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ESTER DE IZAGUIRRE (+)
  SI PREGUNTAN POR ALGUIEN CON MI NOMBRE (1990) - Poesías de ESTER DE IZAGUIRRE


SI PREGUNTAN POR ALGUIEN CON MI NOMBRE (1990) - Poesías de ESTER DE IZAGUIRRE

SI PREGUNTAN POR ALGUIEN CON MI NOMBRE (1990)

Poesías de ESTER DE IZAGUIRRE




 

-Sálvate, poesía, vienen a programarte.

   
 

-Lo sabía, y mi destino es no buscar amparo.

   
 

Pero qué saben ustedes de mí.

   
 

Vine envuelta en el manto de la Virgen.

   
 

 


Ester de Izaguirre

               



 


EL CIGARRILLO


 

Quién me deshace,

     
 

espiral de nostalgias

     
 

y cielos prometidos.

     
 

Yo soy un cigarrillo, cualquier marca,

     
 

me venden en estaciones


   
 

y en pueblos de frontera.

     
 

Me disuelvo sin nombre y sin historia,

     
 

me canso de ascender

     
 

por los peldaños

     
 

de mi propia


   
 

hoguera.

     
 



 


PARADOJAL


 

Así es mejor,

     
 

detener las palabras.

     
 

Que se queden allí sin pronunciarlas.

     
 

Así es mejor,

     
 

sin besos, sin caricias,


   
 

sin saber que tu piel

     
 

ya no es inédita.

     
 

Hay una cinestesia desde Adán, cada día,

     
 

en cualquier parte.

     

   
 

Eso, para nosotros, no.


   
 

Lo que no es, será una melodía;

     
 

el abrazo rehusado, aquella combustión

     
 

en la memoria.

     
 

No habrá un momento solo

     
 

para encender la sangre,


   
 

y no precisaremos nuestros cuerpos

     
 

para engendrar al hijo

     
 

y el reinado.

     
 

Ya no será el orgasmo un colibrí

     
 

de instantes detenidos en la mitad de octubre.


   
 

Lo que no es, constelará de siempres

     
 

nuestras noches negadas.

     
 

Y porque nada dijimos

     
 

comenzamos la historia

     
 



 


TIEMPO DE VIAJE



I


Me han crecido las uñas, el cabello

     

y soy una botella con un mensaje turbio

     

que gira en remolinos de mares indecisos.

     

Olvidé un brazo en Denver,

     

otro brazo en Atenas


   

y lo demás en Viena lo dejé porque quise.

     

La que sigue en el viaje

     

se parece bastante a la que fue,

     

en algunos detalles

     

que nadie observará.


   


   

Que busquen mis pedazos por ahí

     

si preguntan por alguien con mi nombre.

     
 


II


El cansancio ya acepta

     

la verdad del regreso

     

a la casa que de lejos recordé.


   

El viaje ha sido entero pero es hora

     

de reconocer viejos lugares.

     

Se terminó la búsqueda.

     

Logré mirar la magia y no traerla.

     

Quizás el lunes viviré con certeza


   

el Apolo de Bernini

     

como un momento atribulado y diáfano.

     

Cuando ya esté en la casa que me inquiere

     

ella tendrá su turno de eclipsarse

     

para seguir viviendo compartida.


   

La rutina y su espejo,

     

Narciso

     

y su orfandad

     

definitiva.

     
 
 



 


EL ALMUERZO


De a uno.

 

Aída Bortnik




 

Sobre el mantel dispuesto

   
 

cada vaso y cada plato ocupan su lugar

   
 

a la hora precisa.

   

 
 

Y, en ellos, aderezadas las palabras

   
 

los gestos,


 
 

las caricias,

   
 

y todo fue cocido a fuego lento.

   
 

-Tiene que estar a punto.

   
 

-¿Es comida francesa?

   
 

-Para que nadie sepa


 
 

lo que está masticando.

   
 

 

(Pero debajo de la mesa

   
 

están los muertos).

   
 

 

En el festivo almuerzo

   
 

se habla de cualquier cosa equivocada.


 
 

-Tiene sabor a malva.

   
 

-Hoy llegó el cobrador más atrasado.

   
 

-¿Oyó alguien hablar de Stephen Hawking?

