Luego del Golpe de Estado que protagonizó en 1936 el coronel Rafael Franco, derrocando al gobierno liberal, muchos pueblos del interior -de la noche a la mañana-, se encontraron con nuevos y desconocidos habitantes. Los que como sombras caminaban por sus polvorientas y extrañas calles eran los confinados.
Uno de esos extraterrados en su propia patria fue el poeta JOSÉ V (VALENTÍN) ROGNONI, nacido en Yuty, departamento de Caazapá en los primeros años del siglo XX. Era liberal. Cuando ardió la revuelta era secretario del Jefe de Policía. A modo de sanción, lo destinaron a Yaguarón, localidad del Departamento de Paraguarí. Su prisión iba a ser ese pueblo fundado en 1538 cuya etimología, en una de sus interpretaciones -porque hay muchas-, significa "jaguar grande" (Giménez, Cancio. Che valle mi "Yaguarón", historia y leyenda. Asunción, 2000. Pág. 13.)
Gracias a los buenos oficios del profesor yaguaronino RICARDO AQUINO BOLAÑOS, quien entrevistó en su comunidad a HERIBERTO VERÓN (97 años) y a CHIQUILÓN RODRÍGUEZ, es posible escribir esta historia.
El docente averiguó que Rognoni -con su joven esposa, la guarambareña GUILLERMINA VALLEJOS y su hija Beatriz-, fue depositado en el Hotel Presser, el único que entonces había en Yaguarón. EMILIO RODRÍGUEZ, correligionario del confinado, lo sacó de allí y lo llevó a su casa como huésped.
El poeta no se quedó con los brazos cruzados. Resignado a vivir en la ancha celda de ese pueblo que pronto lo sintió como uno más, se puso a trabajar. Uno de sus primeros emprendimientos fue el cultivo de arroz. Su socio fue un tal LUIS CALIGARIS.
Para entonces, Rognoni y su familia se habían establecido en una casa ubicada junto al arroyo Yaguarón, que circunda el poblado. Desde allí divisaba el cerro también llamado como el curso de agua y el pueblo mismo.
El gobierno de Franco, tiroteado por contradicciones internas y por la presión de los que habían sido derrocados, no duró mucho. En 1937, con Félix Paiva, los liberales habían recuperado momentánea-mente las riendas de la nación. Ello, obviamente, significó el fin del confinamiento del escritor.
"Para entonces él ya estaba muy compenetrado con la comunidad. Ya no quiso salir. Se quedó allí durante unos seis o siete años tal vez, hasta comienzos de la década de 1940", indica el profesor Aquino Bolaños.
Fue en ese lapso que José Y. Rognoni escribió la letra de YAGUARÓN DEL PARAGUAY, musicalizada por DIOSNEL CHASE. Era el homenaje del poeta a la tierra que le había acogido en la desgracia y le había dado un fraterno espacio para vivir. Los versos hablan de un ocaso en que él, su esposa y su hija suben al cerro. Encuentran el Ykua Kerana y la cruz que están en la cima. Y divisan la maravilla del entorno.
Tanto fue el cariño que tuvo el artista por ese pueblo de gente sencilla y generosa que más adelante volvería a escribirle CHE VALLEMI YAGUARÓN. Este título revela que lo había adoptado ya como suyo.
Rognoni, antes de partir de esa tierra a la que le había tomado cariño, escribió HE DE VOLVER dedicado al profesor Ramón Bogarín, padre de la cultura yaguaronina. Se afincó luego en Clorinda donde tuvo un bar que se llamó San José. Posteriormente fue administrador de la Agroganadera Stelandi. Luego de la revolución de 1947 su casa de puertas siempre abiertas para los paraguayos fue denominada por los exiliados PARAGUAYO RÓGA.
En la década de 1970, José V Rognoni murió en Clorinda.
Sus restos fueron trasladados y sepultados en Asunción, según el testimonio de Heriberto Verón.