*. Este fue su nombre inicial; luego se lo conoció como 3 DE MAYO,
de JULIÁN ALARCÓN, según dice MAURICIO CARDOZO OCAMPO.
Como se ve, título y letra no concuerdan.
Para el pueblo anclado en su religiosidad, el 3 de mayo es una fiesta de guardar con todas las de la ley. Por eso el refrán dice: kurusu árape aña ha añarânte omba'apóva (En el Día de la Cruz únicamente el demonio y el candidato a demonio trabajan»). Dada la honda raigambre popular de esta tradición, la Conferencia Episcopal Paraguaya, CEP, dejó como válida la antigua fecha de la celebración que, por un tiempo, se había trasladado al día universal de la cruz, que es el 14 de setiembre.
En el kurusu ára, en los cementerios, las cruces recuperan sus galas y ese signo de dolor pasa más bien a ser motivo de jolgorio, con el kurusu jegua, las ñembo'e yva y los niños atentos al reparto de chipas. La melodía 3 de mayo, de JULIÁN ALARCÓN, retrata esa fiesta popular. Sin embargo, la misma-según MAURICIO CARDOZO OCAMPO (1) - se llamaba antiguamente KURUSU ÁRA, con letra y música de autor o autores anónimos.
Cuenta el compositor y músico que un personaje de novela llamado FLORIANO ROSALES o también MARISCAL ROSALES, con esa composición antiquísima, logró adelantarse a su rival y obtener, finalmente, la mano de ETELVINA MEZQUITA.
Rosales era oriundo de Corrientes y había arribado al Paraguay traído por su espíritu inquieto. Conoció a la villetana y quedó prendado de ella, para que la historia de los encantamientos a primera vista continuase con buena salud y no se rompiera una tradición tan añeja como la misma humanidad. El mozo, sin embargo, debía derrotar, con buenas o malas artes, a un rival fogoso y más adelantado que él en materia de cortejar a la dama en cuestión.
Una serenata con orquesta fue la estrategia concebida por el recién llegado. La primera polca-galopa que interpretó la agrupación contratada fue kurusu ára. Después de la tercera pieza, la dama abandonó «su dulce sueño» -como dice EMILIANO R. FERNÁNDEZ-, y tiempo después, en el Registro Civil la historia tenía final feliz para el arribeño. Esto ocurría en 1890.
Floriano, ya con su flor al lado, se afincó en Posadas, Argentina. Junto al río Paraná tenía un hotel. Y allí, de a poco, fue reuniendo a los bebedores más consagrados del cono sur. En cada fiesta, el alcohol era el invitado de mayor categoría.
Los que participaban de las celebraciones en honor a Baco eran tratados con toda solemnidad y distinción. A nadie se lo inscribía en el registro de los borrachos. A pesar de que salieran gateando o desnudos o inconscientes de la farra, todos eran tenidos por dignos señores, merecedores del mayor de los respetos. Más que un vicio, en el código de Floriano Rosales, el tomar era una virtud. Y a tal grado llegaba esta concepción que el dueño del hospedaje aplicó los rangos militares a cada uno de sus contertulios, de acuerdo a su capacidad para resistir las embestidas de fuego del alcohol. El de mayor graduación era Mariscal. Y su título de tal, hecho diploma, le llegaba puntualmente al ganador, cualquiera fuese el lugar de su residencia.
KURUSU ÁRA (*)
Morenita encantadora
morenita resa yvoty
si es a otro a quien adora
ma’erâpa chembotavy.
Aniangáke morenita
che rehe rejegusta
iselósorô ne novio
ndovaléi requebranta.
Aikuaáma morenita
remendáva ndaje nde
amanóntene soltero
rohayhúramo jepe.
La prenda que tiene dueño
ya no tiene libertad,
desde chico me enseñaron
respetar la propiedad.
(1) Cardozo Ocampo, Mauricio. Mis bodas de oro con el folklore (Memorias de un Pychái ). Asunción, 1980.
(*) Este fue su nombre inicial; luego se lo conoció como 3 DE MAYO, de JULIÁN ALARCÓN, según dice MAURICIO CARDOZO OCAMPO. Como se ve, título y letra no concuerdan.
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3 DE MAYO
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