   
 

-Ayer salió el indulto para todos.

   
 

-Qué importan los papeles si andan sueltos...


 
 

Hasta que se devoran la última caricia,

   
 

y la memoria de los muertos

   
 

espera todavía,

   
 

como si alguna vez

   
 

hubieran sido


 
 

ciertos.

   
 
 



 


SOBERBIA


 

Antes de conocerte

   
 

señalaba con el índice

   
 

a las sombras rendidas

   
 

al pie del Vellocino,

   
   
 

a los árboles tortuosos


 
 

y a los ojos aviesos de la gente.

   
 


Antes de conocerte

   

acechaba detrás de las persianas

   

y juzgaba, juzgaba

   

a las piernas subrepticias


 

en las casas ajenas.

   

-¡A la hoguera!

   

-¡Al patíbulo!

   

-¡Hay que arrojarle piedras a la cara!

   

En mi complicidad con Torquemada


 

también éramos dos, antes de conocerte.

   
 

 

Ahora la vida me tapó la boca.

   
 

Cada cosa ha ocupado su lugar,

   
 

y existe una armonía consumada,

   
 

desde esta tierra que seré mañana,


 
 

estas cenizas que mis dientes muerden

   
 

y en las que yazgo bienaventurada.

   
 
 



 




BREAK DANCING EN NUEVA ORLEANS


(Nueva Orleans, noviembre de 1989)



Gira, moreno,




gira como un trompo




al compás del sollozo vital de las trompetas.





 

Baila con el torso de ébano

   
 

en la mañana descubierta al salmo.


 
 

 

Baila, ya lo aprendiste bien,

   
 

para que caiga un penny en el sombrero.

   
 
     

 

Gira, aunque el sol te humedezca

   
 

el sudario de músculos y ritmos,

   
 

maréate en la gloria de aplausos callejeros.


 
 

 

Hoy yo no pienso en nada. Te contemplo

   
 

y te saco una fotografía

   
 

para tener las pruebas de la vida.

   
 


Mañana, a mi vez, allá en mi pueblo

   

comenzaré mi danza sin descanso,


 

para que ruede un penny en el sombrero.

   
 
 



 


PABLO


 

Qué cuadro de Picasso que es la vida.

     
 

¿De quién es este ojo que aquel día me miró

     
 

como se mira a alguien que cuenta?

     
 

¿Y de quién esta mano cercenada

     
 

que una vez hizo suya


   
 

toda la piel que encubre mis humores?

     
 

Qué difícil Guernica que es la vida.

     
 

Pero es insoportable

     
 

la visión de un ala

     
 

separada del vuelo.


   
 

Debo aceptar el cuadro

     
 

porque ya está la firma dibujada

     
 

y se echará a rodar por los museos.

     
 



 


AÑOS


 

Quiero volar y el aire me detiene.

     
 

Las palabras que antes me incendiaban

     
     
 

me bostezan su cráter,

     
 

sueño que bailo en una pista inmensa

     
 

y el límite se estrecha


   
 

hasta asfixiar los ritmos.

     
 

Lejos

     
 

hay una chica tonta a quien hamaca el tiempo,

     
 

y le tiemblan las manos apagadas.

     
 

Canta


   
 

pero la voz no basta para acunar recuerdos.

     
 

Hoy me niego a las respuestas del espejo,

     
 

a su complicidad celestinesca,

     
 

a la luz y a la sombra de su brillo,

     
 

y rompo en dos


   
 

el día.

     
 



 


LA TRAMPA


 

Qué lástima alcanzarte,

   
 

si correr tras tu sombra

   
 

fue el sagrado ejercicio de estar viva.

   
 

Qué lástima sentir bajo mi piel

   
 

tu forma de hojarasca.


 
 

Ay, qué pena de estrella lastimada

   
 

contra los filos de los pedernales,

   
 

pobres, tangibles, sabidas piedras

   
 

del camino diario.

   
 

 

Cómo volver atrás,


 
 

cómo abrir esta trampa despiadada

   
 

para huir a la hora de tu lejanía,

   
 

aquel cerco prohibido,

   
   
 

aquel sabor de ausencia

   
 

aquel mar de palabras sugeridas.


