La memoria del guardiamarina FERMINIANO OZUNA VALENZUELA estaba poblada de montes, pájaros, agua, aroma de azucenas y una alta lomada de jata'ity. En la lejana base naval de Bahía Negra donde estaba destacado, a remezones, le atacaba un vy'a'ỹ punzante. El techaga'u le mordía el espíritu y recordaba su valle ubicado en el otro extremo de la patria, al sur: General Díaz, del departamento de Ñeembucú.
Ubicada a unos 50 kilómetros más abajo de Pilar, el pueblo está anclado en un espacio de singular belleza. El jata'i es la vegetación dominante de sus alrededores. "El jata'ity se extiende, brumoso, en el horizonte, de este a oeste. Sobre una vistosa lomada, semejando una azul cordillera. Hacia el sur se observa una verde floresta de fragantes azucenas que sigue el curso del río Paranami regalando frescura y aroma al pueblo en los días de estío", describe casi fotográficamente Ferminiano. Él nació en ese terruño el 11 de octubre de 1944.
Es posible que el sinuoso Paranami -un brazo del Paraná en medio de riachos e islotes-, en silencio, haya ido moldeando el destino de aquel niño que, con el tiempo, navegaría los ríos de su patria, de otros países y llegaría a cruzar una y otra vez el océano infinito.
Lo cierto es que a ese mitã’i sureño le gustaba la música. Aprovechando las posibilidades que le brindaba su entorno, con el jata'i rapo, construyó un remedo de guitarra. "Haragán o bandidorá" vaticinó alguien que reprodujo el prejuicio social de que el músico es un mar-ginal olvidando que ellos son la memoria de una nación.
"A los 14 años salí de mi tierra en busca de una formación más elevada. Ingresé primero a la Escuela de Transmisiones del Ejército. Me asignaron al Chaco. Ganaba 3.600 guaraníes mensuales en la década del '60. Un soldado me enseñó a tocar la guitarra. De Viladesau compré un método de Eduardo Falú. Leía a Ingenieros y quería salir del rango de 'hombre mediocre'. Con lo que ahorré pude ingresar al Colegio Militar. Elegí el arma de la Marina", recuerda Ozuna Valenzuela.
"Entre el 1970 y el '73 estaba en Bahía Negra. La añoranza a los míos y mi guitarra me ayudaron a componer mi primera obra: CHE VÁLLE GENERAL DÍAZ. En una de las visitas que acostumbraba hacer a aquel lugar el arpista y compositor EDMUNDO MEDINA él me grabó la melodía en su arpa, en forma artesanal. La letra, que no me satisfacía del todo, fue retocándose en diversos lugares donde mi profesión me llevaba. La terminé alrededor de 1980 en el buque de ultramar Guarani en el que hacía viajes de Asunción a Hamburgo, Alemania", rememora quien hoy es Capitán de Navío ya retirado.
Los versos trazan el perfil de su inmensa "patria chica". Recorren sus compañías y se detienen -en un recitado-, junto a la Patrona de la comunidad: Santa Rita de Casia, abogada de lo imposible, cuya fiesta es el 22 de mayo. "Esa santa tiene para mi familia un significado muy particular. Mi abuelo, FRANCISCO OZUNA, que sería uno de los fundadores de General Díaz, le había hecho la promesa de que si volvía con vida de la guerra le construiría un oratorio. Llegó hasta Cerro Corá y regresó sano y salvo", precisa Ferminiano.
Hoy CHE VÁLLE GENERAL DÍAZ es el himno local. "Cierta vez fui a saludarle a los profesores de mi pueblo. Participé de la formación y escuché que los alumnos cantaron mi obra. Me emocioné muchísimo", concluye su relato Ferminiano Ozuna Valenzuela.