, el conocimiento del empaste y de la densidad del óleo, la gradación oportuna de la luz promueven ese modelado sensual y sugestivo, esos volúmenes planos, esas formas ambiguas y transparentes y encajadas según un movimiento propio que abre espacios y genera planos, desconociendo el orden de las figuras, que aparecen arbitrariamente, fragmentadas, como en los sueños. (…)
TICIO ESCOBAR, 1987
-. Hay algo en la obra de este artista que, aun estando presente, no se manifiesta. Algo que se deja de decir en el mismo instante en que se lo dice. En términos formales, todo el velo cromático que se estampa sobre los trazos emergentes de la tela oficia de relevo semántico a partir del cual los diferentes "lectores" de la obra de Aquino prestan su propia y personal interpretación a la misma. Porque, en definitiva, este es el objetivo de todo arte: desde la apelación hecha por el artista, convocar las instancias más profundas del individuo. Y esto es lo que consigue materializar Lucio Aquino con esa claridad en penumbras (...).
LUIS LEÓN BAREIRO, 1994
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