 
 

Aquello indescifrable

   
 

que no era todavía.

   
 
 

EL TRAJE


 

Apenas soy Ester,

     
 

aquello que será después del tiempo,

     
 

sin libros y sin prólogos.

     
 

Yo sé que volveré sin este nombre

     
 

que me pesa en los labios y en el miedo.


   
 

Lo dejaré al acaso en una esquina

     
 

como un traje con la forma de mi cuerpo,

     
 

de todo esto que soy sin elegirlo,

     
 

y me iré hacia la noche,

     
 

casi entera de luz, recién creada.


   
 

Un gran silencio será el nombre mío.

     
 



 


LIBRE



Después de cada huida

   

me encarcelaron una y otra vez.

   

Ni el látigo ni el cepo

   

ni todas las cadenas extenuantes

   

fueron un escarmiento.


 
 

 

En mi última evasión

   
 

no me dieron alcance los sabuesos

   
 

ni aquellos prestigiosos centinelas.

   
 

Ni siquiera mi cuerpo

   
 

abandonable.


 
 
 



 


FINAL DE CUENTO


 

Yo quisiera una cara

     
 

que no fuera la mía.

     
 

La de antes de nacer,

     
 

la de la ameba,

     
 

una cara que fuera diferente


   
 

de todas las que tuve:

     
 

de aquella deletreada en los asombros

     
 

de las fotografías.

     
 

La de mi adolescencia,

     
 

la de la madre ufana entre los hijos


   
 

-mis jueces y mis psicoanalistas-,

     
 

las del triunfo y la dicha,

     
 

los rostros más fugaces.

     
 

No quiero ésta, la última,

     
 

este final de cuento


   
 

que dejará al lector

     
 

con ganas de saber

     
 

de qué se trata.

     
 



 


AEROPUERTO


A Nila López



Cada vez que me voy,

     

yo me voy toda.

     

Ni el color de un vestido

     

ni el aroma de un barrio,

     

ni siquiera me acuerdo de aquellos

     

a los que dije adiós como quien muere.

     

En este avión me llevo tan entera

     

que apenas reconozco mi intacta integridad.

     


   

Mis recuerdos son nubes

     

que el viento recupera


   

para el juego

     

de su reino

     

fugaz.

     
 



 


FOTOGRAFÍAS


 

El brazo más allá,

     
 

córrase un poco que no puedo enfocarlos,

     
 

no se muevan,

     
 

tengan la valentía de no cerrar los ojos.

     
 

Sonrían por favor.


   
 

Será el futuro

     
 

el que mire extasiado

     
 

cómo dispersa el tiempo

     
 

-con un estruendo de cristales rotos-

     
 

las canciones de cuna,


   
 

las señales,

     
 

las palabras de amor,

     
 

los ínfimos vestigios.

     
 

Yo quiero todo lo que se ocultaba

     
 

al ojo de la Canon,


   
 

y que no perduró en la cartulina

     
 

ni en el color teatral de los vestidos.

     
 



 


ISLA


 

Yo era tu ciudad,

     
 

yo era tu casa.

     
 

Yo era un laberinto; vos, Teseo,

     
     
 

y si dormías en el centro de la isla

     
 

era un sueño el poema.


   
 

Pero Ariadna te enseñó el camino

     
 

de la liberación y mi abandono.

     
 

Después

     
 

matando al Minotauro

     
 

me anduviste


   
 

para siempre

     
 

en la memoria.

     
 



 


LA FELICIDAD


 

Hoy la pude observar entre las hojas

     
 

como un juego de luna.

     
 

Y no aventuré el gesto de apresarla

     
 

porque supe,

     
 

lo supe sabiamente,


   
 

que en un instante más habría volado,

     
 

dejándome

     
 

un temblor,

     
 

y todo el gran silencio

     
 

de su canción negada.


   
 

Pero estuvo

     
 

el tiempo necesario

     
 

para saber cómo es

     
 

lo que no dura.

     
 



 


ME DESPIDO DE ASUNCIÓN UNA VEZ MÁS


 

Me voy de mí

   
 

cuando pierdo de vista la morada,

   
   
 

aquel enarbolado idioma,

   
 

las palabras que me llegan

   
 

del tabacal y las capueras.


 
 

 

Volveré a Buenos Aires,

   
 

cepo reverenciado, tierra hurtada

   
 

de mi primer insomnio.

   
 

Tenía cinco años y me hacían hablar

   
 

para reírse de mi pobre respuesta.


 
 

-Cómo te va paraguayita.

   
 

-Bien nomá.

   
 

Y me ahogaban el guaraní de las muñecas.

   
 

-Bien nomá.

   
 

Desangrada y triunfante.


 
 

-Bien nomá.

   
 

 

Aquí se quedarán mis ojos

   
 

y no sé de quién son cuando despiden,

   
 

con lágrimas ajenas,

   
 

a las cenizas de mi abuela india,


 
 

al balbuceo de mi infancia muerta.

   
 
 



 


ANIVERSARIOS


 

Hoy miré el almanaque

     
 

para ver cuándo cae

     
 

un cumpleaños cualquiera.

     
 

Y está bien dicho. Cae.

     
 

Porque el día se abate


   
 

con estridor de porcelanas rotas,

     
 

de muñeca sin ojos. Para siempre.

     
 


DESPUÉS DE UN SIMPOSIO DE LITERATURA


(Quito, Ecuador, julio 1990)



Todos conocían sus aureolas




y se las quitaban como un sombrero adverso




a la hora de comer.




A veces la poesía y la amistad




retardaban los relojes




y amanecía sobre los claustros




de la verdad que somos.




Después la codificación




y algún decodificador en decadencia




buscaba aquel aplauso




que se ocultó en la nieve




de vergüenza.




Afuera las montañas,




esa cátedra pura,




ese altar sin verdades reveladas.





 

Y después, el adiós.

   
 

Todo, como antes.

   
 

Como si no hubiera sucedido.

   
 

Las bancas solitarias aguardando

   
 

algún congreso de ortopedia


 
 

o algún simposio de bromatología.

   
 

 

Busco una cara amiga. Ya se han ido.

   
 

El silencio es de un lago en la era terciaria.

   
 
 



 


LETRA DE TANGO


(Campana, 1980)



Una pista de baile,

     

el verano en la piel, desconcertado

     

y el deseo de alguna noche plena

     

El tango resbalaba por la barranca inmóvil,

     

y Canaro prometía la inocente mentira,


   

pero después tu nombre

     

se dibujó en el mármol

     

y ahora desde una radio

     

me despierta el pasado.

     

Y bailo,


   

bailo sola

     

al compás de Canaro,

     

con un adolescente con los ojos cerrados.

     

Y aquel río indigente

     

huella el cauce extrañado.


   
 



 


REENCARNADA


 

Más allá de este tiempo

     
 

toda Europa fue nuestra.

     
 

Han pasado los siglos y hoy regreso

     
 

a lugares que han perdido sus nombres

     
 

y todos los que observan se dan cuenta


   
 

de que ando mutilada.

     
 

La nostalgia me puebla

     
 

este amor de tres siglos

     
 

y hay leyendas escritas

     
 

con tu nombre y el mío.


   
 


LA CANCIÓN


 

Las canciones del pasado

   
 

arrastran, como las mareas,

   
 

los restos del naufragio.

   
 

Aquella ancla de un rostro

   
 

que un día se abismó sin darnos cuenta,


 
 

la botavara azul de una mirada,

   
 

y las velas flotando

   
 

hacia el mar de los podremos

   
 

anímate y podremos,

   
 

todo el mar del mañana será nuestro.


 
 

 

Hoy es mañana

   
 

y me ha traído astillas la resaca.

   
 

No sé si eras verdad

   
 

y ahora regresa la mesana rota

   
 

recordando la pérdida


 
 

ya no sé en qué arrecife ni en qué tiempo.

   
 

 

Las aguas se aquietaron

   
 

y nada se ha salvado

   
 

de aquella consagrada travesía.

   
 
 



 


A AQUEL MUCHACHO


 

Oías distraído las canciones de enero.

     
 

Eras un brote más del sauce

     
 

en el camino,

     
 

fresca de sal y viento

     
 

tu piel nueva.


   
 

Atardecía,

     
     
 

te me asomaste

     
 

como a una cisterna ensombrecida.

     
 

Yo me escondí en mis aguas,

     
 

me escondía


   
 

de aquella lucidez

     
 

de tu mirada,

     
 

pero allá te perdiste

     
 

en un recodo,

     
 

con una adolescente de la mano.


   
 

Y ya no puedo ver.

     
 

Un sueño antiguo

     
 

me robó los ojos

     
 

y todo cuanto veo

     
 

es mi ceguera.


   
 



 


LA VIDA


 

Ha sido largo el sueño.

     
 

Amor, juguetes sin permiso retenidos

     
 

en los claros otoños de la infancia.

     
 

Ha sido largo el sueño

     
 

pero hay indicios


   
 

de que se acerca el tiempo

     
 

que me verá despierta:

     
 

graznidos tercos en las ramas altas,

     
 

la claridad que repta

     
 

por una brecha inédita del cuarto,


   
 

y especialmente, las inquietantes ganas

     
 

de sacudir el peso de los sueños,

     
 

y que de una vez concluya

     
 

esta noche tan larga.

     
 


DESPUÉS DE LA FIESTA DE CUMPLEAÑOS


Un 16 de setiembre
nacieron mi madre
y mi nieta María Salinas



Quedan las voces huérfanas

     

vagando por la casa

     

y se ocultan tras las copas

     

con un fondo de alcohol amanecido.

     

La soledad lastima


   

y la luz encendida todavía

     

se asoma a la ventana

     

y hecha albor de candela

     

se prodiga.

     

Quedamos solos los dueños de la casa,


   

muy solos con nosotros, nuestras plantas,

     

el mueble indispensable,

     

las velitas del postre que un ángel apagó.

     

Duelen los pies de trajinar el día,

     

de adornar la consola con jazmines.


   

Duelen los huesos,

     

el ritmo de la sangre,

     

la raíz del cabello,

     

por esperar en vano

     

que todo lo que amo se detenga


   

en un gesto de estatua palpitante.

     
 



 


LA ALONDRA


 

Ayer, último día del verano,

   
 

recorrí las veredas

   
   
 

que se fueron ajenando desde entonces.

   
 

Avenida de Mayo o Rivadavia,

   
 

tanto da, tanto daba,


 
 

que fueran sendas nobles

   
 

o parcelas bastardas de un desierto.

   
 

Tu paso coloreaba la tarde y el encuentro

   
 

y hacía florecer la insinuada hojarasca,

   
 

porque los días fueron escandidos


 
 

con la voz desgranada de un poema.

   
 

Dónde yace si todo fue tan real.

   
 

Fue real mi cara que el espejo elude,

   
 

fueron reales mis ojos

   
 

reflejando castillos y alamedas.


 
 

 

Hoy, velándote a luz de la memoria,

   
 

me sorprende vivir

   
 

soñando con un viaje a las astas de la luna

   
 

y me conmueve el ala de una alondra

   
 

batiendo


 
 

en mi corteza

   
 

amenazada.

   
 
 



 


LAS PALABRAS


 

Una pieza con muebles en desorden,

   
 

un reloj obediente,

   
 

un no me importa ante el espejo hipnótico,

   
 

madrugadas puntuales,

   
 

y siempre igual y siempre,


 
 

y si querés saber qué es la poesía

   
 

buscala en los bolsillos del chaleco.

   
 

Es redonda y brillante y es de níquel

   
 

para fraguarle riesgos a la vida.

   

 
 

Hasta que, fuera de todo ritmo y toda rima,


 
 

alguien dijo palabras...

   
 

no supe si era a mí que me decía.

   
 

 

Ahora

   
 

en el cuarto con muebles en desorden

   
 

revuelvo y escudriño


 
 

a la mujer oculta,

   
 

ebria de signos,

   
 

a la que alguien le dijo que la amaba.

   
 
 



 


ÉSTE Y AQUÉL



En este instante

   

se oye música en la casa

   

y no sé de dónde viene.

   
 


Por la ventana

   

se cuela de rondón la primavera.


 
 

 

Mi madre está mirando la pantalla

   
 

con un gesto inefable.

   
 

Mi hijo Martín estudia una materia

   
 

con esdrújulas

   
 

que destruyen el ritmo:


 
 

«Análisis matemático».

   
 

Guillermo,

   
 

llega como una ráfaga

   
 

deja una risa y se va.

   
 

 

Yo cuento las monedas del tesoro


 
 

que tengo todavía,

   
 

y no me he dado cuenta

   
   
 

de que el tiempo ha pasado

   
 

desde que empecé a escribir

   
 

estas palabras.


 
 


Ahora debo decir

   

en aquel instante

   

cuando se oía música en la casa

   

y por la ventana

   

entraba de rondón la primavera.


 
 
 



 


UN VIAJE EN TAXI


 

Chofer,

     
 

a la calle Centenera y a otra cosa.

     
 

Ayer, la indigencia de sus manos,

     
 

sus ojos, volcanes al acecho,

     
 

y esa voz de regreso y de cansancio.


   
 

Escuche, chofer, a la calle Centenera,

     
 

a mi trabajo, la redacción de un diario,

     
 

donde dicen los demás sus despedidas,

     
 

donde soy un papel tamaño oficio

     
 

y una máquina incierta


   
 

que tipea los desencuentros y las citas.

     
 

Lléveme a mi trabajo,

     
 

quiero un terreno firme

     
 

y no el que pisé ayer

     
 

mórbido y vacilante


   
 

que me hacía sentirme -será la última vez-

     
 

cualquier mujer nacida

     
 

para aguardar el golpe del verdugo

     
 

que se parece tanto a la caricia.

     

   
 

Equivoco las puertas.


   
 

Sí, ya lo sé, chofer, es primavera.

     
 

En esa redacción también hay hojas

     
 

que nacen otra vez

     
 

para en algún otoño descuajarse

     
 

y ser nada en las calles


   
 

de esta ciudad de mierdas y de glorias.

     
 

Llegamos, pago, desciendo, deletreo.

     

Lo que empieza, termina. Como el tiempo.

     
 



 


DESIERTO


 

Soy tierra, tengo sed,

     
 

que al fin llegue la lluvia a mi aridez

     
 

y a este avaro silencio de luciérnagas.

     
 

Bastaría un hisopo de vinagre

     
 

para esta incandescencia,


   
 

este acecho de herida

     
 

en mi paisaje.

     
 



 


LA SEÑAL


 

Tendrían que notarse los momentos vividos.

     
 

Debiera percibirse aquel adiós

     
 

adherido en sepia ardiente

     
 

a lo poco que de mí sobrevivió.

     
 

Y como una película de los años veinte


   
 

debiera ser mi piel,

     
 

silueta en blanco y negro, fugitiva,

     
 

sombras que dicen fin

     
 

y continúan.

     
 


YO, HORMIGA


A José Antonio Rubio


Me acecha el jardinero

     

y esperará la noche

     

para arrojar su lava de exterminio.

     

Mientras tanto llevo alegre mi carga,

     

y nadie puede oírme pero canto


   

cuando siego las hojas.

     

Ellas también devoran sus verdores

     

de la tierra, del aire,

     

de los soles de octubre...

     

El jardinero espía y no lo veo


   

cuando llego a mis extrañas catacumbas.

     

Antes de hundirme para siempre en ellas

     

el aire solidario me despide

     

bajo un cielo inocente.

     
 



 


LAIKA



 

«Que en la tierra hay una perra menos

   
 

y en el cielo una estrella más».

   
 
 

Hermanos Cano





Los diarios se ocuparon sólo un día

   

de tu adiós a la tierra,

   

y fue una fiesta de la técnica y la ciencia


 

tu partida.

   

Laika

   

desde donde puedas escucharme

   

 

quisiera darte alguna explicación,

   

pero pertenezco a este género extraño


 

que vende libras de su propia carne.

   

Qué pensabas envuelta en lejanías,

   

del amo cuyas manos tantas veces

   

lamías en el reto y el castigo,

   

de aquel que te vendió


 

y brindaba con champán al verte lejos.

   
 


Querías saber por qué

   

la soledad de todo no era un hueso,

   

y husmeabas la clausura de aquel jardín

   

sin flores ni retornos.


 
 


En cuánto tiempo ajeno

   

midieron tu agonía

   

las galaxias atónitas.

   
 

 

Desde el último giro de tu pena,

   
 

el universo


 
 

tiembla.

   
 
 



 


SUSTANTIVOS



Me estoy olvidando de los nombres.

   

Pertenezco a una estirpe de gente olvidadora:

   

mi abuela paterna padeció de amnesia,

   

mis tías no se daban cuenta

   

de que las nombraban.


 
 

 

Y yo

   
 

veo la imagen entera de las cosas

   
 

con sus áureos colores, antojadizos rostros,

   
   
 

pero el nombre,

   
 

ese arbitrario símbolo,


 
 

esa mentira que creó el lenguaje,

   
 

no logro recordarlo.

   
 

Cómo puede explicarse que se vaya

   
 

si todo lo que amo son palabras.

   
 
 



 


CUANDO SEA GRANDE VOY A SER HELADERO


De una audición de TV.


Y qué serán mis nietos cuando crezcan.

     

Qué número en el dado.

     

A esas alas ocultas

     

qué cielos se abrirán

     

cuando yo sea la sombra


   

de «yo no sé quién fue».

     
 



 


CIRUJA


 

Hay un tarro de basura

     
 

en los que alguien arroja

     
 

las palabras que no escribo.

     
 

De noche me convierto en el último ciruja.

     
 

Y revuelvo


   
 

revuelvo

     
 

hasta encontrarlas.

     
 



 


CON LA AMIGA DE LA INFANCIA


 

-¿Te acordás de aquel teatro con telón de manteles?

   
   
 

-Vos querías ser actriz.

   
 

-Y vos, cantante.

   
 

Nuestra casa, los árboles,

   
 

el regaño materno,


 
 

y el Paraná inocente que miraba.

   
 

Piedra libre para todos

   
 

en esta noche de glicinas...

   
 

 

Ahora, solas, vos y yo,

   
 

-los hijos que llegaron y se fueron-


 
 

juguemos otra vez

   
 

a que nos pintamos los labios a hurtadillas

   
 

para coquetearle al dolor,

   
 

aquel amante idólatra,

   
 

no conocido entonces


 
 

y ya aliado

   
 

a tanta conjetura venturosa.

   
 
 



 


ANORMAL


 

Me dicen anormal

     
 

porque quiero saber

     
 

cómo se fragua el hierro

     
 

de las rejas,

     
 

quién inventó la cruz,


   
 

de qué madera,

     
 

por qué las cuentas de rosario

     
 

que rezo

     
 

son átomos y estrellas.

     
 

Porque lo veo a Dios


   
 

que revuelve mis papeles y mis yerros

     
 

y me trueca los delirios

     
 

en palabras.

     
 


FANTASMA


 

Tengo un Amante que siempre va conmigo.

   
 

Quizás me vio nacer.

   
 

 

Desde entonces lo amé

   
 

porque supo esconderse detrás de los naranjos

   
 

cuando alguna realidad nos inquietaba.


 
 


Más acá de mi piel yo era de un hombre,

   

pero mis treguas intuían al Otro,

   

su imprecisión, su levedad,

   

su fingido contacto,

   

su ilimitada cercanía


 

y sus palabras, sombras evadidas.

   
 

 

Yo seguí en mi escenario,

   
 

pero la otra mitad

   
 

de este papel que soy

   
 

doblado en dos


 
 

se volvía paloma en los andenes,

   
 

en sitios extrañados,

   
 

en Praga,

   
 

en Budapest,

   
 

en Cartagena de Indias, para buscar su imagen.


 
 


Pude leer las cartas que nunca me escribía

   

y avara, a la luz del insomnio, conocerme.

   
 


Mientras el mundo aplaude mi actuación

   

cuando acaricio, beso,

   

 

represento con naturalidad


 

la desolada cópula,

   

el adiós,

   

ya mis días se ahogan en verdades,

   

saludo al nuevo sol

   

que pese a todo llega,


 

y puedo verlo a través de mi ventana,

   

esperando el final

   

de la aventura.

   
 
 


ENLACE A DOCUMENTO FUENTE

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POEMAS (1960-1992). OBRAS COMPLETAS

Obras ESTER DE IZAGUIRRE

Edición digital:

Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002

N. sobre edición original:

Edición digital basada en la de [Asunción (Paraguay)],

Editorial Don Bosco, [s.a.].



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